Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Enamorando a mi papás por Charly D

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

 

 

 

-- No te muevas, morro, esto lo soluciono yo – mi papá comenzó a caminar, él es muy protector conmigo y con mi pá, es más, hasta a mí me regañaba cuando desobedecía a mi pá Noé, por eso es que puedo saber que Ramin se puso como león al ver lo que vio.

 

-- ¡Basta Carlos, deja de decir tonterías! – pude escuchar la voz de Noé, se oía como si tuviera ganas de llorar, por desgracia ese tono de voz lo reconozco demasiado bien.

-- ¿No tienes otra cosa que hacer o qué onda? – los dos chicos que peleaban miraron directamente al que los interrumpió.

-- ¿Tú qué quieres? – ese mocosillo que se llama Carlos y que tan mal me cae dejó de lastimar a mi pá y encaró a mi papá, ahora que hago memoria, ellos jamás mencionaron a ese niño, es más ni siquiera en mi época lo he visto, ¿Será que se fue a vivir a otro país o algo así?

-- Pues ya, carnal, deja al amigo en paz, ¿No ves que te dijo que lo dejaras tranquilo? ¿O es que no entiendes castellano? – papá se miraba muy irritado, me da miedo cuando pone esa cara, cuando era niño y me ponía esa cara de enojado, salía corriendo a mi cuarto, luego él entraba y me daba de cosquillas, creo que lo hacía como para disculparse por haberme asustado.

-- Esto no es asunto tuyo, hippioso, vete a tu rincón y deja de fastidiar – con altanería ese chico pesado le habló a Ramin, ¿Pues qué se ha creído este infeliz? Le iré a patear la espinilla para que deje de maltratar a mis jóvenes papás.

-- Prefiero ser un hippioso a ser un chulo pedante y mentecato como tú, cara de huevo – le contestó, ¡Así se hace!

-- ¿Qué me dijiste? – el cara de huevo se mostraba enojado.

-- ¡Ya basta! – gritó mi pá - ¿Se dan cuenta que si el prefecto nos ve nos reportará a todos? Yo no quiero una mancha de esas en mi expediente.

-- Pues este mugroso que se mete donde no lo llaman – con tono muy despectivo y moviendo la cabeza señaló a mi papá.

-- ¿Quieres ver lo que este mugroso le hace a tu cara? Te la pudo ir dejando como huevo estrellado, burguesito.

-- A ver si me dejo, mugroso – esto huele a pelea, juro que si no fuera porque se trata de mi papá comenzaría a grita ¡Pelea, pelea!

-- ¡Ah pues si eso estoy queriendo desde hace rato! – dejó caer su intento de mochila, y digo intento porque es una rara maleta de tela muy desgastada y que seguramente dentro solo tiene una libreta y un lápiz.

-- ¡Qué rápido haces amigos, Noé! Y mira nada más la percha, el mugroso y ese mocoso raro – lo miré con sorpresa, desde hacía rato nadie reparaba en mi presencia, y justo ahora ese Carlos me llamaba raro.

-- Te lo voy a decir una sola vez, cara de huevo, tú te metes con el morrito y te tumbo los dientes de un guamazo – secamente le advirtió a su enemigo, fue una amenaza muy clara y me dio miedo.

-- Ya basta Carlos, ese niño no se está metiendo contigo, no lo metas en problemas – mi pá también entró al quite, me siento muy contento de tenerlos a los dos.

-- Esto no ha acabado, hippie, nos vamos a volver a ver las caras – dijo con seriedad ese chico, luego volvió su cara a mi pá, quien se notaba bastante triste – Y contigo ya no tenemos nada que hablar, se acabó – no entendí a que se refería con eso de se acabó, solo pude notar como Noé suspiró y bajó la cabeza, luego de ello, el cara de huevo entró a la escuela dejándonos a nosotros tres afuera, todos callados, en un silencio muy pronunciado.

 

-- Gracias, aunque no debiste meterte, no era tu problema – con un monocorde tono plagado de tristeza, mi pá dio media vuelta y también se adentró al plantel. Mi papá asintió, con suma calma levantó su mochila, la sacudió un poco para quitarle el exceso de polvo que tenía y mirándome, mientras apretaba los labios, me palmeó ligeramente la espalda.

