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Tenant por Ominous_Suzuki

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Notas del fanfic:

One-shot inspirado en el capítulo 10 del libro Lolita de Vladimir Nabokov, cuando el Sr. Humbert Humbert conoció a la nínfula Lo.

Notas del capitulo:

¡Estoy devuelta, queridos!

 

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que publiqué una fic, y ahora he aquí, de nuevo me tendrán publicando mis one-shot, o two-shot, incluso quizá un long-fic. Todo depende del tiempo que disponga, aún así, espero y les guste éste pequeño one-shot.

 

¡Saludos!

— ¡Ru, levántate!

Una horrible y fastidiosa voz me aturdió e hizo que mi agradable sueño fuera interrumpido repentinamente. Desperté y, con evidente fastidio, opté por posar mi aburrida y somnolienta mirada en el techo.

"No me voy levantar hoy", fue mi primer pensamiento del día. Con pereza volví a enredarme entre las cobijas de mi cama en un intento de volver a conciliar el sueño, y así, no despertar.

— ¡Takanori!

Maldita mujer. ¿Acaso no sabe lo que es levantarse tarde, pero feliz?

— ¡Maldición!, ¡ya levántate que hoy viene el nuevo inquilino!

Oh, cierto, el nuevo inquilino. A Aiko Matsumoto hace un par de meses se le ocurrió la más grande e idiota idea de hacer del pequeño estudio un pequeño cuarto de renta para que la gente se le ocurriera vivir ahí. Pero, he aquí mi más grande duda, ¿quién demonios querrá vivir en un maldito estudio de pacotilla? A regañadientes me tuve que levantar antes de que otro sonoro rugido saliera de la boca de mi madre. Después de despabilar mis rasgados ojos, me miré al espejo, y con lentitud empecé a cepillar mi cabello, he de decir que me encantanta; es lindo. Y tal vez dentro de poco me lo corte, no tengo idea de cómo, pero lo haré. Pues, según Aiko, ya está muy largo.

Di un pequeño sobre salto cuando la puerta fue abierta de golpe, era mi querida madre.

— ¡Dios mío, Ru! ¿Desde hace cuánto que estás levantado?

— Hace una hora.

— ¡¿Y por qué no contestas cuándo te hablo?!

— Porque no te oía.

— ¡No me contestes de esa forma! —. Volteé hacia ella.

— ¿Cómo quieres entonces que te hable? —. Ella gruñó en respuesta, sabía que tenía razón. Dejé que un bufido se escapara de mis labios, antes de continuar con mi trabajo en el cabello.

— ¡Acomoda éste chiquero, y recoge tu ropa interior del baño!, ¡que en verdad le mostraré toda la casa a el nuevo inquilino!, ¡recuerda que tú y él compartirán baño!

— Jesucristo, eso es desagradable, mujer. Imagina que es un hombre viejo y cerdo, que deje sus regalos en el baño.

— Takanori —. Ella hizo una pausa, y un pequeño escalofrío recorrió mi espalda—. Sólo haz lo que te pido, ¡ahora!

Salió la mujer desesperada de mi habitación, por supuesto, con sus tacones resonando en cada apresurado paso. Antes de que hiciera otro escándalo, volví a la cama a tenderla. Dios, ¿Por qué tengo una cama tan grande? Es más cómoda, pero paso más tiempo tendiéndola. La puerta volvió a abrirse, y la misma loca se adentró a ella.

— Ru, hoy quiero que te vistas decente.

— ¿Decente?, ¿cómo?

Entonces mi madre abrió de par en par mi armario y, con exagerada desesperación, empezó a buscar un traje.

"Jesús, ¿ahora tengo que vestirme bien para los invitados?

— Sí tengo que vestirme decente, vas a tener que comprar ropa nueva.

Esbocé una divertida sonrisa ante el gruñido proveniente de mi madre, mirando así mismo como había sacado un pequeño traje constado de unas bermudas color gris con tirantes del mismo color y una camisa manga corta beige que desde hace tiempo no me ponía. Y sin más, lo tiró a la cama para nuevamente volver a salir desesperada de la habitación.

Miré las prendas con hastío, ¿en verdad quería que me vistiera decente? Era un jodido traje viejo, y no era beige, era blanco desteñido, con algunas manchitas azules y amarillas, ni se diga de la bermuda. Dios, ésta mujer ha enloquecido, pero con tal de que deje de molestarme, haré lo que me pida. Me quité la pijama, y me puse cada prenda tomándome mi tiempo, al acabo de unos minutos salí de mi habitación y fui a la sala, en ese momento tocaron la puerta por lo que fui corriendo a abrirla.

— ¡Ya voy! —. Exclamé, y al instante alcé mis comisuras en una sonrisa al encontrarme con la Sra. Mori.

— ¡Takanori, que gusto verte! Llegó la nueva suscripción de tu revista —. Comentó, sacando de su bolsa una revista gruesa de moda.

