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Un cielo para nosotros por elfasilveriana

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Notas del fanfic:

Hola, ¿Con que derecho creo otro fanfic sin haber acabado los otros? pues con ninguno, lamento desaparecer y no continuar, pronto actualizare los demas, pero creo que este fanfic en concreto es el que mas empeño le he tomado, y de verdad que tenia ganas de hacer uno de Stony, espero contar con su apoyo durante el transcurso de la historia. Sin mas les dejo leer con los primeros dos capitulos.

Y por cierto, el estilo de los capitulos lo he inspirado de los libros de la trilogia de nombre La Cofradia Secreta del autor Ramon Obon, recomendado.  

Al igual que quiero dejar claro que, si no, a MARVEL.  

Capitulo I

 

Europa, Transilvania 1752

Una luz tenue se originó por inercia del eslabón friccionando contra el pedernal, las chispas originadas saltaron logrando a su paso encender una vela antes de extinguirse, ahora con la vela encendida Steve la utilizo para visualizar el entorno de su pequeña casa a pesar de conocerla bien, no se vio con la suficiente necesidad para encender los faroles, cuando la vela estuvo en su soporte la tomo iluminando tenuemente su alrededor, el hombre suspiro.

-Por fin en casa- Dijo para sí mismo dejando que su voz se apaciguara por el silencio muerto que guardaba su casa, cerró la puerta detrás de si con la vela encendida en mano comenzó a caminar por el chirriante piso de madera sin importarle las huellas de sangre que sus botas de cuero dejaban detrás de sí, llegando a su habitación dejo la vela al igual que la pistola  de avancarga en la mesa a un lado de su cama para después enseguida deshacerse de la chupa* que se encontraba seriamente cubierta de sangre, el mismo pensó que se encontraba demasiado cansado como para pensar en algo tan vago puesto que, de todas formas cada vez que iba de caza terminaba de esa forma. Una vez despojado de todas sus ropas tomo el balde lleno agua limpia que siempre tenía preparado y humedeciendo una tela, que asume no ser importante, limpio cada parte su cuerpo ahora desnudo sin importarle si se encontraba sucio o no, de todas formas no dejaba de sentirse al igual que siempre, con un sentimiento de culpa  que no podía limpiar con simplemente agua, termino de limpiarse y  se colocó la pijama para por fin tener un poco de descanso, anhelando otro día mas poder dormir sin sueños inquietantes.

Lo despertó una voz conocida que se escuchó como una lejanía, que lo hizo despertarse pero no abrir los ojos, sabía que ya era hora de levantarse y los rayos de sol sobre sus ojos filtrándose por la ventana se lo decía igualmente, nuevamente los toques en la puerta llegaron a los oídos de Steve

-¡Salgo en un momento!- grito desde su habitación mientras se incorporaba sobre la cama para después descubrirse de la manta y sentarse, se froto los ojos más para acostumbrase a la luminosidad de su habitación y por fin termino por ponerse de pie, estiro cada uno de sus músculos para proseguir por deshacerse de la pijama, deseaba humedecerse la cara pero el balde tenía el agua color carmín por la sangre que había aseado de su cuerpo, ya se encargaría más tarde de deshacerse de aquello y se dio por olvidado el deseo de salpicar su rostro con agua. Miro dudoso la sotana que colgaba impecable sobre su pared, Steve sabia la importancia de vestir una sotana, lo sabía por completo y el hecho de saberlo le provocaba algo de inquietud portarla después de cada casería. Se reprimió a si mismo por el hecho de pensar así, el no hacía nada malo, pensó, solo cazaba vampiros, esas bestias desalmadas que solo querían matar a todo ser humano por placeres, y él estaba presente para proteger a su pueblo de aquellos, convencido, ahora que Steve se tranquilizó como cada mañana, tomo la sotana y se vistió con cuidado con ella y una vez calzado, suspiro para dirigirse a la puerta pensando también que debería limpiar luego su piso de aquellas huellas de sangre, al abrir la puerta se encontró con su buen compañero y amigo Barnes.

-¡Que inoportuna tu presencia!- dijo el hombre de cabellos castaños fingiendo repentino asombro –Ya comenzaba a perder las esperanzas de que emergerías de tu humilde vivienda-

-Me disculpo por la tardanza- comento el rubio sonriente por los comentarios siempre sarcásticos de su amigo, que al final lo recibió en el día con una sonrisa igualmente, de este manera comenzaron su caminata por el pueblo hasta su destino.

