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Saudade. por RocketFran

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Sentía sus piernas entumecidas, a donde quiera que miraba solo había negro, inerte e infinito; no importaba a donde se girara, no había nada alrededor. Nunca antes vio agua de ese color, ni textura, era espesa y sentía que cada vez se hundía un poco más; nadar no le servía de nada porque no existía ni un comienzo ni un final. Estaba a la deriva, sólo, frío y por más que gritaba por ayuda nadie acudía a su llamado, trató de avanzar hacia un punto fijo con la incertidumbre de poder  salir o estar adentrándose más en el mar, porque él sabía que se encontraba en el mar, con un sobre esfuerzo inhumano por no ceder al cansancio y continuar en movimiento, al menos de esa manera se sentía vivo.

-Jimin- hace años que no escuchaba esa voz, se giró, encontrándose con el pelinegro. No sabía cómo había llegado hasta ahí, hace unos minutos miró en esa dirección y estaba totalmente desierto.

-Ho…Hoseok- su voz salió en un hilo débil, no podía creerlo, el mayor no mostraba ninguna sorpresa por su parte. -¿Cómo llegaste aquí?-

-¿Por qué, Jimin?- parecía no escuchar su pregunta.

-¿Qué?-

-¿Por qué me abandonaste?- la voz del mayor parecía sin ánimos.

-No te he abandonado, siempre he estado contigo, hyung- se comenzó a desesperar, estiró su mano para alcanzar la del pelinegro pero solo consiguió que se alejara y comenzara a sentir como el agua lo succionaba.

-¿Por qué, Jimin?- cada vez sentía que se hundía más y a pesar de estirarse lo más que pudo para que el mayor lo socorriera, este lo ignoraba. Al final sintió como su cabeza entraba en el agua de a poco, dejando a un Hoseok que lo miraba, sin vida y sin ninguna reacción para salvarlo.

Trato de llamar al mayor pero solo logró que el agua entrara a su boca, llenándole los pulmones, era su fin. Cerró los ojos, asustado, no quería que terminara así.

-Me dejaste solo, Jimin-

 

-¡Jimin!- la voz grave de su pareja lo despertó, estaba asustado, llorando y sudaba como si hubiera corrido una maratón. Su primera reacción fue tomar una bocanada de aire porque aun sentía la sensación de estar ahogándose en el agua.

-YoonGi hyung- el menor estiró sus brazos como siempre lo hacía cada vez que tenía una pesadilla, llamando al chico de tez blanca para que lo abrazara. El mayor se acercó a él, rodeándolo protectoramente; Jimin se dejó hacer, escondiendo su rostro en el cuello del pelinegro.

-Todo está bien, solo fue una pesadilla- se dejó llevar por el tono suave que usaba YoonGi cada vez que debía tranquilizarlo, hace tiempo que una situación así no sucedía pero se sentía con la misma angustia de las primeras veces.

-Todo fue mi culpa, hyung- sollozó mientras se aferraba más a la espalda desnuda de su pareja. –No debí dejarlo solo-

-No lo dejaste, Jimin. No eres culpable de nada, fue un accidente- eran las mismas palabras que el mayor debía repetir cada noche que pasaba eso. La mayor parte del tiempo, cuando eso sucedía, el peli gris se sentía como una gran carga para el mayor. YoonGi había estado para el incondicionalmente, desde el día en que lo conoció y no importaba cuantas veces despertara asustado, después de una pesadilla, el pelinegro siempre estaba  al pendiente de él, en todo lo que necesitara.

-Lo siento tanto- la disculpa era dirigida a YoonGi, pero él sabía que el mayor siempre pensaba que se disculpaba con Hoseok. Se sentía culpable de todo, tanto por el estado en que quedo Hoseok, como lo que tenía que pasar ahora el chico pelinegro. El mayor se merecía más que una persona atrapada en pesadillas de culpabilidad y miedos que no podía superar.

-Está bien, ya paso-  sentía las suaves caricias que el palinegro dejaba en su cabello, se apegó más a la calidez que le ofrecía la cercanía con su pareja. –Hace mucho que no tenías una pesadilla-

-No sé porque volvieron- y nunca antes Hoseok le había hablado en sus sueños.

-Tal vez es el estrés, estas en los exámenes finales- fue lo último que escuchó del mayor, porque se había quedado dormido y no lo culpaba. Así como él estaba en exámenes finales, su pareja también estaba en las últimas semanas de sus clases.

