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La raíz de mis deseos por Ilusion-Gris

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• Narra Gaara 

Mi padre forma parte de la industria petrolera, por lo que mi futuro está más que asegurado. A mis hermanos Temari y Kankuro les interesó entrar al negocio familiar, a mí también, con la excepción que antes quería experimentar por mi cuenta ser un estudiante universitario.

Hablo inglés desde pequeño, entonces Inglaterra me pareció un lugar perfecto para estudiar —pensar en la carrera fue lo de menos—.

Cuando tuve que elegir le llamé a Naruto y le pregunté «¿Qué profesión crees que se me daría mejor?», él dudó por unos segundos para responder «Definitivamente psicólogo no», nos reímos y bromeamos un rato para después quedar igual que al principio.

Mi gran elección fue simple, tomé aquellos folletos informativos de las universidades y los aventé al aire, hubo uno que me llamó la atención, se había metido debajo del sillón, lo saqué y leí «Se cuenta con el mejor departamento en licenciatura en derecho», pensé que no era mala idea, lo importante era divertirme.
Aprobé inmediatamente. No es que sea presumido, pero me considero de las pocas personas que no necesita matarse estudiando para destacar como inteligente. Ingresar me resultó relativamente fácil.

En mi primer día como universitario recibí miradas molestas, pensaban que era raro y no los culpaba. Mi aspecto no concordaba con el de un aspirante para abogado, todos con ropa formal, yo era el único con jeans rotos y playera negra, tenía algunas perforaciones, no me había esforzado mucho en mi peinado, para ser sincero ni siquiera había tocado el peine en la mañana, pero me daba completamente igual, quería ver sus caras de idiotas cuando se dieran cuenta que no deben juzgar un libro por su portada. Al final yo sería el mejor y ellos estarían detrás de mí implorando ayuda. Sonreí internamente de satisfacción y me senté justo en medio del auditorio. El catedrático nos dio la bienvenida con un largo sermón sobre la responsabilidad y la importancia de madurar para convertirnos en excelentes adultos.

Después todo marchó bastante bien, al final, algunos compañeros habían decidido tomarse con calma la vida universitaria y disfrutar como lo hacía yo. A pesar de ser una persona seria y con cara de amargado, según Uzumaki, me gustaba tomar la vida con calma, sin prisas, sin presiones y sin compromisos.

Creí que los catedráticos estarían impresionados por mi actitud, ya que al ser una persona con características peculiares y sacar buenas notas probablemente estarían asombrados y reconsiderarían la perspectiva que tenían de los estudiantes, pero nada de eso pasó. Un tal Neji Hyuga —con el apellido que más odiaba en el mundo— tenía capturada toda su atención. Iba un año por delante de mí, era un estudiante excelente y dedicado, me daban ganas de vomitar cuando escuchaba la palabra dedicado. Decidí buscar a ese chico Neji y hablar con él para comprobar si era toda una eminencia como presumían. Mentalmente me imaginaba a un joven de baja estatura, todo debilucho y pálido por no salir nunca del campus, con unos lentes enormes y aspecto de niño bien educado.

Me acerqué a unas chicas con toda la pinta de futuras abogadas.

—Buenos días, señoritas, ¿de casualidad conocen a Neji Hyuga? —Traté de sonreír, pero por la cara que pusieron probablemente fue una sonrisa siniestra.

—Es nuestro compañero, si lo estás buscando tal vez esté en la biblioteca —me contestó una joven intentando ser amable.

—Gracias... —iba a despedirme, pero recordé que solo sabía su nombre—, y ¿saben qué ropa trae puesta? —Ellas se miraron entre sí con duda y yo agregué—: para reconocerlo más rápido.

—¿Seguro que lo conoces? —Enarcó una ceja la chica que hasta ahora me había estado respondiendo—. Es el único chico con pelo hasta la cintura —agregó con un ligero tono de sarcasmo.

—En realidad apenas lo conoceré. —Le guiñé el ojo—. Gracias por la información.

¿Pelo hasta la cintura? Bien, eso ahora borraba la imagen que se había formado de Neji en mi mente, no podía ser bajo y debilucho con el pelo largo, a menos que fuera un metalero o ¿un hippie? Bueno, no servía de nada seguir fantaseando tan ociosamente.

