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Enamorando a mi papás por Charly D

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Notas del capitulo:

 


IMPORTANTE


LEE LA NOTA AL FINAL DEL CAPÍTULO 

 

 

 

No sé qué hacer, el morrito no abre sus ojitos, siento unas ganas inmensas de llorar, no entiendo qué es esto que siento acá dentro, en el corazón, es… como si una parte de mi vida estuviera de alguna forma conectada a la de este niño, sigo en el suelo intentando hacer que despierte, pero nada funciona, le siento su cabecita para ver si tiene sangre o algo, pero al parecer todo está en orden.

 

-- Despierta ya, chamaco… No me hagas esto – siento como mi voz tiembla, no acostumbro llorar y menos delante de los demás, pero en este momento me valen gorro los otros, estoy chillando como vieja, no quiero que nada malo le pase a este niño.

-- ¿Qué hacemos? ¿A quién le pido ayuda? – Noé está igual que yo, él quizá llora más, no sé qué nos hizo este chiquillo, pero el fresita está igual de asustado que yo.

-- Hay que llevárnoslo de aquí, rápido – sin perder tiempo me levanto y cargo al niño, uno de los prefectos intenta detenerme, pero nadie podrá hacer que no saque al morro de este lugar, ¿Para qué diablos accedí a venir?

-- ¡Oigan! Párense, ¿Qué hacen con ese muchacho? – el hombre quiere hacer que regrese.

-- ¡No se atreva! – le grito como nunca antes le he gritado a nadie, no sé por qué actúo así, me recuerda a cuando las bestias defienden a sus cachorros y en este momento si alguien toca a mi cachorrito, lo mato.

-- No se atreva a detenernos – Noé se posiciona frente a nosotros, yo cargando al morrito – Vamos – me mira y me dice, con la cabeza contesto afirmativamente, solo sé que la única persona a la que le permitiría tocar a Roger es justamente el fresita, nadie más.

 

La música sigue escandalosa pero nadie hace bulla, tal parece que nos están viendo, pero no importa, solo quiero sacar a este chiquillo, llevarlo a un lugar más seguro.

 

-- Se siente cada vez más ligero – esto es una locura, siento que el cuerpo de Roger se hace más y más liviano.

-- Eso no puede ser, ¿Qué está pasando? No hay lógica en que se haga liviano ¿Qué quieres decir? – con el miedo evidente en sus ojos Noé me dice muy nervioso.

-- No sé… – por un momento creí ver mi brazo por debajo de la cintura del morrito, es como si por unos segundos él se hubiera vuelto transparente, debo estar alucinando por los nervios.

-- Dime que lo aluciné – caminamos mientras hablamos, es en ese momento que detengo mis pasos.

-- ¿De qué hablas? – no quería escucharlo, temía lo que iba a decir.

-- Se… se me hizo ver a través de su piel – volví a mirar el cuerpecito dormido del morro.

-- Fue… Fue tu… tu imaginación, anda camina, lo llevaremos al salón más cercano – fue lo único que pude decir, tenía miedo, mucho miedo, más que el que he sentido en toda mi vida, Noé también lo vio, no podía decirle la verdad porque se asustaría más ¿Qué significa todo esto?

 

 

 

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Llegamos al aula, con una patada Ramiro empujó la puerta, debía ser rápido, pronto, quitándose su saco improvisó una almohada en el suelo, yo la acomodé mientras él ponía a Roger sobre ella, estoy temblando, mi angustia, la que sentía hasta hace unos momentos se ha incrementado en demasía, ¿Qué nos pasa con este niño? ¿Quién es? ¿Por qué me hace sentir esta angustia y terror tan grandes?

 

-- Pronto estarás bien, nene, pronto – le digo mientras acaricio su frente, siento un sentimiento muy fuerte por él, es inexplicable, es completamente distinto a lo que he sentido anteriormente por cualquier persona, es, me imagino, como el cariño que le puedes tener a alguien parecido a un hijo, no sé, pienso disparates, no soy papá, no puedo saber lo que uno siente.

-- Va a estar bien, va a despertar el morrito travieso, vas a ver que volverá a decir sus locuras, esas que nadie le cree – Ramiro se arrodilla detrás de mí para poner su mano sobre mi hombro derecho, me está dando ánimos.

-- Sí, si, volverá a abrir los ojos – me pongo de pie, él conmigo y lo abrazo – No sé por qué tengo tanto miedo, no lo sé – me dejo llevar y lloro escondido en su pecho.