Observó por unos minutos como el mayor dormía tranquilamente. Amaba a YoonGi y no tenía dudas sobre eso, pero nunca olvidaría a Hoseok; por muchos años creyó que tendría una vida junto al bailarín, que las cosas serían para siempre. Todo pasó tan rápido y ahora tenía al chico de piel blanca junto a él, que era muy distinto a lo que tuvo alguna vez con Hoseok.

Muchas veces deseo que el accidente nunca hubiera pasado y que Hoseok estuviera bien, pero eso también significaba que tal vez nunca hubiera conocido a YoonGi, porque el llego a salvarlo en el momento más difícil de su vida. No podía compararlos, sería injusto, ambos chicos eran geniales, dentro de su personalidad; uno era energético y optimista, el otro maduro y austero pero lo más importante era que ambos le habían demostrado cuán importante era para ellos.

Se acomodó al lado del mayor, pasando un brazo por su cintura para volver a dormir. Ya no sentía miedo como cuando había despertado, solo esperaba no volver a tener pesadillas, le había costado mucho dormir tranquilo y no quería que ese tipo de cosas lo volvieran a atormentar de nuevo. No cuando necesitaba concentrarse lo más que podía en terminar el semestre de universidad.

 

El restaurant que había abierto SeokJin era bastante acogedor, nada de elegancia innecesaria, cualquiera que quisiera disfrutar de una buena comida, era bienvenido, pero los que más frecuentaban el lugar eran adultos jóvenes.

La comida, como siempre, era muy buena; comió un par de veces ya que el mayor les había insistido en que fueran para la hora del almuerzo o la cena. NamJoon nunca decía que no cuando se trataba de comer algo preparado por su pareja, así que aunque no quisiera, de todas formas era arrastrado al lugar.

Decidió olvidar el tema de Jimin por un tiempo; no significaba que no hablaría nunca más con él, definitivamente debían hablar, pero después de varias conversaciones con sus amigos, llego a la conclusión que lo mejor era seguir con su rehabilitación, calmar sus emociones. No quería estar inestable en el momento de ver al menor.

Para dejar de sentirse inútil, SeokJin le ofreció un puesto de trabajo en el restaurant; NamJoon y su pareja insistieron en que no se preocupara por ese tipo de cosas, pero para él era inevitable no sentirse como una carga cuando estaba viviendo en la casa de su mejor amigo. Quería aportar en algo y tener algo más de dinero para poder comprar cosas sin tener que recurrir a nadie. Su pierna había mejorado bastante, así que con la aprobación de sus amigos y consejos de JungKook, pudo optar a labores no tan pesadas para él.

El castaño le encargó ocuparse del bar del local, en un horario donde no era tan concurrido, para que no se sobre exigiera. Jin siempre estaba en la cocina o en su oficina y a veces su mejor amigo debía ayudar, como jefe de garzones; algo que impresionó al pelinegro por lo profesional que era el más alto cuando se trataba del trabajo. Con la ayuda de sus amigos no fue difícil adaptarse al trabajo y el hecho de volver a tener uno también le había ayudado a mejorar su ánimo y mantenerse distraído.

No le costó adaptarse a sus compañeros, ya que todos eran amables con él y se habían encariñado rápidamente, no era una persona conflictiva así que dudaba en tener problemas con alguien, de hecho, hasta los clientes se sentían satisfechos y felices con él; eso era bueno para las propinas. Se podría decir que su vida estaba tomando un buen rumbo, aunque extrañaba a Jimin.

Ese día ya había terminado su jornada y le pidió a Jin que lo dejara volver a casa por su propia cuenta, quería caminar un poco y ver algunos locales comerciales del sector, no tenía nada especifico que comprar pero si veía algo lo compraría, tenía la extraña sensación de gastar su dinero en algo.

Desenvolverse solo por los alrededores del restaurant y la casa ya no era un problema, con el tiempo se había acostumbrado, ahora lo dejaban salir por su cuenta más seguido, siempre y cuando le avisara a NamJoon si tenía algún problema o si se había perdido. Caminó hasta la parte más comercial del lugar, que se encontraba a un par de cuadras de su trabajo; nunca se había dado el tiempo de visitar cada tienda del sector.

