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Como Dos Fantasmas por Jafer_Sanlatin

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Notas del capitulo:

Bueno, había subido capítulo ayer, pero como la página tuvo problemas, se borró, así como algunos reviews que alcancé a leer pero no a contestar :(

Aquí traigo otra vez el capítulo, espero les guste y no se borre! Jajaja

Teníamos quince años cuando nos conocimos. En aquel entonces, mis padres se habían divorciado y mis dos hermanas mayores y yo nos habíamos ido con papá a vivir a la capital. Mamá odiaba la ciudad, así como odiaba ser madre, por lo que nuestra partida le había permitido vivir su vida como siempre había querido.


Nunca he sido tímido, así que apenas llegué a mi nueva escuela, me llevé bien con la mayoría, y con 'mayoría' me refiero a que había un solo chico que parecía no poder aguantar mi presencia.


Los primeros meses fueron difíciles en casa. Mi padre trabajaba mucho para poder cubrir todos los gastos de la casa, mis hermanas intentaban suplir a mi madre en los quehaceres de la casa. ¿Yo? Yo no tenía idea de qué hacer. Siempre había sido más cercano a mamá, aunque ésta no fuera para nada cariñosa; para mí así era ella y punto, así debía quererla. Entonces, claro, mi padre y hermanas intentaban que no me deprimiera su ausencia y no me permitían ayudar en nada.


–No seas tonto, Kise –me sonreía la mayor de mis hermanas–. Eres el bebé de la casa, tú preocúpate de la escuela, que bastante pena dan tus notas.


–¡Mis calificaciones están bien! –me enojaba yo, haciendo reír a mis hermanas.


Aumenté mis horas de estudio y mi rendimiento mejoró enormemente. Así fue cómo llegué a ser el tutor de, irónicamente, el único chico que no me soportaba.


Aominecchi.


~


Actualmente, me encuentro de pie frente a él, quien sigue inconsciente después de verme.


¿Verme? ¿Esto realmente está pasando? ¿Aomine puede verme?


–¿Amor? –escucho una voz grave, aunque no tanto como la de Aomine. Y, claro, había olvidado la molesta presencia del que, al parecer, es el nuevo novio de Aominecchi... Aomine.


–Hola, cejitas –saludo con molestia–. Mil disculpas, provoqué que tu novio, que fue mío primero, se desmayara. Y ya de por sí es de sueño pesado, así que suerte despertándolo.


–Cariño –llama el chico una vez más, y al no recibir respuesta, toma a Aomine en brazos, con dificultad, pero lográndolo de todas formas.


De acuerdo, yo nunca habría logrado algo como eso. Le daré reconocimiento por su fuerza.


Los sigo, aunque no tendría que ser necesario, ya que me conozco este departamento al revés y al derecho. Llegamos a la habitación principal, donde nada es como cuando yo vivía aquí: no está mi sofá de cuero en la esquina, no están ni las cortinas ni alguno de los cobertores que alguna vez compré, ¡ni siquiera la cama es la misma! Sin embargo, lo que más me duele, es ver que la foto que decoraba parte de una de las murallas ya no está.


En ella aparecíamos Aomine y yo, sentados en el suelo de la sala, que se ve completamente vacía al ser del día en que habíamos recibido las llaves del departamento.


–Qué extraño, no tiene fiebre –escucho murmurar al chico pelirrojo, quien toca el rostro de Aomine y lo mira con preocupación.


–Qué burro –bufo–, ya te dije que se desmayó al verme y, es que, ¿quién no lo haría? Estaré muerto, pero sigo siendo fabuloso.


Y tengo ganas de gritar. Y no, no es porque sepa que el chico no puede escucharme, ya que le hablo sólo porque no tengo nada mejor que hacer. Quiero gritar porque el chico parece ser buen novio y querer mucho a Aomine. Ah, y está vivo.


–No es que quiera lucirme, pero fui médico en mi tiempo –me acerco al pelirrojo–. Kise Ryota, a tus servicios. Te recomiendo tirarle un vaso de agua en la cara. No es ético ni nada, pero será divertido verlo despertar alarmado. Yo más de una vez lo hice.


–Llamaré a Momoi, ella sabrá qué hacer –dice el chico, saliendo de la habitación.


–Al fin se fue –suspiro–. Espera... ¿dijo Momoi?


¿Cómo es eso de que mi mejor amiga permite que me reemplacen así de fácil?


Me acerco a la cama, para ver a Aomine más de cerca y ver si, pese a estar muerto, puedo ahorcarlo por cambiarme por un chico que no me llega ni a los talones.


Cuando llego junto a Aomine, me preparo para atacar, sin embargo, algo hace que me detenga.


¿Qué demonios? ¿En qué momento comenzaron a aparecer canas en el cabello de Aomine? ¿Y esas leves arrugas siempre estuvieron en el borde externo de sus ojos?


Retrocedo alarmado y corro al baño de la habitación. Me veo en el espejo –gracias a dios aún puedo ver mi reflejo–, y sigo tal cual me recuerdo al momento de morir. Tenía 29 años, y con Aomine tenemos la misma... teníamos la misma edad en aquel tiempo. Y no tenía canas. Y no tenía arrugas.


Vuelvo a la habitación y nada ha cambiado: Aomine sigue inconsciente, la desconocida decoración sigue allí y ni pistas del chico pelirrojo.


Sólo quiero que Aomine despierte y comprobar que sigue viéndome. Él es la única persona que puede ayudarme a entender todo esto que está pasando.

Notas finales:

Espero les vaya gustando ♥


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