Segundos después me vi corriendo hacia mi habitación por un dólar y cincuenta centavos; lo que valía la suscripción. Le di el dinero a la Sra. Mori, nos despedimos y, finalmente cerré la puerta. No podía creerlo, al fin tenía la revista. Tengo que admitir que éstas cosas me encantan.

— ¡Ru! ¿Quién era? —. Cuestionó mi madre con su jadeante respiración por haber venido corriendo hasta mí.

— Era la Sra. Mori, me trajo la revista.

— ¿Estás seguro que era ella?

— Mamá, aquí tengo la revista.

Como sí mis palabras fueran alguna clase de hechizo, la Sra. Matsumoto se volvió a la cocina gritándole a Reika, la sirvienta. Revoleé mis ojos en camino a mi habitación de nuevo, en la que al llegar dejé en mi tocador la revista, y empecé a darme algunos retoques de rubor a mis pocas rellenitas mejillas. Mi idea era sólo darme una apariencia tierna, pero por alguna extraña razón quería verme un poco más lindo para el nuevo inquilino, algo me decía que tenía que ser un chico guapo y de mi edad así que, para hacer mis labios parecer más jugosos y rosas, también le di unos leves retoques.

Bajé con mi revista a el patio, hacía calor y era agradable, pero tenía que refrescarme. Sabía que a mi madre no le agradaría para nada el que encendiera la llave del agua, y mucho menos que activara los aspersores. Por lo que me escondí detrás de unos arbustos, y me acosté sobre el césped. Finalmente, me puse a leer mi revista, y dejé que el chorro y algunas salpicaduras de agua cayeran sobre mi espalda.

Era un día bastante lindo, el sol brillaba y casi no había nubes, mientras leía la revista me acordé de mi ropa interior, pero qué más daba, estaba tremendamente cómodo y mi madre no haría que me levantara a mover mis calzones de lugar, de cualquier forma sus medias estaban ahí. Así que, restándole importancia, seguí con mi lectura. Llegué a la parte donde abarcaba en una sóla hoja un hombre, uno muy guapo y apuesto, estaba seguro que me llevaba 10 ó 20 años, pero no me importaba la edad, podría estar con alguien mayor que yo, incluso sí a mi madre le molestaba.

Aunque estuviera lejos de la casa, logré escuchar el timbre; era el nuevo inquilino. Vaya desgracia en la que está a punto de meterse, estoy seguro que en cuanto entre a la casa, saldrá huyendo. Pasé otro rato leyendo la revista.

— Y él es mi Ru.

Escuché a mi madre nombrarme por mi apodo de nínfula. ¿Qué tanto le costaba decir, "Él es mi hijo Takanori"? Me trató como un objeto más de la escena.

— Y éstos son mis lirios, amo los lirios. ¿No le parecen lindos?

— Hermoso.

Una ronca voz me llamó la atención cuando llegó a mis oídos, invitándome a posar mi mirada sobre el dueño. Fue entonces que me encontré con un hombre de traje, un hombre mayor que yo, pero que era demasiado apuesto para su edad, poseedor de ojos oscuros y cabello castaño. Sin pudor alguno, le dediqué una sonrisa y me volví a la revista.

— ¡Hermosos!, ¡sí!, ¡lo son! —. Se corrigió el hombre regresando con mi madre.

En el fondo, pensé que era un hombre muy atractivo y apuesto, pero él era alguien fuera de mi alcance, seguramente era más grande que mi madre y tal vez ella ya lo habrá apartado para sí misma.

Después de un rato, me cambié de ropa y ahora si conocí formalmente al Sr. Yutaka, estaba muy encantado de conocerme a mí y a mi madre, tal vez fueron ideas mías, pero parecía mas animado al hablar conmigo. Tenía que ver sí realmente él tenía más interés en mí que en mi madre, y lo probaría esa misma noche.

Terminé de cenar antes y fui arriba, busqué en mi armario un short corto que dejaba ver mis muslos, y una camisa de tirantes; prendas que usualmente empleaba para dormir de manera más cómoda. Me encaminé a la puerta del baño de su habitación para dejarla totalmente abierta, y la mía la dejé emparejada, lo suficiente para que pudiera verme a mí en la cama.

Mientras me hacía el dormido, el Sr. Yutaka llegó a su habitación, se puso a revisar algunas cosas en su escritorio, así que me levanté intentando parecer somnoliento, dándome cuenta al instante de que se encontraba mirándome. Hice como que buscaba algo en el suelo, —un calcetín que había dejado apropósito—, pero no lo encontraba. Así que, me agaché lo suficiente en el suelo como para que el Sr. Yutaka mirará mis muslos y parte de mi trasero. Sólo escuché una expresión de sorpresa, como que realmente no se lo esperaba, pero fue suficiente para hacer que volviera de nuevo a mi cama ahora sí dispuesto a dormir con una sonrisa coqueta, mientras mordía mis labios en un intento de retenerla.

Pareciera que el Sr. Yutaka sí me daría una oportunidad, y yo, por supuesto, no la desaprovecharía.

Notas finales:

¡Acepto de todo!

 

Desde un par de huevos, o tomates, hasta un pequeño rw. 

 

¡Hasta entonces, queridos!


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