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One Night Stand por Aomame

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One night stand

Beso I

Tony estornudó nada más entrar a la empresa. Se sentía ligeramente febril, aunque no estaba seguro de si se debía a esa incipiente gripe que lo había estado acosando los últimos días, o no era más que una consecuencia de dormir desnudo la noche anterior con Steve. Fuese como fuese, estaba contento, con buen ánimo, a pesar de tener la nariz congestionada.

Pepper salió de una junta, parecía bastante ocupada, mientras despachaba a algunos inversionistas y luego, con paso firme y apurado se dirigía a su oficina. Tony le dio alcance justo antes de que entrara.

—¡Pepper!

—¡Oh, Tony! ¿Dónde estuviste? Te estuve llamando toda la mañana, tenías que estar en la junta.

Tony la siguió al interior de la oficina.

—Lo siento, estuve…ocupado—no pudo evitar un media sonrisa.

—No sé qué voy a hacer contigo—Pepper no le prestó atención a su disculpa, y recogió unos folders de su escritorio—. Tenemos otra reunión en diez minutos, me alegra que hayas llegado.

—¿Qué? No, espera, Pepper, necesito hablar contigo.

—¿Sobre qué?—La mujer dio media vuelta y salió de nuevo de la oficina con los documentos en la mano, seguida por Tony.

—Sobre… ¡achú!

—¿Estás resfriado?

—Eso creo—Tony buscó su pañuelo para sonarse la nariz—No debí dormir desnudo—añadió para sí mismo, pero realmente no se arrepentía.

Pepper le dirigió una mirada de desaprobación, pero no se detuvo a esperarlo, así que el castaño tuvo que correr para alcanzarla. Cuando lo hizo, ésta le tendió un folder.

—Esto es lo que trataremos: la concesión para energía limpia. Lo hablamos la semana pasada ¿recuerdas? Bueno, necesito que des uno de tus discursos que tanto hacen reír, son alemanes así que….

—Pepper—Tony la tomó del brazo para detenerla—, está bien. Lo que quieras, pero tengo que hablar contigo, cuanto antes.

Pepper se mordió el labio impaciente.

—¿Sobre qué, Tony? Hoy tengo mi agenda completamente ocupada y si no es algo importante me gustaría que…

—Sobre la boda. Tengo que hablarte sobre eso…

—Bueno, yo también tengo que hablar contigo respecto a eso. Necesitamos establecer una fecha, ya que tengo que  hacer las reservaciones, invitaciones…

—Pepper, es que…

—¡Pero no ahora, Tony! Tenemos esta junta y es importante. Después hablamos. ¿Está bien?

Tony asintió, ella le acarició una mejilla en agradecimiento; y antes de que Tony pudiera siquiera preverlo recibió un beso en los labios, un beso que, si bien no fue largo o demandante, tampoco fue breve. Después de besarlo, Pepper  siguió su camino, dejándolo un poco descolocado. Suspiró y sacudió la cabeza, pensando que le sería más difícil hablar con ella de lo que había pensado. Estaba a punto de seguirla, pero una corazonada le hizo girar el rostro hacia un costado, había sido como una premonición funesta. Y sintió que el alma se le caía a los pies.

Steve estaba ahí, o lo había estado. Vio su inconfundible espalda y su cabello rubio sortear a las personas que iban y venían en la oficina. Inmediatamente, Tony pensó en lo obvio: Steve había visto ese beso y, por supuesto, que había malinterpretado todo. Él había ido a buscarlo, de eso no había duda.

—¡Maldición!—juró en voz alta y tuvo el impulso de salir corriendo tras él, pero antes de ejecutarlo, sintió que tiraban de la manga de su saco.

—¡Tony, es tarde!—Pepper lo miró con desesperación y él no pudo hacer nada más que seguirla al interior de la sala de juntas.

***

—Estuviste muy distraído, Tony.

La junta había terminado, por fin. Tony ignoró el regaño de Pepper y miró su reloj, había estado ahí más de una hora, Steve ya debía de estar muy, muy lejos. Suspiró molesto, pero sobre todo, angustiado. No quería que el malentendido lo alejara de nuevo. Steve era bueno para formarse ideas en la cabeza, tanto o más que él.

Pepper soltó los papeles en su escritorio y  tomó asiento en su silla pesadamente.

—Ah, todo salió bien—suspiró tranquila—. Ahora sí, Tony, ¿querías que habláramos de la boda?

Tony la miró por un instante, como si no la hubiera escuchado. Se sentó frente a ella y entrelazó los dedos sobre la mesa. La mitad de su pensamiento estaba con Steve, la otra, le gritaba para que se concentrara y terminara lo que había ido a hacer.