La ciudad había crecido mucho en los últimos cuatro años y había lugares que sencillamente no recordaba haber visto antes, las tiendas eran más variadas y tenían mucho que ver o comprar. Caminaba tranquilo, mirando lo que ofrecía cada una, no tenía hambre porque el mayor insistió en que comiera antes de irse así que no podía comprar comida. Pensó en comprar un café pero el día no estaba específicamente frio como para disfrutar de una bebida caliente, así que optó comprar un helado y seguir mirando vitrinas para ver si algo terminaba llamando su atención. Las mayorías de las tiendas ofrecían tecnología de última generación, sobre todo telefonía móvil y computadoras pero a él no le interesaba mucho la tecnología, prefería una actividad al aire libre antes de encerrarse en su habitación y gastar su tiempo en internet. Se estaba aburriendo de las mismas tiendas, ninguna vendía algo que de verdad le interesara; decidió ir a casa con la sensación consumista de vacío interno por no haber comprado nada. Caminaba sin apuros cuando el ángulo externo de su ojo captó movimientos provenir de una vitrina, no era extraño ver movimientos en las vitrinas, se supone que debían llamar la atención de las personas, pero era algo que le resultaba familiar. Cuando volteo por completo para ver de qué se trataba, quedo maravillado con la imagen. Era gente bailando, todo el lugar estaba acondicionado para eso, una sala de baile, clases de baile. Se trataba de una academia, algo con lo que siempre había soñado.

Se quedó pasmado frente a la vitrina que le ofrecía toda la coreografía a la vista, parecía danza contemporánea, no era su favorita pero sin duda sentía como si hubiera pasado un millón de años desde que vio gente bailando y deseó poder estar ahí, con ellos o al menos en otra clase, pero volver a bailar.

-¿Te gusta el baile?- las palabras lo asustaron haciendo que saltara en la posición donde estaba. –Oh, lamento asustarte-

Miró al chico que le había hablado, no lo conocía de ningún lado pero tenía una sonrisa amigable.

-No te preocupes, solo me pillaste muy concentrado- el extraño era más alto que él y de cabello oscuro.  –Si me gusta el baile-

-¿No te gustaría entrar a la academia?- el desconocido se veía bastante entusiasmado en sus respuestas.

-Sí, me encantaría, pero…- miró el bastón y luego su pierna, el más alto siguió la mirada. –Ya ves, es algo complicado-

-Vaya, lo siento- el chico bajó la cabeza algo decepcionado.

-No te preocupes. Por cierto, soy Jung Hoseok- decidió presentarse porque el más alto le había caído bien. Le tendió la mano en señal de saludo.

-Que mal educado de mi parte, no me presente. Soy Kai- apretó la mano del más bajo, sin quitar la sonrisa de su rostro. –En realidad me llamo Kim JongIn, Kai es mi apodo-

-¿Conoces esta academia?- preguntó, el chico había vuelto a mirar la clase que se desarrollaba frente a ellos. –Yo no había escuchado de ella-

-¡¿De verdad nunca habías escuchado de ella?!- se sobre salto por la impresión que había mostrado el más alto. –Vaya, ¿debería invertir más en publicidad?-

-¿Qué?-

-Oh, este lugar, es mío- soltó con simpleza el chico a su lado.

-¡¿Eres el dueño?¡- ahora el impresionado era él. -¿Cuántos años tienes?-

-Tengo veinticinco y si, es mi academia- pudo sentir el orgullo del chico en sus palabras. –Por eso te pregunte si te interesaría unirte-

Hoseok miró en silencio al más alto que no quitó la sonrisa en ningún momento. No era una sonrisa socarrona, seguía siendo amigable. De todas formas se sentía triste, en cuatro años pudo hacer mucho, como Kai, que tenía su propia academia teniendo su misma edad, soltó un suspiro, resignado, y pensó que lo mejor era volver a casa.

-Te felicito, Kai. Esta genial. Ahora tengo que irme- estiró la mano para volver a estrecharla con el más alto en forma de despedida. El chico correspondió la despedida pero no soltó la mano del pelinegro.

-Espera… tal vez pueda haber una solución- lo miró extrañado porque no había entendido la propuesta. –A tu pierna-

-Ejercitarme y esperar a que comience a reaccionar como antes- soltó algo aburrido de responder siempre lo mismo cada vez que le preguntaban si volvería a la normalidad.

-El baile es un ejercicio- Kai tenía razón, el baile era un ejercicio, lo único en lo que había sido realmente bueno en su vida pero dio por hecho que no podría hacerlo, ni siquiera había tocado el tema con su doctor. –Tal vez… podrías intentarlo-

Se quedó meditando unos minutos las palabras del más alto, volvió la vista a los chicos y chicas que seguían con la coreografía al otro lado del vidrio; no podía negar que se moría de ganas por volver a bailar. Volvió la vista a Kai que esperaba que dijera algo al respecto.

