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La raíz de mis deseos por Ilusion-Gris

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La música no podía estar más fuerte, en mis oídos retumbaba la melodía pegajosa que te invitaba a moverte al ritmo. 

Miré el celular por décima vez en cinco minutos. Sentado enfrente de la barra, con un trago en mano, esperaba a Gaara.

Después de diez días de terminar nuestra relación no había recibido ninguna llamada o un mensaje de su parte, yo intenté localizarlo en varias ocasiones, pero nunca contestó ni respondió. Había perdido la esperanza hasta que por fin me envió un mensaje:

«Mañana a las 11:30 pm, te espero en el Black Stone-Bar.»

Ya era muy tarde y no lo veía por ninguna parte. Hace media hora atrás que había comenzado a perder la paciencia; tal vez al final se arrepintió de verme.

Alguien chocó contra mi espalda, me giré y un chico bastante borracho se disculpó, pero no le presté atención. Detrás del chico a unos metros de distancia se encontraba un joven observándome fijamente.

Festejaban algo especial en el bar, la mayoría de personas vestían con disfraces extravagantes, de milagro me habían permitido ingresar con ropa casual. Ese joven vestía al estilo anbu —como los ninjas—, con una máscara que parecía ser de un gato, le cubría todo el rostro, pero miraba claramente en mi dirección. Estaba recargado contra la pared, había un par de personas interponiéndose. Vi como algunas chicas lo miraban con deseo, y no las culpaba, con esa playera negra de resaque sus fuertes brazos lucían atrayentes. Con la poca luz del lugar lo único que alcancé a distinguir fue su figura recortada entre las sombras, aun así algo en ese hombre me hacía dejar de pensar con claridad.

Se enderezó y se acercó con lentitud, yo no podía apartar la mirada de sus movimientos hipnóticos. Se sentó a mi lado y pude apreciar su perfil, tenía un hermoso pelo color azabache; mi corazón dio un brinco, algo en él me hacía desearlo. Giró su rostro en mi dirección y me observó detenidamente, por los agujeros de la máscara la luz no lograba colarse impidiéndome apreciar sus ojos. Se levantó y me dio la espalda. Algo dentro de mí se lamentó por su acción, pero miré con sorpresa cómo giraba medio cuerpo y me hacía una seña para que lo siguiera.

Mi corazón se aceleró.

Se suponía que esperaba a Gaara, pero mis pies ya estaban caminando detrás de él cuando fui consciente. Llegamos al estacionamiento, abrió la puerta de un automóvil negro al que entré sin vacilar, él manejó en silencio. Yo me sentía mareado con su aroma, el perfume que desprendía me incitaba a lamer cada centímetro de su piel.

[...]

Llegamos a un hotel, en ese momento no me importó lo que ese chico me haría ahí, porque yo mismo moría de ganas por tener sexo con él. Nos bajamos del auto, al entrar al elegante edificio me condujo directo al ascensor sin pedir antes una habitación, se detuvo en el quinto piso, caminamos por un largo pasillo hasta detenernos frente a una habitación con un número que miré vagamente, introdujo una tarjeta y la puerta se abrió revelando una oscura habitación.

En todo el trayecto no habíamos dicho ni una sola palabra, ni siquiera sabía su nombre, mucho menos conocía su rostro, tan solo su aroma y su figura atractiva.

Me permitió entrar primero, en mi mente no cruzó la duda ni el temor, quería estar ahí, quería hacer lo mismo que él; me llevó a la cama y me empujó para que cayera de espaldas al colchón, sacó un pañuelo de su bolsa trasera y se inclinó con la intención de taparme los ojos, yo tragué saliva y retrocedí para impedirlo, él solo se quedó estático frente a mí. Nuestras respiraciones se escuchaban como única fuente de sonido, se acercó un poco más y sin vacilar cubrió mis ojos con aquel fino pedazo de tela.

Al final me resigné, lo dejaría jugar con sus reglas.

Escuché el ruido de su máscara caer al suelo.

Sentí sus manos al despojarme de la ropa y después, supuse, él también se desnudó, se inclinó con lentitud, su respiración chocó en mi rostro. Sus manos comenzaron a acariciar mi abdomen, con delicadeza, como si temiera tocarme, yo con mis brazos atrapé su cuello para eliminar la distancia que nos separaba y por fin probar su boca, nuestros labios se encontraron con vehemencia. Él sabía a vino. Nuestros cuerpos desnudos se deleitaron al hacer contacto, era adictivo, me pareció la sensación más exquisita en el mundo. Dejé que mi mente se embriagara de placer.

Sus labios repartieron besos por todo mi cuerpo, mientras yo jalaba de sus sedosos cabellos, sentí un dedo intruso en mi interior y yo reaccioné abriendo más las piernas para darle mayor acceso, mordió mis muslos y yo quería gritar del éxtasis, me volteó y sentí que me asfixiaba contra las sábanas, me tomó del pelo, levantó mis caderas y se introdujo de forma tortuosa en mí.

El ritmo fue rudo y yo enloquecí en cada segundo.

