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Run, princess [NAMJIN] por Peluche

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“Desearía poder ser testigo
De toda tu alegría
Y de todo tu dolor
Pero hasta que mi momento llegue
Diré
Yo, yo, yo
¡Yo hice todo!
Yo fui dueño de cada segundo
Que este mundo pudo darme
He visto tantos lugares
¡Las cosas que hice!
Sí, con cada hueso roto
Les juro que viví”

-I lived, OneRepublic

 

Abrí los ojos de golpe y me senté inmediatamente cuando escuché golpes fuertes al metal de la camioneta. Miré alrededor sin entender nada y con el corazón a mil, pero la risa del señor robusto me hizo relajar los hombros y soltar el aire que había estado conteniendo por la sorpresa. Fue en ese momento en el que noté que la camioneta no estaba en movimiento y que ya el día no estaba tan nublado, sin embargo, el sol no estaba insoportable como siempre.

Lleve mi mano a mi pecho y comencé a calmarme. Ese señor me había dado un susto de muerte. Y eso que me caía tan bien.

-Lo siento, Taehyung, pero ya llegamos- tardé varios segundos en darme cuenta de que cuando decía “Taehyung” se refería a mí, y cuando lo noté, asentí rápidamente varias veces y me fui poniendo de pie. El señor también se dio cuenta de mi confusión y creo que en ese momento notó que ese no era mi nombre, pero no dijo nada al respecto, lo cual me hizo agarrarle agrado al señor otra vez.

-¿Puedo dejar mi mochila arriba mientras tanto?- él asintió.

-¡Claro! Ahora descarguemos las frutas, el mercado a esta hora comienza a llenarse- y tenía razón. No lo había notado antes, pero sí estábamos en un mercado y lleno de gente. Había tanto ruido, gritos, niños, abuelos, puestos, comida y yo no lo había notado.

Eso no fue dormir, eso fue morir por un rato.

-¿Comienza?- dije como una leve sonrisa mientras miraba a toda la gente a mi alrededor. Después de días sin estar en pueblitos, se siente bien llegar y ver a varias personas. En realidad siempre me han gustado los mercados escandalosos donde todos gritan y donde se pasean los autos o las personas en bicicletas.

-No está tan lleno como generalmente lo está. Rápido, muchacho- me bajé de la camioneta y se hizo más evidente el hecho de que el señor me llegaba a los hombros. No soy exactamente bajo y él no es alto.

El señor se subió a donde estaban las cajas y luego me señaló el local que se veía desde afuera un poco escaso de productos. Bueno, no teman, ¡RapMon ha llegado para brindarles las frutas! –Mete las frutas en el fondo, ya luego te daré unas cuantas-

-Está bien- respondí con una sonrisa enorme y así hice. Él me pasaba las cajas y yo las cargaba hasta el interior del local (Que no era tan grande, y estaba desordenado), las dejaba al fondo y luego salía para continuar con mi tarea. Mientras metía las cajas de madera, rompí algunas de alguna manera, así que tuve que ingeniármelas para que todo no saliera rodando por ahí.

No sé cómo se rompen las cosas si solo las tengo en la mano, es casi irreal y siempre me ha pasado. Mi delicadeza es muy parecida a un alambre de púas con vidrios incrustados frotándose contra lija.

No vi en ningún momento a alguien alrededor del lugar y me pareció un poco irresponsable dejar todo aquello desprotegido, pero no era mi asunto. Con confianza, una vez que deje una caja de peras, tomé una y me la llevé a la boca ya que el señor me había dado permiso, pero una voz chillona y estruendosa me hizo dar un brinco y soltar la fruta antes de que tocara mis labios.

-¡LADRÓN!- yo me había intentado proteger con los brazos y había cerrado los ojos por el susto, pero cuando los abrí, casi me echo a reír al ver a una chica de tal vez unos 16 años mirándome con el ceño fruncido y señalándome con su dedo índice.

