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Enamorando a mi papás por Charly D

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-- ¿Esposo? ¿De qué demonios hablas? ¡Yo no soy ningún rarito! – me grita y apretando la camisa se va caminando dejándome ahí. Se acaban de pelear, esto me recuerda a lo que han hecho últimamente, pelearse y dejarse de hablar, no quiero que ellos se separen, no quiero que mi familia quede rota… ¡No quiero!

 

Sin pensarlo, comienzo a correr, ya anocheció, no me importa nada más que huir, no quiero sentir como ellos se van separando poco a poco, hubiera preferido no haber nacido si de cualquier forma ellos no iba a estar juntos. Siento las ráfagas del viento propio de octubre, mis mejillas comienzan a sentirse cada vez más heladas, las calles por las cuales avanzo no las conozco, no sé por dónde ando ni hacia donde voy, no soy tan tonto como para no saber que mi casa no existe, ni siquiera sé si yo existiré, acabo de echar todo a perder, el primer encuentro de mis papá fue todo un desastre por mi culpa, siempre yo soy el culpable de todo, por eso siempre pelean: por mi causa. Llego a una pequeña rotonda, una que tiene en el centro un pequeño árbol con una gran copa, en comparación al tamaño de su tronco, sus hojas crujen gracias a las ventiscas que comienzan a azotar, pienso que tal vez será el mejor lugar para pasar la noche, no hay bancas, no hay nada más que ese arbolito, quiero llorar, en mi tiempo mis papás están enojados, en esta época también, me siento muy triste, solo quisiera que ellos me abrazaran y como cuando era niño me dijeran que todo iba a estar bien para luego comprarme un helado de fresa.

 

-- Yo no quiero esto – con el brazo me refriego los ojos, las primeras lágrimas salen de mi rostro – No quiero – comienzo a llorar, no quiero que se odien.

-- ¿Quién es? – Oigo una voz que me asusta, miro a mis lados para saber de quién se trata - ¿Quién está ahí? – detrás de aquel pequeño árbol se asoma la cabeza de una persona, tan perdido estaba en mí, que no me percaté de la presencia de otra persona en esa rotonda.

-- Yo – hice un puchero, justo a quien deseaba ver aunque él no supiera quién era yo.

-- Eres ese niño – era mi pá Noé, él lentamente salía de detrás del tronco.

-- Pá – dije en voz bajita, de mis dos papás, mi pá Noé es quien más me consiente, recuerdo que cuando era más pequeño era él quien me leía mi cuento de ‘Pinocho’, me daban miedo las ballenas gracias eso, pero me decía que siempre me protegería de brujas, dinosaurios malos y de ballenas – No quiero estar aquí – mi labio inferior comenzó a temblar, y no pudiendo aguantar más mi tristeza, me acerqué a él y lo abracé con todas mis fuerzas, ya quería estar en mi hogar, con mi familia chiquita, pero unida.

-- ¿Qué tienes? – me preguntó, pero no con un tono serio o molesto como antes, era más bien tranquilo, algo calmado.

-- No quiero estar aquí – mi pá es ligeramente más alto que yo, por ello me repego a su pecho, quisiera volver a poder estar en sus brazos mientras me mece luego de haber tenido una pesadilla.

-- No llores, cálmate – sin esperarlo, me acaricia la espalda, me está consolando, solo quiero que me diga que todo va a estar bien, solo eso.

-- Es que… es que yo… – me lamentaba a medias, un nudo en la garganta me hacía sentir la imposibilidad de hablar demasiado.

-- Ya, tranquilo… Todo estará bien… – por unos segundos me sentí como antes… como en casa.

 

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Estaba en la glorieta de las palomas, cuando escuché una persona hablando, al parecer esta noche siempre habrá alguien que me incomode, la pérdida de Carlos fue algo que me dejó profundamente lastimado, nadie puede entender cómo me siento, no puedo hablarlo porque muy seguramente de degenerado no me bajarían, quisiera morirme antes que sentir esta tristeza que siento, esto en mi corazón que desearía desaparecer.

 

Tomando mis precauciones me asomo detrás del viejo árbol que las palomas usan como nido, entrecierro los ojos para ver por fin de quién se trata. Me inquieto al ver a aquel chiquillo de momentos atrás, al verlo siento que mi corazón se estruja, es un sentimiento muy extraño, lo miro, se nota muy triste, creo que igual que yo, mi corazón se estruja al mirarlo así de atribulado, lo que experimento en estos instantes no es algo parecido a lo de Carlos, es más bien como cuando me preocupo por mi papá o mi mamá, es como un cálido sentimiento familiar.