Steve Rogers era un hombre de fácil sorprender, y nunca paraba de alterarse por la enorme diferencia de la vida de noche, como la vida del día, el sol como todos los días resplandecía hermosamente por las pequeñas pero hermosas viviendas de la gente que sonreían complacidos y sintiéndose bendecidos por otro día,  las sonidos de la actividades cotidianas ajenas eran como una música que misteriosamente alegraba a todos, este canto acompañaba a las aves que se posaban a comer las semillas que inocentes niños lanzaban frente a los jardines hermosos, donde la flores de igual manera parecían abrirse para recibir como todos un día más lleno de alegría, risas y diálogos volaban sonoras a los tímpanos como suave melodía a todos, porque todos esos sonidos solo significaban felicidad, los vendedores alegres desde sus puestos repartiendo y vendiendo dulce fruta, delicadas telas para las mejores fabricaciones y el olor impasible del pan deliciosamente volaba dando saltos en la narices de todos ¡Oh maravilla de día!  Pero la noche, la noche era otra historia, la noche no era un poema para nadie, no había nada que albergar para el cielo nocturno, antes del atardecer la gente dejaba de reír y de hablar, las aves volaban veloces a sus nidos  parecía que el sol igualmente se escapó de ese pueblo tan temible para darle lugar a la luna que desencadenaba a sus hijos malditos, la noche era momento para preparar las armas, encender las antorchas y afilar toda arma que tuviese una punta capaz de cortar. En la noche la sangre los esperaba, al igual que los esperaba aquellas temibles criaturas, los vampiros, muertos vivientes que han aterrorizado a cualquiera por generaciones y que la marca del conde Drácula que descendió sobre el hombre nunca desparecería, pero Steve pensaba que debía hacer lo posible para que aquella marca sobre ellos desapareciera, exterminando por completo a todo aquel hijo de la noche que habitara por lo menos en sus tierras, y de esta manera poder obsequiarle a su gente el control para otorgarle a la noche la misma vida que le otorgaban al día.

Rogers era muy bien conocido, admirado y presentándolo como un símbolo de la justicia para su pueblo, tanto su padre como su madre eran unos distinguidos cazadores de vampiros del pueblo que se conocieron a la razón de que su madre le salvo la vida a su padre de un vampiro que estaba a punto de morderlo, por supuesto ambos eran una pareja muy alegre y amorosa tanto con Steve como para cualquier persona, siempre amando a su gente, y por lo tanto lo criaron con la mentalidad de proteger a su pueblo aunque le costase la vida. De manera lamentable, una tragedia lo persiguió desde que era un adolescente puesto que los padres de Steve murieron en garras de un completo nido de vampiros en una de sus misiones dándole a Steve una razón para ser un cazador y dejándole el único recuerdo que tiene de ellos, aquella pistola que Steve cuidaba con especial atención al igual el arma que ha finalizado hasta la actualidad la existencia de muchas bestias como lo son los vampiros, no estaba muy de acuerdo en ser partícipe de masacres como aquellas pero entendía que sus padres dieron la vida por protegerlo de esas bestias, y tan rápido como entendió muy pronto Steve se convirtió en un sobresaliente cazador y no tardaron en elegirlo como la nueva voz de su pueblo, un sacerdote, un símbolo de fe, él se convirtió en un símbolo de esperanza y es por eso que siempre dudaba todos los días de vestirse con la sotana puesto que no se creía merecedor de tal simbología para un pueblo donde mucha gente necesitaba de un seguidor para lograr salir adelante, y si su gente lo quería así Steve por supuesto que sería ese seguidor que ellos buscaban.

Ahora Steve saludaba a todos aquellos que le sonreían para desearle como siempre un buen día, mientras hablaba de temas tan normales como triviales con su amigo nombrado por el, Bucky.

Antes que se dieran cuenta estuvieron en su destino, aquella gran iglesia que se alzaba sobre el pueblo esplendorosa, ya era momento de abrir y dar en un momento el inicio de la misa, su amigo le ayudo a abrir las enormes puertas de la iglesia para después ambos hombres santiguarse ante la enorme cruz de madera señal de la divinidad, una vez hecho esto Steve debía prepararse para iniciar su misa.

-Lamento no poder quedarme hoy y observar, pero debo administrar el armamento y esta noche me toca salir de casería- agrego Bucky.

