Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

One Night Stand por Aomame

[Reviews - 34]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

One night stand

Simetría

Bruce estaba durmiendo. Después de un agradable día de trabajo productivo y sin Tony rondando a su alrededor preguntándole que hacía, o proponiéndole proyectos descabellados, realmente se sentía lo suficientemente cansado y satisfecho, como para tener dulces sueños. Pero, como siempre, algo tuvo que interrumpir su tranquilidad. El teléfono sonó, y tras cantar un mantra y respirar profundamente para evitar que “el otro chico” asomara su fea y verde cabeza, contestó.

Era Tony. Parecía un poco animado, y por lo tanto, quizás, un poco bebido. Le dijo “Ven Bruce, hay mojitos” y como la oferta parecía tentadora, y además, aquel insistió tanto, terminó por aceptar. Por eso, ahora, se encontraba encaramado a la barra de un bar con un mojito enfrente y con una cuba en proceso, que se llamaba Tony, todavía.

Por segunda vez en la tarde, Bruce arrastró la botella de whisky por la barra lejos de su amigo, pero Tony, por segunda vez en la tarde, estiró el brazo para evitarlo, y tras recuperar su botella, se sirvió un poco más en su vaso que aún no estaba vacío.

—Tony… creo que ya es suficiente.

—¡¿Que dices, Bruce!? Si la noche apenas comienza.

—¿Acaso piensas beber hasta que anochezca?

—Es la mejor hora para beber—Tony rio y le dio un sorbo a su bebida.

—¿Se puede saber qué tienes?

Tony, de pronto, se había puesto melancólico. No quería estar solo, por eso había llamado a Bruce, pero ahora que éste estaba ahí, no podía desahogarse como quería. Cómo explicarle a Bruce que estaba bebiendo porque tenía una decepción amorosa. Sería muy complicado contarle todos los detalles. Así que, mientras buscaba las palabras para ello, bebía una copa tras otra.

***

Sharon dejó el tenedor sobre la servilleta, había dado el último bocado de su comida y ahora quería disfrutar del vino que aún le quedaba en la copa. Sonrió suavemente al tomar la copa y mirar hacia Steve, quién también había terminado.

—¿Desean algún postre?—preguntó el mesero cuando se acercó a recoger los platos.

Sharon negó y bromeó diciendo que estaba guardando la línea. Steve tampoco quiso, pero un pensamiento travieso atravesó su mente. Imaginó que quién estaba frente a él era Tony, más bien, hipotetizó ese escenario. Si hubiera sido él, sí que habría pedido postre, si tenía pan y alguna cobertura dulce, sin duda alguna habría querido. Sonrió ante esa imagen, pero la expresión se le borró cuando recordó que una cosa así, algo así como una cita con el billonario, jamás sucedería. Y bueno, que estuviera ahí con Sharon, tampoco se le podía dar el nombre de “cita”.

—¿Y de qué querías hablarme?—preguntó cuándo el mesero se marchó y ella disfrutaba de un sorbo de vino.

Hasta ese momento, su charla había sido, más bien, trivial. Nada fuera de lo común: trabajo, el clima, el partido de beisbol del fin de semana pasado…

Sharon asintió, dejó la copa sobre la mesa y tomó aire.

—Necesito que me hagas un favor.

***

—El capsicle es un idiota ¿verdad?

—¿El capitán?—Bruce frunció el ceño, no entendía de dónde, de pronto, había salido Steve en la conversación.

—¿Verdad que sí?—Tony giró su copa sobre la barra con desgano.

—No sé a qué te refieres, Tony. Si bien él no es como nosotros… quiero decir, su inteligencia está enfocada en otras cosas, y en esas cosas es muy inteligente. Yo no entiendo mucho de lo que hace. Es un excelente estratega, me atrevería a decir que es el mejor que…

—No, no—Tony lo interrumpió—. No en ese sentido… aunque supongo que yo también lo soy.

Bruce le miró confundido. Le dio un trago a su mojito poniendo a trabajar los engranes de su cerebro con más celeridad.

—¿Te peleaste con el capitán de nuevo?

Tony lo volteó a ver, tardó un poco en enfocarlo, lo que le confirmó a Bruce que tenía que llevarlo a su casa antes de que cayera borracho sobre la barra.

—¿Pelear? Siempre peleamos ¿no es así?

Tony sonrió. Así que era eso. ¿Cómo, siquiera, se le había pasado por la mente que entre ellos podía haber amor? Es decir, era cierto, se la pasaban peleando, siempre discutiendo, siempre contra-argumentando al otro, como si, al no hacerlo, se les fuera la vida.

—Nunca estamos de acuerdo, ¿verdad?

