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Gato negro por Maira

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Los días transcurrían llenos de novedades. El pelinegro sentía que era la mejor época de su vida. Era la primera vez en mucho tiempo que despertaba con ganas de abandonar la cama, de trabajar, de vivir. Yasu tenía razón: necesitaba su propio espacio fuera del círculo vicioso. Y más que nunca estaba dispuesto a continuar, con la vista hacia el futuro.
Aún no decidía si lo mejor sería rentar un apartamento o aceptar la oferta de Yasu. A pesar de todo, aún creía que se aprovechaba de la situación. El rubio le fascinaba, era imposible compararlo con nadie, pero no quería tomar un lugar que aún no merecía. Quizá todo estuviera en su cabeza, su mente solía exagerar las cosas. Pero por el momento, esa era la situación.
La mayoría de las veces, despertar a un lado de Yasu era de lo más cómico. El rubio se arrojaba en la cama y amanecía en cualquier posición. En ocasiones era necesario acomodarlo para que no despertara con dolor de cuello. Otras, se abrazaba tan fuerte al cuerpo de Ryu que cuándo llegaba la hora de levantarse, se tenía que escurrir como podía para evitar que despertara. Y aquella era de esas veces...
Sabía que el mayor se había dormido tarde, la noche anterior había cuidado de Yuki. Si lo despertaba por accidente, no volvería a dormirse hasta el mediodía. Removió suavemente el brazo que descansaba bajo el cuello de Yasu, su respiración le hizo cosquillas en el rostro. Su pierna estaba atrapada entre las de él tan firme que casi no la sentía. Si salía por debajo, primero tendría que liberarla, aunque en ese caso creía más conveniente hacer medio giro y salir por arriba. Era un plan maravilloso hasta que removió la pierna, el mayor se agitó en sueños, terminó por apretujarlo por el medio del cuerpo hasta dejarlo casi debajo suyo. Ryu resopló, el rubio era un idiota hasta cuándo dormía. Sin embargo, su expresión tranquila era preciosa, le apartó los cabellos del rostro para depositarle un beso en los labios. ¿Cómo escapar de allí? Suspiró, cerró los ojos y se puso a pensar en un nuevo plan.
El cuerpo del mayor era cálido, su respiración tranquila le provocaba querer quedarse un poco más. Esas eran las cualidades que lo atraían irremediablemente, ya no se trataba de cuánto atractivo poseyera o cómo actuara. Ansiaba su calor, el agradable aroma de su piel, el sonido de su respiración. De hecho, comenzaban a convertirse en una necesidad.
Se mantuvo un largo tiempo con los ojos cerrados, acariciándole el cabello. La luz de la mañana atravesaba las cortinas oscuras, se oía el canto de los pájaros, el ajetreo de los sirvientes, las risas de los niños. El pequeño mundo de los Hayashi era perfecto, nada podía dañarlo. Allí todo transcurría a su propio ritmo, sin preocupaciones, los niños crecían felices a pasos agigantados. A veces, cuando veía a Yasu sentía una gran admiración por todo lo que había construido. Y de veras le agradaba esa familia, cada día se sentía más involucrado con su historia. Sabía que en caso de emergencia su papel no sería de mucha importancia, pero estaba dispuesto a darlo todo por ellos.