-¿Qué…?-

-No intentes negarlo ¡Te vi! ¡Ibas a comerte una pera! ¡Te he estado vigilando!- Oh. Así que la tienda no estaba tan abandonada como yo creía. Había una chica joven y furiosa cuidando todo.

La niña era bastante bonita. Tenía labios delgados, cara perfilada, piel blanca y cabello largo y castaño hasta la cintura, aparte de unos ojos que me recordaban a los de un perro. En este caso, un chihuahua furioso –Lo siento, solo que tengo mucha hambre y había pedido permiso para tomarla, pero está bien si no quieres dármela- me agaché, tomé la pera y la puse en la caja otra vez mientras veía como la chica suavizaba su expresión de enojo –Ya está- y me di la vuelta para ir por la siguiente caja, pero sentí un jalón en mi camisa y me voltee rápidamente. Ella me ofreció la pera de nuevo.

-Te la puedes comer- la tomé y le sonreí.

-Gracias-

-¡Muchacho!- escuché afuera y rápidamente me di la vuelta para ir por las cajas que faltaban.

-¡Ya voy!- di un par de mordiscos a la pera antes de continuar. Cuando terminé, el señor me pasó mi mochila, una bolsa con frutas y se bajó de la camioneta.

-¿Estás seguro que estarás bien?- asentí.

-Sí, ya encontraré la forma de ir al siguiente lugar-

-¿Y a donde te diriges?- me encogí de hombros y no pude evitar una risa. Es gracioso no tener una respuesta a una pregunta tan tonta como esa.

-A donde mi alma quiera ir- respondí con un tono dramático que hizo reír al hombre.

-Pues suerte, muchacho. ¿Sabes? Si vas a dar un nombre falso, ten la decencia de fingir que sí es tu nombre real- dijo en tono de broma y moviendo la cabeza de un lado a otro. Ya sabía que sí me había descubierto.

-Lo siento-

-No te preocupes. Cuídate- soltó eso último al ver que ya yo acomodaba mi mochila en mi espalda para seguir mi camino.

-Adiós. Gracias por el viaje y la comida-

-No es nada. Adiós- nos dimos la mano y ya yo iba a marcharme cuando un grito nos llamó la atención a ambos.

-¡Señor Cho!- exclamaba corriendo una muchacha. Se veía joven y se parecía mucho a la niña de adentro del local que ahora estaba afuera mirando a la chica con reproche. No me tomó ni medio minuto en notar que eran hermanas.

-¡Jisoo! Te estaba esperando- exclamó el señor Cho. Que grosero soy, ni sabía cuál era su nombre, pero como ya lo he dicho, los nombres no son importantes para mí. Sin embargo, sé lo que son los modales y no preguntar nombre es muy mal educado tengo que decir.

La chica llegó jadeando hasta donde estábamos nosotros, se apoyó de sus rodillas para recuperar el aliento y luego miró al señor Cho mientras soltaba una risita. Cuando me miró, dejó de sonreír, se paró rígida y luego comenzó a acomodarse el cabello, aunque yo le veía bien así como estaba -¿Este chico es su asistente o algo?- le preguntó al hombre refiriéndose a mí. Él soltó una carcajada.

-Algo así. Solo me ayudó a descargar las cajas en tu tienda, ya se iba-

-Oh- soltó ella y miró el local, luego a mí, luego al local. Repentinamente soltó un chillido y se llevó las manos a la cabeza -¡Oh no! ¡Mira lo desordenado que está todo! ¡Sae Ron! ¡Tenías que ordenar todo mientras llegaba la mercancía!-

-¡Se supone que tenías que estar aquí para ayudarme desde hace media hora!- exclamó la niña que, ahora sé, se llama Sae Ron – ¡Irene te dijo que te encargaras! ¿Qué estuviste haciendo? Aparte del ridículo- Jisoo rodó los ojos.

