Dick Grayson, primer robín y hermano mayor supo que estaba jodido cuando Damian Wayne apareció en su vida. Ojos verdes como el Jade de las joyerías, piel morena como la azúcar que se echa al café y unos labios que le recordaban a las fresas. El niño era el reflejo de Bruce cuando era un infante físicamente, lo único diferente era su personalidad que le recordaba a un gato arisco, temeroso y lleno de ira mal reprimida.
Con diez años, Damian había apelado a su lado sobreprotector, aquel que solamente sale cuando está solo en su habitación reflexionando sobre su vida. No solo había sido su hermano, también fue su robín, su mentor y la figura a la que el chico recurría cuando todo el mundo estaba en su contra. Comprendió la magnitud de sus sentimientos hacia el menor cuando este cumplió los trece años. Durante una misión, supo que Damian era todo lo que había querido cuando era niño y al mismo tiempo era todo lo que el necesitaba realmente su yo actual.
Las cosas se salieron de control cuando accidentalmente y gracias al alcohol termino masturbándose en su habitación pensando en el niño. La culpa y la moral tuvieron el mismo peso obligándole a tomar misiones largas donde debía estar constantemente en movimiento.
Desde ese momento, toda decisión había sido errada.
La lista de personas que pasan por su cama son tantas, pero de entre todas es Jason con quien aparentemente tienen más comprensión. Ambos son conscientes de que son el reemplazo del otro, sus corazones siempre estaban enfocados en la persona que ambos querían y nunca hubo besos, caricias o palabras bonitas. Solo era sexo de frustración y dolor.
─ Ese mocoso ha cambiado ─Jason hablo. Su cuerpo desnudo sobre la cama empezaba a sentir las facturas de la noche.
Dick lo había observado deteniéndose por unos momentos, sus pantalones podían esperar, cuando se trataba de Damian, el mundo podía esperar.
─ Es diferente, hay algo en él que no logro comprender ─Jason continuo sin ser muy consiente de como Dick lo miraba, su atención iba más al cajón de la mesa de noche buscando su cajetilla de cigarros.
Dick solo se limitó a observar, se vistió rápidamente y salió de la habitación sin decir ninguna palabra.
Jason empezaba a ser consiente de Damian, la idea no le resulto para nada agradable y cuando su entendimiento llego a su mente, estaba en la habitación de este.
─ Dame una buena razón para que vinieras a las 3:00AM a interrumpir mis horas de sueño ─Damian demando ocultando en su voz la curiosidad que sus ojos mostraban cuando ambos se miraron directamente.
No supo si fue la adrenalina, el miedo o las llamas que consumían su corazón, pero estaba seguro de que en el momento que sus labios sintieron los de Damian estaba condenando.
Las manos del chico se aferraron a su cuello, su cuerpo tembló y la piel de Damian quemaba cuando sus dedos la tocaban. La necesidad, el deseo y la lujuria empezaron a brotar de su boca. Lo desvistió con prisa. Cada cicatriz en su cuerpo pedía por su atención. Damian gimió cuando lo beso, cuando mordió su piel. ¿Cómo podía vivir ahora que lo había saboreado? No podía, su mente ya no podía.
Había empezado esa misma noche, su camino hacia el abismo.
No sabía si era el karma o alguna ironía del destino, pero aun cuando el cuerpo de Damian era suyo, no podía evitar sentirse fastidiado cuando este se fijaba en Drake. Había algo detrás de cada acción y parecía que Tim no le era indiferente. La inseguridad nació cuando Damian dejo de verlo en las noches y supo que las horas que le dedicaba ahora le pertenecían a Tim. Se resignó aceptándolo, Dick no tenía el valor para reclamar, no cuando él hacia lo mismo.
Para cuando Damian cumplió los veinte años, Dick necesitaba festejarlos en grande y hacerle comprender al mundo que ahora podía decir abiertamente sobre su ‘relación’ con el menor de los Wayne. Sin embargo, nada salió como esperaba. Jason se le había declarado entre copas, Damian había visto a Tim y Dick empezaba a unir las piezas. Tim estaba enamorado de Jason y este sentía lo mismo por Damian. ¿Qué papel jugaba él? La respuesta nunca llego a su mente, probablemente porque tenía las de perder si escogían entre él y Tim, el ultimo le arrebataría todo si lo quisiese. Fue entonces cuando Dick se levantó, nunca había sido bueno con las mentiras e iba a aclarar todo el malentendido entre los cuatro, pero Damian lo detuvo cuando sus ojos lo buscaron. Había claramente una orden implícita en su mirada.
─ ¿Ahora lo comprendes?
La voz de Damian salió fuerte y clara. Dick estaba en su habitación con los ojos fijos en la ventana─ ¿Te gusta Tim?
─ ¿Eso es lo único que me vas a preguntar? ─Damian exclamo con frustración─, de todo ¿Solo eso te importa?
─ Me importas tú, no los demás. Damian, por favor.
Estaba enamorado y su amor no era del tipo racional ni físico. Damian lo abrazo por detrás, besando con suavidad su cuello.
No había palabras dulces, no había promesas de amor. Dick lo observo y asintió a cada palabra que Damian decía.