Era entrada la tarde cuando Yasu apareció en el despacho. Como no lo esperaba, al escuchar la puerta abrirse se sobresaltó. Se lo veía bien descansado, con energías. Ryu recibió sus besos antes de volver la vista a sus papeles. Dejó que el rubio le posara las manos en los hombros e hiciera un poco de peso. Cuándo lo llamó por su nombre completo, supo que le iba a decir algo importante.
–Falta poco para el día –le anunció–. ¿Ya has decidido qué harás? He estado pensando en que si necesitas buscar algo que no se pueda reemplazar, podría llevarte. No es necesario que vayas solo hasta allí.
–Puedo encargarme del asunto, no soy un niño –respondió, un poco inquieto. Durante todo ese tiempo había evitado pensar en volver a casa. No le hacía bien, pero debía admitir que Yasu tenía razón y había documentos importantes por recoger. También un par de cosas con valor sentimental que deseaba tener consigo antes de dar el paso definitivo.
–De todos modos debería acompañarte, prometo quedarme en el auto. Aparcaré un par de metros atrás si no deseas que lo haga en la puerta.
–¿No te rendirás, cierto? .–suspiró. Sabía bien a qué clase de peligros se enfrentaba, pero no quería involucrar a Yasu en un asunto que probablemente tuviera un final fatal. Conocía lo suficiente al mayor como para saber qué se proponía hacer si su pareja lo atacaba, no era estúpido. Mientras pudiera evitar un enfrentamiento, lo haría. Se mantuvo en silencio con la vista fija en los papeles, sin poder concentrarse–. Aún faltan dos días, ¿No?
–Sí, pero podríamos ir hoy mismo. No hay necesidad de que te tortures dos días enteros pensando en ese momento .–tomó el respaldo de la silla y la giró para que el menor lo mirara.
–H-Hoy... ni pensarlo –murmuró–. Necesito esos días para sentirme seguro .–luego clavó los ojos en los suyos, la resolución en el rostro de Yasu le decía que las cosas se harían como él decía–. No me obligues a hacerlo.
–Tú lo has dicho, eres un adulto. Así que deberías enfrentar tus problemas, ir en busca de tus cosas hoy mismo y decirle a ese bastardo que ya no estarás con él. ¿Por qué esperar tanto tiempo? ¿Por qué le tienes tanto miedo? Ahora cuentas conmigo, no deberías temerle a nada.
–¡Como si no supieras a qué le tengo miedo! .–se puso de pie y fue a cerrar la puerta del despacho que desde un principio Yasu había dejado abierta. Sus manos temblorosas estaban cubiertas de una fina capa de sudor. Intentó serenarse para evitar actuar como un idiota, pues no necesitaba sumarle más peso al asunto. ¿Para qué hablar? Después de todo el mayor sabía qué pensaba al respecto.
–De acuerdo, ve solo y cuándo se te antoje –dijo muy serio, aunque en realidad estaba preocupado. Si era necesario seguiría a Ryu para comprobar que todo saliera bien. Él no era un irresponsable, estaba loco si creía que lo iba a dejar entrar a la boca del lobo sin supervisión. Abandonó el despacho de forma rápida para ir a la cocina, aún no había comido nada. Como Ryu creía que se había enfadado, decidió no aparecerse por allí durante el resto de la tarde. Quizá así sus disculpas fueran dulces y con beneficios extras. Si había algo que le gustaba, eran las reconciliaciones de pareja. Tenía muchas ganas de experimentar una con Ryu.
Al ingresar a la cocina todo el mundo le entregó sus respetos. Se sentó a la barra, alguien le tendió un periódico pero lo dejó a un lado. ¿Qué quería comer? La verdad se le antojaba algo pesado, así que pidió un par de bistecs con una ensalada de patatas, un poco de té, un par de panecillos.  Si luego de comerse todo eso aún tenía hambre, pediría un postre. Gracias a los niños el refrigerador siempre estaba repleto de ellos, aunque la condición para acceder a uno era comerse todas las verduras del plato.
Observó con atención la actividad de la cocina, siempre lo hacía porque le gustaba poner nerviosos a sus empleados. Cuándo la gente se sentía observada por sus superiores, se esforzaba más que de costumbre, los resultados eran mejores. Él sabía bien qué clase de estrés se sufría ante esas situaciones, solía sentirse así frente a los ojos de su padre. Aunque eso no quitaba que le divirtiera torturar a los sirvientes. Cuándo se aburrió, tomó el periódico y se puso a leer los titulares hasta que la comida estuvo servida.

