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Saudade. por RocketFran

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Estaba aburrido de estar frente al gran libro que tenía sobre el escritorio pero sabía que era la única forma de aprobar los últimos exámenes. Nunca había dedicado tanto tiempo al estudio como lo estaba haciendo desde que entró a la universidad, porque en el momento en que se enteró que lo habían seleccionaron en la universidad que quería y en la carrera con la que siempre había soñado, decidió que se concentraría a tiempo completo en estudiar y aprobar todo, pero el hecho de ver párrafos y párrafos infinitos sobre medicina animal ya lo estaban mareando; había pasado horas frente a él.

Suspiró cansado, llevaba mucho tiempo leyendo apuntes y párrafos de libros; lo único que quería era parar un momento, salir a tomar un poco de aire, hablar con alguien… Hablar con YoonGi. En cuanto empezaba a pensar en el mayor su corazón comenzaba a latir acelerado, se sentía tonto porque el pelinegro nunca se fijaría en alguien como él, aunque haría cualquier cosa por tener su atención por un momento.

Se golpeó mentalmente por distraerse de sus estudios y pensar en la pareja de su mejor amigo, eso no podía ser, no le podía hacer eso a Jimin y se lo repetía todos los días. Pero su corazón era tonto y cada vez que pensaba en el chico más bajo, olvidaba todo. Volvió la vista al libro, eran las seis de la tarde y empezó a estudiar a las diez de la mañana, solo con pausas para comer e ir al baño. JungKook no estaba en el departamento, le había avisado que saldría con sus amigos de la universidad luego de clases, de vez en cuando le enviaba un mensaje con alguna duda que tenía, después de todo, eran carreras similares.

Su teléfono volvió a vibrar sobre su escritorio, supuso que era su primo, respondiendo una de las preguntas que le había enviado hace unos minutos atrás, tomó su celular sin apartar su vista de la lectura, hasta que lo tuvo frente a él y lo desbloqueo para leer el mensaje. Casi se ahoga cuando leyó el nombre de quien lo enviaba, no era el menor, era Min YoonGi. Se puso tan nervioso que casi tira su celular, lo agarró con firmeza luego de que se le escapara de las manos y leyó el mensaje con lentitud.

Hey TaeHyung,¿Cómo estás?” –YoonGi Hyung.

Se quedó en blanco mientras releía cada palabra del corto mensaje, si se tratara de cualquier otra persona no se sentiría tan nervioso, de hecho hasta ignoraría el texto y seguiría con el estudio, pero se trataba de YoonGi.

“Hola Hyung. Estoy algo aburrido, ¿y tú?”

Se acomodó en su silla y esperó mirando la pantalla del celular hasta que el mayor respondió.

“También estoy aburrido. Jimin me contó que estarías estudiando para tus últimos exámenes, ¿Cómo vas con eso?” –YoonGi Hyung.

“Bien, estoy un poco harto, es lo único que he hecho en todo el día, desde las diez de la mañana, pero creo que estoy listo para mañana.”

“Me alegro, pero creo que deberías tomar un descanso.” -YoonGi Hyung.

Sonrió ante el mensaje del mayor. “Yo también lo creo.”

“Bien, entonces salgamos.” –YoonGi Hyung.

Su respiración se detuvo por unos instantes al leer lo que había enviado el mayor, una invitación abierta a pasar un tiempo con él. Pensó en que debía responder, si estaba bien salir con el pelinegro, pero luego se recordó que no era la primera vez que salían juntos.

“Claro, me haría bien tomar un descanso, además, tengo hambre, hyung.”

“Sabía que no te negarías, paso por ti en treinta minutos, nos vemos Tae.” –YoonGi Hyung.

Dejó el aparato sobre el escritorio y no pudo evitar reír de felicidad, agradecía estar solo ya que podía expresar su alegría y nerviosismo tranquilo, sin que su primo estuviera presente para burlarse de él y sus reacciones. Dejó su escritorio con todos los libros y cuadernos abiertos sobre él, planeaba seguir con eso cuando volviera; decidió tomar una ducha, el tiempo que le daba el mayor era el necesario para tomar una y elegir lo que usaría.

Terminaba de ponerse una chaqueta de mezclilla cuando escuchó que tocaban a la puerta, dedujo que era el pelinegro, acomodó un poco su cabello y se apresuró abrir para no hacer esperar más al mayor. Cuando estuvo frente a la puerta, limpió el sudor de sus manos en los pantalones y tomó el pomo, abriendo con lentitud. En efecto era YoonGi, parado despreocupado frente a su departamento mientras miraba su móvil.

-YoonGi hyung- llamó la atención del mayor que guardó su celular y lo miró con una leve sonrisa.