Seguí caminando hasta entrar a la biblioteca, abarcaba todo un edificio, era tan enorme que sentía que podría perderme con una chica —o chico— en algún pasillo y nadie se enteraría nunca. Estuve aproximadamente una hora buscando al escurridizo Neji, me fijaba hasta en los rincones, pero no aparecía por ninguna parte. De pronto vi una espalda ancha donde caía un pelo rizado hasta la cadera, estaba por acercarme cuando una chica un poco —nada— femenina me fulminó al sentirme tan cerca de su espacio personal, di media vuelta con prisa y justo en ese instante choqué con alguien.

—Lo lamento, debí fijarme. —Ayudé a levantar los libros que por accidente había tirado la persona con la que tropecé.

—Está bien, no te preocupes. —Una voz masculina habló y se apresuró a recoger los libros.

Miré al chico y me sorprendió lo que vi. Pelo largo hasta la cintura, amarrado casi en las puntas.

—Gracias. —Tomó los libros de mis manos, dio media vuelta y se marchó.

[...]

A partir de ese momento fui capaz de notar su presencia cuando estaba cerca. Era un chico callado, no tenía ningún amigo y parecía no importarle en lo absoluto. Contrario a lo que imaginé, no era un chico bajo, en realidad era más alto que yo, sí era pálido, pero era su color de piel natural, tenía unos ojos perla que me parecieron hermosos.

Lo encontraba regularmente en la biblioteca, pero más que estudiar, se concentraba en hacer sus deberes y después se dirigía a la sección de literatura donde pasaba hasta más de dos horas leyendo.

Durante tres años presencié desde la distancia su solitaria vida, no solo era solitaria, era deprimente. Al principio pensé que realmente le interesaba ser un gran abogado, pero observarlo tanto tiempo hizo que me diera cuenta que en realidad nada en este mundo le importaba, hacía las cosas solo por tener algo en qué ocupar su mente, no le importaba relacionarse con otras personas. Cuando alguien trataba de acercarse terminaba alejándose ya que el desinterés de Neji saltaba a la vista, parecía que nadie lograba entrar en su vida. Su elegante presencia atraía a muchas personas, pero se decepcionaban al no encontrar a una persona abierta y dispuesta. Su cerrado mundo parecía no tener espacio para nadie.

Me propuse ser su amigo y ayudar un poco al lamentable chico, era demasiado joven para ser tan desdichado y me atraía mucho la idea de provocar en él una verdadera sonrisa.

No encontré la oportunidad hasta aquel día en que al entrar en un bar con algunos amigos, lo vi llegar y sentarse a beber. Toda la tristeza y miseria que ocultaba, ese día parecía lucirla involuntariamente. Se había cortado el pelo, lo llevaba por encima de los hombros y se notaba que él lo había hecho por el aspecto irregular. Vi como un hombre se acercó con intenciones de llevarlo a la cama y fue ahí cuando decidí hacer mi aparición en su vida.

• Narra Neji 

No podía sacar de mi cabeza aquella canción que había escuchado cuando hablé por primera vez de lo que me atormentaba desde hace ya cuatro años, no sabía por qué ese chico había logrado que hablase, cuando ni yo mismo podía decirlo en voz alta. Lo intenté tantas veces, incluso una vez fui con un psicólogo, pero simplemente las palabras no salían de mis labios, como si se hubieran atorado en alguna parte de mi pecho y era imposible expulsarlas. Pero había pasado, por fin logré hablar con un completo desconocido que ni siquiera me juzgó, y al contrario, me confesó su triste historia de amor.

A partir de ese día cuando nos topábamos de frente en los pasillos me saludaba e incluso algunos fines de semana me invitaba a salir a beber, me presentó a sus amigos, pero al parecer no les agradé mucho, no los culpaba, yo sabía que no había nada interesante en mí, pero a Gaara parecía que entre más tiempo pasábamos juntos más le atraía y me miraba como si fuera alguien misterioso del que quisiera desvelar todos sus secretos. Yo no tenía ningún secreto, tan solo trataba de seguir adelante con las escasas fuerzas que me quedaban.

[...]

Estaba a punto de irme a casa, cerré el libro que hasta el momento leía tranquilamente y me dirigí a la salida cuando vi a Gaara acercarse.

—¡Neji! ¿Qué tal?, ¿ya te vas? —Se cruzó de brazos y me miró fijamente.

—Sí, ya es un poco tarde.