-- Vamos, ya es tarde – sin más entró detrás de mi pá, creo que los dos se notan muy tristes y en verdad no me gusta verlos así.

 

Yo también iba a entrar a la escuela cuando una inesperada polvareda se levantó haciéndome cubrir mi cara con los brazos para evitar que mis ojos salieran perjudicados, los apreté lo más que pude para que no me entraran basuritas, luego de ello un extraño olor a chocolate muy dulce llegó a mis fosas nasales, sacudiendo un poco mi cabeza y limpiando mi rostro con las manos, comencé a mirar poco a poco, parpadeé rápidamente durante unos segundos para evitar ver borroso, al mirar con claridad pude verla, podía percibir ese aroma, su dulzura reflejada en su angelical semblante se hacía presente en ese aroma que despedía.

 

-- Hola querido Roger – me saludó, su tierna voz me hizo sonreír.   

-- Señora – dije mientras la miraba, desde el momento en el que la conocí me pareció una persona extraña, pero eso sí, muy dulce.

-- Veo que has estado con tus papás – me sonrió, es tan bonita, no me canso de verla.

-- Sí, estaba con ellos, aunque se pusieron muy tristes, no sé qué les pasa, creo que ni en este tiempo se quieren – le comenté mientras bajaba lentamente la cabeza.

-- ¿Crees que ellos no se quieren? – me preguntó y sin mirarla asentí – Tal vez haya cosas que ni tú mismo has logrado percibir en realidad.

-- ¿Cómo? No la entiendo.

-- Gracias a ti los caminos de tus papás ya se cruzaron, el primer y más importante encuentro entre ellos ya se dio, y tú fuiste el responsable de haberlos unido – me dijo y yo me quedé impávido, no lo creía.

-- ¿Cuándo? ¿En verdad yo hice eso? – me señalé con incredulidad, no recuerdo haber hecho algo útil aún.

-- Claro que sí, y tengo que decirte, aunque rompa un poco las reglas, que has encendido la primera llama – me sonrió con mucha alegría – Cuenta la leyenda, que el corazón de los amantes se une gracias a la llama del amor, ésta se forma por tres pequeñas llamas, cuando se encienden las tres, la magia ocurre, y tú ya encendiste en ellos la primera, muy seguramente, pronto se encenderá la segunda.

-- Pero ¿Cuándo será eso? – le pregunté sin dejar de verla, su sola presencia, aunque me deja muchas dudas, me hace sentir una inmensa paz.

-- Quizás pronto – me respondió tranquilamente – Mira, te están buscando – con un ademan señaló hacia la entrada de la escuela.

 

-- ¡Morro! ¿Qué haces aquí afuera todavía? – mi papá me había ido a buscar.

-- Lo que pasa es que me quedé hablando con… – volví mi cuerpo a donde estaba la señora bonita pero ésta ya había desaparecido - ¿Dónde está? – me pregunté mientras miraba a mi alrededor.

-- ¿Con quién hablabas? – no supe que responder, ni caso tenía entrar en detalles de algo que ni yo mismo acababa de comprender.

-- Con nadie, ya debemos entrar o nos perderemos la clase – le dije y entramos a esa escuela que en realidad si es la mía pero es muy, pero muy diferente a como yo la conozco.

 

 

°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

 

Miraba al profesor sin hacerle caso, de repente veía a la ventana, interesándome en lo que ocurría afuera, Carlos ya ni siquiera me miró, al parecer su sentencia de que todo terminó era cierta, todo había terminado. Creo que tiene razón, alguien como yo, con las cosas que siento no es una persona normal, lo natural sería que me volvieran loco las muchachas, como a mis demás compañeros, sin embargo no es así, aunque me he esforzado en que me gusten simplemente no puedo, no sé qué es lo que hay de malo en mí, no sé qué parte de mí es la que me impide ser como los demás chicos, solo sé que aunque mi papá me pide conocer a una novia mía yo no puedo, las chicas y yo no somos compatibles, creo que el mejor castigo para alguien como yo es estar solo y así evitar seguir con estos sentimientos insanos y sucios.