-¿Estás listo, TaeHyung?-

-Tomo mis cosas y nos vamos- caminó apresurado dentro  pero volvió donde el mayor. -¿A dónde vamos?-

-Lo veremos en el camino- rió el pelinegro.

-Claro- volvió por su billetera, móvil y las llaves. Le envió un mensaje a JungKook para avisarle que saldría por un rato, en el caso de que llegara antes; YoonGi lo esperaba en la entrada con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta de cuero. –Listo, vamos-

Salieron del complejo de departamentos, estaba atardeciendo y como era costumbre en esa época, una brisa gélida corría por la ciudad pero eso no les impedía disfrutar de un paseo. El mayor no había llevado su vehículo, sabía que por lo general, el pelinegro prefería caminar antes de manejar y no lo molestaba, porque era con el mayor.

Hablaron sobre temas triviales, de vez en cuando el más bajo se reía por alguna tontera que decía y eso lo hacía reír a él también; el pelinegro le hablaba sobre cómo iban sus clases en la universidad, ser docente no era fácil, por lo que le explicaba el mayor, pero se notaba que YoonGi disfrutaba su trabajo. A pesar de eso, notaba cierto cansancio en el rostro del mayor, ojeras, como si no estuviera durmiendo bien o estuviera trabajando demasiado, pero si el mayor no le contaba nada sobre eso, no podría obligarlo a que le dijera, tal vez ni siquiera Jimin sabía que pasaba.

-Si me dices que has estudiado todo el día, sin parar, ¿has comido algo?- la mirada del pelinegro era inquisidora y ponía un poco nervioso al menor, a YoonGi nunca se le escapaban las cosas.

-Sí, bueno, comí… A ratos…-la mirada del mayor se volvió más pequeña, tratando de indagar más en la respuesta. –Está bien, solo fueron un par de bocadillos-

-Lo sabía- dijo el más bajo, orgulloso.

-Si lo sabias, ¿para qué me preguntas?- se ganó una mirada de molestia con esa pregunta, pero luego el mayor soltó un suspiro.

-¿Quieres ir a comer algo?-

-¡Si, hyung!- respondió entusiasmado.

-Bien, entonces…-

-¡Brochetas de cordero!- gritó entusiasmado el más alto, levantando sus brazos.

-Está bien, al menos no son hamburguesas- el pelinegro comenzó a caminar en dirección a un restaurant que tenía esa especialidad.

-Hyung, también podemos comer hamburguesas, si quieres- YoonGi negó con la cabeza mientras reía y el menor no entendía el por qué.-Espérame, hyung-

Trotó para alcanzar al mayor que le había sacado algunos pasos. Le alegraba que, a pesar del cansancio que mostraba el rostro del pelinegro, lo que le dijera le hiciera reír. Caminaron algunas cuadras, pasear por el centro de la ciudad tenía esa ventaja, todo estaba cerca; por un momento se sumieron en un silencio cómodo y en ese momento aprovecho de analizar al mayor. YoonGi solía llevar siempre un estilo sobrio, la mayoría de las veces en las que se encontraban eran cuando el pelinegro salía de su trabajo como profesor de música, así que siempre era pulcro y trataba de mantener una buena imagen, cuando era necesario. Pero TaeHyung lo conocía de un poco antes que terminara la universidad y el mayor llevaba un estilo más urbano, de hecho, hasta tenía el cabello rubio. Luego de titularse, optó por una impresión más adecuada para su posición, pero sin dejar sus gustos.

Ese día vestía pantalones rasgados, una chaqueta de cuero y un gorro para no sentir frio, era el estilo que nadie más que su mejor amigo acostumbraba a ver en el mayor, por eso trató de grabar la imagen del mayor en su memoria, porque sabía que no era probable que algo así se volviera a repetir pronto.

Llegaron al restaurant favorito del mayor, se sentaron en una de las mesas vacías, pidieron la comida y los bebestibles. Su pedido no tardó mucho en llegar y TaeHyung disfrutó de las excelentes brochetas que ofrecía el lugar; parecía como si no hubiera comido en días y no se dio cuenta de que estaba comiendo demasiado rápido hasta que el mayor le quitó una brocheta que iba a tomar.

-Tae, no estas disfrutándolas- le regañó el pelinegro. –Además, si sigues comiendo así de rápido, te ahogaras-

-Lo siento, hyung- agachó la cabeza, esperando a seguir siendo regañado, pero solo vio una brocheta frente a él. Al levantar el rostro, vio al más bajo extendiéndole la brocheta que le había quitado.