[...]

Después de corrernos por primera vez, no demoró tanto y me sentó en su regazo, me penetró de nuevo y me incitó a tomar el control, obedecí con gusto. Arañé su espalda intentando aferrarme a él. Todo era tan irreal que necesitaba clavar mis uñas en su piel para asegurarme de que no había muerto.

Con cada caricia y cada mínimo roce mi piel reaccionaba con extrema sensibilidad. En algún momento quise quitarme el molesto trapo que me impedía mirarlo, pero cuando hice ademán de hacerlo él rápidamente me sujetó de las muñecas y me besó con posesión haciéndome olvidar hasta mi nombre.

[...] 

¿Cuántas veces puedes correrte en una noche? Yo perdí la cuenta y cuando cada centímetro de mi ser se sintió sin fuerzas me dejé llevar por la inconsciencia saboreando las últimas oleadas de placer.

[...]

Abrí los ojos con pereza, unas sábanas blancas cubrían la mitad de mi cuerpo y a mi lado no había nadie, ni siquiera una nota. Nada.

[...]

Me vestí en silencio.

El cuerpo tiene límites, y al parecer yo había excedido el mío. Me dolía todo, como si hubiera corrido un maratón el día anterior, y peor aún, como si hubiera estado en una orgía; mi trasero dolía horrores y dudé poder sentarme por una larga temporada.

Estaba a punto de salir cuando reparé en el balcón abierto, distinguí una sombra y me acerqué con sigilo, aquel chico estaba sentado con la espalda contra el cristal, aparté la cortina con lentitud y mis ojos se abrieron grandemente por la sorpresa que me llevé.

«No hay problema por mí, tengo el sueño pesado y ni notaré que estás ahí».

«Creo que les agradas».

«¿Sientes odio a la vida?».

«Espera... Vayamos a desayunar a algún lado».

«Esas mujeres son muy grandes para ti, no deberías estar coqueteándoles, pensarán que quieres acostarte con ellas».

«Tener un año más no te hace más maduro».

«Puedo hacerte compañía mientras esperas».

«Siempre me he preguntado qué se siente. ¿Puedo?».

«Hueles a manzanas, no, a algo más, quizá a Neji».

«Se siente diferente cuando no está mojado, más suave y más fino».

«Neji, ¿tuviste una pesadilla? Tranquilo, fue solo un mal sueño, todo está bien».

«Verás, te lo diré ahora. Quiero tener sexo contigo».

«Está bien, no te pido que lo hagamos ahora, solo que lo tengas en mente, me gustaría estar contigo de todas las formas posibles».

«No quiero que alguien aparte de mí sienta tus labios».

«Neji, ¿recuerdas lo que te dije hace tiempo en tu habitación? Si crees que ya estás listo sube aquí conmigo, pero sino, simplemente sigue durmiendo».

«Neji, creo que eres el único chico hermoso que he visto».

«Sabes, ahora puedo ver que lo que hacíamos no estaba bien. ¿A dónde pensábamos llegar?».

«Lamento si alguna vez te hice creer que había un futuro para nosotros, siendo sincero no me interesa en este momento ni tu amistad».

Una devastadora tormenta de emociones se abrió paso en mi interior, sus ojos me observaron directamente, esos ojos que una vez me hicieron la persona más feliz del mundo, los que me sumergieron en el dolor y los que tanto anhelé dentro de la miseria.

Con dificultad di media vuelta para alejarme de aquella situación que me resultaba insoportable de procesar.

Escuché sus pasos detrás de los míos y antes de que pudiera abrir la puerta su brazo se interpuso.

—Neji, por favor. Escúchame. —Reconocí su voz. Más de seis años habían pasado desde la última vez que la escuché, pero nunca la olvidé.

Mi mano tembló en el pomo de la puerta. Sentí las suyas subir a mis hombros mientras le daba la espalda. Rápidamente di la vuelta para que me soltara.

Y ahí estaba. Negro con perla, nuestras miradas conectadas.

Pude apreciar sus rasgos a detalle, no había cambiado mucho, solo aquel sutil aire de niño que antes poseía, ahora, había desaparecido. Pude percibir dolor en su mirada, y en ese instante, mi corazón y mente recordó todo lo que había sufrido por su ausencia.

Acercó con lentitud su mano a mi mejilla y recordé su tacto, recordé la noche anterior y el motivo por el que me encontraba ahí. «Que estúpido soy», pensé con tristeza.

¿Cómo había sido tan imbécil? ¿Por qué había seguido a ese hombre? ¿Por qué Sasuke había hecho eso conmigo? ¿Qué estaba haciendo aquí?

Las lágrimas rodaron por mis mejillas sin tener la fuerza para retenerlas por más tiempo, su dulce toque me hacía temblar, la impotencia de no poder apartarlo, ni siquiera era capaz de articular palabra alguna. Tan solo pude mirarlo con una expresión de terror.

Limpió mis lágrimas con delicadeza, haló de mí hasta que mi frente se recargó en su hombro y él hundió su nariz en mi cuello.

