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La raíz de mis deseos por Ilusion-Gris

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El cielo despejado y el ambiente cálido por las tardes son propios de un mes de abril en la zona donde vivo.

Hace aproximadamente un mes que los fines de semana duermo en casa de Itachi. A veces duermo en su cuarto, pero mayormente en la habitación de Sasuke. Nuestra relación es fácil de describir ya que apenas y nos dirigimos la palabra. Solo saludos y despedidas son las frases que cubren nuestro repertorio de conversaciones, ya no me importa su indiferencia, al principio me sentí ofendido, pero ahora el silencio que reina a nuestro alrededor mientras fingimos estar dormidos me resulta natural.

Es viernes, hoy será una noche especial en el bar, es fin de cuatrimestre para los chicos de la universidad. Todos están entusiasmados porque terminaron con los estresantes proyectos finales y lo único que tienen en mente es divertirse a lo grande.

Comenzamos a tocar Reptilia de The strokes. Todos están más animados de lo normal, a pesar de que la mayoría tiene ojeras por no haber dormido bien las últimas semanas, los chicos corean excitados junto con Deidara e Itachi.

La noche sigue su curso, la mayoría de chicos están borrachos, una joven me guiña el ojo con picardía mientras da una calada a su cigarrillo. Yo solo le sonrío.

Terminamos con Magnetised de Tom Odell.

[...]

Itachi me lleva hasta su casa, pero en el auto va Hidan, Deidara y Kisame, me dejan en la entrada del departamento, esperan a que esté adentro y ellos se van a continuar la fiesta a algún lugar.

[...]

La luz de la habitación de Sasuke ilumina mi cara en cuanto doy el primer paso, estoy a punto de hablar cuando él sale de su cuarto.

—Pensé que te llevarían con ellos —dice más para sí mismo que para mí.

—Soy menor de edad, los puedo meter en problemas si algo llega a pasar.

—Como sea, ¿dónde dormirás?

—No quisiera molestarte, pero no podría dormir en la habitación de Itachi si él no está ahí.

—Bien, prepararé la cama. —Me mira de arriba abajo—. Deberías bañarte, apestas a cigarro.

No era necesario que me mirara de esa forma y mucho menos que lo mencionara, yo era consciente de mi olor. Solo le sonreí avergonzado y me dirigí al baño.

Después de bañarme, fui a la cama, pero no pude dormir enseguida, estábamos acostados, pasaban de las cuatro de la madrugada, ambos despiertos. Había aprendido a diferenciar la respiración de Sasuke cuando estaba durmiendo y cuando fingía dormir.

Escuché un sonido y presté más atención. Se oyó un claro maullido que me sobresaltó al romper el silencio, Sasuke se paró rápidamente de la cama y salió casi corriendo al patio trasero, lo seguí por curiosidad.

Lo encontré de cuclillas dándome la espalda.

—No le digas nada a Itachi —me habló por encima del hombro mientras levantaba una caja que llevaba en brazos.

—¿Tienes un gato? —le pregunté asombrado.

—Eran las diez de la noche cuando lo escuché maullar en mi puerta, no lo iba a dejar en la calle y le compré algo de comida en la tienda de conveniencia que está a unas cuadras.

Asentí sin dejar de mirar la caja.

—¿Por qué no quieres que Itachi se entere? —lo interrogué.

—Mi hermano cree que para tener una mascota se tiene que tener más espacio en el departamento. —Me acercó la caja—. Tal vez no le importaría si fuese uno...

Miré dentro y pude ver como se acurrucaban dos pequeños gatos, uno era negro y el otro blanco, se veían tan suaves, parecían tener apenas unas tres semanas.

—No creo que puedas guardarlos en secreto, ¿qué tenías planeado hacer con ellos?

—Ocultarlos... Pero en realidad no importa, por mucho que los esconda los descubrirá en un día o dos.

Se asomó una expresión de tristeza en su rostro.

—Yo creo que los gatos se adaptarán al espacio, solo ocupan un lugar para su arenero, comprarles una cama no sería muy efectivo, al final dormirán donde les plazca.

—¿Has tenido gatos?

Bajó la caja con cuidado y se cruzó de brazos.

—Hinata tiene un gato, se llama Haru. —Sonreí al recordar al gato gordo y peludo que le gustaba dormir en mi cama.