-Solo come más lento, V- sonrió mientras asentía y tomó la comida que el mayor le ofrecía. Pasaron un buen momento mientras compartían la comida, el menor no solía comer fuera muy a menudo y a pesar que no era la primera vez que ambos salían juntos, era la primera vez que cenaba solamente con el mayor, ya que siempre estaban en compañía de alguien más.

Cuando terminaron, TaeHyung quería ayudar a pagar la cuenta, después de todo, fue el que más comió pero YoonGi se negó rotundamente, encargándose de todo.  El menor sabía que el pelinegro jamás dejaría que alguien más pagara por él, siempre argumentaba que al ser el mayor, era su deber pagar la comida, pero TaeHyung pensaba que al menos una vez podría dejar que alguien más pagara y dejar de cargar tanto peso.

Fue en ese momento que el castaño recordó el cansancio que notaba en YoonGi, en todo el tiempo que estuvieron comiendo el mayor no habló sobre algún problema que lo aquejara o algún desorden en el sueño, pero de todas formas se veía bastante agotado. Sabía que su tiempo con el pelinegro estaba terminando, ya había anochecido y era hora de regresar a su estudio; caminaban en dirección a su departamento.

-YoonGi hyung- lo llamó, siendo observado por el más bajo.

-¿Si?-

-¿No le has dicho nada a Jimin, sobre Hoseok?- vio como YoonGi se detuvo en seco ante su pregunta.

-Siempre me preguntas eso-

-Eres el que pasa más tiempo con él, hyung. Los demás no le dirán, aun- el pelinegro frunció el ceño y TaeHyung entendió que esa conversación le estaba molestando. -Lo siento, no debería pensar que tú dirás algo-

Agachó la cabeza y retomó el rumbo a su departamento, acomodando su chaqueta porque cada noche se hacía más fría. Cuando había avanzado un par de pasos, sintió un agarre en su brazo.

-Espera, Tae. No le he dicho nada pero…- volvió la vista al mayor, que parecía dudoso si seguir hablando o no. Se acercó a YoonGi, parecía muy confundido, como si algo le incomodara.

-¿Hay que algo que te incomoda, hyung?-

-Tae, ¿puedo ir a tu departamento?- el menor no esperaba esa pregunta, en ningún tipo de circunstancia. Solo asintió con la cabeza ya que las palabras no salían de su boca. El pelinegro retomó el rumbo hacia el edificio donde vivía el castaño.

El resto del camino fue en un silencio algo incómodo, YoonGi había cambiado totalmente su ánimo luego de su pregunta y se sentía terriblemente culpable por eso, era mejor que se hubiera abstenido de hacer esa estúpida pregunta, sabía que el pelinegro no sería capaz de decir algo a Jimin.

El transcurso para llegar a su piso no cambio en nada, se apresuró en ingresar el código de su departamento para que pudieran entrar; se sacaron las chaquetas dejándolas sobre el sofá, TaeHyung encendió un par de luces, ya que su primo aun no llegaba. Fue a la cocina a preparar algo de café para sacar el frio que aun calaba en sus huesos, cuando estuvo listo preparo dos tazas y volvió a la sala, en busca del pelinegro.

-¿Café?- extendió una de las tazas frente al mayor que sonrió levemente ante el gesto y la tomo. –Bueno… ¿entonces?-

-¿Podemos hablar en el balcón?-

-Claro- abrió el ventanal que daba al balcón y se sentaron en la pequeña terraza que tenía el lugar. Yoongi sacó del bolsillo de su pantalón un cigarro algo desarmado y un encendedor, TaeHyung lo miró algo confuso porque no sabía que el mayor fumara. -¿Desde cuándo fumas?-

-Fumaba en la adolescencia, luego lo deje. Estos últimos días he sentido la necesidad de fumar nuevamente, ¿te molesta el humo?- ya había encendido cigarrillo cuando le hizo la pregunta.

-No, no me molesta, hyung. Solo que no sabía que lo hicieras-

-No se lo digas a Jimin, si se entera se molestara- vio como el mayor daba una calada profunda y  botaba la ceniza por el balcón, al no encontrar un cenicero donde dejarla.

-Yo también me molesto- su voz salió profunda y se encontró con la mirada curiosa del mayor.

-Lo siento, Tae- terminó el cigarro y apagó la colilla en un recipiente que le alcanzo el menor.

-Hyung, no estás bien-el pelinegro lo miro impresionado y luego sonrió, negando con la cabeza.

-¿Es muy notorio, Tae?-

-No- bebió de su taza, como si la cafeína le fuera a dar algo más de valentía para hablar con el mayor. -¿Qué pasa, hyung?-

-Hable con Jung- casi se ahoga con el líquido que había ingerido al escuchar las palabras del mayor.

