TEARS
A kite above a graveyeard grey
At the end of the line far far away
A child holding on to the magic of birth and awe
Oh, how beautiful it used to be
Just you and me far beyond the sea
The waters, scarce in motion
Quivering still
At the end of the river the sundown beams
All the relics of a life long lived
Here, weary traveller rest your wand
Sleep the journey from your eyes
Good journey, love, time to go
I checked your teeth and warmed your toes
In the horizon I see them coming for you
The mermaid's grace, the forever call
Beauty in spyglads on an old man's porch
The mermaids you turn loose brought back your tears
—Turn Loose the Mermaids—Nightwish—
~0~
PROLOGO
Dos cuervos alzaron vuelo hacia el cielo en donde la tierra simulaba arder en llamas ante la caída del sol en el horizonte. El naranja del atardecer brillaba en los ojos de las dos figuras que parecían petrificadas situadas en medio del riachuelo cuya corriente de agua gélida chocaba contra sus cuerpos a nivel de las rodillas.
Elfo y humano. Desconocidos y sin embargo enemigos. Ambos con sus fascinantes ojos escaneaban a detalle cada indicio del contrario, ajenos al tiempo y el tiempo a ellos.
Entonces… ¿así es como luce un humano?, pensó el elfo parpadeando un par de veces intrigado por las grandes ojeras del hombre y a la vez confundido por lo raro que se veían sus pequeñas orejas redondeadas, aunque los adornos metálicos que colgaban de ellas le parecieron algo admirables. Muy exótico para ser cierto. Lástima que no sea mi tipo, se dijo con pesar sin parecer del todo decepcionado.
El joven humano poseía un color de piel un poco oscura en comparación con la suya y su cabello no era por completo negro. Su particular color le recordaba al cielo oscuro de la noche y su ligero brillo se asemejaban al renuente resplandor de las mismísimas estrellas. El elfo encontró en el humano un atractivo tosco que era digno de apreciar y admirar, incluso podría considerarse apuesto entre la comarca elfica ¿o solo era apuesto para él? ¡Joder Sanji, en qué diablos estás pensando en una situación como esta!, por un momento se sintió horrorizado por permitir que este humano y su apariencia desalineada lo distrajera de tal manera. Pero, de todas formas…
Cuando Sanji cruzo mirada con ese hombre de ojos plateados, sabía que algo dentro de él había despertado. Definitivamente no era por el hecho de que este lo estuviera apuntando con su espada justo en la garganta, o porque Sanji lo tuviera bajo su arco con una flecha apuntándole la frente. No, Sanji sabía que había algo más allá de esta situación. Algo que no se podía explicar con la razón.
Tal vez fue el hecho de ser su primer encuentro con un humano, y a diferencia de como se lo contaron los grandes sabios, este no era tan corpulento y mucho menos se veía tan intimidante como lo describían las leyendas de la comarca. Recordó por un segundo al viejo Zeff cuando le advertía sobre ellos:
“Los humanos son monstros disfrazados de ovejas, seres que piensan en su propia conveniencia olvidándose de su gente, de su raza si eso significa su propia prosperidad y satisfacción personal”
¿Y se supone que este personaje es el mayor depredador de la tierra?, pensó Sanji con sarcasmo, escapándosele una pequeña risa ante la divertida idea. Entonces intenta someterme, estupida aberración.
Las horas pasaban y ninguno de los dos intento moverse hasta la aparición de la primera estrella de la tarde y posteriormente la llegada de la luna llena a lo alto del cielo. El ruido alborotado del riachuelo era infinito. Ambos tenían la certeza de que si bajaban la guardia aunque sea por un segundo, su existencia encontraría su fin en ese mismo segundo. Pero el tiempo que permanecieron amenazando la vida del contrario fue suficiente para examinar cada detalle de sus armas, de sus vestimentas, de sus cuerpos, de sus rostros…
Podría permanecer en esta posición por décadas, ¿pero tú, humano de mierda? ¿Acaso podrías pasar el resto de tu efímera vida observándome como idiota? Y si es así, ¿Por qué lo harías?, se preguntó Sanji con algo más que una simple curiosidad.