-- Tranquilo, todo va a estar bien principito, él va a estar bien, ya lo verás, no llores porque los príncipes no lloran – con su pulgar izquierdo levanta mi rostro por la barbilla – Deja que este mugroso vagabundo limpie tus lágrimas – con el otro pulgar quita suavemente las gotas saladas que resbalan por mi mejilla.

-- Tú también lloras – le digo mientras lo dejo hacer su petición.

-- Pero yo soy el mugroso vagabundo, no quiero que mi príncipe bonito llore, mi querido fresita bonito – lo miro más atentamente ¿Me acaba de decir eso?

-- Rami…– no puedo hablar más, sus labios discreta y respetuosamente rosan los míos, ni siquiera se tocan bien, solo hay un ligero rose que me hace cerrar los ojos, esto que siento es mi corazón latir, late como loco, es como si por fin ese corazón errante hubiera encontrado su lugar.

-- ¡Aaaaaah! – un alarido, algo similar a lo que haría una persona que se ahoga cuando por fin puede respirar aire puro nos hizo separar.

-- ¡Roger! – los dos decimos al mismo tiempo, el nene acaba de dar un respiro y abrió sus ojos.

 

 

 

 

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Sentí estar perdido, era un lugar oscuro, lleno de soledad para ser exactos, de repente y de la nada, sin saber de dónde, esa voz, la de la señora dulce con olor a chocolate se escuchó, ella decía: segunda llama encendida, vuelve, pequeño. No supe cómo, solo sentí que una gran cantidad de aire entró por mi nariz y comencé a jalar todo el oxígeno que podía, abrí los ojos completamente y lo primero que pude ver fue a mis papás abrazados, ellos corrieron a mí cuando me miraron.

 

-- ¿Estás bien morrito? ¿Te sientes bien? – papá preguntaba sin dejar de verme, me tocaba la frente para según él revisarme.

-- Nene, ¿Te duele algo? ¿Te lastimaste? – mi pá igual de angustiado me inspeccionaba, los dos estaban cerciorándose de mi bienestar, sonreí, creo que lo logré, creo que hice por fin algo bien.

-- ¿Por qué lloras morrito? ¿Te duele algo? Dime y te llevo con el primer doctor que encuentre a esta hora – papá Ramiro estaba muy preocupado, como aquella vez que me caí del columpio y corrí a verlo mientras lloraba.

-- No, no me duele nada, lloro porque estoy feliz, por fin… por fin – mis lágrimas se escaparon a montones, ellos se miraban sin entender, yo sí sabía de qué hablaba, por fin mi familia estaba junta y unida. Ellos se pusieron a mi altura y sin resistirlo más los abrace, los abracé tan fuerte como podía, ellos me dieron la vida y ahora me la regresaban, dentro de unos años yo naceré gracias a este amor que sienten.

-- Te quiero mucho, nene – así es como pá siempre me ha dicho, nene.

-- Yo también, y si te soy sincero no se lo digo a nadie, ni yo sé por qué, pero te quiero, morro condenado, nos diste chico sustote – los tres entre llanto nos reímos.

-- Ya déjalo, acaba de despertar y ya lo estás regañando – pá intervino, como siempre defendiéndome, aunque eso no signifique que no apoye los castigos de papá.

 

Me puse de pie, mis papás están juntos y eso me da mucho gusto, a parte, que la señora bonita me dijo que la segunda llamita del amor se encendió, y creo que ella no miente.

 

-- ¿Me dan permiso de ir por un jugo? – me miraron con un gesto de confusión.

-- No tendrías que pedirnos permiso Roger, pero claro que puedes – mi pá me dijo.

-- ¿Ya te sientes bien? ¿No estás mareado? – papá me cuestionó.

-- No, me siento bien – sonreí y los miré, Ramiro abrazaba el hombro izquierdo de Noé por la espalda, el vagabundo abrazando a su princeso.

-- De acuerdo, ve, pero con cuidado y regresa que te estaremos esperando.

-- Sí, ya vengo – salí de aquel salón, pero no me fui, solo me puse a un lado de la puerta, quería saber qué iban a hacer, los escuchaba.

-- Qué susto nos dio ese niño – Noé fue el primero en hablar.

-- Si, se puso intenso el morrito, ya ni pude hablar bien contigo – Ramiro le dijo, los escuchaba y me tapaba la boca para no gritar de la alegría.

-- Hace un momento tu dijiste cosas, tal vez arrastrado por la emoción del momento.