—¿Me podrías explicar cómo cuidarlos? No tengo idea de qué hacer para que se sientan cómodos.

Me agaché y tomé la caja.

—Lo primero será llevarlos dentro, deben tener frío, están muy pequeños y tal vez hace poco se apartaron de su madre, por eso se acurrucan buscando calor. —Sasuke me abrió la puerta mientras me escuchaba atentamente.

—Les compré alimento, pero no quieren...

Noté preocupación en su voz.

—Por su tamaño deben de tomar leche.

—Tengo un poco en el refrigerador. —Estaba a punto de irse para buscarla cuando lo detuve.

—Me refiero a leche en polvo para bebés, recién nacidos, de preferencia. La leche normal les puede caer mal. —Lo miré con seriedad.

—No tengo eso aquí, ¿dónde la consigo?, ya es muy tarde para salir.

—Podemos esperar hasta mañana, y también ocupan un biberón, ese lo encontraremos en una veterinaria, allí podemos investigar más sobre cómo alimentarlos y cuando se tienen que desparasitar o vacunar.

—No sé si sea capaz de hacerme cargo de ellos, ¿qué pasará si olvido darles de comer? Una vez tuve un pez y se murió porque lo olvidé por completo.

Jamás había visto a Sasuke tan cabizbajo por algo.

—Los gatos no son como los peces, maullarán tanto que te será imposible olvidarlos. —Metí la mano a la caja para acariciar a uno de los pequeños mininos y este se pegó a mí parando de maullar.

—Creo que les agradas. —Me observó impresionado.

Me pareció extraño, ya que era la primera vez que teníamos una conversación decente.

—No sé si les agrado, pero a mi realmente me encantan. —Sonreí.

—¿Cómo debería llamarlos? —Sus ojos se iluminaron al hacerme esa pregunta.

—Tal vez, Yin y Yang, como el símbolo chino que representa dos energías opuestas que se necesitan y se complementan, el color les pega de maravilla, y si están juntos podríamos decir que la existencia de uno depende de la existencia del otro.

Me miró con interés.

—Normalmente cuando preguntas las personas empiezan a inventar nombres ridículos hasta después de varios intentos llegar a los nombres ideales —levantó una ceja—, pero tú te saltaste la regla y en unos segundos llegaste al último paso.

—Y sabes, normalmente se dice me gustan los nombres que propones. —Mis labios se curvaron formando una mueca.

Él sonrió deslumbrante, logró que mi corazón se enterneciera, parecía un chiquillo con un juguete nuevo. Nos metimos a su cuarto y pusimos la caja en un rincón mientras los pequeños gatos dormían hechos bolita.

—Realmente deseo que Itachi me permita conservarlos, sé que al principio me será difícil, pero aprenderé rápido —habló con la mirada perdida en la esquina donde descansaban Yin y Yang.

—No conozco tanto a Itachi como tú, pero al verte tan interesado y dispuesto a hacerte cargo yo no me negaría, supongo él tampoco.

—¿Por qué no tienes una mascota? El gato que hay en tu casa es de Hinata, ¿prefieres no hacerte cargo?

—No es eso, la casa es de mi tío y primas, no me siento con derecho a pedirles nada.

Sus ojos veían directamente a los míos.

—Pero... —se calló por un momento, al parecer haría una pregunta incómoda—, ¿y tus padres?

Pensé por un momento qué decir, pero elegí no quebrarme la cabeza y responder sinceramente.

—De mi madre no sé nada, creo que me abandonó. —Mis manos temblaron ligeramente—. Y mi padre decidió morir para proteger a su hermano.

Sasuke pareció comprender y solo asintió, por unos segundos se mantuvo mirando sus manos hasta que agregó:

—Mis padres también murieron, no solo ellos, toda la familia Uchiha, ahora solo quedamos Itachi y yo.

Se sentó en la cama y me llamó para que me acomodara a su lado.

—Creo que la vida no ha sido muy justa con nadie.

Dejé mi cuerpo caer junto a él.

—¿Sientes odio a la vida? —habló en voz baja, tanto que casi no lo escucho.

—No, no a la vida... Tal vez a mí.

Me observó.

—¿Por qué a ti? Tú no tienes la culpa.

Sabía que no ganaría absolutamente nada con esta plática tan deprimente, pero por alguna razón su presencia y su mirada me hacían sentir que podía confesar cualquier cosa por más desagradable que fuera.