—¿De qué se trata?—insistió Pepper— Si es sobre la fecha, creo que sería bueno en verano. También me preguntaba si la haríamos aquí o en el extranjero, para evitar paparazis, ¿qué piensas?

—Yo… anoche… No quiero lastimarte, eso es lo primero que quiero que sepas. No ha sido nunca mi intención herirte…

La empresaria levantó la mano para callarlo. Le dirigió una mirada dura y  penetrante.

—Me lo imaginaba—dijo—, que no contestaras el teléfono, que estuvieras “ocupado” y que además, durmieras “desnudo”… ¿Con quién te enredaste, Tony? Eso, si es que sabes su nombre.

Tony la miró de hito en hito. Ella era una mujer inteligente, sin duda alguna y lo conocía muy bien.

—Ok, me atrapaste, dormí con alguien anoche—se sinceró, y ella bufó justamente enojada—. Pero, en primer lugar, quiero que sepas que no me “enredé” con alguien, no hables como si esa persona fuera, no sé…

—¿Una zorra?

—¡Pepper! No, te permitiré que digas eso. Yo elegí. ¿De acuerdo? Hasta puedo decir que lo busque.

—Entonces, la zorra eres tú.

Tony se humedeció los labios. Entendía que ella estuviera molesta, y se adivinaba una potencial erupción volcánica.

—Déjame explicarte—intentó con tono conciliador.

—Te escucho.

—Estoy enamorado—Pepper frunció el ceño—, y no es de ti. Lo siento, pero es así.

—¿Y anoche dormiste con la persona de la que estás enamorado? ¿Es lo que me quieres decir?

—Sí, bueno… no es la primera noche que pasamos juntos.

—¿Entonces, porque me pediste matrimonio? ¡No entiendo nada, Tony!

—Estaba… confundido, triste. Creí que no era correspondido, a decir verdad, aún no estoy seguro de serlo. Además, estaba ebrio. Sólo quería quitarme de la cabeza la sensación de rechazo, quería aferrarme a algo, a alguien que pudiera salvarme, alejarme de ese amor. Pero… es imposible. Le amo, le amo mucho y no, no puedo casarme con nadie más. Lo siento, de verdad, lamento haber complicado tanto esto.

Se podía adivinar el dolor en las pupilas de Pepper, su silencio era revelador. Y Tony no sabía qué hacer, si añadir más, o dejarlo ahí y salir corriendo; arrodillarse y pedir disculpas; no lo sabía.

—¿Quién es?—preguntó al fin ella—Al menos quiero saber, si vale la pena.

Tony respiró profundamente antes de contestar.

—Me lo creas o no—dijo—, se trata de Steve.

Pepper abrió la boca un par de veces, pero no fue hasta el quinto intento que logró articular palabra.

—¿El capitán Rogers?

El ingeniero asintió, ante la perplejidad de quién, hasta hace unos minutos era su prometida.

—Pero es un hombre, ¿cómo es qué…?

—No lo sé. Yo también estoy sorprendido. Tal vez, tenía que ser así, tenía que ser él, por eso nunca pude ser estable en mis relaciones ni me enamoré tanto… ¿Podrías perdonarme?

Ella dudó un poco, de hecho no podía pensar adecuadamente, tenía mucho que asimilar. Se lo dijo pausadamente, intentando poner en orden sus pensamientos. Era una confesión increíble, un duro golpe que no esperaba.

—Necesito tiempo—concluyó—, pero eres libre, Tony, no quiero que estés conmigo por una promesa vacía. La boda se cancela.

***

Aquella tarde, Tony lidió con dos cosas: su resfriado y la búsqueda infructuosa de Steve. Era como si el capitán se hubiera esfumado, no contestaba el teléfono, no estaba en su casa… Tony empezaba a creer o a querer creer que no había estado en la oficina y había sido, más bien, producto de su imaginación.

Sólo le quedaba un lugar al cual ir a buscarlo: SHIELD. Así que, muy a su pesar, se presentó en las oficinas centrales de la organización.  Preguntó en recepción por Steve, pero el Capitán Rogers no tenía una oficina como tal, y no sabían si había tenido que asistir ese día. Eso último enfureció al ingeniero, quién no podía entender cómo es que no estaban enterados quién estaba y quién no dentro de sus instalaciones. Estaba a punto de pedir hablar con Fury, para quejarse y, también, burlarse de su pésima logística cuando escuchó que lo llamaban.

Rhodey estaba saliendo del edificio junto con Bucky, lo que, sin duda, alegró a Tony y le hizo olvidar su enojo anterior.

—¿Qué haces aquí?—preguntó a su amigo, quién no era un miembro oficial de SHIELD.