 

Viendo por la ventana, observo como una pequeña y extraña figura se mueve de un lado a otro, corriendo como si se estuviera escondiendo, entrecierro los ojos para saber de quien se trata y justo en ese momento esa personita se tropieza y se cae de boca, me comienzo a sonreír y aguantarme las ganas de soltar una carcajada, puedo ver que se trata de ese niño extraño que he visto con Ramiro, el hippie. Y segundos después de la caída veo precisamente a ese chico corriendo detrás del que se cayó, me parece curioso, la escena se asemeja mucho a la de un papá ayudando a su pequeño hijo que luego de dar sus primeros pasos se fue directo al suelo. Sonrío, en verdad si no fuera porque por edad podrían ser hermanos, pensaría que son padre e hijo.

 

-- Ramin – digo en voz baja mientras miro a ese par que parece discutir – El hippie mugroso que me cae mal, y que me dejó en la puerta de mi casa la otra noche y hoy me defendió… El hippie come hierbas y fuma porros, tal vez no sea tan malo como creía, solo tal vez.

 

Dirijo mi mirada de nueva cuenta al frente, ahí está el profesor hablando de no sé qué tema y a su lado ese pizarrón verde lleno de tiza color blanco. Ah, en la esquina está pegada esa hoja de colores, la fiesta de la prepa, el disfraz anual, cada año quiero ir pero de último momento me retracto, de ir estaría solo, pues Carlos no me acompañaría, él iría con su novia, esa palabra me hace sentir nauseas, pero así es, ese chica es su novia, y yo soñando con un mundo para los dos. En fin, este ciclo tampoco iré, no hay nada bueno de ir a esas cosas y más si no tienes ni con quien ir.

Vuelvo a centrarme en el patio y ahí siguen, ese par discute y a mí solo me da risa, algo en mi corazón se siente, y me llama la atención porque por primera vez siento esto al ver al hippie fuma porros ese, siento ternura al mirarlo.

 

 

°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

 

Luego de que Roger se cayera de bruces, y consolarlo durante unos minutos en los cuales lloraba y discutía conmigo porque creía que se le había roto su… ¿Cómo le dijo? ¿Laifon? Algo así, ahora estamos sentados en una de las bancas con Lucy, mi amiga estaba acompañándonos, no entramos a clases y pues nos quedamos afuera hasta la hora del receso.

 

-- Este niño te ha dado muchos problemas – me dijo mi carnalita mientras miraba a Roger comer un sándwich que le compramos en la cooperativa.

-- Algunos, pero… es extraño esto, siento que es mi deber – le contesté, no lo comprendía del todo, ese niño era prácticamente un desconocido, pero sentía el deber moral de velar por él.

-- ¿Tu deber? – me preguntó para luego mirar al morrito.

-- Sí, no sé, es raro, no lo puedo explicar.

-- Ya veo… ¿Y no será que el morrito te gusta? – me preguntó poniendo esa cara depravada que pone cuando le platico de ciertos ligues.

-- ¡No seas loca! Eso no, ni lo digas – siento un rechazo natural hacia ese chamaco, ni borracho sería una opción para mí, no sé por qué, pero así es, me da asco siquiera pensar en ello.

-- Ay ya, no te enojes – levanta las manos en señal de disculpa – Y ahora que lo he estado observando, ¿Sabes una cosa?

-- ¿Qué?

-- Ese niño come igual que tú, lo primero que hizo fue oler el sándwich, luego le quitó el jitomate, le arrancó las orillas y se lo come empezando por las esquinas, el mismo ritual que tú haces cuando comes emparedados… ¿Le enseñaste?

-- No, de hecho no he comido sándwiches delante de él ¿En serio?

-- Sí, es más, míralo, se sienta sobre su pierna derecha y se balancea de un lado a otro como tú, hasta pareciera tu copia – se carcajeó, pero tiene razón, Roger hace muchas cosas que yo hago, y es curioso porque no tiene mucho que lo conocí, ¿Por qué imitará cosas de mí? Y lo más importante ¿Cuándo las aprendió?

