Born To Die—Lana del Rey.
[No me hagas sentir mal. No me hagas llorar. A veces el amor no es suficiente y el camino se vuelve duro, no sé porque…]
Siempre tuve una familia cálida y de pulcros modales. A lo largo de los años me enseñaron como debía ser mi debido comportamiento, con que gente socializar y cuáles eran las mejores decisiones de mi vida. Y yo seguía todo eso al pie de la letra, todo mi plan de vida ya estaba hecho, yo tan solo continuaba con lo que se estipulaba.
Y pensé que siempre sería así, al menos hasta que le conocí.
A mi madre casi le da un paro cardiaco en cuanto se presento en la puerta de nuestro hogar. Ese día mi curiosidad fue más, así que me acerque a ver por la puerta, junto a mi madre, que entonces estaba estupefacta, plantada en la entrada, poco faltaba para que las moscas entraran por su boca abierta.
—Somos nuevos en el vecindario, espero nos llevemos bien
Como metro ochenta, quizá ochenta y cinco. Moreno y de cabello negro con unos cuantos mechones en rubio cenizo. Sus orejas estaban perforadas y tenía un llamativo Piercing de triangulo negro en su ceja derecha, al igual que en su nariz. Un chico muy llamativo, atractivo, era el que estaba en nuestra puerta, sosteniendo lo que parecía una tarta de manzana.
—Muchas gracias—respondí de inmediato, concentrándome en él—.
—El gusto es nuestro, lo que necesiten estaremos aquí
Interrumpió de inmediato mi madre, saliendo por fin de su trance al ver como intercambiábamos sonrisas y miradas el alto chico y yo. Todo en el captaba la atención, o al menos así me parecía, nunca había estado tan cerca de un chico igual, su brazo izquierdo lleno de tatuajes era lo que más me atraía.
Nunca hable con él, solo de vez en cuando eran saludos casuales, cuando regresaba de compras con mi madre, o que salíamos a leer un poco al jardín y nos lo encontrábamos igualmente afuera, al vivir junto a nosotros, era obvio que nos habíamos topado muchas veces, pero solo sonreíamos.
Los años pasaron y nuestras familias se unieron aún más, incluso nosotros habíamos pasado nuestro límite hace mucho tiempo, quizá cuando recién cumplí mis dieciocho, fue en que empezó “formalmente” aquello.
— ¿Habías estado con chicas antes…?
—Muchísimas—Y no sé porque me molestaba, si yo pregunte aquello—.
—Y…. ¿Chicos…?
—Tú eres el primero… y el único
Y nos fundíamos nuevamente en un beso profundo. Me gustaba cuando me tocaba, cuando me besaba, mordía y lamia. Yo disfrutaba de sus caricias placenteras, entregándome por completo, sin titubeos ni reproches. Solo él y yo. Estaría a su merced cada que me lo pidiera.
—Te amo… enserio te amo…
—Y yo a ti…Pero mi madre jamás aprobara esto. Le daría un infarto si se llega a enterar…
—No tiene porque saberlo…
Y nuevamente me entregaba. Sin pensar en las consecuencias. Siempre nos juntábamos en algún motel barato o en nuestras casas, siempre y cuando no hubiese nadie.
Me gustaba ese chico, y mucho. Era muy diferente a cualquier otro, y de inmediato me recordaba esa fabula de león y la oveja.
Sí bien, mi madre toleraba a los padres del moreno, no estaba tan conforme con él, y me impedía el acercármele demasiado, solo de vez en cuando y siempre que fuese estrictamente necesario.
Si supiera que hemos hecho el amor un montón de veces…
— ¿Y a que se dedicara su hijo? Ya está en la edad, ¿No?—Casi me atraganto con la comida al escuchar como mi madre soltaba sin tapujos aquello—.
—Pues, dejamos que él decida lo que desea hacer, no nos gustaría convertirlo en un robot, puede tomar sus propias decisiones
—Que valentía. Mi pequeño hombrecito se irá a estudiar a Italia el próximo mes, estamos tan emocionados
Sentí su mirada sobre mí, y sabía que estaba molesto porque no le había dicho nada respecto a aquello.
— ¿Enserio?—escuche su voz tan profunda. Sin duda estaba molesto— Me alegro tanto, ojala yo tuviera una oportunidad como esa. Largarme y olvidarme de todos—escupió con algo parecido al rencor—.
[Sigue haciéndome reír, vamos a drogarnos. El camino es largo, continuemos, tratando de divertirnos mientras tanto]
— ¡Y esa no es la mejor parte! Ya hasta tiene prometida, es hora de que sentara cabeza. Está por cumplir los veintiséis, y claro que quiero nietos
— ¿Cómo?—preguntó algo impresionada la mamá del moreno— ¿Ya hasta con boda?
—Sí, es la hija de uno de los arquitectos que trabaja con nosotros, incluso hasta consiguieron una linda casa haya en Italia. Extrañaré a mi pequeño, pero es lo mejor para el
Recuerdo que se levanto, molesto, ya no lo ocultaba. Arrojo los cubiertos con algo de fuerza sobre la mesa, estremeciéndome un poco al escuchar el estrepitoso ruido que provocaron.
—Sí me disculpan
Me levante enseguida, apresurándome para llegar con él. Salí de la casa y corrí con prisa por el jardín, embarrando mis zapatos de lodo. Ni me había dado cuenta de la lluvia que parecía no detenerse enseguida.
— ¡Espera!
— ¿¡Que quieres, vienes a presumirme de tu vida!?
—No… no es eso… escucha…
— ¿Por qué no me dijiste nada…?
— ¿Para qué saberlo? De todas formas no tendríamos futuro…—su semblante nuevamente se endureció—.
— ¿Por qué no?
—Ambos somos chicos, no es natural… mi mamá nunca…
—Y de nuevo tu mamá, ¿¡Que hay de ti, que quieres hacer tú!?
—Yo…
No encontraba las palabras correctas. Claro que quería estar con él, ahora y para siempre. Sin embargo sería un deshonor para mi familia, una desgracia, claro que no podía hacer aquello.
Mis lagrimas se confundían muy bien con gotas de la lluvia que azotaba todo el lugar, hasta parecía sentir nuestra propia tristeza.
—Quédate conmigo… olvídate de los modales, los planes… sé tú mismo… Porque así me gustas…
[Ven y da un paseo por el lado salvaje. Déjame besarte fuerte bajo la lluvia.]
Me olvide de todo y de todos. Solo sus besos húmedos era de lo único que era consciente. Sus manos aferradas a mi delicada cintura, yo lo abrazaba con fuerza del cuello, intercambiando la misma fiereza con la que me besaba.
La lluvia a cada minuto se intensificaba más.
Nos besamos y entregamos nuevamente, bajo la lluvia, tras un árbol, sin percatar nada a nuestro alrededor.
Ahora yo era quien decidía.
No más planes de vida, no quería un compromiso ni un viaje, así fuera el mejor lugar del mundo, me negaba a aceptarlo sino estaba conmigo el amor de mi vida.
Así que le sonreí, seguro de lo que haríamos. Ambos lo deseábamos. La libertad de todo lo que nos atormentaba.
[Escoge tus últimas palabras, esta es la última vez. Porque tú y yo, nacimos para morir]
Ahora era yo quien decidía.
Y decidí arrojarme con él a la fuerte corriente del rio.