—¿Tarde? —Puso los ojos en blanco—. Es viernes y la noche es muy larga, ven conmigo, un amigo que conocí en un concierto tocará hoy con una banda cerca de aquí.

Sin esperar respuesta se giró y lo seguí a la salida.

—¿Por qué insistes en llevarme contigo? ¿Acaso no te das cuenta que no les gusto a tus amigos? —le hablé con ánimos de ir a mi departamento a dormir.

Lo meditó unos segundos.

 —Sí les gustas. —Subió el pulgar en gesto de aprobación.

Suspiré resignado, en verdad no quería ir, me traería un montón de recuerdos que no quería tener, pero al final no pude negarme a Gaara y terminé parado en medio de un montón de gente que gritaba para que comenzaran a tocar.

Las luces se apagaron y cuando volteé a un lado Gaara había desaparecido, traté de buscarlo con la mirada, pero había demasiada gente, y sin luz, apenas podía ver a los que estaban junto a mí. Escuché como el sonido de la guitarra ahogó los gritos y el espectáculo comenzó.

Me quedé de pie sin ser capaz de moverme, el chico que tocaba la guitarra era Itachi.

No había cambiado mucho —a excepción que ahora parecía más maduro y el pelo ligeramente más largo—. La música fue simplemente genial y su expresión al tocar fue la misma de siempre, la que conocía tan bien y la que estaba tan acostumbrado a mirar.

El tiempo se desvaneció en el aire, y como siempre pasa con las cosas buenas, todo acabó más rápido de lo deseado. Cuando me di cuenta ya había terminado y la gente que estaba junto a mí se dispersó, iba a marcharme cuando mi celular sonó.

—¿Bueno? —Había visto en la pantalla que se trataba de Gaara.

Neji, estoy afuera, ven aquí, te espero con el amigo del que te hablé. —Colgó antes de recibir respuesta, solía hacer eso a menudo. Al principio me molestaba, pero pronto me acostumbré a su actitud egoísta.

Una parte de mí, esperaba que ese amigo no se tratara de Itachi, pero para ser sincero no creía que se tratara de él, por eso caminé confiado y cuando estaba por acercarme pude distinguir claramente que esa persona era Itachi. Mis pies inconscientemente dieron un paso hacia atrás y me escondí detrás de un gran árbol, mi pulso se aceleró y me aterró la idea de que Itachi me viera. Comencé a sudar frío y caí al suelo apretándome la cabeza con fuerza. Sabía que tenía que tranquilizarme, sin embargo, no podía, verlo a él era irremediablemente ver a Sasuke también. Habían pasado dos meses desde aquel día que me enteré que se casaría con Karin, no podía soportar oír de sus labios que su hermano estaba casado, no quería verlo, no quería ver nada que tuviera relación con él. Mi celular volvió a sonar y rápidamente lo cubrí para que no me descubrieran.

Los minutos pasaron y lentamente me fui serenando. Pensé que si no salía sería peor. De alguna forma extraña sabía que tenía que enfrentar esto, esconderme por siempre no era lo que yo deseaba, apreté fuertemente mi celular con el puño y con la respiración más tranquila salí.

—Neji, pensé que te habías marchado —habló Gaara claramente preocupado—. Estábamos a punto de marcharnos y como no contestaste mi última llamada...

—Lo siento, pero me entretuve con algo allá adentro. —Me rasqué la mejilla intentando controlar los nervios.

Cuando me acerqué la mirada de Itachi me estudió de arriba abajo, parecía bastante asombrado y me sentí un poco incómodo. Los recuerdos rápidamente volaron a mi mente y un dolor se instaló dentro de mí.

—Neji... —Itachi abrió los ojos sorprendido—. Cuando Gaara me habló de ti, pensé que se trataba de otro Neji. Luces diferente.

—Si es por el pelo, admito que al principio cuesta reconocerlo, pero al final creo que le sentó muy bien. —Gaara me sonrió y yo agradecí internamente su apoyo.

—Itachi, qué sorpresa. —Traté de sonreír, pero me sentía muy tenso—. Me alegra verte por aquí.

—Bueno, creo no hace falta que los presente. ¿Quieren ir a cenar? —Gaara nos miró a ambos—. Sé que es tarde, pero Neji y yo no hemos comido nada desde que salimos de la universidad.

[...]

Nos dirigimos a un bar restaurante —a esa hora eran los únicos abiertos—, entramos y pedimos algo ligero por ser tan tarde.

