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Premisa Súbita ;BTS por Chihara-chan

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«No me quieras como yo te quiero. Porque aunque me gustaría, no te lo recomiendo. Quererte como yo te quiero duele, como un buen amor sabe doler, como duele el alma cuando ama en silencio, como duele una lágrima justo antes de nacer. No me quieras como yo te quiero, amor. Mejor quiéreme de lejos, como tu bien sabes hacerlo»


—Brando.


"El chico apresuró el paso al divisar a lo lejos el frac negro de su mayordomo, al cual le pidió que lo llevara a la empresa, donde su padre esperaba unos importantes papeles.


—¿Puedes ir un poco más rápido? —dijo desde el asiento trasero, cruzando sus piernas mientras se hundía en letras de unos documentos.


Baekhyun se preparaba para ejercer una de las carreras que más le apasionaban, servir a la justicia como policía estadal. Lo único que lo frenaba, era la idea de su padre en que se volviera un CEO como él.


—¿Puedes llevarme... a la estación después de entregarle esto a papá, Dong Wook?


—Por supuesto, mi señor — hizo una ligera venia y le dirigió esa sonrisa característica desde el retrovisor.


Las grandes edificaciones empezaban a notarse, Baekhyun estaba orgulloso de todo ello, de sus padres, de sus logros. Dong Wook abrió la puerta trasera de la limusina y éste salió con una seria expresión, acomodó su saco y prosiguió a adentrarse.


Durante todo su recorrido, nadie le quitaba la mirada de encima al apuesto heredero de la empresa, los empleados, la recepcionista, todos en el lugar admiraban su extraordinaria belleza, que al parecer, era de genes, ya que todos en la familia eran muy apuestos.


Subió al ascensor con dos empleadas del lugar, quienes al verlo de inmediato se pusieron nerviosas.


—Buenos días, joven Jeon —dijo una apretando una carpeta amarilla entre sus brazos.


Baekhyun dirigió la mirada a ambas y las detalló de pies a cabeza.


—Buenos días —mostró brillante sonrisa. Las chicas suspiraron y vieron cómo éste salía de ahí en el piso correspondiente. —Hasta luego, preciosas —se despidió.


Se escuchó un grito al unísono mientras el ascensor se cerraba y seguía su camino, el chico no puso evitar soltar una carcajada. Todo lugar por donde caminaba, estaba completamente cristalizado, su piso, las paredes, todo estaba rodeado de una hermosa transparencia que dejaba ver el cielo gris de ese día lluvioso y frío. Se detuvo delante de una puerta blanca con detalles en mosaicos, tocó dos veces y se adentró en el amplio espacio blanquecino.


—Aquí está lo que me pediste, papá —caminó hasta llegar al escritorio y le extendió el sobre.


—Buen trabajo —dijo en un serio semblante recibiéndolo. —¿Dejaste a Jungkook solo en casa? —preguntó alzando una ceja.


—No, se ha quedado Yoongi con él.


—¿El hijo de los Min?


—Si, así es... —miró a otro lado serio.


—Es un buen chico, tendrá mucho éxito en manejar la empresa de sus padres al crecer —sacó unas cuantas hojas blancas y empezó a ojearlas.


—Hablando de ello, papá...


—Hablando de ello, quiero que empiece tu entrenamiento como mi sucesor, para que pronto seas el dueño y señor de todo lo que poseo, Baekhyun —colocó lentamente las hojas en la mesa y entrecruzó sus dedos.


Baekhyun frunció el ceño e hizo el gesto de querer abrir la boca, pero fue interrumpido por una mujer.


—¿Mi señor? Su reunión de las diez ya está por empezar


—Muy bien, dame un minuto — hizo un gesto con las manos para que saliera de ahí, tomó la carpeta y miró seriamente al chico. —Mi hijo no será un patético perro del estado... Si no quieres tomar el lugar que te corresponde, no me queda de otra que cederlo a tu hermano —mantuvieron miradas por unos segundos hasta que el mayor salió de ahí, dejando ahí a un chico pensativo y frustrado"


—Bak...Bekhyung —susurró paralizado.


—Nos volvemos a encontrar, Oh Sehun —ladeó una sonrisa.— Ahora, acabemos con esto ya.


 


[...]


Eran aproximadamente las cinco y trece de la mañana cuando terminó el vuelvo para los chicos, en Frankfurt, una ciudad en el estado de Hesse, Alemania.