Y como leyendo lo que pensaba Sanji en ese momento, el chico de ojos plateados, lanzo un bufido y sonrió de costado. Para desgracia de Sanji, este se veía increíblemente seductor con esa pequeña y burlona sonrisa. ¿Pero qué demonios…?
Sanji forzó a su cuerpo a verse impasible, deseando no parecer tan fascinado por ese hombre, aunque dudaba de ello al sentir el calor acumularse en su pecho y mejillas.¡Concentrate, maldicion!
Las luciérnagas salieron desde los arbustos cercanos para internarse en los frondosos árboles que los rodeaban. El viento era ligero pero frio, no había rastros de nubes en el firmamento, y a pesar de la fuerte luz de la luna llena y las pequeñas lucecillas de las luciérnagas que actuaban como diminutos faroles, un duelo en estas condiciones sería una lucha perdida para un simple humano que a diferencia de los elfos cuya vista era tan versátil para actuar con completa libertad tanto de día como de noche, para un mortal común y corriente como lo era Law, esa parcial oscuridad era su condena de muerte.
Y aun así, ese elfo no intenta atacarme.
Trafalgar Law supuso que sería una mala idea enfrentarse al elfo cuando casualmente lo encontró en el trayecto de su caminata de reconocimiento, pero cuando el elfo se había percatado de su presencia, fue muy tarde para siquiera huir. Incluso ahora, si yo intentara escapar de seguro él…, se dijo escapándosele una rara mueca ante su trágica situación.
Law era consciente de la gran habilidad de los elfos en el manejo del arco y la flecha. Los mitos heredados por sus antepasados contaban como esos seres podían cazar a una pequeña ardilla usando una sola flecha y estado a kilómetros de distancia. Son armas mortales que pueden pelear cuerpo a cuerpo e incluso a grandes distancias, y sabiendo eso y las condiciones actuales, ese elfo no intenta moverse ni un milímetro… ¿Por qué?
Su cuerpo comenzaba a entumecerse por el constante choque de agua helada, y empeorando su situación, la expresión gélida del elfo solo le confirmaba la determinación que poseía para matarlo ante cualquier movimiento imprudente que llegara a cometer. Lo único que puedo hacer es resistir hasta que haga el primer movimiento, o hasta que alguien nos encuentre en el remoto caso de que hayan salido en nuestra búsqueda”
Una luciérnaga que revoloteaba sin rumbo aparente se posó en la punta alargada de la oreja del elfo haciendo resaltar el brillo de su ojo visible y envolviendo con una luz mística la melena lisa que le descendía hasta la cintura.
Casi sin darse cuenta Law se vio sumergido en ese enigmático ojo azul que parecía poseer una magia imposible de comprender para él. Y ahora que lo pensaba mejor, la mayor parte de los elfos llevaba el cabello echado hacia atrás, orgullosos de lucir sus pálidos y perfectos rostros ante las demás razas, pero este elfo tenía un flequillo encantador que cubría un lado de su rostro.
Law trago saliva mientras en su interior se preguntaba la razón por la que ese elfo deba ocultar una parte de su hermoso rostro al mundo. Una fuerza superior a la de la curiosidad lo embargaba de forma creciente. Por primera vez en su vida Law sintió una extraña sensación recorrerle el cuerpo. El temor y la preocupación parecían disolverse poco a poco en la imagen del enigmático joven que con el pasar de cada minuto parecía verse menos hostil y más pequeño en comparación a él, incluso este parecía adoptar una forma indefensa, frágil y…
—Hermosa… —susurro sin pensarlo, rompiendo el mutismo supuestamente acordado desde un principio y descolocando por completo al elfo en su ofensiva.