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Matrimonio... ¿de conveniencia? por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Holaaaa, ya regrese con capitulo nuevo, espero lo disfruten. Un abarzo enorme gracias por sus mensajes, nos vemos pronto.

 

Gracias por leer.

 

Butterflyblue

3-Más inconvenientes.

 

El comedor estaba engalanado con lo más fino. La vajilla era de exquisita porcelana, los cubiertos de plata, las copas de cristal y bordes de oro. La comida, inmejorable, el chef que contaba con una prestigiosa fama y era a menudo digno de elogios en todas las celebraciones que se realizaban en la mansión, esa noche se había lucido con un menú incomparable.

 

Pero, el ambiente en el fastuoso comedor era tan tenso, que avergonzaría a las cuerdas de un violín. Nadie degustaba el fino vino y la comida bien podría haber sido un menú cualquiera, porque a todos parecía volvérsele aserrín en la boca.

 

Ryu, que parecía el más afectado de todos, apenas probó bocado. Estaba tan alterado, que cuando Kaoru tomó su mano bajo la mesa para infundirle un poco de ánimo, este no la apartó. Al contrario, se aferró a ella como el que se ahoga se aferra a un salvavidas.

 

Kaoru la apretó con fuerza y Ryu, se sorprendió al ver una sonrisa suave en su rostro, gesto que hacía mucho no le dedicaba a él.

 

—Come un poco, la sopa está buena, eso le hará bien al bebé.

 

Ryu asintió obediente y aceptó que su esposo le acercara el plato de sopa, que comenzó a beber lentamente.

 

Mas, Ryu no era el único con los nervios de punta. Hiroki parecía mimetizarse con el blanco mantel. Su extrema palidez tenia nervioso a Nowaki, que temía que en cualquier momento su esposo comenzara a vomitar lo poco que había comido.

 

No entendía Hiroki, porque seguían con aquella parodia de cena. El recibimiento de la noticia de su matrimonio por parte de los padres de Nowaki, había sido una oda a la hipocresía. Después de la desazón inicial, se habían puesto sus máscaras de cortesía, desviando el tema hacia parajes más cotidianos, como los negocios, el futuro matrimonio de Misaki y hasta el clima.

 

De no ser por el recibimiento amable de Ryu y Misaki, Hiroki se habría dado la vuelta y habría salido corriendo de aquel lugar.

 

Miyagi, que parecía el más relajado de todos, aunque no dejaba de estar alerta y sobre todo pendiente de Ryu, conversaba aparentemente tranquilo con su padre. Su esposo, lucia inmune a toda la situación y era al parecer, el único que estaba disfrutando la cena.

 

—Oye, pequeño glotón, deja espacio para el postre.

 

Le susurró Miyagi, al verlo comer con avidez.

 

Shinobu rio con descaro y se acercó hasta el oído de su esposo, para susúrrale con picardía.

 

— ¿Cuando hablamos de postre es dulce a lo que te refieres? ¿O es sexo lo que está en tu pervertida mente?

 

Miyagi no pudo evitar carcajearse, ganándose una mirada dura de su madre, que le reclamó con una ira que apenas pudo contener.

 

—No sé cómo son los modales en su país, Shinobu, pero aquí, los secreteos en una cena son de mala educación.

 

Antes de que Miyagi pudiera hacer o decir nada, Shinobu dejó salir su carácter, poniendo el ambiente más tenso de lo que ya estaba.

 

—Ah, madame Kusama, créame que los modales en mi país y más aún en mi casa, son los mismos que aquí. El problema radica en que los convencionalismos no son mi fuerte. Yo prefiero relajarme y evitar la hipocresía.

 

Ryu, cuya voz no había sonado desde que se sentaran en el comedor. Ansioso porque su madre no hiciera nada en contra del joven esposo de su hermano, al que el encontraba encantador y dulce. Decidió intervenir.

 

—Paris debe ser una ciudad hermosa, Shinobu kun. Debe haber sido increíble crecer en un lugar así.

 

Shinobu le sonrió a su cuñado. Cuando se conocieron, apenas habían intercambiado palabras. Ryu estaba junto con su otro hermano en el baño, a punto de una crisis nerviosa por todo lo que su matrimonio con Miyagi acarrearía, así que, aparte de traerle un vaso de agua e interesarse por su embarazo, no habían hablado más.

 

Shinobu no entendía cuál era el escándalo. Miyagi era mayor, un profesional exitoso, tenía su propia fortuna y se había independizado desde muy temprana edad. Le parecía absurdo que sus padres intentaran controlarlo ahora y se preguntaba si aquella familia no era incluso más complicada que la suya.

 

—Ah, Ryu, por favor llámame Shinobu solamente, después de todo somos cuñados. Y si, Paris es hermosa, sobre todo de noche. Si quieres, cuando él bebé haya nacido y estés recuperado, podemos viajar y te la mostraré entera.

 

—Mi hijo es un hombre casado y se dedicará a cuidar de su hijo una vez que nazca.  No tendrá tiempo para andar de realengo en un país que no conoce, él nunca ha salido de Japón.

 

Misaki abrió su boca para defender a su hermano,de los ataques como siempre injustificados de su madre, pero fue Kaoru, quien alzó la voz en defensa de su esposo.

 

—Mi esposo estará encantado de aceptar tu invitación Shinobu. Incluso podríamos llevar al bebé y quien sabe, tener una segunda luna de miel.

