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Premisa Súbita ;BTS por Chihara-chan

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«Todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido»

—Mario Benedetti.

El director claró su garganta.

—Suban, por favor.

Ambos chicos subieron, Jungkook escuchaba el espectacular discurso del moreno, no había tenido tiempo para preparar semejante estupidez.

¿Palabras de gratitud a profesores, y aliento a podridos humanos buenos para nada?  Bah, mejor era irse de putas con sus amigos, la idea de una orgía siempre suena divertida. Pero...se estaba arrepintiendo, no podía dejarse ganar por ese odioso chico, después de todo él era Jeon Jungkook, y hasta ahora, había sido el mejor en todo.

Llegó su turno de hablar, tomó el micrófono y se acercó a él con una sonrisa, había estado practicando su hipnosis, y con aquella belleza, convencería a todos solo con un simple "Púdranse"

Tarareó palabras que ni él mismo se hubiese creído, y los aplausos empezaron nuevamente, el director, los profesores y los alumnos tenían lágrimas en sus ojos mientras gritaban ¡BRAVO!

Fue todo pan comido para él. 

Pero... Park Jimin yacía en una esquina, mirándolo irónico mientras sonreía y aplaudía divertidamente.

—Si no te hubieses oído patético, diría que fue hermoso—pasó su lengua por sus labios.

—¡Tsk! —tasqueó la lengua mientras sonreía.

—¿Se puede saber por qué no estás llorando? 

—¿Debería de hacerlo por semejante barbaridad?

Jungkook entrecerró sus ojos, eso era extraño. El comportamiento de Jimin no iba acorde su hipnosis.

Su belleza, tampoco era tan humana del todo, esas facciones eran perfectas, y logró alcanzar a Jungkook sin problemas. Tal vez, ni tuvo que esforzarse.

Jungkook, lo tomó bruscamente de la muñeca arrastrándolo hacia los camerinos. Donde lo batuqueó contra la pared mientras estrujaba su camisa, levantándolo ligeramente. Jimin, dejó escapar un gemido de dolor.

—¿Quién eres, bastardo? —preguntó el pelinegro.

— Qué brusco eres, ¿No puedes ser un poco más romántico? —sonrió de medio lado mordiendo su labio inferior.

—¡No me jodas! —gritó. 

Jimin sonreía mientras trataba de zafarse del fuerte agarre del moreno. 

—Si me sueltas...tal vez puede que te lo diga. Aunque no debe ser un secreto para ti.

El íncubo no entendía de qué hablaba el enano de cabello sedoso.

—¡Es mejor que me lo digas ahora mismo, imbécil! ¿Quiere eso decir que no eres huma... — no pudo articular palabra. Empezaron a salir blanquecinas plumas de la espalda del de cabello gris, y Jungkook tuvo que soltarlo rápidamente mientras daba algunos pasos hacia atrás.

Jimin permanecía agachado, con la cabeza hacia abajo. Las extensiones plumíferas que salían, empezaban a arquearse, escondiéndolo por completo, mientras Jungkook ya miraba todo sin expresiones en su rosto.

—Un ángel...—frunció el ceño.  Jimin empezó a salir de su escondite, abriendo sus alas con exaltación, haciendo que algunas plumas se desprendieran y volaran por los aires.

—¿Y bien, no dirás nada? —puso sus manos en la cintura de forma provocativa.

— Qué asqueroso.

—¿Qué dijiste? —gritó incrédulo.  Jungkook soltó una carcajada que simuló aclarándose la garganta.

— ¿Para qué me mostraste tu identidad?

— Para que me muestres la tuya. Siempre tuve curiosidad saber por qué clase de demonio eres —se relamió el labio.

Jungkook frunció el ceño.

—¿Cómo sabes que soy un demonio? —preguntó incrédulo. Hasta ahora no había ningún humano que supiese su verdadera identidad, ni las mismas mujeres que se cogía.

—No lo sabía, pero me lo acabas de afirmar— sonrió de medio lado autosuficiente.

Jungkook apretó su mandíbula, si no fuera porque tiene dientes más fuertes que los de los humanos ordinarios, fácilmente se los hubiese destrozado. 

Sentía ganas imponentes de matarlo, pero un íncubo no podía contra un ángel, lacayos de aquel maldito hombre que odiaba tanto.

