-ahora tú vas a ocupar su lugar.
Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo. No pude evitar poner una expresión de terror puro combinado con el hecho de que mis manos temblaban, además mi rostro y caderas dolían, por lo tanto es seguro que esto dejará marca así que no puedo permitir que la evidencia que ha quedado en mi cuerpo demuestre que Mihael Kheel ha sido intimado por alguien, me perderían el respeto. Nadie me había humillado de esta forma, tengo que hacer algo. -No me voy a convertir en la puta de nadie, así que puedes joderte.- le miré de la forma más desafiante posible, tenía que ocultar el miedo que sentía, esperando un arranque de ira pero nada de eso pasó porque su rostro se tornó de una forma extraña… ¿sorpresa?
- ¿Hablas de no ser la puta de nadie cuanto pasaste tantos años siéndolo?
- ¿De qué carajo estás ha…?
No pude terminar la frase porque posó sus labios en los míos conectándolos en un beso muy violento, traté de hacer mi rostro a un lado pero sujetó de nuevo mi mentón con una mano mientras aplicaba más fuerza en su mano para sujetar mis muñecas, realmente me dolían. Su cuerpo estaba sobre mí, el media el doble que yo así que su pesado cuerpo no me dejaba respirar muy bien, lo que tampoco me permitía escapar; violaba mi boca con su lengua que acariciaba la mía, cuando trataba de cerrar mis labios el apretaba más mis muñecas lo que hacía que soltará quejidos del dolor y cuando lo hacía parecía gustarle. – Adoro lo pequeño que eres, siento que puedo romperte en cualquier momento.- al decir eso se acercó a mi oído y susurró:
- Que sea nuestro pequeño secreto.
Al decir eso besó mi oreja y se apartó de mí con una sonrisa siniestra, mientras el caminaba hacia su habitación. Yo solo me deje caer al frio suelo de madera mientras trataba de asimilar todo lo que acaba de pasar, me habían hecho sentir completamente indefenso y profanaron mi cuerpo, nadie se había atrevido a hacerlo antes. Mis músculos se estaban relajando así que dolían, pero no podía quedarme ahí tirado en el suelo como un animal asustado e indefenso por lo que me levanté y caminé en dirección a la cocina, debía poner hielo en mis muñecas.
Mientras caminaba pensaba en la forma en que me besó, no era la primera vez que había besado a alguien, en especial a un hombre, pero en todas esas veces yo era el dominante ¿Cómo era posible que alguien que acaba de llegar haya abusado de mi esa forma? Ni siquiera puedo usar esa palabra, es demasiado vergonzoso aunque describa lo que acaba de pasar, definitivamente nadie debe saber esto o todos me perderían el respeto y no puedo permitirme eso, sobre todo cuando estoy tratando de ser alguien digno de ser el sucesor de “L” y no lo seria si me muestro débil ante ese montón de mocosos llorones.
- Mello ¿Estás bien? ¿Qué te ha pasado?
Estaba tan absorto en mis pensamientos que ni siquiera había notado la presencia de Matt, que por cierto se notaba muy preocupado, que molestia. – Discutí con alguien, no tiene importancia.- traté de evadirlo y seguir caminando pero me sujetó de una de mis muñecas a lo cual no pude evitar soltar un quejido.
- Tus muñecas, tienen marcas rojas como si alguien te hubiera sujetado muy fuerte y están en ambas, ¿Quién te ha hecho daño?
- Fue una pelea, ya te lo he dicho.
- ¿Acaso peleaste con el chico nuevo? Ese chico acaba de llegar y ¿ya le has golpeado? Nadie se mete con Mello ¿eh? Ven, vamos al comedor para ponerte hielo, seguro que él ha quedado peor.
- Claro que así fue, ¿por quién me tomas?