La noche lo sorprendió entre pensamientos, cuándo se dio cuenta, estaba sentado a oscuras con los codos posados sobre el escritorio. Aquel día no había avanzado con su trabajo, su cabeza no dejaba de darle vueltas al asunto. El rubio tenía razón, era necesario despachar rápido la situación para poder disfrutar de una mejor calidad de vida. El automóvil estaba a su disposición, podía llegar en un santiamén, recoger todas sus cosas e irse.
Lo primero que hizo fue cambiarse la ropa por una más cómoda, Yasu había adquirido un montón de mudas para él, por lo que cambiarse a diario no suponía un problema. Se puso una chaqueta fina, fue a buscar las llaves auxiliares que el rubio guardaba en su mesa de luz, más tarde se dirigió a la salida trasera de la mansión para que nadie notara su ausencia. El garaje estaba cerca, caminó rápido sin dejar de mirar hacia todos lados. En esos momentos se sintió como un delincuente, a pesar de que no era el caso. Tomaría prestado el automóvil y lo devolvería en menos de tres horas, quizá llegara a tiempo para sentarse a la mesa a cenar.
Sacó el automóvil del garaje, lo hizo pasar a través del portón eléctrico abierto y comenzó el viaje. De solo pensar en su pareja su corazón comenzó a latir de manera irregular, un sudor frío le perló el cuerpo. Tenía miedo, pero debía ser valiente una última vez.
El ritmo de la autopista, con sus bocinas, sus sirenas o sus luces, no le ayudaba a mantener la calma. Pronto deseó que Yasu lo hubiera acompañado para tener un poco de apoyo, conversación, lo que fuera...
En el vecindario todo estaba en orden, al parecer lo único que había cambiado en esos días era su manera de pensar. Apagó el motor, salió del auto y tras cerrar con la llave, se la metió en el bolsillo de la chaqueta. De repente sus pies parecían pesarle, no quería avanzar. Se recargó contra el vehículo durante un largo tiempo hasta que al fin tuvo el valor de dirigirse hasta su puerta. Una vez allí se dio cuenta de que había olvidado sus llaves. ¡Qué idiota! Su mano derecha temblaba tanto que le costó presionar el timbre. «Ojalá no esté. Eso me daría la oportunidad de volver más tarde e infiltrarme con las llaves, de seguro más tarde sale a beber y ya no lo tengo que ver.», ¿A eso le llamaba ser valiente? ¡No, estaba muerto de miedo! Dejó de importarle la pena que sentía por él mismo cuándo escuchó la llave girar en la cerradura.
Ni siquiera lo pudo mirar. Entró cabizbajo y se sobresaltó cuándo Mako cerró la puerta de manera violenta a sus espaldas. ¿Que si se había divertido con su jefe? ¿Que si le gustaba más su polla que la suya? Sacudió la cabeza, con los ojos llenos de lágrimas. Gracias a ese hombre su autoestima para enfrentar la vida diaria estaba rota, jamás sanaría del todo.
Decidió que lo primero era recoger sus cosas, para luego huir rápido tras decirle que ya no estarían juntos. Se concentró en eso mientras el imbécil seguía sus pasos, las frases que utilizaba eran hirientes pero también lo hacían sentirse culpable. Sí, incluso tenía un poco de razón: lo había abandonado de un día para el otro, sin demasiado dinero o prendas limpias, comida preparada, impuestos pagos. Se había ido a tener una aventura, sin pensar en absoluto en su bienestar... ¡Rayos! No, las cosas no debían ser de esa forma. Mako lo humillaba, lo golpeaba, lo violaba, se gastaba todo su dinero. Él no era el villano de la situación, él era la víctima.
Metió de manera apresurada todos los documentos importantes en un bolso, también arrojó dentro de un par de fotografías, unos regalos que había recibido de sus amigos cuándo tenía unos, postales e incluso sus prendas favoritas. Cuándo su pareja se dio cuenta de lo que hacía, le arrancó el bolso de la mano y lo arrojó lejos. Luego llegó la violencia física, recibió una bofetada en la mejilla derecha que le desenfocó la vista durante unos instantes. Ante una nueva oleada de gritos se cubrió la cabeza con los brazos, se había empeñado en amenazarle con que nunca más lo abandonaría o no viviría para contarlo. Ryu cerró los ojos, apretó los párpados, pensó en Yasu y en todos los momentos maravillosos que había vivido durante los últimos días. ¡Él ya no era esclavo de nadie! Se irguió, le dio un empujón para apartarlo, entretanto pensó qué más necesitaba de esa maldita pocilga.
–Te dejo –respondió ante una nueva amenaza–, eres alguien horrible. A partir de ahora vas a tener que arreglártelas solo, como siempre debiste hacer. Mi tiempo me pertenece, mi dinero me pertenece, ¡Mi vida me pertenece! .–arrojó un par de cosas más al bolso y comenzó a cerrarlo con dificultad. A la maldita cremallera se le había ocurrido estropearse justo en ese momento, necesitaba cerrarla aunque fuera a medias para escapar de allí. Su ahora ex-pareja había abandonado la habitación y eso no auguraba nada bueno, el corazón le golpeaba el pecho de manera dolorosa. ¡Cielos! La prioridad era salir de allí con vida, ya no interesaba la estúpida cremallera. Se cargó el bolso al hombro, corrió hacia la puerta, pero a mitad de camino el peso del hombre lo derribó. Al mirar la pared, vio una mancha de sangre enorme que describía un arco hacia su dirección, fue entonces que con un respingo se dio cuenta de que Mako lo había apuñalado a la altura del hombro. El dolor tardó en llegar, pero cuándo lo hizo fue insoportable. Retrocedió como pudo cuándo el hombre se acercó decidido a dañarlo otra vez. La sangre se deslizaba por su brazo hasta su mano, era difícil gatear bajo una superficie tan resbaladiza. Cuándo llegó al sofá, recargó la espalda contra el mismo y se hizo un ovillo. No era justo, no quería morir allí. Era joven, aún tenía muchas experiencias por vivir, muchas cosas por hacer. De pronto pensó en las palabras de Yasu, en su promesa, todo lo que le ofrecía... Había sido un estúpido al creerse indigno de todas esas cosas preciosas, libres de sufrimiento, violencia, muerte.
Alzó la vista para buscar sus ojos. Si iba a morir así, que al menos sus ojos torturaran la mente de su verdugo durante el resto de su vida. Observó la cuchilla ensangrentada, la expresión de furia en su rostro, la determinación con la que obraba. Lo que no esperaba era que Yasu apareciera tras su hombro, le rodeara el cuerpo con un brazo y le colocara la mano en el pecho. Ryu escuchó los gritos de su ex-pareja, lo vio sufrir, pero lo que más le horrorizó de la situación fue la apariencia del rubio. Aquel hombre no se parecía en nada al  cabecilla de familia que conocía, con su sonrisa amable o sus gestos animados. La mirada de Yasu desprendía una ira que jamás había visto en nadie, incluso parecía disfrutar de la situación.
Cuándo el silencio inundó el lugar, Ryu se echó a llorar. Las cosas se habían salido de control, la muerte lo había acorralado, el hombre que adoraba ahora era un asesino. Todo gracias a él, todo por su culpa. Dejó que Yasu le quitara la correa del bolso, se aferró a su cuerpo a la vez que recibió caricias y palabra consoladoras. Supo que el mayor comenzaba a curarle la herida al sentir una sensación cálida en su hombro, pero las palabras para agradecerle no salían.
–Tranquilo, Ryu –le dijo en voz baja, sin separarse de su cuerpo. A partir de ese momento todo marcharía a la perfección. Le echó una mirada fugaz al cuerpo del hombre, no le preocupaba en absoluto que investigaran la causa de su muerte ya que le había provocado un simple ataque al corazón. Cuándo la herida del pelinegro estuvo cerrada, lo obligó a ponerse de pie, se cargó el bolso al hombro y le tomó la mano. Su tacto era cálido, precioso, jamás volverían a separarse–. Vamos a casa, la familia nos espera. 