-Convenciendo a papá de cosas. Como sea, ¿Qué haremos?- repentinamente comenzó a hacer señas a su hermana con los brazos y las manos -¡Entra! Llamaré a mi hermano, aunque probablemente intentará arrancarme la cabeza con una sandía por interrumpirlo en el trabajo- Jisoo sacó su celular de su bolsillo con apuro y rápidamente comenzó a buscar algo en él con desespero, supongo que el número de “su hermano”.

-¡No llames a oppa! Podemos solas, deja de ser tan inútil, Jisoo- la chica le arrebató el celular y Jisoo pataleó un poco para luego mirarnos a mí y al señor Cho. Pareció recordar algo, así que buscó en su bolsa y sacó un fajo de billetes que luego le entregó al señor Cho con una reverencia.

-Gracias por sus servicios-

-De nada, Jisoo ¿Cómo está tu padre?-

-Debe estar en la iglesia a estas horas ¡Ya se!- gritó de repente haciéndonos dar un brinco a mí y al señor Cho. Que chica tan explosiva y escandalosa -¡Ayúdame!- gritó y me costó unos segundos darme cuenta de que me hablaba a mí.

-¿Qué te ayude?-

-¡Sí! ¡Ayúdame!- me tomó del brazo y me arrastró dentro del local mientras el señor Cho comenzaba a reír – ¡Hasta la próxima semana, señor Cho!- gritó Jisoo sin soltarme y yo me dejaba arrastrar por ella.

-¡Hasta la próxima semana, Jisoo! ¡Adiós, muchacho!- y segundos después, el señor Cho se fue en su camioneta. Jisoo volteó a mirarme y se puso un mechón tras la oreja muy lentamente para luego hablarme. Que rara ella.

-Puedes dejar tu mochila allá- me señaló un lugar lleno de trozos de madera suelta y le obedecí. No tenía nada mejor que hacer y era antes de las 10 de la mañana según mi reloj de muñeca -¿Cómo te llamas?- ahí está esa pregunta otra vez.

Me contuve de rodar los ojos y solté el primer nombre que se me ocurrió.

-Min-

-¿Ese es tu nombre?- preguntó parpadeando varias veces y tocándose el cabello con las mejillas sonrojadas. No sé si por la sorpresa o porque algo le entró al ojo.

-Mi apellido- mentí y ella paró de parpadear raro y de tocarse el cabello para mirarme con el ceño fruncido.

-Quiero saber tu nombre-

-Confórmate con llamarme Min. Olvidé mi nombre- dije con una sonrisa y obviamente ella no me creyó, pero no intentó obligarme.

-Bueno, ayúdanos a ordenar las frutas y todo lo demás. Me llamo Kim Jisoo y ella es mi hermanita, Kim Sae Ron. Debiste suponerlo ya- me encogí de hombros.

-No lo hubiera imaginado- respondí sin borrar mi sonrisa y ella rodó los ojos.

-Como sea. Gracias, de todas maneras, Min- dijo ella y luego todos nos pusimos manos a la obra. Yo constantemente hacía preguntas sobre el orden de la tienda y Sae Ron me lo indicaba con paciencia mientras Jisoo casi que ignoraba mi pregunta. Yo era el encargado de llevar cosas pesadas, así que las señoritas eran las que pusieron todo el lugar como un local de frutas y verduras decente.

Ya podía escuchar todo el ruido mientras ordenábamos y las personas no tardaron en comenzar a preguntar el precio y a comprar. Todos se conocían, al parecer, porque las chicas tuvieron que hacer conversación, sobre todo con las personas mayores. Hacía calor y ordenar una tienda de frutas sin ventilación no era tan fácil, pero no me sentía desanimado, de hecho, era divertido porque esas chicas nunca dejaban de pelear y de decirse comentarios irrespetuosos. Sobre todo Sae Ron.