 

Me da mucha ternura ver a ese niño que momentos antes me hizo enojar, tomándome desprevenido se acerca a mí y me da un fuerte abrazo mientras llora, como si algo en mi interior lo reconociera siento el impulso de confortarlo, increíblemente su dolor me duele. No sé cómo describir esto que ocurre, es una vorágine de emociones que no acabo de entender. Le digo que todo estará bien, siento que es lo correcto, lo que debe de ser.

 

-- No llores, la cara se te hará fea si sigues llorando – le digo mientras lo mantengo abrazado.

-- Te prometo que ya no lloraré pero no estés enojado – lo miro cuando se separa lentamente de mí, me sonrío sin comprender completamente lo que quiere decirme, ¿Qué importancia puede tener si me enojo o no?

-- Eres un chiquillo muy extraño – suelto una pequeña risa.

-- No es la primera vez que aquí me dicen eso – se ríe, por unos microsegundos juraría que su gesto es idéntico al que hace mi papá cuando ríe de lado. Qué extraño.

-- ¿Qué hace un niño como tú a estas horas por la calle? Es un lugar peligroso – le digo mientras lo veo, en sus ojos noto algo familiar, como si lo conociera de algún lado.

-- Es que mi papá… mi papá no sé dónde ande, me fui y no sé dónde estará – pone un gesto de preocupación, hasta donde recuerdo estaba en la fiesta a la que me invitó Toño, no creo que su papá estuviera ahí.

-- No comprendo – le comento.

-- Nada, no dije nada – pese a que ya no llora, se nota decaído.

-- Está bien – sigo pensando que este niño tiene algo peculiar, lo observo de arriba para abajo intentando buscar algo que no sé qué sea, observo sus pies, esos zapatos que tiene son muy raros, nunca había visto unos así, sus cordones están desamarrados, lo miro a la cara y le vuelvo a hablar – Deberías atarlos, te puedes enredar en ellos y caerte – le señalo los pies, que tenis tan raros.

-- ¿Eh? – se mira confundido, luego ve a donde le señalo y comprende – Ah, cierto, voy pá – mi entrecejo se frunce, ¿Me dijo pá?    

-- El dragón pasa por debajo del puente, cruza el río y por fin*…

-- Entra al castillo – remato lo que ese niño decía, pero… pero ¿Cómo sabe ese lema para atar las agujetas? Ese me lo enseñó mi papá a mí, es algo que él inventó.

-- Sí – se incorpora y me mira sonriente, no comprendo ¿Qué acaba de ocurrir?

-- ¿De dónde sacaste eso que acabas de decir? – le pregunto, no tendría por qué saber el lema del atado de cordones un completo desconocido.

-- Tú me lo enseñaste – me dice de la manera más natural, nuevamente mi ceño se frunce.

-- ¿Bromeas, cierto? Yo nunca te había visto antes de hoy, ¿Cómo te lo pude haber enseñado?

-- Bueno, lo… lo que pasa es que el lema del atado de agujetas me… pues… me – esperaba atentamente su respuesta cuando unas pisadas comenzaron a resonar en la calle, ésta era de piso irregular, solo unas cuantas banquetas y la glorieta de las palomas eran lo único que había sido construido con concreto, lo demás era de tierra junto con piedras salidas del suelo.

 

Sin pensarlo, me posicioné delante de ese chiquillo, cuando me di cuenta de mi impulso ya me interponía entre aquel sujeto que no podía distinguir y el niño desconocido.

-- ¿Quién eres? – pregunté y luego miré hacia donde cubría al chico, él ya se asomaba por encima de mi hombro.

-- Hey… Tranquilo carnalito, disculpa la molestia pero ando buscando a un morrillo que se me perdió, es un flaquito de pelitos medios necios y como de este tamaño – con la mano derecha señaló la estatura de la persona que buscaba.

-- ¿Para qué? – debido a la oscuridad y que por la zona no hay más iluminación que la de algunas casas sigo sin vislumbrar de quien se trata.

-- Es papá – escucho levemente lo que el niño dice, quizás entendí mal, pero creo que dijo papá ¿Será su papá? La voz que habla no se escucha como de una persona mayor.

-- ¿Cómo? – le pregunto para cerciorarme de lo que dijo.

-- ¡Ah! Ahí andas Roger – por estar en la confusión, el tipo se acercó a nosotros y lo pude distinguir, era el hippie ese, aquel que llaman Ramin, el de la fiesta.

