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Innecesario por mistdowner

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Para todos fue una verdadera conmoción el saber que el energético, imparable y violento Katsuki era un omega. Él no concordaba para nada con la personalidad que, se suponía, un omega debía tener. Katsuki era rudo, mal hablado, y para nada delicado, mientras que los omegas eran más bien serenos, agradables y más dóciles. El mundo se estaba yendo al carajo. O al menos eso pensaba el rubio, puesto que nada tenía sentido. La noticia le había caído terrible. Ese día explotó su propia cama, rompió los platos, algunos focos y hasta hizo un agujero enorme en la pared.

Ser omega no era lo que se suponía que él debía ser.

Pero por mucho que explotara cosas, se frustrara y pataleara, era obvio que su cuerpo no iba a mutar mágicamente. Sus padres lo sabían, y siendo maduros al aceptar sus errores en la crianza de su hijo, agacharon la cabeza y se tragaron el orgullo. No corrió mucho tiempo para que en la casa, paquetes de supresores fueran puestos en el botiquín. Tampoco pasó mucho tiempo para que su madre, a escondidas, comprase un collar antimarcas, por si en un futuro era necesario para su niño.

Todo comenzó a cambiar. Y eso no le gustaba ni siquiera un poco al explosivo rubio. En la escuela las clases de educación sexual se intensificaron. Con las categorías de todos definidas, era necesario mostrarles a los niños los peligros de la propia naturaleza: se habló de las marcas, los vínculos que estas generaban, lo que sucedía cuando dos alfas querían reclamar el mismo omega, etc,etc. Todo era un fastidio. Pero sin duda la molestia más grande era ver a Deku en todas las clases, siempre temblando y temeroso de su presencia. Luego de que fuera dicho que Katsuki era un omega, algunos (tontos) niños pensaron que por ser alfas, podían aprovecharse de él. Obviamente el rubio les explotó la cara a todos y cada uno de los imbéciles que se acercaban más de la cuenta. Podía ser un niño, pero no un idiota, puesto que ya se daba cuenta con qué clase de ojos lo miraban ciertos púberes. No podía estar más asqueado de ellos, y de sí mismo por atraerlos sin querer. Obviamente, Deku no fue tan estúpido. Él siguió teniéndole respeto, mirándolo de lejos y chillando cada vez que el rubio gruñía en su dirección.

Katsuki nunca se interesó en preguntarle su categoría. Pecaba, nuevamente, de creer ciegamente en su corazonada. Nunca se enteró de que Deku era un alfa, a pesar de que las pocas veces que estaban cerca, un suave olor a menta mezclado con chocolate se desprendía del pecoso, haciéndole olfatear más de la cuenta sin darse cuenta.

Descubrió la naturaleza de su amigo de la peor manera posible, según él.

Sucedió un día en el cual el cielo se encontraba nublado. No había ni rastros de sol, pero eso no impidió que él y sus dos amigos salieran a cazar escarabajos. A pesar de que ellos sabían que Katsuki era un omega, tampoco habían dejado de perderle el respeto o admiración. Al menos eso se mantenía intacto. Llegaron al gran bosque, y con pequeñas jaulas en las manos, se pusieron a buscar esos animalitos, charlando ocasionalmente de uno que otro tema. Algunos truenos sonaron a la distancia, lo cual los alertó.

—Creo que deberíamos volver a casa.—dijo uno de sus amigos, temeroso de quedarse atrapado en medio de una tormenta.

—Podemos jugar un poco más, no seas miedoso.—dijo el omega, tratando de alcanzar un escarabajo que se encontraba demasiado alto para su pequeña estatura de niño de doce años. Él no tenía ganas de volver a casa. Había estado peleando con sus padres desde hacía ya muchas semanas por el tema de los supresores. Él se negaba a tomarlos, tercamente aferrado a la idea de que él era un alfa, y no necesitaba de tales medicamente para débiles omegas. De repente, olfateando, le pareció oler algo familiar. No tuvo tiempo si quiera para pensar en nada, cuando sus piernas temblaron y cayó de las grandes raíces que sobresalían del suelo. Su amigo beta alcanzó a tomarlo entre sus manos antes de que tocara el suelo. Katsuki gruñó indignado por la ayuda que no había pedido.

—¡Quítame las...!—su garganta comenzó a secarse repentinamente, mientras el calor se expandía por su cuerpo. De un momento a otro se encontró jadeando, sintiendo como su cuerpo cedía ante un calor descomunal. Se asustó. Nunca le había pasado algo así, y no sabía como reaccionar. Comenzó a perder la noción de lo que le rodeaba paulatinamente. Muy cerca suyo escuchaba una pelea. Luego se enteraría de que su amigo beta lo estaba defendiendo del alfa que trataba de tomarlo, siguiendo sus bajos instintos. Sintió un par de manos tomar su pequeño torso, y muy molesto estalló en ira. Por muy "enfermo" que estuviera, jamás permitiría a nadie tomarlo. Usó su quirk hiriendo al malnacido que trataba de tomarlo por la fuerza, pero debido a que el calor lo estaba abrumando tanto, no podía ser preciso con sus explosiones. A lo lejos le pareció escuchar un rotundo trueno, junto con la caída de gotas sobre su piel. Aquel maldito lo estaba despojando de su ropa, gruñendo como una bestia, y reclamándole como premio. Tuvo miedo. Como cualquier niño impotente, tembló asustado. Fue la primera vez que sinceramente creyó que su vida acabaría en manos de un asqueroso personaje secundario.

