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Premisa Súbita ;BTS por Chihara-chan

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Notas del capitulo: «Tú pusiste mi mundo patas arriba. Mi mundo era ordenado, calmado y controlado, y de repente llegaste tú a mi vida, con tus comentarios inteligentes, tu inocencia, tu belleza y tu tranquila temeridad, y todo lo que había antes de ti comenzó a parecer aburrido, vacío, mediocre. Ya no era nada»
—Christian Grey. 

El inmenso reloj del salón había marcado doce veces un sonido escalofriante, acompañado con risas, gritos y gemidos. La noche aún era jóven.


—Yoongi... —el de cabellos negros tambaleaba encima de Min abrazando y besando su cuello, dejando una mordida. —Cojamos.


—Lárgate Jungkook —se removió en la silla. —Estás vuelto mierda —sacó unas llaves de su bolsillo y se las dió. —Ve a mi habitación, elije las que quieras y recarga energías.


Jungkook lo miró a los ojos y asomó una media sonrisa acompañada del destellar de sus ojos demoníacos. Jungkook recorrió el pecho del mayor con lentitud hasta llegar a su corbata, la cual arregló para después irse.


Yoongi dió un cansino suspiro y miró el candelabro.


Comenzó a sonar una hermosa melodía de piano, que resonaba a través de las amplias paredes de la mansión. Su silla de terciopelo rojo, de mangos dorados y cómoda silueta, le daba una vista extraordinaria desde el balcón del segundo piso.


Taehyung y Hoseok tomaban unas copas mientras hablaban sensual y discretamente entre la gente. Había menos gente que hace un rato, ya se habían vendido la mayoría de blancas.


Min se sentía relajado, hace menos de una hora había tenido sexo con tres de las esposas de sus colegas. Frunció su ceño al darse cuenta de que... se encontraba buscando algo entre la multitud, y no recordaba precisamente de qué se trataba.


—Una y cincuenta y dos... —susurró viendo su magnífico rolex dorado. Se dirigió a las escaleras y las bajó parsimoniosamente, parte de las miradas se centraron en su belleza, belleza adquirida, belleza hipnotizante de ojos felinos penetrantes, violentos...y en la fuerza en su agarre al barandal que tensaba sus músculos.


La habitación se vio inundada por la oscuridad, los segundos pasaron hasta que se iluminó de un color violeta intenso. Grandes jaulas aparecieron colgando ante la vista del público, y mujeres desnudas empezaron a mover sus cuerpos al son de una música vulgar y seductora.


Yoongi frunció el ceño, no recordaba haber contratado este tipo de espectáculo.


—¿Te gusta? —preguntaron detrás de sí. Suspiró hondo y se giró para encontrarse con aquella mirada azulina al acecho.


—¿Qué es esto, Ferro? —colocó sus manos detrás de sus caderas y lo miró fijamente en desacuerdo. No era un secreto para nadie, que aquellos dos sentían una extrema rivalidad por el otro.


—Entretención para tu velada —sonrió de medio lado bebiendo de su copa, dejando ver los lujosos anillos que poseían sus dedos.


—No recuerdo haberte pedido que animaras mi fiesta —hizo énfasis en la antepenúltima palabra mientras sonreía.


—Tómalo como un regalo, Min —golpeó un poco su hombro para encaminarse al centro del salón.


Yoongi miró expectante a todos los invitados. Miró a Hoseok y Taehyung, miró a los jefes de policía a los cuales le pagaba para que cerraran el hocico. Miró a todo el mundo con su típico semblante. 


Hasta que se dió cuenta de lo que en realidad estaba buscando.


—¿Dónde está Jimin? —susurró para sí mismo. Sus pies se movieron por sí solos hasta llegar a donde se encontraba Hoseok, preguntándole por el chico que buscaba, pero hace rato que ninguno de los dos veían la esbelta silueta de Park Jimin.


—Joder... —subió su mirada al balcón y allí estaba Jungkook mirándolo con expectativa en su rostro. Ambos asintieron seriamente.


Los ojos de Yoongi resplandecieron en carmesí y las luces del lugar se fueron apagando una por una rápidamente, dejando a una multitud confundida.


Mientras tanto, unos orbes desorientados comenzaban a abrirse, parpadearon varias veces pero no parecía haber enfoque alguno. El chico comenzó a mover sus extremidades, sin éxito, resignándose al recordar lo que recientemente había pasado.


—Llévatelo rápido, creo que se han dado cuenta de que este engendro no está con ellos—escuchó fuera de donde quiera que estuviese.


