Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Enamorando a mi papás por Charly D

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

 

Hay quienes piensan que no estamos dañando a la naturaleza, pero es la infamia más grande que esta especie está cometiendo, nosotros al cazar, enjaular y asesinar animales estamos acabando con el ecosistema, cada vez más se construyen esas torres enormes en la ciudad, poco a poco se convierte en concreto lo que alguna vez fue campo abierto, pero yo no voy a permitir que eso continúe con toda esa impunidad, no señor, ¡Haré algo por este mundo que estamos eliminando poco a poco!

 

-- ¡Los animales y las plantas también merecen vivir! ¡Cuidemos el ambiente! – Desde hacía unos minutos hablaba y como nadie me hizo caso tuve que subirme a una de las bancas del patio de la escuela para llamar la atención – ¡Cuidemos a la madre naturaleza! – Junto a mí, mis amigos reparten los folletos informativos a cerca del ecocidio que cometemos – ¡Gran junta de concientización en el auditorio el próximo viernes! – por fortuna el director junto con un prefecto nos facilitaron el auditorio de la prepa para llevar a cabo la plática de salvamento del planeta.

 

-- ¡Ese baboso! – mi mano derecha en todo esto, Lucy, se acerca refunfuñando, creo se enojó.

-- Esto es complicado, al parecer a nadie la interesa – me bajo de la banca y me siento, creo que todos nos toman a locos – expreso al momento de tenerla a mi lado.

-- Ya nos vamos Ramín, te vemos al rato – mis colegas se acercan a dejarme las copias de folletos que no entregaron.

-- ¡Cámara! Hasta al rato – chocamos los puños y se van.

-- ¿Crees que vaya gente a la plática del viernes? – me pregunta la chica de esbelta figura, cabello de un tono rojizo el cual tiene todo enmarañado, usa pantalones y tenis de tela desgastados, han de pensar que no nos bañamos, pero la verdad es que sí somos limpios, cada tercer día nos toca regaderazo.

-- Pues espero que sí, todos estos idiotas piensan que no es cierto lo que digo, pero vamos, ¿Cuántas especies ha muerto ya por culpa de nosotros? Anoche, en un cachito del noticiario del señor ‘lentudo’ pasó que el sapo dorado se declaró extinto por el cambio climático del planeta, algo que nosotros como especie hemos hecho – me molesta saber el daño que le hacemos al medio y ni siquiera nos importa.

-- Ya, no te exaltes, esperemos que el viernes logremos algo, ven, tenemos que irnos a cambiar, hoy es la fiesta de Raco y no quiere que faltemos – mi amiga se pone de pie y me jala de la muñeca.

-- Sí, tienes razón, vamos – me levanté y tomé mis cosas, por hoy la batalla había sido suficiente. Me acomodé mis algo necios cabellos y me dispuse a ir cuando algo o mejor dicho alguien nos detuvo.

 

-- ¡Hey, tú! ¡Papá! – Lucy me miró y yo la miré a ella, nadie a parte de nosotros dos estaba por esos lados en ese justo momento, aquel chico delgadito y con cara de niño me miraba – Digo, ¡Tú, el hippie! – por confusión volví a mirar hacia atrás de mí para confirmar que se refería justamente a mí, aunque algo me descolocó aún más ¿Fue mi imaginación o me llamó papá?

 

 

°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

 

-- ¡Se me va! – exclamé cuando corrí con todas mis fuerzas, pero no conté con que en esta época el suelo está horrible, pues en la mía el patio del colegio tiene concreto, una raíz de cierto árbol se levantaba y por menso me caí de boca antes de llegar donde mi papá.

 

-- ¡Se cayó! – la chica hippie que acompaña a mi progenitor dijo y se acercó rápidamente a mí. Detrás de ella él.

-- Morrito ¿Estás bien? – se acercó y con cuidado me tomó de la mano ¿Qué es morrito? ¿Tendrá que ver algo con las moras o así?

-- Me duele – hice un puchero, me había golpeado mi rodillita.

-- Ya, no llores, los hombres no lloramos – volví mi rostro a ver el de ese joven, eso es justamente lo que mi papá me dice cada vez que de niño me caía, esa misma sonrisa tranquilizadora era la que me regalaba cada que me ayudaba a levantar del piso.

-- Sí – por alguna razón, y aunque él no supiera quien era yo, me sentí aliviado.

-- Eso… – ahora remataría con su frase: arriba la entereza y abajo la tristeza - ¡Arriba la entereza y abajo la tristeza! – no cabe duda, él es mi papá.

-- Sí, ya estoy bien – le sonreí, ya estaba mejor, mi papá siempre cuidaría de mí.

-- Te diste un zapotazo que hasta a mí me dolió – dijo sonriente aquella muchacha desconocida.

