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One Night Stand por Aomame

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One nigth stand


Vacío

Natasha abrió la puerta de la habitación de Steve sin haber tocado antes. Prefería que fuera así. De otra manera, tal vez, Steve le hubiera dicho que no quería hablar y no le habría abierto la puerta.  Bucky se quedó en la sala, esperando. En ese momento, pensó, Steve necesitaba la sensibilidad femenina, y no su forma burda y descuidada de darle consejos. Tal vez, Steve no necesitaba consejos.

Steve estaba de pie, mirando tras la ventana. Escuchó que su puerta se abría, pero no se giró para mirar al intruso. Natasha se acercó a él en silencio, y así en silencio miró con él a través de la ventana. Unos segundos después, intercambiaron miradas.

—No estás bien—dijo ella.

La respuesta de Steve fue sencilla, dio un paso hacia ella y la abrazó. Natasha adivinó el movimiento, así que sin dudarlo abrió los brazos para estrecharlo con fuerza.

***

Rhodey  y Tony decidieron cambiar de escenario. Tony había hablado con Pepper e intercambió su cita para comer por una cena. Eso le daba tiempo para discutir con su amigo lo que podía hacer para deshacer ese descuidado y recién adquirido compromiso.

Se encontraban en un pequeño restaurante, en una esquina del mismo, alejados de posibles orejas indiscretas.

—La ventaja es que te acabas de echar la soga al cuello—dijo Rhodey no sin cierto tono de burla en su voz—, aun puedes quitártela.

—¿Cómo?—Tony lo miró ceñudo, para eso había ido a hablar con él, para encontrar una luz en la oscuridad.

—Habla con ella, Tony—eso es lo más simple—La otra es que te atrape en una infidelidad. Estoy seguro de que ya no querría casarse contigo. Aunque también sería un escándalo. Y me atrevería a decir que te acabas de castrar para el resto del mundo.

—¿De qué carajos estás hablando?

—¿Tienes ganas de acostare con alguien más que no sea el capitán Rogers?

Tony frunció el ceño. No, no tenía ganas. Sólo había pasado un día desde ese encuentro, y no, aún no podía quitarse algunas sensaciones de la piel. Tal vez, su amigo tenía razón, tal vez, Steve tenía unas feromonas especiales que lo volvían a él, incapaz de sentir atracción por alguien más.

—De todas formas esa última opción no es opción—se defendió—, te dije que no quería romperle el corazón.

—Entonces, sé sincero con ella y dile la verdad.

—Pero quedaré como un estúpido; no es como si tuviera una relación con Steve… o… vaya a tenerla.

Sus propias palabras le dolieron. Se encogió en sí mismo y decidió, mejor que nada, apurar su carne y su puré de papas, antes de que el hambre se le quitara. Rhodey meneó la cabeza suavemente. No podía creer que Tony no hubiera podido decirle al capitán acerca de sus sentimientos. Nunca antes había tenido problemas para eso. Tony Stark era lo suficientemente ególatra como para anteponer sus sentimientos por encima de los de los demás. Al menos, así era, antes de Steve.

En ese momento Rhodey vio el rostro de su amigo en una de las pantallas de televisión del restaurante, se extrañó y pinchó el brazo de Tony para que girara el rostro y se viera. Había muchas voces en el establecimiento, pero lograron captar la esencia de la noticia que daban: El anuncio de la boda del magnate y la directora general de su Empresa.

Tony sintió como la sangre se drenaba de su rostro. Se sabía pálido, se sentía frío como un hielo. Aterrorizado. El hambre se le fue de golpe. ¿Por qué? ¿Por qué, Pepper había mandado ese comunicado de prensa, y sin decirle nada? ¿Por qué? Y si lo estaban dando en todos los malditos noticieros del país…

—Steve—dijo en un murmullo, volteando a ver a su, también, sorprendido amigo—, ¿lo habrá visto?

Rhodey le miró, sintió un sudor frío en la frente. Temía decirle a Tony que aquello era más que probable. Y temió más al ver como las pupilas de su amigo mostraban más miedo que las suyas.

—Tony…

—Ja, ja, ja

Rhodey frunció el ceño, la carcajada de Tony sólo lo hizo preocuparse más.

***

—Está bien si quieres llorar, Steve—Nat la acarició la espalda cariñosamente. Ambos estaban sentados al borde de la cama. Hablaban con tranquilidad. Aunque era palpable la desazón  que reinaba en el espíritu del capitán.

Steve negó, pero se limpió un par de lágrimas traidoras y suspiró profundamente.

—No debería—dijo—es algo que ya sabía. Tarde o temprano…

—Steve, mira…

—Nat, lo nuestro, lo de Tony y lo mío, fue cosa de una noche. Nada más. Él lo planteó así desde el principio. ¿Qué derecho tengo yo de esperar algo más? Eso lo tengo claro, y sólo… sólo debo conformarme con ello.

Nat se mordió el labio inferior, sin saber que decirle.

—Si él está feliz así, es suficiente para mí. Al final de cuentas, lo que quiero es que él sea feliz. Si él quiere a Pepper, si la experiencia que tuvo conmigo, le hizo darse cuenta que quería volver y casarse con ella, entonces está bien.

—Pero que hay de ti.

—No hay nada. No importa. Aun si me duele, sé que no se puede forzar a nadie a amar. Dejarle ser feliz, no importunarle con mis estupideces, es lo único que puedo hacer. Lo entiendo y lo acepto. Es por ello que sé, que lo amo.