-- Yo lo que dije hace un rato lo sostengo, eres mi príncipe bonito – no pude resistir y con mucho cuidado me asomé para verlos – Sería el vagabundo, hippioso y mugroso más feliz del mundo si me permitieras estar a tu lado – ¡Y lo hizo! Se arrodilló frente a mi pá – ¿Acepta usted príncipe bonito la invitación de este hippie porro para bailar? - ¡Mi papá está pidiendo una oportunidad!

-- Ya me han roto el corazón, alguien peor que un vagabundo, ¿Tú no lo harás? – mi pá lo mira, su voz es como cuando quiere llorar.

-- Nunca romperé su corazón, príncipe – así, hincado, papá levantó su mano derecha, pidiendo la de pá, ¿Qué hará? Lo noto dudar, lo noto dudar.

-- Es una promesa – tembloroso puso su mano sobre la de Ramín, ¡Lo aceptó!

-- Es una promesa – Nunca le romperá el corazón, él lo acaba de prometer. Están a punto de bailar, pero un baile no es baile sin música, saco mi teléfono, le queda un poquito de batería, rápido busco en mi biblioteca musical y encuentro la balada perfecta, le doy play y que la magia ocurra…

 

 

Baby, I know you're hurting,
Right now you feel like you could never.
Love again
Now all I ask is for a chance
To prove that I love you.

From the first day
That I saw your smiling face
Honey, I knew that we would
Be together forever


Ooh when I asked you out
You said no but I found out
Darling that you'd been hurt
You felt like you'd never love again
I deserve a try honey just once
Give me a chance and I'll prove this all wrong
You walked in, you were so quick to judge
But honey he' s nothing like me

I'll never break your heart
I'll never make you cry
I'd rather die than live without you
I'll give you all of me
Honey, that's no lie

 

Ya sé, no es muy de mi época, pero me gustan las canciones retro, y esta de los Backstreet Boys es muy buena, y tranquila, y sobre todo romántica.

 

-- ¿Sientes? – Papá le pregunta a Noé – ¿Sientes como tu cuerpo encaja perfectamente con el mío? – le cuestiona y yo sonrío como menso.

-- Sí, lo siento – pá recarga su cabeza en el pecho de su pareja mientras los dos bailan al ritmo de la balada, ni les interesa de donde viene la música, solo bailan, hoy unieron sus caminos.

 

Termina la melodía y el teléfono se apaga, la batería se acabó, sonrío, es momento ahora sí de dejarlos solos, saldré a tomar el aire y tomar ese jugo que quería.

 

 

La noche es fría, llegamos cuando aún era de día, sí que ha pasado el tiempo, miro al cielo, es estrellado, creo que la ciudad aún no está tan contaminada que por eso se pueden ver las estrellas. Un gélido aire nocturno comienza a sentirse, cierro mis ojos y dejo que el viento sople en mi cara, me da nostalgia, aunque mis papás están juntos ya, yo desearía volver a mi casa, a mi hogar, a mi época. Me abrazo, y dejo salir unas lágrimas, quisiera estar en mi lugar, ningún lugar es mejor que el hogar.

 

-- Adiós Roger, buen trabajo, mi pequeño niño – es la voz de la señora, volteo con rapidez detrás de mí y la veo, viste un precioso vestido largo color blanco, es de manga larga y tiene muchos encajes, parece un ángel – Que tengas una vida dichosa en el futuro mi niño, hasta siempre y algún día nos volveremos a ver… – suena como una despedida, pero yo tengo dudas, muchas.

-- Seño…– no pude seguir hablando porque todo se volvió oscuro de nuevo, mi cuerpo se sintió extraño, una sensación que ya  había sentido, como si estuviera mareado. Cerré los ojos fuertemente para ver si podía dejar de sentirme así. Respiré muy rápido, de repente todo se calmó.

 

 

 

 

Nuevamente, sentí el aire entrar por mis fosas nasales, di un alarido y abrí los ojos, estaba en la entrada de aquella casa, estaba lloviendo a cántaros, yo estaba empapado, pero no estaba solo.

 

-- ¡Mi amor! – pá, mi pá actual, el viejo me estaba hablando, su rostro ya no es para nada juvenil pero queda claro que es él.

-- ¡Hijo! ¡Hijo mío! ¡Mi amor! – Ramiro, sus facciones se han endurecido, hay unas arruguitas en sus ojos, pero indiscutiblemente es él, papá me cargaba en sus fuertes brazos.

-- ¿Papás? ¿Son ustedes? – aun confundido intentaba calmar mis dudas sobre dónde estaba.