 

Ryu, sonrojado, asintió obediente y entonces fue Misaki quien intervino.

 

—Eso sería genial, podemos ir todos, yo también quiero conocer Paris ¿podemos ir Akihiko?

 

El aludido sonrió resplandeciente.

 

—Claro que si, a donde tú quieras ir, yo te llevaré.

 

La siguiente intervención la tuvo Hiroki, que también quiso acudir en defensa de su amigo y ahora cuñado.

 

—Paris es muy hermosa, yo la conocí en un viaje que hizo la universidad ¿recuerdas Nowaki? Tú no pudiste ir porque estabas enfermo.

 

 

—Claro que lo recuerdo, mi amor, me perdí disfrutar contigo de la ciudad del amor.

 

Nowaki tomó la mano de Hiroki y le dio un dulce beso, que logró que el pobre muchacho igualara el rubor de Ryu.

 

—Pues entonces, tenemos unas vacaciones familiares que planificar. —celebró Miyagi alegremente, sin ser acompañado en su entusiasmo por sus padres.

 

Cuando la cena finalmente terminó. Fueron invitados al salón principal para un café. Shinobu y Misaki franqueaban a Ryu, comentando entusiasmados los lugares que iban a visitar. Hiroki caminaba unos pasos tras ellos, seguido de Nowaki y Miyagi. Akihiko y Kaoru iban al final, conversando de negocios.

 

Estaban ya sentados todos, con sus tazas de humeante café, cuando Ichiro Kusama alzó su voz prepotente.

 

—Miyagi, Nowaki y Ryuichirou, vengan conmigo al estudio.

 

Kaoru en seguida se puso pie, dispuesto a llevarse a Ryu inmediatamente de aquel lugar.

 

—Deja a Ryu fuera de esto papá. Esta conversación solo nos concierne a Nowaki y a mí.

 

Miyagi sonó muy determinado, Nowaki también se puso a su lado, mostrando resolución en su rostro.

 

—Tú no me dices a mí con quien puedo hablar o no. — le refutó su padre con furia.

 

Ryu intentó ponerse de pie, para evitar la confrontación, recibiendo una mirada de advertencia de Kaoru. La suave mano de Misaki le detuvo, sentándolo de  nuevo a su lado.

 

—Papá, no creo que sea momento para estas escenas, recuerda que mi prometido y el esposo de Ryu están aquí.

 

La estrategia de Misaki funcionó. En Ichiro, pesaba más que su molestia, las apariencias que tenía que guardar. Los Usami y los Asahina eran familias poderosas y para mantener su estatus, más le valía mantener también el control sobre sus emociones.

 

—Me disculpan Usami san, Asahina san, me llevaré un momento a mis hijos, tenemos cosas que arreglar. Ryu, tu puedes quedarte.

 

 

—Sí, que se quede, después de todo siempre ha sido un inútil y no hace sino avergonzarnos, más nos habría valido no tener un hijo así.

 

— ¡Mamá! —gritaron Nowaki y Miyagi con molestia.

 

Misaki miró a su madre con desaprobación.

 

De inmediato,, Kaoru tomó a su esposo de la mano ayudándolo a ponerse de pie.

 

—Suficiente, nos vamos.

 

—Kaoru por favor.

 

Pero los ruegos de Ryu caerían en saco roto, toda vez que Kaoru estaba más allá del entendimiento.

 

—No…no he visto las cosas para el bebé y-y el traje de…

 

Kaoru miró a Misaki esbozando a duras penas una sonrisa.

 

— ¿Porque no vas mañana a la casa y cenas con nosotros? puedes llevarle a Ryu las cosas para él bebé y así le muestras tu traje.

 

Misaki asintió y abrazó a su hermano con ternura.

 

—Te veré mañana, por favor descansa, ya falta poco para que mi princesa nazca y quiero que ambos estén bien.

 

Kaoru respiró profundo, para tratar de aliviar la furia que sentía, miró a sus cuñados e inclinó la cabeza, despidiéndose.

 

—La invitación es para ustedes también, a Ryu y a mí nos hará muy felices recibirlos en nuestra casa, para celebrar sus matrimonios y claro, para celebrar  también la próxima unión de Misaki y Usami san.

 

—Allí estaremos. — aseguró Miyagi, recibiendo la aprobación de sus hermanos y su esposo.

 

Hiroki, que ya estaba harto de aquel circo, habló con firmeza.

 

—Asahina san, si no le importa ¿podría acercarme a mi casa?

 

Nowaki lo miró extrañado.

 

—Recuerda que mañana tengo guardia y no puedo trasnocharme.

 

— ¿Es que piensa seguir trabajando en ese hospital? Nowaki, no puedes permitir eso, si no nos queda más remedio que aceptarlo como un Kusama, que se comporte como tal. Tiene que dejar inmediatamente esa idea de seguir trabajando y ya buscaré la forma de enseñarle cómo comportarse en sociedad.

 

Antes de que nadie pudiera reaccionar a las palabras de Hanako, el resoplido de Shinobu resonó en el salón. El joven se puso de pie con presteza, acercándose a Kaoru.

 

— ¿Asahina, podría llevarme a mí también? Esto es más de lo que puedo soportar. Yo pensé que mi familia era difícil, pero esto es el colmo.

 

Tomó del brazo a Hiroki y se dirigió a la salida.

 

—Vamos Hiroki, despídete de tu esposo, el pobrecito aún tiene que quedarse en este circo.