-¡Deja de tropezarme!- exclamó Jisoo repentinamente, haciendo que yo soltara el par de cebollas que tenía en la mano por el sobresalto. Tenía una voz potente y al parecer era amante de las alarmas, porque todos sus gritos eran repentinos. Con un suspiro, me agaché a recoger las cebollas.

-¡Deja de estar en mi camino!-

-¡Pide permiso!-

-¡Quítate antes de que yo pase!-

-¡Eres una mal educada! ¡Soy mayor que tú! ¡Le diré a oppa!-

-¡Dile!-

-¡Aish!- Jisoo alzó las manos por encima de su cabeza, con intenciones de atacar a su hermana, así que exclamé antes de que salieran mechones de cabello volando.

-¡Oigan!- y ambas chicas, que estaban a punto de estrangularse, se quedaron inmóviles y me miraron – ¿Les paso un cuchillo para así facilitar el asesinato?- bromee con una cara seria. No me gusta que los hermanos peleen con puños y estas chicas parecen estar a punto de matarse –No entiendo sus peleas. Jisoo gritó hace rato porque respirabas muy alto. Ténganse un poco de tolerancia- dije esta vez con seriedad y ellas bajaron la cabeza regañadas. En realidad yo no había hablado mucho en todo el rato y me supo un poco feo que la primera frase larga que diga sea para regañarlas –Ahora discúlpense-

-Lo siento, Jisoo- balbuceó en voz baja Sae Ron y gruñí. Ella era menor y no le tenía respeto a Jisoo, así que tenía que regañarla –Jisoo unnie- se corrigió y sonreí, luego miré a Jisoo y ella hizo una mueca antes de rodear a Sae Ron por los hombros con sus brazos. Ambas se sorprendieron por el abrazo, pero yo me sentí de alguna manera orgulloso.

-Lo siento, Sae Ron- dijo ella y ambas se sonrieron para luego seguir con su trabajo.

Se hizo el mediodía y ya no habían más gritos. Bueno, al menos no tan seguido. Seguían peleándose, pero al menos Sae Ron usaba honorarios con Jisoo.

Estábamos terminando de sacar las cajas vacías del local ya que ocupaban espacio innecesario. Un viejo de unos de los locales cercanos nos pidió las cajas, así que entre los tres llevábamos la madera al otro local y eso me dio una que otra oportunidad de curiosear alrededor antes de volver a ayudar a las chicas. En un punto, cuando me sequé el sudor con las manos y me sentí algo mareado por el esfuerzo, les dije que estaba agotado y que iba a comer algo, así que me encargaron el local de frutas mientras iban y terminaban de llevar las cajas.

Me senté en un banquito, tomé la bolsa de frutas que me había dado el señor Cho y comencé a comer con calma, sin atragantarme y masticando lento. Aunque lo que quería en realidad era tragarme todo, pero eso solo terminaría causándome más hambre después y he tenido que aprender a racionar lo que como.

-¿Disculpa?-

Voltee mientras continuaba masticando y paré de hacerlo mientras veía al chico parado en frente del local. ¡Por Dios! ¡Era hermoso! Casi me atraganto con el trozo de manzana al verlo.

Yo, sin mentirles, jamás había visto a una persona con esos rasgos tan delicados, hermosos y varoniles, todo al mismo tiempo. No era solo un chico guapo, era un chico muy muy muy guapo. Era un chico insanamente guapo ¡Simplemente no podía tragármelo!

Cabello castaño, ojos marrones y almendrados, labios gruesos y rosados, una mirada que mostraban curiosidad de un niño detrás de grandes lentes, una piel lisa y ligeramente bronceada, un rostro perfilado, hombros anchos que se notaban a pesar del suéter varias tallas más grande y decolorado por tantas lavadas, contextura un poco delgada, piernas largas con muslos torneados y cubiertos por un pantalón ajustado que tenía varios sitios rotos. Y era guapo con lentes, el cabello desordenado y ropa gastada y vieja. No podía imaginármelo mejor vestido y sin esos lentes de marco grueso que tapaban gran parte de su bonito rostro.