El hermoso amanecer de Hesse, alegraba sus montañas con los primeros rayos del sol, y un chico de cabello plateado da un suspiro y se levanta del aciento del conductor. Abre la puerta y divisa a tres chicos profundamente dormidos, sonrió.


Se dirigió a uno de los bolsos, probablemente habría algo de comida ahí, unos dulces, quién sabe, pero tenía hambre. Abrió el que se veía más abultado y corrió el cierre.


Hizo un pequeño salto de sorpresa, sus ojos se expandieron. Miró a los lados y se dispuso a meter su mano adentro.


Sacó una paca de verdes, la liga que los sostenía se iba a explotar. —Perfecto... Al menos estos tipos si son mafiosos de clase, vine por cobre y encontré oro — soltó una carcajada, e inmediatamente tapó su boca.


Estaba pensando en escaparse, pero primero debía ganarse la confianza de Yoongi, estaba seguro que si se pasaba de listo, ese tipo no dudaría en meterle una pistola en la boca y disparar. Tomó unos billetes y los metió en sus bolsillos, se dispuso a seguir buscando algo de comer, cuando de repente, sintió unas manos en sus caderas, y un aliento muy tibio en su cuello.


—¿Qué crees que haces, muñequito? —sintió una mordida que lo hizo hundir sus hombros.


—S-Suelta... —el hombre detrás de él retuvo sus brazos y lo llevó a una pared.


—¿Con que robando de mi dinero? —soltó una risa ronca.


—...Yo no robé nada.


—¿Tomaste prestado? —soltó una sarcástica carcajada.


Hubo un silencio en la cabina, lo único que se podía escuchar era la respiración agitada de Jimin contra la pared. Algo que realmente estaba poniendo a Yoongi.


El mayor sonrió de medio lado y restregó su miembro duro por su erección matutina en su trasero. Jimin intentó zafarse, y Yoongi lo soltó para dirigirse a la puerta y pasar el seguro.


La mirada del chico se posó en la pálida piel del torso del mayor, quién estaba completamente desnudo.


—¿Te gusta lo que ves? —preguntó con una sonrisa ladina y lujuriosa. —Puedes... terminar con lo que empezaste, precioso.


Y para la suerte del pequeño Jimin, sonó el celular de Yoongi, el cual se encontraba en la habitación del fondo.


—Maldita sea — gruñó entre dientes. Abrió la puerta con ira y caminó por el pasillo.


Jimin soltó un largo suspiro de alivio, qué oportuno había resultado todo.


—Levántense, sabandijas — le dió un pequeño golpe en la frente a Jungkook, quien se quejó de inmediato y cambió su posición. —Ya hemos llegado, tenemos que transportar toda mi hermosa Cocaína a mi mansión. Muévanse, Min Hoo nos está esperando en la Limusina.


Jungkook se levantó poco a poco restregando sus ojos, mientras que Hoseok y Taehyung se daban su enjuague bucal matutino. «Qué asco» dijeron todos al unísono.


Observó las hermosas y colosales montañas de Hesse, con su hermoso cielo azul, pájaros cantando en armonía con el alba, no pudo evitar que imágenes se amontonaran en su cabeza, recuerdos de la última vez que vino aquí con Yoongi y su familia.


Al bajar del avión, efectivamente los esperaba un elegante mayordomo de frac negro, acompañado de una corbata roja. Hizo una venia.


—Sean todos bienvenidos —dijo sonriente señalando al auto, para que subieran.


Taehyung quería hacer un tour por la ciudad, pero el heredero de los Min no estaba de humor para ello, además, se sabía Alemania de memoria, cada calle, cada rincón, cada antro y motel. Y no, no solo conocía estos sucios lugares, Min Yoongi tenía clase, visitaba restaurantes cinco estrellas, de muy alto prestigio, tanto solo, como acompañado de alguna que otra víctima que consiguiera al chico de buen humor.


«Vaya suertuda ¿No?»


Los padres de Yoongi manejaban una empresa multimillonaria, tenían muchas propiedades a lo largo del país, una de ellas, era una hermosa y amplia mansión veraniega en las afueras.


Entraron en sus terrenos, unas 200 hectáreas de tierras verdes, y a su izquierda se cernía un frondoso bosque. Era una mansión blanquecina rodeada de palmeras, conforme se adentraban, admiraban la elegancia de un jardín gigantesco, que constaba de un laberinto de largos arbustos, los cuales terminaban en una fuente, justo frente a sus puertas.