 

Miyagi sonrió, ante la desfachatez de su esposo, lo que le ganó una mirada de reprobación de sus padres. Los ignoró olímpicamente acercándose a su pequeño descarado.

 

— ¡Hey! ¿No hay un beso para este condenado que tiene aún que aguantar a las fieras?

 

Shinobu soltó a Hiroki y se acercó con una brillante sonrisa. Se puso en la punta de sus pies, cubriendo los labios de Miyagi con un dulce beso.

 

—Te esperaré despierto, no te tardes. Recuerda que aún nos falta el postre.

 

Todos miraron con asombro la melosa escena. Shinobu sonrió y les dio una mirada displicente a sus suegros.

 

—Gracias por la cena, fue…interesante, por no encontrar una palabra que la describa mejor.

 

Cuando se giró para tomar de nuevo a Hiroki por el brazo, este se despedía de un serio Nowaki.

 

—Recuerda que mañana tienes una evaluación. — le decía Hiroki con preocupación. No le gustaba dejarlo solo, pero lo de su guardia era verdad y además, ya  había aguantado más de lo que podía.

 

—Volveré temprano. — susurró Nowaki con ternura, tras lo cual cubrió sus labios con un tímido beso, que Hiroki devolvió resueltamente. No quería darle el gusto a sus suegros, deseaba que tuvieran la certeza que aquello era real.

 

— Nos vemos mañana. — se despidió Misaki alegremente, tomado del brazo de su prometido, que también les sonrió a sus cuñados.

 

Una vez que todos se habían marchado. Ichiro habló tras una honda respiración.

 

—Akihiko, acompáñame a mí y a mis hijos al estudio, creo que la conversación que planeé desde un principio, acaba de cambiar.

 

Akihiko asintió y besó los labios de Misaki con ternura.

 

—Vendré a buscarte mañana para ir a casa de tu hermano.

 

Misaki asintió, mirándolo como si el mundo no existiera más allá de él. Eso alivió a Akihiko, estaba camino a lograr lo que más deseaba y Misaki era su mejor premio. Aunque no lo amaba, aunque jamás lo amaría, no dejaba de ser satisfactorio tener a tan hermosa y perfecta criatura, rendido a sus pies.

 

Misaki se quedó a solas segundos después, con su madre en el salón. Lo que aprovechó para  reprocharle su actitud.

 

— ¿Tenías que comportarte de esa forma cruel con Ryu? No entiendo porque lo tratas tan mal, él no hace sino obedecerte.

 

—Ten cuidado con la forma en la que me hablas jovencito. Tus hermanos y tú padre te tienen muy malcriado, pero yo no voy a tolerar majaderías.

 

Misaki lo miró con molestia y se dio la vuelta para irse del salón.

 

—Misaki Kusama, no me dejes hablando sola.

 

La voz altanera de su madre lo sacó de quicio.

 

—Tú no hablas mamá, tú gritas, tú impones, tú ordenas. Y yo no soy un peón o un esclavo, soy tu hijo y también merezco respeto.

 

Hanako se quedó sin habla, era la primera vez que Misaki le respondía de aquella forma.

 

—Más te vale que no le contestes así a tu marido, porque te vas a ganar muchas reprimendas.

 

Misaki se enardeció aún más, el imaginaba su matrimonio con Akihiko como algo idílico, no como la fría convivencia que tenían sus padres.

 

—Akihiko y yo estamos enamorados, créeme que estos momentos desagradables, no se van a ver en el hogar que pienso formar con él.

 

Hanako entonces rio con sarcasmo.

 

—Definitivamente tus hermanos te han mimado demasiado, por eso tienes esa visión tan irreal de la vida.

 

No le gustó a Misaki el tono de burla de su madre y mucho menos le gustaron las palabras crueles que le siguieron.

 

— ¿Piensas  que Usami sama se casa contigo por amor? Ni tu puedes ser tan ingenuo. Allá adentro, ese hombre está consiguiendo lo que muy pocos consiguen en la vida. Tu futuro marido se convertirá en el hombre más poderoso de todo Japón y todo gracias a su matrimonio contigo.

 

—Akihiko tiene su propio dinero y su familia es con mucho, la más acaudalada de todo el país. No necesita esto.

 

Hanako se sentó y miró con displicencia a su hijo.

 

— ¿Estás seguro de eso? Piénsalo, la fusión de los Usami con los Kusama, a través de un matrimonio arreglado con el único hijo que queda soltero. El consorcio Kusama es envidiable y nuestra fortuna enorme. Ahora, únela con la de los Usami y luego piensa en Akihiko, un joven emprendedor, con fama de ser despiadado y astuto en los negocios,  con todo ese poder en sus manos ¿qué más puede pedir? Si hasta a ti te tiene comiendo de su mano.

 

Misaki la miró receloso. La verdad, sus palabras sonaban a certezas, pero era más su amor y confianza hacia su futuro esposo, que el veneno que pudiera destilar su madre.

 

—La verdad mamá, a veces puedes ser una persona muy retorcida.

 

Le dijo antes de darse la vuelta y marcharse.

 

 

 

El veneno de su madre solía hacer mucho daño y en ese momento estaba carcomiendo el corazón de un dulce joven, ante la mirada impotente de su esposo.

 

—Descansa un poco mientras llegamos.

 

Kaoru les sonrió a sus cuñados, mientras acomodaba solícitamente a Ryu en el auto. Estaba molesto consigo mismo por haber insistido en no llevar al chofer. Ahora, tenía que conducir, cuando lo que quería era quedarse al lado de su esposo, abrazándolo para confortarlo.

