One night stand
Paralelismo
No había insertado la llave en la cerradura, cuando la puerta se abrió. Natasha lo miró desde el umbral de la puerta y le sonrió nerviosamente.
—Buenos días, Steve.
—Buenos días, Nat—Steve correspondió la sonrisa, aunque, en su caso, la sonrisa fue más bien picara.
La chica le dio un suave golpe en el hombro con el puño, y pasó a su lado riendo.
—Usted no vio nada, capitán—le dijo al comenzar a bajar las escaleras.
No se atrevió a voltear a verlo, pero Steve adivinó el sonrojo en sus mejillas. Sonrió y meneó la cabeza antes de entrar por la puerta, que, su amiga, había dejado abierta para él. Adentro, con el pelo despeinado y aún en bata de dormir, Bucky lo saludó con un bostezo.
—¿Tuviste buena noche, Buck?—le preguntó con un tono divertido en su voz.
Bucky sonrió y se rascó la nuca perezosamente.
—Lo evidente no se pregunta, mi hermano.
Steve sonrió de medio lado, se quitó la chaqueta y la aventó al sofá más cercano. Sin decir nada más, se dirigió al baño, al tiempo que se arremangaba los puños de la camisa. Bucky lo observó en silencio, medio dormido y todo, se dio cuenta de que algo pasaba con su mejor amigo.
—¿Y tú?—preguntó, mientras se dejaba caer en el sofá, a lo lejos, escuchó el correr del agua de grifo del baño—¿Pasaste buena noche?
Steve no respondió.
—Anoche desapareciste, ¿a dónde te fuiste? Sam me dijo que Stark quería hablar contigo, y tampoco te volvió a ver.
Steve salió del baño y miró a su amigo debajo del marco de éste, mientras se secaba las manos con una toalla. Su mirada era de esas que dicen mucho y Bucky conocía muy bien las miradas de Steve, tanto como éste conocía las suyas.
—¿Pasó algo con Stark? —Su rostro se iluminó con picardía— ¿Pasó algo, verdad?
Steve suspiró pesadamente, aventó la toalla al interior del baño, y después, casi arrastrando los pies, tomó asiento en el sofá frente a su amigo. No quería hablar de ello, pero sabía que tenía que hacerlo, incluso para su propia paz mental. Porque en ese momento, y durante todo el trayecto de la casa de Tony a la suya, estaba comiéndose el cerebro.
—Lo evidente no se pregunta—respondió.
—No era tan evidente—Bucky rio—. ¡Qué rápidos son! Mira que nada más confesarse y a la cama… ¿no es genial?—se estiró para palmearle el brazo con complicidad—. Yo tardé meses en que Natasha quisiera siquiera cenar conmigo. Pero, bueno, no hablamos de mí. ¿Estás contento? Ya puedes dejar de sentirte angustiado por… ¿Steve?
Steve no había respondido de ninguna manera ante las palabras de Bucky, permaneció, por el contrario, quieto, con la mirada en sus manos entrelazadas.
—¿Steve? ¿Está todo bien?
—No es como imaginas.
***
—¡Auch!
Tony aventó el desarmador sobre la mesa, se le había zafado y la punta de la herramienta le había hecho una pequeña, pero dolorosa herida en el dedo. Lanzó un juramento al aire antes de llevarse la herida a la boca y calmar el escozor con su saliva.
Estaba la mar de distraído esa mañana. Después de su solitario despertar, ya no había podido conciliar el sueño, por ello decidió levantarse y trabajar por unas horas. Pero, por más que lo intentaba, nada le salía bien. Su mente divagaba, lo regresaba a la noche pasada y le mostraba escenas que ya no quería ver; porque enseguida sentía una puñalada en su estómago, un vacío que se esparcía hasta su pecho.
—¡Maldito, Cap!—exclamó y se miró el dedo herido—¡Te odio, te odio!
Pateó una caja que tenía a un lado, era una caja con pesadas piezas metálicas, así que consiguió que le dolieran los dedos del pie. Lanzó otro improperio, mientras daba pequeños saltitos de dolor.
—¿Una mala mañana, Tony?