-Por supuesto, tal parece que no te veré hasta mañana- dijo el rubio mirándolo desilusionado el no pasar tiempo con su amigo de la infancia como lo hacían antes.

-No creo que te veas con la necesidad de estar así de desilusionado, en cuanto nos otorguen tiempo libre por las celebraciones del pueblo te invitare un trago, no creo que tengas prohibido beber ¿O sí?- El comentario casi provocativo le hizo a Steve soltar una carcajada.

-Estoy totalmente de acuerdo- Y con esto, ambos se despidieron de un abrazo.

 A Bucky lo conoció cuando era un niño, un día mientras su padres tenían que ir de casería lo dejaron al cuidado de su amiga mas intima que no era cazadora, esta amiga tenía un hijo de la misma edad que él, por supuesto que no tardaron nada en llevarse bien y convertirse en amigos cercanos, si Steve se paraba a pensar todas las cosas que vivió con su amigo nunca acabaría de narrar todas las aventuras que pasaron juntos, Bucky siempre tuvo presente el deseo de ser un cazador desde que tuvo uso de la razón, así que cuando Steve no tuvo alternativa que convertirse en cazador Bucky estuvo a cargo de su entrenamiento y tal se llevaron la sorpresa ambos cuando el rubio resulto ser bastante apto para el cargo de cazador.

Tranquilamente Steve se encamino deslizándose sobre la vestimenta elegante negra hasta los instrumentos para prepararlos y dar inicio su misa. Tan pronto como se percató, la gente comenzó a llegar y Steve se posiciono en la puerta para recibir gustoso a sus invitados, por supuesto que las mas jovencitas sonreían tímidas saludando al más alto, cosa que de alguna manera enternecía al hombre y les regresaba el saludo que terminaba por hacerlas reír de los nervios. Steve con el largo del tiempo había aprendido a dejar de sentir miedo a multitudes como a las que se enfrentaba cuando tenía que dar misa, puesto que toda la bucatas se llenaban de gente, y eso que se trataba la primera misa del día, una vez que toda la gente se encontraba sentada en cada una de las bucatas Steve dio por comenzada ese habito sagrado. Por supuesto todo esto le daba una razón de salir de la cama, cada vez que leía los sagrados textos o hablaba de la esperanza y la fe que un ser todopoderoso les han otorgado, siempre que su voz salía e inundaba tan sagrado lugar la gente le transmitía a Steve sus esperanzas, sus deseos y felicidad, a él lo llenaban de lo mismo cada vez que estaba de pie frente a todos.

Al rato de terminar con la primera misa Steve se despidió de todos para luego esperar a los siguientes de su segunda misa, ahora que se había despedido de todos, comenzó a relajarse estirándose levemente hasta que una voz lo hizo volver en sí.

-¿Ya estas exhausto?- la tranquila voz de la muchacha le causo  que girara la mirada hacia esa dirección.

-Wanda- pronuncio su nombre ya esperando su visita al lugar.

 Wanda era hermana del cazador novato que ahora entrenaba su amigo Clint (reconocido por ser una cazador experto y por sus habilidades por el arco) ambos gemelos que para nada compartían similitudes físicas, son hermanos huérfanos que se quedaron al cuidado de la pareja que trabajaban en la taberna del pueblo, un lugar donde se hacía comida muy deliciosa, nadie nunca descubrió de quien eran hijos, solamente un día mientras Clint salía de cacería por las afueras del pueblo los encontró sucios y vestidos en harapos, normalmente Clint siempre utilizaba el relato para molestar a Pietro, el hermano, puesto que cuando lo encontró Pietro se lanzó hacia el pegando puñetazos bastante inútiles para proteger a su hermana, acción que hoy en día hacia enrojecer al hermano, Clint prefirió dejarlo al cuidado de alguien más apto. Y ahora ambos gemelos eran jóvenes adultos muy amados por todo el pueblo por su respetable actitud y amabilidad.

-Te he traído el almuerzo- aclaro la hermosa joven, de cabellos castaños muy llamativos por su bastante rocambolesco vestido color escarlata. La joven Wanda siempre le llevaba el almuerzo por parte de su madre por decir madre adoptiva, ya que Steve no consideraba tener el suficiente tiempo para cocinar una comida decente, normalmente el rubio pagaba para ese favor como muchos otros que no se veían con la capacidad de dejar su puestos así que Wanda era quien repartía esos pedidos.