 

Cuando hubo acomodado a sus cuñados en la parte trasera del auto y se disponía a subirse para marcharse, esbozó una cínica mueca. Ni aunque lo hubiese querido así, Ryu le habría permitido acercarse para confortarlo. Estaba pálido, tembloroso y visiblemente afectado, pero combativo como era, no le daría el gusto de mostrar más debilidad, derrumbándose en sus brazos.

 

— ¿Estas cómodo?  — le preguntó, mientras metía la llaves y encendía el auto.

 

Ryu, abrió los ojos con cansancio y asintió, se acurrucó en el asiento y cerró los ojos para dormitar un poco y quizás olvidar aquella desagradable noche.

 

Shinobu y Hiroki mantenían un silencio para ambos incomodo, pero ¿Qué se dice en una situación como esa? Hiroki ya conocía como era el trato de la madre de Nowaki para con Ryu. Siempre había sido dura con él, exigente, pero esa noche, el desprecio en sus palabras había sido tan palpable que hasta a él, le dolían.

 

Ryu era una persona dulce y amable, después de que regresara y se casara con Kaoru se habían vuelto un poco taciturno y silencioso, pero no dejaba de tratar a los demás con respeto y amabilidad, no merecía aquel trato de su propia madre.

 

—Asahina, yo creo que sería mejor si suspende la cena de mañana.

 

—Estoy de acuerdo. — respaldo Hiroki, las imprevistas pero acertadas palabras de su ahora cuñado. —Así le damos tiempo a Ryu de descansar.

 

Ryu abrió los ojos y su expresión se tornó triste, cuando miró a su esposo en busca de apoyo. Kaoru, que no había esperado aquel gesto, le sonrió sinceramente y tomó su mano con ternura.

 

—No será necesario Shinobu kun, Ryu mañana estará perfecto y estoy seguro que le va a hacer mucho bien tenerlos a ustedes acompañándole un rato.

 

Ryu, que consiguió fuerzas para hablar, sonrió con alivio.

 

—Hiroki, Shinobu, por favor, para mí sería maravilloso recibirles en mi casa y celebrar sus matrimonios.

 

Hiroki se sentía un poco hipócrita con todo aquello ¿que tenía que celebrar? Iba a recibir dinero y se había casado con una fecha límite para divorciarse, no había amor, ni nada físico en su matrimonio, solo un acuerdo que beneficiaba a dos partes de formas diferentes ¿cómo podías celebrar algo así?

 

Sin embargo, cuando Ryu lo miro a través del retrovisor del auto, con una expresión esperanzada en su frágil rostro, sonrió y asintió.

 

—Claro Ryu, Nowaki y yo estaremos allí.

 

Para Shinobu, la situación no era muy diferente, su matrimonio también tenía fecha de caducidad, pero el, relajado y practico como era no le vio problemas en compartir con los hermanos de Miyagi. Todos le caían bien y si iba a pasar un tiempo en aquella familia, debía socializar con ellos.

 

—Seguro, cuenta con Miyagi y conmigo también.

 

Kaoru, dejó primero a Hiroki y cuando finalmente dejó a Shinobu, suspiró cansado. Ryu estaba dormido, pero en su rostro había una mueca de dolor y seguía estando muy pálido.

 

—Ryu…Ryu, mi amor, despierta.

 

¿Mi amor?

 

Ryu abrió los ojos con mucha dificultad, se sentía muy cansado, pensó que quizás había soñado que Kaoru le llamaba. Claro que debía ser un sueño, pues mientras trataba de enfocar su visión y de deshacerse del letargo que lo embargaba, supo que Kaoru jamás le diría aquellas palabras. No, Kaoru jamás le volverías a llamar mi amor, no después de lo que él le había hecho.

 

—Ryu despierta, ya llegamos.

 

Finalmente abrió los ojos, el rostro de Kaoru estaba frente a él, lo miraba preocupado y de alguna forma también triste. Cuando Ryu vio a su alrededor, se dio cuenta de que no estaban en su casa.

 

— ¿Por qué estamos en el hospital? —preguntó, mientras un enfermero que había estado esperando al lado del auto, lo ayudaba junto con Kaoru a subir a una silla de ruedas.

 

—Kobayashi sensei ya los está esperando. — informó el enfermero mientras empujaba la silla de Ryu al interior del hospital.

 

— ¿Kaoru?

 

—Estás muy pálido y mientras dormías te quejaste de dolor, solo es por prevenir.

 

Ryu bajó la mirada y acarició con ternura su vientre.

 

—Yo me siento bien. — se quejó con cansancio. —solo tengo sueño.

 

El enfermero sonrió amablemente.

 

—Deje que su esposo se preocupe y lo consienta. Ya verá que el doctor lo revisa rápido y cuando veamos que él bebé está bien, se irá a casa a descansar.

 

Ryu asintió obedientemente y en menos de lo que esperaba estaba en la mesa de exploración, donde su médico de confianza le hacía un ultrasonido.

 

—Los latidos están normales y todo se ve bien por aquí. —les informaba tranquilamente el médico. De pronto sonrió complacido. —Vaya, esto si es una sorpresa, hoy si me va a dejar ver que será ¿quieren saberlo?