—Ahora vuelvo, tengo que ir al baño. —Gaara se levantó de la mesa.

Nos quedamos en silencio por unos largos segundos, oculté mis manos debajo de la mesa. Sentí la mirada de Itachi, alcé la vista y me encontré con unos ojos negros observándome fijamente. Itachi rompió el silencio.

—No es solo el pelo... Pensé... —Negó con la cabeza—. Lamento si fui grosero al principio, pero me sorprendió volver a verte.

—Está bien, no te preocupes, a mí también me sorprendió, nunca esperé encontrarte por aquí.

—No estaba en mis planes venir a Londres, pero resulta que un tío del que no tenía conocimiento me contactó y me pidió que trabajara con él una temporada —su expresión cambió y agregó—: Como mi hermano ya se casó no tengo que preocuparme más por dejarlo solo.

Sabía que escucharía de Itachi esas palabras, pero el dolor fue más grande de lo que imaginé, traté con mucho esfuerzo de no reflejar en el rostro lo que sentía.

—¿En Serio? Me alegro que encontrara a una persona con la que decidiera dar un paso tan importante. —Fingí asombro y mentí.

—Sí. Bueno, yo todavía no lo creo, para mí todavía es muy joven. —Su rostro adquirió una expresión que no pude descifrar—. En fin, me alegro de verte tan bien.

No supe qué responder, yo me sentía todo menos bien.

—Cuando regreses a Japón no te olvides de Akatsuki, con nuestros trabajos y deberes solo tocamos una vez al mes, pero es muy divertido, nos encantaría que volvieras a tocar con nosotros. —Sonrió.

Fue la primera sonrisa sincera que veía en Itachi desde hace mucho tiempo.

—Gracias, espero volver pronto. —Le devolví la sonrisa.

—¿Cuánto tiempo te queda para terminar la carrera? —preguntó amablemente.

—Diez meses.

—¿Cuándo termines volverás?

—No lo sé, al principio tenía planeado trabajar en la firma Hyuga, pero Gaara me está convenciendo de encontrar trabajo aquí para ganar experiencia.

—Bueno, entonces supongo que tendremos que esperar para que regreses a Japón. —Torció los labios en una expresión de resignación.

Escuchamos los pasos de Gaara acercarse a la mesa y seguimos charlando tranquilamente. Me asombró descubrir que Gaara se llevaba muy bien con Itachi.

Cuando nos despedimos de Itachi, Gaara me invitó a dormir en su casa ya que la mía quedaba más lejos.

—Lamento si te desagradó encontrarte con el hermano de Sasuke, pero me pareció buena idea que comenzaras a enfrentar la realidad. —Me miró un poco afligido.

—Está bien. No te preocupes, en algún momento tenía que pasar. —Me encogí de hombros.

—Sabes, creo que has mejorado estos últimos dos meses. Ya no te ves tan lamentable.

No pude evitar reír por su comentario.

—Gracias, pero pudiste decirlo de una forma más sutil.

—En verdad eres otro cuando sonríes, si lo hicieras más seguido serías más popular con las chicas —me observó travieso—, o con los chicos, si es lo que prefieres. —Una risa sonora se escuchó por toda la calle.

—Gaara, despertarás a las personas —lo miré molesto—, además no es que prefiera a los chicos.

—Te acostaste con uno, y ¿te ha gustado una chica antes? —me interrogó curioso.

—No. La única persona por la que alguna vez sentí interés fue Sasuke. —La tristeza alcanzó mis ojos y antes de que me deprimiera Gaara interrumpió.

—Pues eres un chico atractivo, podrías tener a quien tú quisieras.

Se sorprendió al escuchar una risa amarga como respuesta a su comentario.

—¿Atractivo? Después de conocer a Sasuke la palabra atractivo solo se aplica para él. —Bajé la mirada.

—¡Oye! Yo también soy muy guapo. Lo que pasa es que te enamoraste y tu amor te cegó. —Me tomó del hombro y me miró ofendido.

No pude evitar pensar que Gaara cuando quería podía ser muy lindo.

—Tienes razón, quizá porque me enamoré es que ya no puedo ver a nadie más. Aunque ahora puedo notar que tú también eres muy guapo. —Le sonreí.

—Gra... gracias, supongo. —Se sonrojó levemente y ambos nos reímos hasta llegar a su departamento.


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