Simplemente me dejó sin aire.

¿Saben ese momento en el que encuentran a alguien que encaja absoluta y perfectamente en todo lo que estaban buscando físicamente en una persona? ¿Qué es tan de su tipo que realmente piensas que posiblemente sea inexistente? ¿Qué posiblemente para algunos no sea tan hermoso como para ti, pero tú, en tu inocente mente crees que es tal vez la persona más perfecta que existe? ¿No han sentido algo así como un dolor en el pecho al ver a algo tan parecido a la perfección según tú? Pues algo así. Y vi una increíble hermosura en aquellos confundidos ojos marrones que me decían que el chico no solo era bello por fuera.

-¿Disculpa?- repitió un poco más alto. Su voz era suave y baja. También un poco nasal.

-¿Ah? ¡Ah!- tragué y me levanté de golpe. Grave error. El local era bastante pequeño, podían caber 3 personas y podían moverse en el interior, pero si eres alto como yo, tienes que moverte con la cabeza gacha ya que el sitio no debía de ocupar más de 1.75 de alto. Así que yo me golpee bastante fuerte la cabeza. Cerré los ojos y comencé a sobarme con bastante fuerza, intentando no caerme de lado y romper todo en el local. Porque soy capaz.

Escuché una leve risita mientras me sobaba y cuando abrí los ojos, mi corazón dio un fuerte latido al ver al chico intentando esconder su sonrisa y casi le doy un manotazo para que me permitiera verlo sonreír. Era casi egoísta tener su sonrisa solo para él.

-¿Estás bien?- me preguntó con una leve sonrisa y sisee al recordar el dolor en mi cabeza.

-Sí, estoy bien… Bueno, no lo sé. Llama a alguien si me desmayo-

-Claro. Tienes suerte, el hospital queda cerca-

-Gracias por tomarlo en cuenta. Por ahora estoy bien- aparte las manos de mi cabeza y peiné torpemente mi cabello del flequillo que me caía en el rostro casi tapando mis ojos. Me había quitado mi gorro hace rato cuando comencé a sudar -¿Qué se te ofrece?-

-¿Quién eres?-

-Min-

-¿Y qué haces aquí?-

-¿Aquí en el local? ¿Aquí en el pueblo? ¿Aquí en la tierra? ¿Aquí en el universo? Son preguntas interesantes que nos tomará horas contestar, pero haré mi mejor esfuerzo-

-Aquí en el local de frutas- respondió ensanchando su sonrisa. Dios, era tan bello.

-Pues vendiendo frutas- me encogí de hombros y él entrecerró los ojos para luego mirar dentro del local, detrás de mí, luego alrededor.

-¿Dónde están Jisoo y Sae Ron?-

-¡Ah! Ellas…- iba a responder, pero la voz de Jisoo me hizo dar un pequeño brinco. El chico no se vió afectado por la atronante voz repentina.

-¡Jin!- Jisoo se acercó corriendo al chico y le besó la mejilla. Sentí una leve decepción cuando pensé que él era su novio por la forma tan confianzuda con la que se trataban, pero me relajé cuando Sae Ron hizo lo mismo. Rápidamente Jisoo me miró con una sonrisa y me di cuenta de que ambos lucían bastante parecidos, el chico y ella -¿Conociste a mi mellizo? Se llama Seokjin- ¡Hermanos! ¡Era tan obvio! ¡Y mellizos! Bueno… Con la vida como la llevo, es estúpido emocionarme, pero me emocioné.

-¿Quién es él?- preguntó Seokjin con un deje de curiosidad y simpatía. Ahora estaba interesado en cómo es que me quedé a cargo de la tienda. Joder, que lindo es.

-Es Min. Bueno, no se llama Min, pero no me quiere decir cómo se llama-

-Te dije que se me olvidó mi nombre- dije con calma y ella me hizo una mueca que no la puso ni un poco fea. Esta es una familia de modelos. Jisoo era muy bella al igual que Sae Ron... Ni que hablar de Seokjin.