Notas finales:

Buenassss eue/

Aquí vengo a entregarles el final de Gato Negro, espero que les haya gustado.
Personalmente amo a este par, no lo puedo creer ;A; <3

Es la pareja con la que más me he encariñado, siento que tienen tanta química y tanto adsfdsadsadsf que es imposible dejar de escribirlos(?

La verdad es que este proyecto nació como siempre, de la nada e improvisado. No tenía ni idea de que una pequeña idea que se me ocurrió una vez (tcreo que todo empezó bajo el concepto de "posesión a través de poderes mágicos" xD), iba a terminar así. Realmente es mágico.

Quiero agradecer a todos los que llegaron hasta aquí, a los que se han dado el tiempo de leer Kalinka, Gato Negro y lo han disfrutado. Yo también lo gozo a full(?
Y por sobre todo gracias por la paciencia de esperar, sé que a veces tardo mucho, pero en medio de esa tardanza me encuentro investigando cosas para seguir nutriéndome y ampliar mi escritura, pues es al día de hoy que no solamente escribo fanfics. Para mí las historias son tan importantes como respirar o comer, siento que no puedo pasar un solo día sin escribir aunque sea un párrafo, si no lo hago siento que me marchito.

Esa es la razón por la cuál van a tener un par de historias más, algunas relacionadas con Kalinka porque aún queda un poco que contar(?

Estoy muy interesada en desarrollar el pasado (la que tiene que terminar la segunda parte del fic xDDD!!), específicamente en la época que Leoneil vivía. Cómo se dio todo, la relación del Yasu joven con el hijo de Leoneil(?, darle un rostro al padre de Yasu y definir un poco la estructura familiar con sus dramas. Quedo abierta a esa posibilidad.

Nos leeremos más pronto de lo que piensan porque al final me quedo en Amor Yaoi. Wattpad es oscuro, lleno de horrores y plagio(? . Y a pesar de que aún no me decido por cuál de las dos historias que tengo a medias quiero publicar, al final voy a hacerlo eue

Entre todo esto quiero agradecerle a Doña Angie por siempre darme consejos de escritura y marcarme mis errores, me sirve un montón uvu <3
Porque la verdad es que soy una aficionada que va probando, quitando y poniendo cosas para ver cómo la idea se va leyendo desde la perspectiva de otra persona xD -no aprende más- -vive a los golpes-

No se olviden de pasar por mi Twitter y agregarme, generalmente es un buen viaje de ida, salvo cuándo estoy de mal humor(?

https://twitter.com/MairaMayfair

Nos leemos prontito eue/



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