-Hyung, ¿Cómo? Ustedes no se conocen-

-TaeHyung, la última vez que me hablaste de Hoseok, me dijiste que estaba trabajando en el restaurant de Jin hyung. Me pareció extraño, que a pesar de haber pasado meses desde que había recuperado la consciencia, no hiciera ningún esfuerzo por buscar a Jimin, fue por eso que decidí hablar con Jung, en persona- el castaño no podía creer lo que estaba escuchando, YoonGi y Hoseok se habían conocido, el mayor busco a su amigo para hablar, eso estaba mal, muy mal.

-¿Y cómo fue?- movía su pierna, ansioso por lo que el mayor iba a responder.

-¿Cómo crees que fue?- el pelinegro soltó un risa suave, con un toque de ironía, miró hacia una parte de la ciudad que se apreciaba desde el balcón. –Se veía molesto y yo no fui amistoso con él, creo que falto un poco más de tiempo y hubiéramos intercambiado algunos golpes-

TaeHyung suspiró cansado, nunca imagino que hablar sobre Hoseok con el mayor traería ese tipo de consecuencias. Quería ponerse en el lugar de YoonGi pero consideraba que no era la reacción que esperaba de él, podría esperarlo de cualquiera menos de él.

-¿Jimin lo sabe?-

-No, no lo sabe- el mayor agachó la cabeza, era la primera vez que el pelinaranja veía a YoonGi agachar la cabeza por sus actos. –No me atrevo a decirle la verdad sobre Hoseok, creí que él se acercaría a Jimin luego de nuestro encuentro, pero no ha hecho nada-

El menor frunció el ceño, si ya estaba algo molesto con YoonGi por el hecho del cigarrillo, ahora lo estaba más por lo impaciente que había sido en mayor con el tema. –Hyung, ¿no pensaste que pudiste perjudicar la recuperación de Hobi?-

-¿Él no les conto?- por primera vez en el transcurso de la conversación el mayor había tomado un poco del café que le había preparado.

-Yo no sabía nada de ese encuentro, no sé si alguien más lo sepa, pero no lo creo- el pelinegro negó con la cabeza, el menor sabía que YoonGi no estaba orgulloso de sus actos. -¿Por qué lo hiciste, hyung? Confié en ti porque nunca tomas decisiones apresuradas, porque eres el más reservado, no pensé que harías algo así-

El mayor desvió la mirada, soltó un suspiro y luego tomó su cabeza con sus manos, apoyando los codos sobre la pequeña mesa. El pelinaranja  lo observo hasta que noto pequeños espasmos en el cuerpo del pelinegro.

-Tengo miedo, Tae- la voz del mayor era rasposa y quebrada. El más alto se asustó por el hecho de que su hyung estuviera llorando, nunca lo había visto así; se levantó de la silla y se acercó con cautela al pelinegro, no sabía qué hacer en ese momento. –Tengo miedo de que cuando Hoseok decida hablar con Jimin, todo se acabe para mí-

El menor se sentía terriblemente mal por lo dolorosas que sonaban las palabras que salían de YoonGi, podía sentir el miedo y el sufrimiento, lo peor era que el pelinegro había estado sufriendo en silencio todo ese tiempo, porque estaba seguro de que su mejor amigo no sabía cómo se sentía el mayor.

Acercó su mano, acariciando con suavidad el cabello de YoonGi, cuando entendió que el mayor no le molestaba su cercanía decidió acercarlo hacia él en un abrazo. El pelinegro se aferró a la sudadera que llevaba; ver al su hyung así le rompía el corazón porque sabía que no importaba todo lo que hiciera, no podría hacer que las cosas cambiaran. Dejo que el mayor llorara en silencio todo lo que quisiera, después de eso YoonGi volvería a su forma imperturbable.

-Hyung, vamos adentro, pescaras un resfrió acá fuera- le habló con voz suave mientras repartía caricias por la espalda del pelinegro, ya había dejado de sollozar y asintió con la cabeza, que aun tenia apoyada en el estómago del menor. –Vamos-

Entraron nuevamente al departamento, el menor sentó a YoonGi en el sofá y fue por un vaso de agua para él, cuando volvió a la sala se encontró con su primo sentado al lado del pelinegro, el chico dejaba suaves palmaditas en la espalda del mayor, cuando notó la presencia del peli naranja frunció el ceño.

-Tae, ¿Qué le hiciste a hyung?- el menor lo miraba molesto y se notaba enojo en su voz, Tae lo miró confuso.

-Kookie, ya te dije que Tae no ha hecho nada malo- la voz del mayor sonaba algo rasposa aun, TaeHyung le tendió el vaso con agua que el más bajo recibió y bebió un poco. –Es otra cosa, algo más complicado-

-Está bien, hyung- el castaño siguió palmeando la espalda del mayor, haciendo que YoonGi sonriera.