-- Claro que sí nene, nos tenías preocupados, cuando tu papá regresó y nos dimos cuenta que no estabas en tu recámara nos volvimos locos, salimos a buscarte, afortunadamente te hallamos aquí, acostadito y mojado, mi amor, nos dio mucho miedo perderte – pá me besaba la frente, aún me cargaba Ramiro viejo, todavía no creo todo lo que pasó, para ellos es como si solo hubiera pasado un ratito, para mí pasó una eternidad.

-- No te preocupes ya hijo, estás con nosotros, nada malo va a pasarte – me dijo papá y me besó mi frente – Toma, carga al niño, acercaré el auto para que no se mojen.

-- Gracias – le dijo pá.

-- No hay nada que no haga por los hombres más importantes de mi vida – nos dijo y luego se fue a mojar para acercar el coche y que juntos regresáramos a casa. Por fin estoy en casa.

 

 

 

 

TIEMPO DESPUÉS

 

 

 

 

Es la cena de año nuevo, esta noche la familia entera se reunirá, tengo muchos secretos guardados, fue una experiencia mágica la que viví, mis papás se enamoraron en el pasado y por eso yo existo, yo soy el resultado de su amor, ¿O será que fui un mal cálculo en las cuentas de alguien? Quién sabe, mejor sigo pensando que soy fruto del amor.

 

El pavo está en el horno, pá lo cocino, los abuelos, mis tíos y primos llegarán más tarde, mi abuelito Benjamín me prometió un videojuego nuevo, mi tía Rosy seguramente me traerá un álbum nutricional para mantenerme en forma, esa mujer no se cansa de comer lechuga. Por petición mía, mis papás sacaron el álbum familiar, hay tantas fotos, tantos recuerdos, muchos antes de que yo naciera.

 

La primera foto me sorprende, la veo y no lo creo…

-- ¿Quién es ella? – la miro con incredulidad.

-- Ella es la abuela de tu abuela, la foto nos la regaló hace varios años, era una experta en el arte de hacer chocolate, tu abuelita dice, por los pocos recuerdos que tiene, que era una señora muy dulce y que siempre olía de chocolate – esa mujer, la de la foto, ¡Es mi tatarabuela! Es la señora bonita que me mandó a hacer cosas en el pasado. ¡Es increíble! ¡La conocí! Sonrío, este es un secreto que guardaré toda la vida para mí solo, suspiro, le doy las gracias y continuamos viendo el álbum.

-- ¿Y esta? – veo la vieja foto, son mis papás el día de su graduación de la preparatoria, es de locos saber que yo los conocí en esa época, yo los vi, platiqué con ellos, fui a clases con ellos.

-- Fue hace mucho, Noé y yo salimos de la escuela, yo apunto estuve de no graduarme – Ramiro comenta.

-- Es que siempre fue un caos, se la pasaba defendiendo el medio ambiente pero no defendía sus calificaciones, ese carácter tuyo estuvo a punto de traerte muchos problemas.

-- Y pensar que ya no queda nada de eso, ni mi flaco cuerpo tengo ya – sonríe con melancolía.

-- Y quién sabe por qué estabas tan flaco si comías pan todo el tiempo, hasta cuando me levantabas para que fuéramos a la escuela me despertabas con un pan – digo mientras veo la foto.

-- ¿Fuéramos? Me suena a manada, tú y yo jamás fuimos a la escuela juntos, estás loquito hijo – ¡Rayos! Se me escapó.

-- Y esta es cuando yo entré a la universidad, tu papá me acompañó ese primer día.

-- Para que me principito no anduviera solito – se acercó a la cara de pá y lo besó en los labios.

-- ¿Viste? Para que vas disfrazado de princeso a aquella fiesta de la prepa, ahora papá te dice princeso, aunque él se veía bien con su traje de vagabundo, ese al que le tomamos prestado el saco al abuelo – los dos me miraron al mismo tiempo, los veo y creo que la regué.

-- ¡Ah caray! ¿Y tú como sabes que yo fui disfrazado de príncipe y tu papá de vagabundo con el saco de mi suegro? – pá esperaba una respuesta.

-- ¿Cómo sabes eso, hijo? – Ramiro también aguardaba.

-- Tú me lo dijiste un día – sonreí, rayos, creo que todo es real.

-- Ay Roger, dices cada cosa que me recuerdas un viejo amigo, ¿Te acuerdas de él, de Roger?

-- ¡Cómo no acordarme, Rami! Por él es que nuestro hijo se llama como se llama – Noé dijo, se acuerdan de mi yo del pasado, sonrío contento.