-- ¡Eh, mi iPhone! – recordé que en el bolsillo de mi pijama llevaba mi Smartphone, con el golpazo que me metí seguro se le rompió la pantalla.

-- ¿Tu qué? – esa muchacha me preguntaba y mi papá tenía también cara de extrañeza.

-- Pues… mi… ya… ya saben ¿No? Mi celular – ¿Por qué me verán con esa cara? ¿Dije algo malo?

-- ¿Tienes un celular? – Ramiro, qué raro siento llamándolo así, me preguntó.

-- ¿Está mal? – pregunté con preocupación, todavía no sacaba mi teléfono.

-- No te ofendas morrito, pero no creo que tú tengas una de esas cosas, si te soy sincera, mi papá tendría que vender la casa y aun así no le alcanzaría para pagar uno de esos artefactos modernos tan innecesarios – comentó la chica hippie – ¿Has visto los anuncios en la tele? Esas cochinadas valen una fortuna, solo los ricos las tienen, hasta en el coche algunos llevan teléfono, este mundo ya es muy moderno.

-- Sí, he visto los comerciales, esas cosas cuestan casi cuatro millones de pesos, yo nunca compraría un celular, es el invento más tonto que se pudo haber creado – ¿Es enserio? ¿Lo dices precisamente tú? El que se volvió loco cuando perdió su teléfono en el cine y corrió al día siguiente a comprarse otro porque no podía estar sin revisar Facebook.

-- ¡Un momento! – Acabo de caer en cuenta de algo – ¿Cuatro millones de pesos cuesta un celular? – ¡Eso es un fortuna! – Pero… pero… si cuando me compraste mi iPhone te quejaste porque costó ocho mil – entonces los dos me miraron nuevamente extrañados.

-- ¿Yo te compré un no sé qué dijiste? – ¡Diablos! Él no sabe que es mi papá.

-- Digo, digo… pues, mi… bueno… Ignórame – sonrío, no debo perder el tiempo, mis papás son lo primordial – ¿Y a dónde van? – pregunté casual, tenía que saber qué procedía.

-- Vamos a la fiesta de Raco – contestó la muchacha.

-- Oh ya, la fiesta… sí, de… de Raco, tan buen muchacho – asentí fingiendo conocerlo.

-- Es chava – aclaró mi papá.

-- ¿Dije muchacho? ¡Qué bobo soy! Me confundí, Raco, tan linda chica – volvió a fingir.

-- ¿Neta? ¿La crees linda? – Ramiro me miró con extrañeza nuevamente.

-- ¿Para ustedes no es linda? – estoy nervioso, creo que acabo de meter la pata.

-- No, bueno, digo, salió hace una semana de la cárcel, tiene con veinte tatuajes, es obesa, supongo que para ti ese tipo de morra es linda - ¡Y dale con lo de morros y morras! ¿Será una fruta de moda en este año o qué?

-- Sí, muy linda – No, no es mi tipo, ¡Qué estoy haciendo!

-- Mira, ¿Te gusta? – mi papá se levantó un poco la playera, ¡Oh por todos los cielos!

-- Es… es un… un… ¿Un tatuaje? – lo miro atónito.

-- Sí, perdí la apuesta con Lucy, le dije que Raco pasaría un mes en la cárcel, ella dijo que dos semanas, y como salió la semana pasada yo perdí, y me tocó hacerme el tatuaje que ella quisiera, lo bueno es que solo es una flor, me vería peor con su cara en mi abdomen como lo tenía pensado.

-- ¡Eso es un mal ejemplo! ¿Qué dirá tu hijo del futuro cuando te lo vea? – yo estoy escandalizado, recuerdo vagamente que mi papá tenía algo en la panza, era muy niño cuando eso pasó, luego ese extraño rayón desapareció, hasta creí que lo había imaginado.

-- Suenas como un anciano, relájate, cuando sea papá, que dudo serlo algún día, no quiero contribuir a traer más destructores a este mundo, yo dejaré que mi crío haga lo que quiera, si quiere un tatuaje que se lo haga – lo miro con fastidio, aún recuerdo cuando de broma le dije que quería hacerme una letra china en el brazo, me miró feo y luego dijo que primero le salía un mono del trasero al presidente antes de que yo me hiciera un tatuaje, creo que ya se le olvidó.

-- Sí, verdad, pues… ya lo veremos papá – dije entredientes.

-- ¿Dijiste algo? – preguntó la chica.

-- Nada, nada.

-- Ya, por cierto, soy Lucy, y no te enojes, pero qué ropa tan rara tienes ¿Eres de por aquí?

-- Soy Roger, no, no soy de por aquí, soy de muy… muy lejos – Tan lejos como no se imaginan.

-- ¿Roger? ¿Así te llamas de verdad? – preguntó papá.