-Podría hablarlo con mi doctor-

-¡Claro! Y puedes venir aquí si tu doctor está de acuerdo- habló entusiasmado el chico, volviendo a su sonrisa habitual. Hoseok le devolvió la sonrisa, algo forzada, tenía miedo que le prohibieran rotundamente bailar. –Hey, animo. Sé que te volveré a ver por acá-

-Probablemente- dijo finalmente el pelinegro, luego se despidió del dueño de la academia y comenzó su camino de vuelta a casa. Recibió un llamado de NamJoon para saber dónde estaba, le informo que iba de regreso.

En el camino pensó en las probabilidades que tenía de volver a bailar; había recuperado más control sobre su pierna y un día dio algunos pasos sin la ayuda de su bastón. Eso lo había hecho inmensamente feliz, ya que significaba que su recuperación iba por buen camino.

Cuando llegó al hogar de sus amigos fue recibido por ambos, lo estaban esperando para cenar y lo agradeció porque tenía mucha hambre. NamJoon y Jin hablaron sobre su día y lo que hicieron, él también se unió a la conversación haciendo comentarios, pero en ningún momento habló sobre el chico que había conocido, ni la academia de baile, tampoco sus planes de hablar con el doctor sobre eso, en parte porque quería que fuera una sorpresa, si resultaba y porque no quería que los chicos lo vieran triste si las cosas no resultaban como el quería.

Luego de comer decidieron sentarse a ver una película que eligió el mayor de los tres, era una comedia romántica cliché, su mejor amigo parecía muy interesado en la trama, al igual que su pareja; él por su parte se había aburrido en los primeros veinte minutos, pero las preguntas constante de su mejor amigo lo divertían, no eran necesarias, la historia era totalmente predecible, como en todas esas películas.

Cuando habían terminado de ver el filme que SeokJin amó y luego de recriminarle al peli rosa la falta de detalles que tenía en la relación, en comparación al protagonista. Decidieron que era hora de dormir. Se despidió de sus amigos y se fue a su habitación; como todos los días antes de dormir, se preguntó cómo estaría Jimin, si pensaría en él cada vez que se acostaba, como él lo hacía, desde el día en que despertó.

 

TaeHyung caminaba apresurado, sabia cuanto le molestaba al mayor que llegara retrasado cuando acordaban juntarse pero no sabía porque era inevitable para él llegar tarde cada vez que hacia planes con un amigo. Una suave llovizna caía en la ciudad ese día, a él no le importaba ya que llevaba su chaqueta impermeable y llevaba la capucha puesta, así que además de estar protegido del frio, el agua no traspasaba a su cuerpo; esperaba que su amigo estuviera igual de abrigado que él, por qué si además de esperarlo, se estaba mojando, definitivamente iba a sufrir la ira del mayor.

Giró en una esquina, encontrándose con la gran facultad de artes de la universidad, era una edificación moderna y siempre pensó que el lugar no tenía nada que envidiarle a las grandes escuelas de artes en otros países. Vio al mayor junto al portero, conversando tranquilamente con el hombre mayor, bajo la cabina que tenía portería, resguardándose de la lluvia. Se acercó a ellos, saludando de manera amable al portero, que era un señor entrando en los años de adulto mayor, el hombre le devolvió el saludo con una sonrisa ya que más de una vez lo había visto por el lugar. El portero los dejo solos, despidiéndose de ambos y volviendo a su trabajo, su amigo lo miró algo molesto, luego de haber chequeado su reloj, para confirmar que, sí, había llegado tarde, otra vez.

-Hyung, en verdad lo siento, no me percate de la hora- juntó sus manos frente a su rostro y agachó la cabeza en señal de arrepentimiento, escuchó un bufido por parte del mayor y sintió como una mano baja las suyas.

-Está bien, Tae. Ya me he acostumbrado- soltó el mayor con una leve sonrisa.

-Gracias- ese día YoonGi se veía bien, pero su opinión no contaba mucho porque para él, el pelinegro se veía bien con lo que se pusiera. -¿Qué tal tu día, hyung?-

-No es fácil tratar con universitarios, mientras más cerca está el fin de semestre, más insoportables se ponen- la voz del mayor sonaba cansada. Caminaban en dirección a los estacionamientos, donde el más bajo tenía estacionado su vehículo.

-Están nerviosos, tienes que entenderlos. Tú también fuiste estudiante, hyung- cuando llegaron al estacionamiento, subió al auto en el lado del copiloto, mientras que YoonGi se acomodaba frente al volante.