 

Es la hora del receso y veo a Noé, está sentado cerca del árbol ubicado en las jardineras de la entrada. Se ve triste, lo miro unos segundos, noto que su mirada es perdida, ¿Qué es lo que lo preocupará tanto? ¿Qué tendrá inquieto a mi niño?

 

-- Olvídalo Romeo, ese está completamente fuera de tu alcance, en primera porque es un higadito con patitas, segundo porque es un burguesito y un principito como él nunca se fijaría en un vagabundo como tú, y tercero, no creo que sea del bando, así que ve olvidando pensamientos raros, porque ya te vi – me dice Lucy cuando me descubre.

-- Quién sabe, y si ya te diste color no tiene caso que lo oculte, sí, el burguesito me late un buen, y a lo mejor si hay cuentos en los que el principito se baja del trono para mirar a los plebeyos que lo admiran.

-- ¡Infeliz! De tantos que pudiste ver, justo te vas a fijar en ese, en el más pesado de todos lo higaditos del mundo, en el Noé ese.

-- ¿Qué hizo mi pá? – sin esperarlo, Roger se para frente a nosotros y nos deja con la boca abierta al decir ‘pá’ ¿Se lo dijo a Noé?

 

 

°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

 

Mi papá y su amiga hippie me miran, como terminé mi bocadillo me levanté de mi lugar para dar las gracias, como me enseñaron y escuché que hablaban de mi pá, ahora me ven con preocupación.

 

-- ¿Pá? ¿Así dijiste morro? – la muchacha me pregunta. Ahora entiendo, se me escapó.

-- Bueno… lo que pasa, es que… pues… yo me confundo a veces, es que, bueno ya sabes, hay muchos pá en el mundo y pues me confundo – sonrío.

-- Está bien… aunque si la Racco te dio un envoltorio blanco, no lo uses más, afecta el cerebro a veces, te deja bien viajado, así que evítalo, morrito – ¿De qué habla? ¿Cuál envoltorio?

 

-- Ahorita vengo – mi papá se levanta y comienza a caminar alejándose de su amiga y de mí.

-- ¿A dónde vas? – pregunto con preocupación, no me gusta estar solo en lugares de esta época.

-- ¡Ay no! Lo que me temía, el amor los vuelve brutos – la chica se tapa la cara con las manos, ¿El amor los vuelve brutos? Veo hacia dónde camina mi papá, no había visto que mi pá Noé estaba sentado cerca de aquel arbolote, que dicho sea de paso no sabía que existió en mi escuela – Y justo con el burguesito tuvo que caer, ni hablar, al Ramin le gustan las causas perdidas. Yo voy al baño, no quiero ver esto – la muchacha se levanta y se va.

 

Veo que toma asiento junto a mi pá, ¡Mis papás están sentados! ¡Juntos! Saco rápido mi teléfono, como está apagado lo enciendo, espero que cargue, es un alivio que no se le haya partido la pantalla. Hago uso de mis dotes de ninja entrenado, y aprovechando que Lucy se fue al baño me acerco lo más que puedo. Los escucho…

 

-- A veces pasan cosas malas, pero no te preocupes, ya pasará – le dice mi papá.

-- ¿Por qué vienes y me dices estas cosas, Ramiro? Tú y yo no nos llevamos bien, ni siquiera nos dirigíamos la palabra.

-- Bue… bueno… yo… yo siento que… que… – está tartamudeando, mi papá solo tartamudea cuando está nervioso, mi pá me contó que cuando Ramiro le propuso matrimonio tuvo que hablar por él porque el pobre ni podía emitir sonidos de lo nervioso que estaba.

-- ¿Estás bien? – mi papá respira hondo, se posiciona frente a Noé y con cuidado pone sus manos sobre los hombros del chico que aún está sentado.

-- Yo… quiero… quiero decirte… que… que… tú me… me… – ¡Se le va a declarar! ¿En verdad? ¿Esto está pasando? ¿Se le va a declarar en la escuela? ¡Sí!...

 

 

 

CONTINUARÁ...

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por su lectura, si quieres seguir esta novela por wattpad pica la liga

 

 

¡Saludos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).