Natasha pasó su mano cariñosamente por el corto pelo de su amigo. De pronto, quería llorar también, y eso que, según ella, sería quién lo consolaría.

—¿Sabes?— le dijo— Una vez más, compruebo que los hombres de los 40’s son los mejores.

Steve sonrió ligeramente ante el comentario.

—Oye, no le digas a Bucky, ¿sí? Pero estoy segura de que en otro universo, yo te amaría hasta la locura. Vamos, hasta me casaría contigo—continuó Nat, Steve sonrió un poco más. Nat estaba haciendo un buen trabajo liberando un poco la tensión—. Él, Tony, sería muy afortunado de tenerte… quiero decir, es afortunado por tenerte, Steve. Pero ahora, tienes que pensar en ti. ¿De acuerdo?

Steve suspiró.

—Necesito alejarme un poco—Nat asintió—.  ¿Qué decían sobre unas vacaciones?

***

Rhodey vio con impotencia y angustia como Tony se destornillaba de risa. Se dio cuenta que no era más que una risa de desesperación. La risa de alguien que se siente desahuciado, al borde del colapso nervioso.

—Tony—le sujetó la muñeca—, Tony, tal vez aún no lo ha visto, tal vez puedas arreglarlo antes de que se entere. Cálmate.

Tony negó, y siguió riendo, atrayendo la mirada de unos cuantos comensales a su alrededor. Rio, hasta que, poco a poco, las carcajadas se transformaron en sollozos. Hasta que su sonrisa se eclipsó y lloró sobre la mesa con el rostro oculto en los brazos.

—No lloro por eso—alcanzó a decir ahogadamente—, sino porque sé, que a él no le importará.

***

Pepper miró su reloj de pulsera por tercera vez, y pidió una copa más de vino. Tony llegaba tarde. Si tardaba diez minutos más, le llamaría.

No fue necesario, minutos después de que le llevaran la copa de vino, lo vio acercarse sorteando las mesas a su alrededor. Pepper torció un poco la boca cuando se dio cuenta que éste vestía de la manera más casual del mundo. Parecía recién salido de su taller, con esos jeans, esa playera vieja y tenis. Se dijo que, quizás y era justo eso lo que lo había retrasado; Tony tenía la mala costumbre de perder la noción del tiempo cuando estaba en su taller. Le daba crédito por haber ido, pero estaba segura de que sólo lo habían dejado entrar a ese lujoso restaurante porque era Tony Stark, de otra manera le habrían cerrado las puertas en la nariz.

Tony se sentó frente a ella sin decir nada, sin siquiera saludarla. Al igual que ella, pidió una copa de vino, y también la carta. Pepper se extrañó de esa frialdad, pero no dijo nada, hasta que los platillos estuvieron frente a ellos y los meseros los habían dejado en paz.

—¿Está todo bien, Tony?

Éste levantó la vista y asintió. Para ese momento, había superado a Pepper en copas de vino bebidas, y sólo había comenzado. Cuando pidió, mejor, una botella y se la terminó, pero sólo había picado su platillo, Pepper se limpió la comisura de los labios con la servilleta y  miró a su prometido con severidad.

—Tony, ¿qué te pasa?

—Nada

—Tony…

Él le miró fijamente con los ojos y nariz enrojecidos. Para ella, Tony había bebido mucho; para sí mismo, había llorado demasiado, horas antes.

—¿Por qué?—le preguntó— ¿Por qué enviaste ese comunicado de prensa? No tenemos ni 24 horas, comprometidos, ¿por qué? ¿Por qué no me dijiste?

—Ah, sabía que podías molestarte.

—¡¿Entonces, por qué lo hiciste?!—Tony dejó caer el tenedor sobre el plato haciendo que éste tintineara estruendosamente.

Pepper respiró profundo antes de contestar.

—Sólo pensé que era mejor hacerlo cuanto antes.

—¿Por qué?

—Porque eres capaz de arrepentirte. Tú nunca tomas en serio las relaciones interpersonales. Para ti, siempre ha bastado una noche. Pero parecías tan serio anoche, que estaba muy feliz por ello. Así que lo hice sin darme cuenta. Lo siento, Tony, sé que fue apresurado, pero necesitaba gritarlo.

Tony la miró, por unos instantes, fijamente; aunque no parecía estarla mirando realmente.

Pensó: “¿es así como me ven todos? ¿Cómo alguien que no toma en serio nada, al que le basta una noche? ¿Cómo alguien que desecha a las personas con las que está? ¿Era así? No los culpaba, él sabía que esa era la imagen que proyectaba. Ahora entendía. Tal vez, Steve por eso tampoco se tomó en serio la noche que pasaron juntos. No había necesidad de ello, porque Tony prefiere las relaciones de una noche.

—Disculpa—dijo, y se levantó de su asiento—, tengo que… hacer algo urgentemente.

Salió del restaurante, no sin antes decirle al mesero que todo lo cargaran a su cuenta. Tomó un taxi, porque estaba lo suficientemente bebido como para no ser capaz de manejar y, por más temerario que fuera, quería llegar vivo.

 Se detuvo ante aquella puerta, sólo había ido ahí un par de veces. Es más, nunca había cruzado la puerta de lo rápidas  y precisas que habían sido sus visitas. Tocó. Se tambaleó; se sintió mareado por el vino, pero también, por los nervios que le quemaban la boca del estómago.

La puerta se abrió.

—Steve…— murmuró. 

Notas finales:

wola! Espero que les haya gustado!

Han sido semanas pesadas, pero estoy de vuelta. 

Nos estamos leyendo!

Hasta la próxima!

Continuará...


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