Seguimos hablando de tonterías hasta que llegamos a la cocina, debo admitir que Matt me hacía sentir bien, inclusive podría decir que es una sensación muy cálida. Cuando llegué aquí por primera vez, todos los chicos estaban asustados de mí porque en mi antiguo orfanato golpeaba a los demás niños, pero ¡ellos se lo buscaban! Eran tan tontos por no poder entender cosas tan simples. Al llegar aquí pensé que al haber muchos chicos superdotados iba a sentir que encajaba, pero al termino de mi primer día me di cuenta que esa sensación no se debía a la diferencia de coeficientes intelectuales, sino que el problema era mi personalidad tan difícil que provocaba que los demás se alejaran de mí.
Intentaba mostrarles que no me importaba, aunque más bien quería convencerme de así era. El único que pudo notar lo solo que me sentía fue Matt, a pesar de mi actitud ruda y arrogante, él se acercó con una barra de chocolate en una de sus manos y la extendió hacia mí con una sonrisa en su rostro. Yo le grité que se fuera pero no lo hizo, incluso le arrojé la barra de chocolate en su cara pero no le importó, solo la levantó del suelo y me la dio de nuevo, el pudo irse como todos los demás pero no lo hizo.
- No muevas tus muñecas, sostendré dos pequeñas bolsas de hielo sobre ellas para bajar la inflamación, no creo que sea nada grave.
Solo asentí con mi cabeza y tú me miraste de una forma muy dulce, siempre has cuidado de mí aunque te trate mal la mayoría del tiempo. Aun no entiendo la razón de tus acciones pero cuando estoy contigo me siento completo aunque eso nunca lo sabrás, mis sentimientos no serían correspondidos y no podría aceptar que vieras una faceta tan débil de mí.
- Pero que escena más conmovedora.
- T-Tú…- No pude evitar tartamudear al verle entrar hacia el comedor.- ¿Qué quieres?
- Tranquilo, no hace falta que te comportes tan rudo, lamento interrumpir.
- Ehmm no entiendo lo que está pasando ¿acaso volviste por más? ¿eh? No tuviste suficiente de Mello, pero… ¿Por qué no tienes heridas?
- ¿De qué carajo hablas niño punk? ¿Acaso no te contó de lo nuestro?
- No hay nada entre tu y yo jodido maniático.
Se acercó de forma lenta hacia mí mientras yo le miraba con ira, el solo me miraba con esa jodida sonrisa siniestra y esos ojos color carmesí que solo me hacían temblar pero no podía mostrarme débil de nuevo, ahora menos cuando Matt está presente así que me puse de pie y le miré fijamente.
- Te ves adorable viéndome desde ese ángulo, eres tan enano.
- ¿A quién llamas enano, imbécil?
- Así es, quizás Mello no te haya dejado una marca visible pero ahora lo hará ¡Vamos Mello demuéstrale que su altura y sus ojos no te intimidan.
Matt eres un idiota, no tienes ni idea de que estoy a punto de hacerme en mis pantalones. Mejo no ayudes, pero es cierto, no debo dejar que me intimiden. – Matt tiene razón, no te tengo miedo.
- Pero lo harás.- estuve a punto de golpearle pero algo me detuvo, deslizo uno de sus brazos en mi espalda baja, atrayéndome hacia el y tomando mi nuca con su otra mano para acercar nuestros rostros y… ¿me besó de nuevo? No puedo creer que lo haya hecho enfrente de Matt. Beyond dejó entrecerrar los ojos pero pude observar que miró hacia donde él se encontraba, apenas pude apartarme miré a Matt sin saber que decir y solo pude ver como las lágrimas en su rostro comenzaban a bajar por sus mejillas… ¿ por qué estas llorando Matt? ¿Acaso tu…?
- ¿Matt? Esto no es lo que parece, suena estúpido, pero en serio que no es lo que parece.
- Mello, no tienes que explicarme nada solo lloro porque me conmovió mucho ver lo feliz que eres, no pensé que tuvieras esas preferencias. Mejor los dejo solos, tengo un videojuegos que terminar
- No Matt…iré contigo.
- Quiero estar solo Mihael.
Nunca me llamas por mi nombre, podía sentir como se rompía una parte de mí, quería seguirle pero mis piernas no se movían. Lo he perdido.