¿Cuánto tiempo busqué una razón para seguir? ¿Cuánto tiempo me sentí vacío? ¿Por qué ahora me sentía completo? ¿Por qué el calor que desprendía su cuerpo era suficiente para hacerme desear continuar?

Mi cuerpo poco a poco se relajó y no importó absolutamente nada en el mundo.

No era un sueño. Podía sentir cada partícula de mi ser en paz, su calor, su piel, su respiración, el latir de su corazón, haciendo el momento perfecto de mi existencia.

Sus piernas flaquearon y cayó al suelo arrastrándome con él, pude lograr sostenerlo a tiempo, quedando arrodillados y aún abrazados.

—Sé que debes odiarme... Yo me odio. —Entre sollozos habló pausadamente—: ¿Recuerdas cuando te dije que debí morir el día en que asesinaron a mi familia? Después de conocerte jamás lo volví a pensar, incluso dentro de mí agradecía seguir con vida, ya que pude conocerte, y si regresara el tiempo elegiría vivir por ti... —Sentí sus manos bajar a mis costados—. Te alejé porque tenía miedo de lo que sentía. Era más que amistad, era más grande que el amor fraternal, era más grande de lo que alguna vez sentí y me aterró... Sentí miedo de mí mismo. Pensé que era algo temporal, pero todo este tiempo ha sido un infierno sin ti. —Mis brazos sujetaron con más fuerza su cintura y el nudo en mi garganta me impidió responder—. Perdóname. Ese chico, Gaara, en verdad te ama... Tenten, tu amiga, me dio la dirección y cuando logré encontrarte, te vi con él, lo seguí y lo golpeé. Él me pidió una explicación, escuchó y me dio la oportunidad de encontrarme de nuevo contigo. —Subió su cabeza y me miró directo a los ojos—. Debería rendirme, permitir que seas feliz con él que es mejor para ti que yo, te hice mucho daño... Lo sé, pero te amo.

Se acercó con la intención de besarme, pero logré apartarme a tiempo.

Había un resquicio de cordura entre tanta locura, tenía que aferrarme a ella incluso si parecía imposible. No lo entendía, no quería entenderlo, ni él debía entenderme a mí. Simplemente debíamos olvidarnos de todo, fingir que jamás ocurrió y arrancar de raíz todo lo que nos impedía avanzar. Ya habíamos tenido suficiente, era tiempo de soltar el pasado.

—Sasuke. No importa lo que digas en este momento, ahora ya no somos tan inocentes para creer que juntos seremos felices. —Me levanté—. Nuestros caminos son distintos, en mis planes ya no estás tú y yo tampoco entro en los tuyos.

De alguna parte saqué la fuerza suficiente para hablar, pero ya no podía decir más o me derrumbaría ahí mismo.

—¡Te equivocas! Tú eres mi plan. —Se levantó y secó sus lágrimas—. No me importa nada sin ti... Esto no tiene sentido, lo sé, pero confía una vez más en mí. Si sientes lo mismo, toma mi mano.

El espacio que había entre nosotros me pareció inmenso, sus finos y largos dedos extendidos en mi dirección eran una patética ilusión. Sentí su mirada sobre mí.

¿Qué pretendía? ¿Creía que lo aceptaría?

Los boletos para Japón estaban encima del buró, ya había llamado a mi tío para pedirle trabajar con él, incluso Lee me había hecho el favor de buscar un departamento que podía rentar cuando volviera a casa. Todo estaba decidido, todo me esperaba, no había tiempo para soñar. Cuando tuve dieciséis y diecisiete años gasté toda la ilusión que me correspondía, el tiempo de fantasear y mirar las nubes sin preocupaciones ni responsabilidades había terminado.

¿Ser músico? ¿Despertar al lado de Sasuke hasta el final de mis días? ¿Tener dos o tres gatos a nuestro cuidado? ¿Ayudarlo a inspirarse en sus obras? Ahora me daba risa pensar en lo ingenuo que fui.

Ignoré la mano blanca tendida para mí, con paso firme di media vuelta, a cada paso sentía estar abandonando una parte de mi ser, pero era necesario.

—Neji. —Su voz rompió una vez más el cristal que consideraba mi realidad, caía a pedazos a mis pies. El aire me pareció asfixiante, pero al regresar la mirada en su dirección, la calma inundó mi mente.

Su mano esperando por mí.

La mano de la persona que era capaz de hacerme sentir vivo o muerto.

La persona que más amaba en el mundo.

Amor sin ninguna promesa ni esperanza.

Esperanza que apenas se vislumbraba en sus ojos.

Aquellos ojos que me incitaban a apostar mi vida de nuevo sin la seguridad del éxito.

Incluso el ahora era incierto.

Podía perder la poca cordura que conservaba.

Cordura que ya no me pertenecía en cuanto apareció recortado entre las sombras de aquel bar.

—Sasuke. —Recorrí la distancia que nos separaba y tomé su mano.

 

FIN

Notas finales:

¡Mil gracias por leer!


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