-Es mentira, lo sé- miró a Seokjin y luego comenzó a hacerle ojitos. ¿Ella tendrá problemas oculares? Parpadea mucho -¿Me trajiste algo?-

-Sabes que solo vine a traerte el almuerzo- dijo él alzando una bolsa con tres envases dentro que Sae Ron le arrebató inmediatamente. Luego corrió dentro del local con Jisoo gritándole mientras la perseguía. Seokjin fijó sus ojos en mí ambos nos sonreímos por unos momentos –No sabía que había alguien más, pero hay comida extra. Siempre traigo comida extra para Sae Ron, come mucho- negué sin quitar mi sonrisa con hoyuelos.

-No te preocupes. Estaba comiendo un poco de fruta- él entrecerró un poco sus ojos mirándome acusadoramente y me reí. Se veía sospechoso yo comiendo fruta en un local de frutas –La fruta me la regaló el señor Cho- y él relajó su expresión.

-No es comida, y menos para alguien de tu…- hizo un gesto hacia mí con las manos, como abarcando todo mi cuerpo -… Tamaño ¡Sae Ron!- llamó Seokjin, pero su hermana ya se estaba acercando con uno de los envases y palillos para mí.

-Es agradecimiento por ayudarnos hoy- dijo ella y luego volvió al fondo para sentarse a comer con Jisoo.

-Gracias, Sae Ron- le dije y ella respondió con un gesto con la cabeza, luego miré a Seokjin –Gracias a ti también-

-De nada ¿Eres nuevo en el pueblo?-

-Voy de pasada- señalé mi mochila sucia y enorme al fondo y él asintió varias veces con lentitud.

-Eres un mochilero-

-Me gusta más autodenominarme viajero- y él sonrió.

-Qué lindo ser una persona tan libre-

-Sí, supongo. No me quejo-

-Hmh…- de repente su sonrisa desapareció y se quedó mirándome. Parecía estar pensando en algo más y no quise interrumpirlo, solo me quedé mirándole también sin borrar mi sonrisa. Repentinamente estiró su brazo, dio un paso hacia mí y borré mi sonrisa al sentir mi corazón latir un poco más rápido. Él tocó mi mejilla con un dedo y luego hizo un puchero –Quería tocar tu hoyuelo- dijo en una voz bajita y apenada… Y eso me derritió un poquito, así que sonreí para él, para que pueda tocar mis hoyuelos y eso hizo –Me gustan los hoyuelos, son bonitos-

Tú eres bonito.

-¿Estás coqueteando con Min, oppa?- soltó Sae Ron repentinamente y Seokjin apartó sus manos rápidamente para luego mirar a su hermanita, rojo hasta las orejas (y por cierto, acabo de notar el hoyo de una perforación en el lóbulo de su oreja izquierda).

-¡No lo hago!-

-Por cierto, Jin- interrumpió Jisoo con la boca llena – ¿No tienes que volver al trabajo?- Seokjin miró su reloj y luego asintió.

-Nos vemos más tarde, chicas. Le diré a noona para que venga a ayudarlas a guardar todo más tarde-

-¿Tienes trabajo hasta la noche?-

-Sí, hoy tengo mucho que hacer en el restaurante. Adiós, Min. Fue un gusto- me dijo y caminó un par de pasos de espalda, luego se dio la vuelta y comenzó a caminar por la acera hasta que lo perdí de vista. No pude evitar admirar hasta la forma que tiene de caminar mientras se alejaba. Simplemente él era como un príncipe, uno muy delicado.

-Oppa es guapo ¿verdad?- dijo Jisoo llamando mi atención y asentí, primero lentamente, luego con más ánimos.