-Sí, pero no fui tan insoportable en mi época de estudiante- encendió el auto y comenzó a salir de la facultad. –Tae, ponte el cinturón-

-¡Verdad!- abrochó de inmediato el cinturón de seguridad y luego comenzó a jugar con la radio mientras buscaba una estación que pasara música que le gustara a ambos. –De todas formas, eso fue hace mucho tiempo, ¿no? Cuando eras un estudiante-

El mayor lo miró de reojo, algo molesto, mientras el menor reía. –Solo tengo veintiséis, no fue hace mucho-

-Y eres muy joven para ser un profesor-

-Me lo dicen a menudo- soltó el pelinegro con confianza y una sonrisa socarrona. TaeHyung no pudo evitar sonreír. -¿Cómo van las clases?-

-Cada vez se hacen más difíciles- soltó un suspiro agotado mientras se acomodaba más en el asiento. –Espero hacerlo bien-

-Claro, serás un gran veterinario- YoonGi revolvió el naranjo cabello del menor con cariño, TaeHyung evitó la mirada del mayor, sintiéndose avergonzado. –Debemos pasar a comprar comida antes de ir a casa, ¿alguna sugerencia?-

-¡Hamburguesas!- gritó emocionado.

-Jimin estará feliz con tu elección-

Se detuvieron en el local de una famosa franquicia de hamburguesas, YoonGi estaba dispuesto a comprar tres hamburguesas, pero el menor insistió en comprar más y terminaron llevando siete con la promesa de que si nadie se comía las que sobraran, el peli naranja tendría que comerlas todas. Cuando llegaron al departamento del mayor, Jimin aún no llegaba de sus clases, no se sorprendieron ya que últimamente las clases del peli gris se estaban extendiendo por ser fin de año. TaeHyung dejó la comida en la cocina, quedaron en esperar a su amigo para comer.

El peli naranja nunca había conocido a alguien tan interesante como YoonGi, a pesar de ser tan solo dos años mayor que él sabia sobre muchos temas y era inevitable para el menor perderse en conversaciones infinitas con el mayor; a veces tenía miedo de que el pelinegro creyera que era un chico tonto e infantil, que no sabía nada del mundo, pero el mayor nunca le había dado entender que pensara eso de él, de hecho, desde el primer día en que Jimin los presentó el pelinegro había sido amable, algo frio y cortante las primeras veces pero luego entendió que así era su personalidad y no supo en que momento le empezó a parecer atrayente ese tipo de cosas en el más bajo.

-¿Cómo esta Hoseok?- la pregunta del mayor lo tomó desprevenido.

-Eh… Bien, ha mejorado bastante- respondió. -¿No le has dicho nada a Jimin, verdad?-

-Claro que no- pudo sentir la incomodidad en las palabras del pelinegro. –Pero él tiene que saberlo en algún momento, ¿tienen pensado cuando se lo dirán?-

-No hemos hablado de eso aún, Hoseok se está recuperando y pensamos que si ve a Jimin podría afectar en la rehabilitación- explicó el menor, YoonGi lo miró preocupado. –Hoseok cada día está mejor, tiene más ánimo y ahora que trabaja con Jin hyung en su restaurant, ha mejorado muy rápido. Pero nunca más tocó el tema de Jimin, como si lo hubiera dejado totalmente en el olvido-

-Ya veo, a Jimin, le va a doler cuando se entere de todo- vio que el mayor parecía algo decaído con lo que acaba de escuchar. TaeHyung tomó la mano derecha del pelinegro entre las suyas.

-No te preocupes hyung, sé que Jimin jamás te dejaría y si lo hiciera, sería un tonto- se miraron fijamente por unos minutos, pero el menor no pudo seguir sosteniendo la mirada penetrante del más bajo. Apartó la vista rápidamente, rogando que YoonGi no se fijara en el sonrojo que teñía sus mejillas.

El sonido de la puerta abriéndose lo sacó de la incómoda situación, su mejor amigo había llegado a la casa y él se levantó para correr a abrazarlo, dejando al mayor en la sala. Jimin lo recibió con un abrazo, como siempre lo hacía desde de que pasaba un largo tiempo sin verse.

-Taetae, viniste- el peli gris parecía sorprendido de verlo ahí.

-Claro, te dije que vendría a visitarte-

-Genial, hace mucho que no nos vemos- caminaron hasta la sala, donde Jimin se encontró a YoonGi sentado en el sofá, se acercó a él para saludarlo con un beso. TaeHyung al ver la acción, miro a un lado un poco incómodo.