Los chicos estaban boquiabiertos, hablando de Hoseok y Taehyung, ya que Jungkook ya había visitado parte de las propiedades de Yoongi y su familia. Acomodó su saco y aclaró su garganta mientras subía su rostro y admiraba el ligero tono azulado del cielo.


—¿Mi señor? —se acercó el mayordomo con un celular en la mano. —Desean hablar con usted.


Jungkook volteó su mirada y mordió su labio al escuchar aquella voz ronca pronunciar tan perfectamente el alemán, todos los demás lo observaban con atención, como si se tratara de la cosa más fascinante del planeta. Jimin ladeó su cabeza y sonrió.


—¿Y tú de qué te ríes? ¿Tengo algo raro en mi rostro? — frunció el ceño.


—No, pero te imaginé con el cabello teñido de ese color, y te sienta bien —su sonrisa escondió sus sus ojos.


—¿Entiendes...Alemán?


—Lo suficiente para saber que hablas con tu estilista sobre un cambio de look.


Okay, ahora se sentía patético, estaba actuando tan seriamente precisamente para que nadie supiera que hablaba con Bob.


—Mmmmh, Como te decía... —rodó sus ojos y caminó al frente, dos hombres de servicio abrieron la puerta de par en par para él. Ese Jimin estaba lleno de sorpresas. Bueno, era hermano de Jong In, uno de los hombres más misteriosos e interesantes que conocía.


—Hay unas quince habitaciones aquí, una cocina adentro, una en el patio, cuatro pisos, mucho espacio, desaparezcan de mi vista. No quiero tener que soportarlos todo el día.


Dicho esto, Taehyung corrió hasta la sala y observó el lugar, se veía realmente tierno. No era lo suficientemente viejo como para haber venido cuando Jungkook y él lo hicieron. Fue hace unos... doscientos años, más o menos.


Por lo tanto, estaba muy emocionado.


—¡Hay una piscina gigantesca en el patio! —gritó —¡Espera! ¿Este es un patio? —Hoseok no paraba de observarlo y reír, lo abrazó por detrás y besó su oreja.


—Estrenemos esta bebé de una vez...


Lo último que escuchó Jungkook antes de rodar sus ojos y subir las escaleras, fueron un millón de risas y un chapuzón.


Jimin aún estaba afuera, había escuchado todo, pero no le había prestado la suficiente atención. 


Un bosque la estaba atrayendo toda.


—¿Joven? El señor Min Yoongi me pidió que lo llevara a su recámara —escuchó desde atrás. Él asintió y lo siguió.


Iba todo el camino observando el hermoso tapiz elegante de sus paredes, era una mansión de verano, pero a la vez no perdía la elegancia, ni lo retro. El mayordomo lo guió por el tercer piso, y se detuvo.


—Todo esto, es suyo. Puede dormir en cualquier habitación que desee —lo reverenció.


—¿Qué? —gritó espantado, asustándo al mayor. —¿Cómo que todo esto es mío? —volvió a mirar todo con sus ojos llenos de sorpresa.


—Si, el señor le concedió este piso para su uso exclusivo, joven.


—¿Que ese idiota hizo qué? —hizo su cabeza para atrás de la impresión. —No, no, espera. ¿Dónde está ahora?


—En su estudio, en el piso de arriba, joven.


Jimin hizo una ligera venia y no perdió tiempo, subió las escaleras y observó el largo pasillo. Ese piso era diferente.


Era distinto a los demás. Estaba tapizado con tapiz negro y gris, con estampado tan, o más elegante que el resto. Caminó lentamente asomando su cabeza en las cinco habitaciones que conformaban ese piso, caminando con parsimonia, admirando cuadros siniestros, y animales... colgados en la pared. Había un ciervo, de ojos negros y penetrantes, su piel se puso de gallina inmediatamente.


Tocó la única puerta que estaba cerrada.


—¿Min Yoongi? —alzó la voz. —¿Puedo pasar? —se escuchó un aludido de confirmación, y posteriormente se adentró en él. Todo estaba tan curiosamente ordenado.


—¿Qué se te ofrece, lindura? —su sillón estaba de espaldas, él miraba por el amplio ventanal de cristal.


—Ehh, bueno... —miró a los lados, a su izquierda se encontraba una biblioteca llena de libros, de copa dura y buen grosor, de colores muertos, desde el verde al vinotinto. Todo hacía un perfecto juego con él. —¿Por qué me has dejado un piso exclusivamente para mi? No lo necesito —dijo firme.