 

Kaoru estaba sentado en un sillón, un poco alejado de la mesa de exploración, pero aun así, pudo notar el gesto de aprensión de Ryu. Este cerró los ojos y apretó con impotencia la mano en un puño.

 

De pronto, Ryu sintió como su mano era acariciada. El puño se deshizo y unos dedos fuertes se entrelazaron con los suyos.

 

— ¿Si queremos saber? —preguntó Kaoru, con una ternura tan infinita, que a Ryu se le inundaron los ojos de lágrimas.

 

Kaoru limpió suavemente las lágrimas y le sonrió.

 

— ¿Y bien?

 

Ryu asintió despacio, tratando de encontrar su voz.

 

—S-sí, si queremos saber.

 

El médico sonrió alegremente, acomodó el aparato en el ángulo correcto y dio un gritito de alegría.

 

—Aja, lo que pensaba, es una niña.

 

Ryu rio emocionado.

 

—Misaki va a estar muy feliz con esa noticia.

 

—Solo nos queda esperar unas semanas más, si todo va como hasta ahora no habrá problemas. — el médico limpio el gel del vientre de Ryu, mientras le daba las últimas recomendaciones. —Ya sabes que tienes que descansar y evitar  disgustos. Deja que tu esposo te mime mucho  estos días y nos veremos en dos semanas para el último chequeo. Luego  solo nos quedará esperar.

 

Un rato después, estaban de nuevo en el auto. Ryu miraba pensativo por la ventana, pensando en las recomendaciones de su médico. Si lo pensaba bien, dejar que Kaoru lo mimara sería una situación idílica, pero su matrimonio tenía de todo, menos de romántico o idílico.

 

No se habían dicho nada desde que abandonaran el consultorio. Cuando llegaron a casa, Kaoru lo ayudó a bajar y lo abrazó por la cintura para entrar a la mansión. Subieron despacio las escaleras y ya en el dormitorio, Kaoru lo dejó sentado sobre la cama, mientras rebuscaba en las gavetas, un pijama para que Ryu se cambiara.

 

—Pediré que te suban algo de cenar, no comiste nada.

 

Al recordar la fatídica cena, empuño las manos con furia. El gesto y la certeza de saber que estaba pensando Kaoru, hicieron que Ryu se sintiera más decaído de lo que ya se sentía.

 

—No tengo nada de hambre, Kaoru, por favor, solo quiero dormir un poco.

 

Consiguió por fin el pijama y cuando iba a protestar ante las palabras de Ryu, su rostro frágil y desvalido, lo hizo suspirar. Debería estar feliz, aquel debió haber sido un momento feliz, pero Ryu tenía los ojos llenos de lágrimas, el rostro pálido, con una expresión infinitamente triste.

 

 Estaba tan cansado de verlo así.

 

—Ven, vamos a cambiarte para que duermas.

 

Ryu se dejó hacer, Kaoru lo ayudó a ponerse de pie y lo desvistió despacio. No había nada sexual en sus gestos, pero tampoco era mecánico o impersonal. Había mucha ternura en cada roce de las manos de Kaoru sobre la piel desnuda.

 

Era una experiencia agradable, ya le había visto desnudo en otras ocasiones, pero ver y detallar eran cosas diferentes. En aquel momento, se permitió detallar la belleza de aquel cuerpo, maduro y henchido, lleno de una vida que cobijaba cálidamente en su interior.

 

Ryu lo miró acariciar su redonda barriga.

 

—Estas son nuevas. —murmuró, trazando unas pequeñas estrías que surcaban la tensa piel.

 

Ryu asintió, sintiendo desde su debilidad, las sutiles caricias. Necesitado como estaba de afecto, aquellas migajas eran como gotas de agua en un desierto.

 

Kaoru,  se inclinó para besar las pequeñas marcas y el vientre de Ryu se onduló, con un gesto de aprecio del pequeño ser que también reclamaba atención.

 

 

Kaoru rio contento.

 

 

—Hola preciosa, tu tío Misaki va estar feliz de saber que acertó contigo y desde ya te digo que te compramos un montón de cosas.

 

Ryu no lo sabía, pero Kaoru había comprado también un arsenal de cosas para el bebé y ahora se alegraba de haber seguido la intuición de su cuñado.

 

Cuando Kaoru besó el vientre, donde se podía adivinar un pequeño pie, Ryu dejó escapar un sollozo.

 

Suspirando cansado, Kaoru se irguió, encarándolo con seriedad.

 

—Olvida sus palabras. No vale la pena que las recuerdes. Olvídalo todo por una noche y piensa en ella, en tu bebé, en nuestra hija.

 

Ryu estaba desnudo en ese momento, pero no solo en su piel, también en sus emociones. Tal vez al día siguiente, cuando la mañana de nuevo llegara, volvería a erigir en torno a él, las defensas que lo protegían. Pero en ese momento, lo único que deseaba era un poco de cariño y de consuelo.

 

Kaoru se lo estaba dando, acariciaba su vientre con ternura, le hablaba dulcemente de su hija, la hija que desde su concepción era de ambos, aunque no lo fuera.

 

— Kaoru. — murmuró desvalido.

 

Su esposo solo lo abrazó dulcemente, besando sus sienes con amor.

 

—Shhhh, no digas nada, no pienses ahora. Vamos a dormir.

 

Lo llevó hasta la cama y lo metió entre las sedosas sabanas.