-¿Tienes hambre?- preguntó el mayor mientras se dejaba abrazar por su pareja. –Compramos hamburguesas, a elección de Tae-

-Tae, te amo. No sabes cuánto he insistido en comer hamburguesas pero hyung se niega- el peli gris tomó a su amigo del brazo, arrastrándolo a la cocina. –Y tengo mucha hambre-

-Es porque después te queja que te vez gordo- se defendió el mayor, siguiéndolos. El menor se giró dándole una mirada amenazadora al mayor.

-Pasas mucho tiempo en la universidad, por lo que me contó hyung-

-Sí, final de semestre, ya sabes. Todo se pone más difícil y tengo que dedicar la mayor parte de mi tiempo en los proyectos- su amigo hablaba mientras comenzaba a ordenar la mesa y poner todo lo necesario para que comieran. YoonGi  desempaco la comida y la calentó mientras los menores se encargaban de lo demás.

-Si claro, sobre todo para ti, que ya estas terminando la carrera- TaeHyung se sentó frente a su amigo mientas se dejaba atender por la pareja. Al poco tiempo la comida estuvo lista y disfrutaron de  una conversación amena entre los tres; Jimin parecía más feliz que nunca, sus proyectos estaban saliendo de maravilla y por lo que decía iba a salir de la universidad con una gran calificación. Eso lo ayudaría para optar a la beca de docencia que quería tomar, para por fin poder cumplir uno de sus mayores anhelos desde que había entrado a estudiar artes, dar clases.

En ningún momento el peligris sacó el tema de Hoseok, dándole a entender que el pelinegro no le había dicho nada al respecto, sobre la salida del coma y la recuperación; en parte le alegraba ver a su amigo tan entero y sin rastros de preocupación, pero le asustaba lo que pudiera suceder cuando se enterara de la verdad sobre Hoseok.

Siguieron hablando hasta entrada la noche y cuando la llovizna del día fue reemplaza por una lluvia torrencial, Jimin se ofreció para ir a dejarlo hasta su casa, a lo cual acepto. YoonGi hacia un par de horas que había decidido ir a dormir ya que se encontraba demasiado cansado como para seguirles el ritmo. En el trayecto a su hogar, solo pensaba en que pasaría si su mejor amigo se enterará de que su ex estaba bien y con una secuela leve de todo lo ocurrido, pero lo que de verdad le importaba era que iba a suceder con YoonGi, no le gustaba la inquietud que mostraba cada vez que hablaba sobre Hoseok, lo peor que podía pasar, era que el mayor sufriera, porque para TaeHyung, ver a YoonGi sufrir era  lo que menos deseaba.

 

Creía que nunca se había sentido tan nervioso antes de un control médico. Los últimos habían sido algo común, cotidiano para él, siempre con buenas noticias y felicitaciones de parte de los doctores. Pero esta vez iba por una pregunta que no se iba atrever a plantearle hasta en mucho tiempo más, eso pensaba antes de conocer a al chico de la academia de baile.

Saludó a las personas que conocía, alegrándose de encontrarse con su antiguo enfermero e intercambiar algunas palabras antes de que el chico tuviera que volver a su trabajo. Estaba sentado fuera  de la oficina del médico mientras esperaba a que lo autorizara a pasar; movía su pierna con nerviosismo porque sentía que lo que tenía que preguntar era demasiado importante para él como para poder calmarse.

El sonido de la puerta abriéndose hizo que mirase instantáneamente en la dirección del sonido y se pusiera de pie, antes que su doctor saliera a saludarlo.

-Hoseok-ah, veo que está feliz por el control- el mayor lo miraba con una sonrisa amable, como siempre lo recibía en sus consultas. –Adelante, por favor. No te quiero hacer esperar más-

-Hola, doctor- saludó algo tímido por verse descubierto por el adulto. Entró a la habitación que ya conocía de memoria, estaba adornada con cosas típicas de doctores, sus miles de títulos enmarcados en el muro, una gran biblioteca con un montón de libros que no se había dado el tiempo de leer los nombres, unos sillones que ocupaban de vez en cuando para tener una conversación más amena, un escritorio amplio y elegante, siempre despejado de cosas que no necesitaba y cuidadosamente ordenado.