—Sí, sí fue mi culpa... No fui lo suficiente para retener a mis padres, para que mi madre se quedara o para que mi padre decidiera vivir. —Bajé la mirada y la tristeza invadió mi expresión—. Pero eso ya pasó, es demasiado tarde para lamentarse.

El ambiente cambió a uno extraño.

—Yo todavía lo lamento, a veces creo que debí morir con todos. —La voz de Sasuke sonó apagada.

En silencio nuestras respiraciones se volvieron una y su mano se acercó a la mía, entrelazamos nuestros dedos. No era un gesto romántico, era más uno de comprensión, al ser conscientes del dolor ajeno, al exponer lo que se guarda en lo más profundo del corazón y entender que lastima cruelmente.

Las palabras de consuelo y aliento no servían de nada, pero sentir el calor de alguien más en la palma de la mano, como una luz en el abismo, hace recordar que todavía existe esperanza.

Permanecimos así por un largo rato, hasta que en silencio nuestras miradas se encontraron, negro con perla. Y al darnos cuenta que toda la tormenta que se levantó al recordar lo triste ya se había esfumado, nos soltamos. Sin decir palabra cada quién se acostó en su cama y durmió.

• Narra Sasuke •

Desperté con una sensación extraña en todo el cuerpo, me froté los ojos sin mucha energía y antes de levantarme me asomé para comprobar si Neji dormía. Sus ojos perla me miraron fijamente y me sonrojé al darme cuenta que me había descubierto espiándolo.

—Buenos días, Sasuke —habló con voz ronca.

—Buenos días. —Le devolví el saludo avergonzado.

—Desperté hace como dos horas y los gatos seguían durmiendo, pero creo ya deberíamos ir a buscarles comida, en un rato más empezarán a maullar. —Se levantó y se acercó a mirar dentro de la caja.

[...]

Después de quitarnos el pijama, salimos al supermercado que estaba a unas cuadras del departamento, compramos la leche en polvo y fuimos a una veterinaria que quedaba un poco más lejos.

[...]

Cuando regresamos les preparamos un biberón que tomaron con todo gusto.

Habíamos comprado un arenero y un costal de arena para gatos, lo difícil era enseñarles a usarlo, se habían hecho del baño en la caja y tuve que tirarla. Encontré una tina pequeña, le puse unas sábanas viejas para hacer su nueva cama. Observamos por un rato como jugaban y trataban de caminar por la habitación, pero sus patitas que aún no se adaptaban al mármol hacían que se resbalaran y caían graciosamente.

—Creo que debieron maullar tanto cuando estábamos fuera que quedaron agotados. —Cargué con mucho cuidado a Yin y Yang metiéndolos en su cama improvisada.

—Sí, realmente estaban muy hambrientos cuando llegamos —miró su celular y agregó—: pasan de las doce, me tengo que ir.

—Espera... Vayamos a desayunar a algún lado. —Lo tomé por la camisa antes de que me diera la espalda—. Yo te invito, es muy tarde y debes de morir de hambre igual que yo.

Mis dedos apretaban firmemente la tela.

—Está bien, pero déjame pagar a mí, ya gastaste mucho con los gatos.

—Me ayudaste demasiado, no sé qué habría hecho sin ti. —Lo miré fijamente.

—Tú e Itachi me han hecho un gran favor al aceptarme en su casa, me sentiría mal si tú pagaras, además yo trabajo y tú no —estaba a punto de replicar cuando añadió—: si no aceptas me iré ahora.

Era extraño, si hubiera sido otra persona habría dejado de hablar desde hace rato, y mi orgullo me decía que lo dejara ir, pero una parte rara de mi mente no quería dejar pasar esta oportunidad.

[...]

Tomamos el autobús y fuimos al centro a un restaurante sencillo donde preparaban platillos deliciosos. Neji nunca había ido por lo que insistí en desayunar ahí.

Tomamos una mesa del fondo y pedimos la especialidad de ese día.

—Supongo que ser músico tiene sus beneficios, mi hermano a veces ahorra tanto que en vacaciones me lleva a una pequeña aldea con aguas termales, queda a unas doce horas de aquí, es realmente hermosa y relajante. —Lo miré mientras él jugaba con una servilleta en sus manos.