—¿Tony?—Bruce se alarmó cuando vio que los ojos de su amigo se llenaban de lágrimas.

—Nunca… podremos estar en armonía— se sintió triste, porque había entendido que Steve jamás se enamoraría de alguien con el que se pasaba media vida discutiendo. ¿Cómo podría?

Y entonces, ante la atónita mirada de Bruce, se soltó a llorar sobre la barra.

***

Sharon le mostró a Steve un documento. Se trataba de una lista de requisitos para solicitar una beca en el servicio secreto inglés. Era una especie de estancia que permitía un intercambió entre naciones de conocimiento táctico.

—Es un programa muy interesante—dijo Sharon—, me encantaría ir. Sería un gran paso para mi carrera.

Steve asintió.

—Sería como tía Peggy—Sharon sonrió y Steve le correspondió—, ella viajó a Estados Unidos para crecer profesionalmente. Ahora, yo volveré a Inglaterra. ¿Qué opinas? ¿Crees que pueda ser una candidata?

—Claro—Steve le devolvió la hoja—. Tienes todos los requisitos. Es una buena idea, y también es una increíble manera de honrar a Peggy.

Sharon esbozó una amplia sonrisa. Sabía que si nombraba a su tía, tenía un tramo de terreno ganado con el capitán.

—Pero, ¿cuál es el favor que quieres pedirme?

—Ah, eso—Sharon guardó la hoja de papel en su bolso—. Me preguntaba si podias darme una carta de recomendación. Ya sabes, hablando bien de mi trabajo y esas cosas. ¿Sabes? No sólo eres admirado aquí, tienes mucho peso en cualquier ejército, incluso en los de los enemigos.

Steve sonrió nervioso, a pesar del tiempo, seguía sin acostumbrarse a los  cumplidos, y menos a que alabaran su trabajo, o le mitificaran.

—Estoy segura de que con una carta tuya, casi tendría la entrada al programa asegurada.  ¿Podrías?

Steve asintió—No hay problema, pero no haré una petición directa para que te acepten. Eso no estaría bien. Y estoy seguro que bastaría con tu record para ser candidata.

—Gracias, pero tener un poco de ventaja no está del todo mal.

Ella rio. Steve sólo medio sonrió.  Sharon se terminó el vino en su copa. Había observado a Steve durante la comida. Lo había observado siempre.

—Steve—le dijo después de  que éste hubiera pedido la cuenta—, tal vez me vaya.

—Sí.

—Y tal vez, nos veamos hasta después de mucho tiempo.

—Sí, es probable.

—¿No vendrías conmigo?

—¿Para qué?

Sharon calló, suspiró y esbozó una sonrisa lánguida.

—Es una pena—dijo.

—¿El qué?

—Que lo nuestro no funcionara.

Steve suspiró. No le gustaba ese tema. Lo habían intentado, sí, pero para él era demasiado raro. Sharon era la sobrina de Peggy, era como salir con un pariente o algo así. Se sentía antinatural. Así que, simplemente, había dejado de intentar algo que no tenía futuro. Sharon recordaba los motivos que él le dio; los entendía, claro que sí; pero eso no impedía que se sintiera un poco decepcionada.

—¿Sabes, Steve? Crecí escuchado sobre ti por todo el mundo, pero, sobre todo, por mi tía. Te convertiste en el príncipe azul de mis cuentos de hadas; y al conocerte, pensé que, tal vez, podría cumplir el sueño de muchas niñas: amar y ser amadas por su príncipe azul… No fue así.

—Lo siento, Sharon.

—Está bien. No me quejaré. A diferencia de todas las niñas, estuve cerca.

***

—Yo crecí con él—balbuceó Tony en medio de su llanto—. Es mi héroe de la infancia. Papá hablaba de él todo el tiempo. Hasta me compró un muñeco de peluche del Capitán América cuando nací.  Mamá me dijo, que cuando me lo quitaban de la cuna, yo lloraba. ¿Y sabes? Aun lo tengo, está bien guardado para que no me tomen el pelo, junto con mi colección de comics… que seguramente es mejor que la Coulson.

Bruce intentó calmar a Tony, hasta le pidió otra botella de whisky, para ver si así podía sobornarlo. Pero no parecía dar mucho resultado. Sin embargo, al mismo tiempo,  sentía una especie de candidez, él también había crecido con la leyenda del Capitán, ¿no fue que por intentar recrear el suero del super soldado, que había terminado verde y enorme? Pero, también, era interesante y hasta tierno escuchar ese tipo de cosas del gran Tony Stark.

—Quería que mi héroe me quisiera como yo lo quería… Pero, nos la pasamos peleando…  

—Oye, no es tan malo.

—¡Claro que es malo! ¡Tal vez, me odia!