-- Sí, por qué, es un buen nombre para un hijo – comento recalcando la palabra hijo.

-- Claro que no, digo, no es algo personal, pero ni loco le pondría ese nombre a un hijo mío, suena como a rogar o algo así, si yo tuviera un hijo lo llamaría Gersaín, un nombre chido – lo miro horrorizado.

-- ¡No! – le grito, no me quiero llamar así, ¡No quiero!

-- Que morrito tan raro – le susurra al oído esa tal Lucy a mi papá, creen que no los oigo pero sí los escucho.

-- Bastante.

-- Bueno, yo me voy, te veo con la Raco, nos vidrios morrito – choca el puño con mi papá, luego agita su mano como despedida y se va.

-- Ya vas – él le contesta, termina de echarse la mochila al hombro y se dispone a ir – Bueno morrito, nos vemos luego, pásala grande – se va a ir y me dejará solo, tengo miedo, no sé dónde estoy y para colmo creo que mi casa no existe todavía.

-- Sí – le contesto con un dejo de voz, ni modo que le diga que lleve con él, pero no quiero que me deje solito. Él se detiene unos momentos y me mira, siento que me examina o algo parecido.

-- ¿Qué es esto? – escucho que se pregunta. Se nota bastante raro – ¿Quieres venir conmigo a mi casa? Vamos a la fiesta de Raco – lo miro esperanzado.

-- ¡Sí quiero! – me pongo a su lado.

-- Vamos – me sonríe, pero sigo notándolo algo extraño, como si estuviera confundido – Por cierto, ¿Tus papás saben que andas en la calle a estas horas? – me pregunta mientras caminamos.

-- Sí, bueno, mi papá sí lo sabe – le contesto.

-- ¿Le pediste permiso?

-- Sí – respondo feliz.

-- Ah bien, ¿Y qué te dijo? – me miró.

-- Ah bien, eso me dijo – pues eso es justo lo que me acabas de decir.

 

 

 

°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

 

 

Nunca en mi vida me había sentido tan desilusionado, estábamos en la sala mirando la tele nueva de papá, ya ni siquiera eso me motivaba, lo de Carlos me tiene bastante dolido, lo peor de todo es que a nadie le podría contar esto porque seguramente me echarían de casa por ser un ‘rarito’ lo mejor para estar más o menos bien es mantenerme en silencio. Miro hacia el frente pero no sé de qué trata lo que están viendo, es una novela creo.

 

-- ¿Te pasa algo? – mi papá me da una palmada en la espalda que me hace regresar a la tierra.

-- ¿Eh? – Me espabilo un poco, lo miro y desearía decirle la verdad, pero no, si se entera que a su hijo le gustan los muchachos no solo me golpearía, me desheredaría – Nada, estoy cansado – le digo mientras dibujo una sonrisa.

-- Pues duérmete un rato, para que descanses – me comenta y vuelve a ver la tele, nadie creería que al ver al recio señor bigotón Benjamín, mi papá, se trataría de un hombre que ve las telenovelas de la tarde con mi mamá.

 

Tocan la puerta de la entrada, mi mamá se levanta a abrir, y es entonces que puedo escuchar esa voz medio aguda con ciertos ‘gallitos’ por el cambio de niño a hombre. Miro con cierto desgano hacia el lugar de donde procede ese ruido, lo veo, peinado con laca, como de costumbre, y su feo suéter de lana color verde, mi primo Toño me ve sonriente, olvidé por completo que hoy vendría a casa. Luego de ir a la biblioteca y ni siquiera llegar a la fila del microfilm, decidí regresar a casa, lo peor que hubiera podido hacer era andar en la calle así como estaba, con el corazón hecho pedazos.

 

--¡Primo! – Extiende su mano, yo abro la mía y las chocamos – Tengo algo importante que decirte – me susurra, no estoy de ánimos, pero debo disimular.

-- Voy a mi cuarto, ven Toño – digo sin mucha alegría, mis papás solo asienten al estar atentos de la telenovela. Luego de unos segundos, llegamos y detrás de sí, mi primo cierra la puerta.

-- ¡Mira! – me extiende un pedazo de hoja cuadriculada, es de su cuaderno, lo leo, es una dirección y una hora las que están apuntadas.

-- ¿Y qué es eso? – me tiro sobre el colchón, quisiera dormir y no despertar nunca.

-- Es una dirección, menso, es para una fiesta – me dice sonriente, y creo saber para dónde van sus planes.

--Olvídalo Toño, hoy no estoy de ánimos – me volteo para quedar boca abajo en mi cama.

-- ¿Y ahora? ¿Pisaste popó o qué?

-- Nada, solo no quiero salir – suspiré, si supiera lo de Carlos, seguramente el chismoso se lo diría a mis papás, y mejor no me arriesgo.