-¿Te sientes mejor, YoonGi hyung?-preguntó, el mayor lo miró con una sonrisa suave y asintió con la cabeza.

-Tengo que irme, chicos. Ya se hizo tarde- YoonGi se puso de pie, seguido por JungKook que al tenerlo frente a él, abrazó al mayor. El pelinegro le correspondió el abrazo. –Lamento no quedarme más tiempo, Kookie-

Revolvió el cabello del menor antes de tomar su chaqueta y caminar en dirección a la salida, TaeHyung iba tras él, acompañándolo para despedirse. Cuando llegaron a la puerta, ambos se quedaron en silencio, sin saber que decir.

-Bien… entonces, nos vemos, Tae- habló el mayor, despidiéndose con la mano. Iba a abrir la puerta pero el menor lo sujeto por el brazo.

-Hyung, espera- se quedó en silencio un momento, el pelinegro quedó esperando a ver que decía. –No te preocupes, hyung. Nada malo pasara, y si pasa, siempre puedes contar conmigo-

YoonGi le sonrió, acercándose a él y abrazándolo por la cintura, apoyó la cabeza en el hombro del menor, quedándose así por unos segundos.

-Gracias, Tae. Y lo siento, lamento haber arruinado todo- el peli naranja sentía que podría morir en ese mismo instante, no recordaba haber estado así de cerca con el mayor, su cercanía se sentía tan cálida.

-N-no pa-sa n-ada, hyung- tartamudeó, sin deshacer el abrazo. Sintió una suave caricia en su espalda, luego el mayor se alejó, pero antes dejo un pequeño beso en su mejilla.

-Nos vemos- vio como YoonGi caminó en dirección al ascensor y desapareció tras las puertas con la última seña de despedida.

TaeHyung se tocó la mejilla donde los labios del mayor se habían posado por unos segundos, creía que podría morir en ese mismo instante, se quedó estático frente a la puerta, divagando en la nada, porque por un momento, solo por un pequeño momento, podía darse la mínima esperanza de que ese tacto se volviera a repetir.

-¡Tae, cierras esa puerta o te quedas fuera!- el grito de su primo lo saco de la ensoñación, cerró la puerta tras de sí y camino donde el menor con una sonrisa en el rostro.

 

Respiraba agitado, nunca pensó que las clases con Kai serían tan intensas, el más alto no tenía ninguna piedad con él y apenas llevaba un par de semanas con las clases ya le estaba exigiendo como si llevara meses bailando. Estaba exhausto sobre el suelo, en medio de la sala de baile; sintió como algo rodaba y chocaba con su costado, bajó la mirada al objeto, encontrándose con una botella de agua.

-Has mejorado un montón, J-Hope- el chico se sentó a su lado, también con una botella de agua. Al poco tiempo que comenzaron las clases, se fue llenando gradualmente de alumnos que miraban impresionados las habilidades del director de la academia. En un principio se sintió algo incómodo con todas las miradas que inundaban la sala pero con el tiempo se acostumbró y cada vez que salía de clases, recibía felicitaciones  por parte de los demás alumnos. –Ya casi ni cojeas-

-Sí, creo que en poco tiempo podre dejar de usar el bastón como apoyo para caminar- sonrió Hoseok, volver al baile había cambiado totalmente su ánimo, a pesar del incidente con YoonGi, el trabajo y el baile lo habían mantenido completamente distraído de sobre pensar ese episodio.

Ese día era especial, NamJoon y SeokJin quedaron de pasar por él luego de las clases, para llevarlo a su antiguo apartamento, estaba ansioso pero bailar también lo había ayudado a mantener la ansiedad en un límite aceptable. Hoseok se atrevía a pensar que por fin su vida estaba tomando el rumbo que quería y podría alcanzar la felicidad, sobre todo consigo mismo.

-Bien, me dijiste que hoy tenías un compromiso importante, así que vamos con el ultimo baile y eres libre- Kai le tendió una mano para que pudiera ponerse de pie. Cuando estuvo en su posición, el más alto le dio reproducir a la canción. El pelinegro se sentía libre, adaptarse había sido fácil, era como andar en bicicleta, algo que no parecía haber olvidado luego de estar cuatro años dormido. Para él, bailar era tan normal como respirar y se daba el lujo de agregar más pasos a las coreografías que el más alto le enseñaba y Kai lo felicitaba la mayoría de las veces. Tenía errores de vez en cuando pero cada día trabajaba para mejorar un poco más y sabía que todo el esfuerzo daría frutos en un momento determinado.