—No, no, mira. Ustedes son diferentes, sí. Y siempre discuten.  Sí, son polos apuestos. Pero eso está bien. ¿Sabes, por qué?

—No, ¿por qué?—Tony levantó la cabeza y fijó sus ojos enrojecidos en su amigo.

—Porque se complementan. Ustedes le dan equilibrio al equipo, juntos nos llevan a buen puerto, precisamente por eso. Si uno de ustedes faltara, y lo tenemos más que comprobado, todos nos caemos. Los necesitamos, y los necesitamos juntos.

Tony se limpió los mocos con la manga de su chaqueta, esas palabras lo habían tranquilizado, es más, hasta le habían gustado.

—¿De verdad crees que nos complementamos?

—Sí, por supuesto. Ustedes funcionan bien, juntos—Tony sonrió y aceptó de buena gana la botella nueva— Eh, Tony, creo que deberías parar y volver a casa.

—No, no, ahora, quiero brindar—levantó la copa, feliz  de pensar que se complementaban. Pensó que podía llamarlo y decirle “Cap, somos el uno para el otro, ¿entiendes? Así que seamos una pareja”. Pero en ese momento, recordó dónde y con quien estaba Steve—Bruce… llámalo.

—¿Qué?

—Llama a Steve, anda, llámalo.

—¿Para qué?

—Necesito saber dónde está, llámale y pregúntale

—No creo que deba molestar al capitán…

—¡Llámale!—Tony le tomó de la chaqueta y lo zarandeó, como un niño encaprichado.

Bruce tuvo que recitar otro mantra en su mente para no explotar ahí mismo.

—Está bien, está bien, pero si lo hago ¿nos vamos a casa?—Tony asintió—¿Lo prometes?

—Sí, lo prometo y que conste que los borrachos no mentimos.

***

Sharon bajó de la moto y le regresó el casco a Steve.

—Gracias por traerme.

—No hay de qué.

La chica se acercó y le besó suavemente la mejilla, antes de dirigirse a su edificio. Steve esperó a que entrara, para poner en marcha su motocicleta.

No escuchó el teléfono, por eso mismo. Así que no fue hasta que regresó a su casa, y se sentó por unos breves momentos junto a Bucky a ver la televisión, que revisó el aparato y descubrió unas cuantas llamadas perdidas de Bruce.

Cuando regresó la llamada, el científico le contestó un poco irritado. Para no tentar a la suerte, Steve se limitó a preguntar si todo estaba bien; cuando Bruce le contestó cortante que sí, y que quería dormir, colgó.

***

Como se lo prometió a Bruce, Tony se había dejado arrastrar por éste a su casa. Dónde lo había dejado, supuestamente, dormido en el sofá. Pero en cuanto se quedó sólo, se dirigió al bar para saquear las botellas de whisky.

Steve no había contestado. Steve debía estar ocupado. Ergo, Steve estaba con aquella mujer. Bebió sentado en la alfombra, se sabía un poco patético, pero no le importaba. Si estaba con esa mujer, entonces, estaba borrando de su mente y cuerpo, la noche pasada. Lo estaba olvidando con esa mujer.

Mientras pensaba eso y se bebía de un trago el contenido de su copa, alguien encendió la luz de la sala. Levantó la cabeza, y vio a Pepper de pie, casi frente a él.

—Tony, ¿pero qué haces?

—Pepper, volviste.

La mujer asintió, atravesó la sala y recogió un folder que estaba en una mesa.

—Sólo vine por unos papeles, no he venido a interrumpir nuestro “tiempo para reflexionar”.

Tony la miró obnubilado. Pensó que Steve estaba en quién sabe dónde, olvidando su única noche juntos, ¿por qué no hacer lo mismo? ¿Por qué no volver a ser quién era antes?

—Yo debería hacer lo mismo—pensó en voz alta.

—¿Lo mismo de qué?—preguntó Pepper mientras revisaba los documentos y comprobaba que todo estaba ahí. No esperó respuesta, se acercó a Tony y le tocó la frente—¿Por qué estás borracho? Desde que el capitán habló contigo, habías moderado tu manera de tomar. ¿Pasó algo?

Tony le sujetó la mano, pero no dijo nada. Seguía pensando, pensado y pensando. Tenía que dejar atrás el episodio de Steve, tenía qué…

—¿Acaso me extrañaste?—Pepper rio, por lo que considero una broma, aunque, ciertamente, guardaba cierta esperanza de que así fuera.

—Pepper—Tony apretó su mano y la miró, aún sentado en la alfombra.

—Dime, Tony.

—Cásate conmigo. 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado. 

 

Como que se me rompió el kokoro (??) 

 

Hasta la próxima!

Continuará...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).