-Sí, muy guapo- y comencé a comer. Era lo mejor que había probado en mucho tiempo, y no solo porque es comida casera, no, si no porque realmente sabía excelente todo. La carne tierna y la dulzura de unos trozos de zanahoria me acariciaban el paladar y solté varios jadeos de satisfacción al probar esa comida.

-Todos reaccionan así con la comida de oppa- escuché saliendo de mi burbuja y me volví a Jisoo y a Sae Ron, quienes ahora me miraban con una sonrisa en el rostro mientras masticaban.

-¿Esto lo hizo Seokjin?-

-Sí. Está bueno, ¿verdad? Jin es chef. Trabaja en un restaurante cerca de aquí, por si te interesa… Es el único restaurante del pueblo de todas maneras, no hay manera de que te pierdas- dijo con una sonrisa y una mirada llena de picardía. Yo arquee una ceja ante sus intentos de juntarme con su hermano –Acabas de decir que es guapo-

-Lo es. No soy ciego, ni digo mentiras, Jisoo, pero eso no significa que me guste- ella quitó esa mirada y la sonrisa la sustituyó por un puchero.

-Pero si hasta había química entre ustedes mientras hablaban-

-Jisoo- interrumpió de repente Sae Ron con la boca llena, pero aún hablando de todas maneras –es un mochilero, aún si le gustara oppa no se va a quedar- y asentí de acuerdo. Encariñarme con las personas de los lugares a los que llego fue un error que cometí por un tiempo, porque luego me costaba irme y también por eso me metí en varios problemas. Así que Jisoo solo aceptó el hecho, se encogió de hombros y continuó su comida.

Luego de terminar de comer, me despedí de las chicas alegando que tenía que abastecerme antes de irme y ellas se despidieron diciendo que había sido un verdadero gusto conocerme (aunque Jisoo hizo una despedida dramática donde casi suelta lágrimas y francamente quedé muy incómodo). Pasé otro rato en el mercado ayudando ancianos o a personas que veía que necesitaran algo y ellos muy amablemente me regalaron verduras, fruta, monedas, o una simple sonrisa y me sentía muy satisfecho al respecto.

La simpleza de las personas de pueblo es algo que siempre me ha encantado. Son desinteresadamente amables y viven en la más pura de las calmas, lo único negativo es que generalmente no se mueven de estos lugares y yo no podría vivir tan tranquilo en un mismo sitio toda mi vida. Necesitaría en algún momento algo de acción, algo de aventura. Algo que me haga pensar “Dios, estoy vivo”.

¿Para qué nacimos si de todas maneras solo seremos una existencia efímera en este mundo? ¿Para qué nacer si de todas maneras en algún momento vamos a fallecer? ¿Para qué existe el hombre? ¿Para dejar una imborrable huella en el mundo? ¿Ya no lo hicimos contaminándolo y enfermándolo hasta que nuestro planeta ha comenzado a padecer de síntomas de decadencia gracias a esta plaga llamada humanidad? ¿Solo somos compuesto orgánico que viene a cumplir el infinito ciclo de la vida? ¿No es más fácil simplemente sentarse a esperar o ayudar a la muerte a terminar con nuestras existencias? Si los hombres somos seres hechos para morir y solo somos una existencia temporal que en cualquier momento puede ser olvidada, ¿Por qué tengo que quedarme sentado a esperar? No quiero esperar.

Y por fortuna, he vivido así, como si cada día fuera el último. No soy como los demás que me rodean, yo no quise sentarme esperar a morirme, yo quise vivir y si muero, será sin arrepentimientos y sin nada que lamentarme.

Yo no quiero solo vivir, yo quiero sentir que estoy vivo. Sin rencores, sin arrepentimientos, sin dolor y sin riquezas que puedan pudrirme el alma.

Soy solo yo contra el mundo y me encanta vivir así.

***

Aunque ¿Saben? En ese entonces yo no sabía lo hermoso que era compartir mi soledad con alguien más y lo feliz que aquello me haría.

 


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