—Sí, la paga es buena, aunque me quita la mitad de mi tiempo con los ensayos y cuando tocamos, pero vale la pena. —Se asomó una sonrisa en la comisura de sus labios.

—¿Lo haces por dinero? ¿Tu tío no te da lo suficiente? —Lo cuestioné con sumo interés y añadí—: no entiendo, pensé que tu familia tenía dinero, el apellido Hyuga tiene mucho prestigio en el país.

—Lo hago por gusto, pienso convertirme en un músico profesional y encontré la oportunidad de comenzar en Akatsuki.

—Pensé que querrías ser abogado como toda tu familia. ¿Tu tío qué opina?

—No sabe que toco en una banda y mucho menos que quiero ser músico, quizá me desheredará, pero ya no me importa, con lo que gano podría sostenerme un tiempo por mi cuenta y ahorrar para pagarme los estudios.

—Supongo que ya estás ahorrando para eso.

Neji me miró sorprendido y respondió.

—Sí, a veces compro algunos libros y discos que me gustan, pero la mayoría lo ahorro.

—Por un momento pensé que lo hacías para revelarte a tu tío.

—No, no es por eso, yo le agradezco todo lo que ha hecho por mí y adoro a mis primas Hinata y Hanabi.

—Hinata va en mi salón, es una chica muy tímida.

—Sí, le falta un poco más de seguridad en sí misma, pero bueno, yo ya hablé demasiado, ¿tú tienes algún plan para el futuro?

—Cuando era niño quería ser policía como mi padre, pero ahora... Quizá escritor.

Me tensé un poco, lo había estado pensando últimamente, pero no se lo había comentado a nadie, ni siquiera a mi hermano.

—¿Ya has intentado escribir antes? —Me preguntó.

—Sí, una historia de ciencia ficción, le pedí a mi amiga, Sakura, que la leyera y me diera su opinión, dijo que era genial y que nunca había leído algo que la mantuviera despierta toda la noche, pero que era un asco total en las partes de romance.

Su risa fue contagiosa y acabé riendo con él, estábamos perdiendo el aliento cuando llegó un chico y nos puso los platillos delante. Comimos mientras continuamos charlando tranquilamente.

El tiempo se pasó volando y a las dos de la tarde se despidió, cada quien tomó una dirección diferente y aunque me sentía un poco vacío mientras me alejaba de él, sabía que lo vería en la noche.

Iría a verlo tocar.

[...]

—¿Qué? ¿Por qué? —Itachi me miraba como si le hubiera dicho que me había vuelto hippie.

—Porque tengo ganas de escuchar a Akatsuki, solo eso. —Inflé los mofletes sin darme cuenta.

—Pero tú siempre vas porque te obligo, ¿Sasuke, alguien te ofreció algún tipo de droga en el bar? —Me tomó de los hombros y me zarandeó fuertemente.

—¿Qué? ¡No! Estás loco Itachi, solo quiero escucharlos.

—Sasuke, desde que llegué te la has pasado encerrado en tu cuarto y cuando intenté entrar casi me golpeas, ¿quiero saber ahora mismo qué está pasando contigo? —Me tomó de la muñeca y me arrastró hasta mi habitación.

—¡No! Suéltame, espera... espera. ¡Bien! —Me zafé de su agarre y confesé—: Tenemos nuevas mascotas, se llaman Yin y Yang. Yo me haré cargo, no ocupo tu opinión. —Lo fulminé con la mirada.

Alzó una ceja contrariado.

—¿Perdón? ¿Mascotas?

Entré a mi cuarto y cuando salí le mostré los gatos.

—Están muy pequeños Sasuke, ¿de dónde los sacaste? —Me miró con desconfianza.

—De ninguna parte Itachi, ellos llegaron a nuestra casa, solos.

Mi hermano guardó silencio, estaba pensando. Pasaron unos segundos que me parecieron eternos.

—Bien, pero eso no explica lo de ir al bar.

—Solo quiero escucharlos, ya te lo dije mil veces. —Estaba perdiendo la paciencia—. ¿Por qué no puedes entenderlo?

—Sasuke, acabas de adquirir una gran responsabilidad en la que tú mismo te metiste, acaso piensas que las cinco horas que estés fuera los gatos estarán tranquilamente durmiendo. —Me miró como si fuera un niño pequeño—. Se despertarán con hambre, con las semanas que han de tener de nacidos, por lo menos cada seis horas hay que alimentarlos.