-- ¿Sigues enojado? – el chiquillo llamado Roger le pregunta si está molesto a ese sujeto, no sé por qué le preocupa que los demás se enojen con él, debería importarle poco, y más si se trata de alguien como ese chico.

-- No, ya discúlpame, me enchilé un poco, pero ya pasó.

-- Hey, hey… No te acerques tanto – creo que no me había reconocido, porque en cuanto me miró abrió los ojos enormemente y se puso algo ruborizado.

-- Per… dón.

-- Tengo sueño – oigo a Roger, lo miro y es que en verdad, no sé qué edad tenga pero parece un niño.

-- ¿Te lo vas a llevar? – le pregunto con cierta desconfianza.

-- Sí, lo debo cuidar – me dice y desvía la mirada. En estos momentos ni se parece al revoltoso que en la escuela tan conocido es.

-- ¿Te irás con él? – le pregunto al chico quien sonríe feliz de la vida, no lo comprendo, hasta hacía unos minutos se veía triste, ahora se le notaba tan alegre.

-- Sí.

-- De acuerdo. Cuídalo mucho – le digo seriamente al Ramin ese, al igual que él siento, sin saber exactamente la razón, que yo también lo debo cuidar. Ese sujeto me mira y comienzo a sentirme nervioso, desde la fiesta sus ojos me transmiten algo inquietante y que me hace sentir cierto gusto, pero debe ser que tengo sueño, ese hippie no me produce más que desagrado, sí, solo desagrado.

-- Pero ya es nochecita, y como dice mi abuela: el día es compañero, la noche no.

-- Mira, qué curioso eso también lo dice mi mamá – le comento a Roger, así, con esas mismas palabras mi mamá me dice cuando le digo que debo salir después de caída la tarde.

-- Ah, sí – me sonríe mostrando sus dientes – Pues yo creo que debemos acompañarlo a su casa papá… Digo, Ramin – esta vez sí lo escuché y le dijo a ese hippie mugriento papá. Está loco, nadie querría tener un padre como ese y mucho menos me imagino a la pobre persona que se atreviera a tener un hijo con ese tipo, esa persona tendría que estar loca de remate.

-- Pu… pues sí, yo creo que sí, ya… ya es… es tarde – ¿Qué? Miro a ese chiquillo ahora sí se pasó.

-- No es necesario.

-- Por favor, déjanos llevarte, no quiero que algo te pase – Roger se me acerca y me hace una mirada que me parece por demás adorable, como cuando un bebé se acerca y quiere que lo cargues.

-- Es que – me sigue mirando, no quiero que me vean con ese Ramin, van a creer que somos amigos y se burlarán de mí.

-- Por favor, para que llegues seguro – ahora es el susodicho fumador de porros el que me habla, su mirada en intensa, sus ojos se enmarcan con esas cejas pobladas, demasiado pobladas, más que las mías. Por unos momentos lo miro fijamente, no se ve en él una mirada maliciosa o grosera, miro al chiquillo y también espera mi respuesta.

-- De acuerdo – contesto accediendo, sin esperar más comenzamos a caminar, Roger en medio de nosotros, yo a su lado izquierdo y el hippie al derecho…

 

 

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Creo que el cielo me hizo el milagro, mis papás van a mi lado, me recuerda como cuando los domingos íbamos al parque, mi papá me tomaba de una mano y mi pá de otra, a veces muchas personas se nos quedaban mirando, otras a veces le decían cosas feas a mi pá y más de una vez, Ramin, o sea mi papá, nos defendía a mi pá Noé y a mí.

 

Ahora vamos en silencio, ninguno habla, pero bien que noto que Ramin mira de vez en cuando a Noé, como si quisiera preguntarle algo pero no se atreve.  Y no sé por qué pero creo Noé se hace menso, porque se le ven las mejillas rojas y mira a otro lado bastante seguido.

 

-- Gracias – digo feliz en un tono que solo yo escucho, desearía poder sacarles una foto, pero si hace rato dije una burrada, si saco una foto ahora mismo, aparte de que se asustarían porque no saben qué es un iPhone, me matan por andarlos retratando, así que mejor lo evito y solo disfruto de caminar con mis papás, creo que esto va por buen camino, o al menos eso espero, que mis papás se vuelvan a enamorar en esta época…

 

 

 

 

CONTINUARÁ…

 

 

 

 

Notas finales:

¡Gracias por tu lectura!

Quieres leerlo en wattpad pica la liga!!


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