—Eso debería preguntarte yo—replicó Rhodey—. En mi caso estoy haciendo papeleo, por la última misión, ¿verdad, Barnes?

Bucky asintió con un claro dejo de fastidio.

—¿Has visto a Steve?—a Tony  no le importaba aquella misión, lo único que había querido de ella, era que Steve volviera sano y salvo; y eso ya era un hecho.

—Pues no—dijo Rhodey, pero la pregunta no era para él. La mirada de Tony estaba firmemente fija en el sargento a su lado.

Bucky carraspeó ligeramente incómodo, e intentó evadir esos ojos, antes de contestar.

—En el bar, al menos ahí estaba hace una media hora.

—¿Bar? ¿Qué bar? ¿Está bebiendo?

—Eso se hace en un bar, Stark.

—No, no, quiero decir, que a Steve no le hace efecto el alcohol.

—Pero eso no le impide beber—Bucky se encogió de hombros.

Ciertamente, Tony no tenía tiempo de discutir tonterías.

—¿Dónde está el bar ese?

Bucky le dio las indicaciones. Era el bar al cual los agentes solían ir, así que no estaba lejos. Tony no dijo nada más, ni siquiera se despidió, dio media vuelta y salió como un rayo del edificio.

Rhodey lo miró brevemente antes de dirigirse a Bucky.

—¿Qué pasó?

—Otra de sus estupideces—suspiró el soldado y evidenció su cansancio.

—Tal vez deberíamos decirles la verdad, ya que parecen incapaces de darse cuenta por sí mismos.

Bucky sólo volvió a suspirar.

***

Tony llegó al bar, consciente de que tenía fiebre. Le dolía la garganta,  las orejas las tenía calientes, y tenía cierta somnolencia. Aun así, entró. Estaba dispuesto a encontrar a Steve y decirle  que nada de lo que había visto, era lo que parecía.

Paneó el bar con la mirada en busca del rubio. Tuvo que hacerlo dos veces, porque no confiaba mucho en sus sentidos cuando estaba enfermo. Steve estaba sentado en la barra, nuevamente, era inconfundible su cabello y el ancho de su hombros. El problema era que no estaba solo. Platicaba con alguien, mientras bebía una cerveza. Ese alguien, a quién Tony no pudo identificar hasta que se acercó unos pasos, era Sharon.

La chica sonreía, incluso rio por un breve momento; Tony sintió que aparte del resfriado, le estaba dando dolor de estómago. Pero no importaba, no le importa un carajo. Le arrebataría a Steve en cuanto llegara a la barra, le tomaría de la mano y lo arrastraría fuera del bar. Pero justo cuando estaba por llegar, Sharon acarició la mejilla de Steve y sin más, le besó en los labios. Tony se frenó de inmediato. Una horrible sensación le recorrió el cuerpo, un estremecimiento, que no logró identificar, si era un escalofrió o  un ataque nervioso.

Sabía que esa mujer y Steve habían tenido algo, lo sabía. Y no había dejado de tener celos desde el minuto uno. Tanto así, que cuando supo que habían roto, hizo fiesta. Una fiesta que sólo compartió con Bruce, aunque éste nunca entendió el motivo de ésta. Pensó, plantado en el medio de ese bar, que dónde hubo fuego, cenizas quedaban. Y que él y Steve nunca habían tenido nada, excepto una amistada limitada por sus grandes diferencias; y un par de encuentros sexuales, cuya naturaleza era indescifrable. Hasta esa mañana, había creído que existía una ligera esperanza para su amor no correspondido, pero sólo se había hecho ilusiones.

Giró sobre sus talones y estornudó al hacerlo. Ahora sí, se sabía muy enfermo. Pero se dijo, por dentro, su alma estaba mucho más enferma. Era una tontería, lo había sido desde el comienzo. Enamorarse de Steve, su héroe de la infancia, el amigo de su padre, su compañero de equipo,  su amigo, un hombre, un soldado, un anciano anticuado… Todos los defectos y las imposibilidades encarnadas posibles, las tenía ese hombre.

Empujó la puerta del bar y el aire frío de la noche le hizo sentir, de nueva cuenta, la fiebre que inundaba su cuerpo. Odiaba estar enfermo, odiaba sentirse así, pero odiaba más, amar a Steve. Se detuvo a la orilla de la acera y miró hacia el arroyo, esperando tener suerte y atrapar un maldito taxi que lo llevara a su casa, de la cual no pensaba salir como en un millón de años.

Entonces, pasó lo inimaginable.

—¡Tony!

Escuchó la voz de Steve a sus espaldas. 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado!

Ya casi, no los hago sufrir tanto jaja 

Lo siento, no me pude resistir XD

¡Nos estamos leyendo! 

Continuará...


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