Damian era libertad, valentía, arrogancia, confianza y perseverancia. Nació en una familia de asesinos, diez años viviendo bajo sus enseñas, dejándolo todo cuando supo de su padre. Había enfrentado muchas veces a Batman defendiendo fielmente sus creencias, ideas y principios, logrado reprimir su naturaleza asesina y toda la ira que lo consumía. Estaba completamente seguro de que él lo comprendía perfectamente bien. Lo supo cuando algo salio mal en su patrulla que no se atreve a recordar. Ambos tenían la mirada perdida en el vacío y entonces, Damian hablo como alguien que había visto la vida y la muerte actuar, alguien que había estado en el poso de lázaro muchas veces. Jason se sintió fascinado, atraído y sorprendido. Damian a sus quince años había logrado lo que Bruce no pudo.
“─No importa como lo mires, cuáles sean tus acciones. La causa sigue siendo justa, el método algo brusco, pero las personas que no han visto lo que es morir y vivir no pueden entenderlo”
Una parte de él sintió que todo tenía sentido, por un breve segundo las dudas, la culpa y el sentimiento de que nunca iba lograr sentirse tranquilo habían desaparecido. Damian lo estaba aceptando como era, no había presiones, no había palabras estúpidas intentando cambiarlo, simplemente un ‘Siente orgulloso, porque yo lo estoy de ti’ palabras que Jason deseaba escuchar de su ex mentor.
Dos noches después comprendió que la vida era una mierda, que él no tenía derecho a nada y que Damian, era un bastardo ubicado en el piso más alto mientras que Jason, solo estaba en el sótano.
Tim ocupaba mayor parte de su tiempo en la mansion ayudando a Bruce, no solo como vigilante sino como trabajador en Wayne Entreprise y por ende, pasaba la mayor parte del día con Damian. Las peleas constantes entre ellos, los golpes, la sangre y ese maldito odio mutuo que se profesaban. Jason lo detestaba. Dick ocupaba todo el lado bueno de Damian, su amor, devoción y toda la mierda cursi, pero Tim tenía el odio del chico, su aversión y como resultado no quedaba nada para él.
Lo normal hubiera sido centrar su molestia con Dick, pero ni Jason era capaz de hacerlo, siendo el único que conocía perfectamente bien al chico y era mejor tenerlo cerca. Independientemente de si se acostaba con él o no, Dick seguía siendo esa cosa que nunca pierde la fe o las esperanzas. Con los años empezó a darse cuenta de que lo que creía era un simple deseo de atención empezaba a convertirse en algo más profundo, mas asqueroso y repulsivo. No poseía la confianza que tenía Dick, tampoco el rostro bonito de Tim, técnicamente no había nada bueno en él y se dijo a si mismo que si Damian no le prestaba atención por las buenas, quizás por las malas obtendria un mejor resultado. Por qué Jason estaba cansado de fingir ser el chico bueno, de ayudar, de ser lo que Batman quería.
Él no era estúpido. Damian había centrado toda su atención en Tim, las peleas constantes parecían cada vez más falsas. Descubrió que entre ellos había un pequeño acuerdo o quizás, los años habían hecho que ambos maduraran lo suficiente como para aceptarse.
Fue en ese momento cuando tomo la oportunidad.
Jason Todd podía ser cualquier cosa, desde asesino hasta padre de una pequeña iglesia en Gotham y aun así, tenía claro el tipo de persona que era. Sabía que acostarse con Tim era una mala idea desde el momento en el que el chico lo había visto con ojos tiernos y brillantes. Jason adora a Tim, pero le enfermaba la simple idea de que alguien lo viera de esa forma.
Él estaba roto, quebrado y era un despojo de ser humano que intentaba vivir con las reglas de la sociedad. Era un jodido bastardo que había muerto, revivido, asesinado e incluso había intentado hacer lo mismo, al comienzo, a los miembros de su ‘seudo’ familia todo con el fin de lograr lo que Batman nunca hizo, erradicar el mal desde la raíz.
Jason ama la sangre, el cigarro y las prostitutas de turno que lo tocaban como si fuera el mejor dulce, adora el orgullo, dominar, someter y joder hasta el cansancio a cualquier que tuviera los pantalones para meterse con él.
Por eso y muchas cosas más, Tim no debería mirarlo con esos ojos. Jason se aprovechó de él como el tipo que necesitaba un reemplazo para el vacío que sentía cada noche. Es un humano, roto y sucio, pero humano a fin de cuentas y de una forma retorcida se había sentido atraído por el hijo de Bruce, Damian Wayne. Tim era perfecto, sus ojos bonitos, su cabello, sus labios, era perfecto para cualquiera que lo viera y sabía que Damian pensaba lo mismo. Quizás, no solo era su culpa, de forma indirecta también era de Damian.
Cuando el chico cumplió los veinte años, Dick había armado una gran fiesta. Varias horas después y fingiendo estar borracho declaro su amor por el chico dorado. Damian lo había visto por breves e insignificantes minutos y se dio cuenta de cómo abruptamente se enfocó en Tim, que estaba a cuatro asientos detrás de él. Había sido un maldito ingenuo.
Nadie podría decir lo que paso momentos después fuera posible. De alguna forma Dick había visto a Tim tambalearse y como el buen hermano que era considero que ya había sido mucho para él. Damian asintió con un simple gesto de manos perdiéndose entre el aroma a tabaco y las personas.
Jason lo observo, ojos fijos en el cuerpo pecaminoso de Damian. Se dio cuenta que era un idiota, ahora estando ellos dos solos las cosas eran impredecibles y temiendo por las estupideces que estaba seguro que haría se fue al baño, el resto fue simple deducción.
La puerta del baño se abrió con fuerza, Damian entro con la expresión de alguien que estaba por cometer un acto estúpido─ Eso fue estúpido.
─ ¿Mi amor por Goldie? ─Jason bufo. Su rostro se reflejaba en el sucio espejo. Labios agrietados por la falta de agua.
─ Sabes perfectamente de lo que hablo Todd
─ En realidad no lo sé. ¿Tiene que ver con tu noviecito?
Damian dejó escapar un largo suspiro. Todd supo que eso significaba que ya había perdido la paciencia y no supo si eso era bueno o malo. De alguna forma Damian había logrado romper la corta distancia entre ambos. Jason sintió su respiración caliente cerca a sus labios.
─ Estoy hablando en serio, Todd. ¿Acaso no te importa Drake?
Jason levanto ambas cejas con una sonrisa petulante en sus labios─. ¿Crees que me importa?
Ambos estaban jodidos. Damian lo golpeo con fuerza aventándolo contra la pared y Jason se rio amargamente. Sus ojos vieron el brillo malicioso en su mirada, los hermosos verdes de Damian se mostraban negros, dilatados y algo no cuadraba. Jason lo supo cuando sintió los labios de Damian sobre los suyos. Sus manos se aferraron a sus caderas. Se frotaban como bestias, no había coherencia, ni sentimientos, solo el maldito deseo de sentir el calor de otro, correrse en las manos ajenas y morderse los labios entre besos.
Así como vino, Damian se fue.