-Muchas gracias- dijo Steve regalándole una sonrisa mientras aceptaba esa bolsa de papel que aun así desprendía un olor delicioso que de inmediato le abrió el apetito a Steve. -¿Y cómo va tu hermano?- pregunto mientras tomaba asiento en las escaleras de la entrada de la iglesia. Wanda imito el acto sentándose junto a Steve.

-Bien, no deja de perseguir a Clint, quiere entrenar a cada momento- dijo risueña –Quiere ser como tú-

Steve ya había abierto la bolsa y había sacado aquel emparedado de diversos ingredientes que a él no le importó, de todas maneras estaría delicioso, sonrió divertido, ya sabía la actitud bastante interactiva del muchacho, le dio la primera mordida a su almuerzo.

-Mañana será su primera misión, no puedo negar que estoy más nerviosa yo que el- agrego con un poco de preocupación en su voz. Steve paro un momento de comer.

-No creo que debas preocuparte mucho, tu hermano estará bien, de todas formas Clint ira con él, y te puedo jurar que junto con el nada pasara- le alentó Steve –No creo que Pietro quiera salir del pueblo si su hermana está preocupada-

Wanda le sonrió, pareciendo un poco aliviada y quedándose en silencio, paso un rato hasta que Steve finalizo de comer, y la chica ya se había puesto de pie limpiándose el camisón.

-Tengo que irme ya, hoy me toca cocinar la cena y aun no sé qué hacer para comer- comento.

Steve asintió mientras se despedía de ella con la mano, ella se alejó entre la gente que le sonreía alegre. Él se puso de pie para dar por comienzo la segunda misa.

Ahora bien, específicamente era día de confesionario para los cazadores como lógico otros días, actividad que a Steve le otorgaba mucha atención así de esta manera la mayoría de los habitantes del pueblo lograban irse a la cama sin cargar inquietudes con ellos, una vez que las segunda misa dio por finalizada,  el atardecer estaba casi por caer, por lo cual la gente se fue apresurada de la iglesia para terminar de sus actividades al aire libre antes de que la aterradora noche cayera sobre ellos y estar seguros en sus hogares cenando ignorando cualquier indicio del exterior, aunque claro a excepción de los cazadores de turno del día actual. Steve termino por posicionarse dentro del confesionario para dar paso a los cazadores que ese día irían de guardia por las afueras del pueblo, normalmente les sonaría lógico que Steve pudiese reconocer las voces de unas cuantas personas debido al tamaño del pueblo que contaba con una cantidad de habitantes considerables para poder habitar un espacio en la nada  pero no era así, normalmente cuando la gente susurraba y contaban sus pecados, la culpa y la tristeza nublaban el reconocimiento de unas cuantas voces pero a Steve le parecía bien, normalmente eso ayuda a que los cazadores sigan en el anonimato, así que sin más pensamientos en su cabeza Steve se dedicó a escuchar con suma atención los relatos de la gente quien se sentaba al otro lado de la ventanilla oscura, esta actividad casi diaria le causaba a Steve una intranquilidad la mayoría del tiempo, puesto que la mayoría de las inquietudes de todos estos que iban a confesarse era sobre proteger a su familia de esos monstruos, que están cansados de matar todo el tiempo o bien quieren huir del pueblo, Steve siendo un símbolo para todo el pueblo por supuesto que le lastimaba de alguna manera escuchar que su gente estaba ya bastante hartos de las mencionadas rutinas de acabar con monstruos pero de alguna manera estaba orgulloso de todos ellos puesto que a pesar de dichas circunstancias nada favorables su gente hacia lo imposible para mostrarse ante todos una sonrisa para cada uno. Después de escuchar a diversos cazadores ese día, el último en pasar le deseo cuidado en su regreso a casa ya que el anochecer ya había caído sobre el cielo, en cuanto salió de su lugar un silencio de muerte inundo por completo la iglesia, odiaba por completo ese tipo de silencio le causaba un nudo en la garganta, se acercó a las puertas aún abiertas de la iglesia y contemplo el vacío pueblo y la media luna amenazante sobre ellos ¿Cómo algo tan bello puede traer consigo grandes desgracias? Fue el pensamiento que paso por su cabeza, el deseo de regresar a casa se vio interrumpido al darse cuenta que aún no había recogido los instrumentos utilizados, suspirando agotado fue a encargarse de guardar los objetos.

Notas finales:

Gracias por leer panquesitos mios, espero y este horno suyo hubiese hecho un buen trabajo :)


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