Rhodey se asomó a su taller y sonrió divertido ante la escena que presenciaba. Tony dejó de saltar, y adoptó una pose de indiferencia.
—¿Qué haces aquí?
—Vaya manera de recibir a un amigo.
—Bueno, como puedes ver, no estoy para visitas.
Rhodey sonrió, ignoró el mal humor de su amigo y entró dispuesto a buscar un asiento. No es que fuera normal en él, pero, por primera vez en su vida, sentía la necesidad imperiosa de enterarse de un chisme. Cuando encontró un banco, se acomodó en él, cruzó los brazos y sonrió con cierto deje de complicidad.
—¿Y cómo te fue? ¿Se lo dijiste?
Tony suspiró, y fingió que regresaba al trabajo.
—Hey, ¿qué te dijo? Supongo que algo favorable, porque ninguno de los dos volvió a la fiesta. ¿Qué hicieron?
—¿Tú que crees?—Tony contestó con hosquedad, pero Rhodey no lo notó y echó a reír.
—¡Es genial! Aunque no te negaré que me sorprende un poco, que el capitán correspondiera tus sentimientos…
—No lo hace.
—¿Eh?—la sonrisa de Rhodey se apagó un poco— ¿Pero no hicieron el amor anoche?
—Tuvimos sexo—Tony lo corrigió y giró el rostro para mirarle.
Rhodey frunció el ceño y guardó silencio unos minutos antes de formular su siguiente pregunta.
—Entonces, le dijiste como te sentías, pero él no…
—No se lo dije.
—¿Qué? ¿Por qué?
***
Bucky no acababa de entender que había pasado ahí. Steve decía que había pasado la noche con Tony, y “pasar la noche” no era más que una manera suave de decir que habían tenido relaciones sexuales. Pero, a pesar de ello, su amigo, lucía tan desesperanzado como si le hubieran dicho que le quedaban pocos días de vida. Había sido el genio quién lo propuso, pero ¿por qué?
—Tenía curiosidad. Le llamó “experiencia”—explicó Steve—. Dijo que no confiaba en nadie más para ello. Y, supongo, que también quiso hacerme el favor de quitarme la virginidad.
Bucky rio.
—¡Virgen tú, ja, ja, ja! Tú y yo no somos vírgenes, desde ¿qué? ¿Los catorce? Aun me acuerdo cuando mi padre nos llevó a ese lugar y…
—Sí, Bucky, pero no le dije nada de eso. Además, ese tipo de iniciaciones ya no se utilizan, o al menos no están aceptadas, y tal vez se habría desconcertado y hecho alguna broma al respecto.
Bucky le concedió eso y se encogió de hombros. Él no le veía mucho problema al asunto.
—Pues me suena que sólo buscaba un pretexto.
Steve negó—No, incluso me dijo que si lo necesitaba, imaginara que estaba con Peggy. Eso significa que, mientras pudiera hacerlo, lo demás no le importaba.
Bucky se acarició el mentón pensativamente.
—Es no suena muy lindo. ¿Por qué aceptaste, entonces, Steve?
—Porque, pensé, que quería abrazarlo, besarlo, quería saber que se sentía hacerlo con él. Y pensé que era una oportunidad que no volvería a tener. Acepté por eso.
—¿Y qué tal? ¿Se sintió bien?
Steve le miró y no pudo evitar que el recuerdo dibujara una sonrisa en su rostro. Sí, se había sentido bien, muy bien.
—Perdí la cabeza…—dijo.
—¿Pero…?
—Me siento mal, ahora. Siento que me aproveche de Tony y no, no me agrada.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Porque usé su curiosidad, para satisfacer mis deseos, unos deseos mucho más profundos. Es… no sé…—guardó silencio un momento—. Mis intenciones eran diferentes a las suyas, menos claras.
***
Rhodey se sabía sonrojado, era una suerte para él que no se le notara tanto. Estaba sorprendido con la cantidad de detalles que su amigo le compartía sobre su noche especial con el capitán. No quiso pararlo, pero tuvo que hacerlo, al notar algo en él.