Hasta el mismo Mefistófeles se estaría revolcando de la risa con tan solo ver su cara.

—No he afirmado nada, lunático— Jungkook lo miraba con odio, cosa que le parecía extremadamente excitante y divertida al contrario.

Al instante, sonó su celular con una música de Heavy Metal bastante singular.

—¿Taehyung? —respondió. —¿Dónde mierda estás? —le dio la espalda al ángel, quien colocó un serio semblante.

—Maldita sea, ya sabía que estabas con Hoseok. No te preocupes por venir, ya casi acaba todo —miró a otro lado. —Sí, hablo en serio. No tiene sentido que vengas.... ¡Joder, no te preocupes por mí, adiós! —colgó rápidamente, para soltar un suspiro cansino.

El escenario quedó en un aterrador silencio por parte de ambos, el cual creó algo de incomodidad.

—...¿Irás al baile? —preguntó Jimin un poco serio.

—No te importa que yo vaya o no, imbécil —se volteó lentamente para verlo, su rostro estaba bastante airado, más que de costumbre.

—¿Me dirás qué clase de demonio eres, o no? —se atrevió a preguntar, pero algo le decía que aquel chico rebelde de cabellera negra, no era un vampiro, aunque todos los rasgos encajaran en ello.

—Simplemente, los vampiros no son tan sensuales, ni mucho menos tan atractivos...— habló para sí mismo. —Y sus labios,  no tienen color... — dijo por último, admirando el color rojizo de los labios de Jungkook, simplemente apetitosos. —En cambio los suyos...— parpadeó unas cuantas veces antes de reaccionar, se había tomado por sorpresa mordiendo su labio, y se sintió de lo más estúpido.  — Bien, yo me largo, buena suerte —cantó en un tono bastante infantil mientras se arreglaba la corbata y metía sus alas nuevamente acorde caminaba a la puerta.

—Oye —exclamó el pelinegro deteniéndolo. Jimin se detuvo de insofacto, volteando rápidamente.

 — Si iré al baile— respondió Kook.

  El ángel ladeó su cabeza.

—Entonces, estaré esperándote —sonrió haciendo desaparecer sus ojos.

Aquella sonrisa, malévola había intrigado al menor de cabello negro quien ahora estaba dispuesto a ir al baile, después de todo, no podía perder una oportunidad de  follar tan increíble, y no precisamente con Jimin.

Jungkook  regresó a su casa, con unas cuantas medallas, su diploma y un certificado de honor, los cuales  había lanzado al asiento trasero. Ahora sólo podía pensar en aquel baile, donde irían tantas candidatas, donde estaría aquel idiota... y por supuesto drogas gratis.

— ¿Kookie? Soy yo, Tae... he estado llamándote y sale la contestadora. Los chicos y yo vamos en camino a tu casa.  Hoseok nos dijo que irías a una fiesta hoy,  rata  inmunda, nos ibas a dejar atrás. ¡Ya vamos! — aquel chico era raro, tan raro que era completamente divertido estar con él.

— Maldición, Tae — miraba su teléfono mientras acomodaba una elegante corbata roja, a juego con su traje negro, marcó el número de Yoongi. — Oye, no vengan —dijo serio.

De pronto, sonó el timbre.

—La madre de todas las putas...— susurró llevando sus dedos a la cien. En un abrir y cerrar de ojos llegó a la puerta y la abrió con un semblante irónico.

— ¡Llegamos a la fiesta! —gritó Hoseok alzando sus manos con una amplia sonrisa.

...A Jungkook no le pareció gracioso. 

—Okey, no —dijo luego.

— ¿Qué mierda tienes Jungkook? Estás más aguafiestas que de costumbre, LITERAL —se cruzó de brazos mirándolo. —¿Tendrás la regla? He oído que eso te pone de mal humor.

—No tengo nada —respondió solo mirando a Yoongi, quien tenía su respectivo semblante serio y desaprobatorio.

—Tengo sueño, necesito drogas y mujeres ahora mismo— habló el que ahora tenía el cabello color menta, mirando a Jungkook a los ojos, quien tragó saliva de inmediato.

Jungkook veía a  Yoongi como un inminente y obstinado hermano mandón y enojón a quién debía obedecer, por alguna extraña razón.

Suspiró cansinamente.

— Vamos todos entonces... — puso sus ojos en blanco.

 

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