-Estas algo callado hoy- el adulto le indicó que se sentara en uno de los sillones, mientras el también hacia lo mismo. -¿Cómo te has sentido este mes?-

-Mejor, mucho mejor. Tengo un trabajo, eso me ha ayudado a recuperar mi autoestima- le informó bebiendo un poco de café de una taza que había frente él. –Y puedo caminar mejor, así que suelo hacerlo muy a menudo-

-Es bueno saberlo, hacer ese tipo de actividades ayudan a tu rehabilitación. La verdad, Hoseok, es que has superado mis expectativas en todo sentido, desde que despertaste hasta ahora, tu mejora ha sido simplemente impresionante- el doctor llevaba un expediente donde escribía todas las etapas de su recuperación. –Entonces, veamos cómo va tu pierna-

El galeno comenzó a examinar su pierna, veía la respuesta de sus reflejos y la movilidad, no sentía dolor cuando debía moverla.

-Bueno, definitivamente ha mejorado bastante su movilidad- sentenció el especialista, le sonrió dándole un poco más de confianza y esperanzas. –Eres uno de mis mejores pacientes, estoy muy orgulloso de ti-

Fui inevitable sonreír al escuchar las palabras del doctor, eso le dio el ánimo para hacer la pregunta que lo había mantenido despierto más de una noche. –Doctor, hay algo que debo preguntarle-

-Adelante-

-¿Usted cree que he mejorado tanto como para poder volver a bailar?- su corazón latía acelerado y tenía miedo de la respuesta que podía tener su pregunta, tenía miedo de no poder bailar más si se había esforzado tanto en la recuperación.

El médico se quedó unos minutos en silencio, meditando la pregunta, consultó su expediente y leyó algunas hojas pasadas y luego lo volvió a mirar.

-Hmm, revisando tu ficha clínica y en vista a los meses que te ha llevado llegar al punto donde estás- habló el mayor, mientras seguía hojeando el archivo. –Yo diría que sí, que puedes volver a bailar-

-¿Es enserio?- las lágrimas se agolpaban al borde de sus ojos, no se esperaba esa respuesta, sentía que estaba soñando. -¿No es un sueño?-

-Claro que no, tú y yo estamos aquí; y te estoy dando la autorización para que vuelvas a bailar- el médico lo miraba con una sonrisa en sus labios y Hoseok no pudo evitar lanzarse a los brazos del adulto en busca de un abrazo.

-Gracias, gracias, gracias- lo repetía con la voz quebrada mientras dejaba que las lágrimas de alegría surcaran su rostro. El doctor le golpeaba la espalda con cariño para que se calmara. –No pensé que esto podría pasar tan pronto-

-Todo es gracias al esfuerzo y la constancia que le has puesto a tu recuperación- el pelinegro se separó del doctor, se limpió los rastros de lágrimas con un pañuelo que le había alcanzado. –Pero debes empezar con algo de poca intensidad, tu pierna aún necesita recuperación y del cien por ciento de su funcionalidad yo diría que está en un sesenta por ciento. Así que no te excedas ni te sobre exijas-

-¡Sí! No se preocupe, doc. Me tomare las cosas con calma como hasta ahora- aseguró el menor regalándole una sonrisa al médico, quien le correspondió.

-Muy bien, creo que con eso está bien- el mayor se levantó y caminó acompañado del menor, hacia la salida. –Terminamos con la visita de hoy, estás mejorando bastante bien y tienes que mantenerte así. No muestras ningún otro tipo de secuela psicológica, así que no necesitas medicamentos-

-Es bueno oír eso- fue acompañado hasta la puerta de la consulta, donde el mayor le extendió una mano para despedirse y él correspondió- Hasta el próximo mes y gracias-

-Nos vemos el otro mes, Hoseok ssi- caminó nuevamente por los pasillos del hospital en dirección a la salida. Lo único que quería era llegar a casa para darles las buenas noticias a sus amigos y poder preguntar cuanto necesitaba para inscribirse en la academia que vio el otro día. Hubiera corrido a casa si pudiera, pero aún estaba consciente de que no podía hacer ese tipo de cosas, tenía la rodillera y aun necesitaba un poco de ayuda del bastón que le había dado NamJoon. Se dirigió hasta la salida del hospital donde había quedado de encontrarse con el peli rosa, que lo iría a buscar luego de su control. Vio a su mejor amigo parado a unos metros del lugar, quien lo saludó con una mano en alto para llamar su atención, fue hacia el con una sonrisa en el rostro, sentía que su vida estaba tomando su ritmo normal de a poco.