La canción se detuvo dejando la sala en silencio, ambos chicos se miraron con una sonrisa y sus respiraciones agitadas. El más alto se acercó a él para felicitarlo y darle unas cuantas palmadas en la espalda.

-Bien hecho, Hope. Y mira, creo que hoy tienes fans nuevos- rió Kai, mientras señalaba los ventanales. Había un grupo de chicos aplaudiendo pero llamó su atención la familiar cabellera rosa y castaña de los chicos que parecían gritar eufóricos desde afuera. Sintió algo de vergüenza por la reacción de sus amigos. -¿Son tus padres o algo?-

Hoseok rió ante la pregunta de su amigo. –Pareciera, pero no. Son unos amigos-

-Se nota que te quieren- dijo Kai. –Bueno nos vemos las próxima semana, J-Hope-

Se despidieron con un abrazo y el pelinegro salió para encontrarse con sus amigos, estaba todo sudado así que fue a tomar una ducha antes de seguir con los planes que tenían. Subió al auto de los chicos, que hablaban de lo bien que bailaba, NamJoon iba al volante y Jin de copiloto, como la mayoría de las veces que salían los tres juntos. De vez en cuando, él también  pensaba que parecían una familia donde el peli rosa era el padre, Jin la madre y él, el hijo de ambos. Su mejor amigo alegaba que nunca en la vida podría bailar tan bien como él, Jin dijo que para él, su pareja bailaba bien.

Desde la academia el camino a su antiguo departamento le pareció largo o tal vez era el hecho de que había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo ahí y los alrededores habían cambiado hasta el punto de que solo reconocía un par de tiendas que aún se mantenían intactas y en las cuales solía comprar de vez en cuando, se alegró por que la tienda donde solía comprar golosinas aún estaba abierta.

NamJoon estacionó el auto en el lugar donde le correspondía, el más alto parecía algo ansioso pero Jin se encargó de tranquilizarlo, subieron al ascensor y Hoseok marcó el piso ocho sin preguntarle a sus amigos a que piso debían ir, por alguna razón, lo recordaba. El elevador llegó al piso correspondiente, el pelinegro soltó un largo suspiro antes de que las puertas se abrieran; el peli rosa apoyó su mano en el hombro de su amigo, Hoseok solo lo miró y asintió con la cabeza en señal de que todo estaba bien.  Siguieron al mayor de los tres que se había adelantado en dirección al departamento, no recordaba muy bien cuál era el número, así que se dejó guiar por sus amigos, llegando frente al ochocientos cuatro. Se detuvieron frente a la puerta, SeokJin iba a ingresar la clave de acceso cuando Hoseok lo detuvo y la ingreso él, aun recordaba cual era, ni aunque estuviera en coma mil años la podría olvidar. Marcó los números con confianza y escucharon como se quitaba el seguro. NamJoon lo miró impresionado y el solo le sonrió, tomando el pomo de la puerta pero con miedo a entrar.

-¿Estás bien, Hobi?- preguntó el castaño.

-Sí, hyung. Entremos-  abrió con cautela, encontrándose con su departamento tal cual lo había dejado por última vez pero con las cortinas cerradas. Su corazón latía desesperado, miles de recuerdos se agolparon en su mente y Jimin estaba en todos ellos.

-¿Hoseok?- lo llamó su mejor amigo, sacándolo de los recuerdos.

-Vaya, esto…- caminó por la sala, observando todo, se acercó a las cortinas y las abrió para que pudiera entrar la luz de la tarde. Era un día nublado. –Está como lo recordaba-

Se acercó a una pequeña mesa donde había fotos que alguna vez creyó importante tener presentes, como el día de su graduación, la de Jimin. Sus padres, viajes, fotos con NamJoon y su grupo de amigos. Tomó una entre sus manos, el primer día en su departamento, donde salía el menor mostrando las llaves con una gran sonrisa, donde sus ojos desaparecían y él estaba atrás, apoyando su cabeza en el hombro de su pareja, su ex pareja.

Las lágrimas se agolparon en sus ojos, se sentó en el sofá sin dejar de mirar la foto, aun recordaba ese día, ¿Jimin lo recordaría también?

 

-¿Estás listo, Jiminie?- llevaba treinta minutos esperando al menor, los padres del menor se habían ofrecido a llevarlos a su nuevo hogar, pero el castaño se demoraba una eternidad en decidir que llevaría. –Recuerda que vendremos otro día a buscar más cosas, amor-

-¡Listo!-el menor apareció frente a él con una maleta y un bolso de viaje. Hoseok suspiró porque imaginó lo que llevaba dentro de la maleta. –Sabes que no dejaría mis libros de dibujo-

-Claro, claro- ayudó a su pareja a subir las cosas en el portamaletas del auto y se acomodaron en el asiento trasero.