 

Ryu lloró hasta bien entrada la madrugada, metido entre los fuertes brazos de su esposo, que lo consoló con palabras dulces hasta que finalmente callera rendido por el cansancio. Aquella noche, Kaoru no durmió, pues él también tenía que reevaluar su vida, comenzando por su relación con Ryu y como quería que esta fuera de ahora en adelante.

En su futuro y en el de su improvisada relación estaba pensando Hiroki esa noche, en compañía de una taza de té. Sentado en el comedor del espacioso apartamento de Nowaki, se preguntaba cómo había podido aceptar meterse en aquella farsa.

 

Suspirando cerró los ojos con cansancio.

 

— Es una estupidez preguntarte eso a estas alturas. — se reprendió en voz alta, mirando contrariado a su alrededor.

 

Jamás había notado lo diferentes que eran él y Nowaki. Comenzando por las cosas materiales que poseían. En aquella cocina enorme, habría cabido tranquilamente la pocilga que el había llamado hogar por años. El departamento de Nowaki era enorme y estaba lleno de comodidades que el jamás habría soñado con tener.

 

Hiroki respiró profundo. Se sentía incómodo y a la vez no lo hacía. Era esa ambivalencia en sus emociones lo que lo tenían desconcertado y molesto. No tenía sentido quejarse por estar cómodo y a la vez le disgustaba estarse sintiendo a gusto en aquella comodidad.

 

—La cama es increíble y absolutamente confortable. — murmuró complacido, con una suave sonrisa, que se borró al instante al oír una voz demasiado conocida tras él.

 

—Me alegro que te guste, la escogí yo personalmente.

 

Hiroki no se dejó intimidar por la sorpresa, giró su rostro y lo miró serenamente.

 

—Pensé que ibas a llegar más tarde.

 

Nowaki suspiró cansado.

 

— ¿No quedó más de eso? — preguntó, señalando la taza que sostenía Hiroki.

 

El joven sonrió y colocó la taza sobre la mesa.

 

—Siéntate, te preparé uno.

 

Sacando las cosas para él té, pensó en hacerle también algo de comer. Estaba seguro que Nowaki tampoco había podido disfrutar aquella cena, él mismo había llegado asaltando la nevera para sacia r su apetito.

 

— ¿Quieres que te prepare algo de comer?

 

Solo que Nowaki no estaba de humor para comida, aunque si estuviera encantado con el bonito y hogareño gesto de su esposo.

 

—No, solo el té. Gracias.

 

— ¿Cómo te fue? — preguntó Hiroki, poniendo la taza en manos de Nowaki y sentándose frente a él.

 

—Hubo momentos en los que solo quería parame de allí e irme. Aunque Miyagi afortunadamente fue quien manejó casi toda la situación.

 

—No voy a dejar la carrera, como tan “educadamente” sugirió tu madre.

 

—Yo jamás te pediría algo así.

 

—Pero tu mamá…

 

Nowaki extendió su brazo a través de la mesa y tomó la mano de Hiroki.

 

—Akihiko Usami, una vez haya contraído matrimonio con Misaki, será el nuevo presidente de las empresas Kusama. Fue difícil hoy, pero logramos un gran progreso Miyagi y yo. Ahora nosotros,  solo tenemos que mantener la fachada por un tiempo. Si lo hacemos bien, solo será cuestión de tiempo para que podamos divorciarnos y continuar con nuestras vidas.

 

Hiroki respiró profundo y retiró su mano de entre las cálidas manos de Nowaki.

 

— Estuve pensando. — murmuró, poniéndose de pie para llevar  su taza al fregadero. —Voy a buscar ofertas de estudio en Estados Unidos, cerca de donde va a mudarse Iwaki sensei, así podre estar cerca de él.

 

— ¿Qué vas a hacer si el no corresponde a tus sentimientos?

 

La pregunta de Nowaki tomó a  Hiroki por sorpresa. No había pensado en eso y mucho menos  en que ocurriría si eso pasaba.

 

Finalmente se encogió de hombros restándole importancia.

 

—No me importa si es como pareja, como alumno,  como ayudante o hasta como colega, la forma en la que Iwaki sensei me vea. Creo que será suficiente para mí, estar junto a él.

 

Nowaki negó con la cabeza, aquello no estaba bien ni siquiera sonaba lógico.

 

—Sigues pensando que la parte física no importa, pero ¿no crees que en algún momento necesitaras que alguien te mire con deseo, te toque, te haga el amor?

 

Hiroki se sonrojó molesto.

 

—No estamos hablando de eso.

 

—Claro que si ¿piensas vivir toda tu vida en celibato? ¿Cómo vas a formar una familia? ¿Cómo piensas tener hijos?

 

“¿Hijos?”

 

Hiroki lo miró sorprendido, Nowaki estaba yendo más allá de lo que él siquiera había llegado a pensar.

 

— ¿Quién te dijo que yo quiero tener hijos?

 

— ¡¿No quieres?!

 

La actitud sorprendida de Nowaki lo sacó de quicio, que fuera un hombre fértil y que le gustaran los hombres, no lo hacia el candidato perfecto a la mami del año.

 

—Pues no…no lo sé…ni siquiera he pensado en eso ¡Tú no tienes derecho a meterte así en mi vida. No es de tu incumbencia!

 

Nowaki suspiró cansado, se habían salido del tema y estaban al borde de una discusión que no les convenía en aquel momento.

 

—Mira lo siento, no debí meterme en lo que no me importa. — se disculpó, cuando se puso de pie y caminó para poner la taza en el fregadero. — Vamos a descansar, mañana tenemos un día difícil y ambos estamos agotados.