 

No sabía hace cuanto había llegado al lugar, hacia tanto frío afuera que su cuerpo pedía a gritos que entrara para resguardarse de la baja temperatura pero si lo hacía seria descubierto de inmediato. Solo se quedó sentado en una banqueta que daba la espalda al restaurant de su amigo. No veía mucho a SeokJin y los demás chicos, tenía más contacto con TaeHyung, pero todos le agradaban; a veces NamJoon se comportaba como un idiota infantil pero su pareja solía parar sus ataques de infantilismo.

Escondió su rostro en la bufanda que llevaba para que su naríz no terminara congelada, hubiera preferido estar en su casa, con la calefacción encendida y acompañado del peli gris, pero ese era el único día que podía ir a hablar con el pelinegro. No le dijo a nadie sobre lo que haría y probablemente cuando se enteraran todos se molestarían con él, sobre todo Jimin.

El clima gélido le ganó a sus planes de continuar afuera y decidió entrar porque si no terminaría congelado. Levantó el cuello de su chaqueta para cubrirse lo que más podía y se sentó en una mesa más alejada pero que le permitía observar todo el lugar. Un mesero se acercó para atenderlo y solo pidió un café americano, le serviría para disipar el frío que recorría su cuerpo. Al menos agradecía que Jin pasara la mayor parte de su tiempo en su oficina o en la cocina, así no se daría cuenta que estaba en el restaurant.

Su miraba se desvió a un chico que le parecía nunca haber visto antes pero tenía algo conocido, estaba tras la barra, preparando cualquier bebida que los meseros le pidieran y a veces atendía a los clientes que se acercaban directamente a él. Siempre tenía una sonrisa amable y parecía totalmente a gusto con su trabajo, no vio que alguien se quejara por su servicio y el café que había preparado para él estaba excelente. Llamó al chico que lo había atendido para pedirle otro café y preguntarle el nombre del chico encargado de la barra, el mesero le respondió  sin problemas, cuando supo el nombre entendió que había encontrado a la persona que estaba buscando. Agradeció tener un poco de tiempo para prepararse psicológicamente para lo que venía, por alguna razón ya no se sentía tan confiado como antes, una extraña sensación se arraigó en su pecho, algo parecido al miedo. Pagó las bebidas dejando la propina correspondiente y salió del local para volver a la banca donde había estado antes, sabía que el chico estaba pronto a salir, por eso decidió esperarlo fuera del restaurant.

No tuvo que esperar demasiado,  el encargado de la barra salió quince minutos después que él. Llevaba puesta una chaqueta y un gorro pero lo reconoció por el bastón que usaba como ayuda para caminar; tomó aire antes de levantarse para seguir al chico. A pesar de tener un leve cojeo, el barista se desplazaba con rapidez y le tomó un par de calles alcanzarlo; se detuvo junto a él cuándo el chico se paró a esperar a que un semáforo cambiara. Justo en el momento en que dio verde y el otro se disponía a cruzar, lo tomó por el brazo para impedir que se alejara.

-Disculpa, ¿podemos hablar?-  trató de sonar lo más educado posible, el chico solo lo miró y luego miró el brazo por donde lo tenía sujeto. –Lo siento-

Dejó el brazo del otro, aun no le contestaba su pregunta pero al menos había llamado su atención. Debía admitir que se lo imaginaba de forma distinta, más frágil y tullido, pero en vez de eso, se veía fuerte y ágil; como si no hubiera sucedido nada en todo ese tiempo.

-¿Quién eres?- el chico lo miraba con algo de desconfianza y estaba en toda la razón, si estuviera en su lugar, el también haría lo mismo con un extraño que lo detiene de la nada. –No creo que nos conozcamos-

-La verdad es que no, nunca nos habíamos visto- trato de sonar lo más calmado posible. –O al menos en persona, solo en fotos-

-¿En fotos?- preguntó confuso. –Perdón, pero te recordaría si fuera de esa forma-

-Es porque solo yo he visto fotos tuyas-

-No estoy entendiendo nada. Si esto es una broma, mejor me marcho- el chico comenzó a cruzar cuando el semáforo recién había comenzado a parpadear.

-Espera, Jung Hoseok- el escuchar su nombre hizo que se detuviera de forma inmediata. –Tenemos que hablar-

-¿Cómo sabes mi nombre? ¿Quién eres?-logró captar su atención, haciendo que regresara donde él estaba, justo antes de que el semáforo volviera a dar rojo.

-Soy Min YoonGi- soltó con una sonrisa ladina, pudo ver como los ojos del más alto se nublaban en una confusión que conocía bastante bien; pasando por el miedo, Hoseok le temía.


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