Nunca había visto a Jimin tan entusiasmado con algo que no fuera sobre dibujo o pintura, el castaño le habló toda la semana sobre las cosas que podrían comprar para su nuevo departamento y como decorarlo, como maximizar el espacio y los colores que le gustaría usar para pintarlo. Cuando Hoseok decidió comprar el lugar se aseguró de que tuviera dos habitaciones, una para ellos y otra donde el menor pudiera montar su estudio, para trabajar en los proyectos de universidad y todo lo que necesitara estuviera ahí. La idea de tener su propio espacio había animado más al menor, que lo lleno de besos en cuanto el pelinegro le dio la noticia.

-Bien, chicos. Ya estamos cerca- dijo la madre del menor, entusiasmada. El mayor agradecía infinitamente el apoyo de los padres de Jimin, de hecho los consideraba sus propios padres y tenía una excelente relación con ellos. A veces, pensaba en sus padres y en que hubieran amado al menor si lo hubieran podido conocer.

Cuando llegaron al lugar, el castaño corrió al ascensor con su bolso mientras dejaba que Hoseok y sus padres llevaron todas las demás cosas.

-Vamos, hyung- lo llamo mientras hacia un seña con la mano, el mayor solo rió por la alegría que irradiaba el más bajo.

-Si quieres que vaya más rápido, ayúdame a llevar algunas cosas-

El menor se devolvió y tomó una de las maletas que llevaba su pareja, para luego volver frente al ascensor. Cuando todos estuvieron dentro, Hoseok marcó el piso ocho; su corazón latía rápido del solo pensar de que sería un paso más en la relación con Jimin, comenzar una nueva etapa que habían esperado con ansias.

El ascensor anunció la llegada al piso y el primero en salir fue el menor, seguido de sus padres que lo miraban con una sonrisa. Hoseok tenía las llaves así que Jimin tuvo que esperar a que llegara a su lado para poder entrar. Estaba poniendo las llaves en la puerta cuando se detuvo para mirar al menor.

-¿Quieres abrir tú?-

-¡Sí!- contesto entusiasmado el más bajo.

-Recuerda que las llaves son solo para casos de emergencia, para ingresar normalmente debes usar el panel numérico, ¿recuerdas la combinación?- preguntó mientras lo miraba inquisitivamente.

-Claro que si, Hobi. Jamás la olvidaría- Jimin giró la llave, abriendo la puerta principal, dejando a la vista el departamento, el cual estaba casi vacío en ese momento porque quedaron de comprar las cosas mientras fueran necesitándolas. El menor dejó las cosas que llevaba en el suelo y comenzó a ayudar a los demás a entrar lo que faltaba. Cuando terminaron el padre de Jimin les ofreció un refresco a todos, estaban exhaustos.

-Chicos, les tomaré una foto para recordar este momento- anunció la madre del menor con una sonrisa y una cámara en la mano. Jimin se paró en medio de la sala mostrando las llaves con una gran sonrisa y el pelinegro se paró tras él, abrazándolo por la cintura y apoyando su cabeza en el hombro del menor, feliz por la alegría de su pareja.

 

-Hobi- escuchó la profunda voz de su mejor amigo devolviéndolo a la realidad. No se había percatado en que momento estaba llorando, las lágrimas caían por sus mejillas y terminaban sobre el vidrio de la foto que lo había llevado a recordar el primer día en el departamento, haciendo difusa la imagen. El más alto acariciaba su espalda con suavidad, mientras Jin secaba sus mejillas con una toalla de papel. –Será mejor que nos vayamos. No es bueno para ti estar aquí-

-No- su respuesta fue seca, no quería sonar cortante con su amigo para no quería huir de los recuerdos. –Quedemos un poco más, por favor-

NamJoon iba a protestar pero el mayor negó con la cabeza a cualquier cosa que su pareja quisiera decir en ese momento. El peli rosa se cruzó de brazos, molesto por no poder sacar a su amigo de ese lugar.

-Puedes quedarte todo el tiempo que necesites- dijo finalmente Jin. –Te traeré un vaso de agua-

El menor asintió, aun no podía controlar los espasmos del llanto pero  al menos las lágrimas ya no salían tan fácilmente. Estar a solas con su amigo molesto no era muy cómodo en ese momento, Hoseok trató de sonreírle al más alto pero fue un intento algo fallido, suponía que los rastros de lágrimas no le daban ningún toque alegre a su gesto. NamJoon solo suspiró y lo envolvió en un abrazo.