 

Hiroki asintió y lo dejó marchar, pero sin pensarlo salió a toda prisa y lo alcanzó en el pasillo que se dirigía a las habitaciones.

 

 

— ¡Nowaki!

 

— ¡¿Qué Hiroki?! No  discutamos más ¿sí? Mira,  ya te dije que lo  siento.

 

Nowaki se veía realmente agotado y Hiroki entendía que para él, también todo aquello era muy difícil, sobre todo con su familia presionándole.

 

—No quiero discutir, solo quería disculparme. — Le dijo dulcemente, poniendo una mano cálidamente en su pecho. — Sobre reaccione, es que toda esta situación me tiene un poco alterado.

 

Nowaki le sonrió asintiendo.

 

—Te entiendo y sé que es mi culpa y lo siento mucho.

 

Hiroki, sonriendo negó con la cabeza.

 

—Somos amigos Nowaki, buenos amigos y los amigos se ayudan y se protegen.

 

Nowaki lo abrazó inesperadamente, pero Hiroki no rechazó el gesto. No era la primera vez que se abrazaban y no había malicia en aquella cálida caricia.

 

—Es por eso que me preocupa lo que quieres hacer, eso de ir tras Iwaki sensei sin saber.

 

—Nowaki…

 

—No Hiroki, solo escúchame un momento. — le dijo con dulzura, separándolo de su pecho y mirándolo de aquella forma que siempre conseguía que Hiroki cediera  en todo lo que él le pedía. — Soy tu amigo y me preocupo por ti, no quiero que pierdas tu vida en una relación platónica. Si ese hombre no te quiere, habrá muchos otros deseosos de tener a alguien como tú en su vida.

 

Hiroki negó con la cabeza.

 

—Sí, Hiroki, sí. Tú eres hermoso, dulce, inteligente y maravilloso ¿quién no querría tenerte como esposo? ¿Quién no querría poseerte? Hacerte el amor cada noche, hacer crecer su semilla en ti y ver tu vientre maduro y embarazado, sabiendo que obró en ti ese hermoso milagro.

 

— Nowaki deja de decir tonterías. — murmuró Hiroki sin aliento, se soltó de los brazos de Nowaki y caminó casi en carrera a su habitación, donde se encerró con un portazo.

 

Nowaki cerró los ojos con impotencia, pensando que todos aquellos deseos habían salido de él, no de un hombre cualquiera, de él, que de pronto había dejado de ver a Hiroki como solo su amigo.

 

Recostado de la puerta de su habitación, un sonrojado Hiroki respiraba con dificultad, sintiendo en su piel una febril necesidad, contrariado porque el deseo que lo quemaba, las manos que deseaba acariciando su cuerpo, eran las de su mejor amigo.

 

Shinobu estaba mirando algo en la televisión, cuando sintió la puerta de entrada sonar. Frunció el ceño extrañado, apenas habían pasado dos horas.

 

—Hola. — saludó con una suave sonrisa a su esposo. Miyagi lucia cansado y tal vez un poco triste, pero aun así le sonrió con ternura.

 

—Hola pequeño ¿qué miras?

 

—Nada en particular. El circo cerró temprano ¿no?

 

Miyagi asintió, suspirando con cansancio.

 

—Mis padres no tenían más alternativa que aceptar la realidad.

 

Miyagi cogió su teléfono y marcó.

 

—Quiero saber cómo está mi hermano. —le informó a Shinobu, que lo miró curioso.

 

—El pobre estaba muy pálido cuando su esposo me dejo aquí ¿quieres tomarte algo?

 

Miyagi negó con la cabeza.

 

—Kaoru disculpa la hora…si, todo salió como esperábamos. Usami se hará cargo de las empresas una vez este casado con Misaki…Bueno no se lo tomaron muy bien pero no tenían más remedio ¿Cómo está mi hermano? ¿En serio, una niña? Misaki va a dar brincos de alegría… ¿cuándo piensas hacer eso?... bueno, siempre que regresen para la fiesta de compromiso… está bien Kaoru, nos veremos mañana. Dile a mi hermano que ya todo está bien.

 

Miyagi se sentó pesadamente, en el sofá donde estaba acurrucado Shinobu y puso con atrevimiento la cabeza sobre las piernas del pequeño.

 

Shinobu rio y acarició los negros cabellos de su esposo.

 

— ¿Está bien tu hermano?

 

—Va a tener una niña. —murmuró Miyagi sonriendo.

 

— ¿Que tiene tu mamá en su contra? ¿Cómo es que lo trata de esa forma sin considerar su delicado estado?

 

Miyagi suspiró y cerró los ojos, disfrutando la caricia de los dedos de Shinobu entre su cabello.

 

—Mi madre siempre ha sido muy cruel con Ryu, Nowaki y yo siempre tratamos de intervenir pero Ryu nos detenía, el nunca parecía molesto con la actitud de mi madre para con él. Hasta el día que desapareció. No supimos de el por meses y cuando finalmente volvió, tenía cuatro meses de embarazo. No era el mismo, mi hermano cambio mucho después de eso. Unos días después que regresara se casó con Kaoru. A todos nos tomó por sorpresa. Kaoru era mi amigo y siempre había mostrado interés por Ryu, pero eso nunca había llegado a nada. Aun ahora no sabemos que pasó en aquellos meses que Ryu desapareció. Kaoru se casó con él y se lo llevó de la casa, aunque mi madre armó un escándalo enorme porque quería tener a Ryu bajo su cuidado. Pero Kaoru se negó y lo llevó a vivir con él en la casa que había sido de sus padres.