-- Sí, nunca más supimos de él, era un chico raro, hablaba cosas raras, intento recordarlo pero no, no recuerdo ni su rostro ni su voz, solo sé que era Roger y que gracias a él estamos juntos.

-- ¿Sí? – pregunto emocionado.

-- Sí, tu papá y yo estamos juntos gracias a él, recuerdo cuando en la fiesta de aquella delincuente me regaste un refresco gracias a que peleabas con ese niño, le decías ‘morrito’ – pá comenta.

-- Sí, el morrito, así le decía, hace años que no hablábamos de él.

-- Fue en la fiesta de la Raco, ¿Verdad? Por cierto ¿Sigue en la cárcel?

-- ¿Cómo sabes que fue en la fiesta de Raco? – Ramiro me pregunta y otra vez me doy cuenta que la regué.

-- Tú me lo contaste – le digo y él entrecierra los ojos.

-- ¿Con quién has hablado? – Pregunta en tono de broma – La Raco, hace años que no la veo, lo último que supe es que se fue al norte y abrió una tienda de pintura y puso un burdel con muchas p…

-- ¡Ramiro! – pá interviene callándolo.

-- Con muchas cosas malas, eso iba a decir.

-- ¿Y Lucy, papá? ¿Qué fue de tu amiga?

-- Ah, esa es otra, un caso especial – comento divertido Noé.

-- Lucy, ella está en la costa, de repente hablamos, le costó mucho, pero aceptó ser como era, ahora recuerdo que ella y el otro Roger tuvieron una plática que sirvió para que Lucy aceptara que le gustaban las chicas y dejará de ser tan amargada y pesimista, recuerdo que siempre le quiso dar las gracias al morrito pero nunca lo volvió a ver después de esa conversación – con nostalgia papá hablaba.

-- ¿Y el cara de huevo? ¿Qué pasó con él? – pregunto con curiosidad, ahora sí conozco varias cosas de su pasado.

-- Oye, oye, tiene razón tu papá ¿Con quién has estado hablando? – Noé pregunta con curiosidad.

-- Ese mugre cara de huevo estrellado, que mal me caía.

-- Ya, no hables así de él, y menos porque ya no se puede defender – noto que pá suspira – Carlos murió unos meses antes de que tú nacieras, hijo. Él se suicidó, al contrario de Lucy él nunca se pudo aceptar como era y prefirió huir, ojalá que esté donde esté pueda descansar por fin - ¡Chispas! Conocí a un muerto, digo, con el respeto que me merece el muertito, como dice pá, ojalá esté descansando en paz.

-- Oigan, ¿Por qué en la escuela ya no hacen fiestas de disfraces como en la que ustedes dos se hicieron novios? – les pregunto, pese a que es la misma prepa no sucede lo mismo que hace años.

-- No recuerdo haberte dicho que tu pá y yo nos hicimos novios en una fiesta de disfraces – sonrío con nervios, la volví a hacer.

-- Ay nene, sabes demasiado – me dicé Noé y se ríe de mí – Esa fiesta, en la que tu padre y yo nos hicimos novios fue la última que se hizo, se cancelaron a raíz de que cierto porro se agarró a golpes con un chico, y luego hubo un incidente con el niño este, el morrito, no recuerdo bien lo que pasó, pero tuvimos un enfrentamiento con un prefecto y por eso se cancelaron las fiestas – Oh, ahora lo entiendo, esa noche en verdad hubo magia.

-- ¡Ya! Dejémonos de recuerdos, estén donde estén los del pasado ellos fueron parte de nuestra vida, y todos coincidieron en un punto específico en el cual sin uno de ellos esta familia no existiría, así que ya, dejemos a Lucy, Raco, Carlos y al morrito por la paz – papá dijo y justo en ese momento el timbre sonó – Ve a abrir Roger, seguro son tus abuelos y tus primos.

-- Ya voy papá – es verdad, todas las personas tienen su razón de ser en nuestras vidas, y sin saberlo, tal vez la que más mal nos caiga es la que más ayuda nos da sin que nos demos cuenta, todos nosotros ayudamos a que la misión ‘Enamorando a mis papás’ fuera exitosa, y hay una frase que escuché por ahí la cual dice “El ayer es historia, el mañana es un misterio, el hoy es un regalo, por eso se llama presente”,  no hay que vivir de los recuerdos ni preocuparse por lo que no ha sido, es mejor vivir el ahora, y ahora mismo soy feliz con mis papás, los cuales se aman intensamente, sin más voy a abrir la puerta.

 

 

 

 

FIN

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

NOTA: si quieres leer el final alternativo, pica la liga aquí abajo...

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