-Supongo que he sido muy duro contigo últimamente- habló el peli rosa. –Lo siento, Hobi. Pero me molesta verte sufrir así-

Hoseok soltó una risa suave y apoyó la cabeza en el hombro de su amigo. –Creo que es algo que a fin de cuentas, tiene que suceder-

-Lo sé, pero de todas formas no me gusta que tenga que ser así- el pelinegro soltó un suspiro, sabía lo terco que podía ser el más alto y últimamente estaba sobreprotector con él. No podía recriminarle nada, después de todo se había encargado de él todo ese tiempo.

-¿Está todo bien?- cuando escucharon la voz del mayor se separaron.

-Sí, hyung. No es nada- Hoseok recibió el vaso de agua que le había llevado Jin y tomó un poco tratando de tranquilizarse. –Gracias por cuidar este lugar, significa mucho para mí y parece como si no hubieran pasado cuatro años-

-De nada, Hobi. Era lo menos que podía hacer, no podía dejar que tu esfuerzo se deteriorara- el castaño le regaló una sonrisa que fue inevitable para el menor no devolver. –Además, debía estar en perfecto estado para cuando despertaras-

-Claro, pero creo que esta incluso mejor de lo que yo hubiera podido mantenerlo. Jimin… solía dejar sus cosas por todos lados- sonrió con un poco de melancolía. Jugó con el borde del vaso sin saber que hacer exactamente.

-Hoseok, ¿quieres un tiempo a solas, verdad?- la pregunta de Jin le impresionó, era exactamente lo que necesitaba en ese momento pero no se atrevía a pedirlo. Asintió con la cabeza en respuesta, NamJoon lo miró desconfiado y se sintió culpable por alejar a su amigo. –Está bien, lo entendemos-

-Pero, Jin…-

-Pero nada- el mayor interrumpió a su pareja antes de que protestara. –Vamos, NamJoon. Te esperamos en el auto, Hobi. Tomate el tiempo que necesites-

-Hoseok, no pue…-

-¡NamJoon! He dicho que esperamos en el auto- Jin habló molesto, era la primera vez que Hoseok veía al mayor hablándole de esa manera a su amigo. El peli rosa se levantó en silencio, siguiendo a su pareja fuera del departamento.

Cuando estuvo completamente solo en el lugar, se levantó para dejar el cuadro en su lugar, luego de haber secado las lágrimas que lo habían empañado. Caminó por el sitio, mirando en todas direcciones, se sintió vacío, nunca había estado en el departamento con la ausencia del menor, porque sabía que nunca llegaría.

Vio la cocina estilo americano, seguía como la recordaba. Abrió el refrigerador en busca de nada en realidad, pero estaba apagado y vacío, obviamente, no tendría sentido tener comida en un lugar donde nadie vivía. Caminó por el pasillo en dirección a la antigua habitación que compartía con Jimin, la puerta estaba cerrada, pero cuando la abrió encontró el lugar impecable y pulcro, como nunca lo había visto antes porque su ex solía dejar su ropa tiraba en cualquier lugar. Sonrió ante el recuerdo y comenzó a registrar los cajones donde solían guardar la ropa, aun había un par de prendas guardadas. Se dirigió al ropero donde encontró unas chaquetas que solía usar, pensó en llevarse una después, era su favorita. La cama estaba ordenada, se estiró sobre las mantas, no tenían ningún aroma familiar, supuso que el tiempo los había borrado, ni siquiera la almohada que solía usar el menor tenía un rastro de él. Seguro se habían esfumado con los lavados. Se quedó así por unos minutos, el espacio le resultaba acogedor, era mejor que la cama individual que tenía en la casa de su mejor amigo.

Solo quedaba la última habitación por visitar y tenía miedo de hacerlo, porque era el espacio que le correspondía a Jimin y debía estar impregnado de su esencia. El lugar más cargado con el aura de su ex pareja y no estaba seguro que tan favorable era para su recuperación. Soltó un suspiro, resignado a que era mejor acabar con eso de una vez y se puso de pie para caminar en dirección al conocido estudio.

Recordaba como estaba, cubierto de papel periódico en el suelo, para evitar arruinarlo, le decía el menor, las blancas paredes salpicadas con diferentes tipos de pintura. Acrílico, óleo, acuarela, laca, etc. Jimin trataba de abarcar las artes plásticas en diferentes expresiones.

Al llegar también se encontró con la puerta cerrada, la abrió, acortando su sufrimiento y lo que encontró lo dejo en blanco. La habitación estaba vacía, no quedaba ningún rastro de lo que había sido en el pasado, todos los materiales del menor habían desaparecido y las paredes tenían un blanco inmaculado, sin ni una sola mancha, solo eran un gran espacio vacío, la nada. Una zona muerta, como el recuerdo que quedaba de Jimin en su corazón.


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