 

Shinobu lo miró con seriedad.

 

—Menos mal que se lo llevó, tu madre le habría hecho la vida imposible en su casa.

 

Miyagi asintió.

 

—No creas que no lo intentó. Yo estaba en Taiwán trabajando con un proyecto, cuando me llamó Kaoru. Ryu estaba en su sexto mes y había tenido una discusión con mi madre. Cuando logré llegar a Tokio,  Ryu ya había salido de peligro, pero estuvo a punto de perder al bebé. Desde ese momento, Kaoru le limita las idas a la casa a Ryu, aunque con el compromiso de Misaki y la boda, no ha podido mantenerlo alejado mucho tiempo.

 

Miyagi se sentó quedando frente a frente con su esposo.

 

—¿Sabes?—murmuró con coquetería. — Kaoru se lo va a llevar unos días para Okinawa, para que descanse.

 

Shinobu alzó una ceja en un gesto interrogante.

 

— ¿Qué está pasando por esa cabeza pervertida tuya?

 

Miyagi rio contento y lo besó con intensidad, desnudándolo rápidamente con sus inquietas manos.

 

—Estaba pensado. — le dijo entre besos. —que tú no conoces Japón ¿no te gustaría dar un paseo por sus mejores lugares?

 

—Acabamos de llegar. — murmuró Shinobu, mirándolo con sus labios húmedos y sus ojos brillantes de deseo. —Tenemos tiempo para eso.

 

— ¿Lo tenemos?

 

Shinobu se quedó mirando la expresión sensual e intensa de Miyagi, aquella pregunta decía mucho ¿Cuánto tiempo tenían? Su relación era como la columna de una estrella de bengala, esos hermosos fuegos artificiales que arden intensamente solo con una chispa, pero igual de rápido se consumen, quedando solo una delgada vara negra y carbonizada. La belleza, el fulgor, es fascinante, pero dura tan poco ¿Así serían ellos? Se encendían con una chispa, no podían tener sus manos lejos del otro y se compenetraban tan bien, pero ¿cuánto podía durar aquel fulgor que los consumía?

 

—Pones una expresión adorable cuando piensas con demasiada seriedad.

 

Shinobu sonrió sensualmente.

 

—Para ti siempre soy adorable, aun en mis peores momentos.

 

Miyagi asintió, no tenía por qué negarlo, su esposo era perfecto.

 

— ¿Porque mejor no dejamos de pensar en el tiempo que nos queda y nos concentramos en el ahora?

 

—Di la verdad, estas ansioso por meterte dentro de mi culo.

 

—Descarado, pero sí, es cierto.

 

Shinobu rio alegremente cuando Miyagi lo levantó sin esfuerzo, llevándolo como a una princesa al interior de la habitación, donde como siempre lo haría olvidar hasta su nombre en horas y horas de erótico sexo.

 

¿Cuánto tiempo les quedaba? era una pregunta que se haría en otro momento.

 

 

El tiempo también se le había estado acabando al que esa noche entraba a su lujoso pent-house. Su cara denotaba cansancio, pero también un dejo de satisfacción.

 

— ¿Y bien? — murmuró una voz desde la oscuridad de su sala. Akihiko encendió la luz y se encontró con la silueta relajada de su hermano.

 

— ¿Qué haces aquí a esta hora?

 

—No quería perderme tu noche de gloria.

 

Haruhiko se acercó y colocó en la mano de su hermano una copa de vino, sonriendo choco la suya contra esta.

 

— ¿Salud?

 

Akihiko sonrió con sarcasmo.

 

—Salud.

 

La risotada de Haruhiko, resonó en el silencioso lugar y vació su copa de un solo trago.

 

—Así que ahora eres el dueño del mundo. —afirmó, mientras se servía otro trago.

 

Una risa ronca y suave, brotó de los labios de Akihiko.

 

—Aun no oficialmente, pero solo me falta firmar el certificado de matrimonio. Ese día Ichiro Kusama me legará todo el poder de sus empresas.

 

Haruhiko se acercó a su hermano, que con una postura rígida sostenía su copa, mirando a través del enorme ventanal que había en su sala.

 

—Es solo cuestión de tiempo para recuperar las empresas Usami y volver a ser, lo que éramos.

 

Haruhiko suspiró abatido.

 

—Fuyuhiko, seguramente estará feliz con eso.

 

—No lo hago por mi padre.

 

Haruhiko miró a su hermano con compasión.

 

—No, lo haces por tu madre, pero ¿sabes qué? Ella no estaría contenta de saber que sacrificas a Misaki, para conseguir arreglar lo que Fuyuhiko destruyó.

 

Akihiko dejó la copa sobre una mesa y le dio la espalda a su hermano para marcharse a su habitación.

 

—No voy a sacrificar a Misaki, voy a hacerlo muy feliz. Él nunca sabrá que todo esto fue una transacción comercial. Buenas noches Haruhiko, cierra bien cuando te vayas.

 

Haruhiko se tomó el resto de su copa, respiró profundamente y miró a su alrededor con descontento.

 

—Nadie es feliz viviendo en una mentira.

 

Era una mentira muy grande la que signaba la felicidad de Misaki y si algún día este llegaba a descubrirla, el dolor iba a ser aún más grande.


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