—¡Aléjate de Kacchan!—fue todo lo que llegó a escuchar antes de que el peso que lo oprimía contra el (ahora) suelo mojado desapareciese. Escuchó gritos, golpes y un ruido seco. Se enteraría, igualmente después, que Deku había peleado contra su amigo, y lo había ahuyentado con una rama como arma, dándole un golpe en la cabeza al alfa que había intentado tomarlo. Luego sintió como era tomado a rastras, empujado contra su voluntad hacia alguna dirección. Debido a que sus piernas casi no podían funcionar, se apoyaba en aquella persona que lo estaba ayudando. El olor a menta y chocolate se acentuó en sus fosas nasales de una manera terriblemente directa, aumentando el calor y la necesidad.

—Maldito Deku...— gruñó sin fuerzas, mientras sentía que poco a poco "algo" chorreaba entre sus piernas.

La lluvia que había comenzado con una suave danza de gotas contra el piso terminó siendo toda una tormenta. Katsuki, apenas consciente, podía escuchar el constante ruido de la tormenta y los truenos cruzando el cielo. Suspiró, recostándose contra el suelo, y llevando ambas manos contra su intimidad. Lágrimas calientes bajaron por sus mejillas, cargadas de rabia, confusión e impotencia. Su entrepierna exigía atención, y dolía a horrores. El ni siquiera sabía que hacer. Nadie le había enseñado a masturbarse, y la sensación de asfixia era terrible. Su garganta estaba tan seca que ni siquiera hubiera podido maldecir a Deku aunque lo hubiese deseado con toda el alma.

—Kacchan...— lo escuchó susurrar. El aroma a chocolate y menta que desprendía el pecoso era más fuerte que nunca, como si se hubiera asentado con la humedad del ambiente. Katsuki gruñó lleno de furia. Trató de incorporarse y darle un golpe o explotarle la cara al maldito delante suyo. Pero solo atinó a sollozar, porque seguía siendo un niño asustado, un niño omega. Un niño asustado, omega y en celo.

El pecoso tragó en seco. El aroma que su amigo estaba liberando era muy fuerte, y le hacía tener ligeros mareos. Su naturaleza alfa burbujeaba dentro suyo, pero afortundamente podía controlarla. ¿Cómo? ¿Cómo podía no tomar a su amigo ahí mismo, siguiendo su instinto? Fácil y fatídica respuesta: él era un quirkless. El olor de un omega en celo no le afectaba como al resto. Como siempre, era un caso extraño entre todos los demás. Pero por primera vez, Midoriya se sintió feliz de ser distinto al resto de alfas. No podría haber vivido con la idea de haber abusado de su amigo, Kacchan, solo por el hecho de que él fuera un omega. Se acomodó en su lugar, sin saber muy bien que hacer. A pesar de que podía controlarse, su alfa interno demandaba que actuase de algún modo. Los alfas siempre debían de consolar a los omegas. Pero más que ese deseo natural por actuar, Midoriya se sentía fatal al ver tan desconsolado a su amigo.

Kacchan, el que siempre había admirado.

Kacchan, el que siempre estaba dispuesto a demostrarle a los demás que era el número uno.

Kacchan, el que nunca se rendía.

Ahí estaba, llorando, pidiendo por un alfa en contra de su voluntad, acariciándose a si mismo por sobre la húmeda ropa, sin lograr si quiera un poco el aliviarse. Midoriya se acercó a él. La cueva en la cual se habían resguardado no era muy grande ni muy profunda, así que no tuvo que hacer mucho esfuerzo para moverse hacia él y tomarlo entre sus manos. Katsuki gruñó con lo poco de cordura que le quedaba, pero Midoriya no tuvo más opción que sostenerlo contra su pecho, en un abrazo que trataba de consolarlo. ¿Qué más iba a hacer? El pecoso tampoco sabía tratar con temas como el sexo. Y a pesar de que él también sentía cierto calor en su intimidad, se quedó callado mientras acariciaba los cabellos de su amigo en silencio.

Bakugo hubiese querido resistirse, matar a golpes a Deku en ese mismo lugar y salir corriendo. Pero su omega gozó de las caricias impidiéndole moverse. Totalmente rendido a su naturaleza devastadora, Katsuki comenzó a refregarse contra un desconcertado Midoriya, que no supo bien cómo reaccionar a eso. Tragó en seco y se quedó quieto mientras seguía acariciando el cabello de Katsuki, sintiendo como éste buscaba frotarse contra "ese" lugar caliente.

—Kacchan...— lo llamó bajito, mientras el rubio gruñía desesperado al no poder ser llenado por lo que tanto buscaba de Midoriya. Era horrible, penoso, degradante...—Kacchan...—lo seguía llamando el pecoso. Su voz solo lo calentaba más, resonando como un eco en los oídos del omega.

Un ronroneo bajito, casi tímido comenzó a llenar el ambiente. Midoriya estaba usando ( sin saberlo) sus primeras habilidades como alfa. Su olor mandaba a calmar a Katsuki, que finalmente había podido liberar su miembro entre sus mojadas ropas, dándose placer a sí mismo de manera inexperta, correspondiendo el ronroneo, y gimiendo de vez en cuando por el placer.

Midoriya no lo tocó. Ni siquiera intentó tocarse a sí mismo en su presencia. Solo siguió ronroneando, acariciando su pelo y dejando que el rubio se restregara contra su intimidad sin vergüenza.

Ese día, Katsuki supo que Midoriya era un alfa.

 


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