Si he de decirte algo...
Si recordáramos como todo comenzó, nos reiríamos noches completas, reviviríamos con jocosidad esos momentos sutiles y cursis que se impregnaban del dulzor nocturno. Rememoraríamos esa noche en su simpleza y complejidad sombreada y nos admiraríamos de nosotros mismos.
Fue magia mezclada en todo ese alcohol que consumimos sin medidas, el sabor agrio de la cerveza aún se repite con delicadeza en mis labios, me dijiste que nada quedaría entre los recuerdos de penumbras y almas gastadas, pero vivo esa memoria con viveza nostálgica. Esa noche no se borra de las memorias permanentes de las festividades ilusorias. Ni siquiera las miradas curiosas y los comentarios a nuestras expensas nos detenían en aquel viaje novedoso, después de años de ver tus manos a la distancia podía tocarlas con devoción oculta. El amor platónico se nos revelaba como visión y la luna enmarcaba nuestras pasiones desterradas y pintadas de rubor.
Creímos que en aquel umbral último todos nuestros sueños rosas se cumplían con perfección, me abrazaba a tu figura desgreñada y ebria, para invadirme quizás por vez única, de tu esencia maldita. Sonreíamos con legitimidad sorpresiva, y queríamos solidificar la inocencia de nuestros besos disfrazados, y nuestras caricias tiernas, éramos almíbar derretido por el amanecer desteñido. Y rogábamos en secreto que esta noche se volviese a repetir en nuestras vidas austeras y distantes. No queríamos despedirnos, con el miedo visitándonos y amenazando una separación madura. Quizás debimos encerrarnos en el armario abandonado que se erguía a nuestras espaldas, y retroceder las nubes como deseamos con fervor aquella noche, pero el reglamento obligatorio de las fiestas nocturnas nos obligaban a separarnos una vez llegaba a su fin el jolgorio y moría disecado por el sol.
Así que con un último suspiro quedo y unas miradas ansiosas nos distanciamos con un grito de alegría y renuencia.
Si no he sido claro en esta declaración, te repito...
Si recordara como todo comenzó, entonces jamás podría detenerme en el sopor del sueño y las remembranzas de esa noche festiva. Quedaste grabado en magia y alcohol, cigarrillos y lujuria.
Quizás me atreva a decirte que también fue amor.
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