—Espera, Tony. Pero si se sintió tan “fantástico”—un adjetivo usado por Tony— y todo eso, dime, entonces, ¿por qué luces tan triste?
—Porque pensé que sería suficiente, Rhodey. Que una noche bastaba. Que podía dejar de pensar en él, porque, no sé, quizás era un capricho mío. En cuanto lo hiciera con él, terminaría.
—¿Terminaría qué?
—Pues, mis pensamientos sobre él, mis deseos; toda la ansiedad que me causaba tenerlo cerca, creí que desaparecería; que quedaría satisfecho. Pero no, no lo fue. Se siente tan vacío.
—Tony, creo que debes decirle cómo te sientes.
Tony negó vigorosamente. No, jamás. No se lo diría. Eso sería peor. Mucho peor.
—No lo soportaré.
—¿El qué? No tienes idea de lo que él siente, Tony, pero aceptó dormir contigo por alguna razón.
—Porque no ha tenido sexo en mucho tiempo. Si yo fuera él, también, aceptaría cualquier oferta.
Rhodey rodó los ojos.
—Debes decírselo.
—No. No lo soportaré. No soportaré que me rechace.
***
—Bueno—Bucky subió los pies al sofá y se acomodó, dispuesto a echar otra cabeceada—, opino que deberías decirle.
—¿Decirle qué?—Steve suspiró, se abstuvo de decirle que baja los pies.
—Pues que te gusta y todas esas cosas.
Steve negó. Estaba seguro de que aquello sólo volvería a las cosas más difíciles. De por sí, ya auguraba que habría bastante tensión entre ellos cuando se volvieran a ver. Después de todo, él lo había disfrutado, pero ¿y Tony? Es decir, parecía que sí, pero de eso no podía estar seguro.
—Piénsalo así, Steve, él te propuso dormir con él. Así que debes atraerle de alguna manera, debes gustarle. Porque no imagino que Tony Stark duerma con alguien que no le gusta.
—¿Tú crees?
—Seh—Bucky lo miró de reojo, al menos, ahora, Steve parecía un poco más animado, aunque pensativo—. Cambiando de tema—dijo cerrando los ojos dispuesto a dormir un rato más—, Fury llamó, dijo que quería hablar contigo y que no contestabas el teléfono celular… en fin, quiere que te reúnas con él, para no sé qué, a medio día.
Steve frunció el ceño y miró el reloj de pared.
—Hubieras empezado por ahí—le dijo, al ponerse de pie. Tenía poco tiempo para ducharse y cambiarse; odia llagar tarde.
—Por cierto, Steve—Bucky volvió a abrir un ojo—, me parece que también irá Stark. Qué bien ¿no? Podrás hablar con él.
Steve no le dijo nada, pero le dirigió una breve mirada, antes de entrar al baño y cerrar la puerta detrás de él.
***
—Piénsalo así, Tony, si te rechaza, entonces podrás seguir tu camino, y empezar a olvidarlo. Es mejor eso a que estés comiéndote las uñas sin saber lo que él siente por ti.
—No siente nada por mí… o quizás sí, cierto aprecio, cariño… pero hasta ahí, como amigos. Es más, tal vez piense que me hizo una especie de favor al cumplir mi capricho.
—¿Por qué lo pensaría? No te debe nada ¿o sí?—Tony negó—Si se acostó contigo, es porque quiso. Punto. Y si quiso es porque debes gustarle aunque sea un poco ¿no crees?
—¿Tú crees?—Tony lo miró un poco pensativo, pero, también con el rostro más relajado.
—Es una gran posibilidad. Habla con él. Y hoy tienes la gran oportunidad. Fury quiere reunirse contigo y con él. Me pidió que te buscara, ya que no contestabas por ningún lado… pensó que estabas tirado de borracho en algún lado.
Rhodey rio, y se dio cuenta que el rostro de su amigo volvió a tensarse.
—Hey, no me digas que te asusta verlo de nuevo.
—Cállate… Es sólo que recordé que tengo su casco y debo dárselo.
—Es un buen pretexto para iniciar conversación. Ahora, ¿por qué no vas a vestirte?
—Sí, mamá.