-- Anda, esto te va a alegrar, acompáñame, si tu no vas mis viejos no me darán chanza, y me voy a perder la ‘maría’, anda, no seas malo – me suplicaba, este tonto, si supiera como detesto que mis compañeros lleguen oliendo a esa basura que fuman.

-- Olvídalo Toño, no quiero, y menos para que fumes con los hippies, no gracias.

-- ¡Anda! Por favor, yo nunca te pido nada.

-- Todas las semanas me pides algo, si somos sinceros, cada que me dices que vendrás a la casa es porque algo me quieres pedir – lo miro seriamente.

-- ¡No seas malo! ¡Por favor! – se arrodilla frente a mí haciendo un drama por su fiesta.

-- Toño…– en verdad es el peor momento para pedirme ir a una fiesta, de verdad, el peor.

-- Por favor, y te prometo que no te vuelvo a pedir nada, te lo juro – hace una cruz con sus dedos y la besa, esa es su señal de juramento, la cual por supuesto no cumplirá.

-- ¿De quién es o qué?

-- Es de una morra que salió de la cárcel, es para celebrar su libertad – me sonríe con nerviosismo.

-- Vete al diablo – me volteo boca abajo, ni loco iría a la fiesta de una ex presidiaria.

 

 

 

 

No sé cómo, no sé por qué mis papás aceptaron, pero son las siete de la tarde y estoy en esta casa, con rayones en la pared de la entrada, con música a un volumen muy alto, al menos reconozco la canción, Kumbala, en la radio la tocan todo el día, para estos momentos toda la ciudad conoce ya esa música. Mi primo logró convencerme de hacerle el favor de acompañarlo a fumar con los hippies, que dicho sea de paso huelen feo y están locos.

 

--¡Vente para acá! – me dice mi primo, yo estoy cerca de la entrada, por si tengo que salir corriendo de este lugar tan prosaico.

-- No gracias – le contesto con desagrado, quisiera irme ya, estar en la calle me hace pensar más en Carlos, en lo roto que estoy por dentro, es increíble que al medio día me destrozaran el alma, y por la tarde esté en una fiesta llena de delincuentes y chicos con el cabello sucio.

-- Ven, te vas a divertir, hay un morro que está hablando de cosas raras, creo que se fumó ya como tres porros – se ríe mientras expulsa el humo de lo que parece ser ‘maría’, ¡Qué asco! – Dice cosas bien suaves, de un ‘feisbú’ y de ‘guasá’ debe estar bien maleado el chamaco, y eso que se ve bien chavito – se ríe, de qué diablos habla, no tengo idea.

-- No gracias, y aprovecha el rato porque no tardaremos en irnos – me volteo a la calle para que entienda que no quiero seguir hablando, ni de la fiesta, ni del chico raro, ni de nada.

 

 

 

Ya ha pasado un buen rato, solo oigo música del gusto de esos drogos, risas y una nube de humo los envuelve a todos, esto se ya se puso muy feo, me quiero ir, pero no veo a Toño.

 

--¡Vámonos ya, morro! Este lugar ya se puso feo para ti, y solo dices tonterías, creo que el humo de estos te afectó – oigo que alguien se acerca, trato de repegarme a la pared para que no me toquen.

-- Enserio, en unos años todos podremos tener computadoras, bien chiquitas y no serán caras, hasta se podrán doblar.

-- Sí, lo que digas, las vacas vuelan también – aún no logro ver de quién se trata, gracias a la nube de humo – ¡Y dame acá! Espero que no te hayan dado caña porque se las verán conmigo esos mariguas – el tipo más alto le quita un vaso al mas pequeño.

-- ¡Tengo sed! ¡Dámelo! – estando cerca de mí, forcejean y el tipo con el vaso, por idiota, lo deja caer… ¡Pero sobre mí!

-- ¡¿Qué hiciste?! – grito escandalizado.

-- ¡Perdón, carnalito! – nos miramos, veo sus ojos, él me mira a mí y no pestañea.

 

 

 

 

°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

 

 

 

Estoy algo mareado, esa cosa que llaman ‘maría’ me hizo algo y creo que ya dije muchas burradas que no debía, pero me doy cuenta de algo, lo mejor del día: ¡Mis papás se han encontrado! ¡Se están mirando! ¿Se besarán? ¿Harán cositas como las que oigo que hacen por las noches? Porque las hacen, creen que no los oigo, pero sí, sí las hacen. Mi papá está mirando a mi pá, creo que se acaban de enamorar… ¿O no?

 

 

 

CONTINUARÁ…

 

 

 

 

Notas finales:

¡Puedes seguir esta historia en Wattpad aqui!

 

¡Gracias por tu lectura!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).