—¿No te gustó? Oh, juré que te habría gustado —se volteó, estaba acostado en la silla con sus dedos entrelazados, una sonrisa tenebrosa.


—No necesito esto, yo ya cumplí con mi deber y necesito irme. Ya los he traído aquí.


Yoongi meditó por unos segundos antes de soltar una leve carcajada y levantarse lentamente. Caminó hacia Jimin como si fuese una presa, asechando cada uno de sus movimientos. Lo tomó de la cintura y lo apegó a él cuando lo tuvo rigurosamente cerca.


—Tú eres mío, yo te compré —pasó su lengua por su rostro. A Jimin no le pareció nada gracioso, intentó zafarse, pero Yoongi le dió la vuelta, inmovilizó sus manos y lo acotó en el escritorio. —Tu hermano te vendió, y ahora eres de mi propiedad.


—¡Jong In no me vendió, tú malinterpretaste todo! —su mejilla rozaba fuertemente con la madera, su ceño fruncido y sus dientes apretados.


—Mmmh, Tal vez... —lo soltó y de inmediato lo sentó en el escritorio, sus miradas fijas en lucha constante.


—Pero eso no significa que no seas mío, ahora... —sonrió ladino. — En este preciso momento —su mano subió hacia cuello y apretó un poco, se mordió el labio al ver a Jimin pasando saliva y alzando su cabeza hacia atrás.


—Mmmmh... — abrió su boca al sentir los labios del mayor apresando su cuello, le causaban cosquillas que recorrían todo su cuerpo y terminaban en su pene, haciéndolo estremecer.


—Tú mismo viniste a la boca del lobo, pequeño cordero—susurró en su oído. —Tú solito, tu cuerpo te lo pidió. Tu cuerpo te pide a gritos a Min Yoongi —mordió su barbilla. Jimin había caído bajo la seducción del íncubo, su pecho subía y bajaba a un ritmo profundo. Aquel lugar lo debilitaba, ¿O acaso él quería ceder a ese hombre?  Mordió su pecho y desabotonó su camisa.


—Ahhmm... —soltó un jadeo al sentir su vientre contraerse ante los mordiscos y besos lentos que repartía, apretaba sus muslos, su cuello, su cintura, Jimin no podía parar de jadear. Enredó sus dedos en su verdoso cabello y abrió sus piernas.


De repente todo se detuvo, Yoongi se alejó de él y acomodó su saco mientras sonreía ampliamente. Jimin quedó atónito.


—Bien, hasta aquí llegaremos por hoy, precioso —mordió su labio mientras sonreía. La imagen de Jimin así de jadeante y sonrojado le había subido los humos.


—Espera, ¿Qué? — entrecerró sus ojos y tapó su pecho. —T-Tú...


—Shhh... Es solo para que veas lo que se siente, mi querido Park Jimin — ladeó la cabeza y giró para darle la espalda. —Ahora, sal de mi estudio, por favor. Tienes un piso solo para ti, disfrútalo —se giró para observarlo. —Esta noche quiero que te veas bien, Min Hoo dejará en tu habitación un traje que elegí para tí, espero que te guste, muñeco —guiñó su ojo.


Jimin se sintió la peor escoria dentro de la faz de la tierra, acomodó su erección en sus pantalones a regaña dientes y salió de la habitación, y no podía faltar ese portazo característico, debía hacer notar su ira de alguna manera.


¿Para qué había ido a buscar a ese imbécil?


Caminó a paso acelerado hasta lanzarse de lleno a un sofá en su piso, tomó la almohada y gritó mil maldiciones en su nombre.


—¡Maldito! ¡Maldito! ¡Maldito! ¡Maldito! —ahora tenía un extremo sonrojo de furia, una erección y un gran arrepentimiento.


Y la noche, aún era joven.


 


 


[...]


—Organizaremos una fiesta — dijo entrando al salón y observando a su alrededor. —Quiero que tengas todo, y digo todo, listo para esta misma noche — esbozó una gran sonrisa.


—Si, mi señor —lo reverenció.


—Avisa a la mafia —se sentó y cruzó sus piernas, tomó su copa de Champagne y sorbió un poco de ella. —Y diles que Min Yoongi ha vuelto. 

Notas finales:

 


 


Perdón por el año para actualizar~ 


Jjajksjs


Me tendrán actualizando muy pronto, ya me devolvieron mi imaginación~ 


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