—Lo sé, por eso antes de irme limpiaré el arenero, porque estuve toda la tarde enseñándoles cómo usarlo, no sé si lo captaron, pero al final creo que lo comprendieron, y les daré de comer.

Se masajeó las sienes.

—Está bien, pero quiero que te comportes y no le hables a los chicos del fondo en el bar, a veces toman cosas que no quieres saber qué son. —Me habló con su tono de madre protectora.

[...]

Al salir del departamento Itachi me miró más raro aún, porque me había arreglado un poco más de lo normal. No dijo nada, pero estoy seguro que pensó que enloquecí. Al llegar al bar subí al segundo piso y me acomodé en la mesa de la última vez, esta vez mis ojos no se apartaron en ningún momento del castaño.

Llevaba una cinta en la frente con su pelo suelto, un pantalón de mezclilla claro roto por todas partes y una playera de resaque, lucía rebelde y atractivo, me fascinó observarlo, sus gestos eran graciosos, la manera en que ponía su cabello detrás de su oreja me pareció muy linda y el sudor que trataba de limpiar con el dorso de su mano me pareció muy sexy. ¿En qué momento pasé de Neji, a atractivo, a sexy? Estaba perdiendo la cordura, pero no me importó. Nadie lo sabría.

Cuando comenzaron a tocar no reconocí la canción, era una muy diferente al estilo usual.

Neji estaba tocando y cantando solo, era una melodía dulce y triste, hasta que llegó la parte del coro.

Itachi comenzó a tocar la guitarra, Kisame la batería, Deidara por primera vez hacía de segunda voz. Reconocí la canción, era Another love de Tom Odell, cuando terminó hubo gritos y aplausos.

Las demás canciones eran del repertorio común de Akatsuki, normalmente tocaban dos horas seguidas, después bajaban media hora a descansar y a saludar a las personas. Y después continuaban hasta las tres de la madrugada.

Esperé a que bajaran del escenario y casi corrí a hablarle a Neji. Cuando me acerqué estaba platicando tranquilamente con un grupo de chicas, ellas le sonreían coquetas y tocaban sus manos con la excusa de «estos hermosos dedos crean la mejor música». Yo no comprendía por qué no le molestaba que lo tocaran. 

Interrumpí su charla sin importarme parecer grosero.

—Oye, no sabía que ya le estabas quitando el puesto a Deidara. —Alcé una ceja para agregar realismo a mi comentario.

—Nada de eso, solo me dieron la oportunidad de tocar algo más de mi estilo. —Me sonrió mientras se acercaba a mí.

—Neji, ¿no me presentarás a tu amigo? —Una de las chicas me miró descaradamente.

—Claro, él es...

—No es necesario que me presentes, no me interesa conocer a tu amiga. —Puse la mirada fría que ponía a todas las personas que me miraban como si fuera comida.

Las chicas me observaron ofendidas y en la cara de Neji pude percibir un poco de decepción, estaba a punto de decirme algo cuando lo jalé alejándolo del resto.

—Esas mujeres son muy grandes para ti, no deberías estar coqueteándoles, pensarán que quieres acostarte con ellas. —Fruncí el ceño con desaprobación.

—No sé si en tu mundo platicar signifique coquetear, además es necesario convivir con las personas que escuchan tu música, si me vuelvo arrogante y antipático como tú, toda la popularidad que ha conseguido Akatsuki se irá a la basura. —Se soltó del agarre que hasta el momento tenía sobre él—. Por cierto, un niño de quince años no me dirá qué hacer.

—Tener un año más no te hace más maduro.

—No, pero en un año se viven muchas cosas. —Me sonrió, pensé que estaría molesto por mi patética actuación por atraer su atención—. Linda playera —dijo mientras se alejaba para regresar con las chicas.

[...]

Todo terminó tan rápido, cuando menos me di cuenta ya estaba en el auto regresando a casa.

Itachi nos miraba de forma extraña, primero a Neji y después a mí, ambos estábamos en el asiento trasero platicando como si fuéramos viejos amigos.

Cuando llegamos ellos se bañaron y yo traté de esperar a Neji para seguir conversando, pero había sido un día realmente largo y no me di cuenta ni siquiera cuando al día siguiente se marchó.


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