De pronto sintió unas violentas manos levantarlo y arrastrarlo hasta un vehículo. No podía mediar palabra, tenía un pañuelo entre sus dientes que se lo impedía. A su lado estaba Ferro, Jimin lo fulminó con la mirada.


Aquel hombre se acercó y tomó su barbilla para acercarlo a él.


—Tú valdrás una fortuna, muñeco —escupió en su cara.


El hombre les dió la espalda y el auto arrancó alejándose en el camino.


Entre toda la conmoción, Jungkook y Yoongi intercambiaron miradas.


—George Alessander Da' Ferro, eres hombre muerto —susurró el rubio mostrando sus afilados colmillos.


—¿Dónde quiere que busquemos primero? —preguntó Hoseok preparando una pistola y metiéndolo en su abdomen.


—¡Dónde sea! —lanzó un puñetazo al aire, destrozando una estatua del salón. —¡Busquen a Jimin! ¡Decapiten a toda los hombres de ese imbécil! —gritó deteniendo su paso. —Pero a Ferro, me lo dejan a mí.


Comenzó la búsqueda, el espectáculo volvió a escena, las personas estaban nuevamente concentradas en la música, en el alcohol y las drogas que se presentaban esa noche.


Bajo la luz de la elegante luna llena, una melodía tranquila y serena del violín y el piano sonaba mientras los gritos de hombres inocentes se mezclaban con ella.


Los jardines de rosas blancas te teñían de un rojo carmesí bajo una silueta oscura.


La hoja de una espada cubierta de sangre era protagonista de tal desastre, elocuente, precisa y malévola.


—¿Dónde está Ferro? —el chico de cabello castaño, cuya máscara cubría su rostro mantenía la respiración de un hombre en su última estancia. —No te lo voy a repetir, maldito —forzó el agarre, pero no hubo más respuesta que una sonrisa.


Jungkook apretó el cuello del hombre hasta que la sangre voló hasta su cara.


—Otro perrito faldero —sacudió su espada, y esta manchó nuevamente las rosas del jardín.


Mientras tanto, el conductor del auto trataba de comunicarse con sus colegas.


—¿Hola? ¿Hay alguien ahí? Cambio —habló, pero lo único que podía percibir era el eco, y silencio aterrador de aquella noche. —¿Hola? Cambio.


Al notar el retrovisor que estaba en su izquierda, pudo ver una extraña silueta corriendo trás el auto. Pero era imposible, la velocidad del auto era una de las más rápidas.


—Debe ser una maldita broma —sonrió sacando su mano por la ventana y enfocando el retrovisor, al mismo tiempo que sus ojos se entrecerraban y acercaba su rostro al espejo. —¡Maldición! —pisó el acelerador mientras sacaba una pistola de su saco. —¡Muere, maldita cosa! — sacó mitad de su cuerpo por la ventana y disparó una seis veces. Un par de ojos rojos destellaron en la oscuridad, y una de las llantas del auto explotó, el corazón del hombre iba a tres mil por cada segundo que pasaba.


—¡Aléjate, Monstruo! —gritó en desesperación girando el auto tratando de escapar.


De pronto hubo un silencio aterrador, exorbitante y sombrío. El auto se encontraba dentro un frondoso bosque que ponía los pelos de punta al conductor. Su respiración acelerada y el sudor recorriendo su frente y parte de su bronceado cuello, sus ojos miraban en todas direcciones, hasta que se posaron al frente.


Un hombre de cabello del color del cobre, de ojos rojos y sonrisa macabra se encontraba sentado en el capó del auto negando con la cabeza.


—Oh, Oh, No me compares con esos seres inferiores —lanzó un puñetazo al vidrio, rompiéndolo para luego tomar del cuello al hombre. —¿Dónde está Jimin? —susurró. Aquel hombre gritó piedad desesperadamente señalando la parte de atrás del auto. Hoseok cambió a un semblante decepcionado y ambiguo. —Pensé que jugaría contigo un tiempo más, qué aburrido —en un instante dobló su cuello con una fuerza casi anormal, la lengua del hombre sobresalía de su boca, y su piel estirada hacia un lado yacían en la esquina de un tranquilo roble.


El íncubo caminó con parsimonia hacia el auto y maldijo inmediatamente al abrir la caja y no encontrar rastro de Park Jimin.


—Nos engañaron. 

Notas finales:

 

Tenemos un sexy espadachín demoníaco entre nosotros~


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