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Er rennt durch den wald por canneloni

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Acarició a Annika distraídamente, quien ronroneó de gusto. Se encontraba sentado en su balcón, sintiendo la brisa mover sus cabellos, cerró sus ojos disfrutando del momento. Tomó un sorbo de su té y miró hacia abajo al escuchar ruidos.

Era su hermana, bajando las compras del auto de su madre y hablado por teléfono con alguna de sus amigas. Su madre reía con ella, haciendo bromas junto a Günther.

Hizo una mueca al ver medianamente lo que habían comprado, materiales del colegio. Mierda, por un momento había olvidado que comenzaría las escuela al otro día. Pero no se molestó, al menos no tendría que pasar tanto tiempo en esa casa, solo.

Miró el interior de su habitación, la limpia y decorada con sus pertenencias. Era una combinación de blanco y negro, las paredes eran de un gris claro y los adornos eran algo oscuros. Calaveras negras de plástico y pequeñas plantas en macetas. En una de las paredes, de una rama, colgaban luces, hojas negras de vidrio y los cristales que él coleccionaba. Allí colgó el péndulo que encontró en el bosque.

En una mesita de vidrio reposaban sus libros de tapa negra y, junto a las velas negras y blancas, una caja cerrada de vidrio con piedras cristal entre pasto y flores.

Le gustaba mucho como había quedado su cuarto, en especial con el sencillo candelabro araña negro colgando en la mitad del techo.

Nadie más había entrado a su cuarto además de él, ni siquiera su hermana. Él tampoco había salido de su habitación más allá del comedor. No se sentía cómodo, no tenía tema de conversación con ellos ni nada. Esperaba poder pasarlo mejor en su nueva escuela.

Observó el Sol que se ocultaba, pensó que lo mejor sería que ya fuera arreglando todo para el día siguiente. Elegir su ropa y alistar su mochila, de paso distraerse un poco.

…·


El día había llegado, estaban parados frente al instituto, el cual era bastante grande y tétrico a los ojos de Brünhild. Ella apretujó las puntas de su vestido rosa entre sus manos, nerviosa. Miró el impasible rostro de su hermano en busca de nerviosismo, obviamente no encontró nada. Bufó y reparó en la ropa de su hermano; El enorme sweater negro que por poco y se le resbalaba por los hombros, el ajustadísimo jean de cuero negro que resaltaba sus piernas y las botas acordonadas del mismo color. Siempre le pareció que su hermanito era medio emo, con esa ropa y ese cabello tapando su cara. Ahora que lo veía bien, más bien se parecía a las típicas niñas fantasma de las películas de terror.

Pobre de él.

- Hey, Barth. - Lo llamó, él hizo un movimiento con su cabeza que le indicaba que la estaba escuchando. - Vamos ya, se nos va a hacer tarde y sólo me estoy poniendo más ansiosa.

Bartholomäus sólo se encaminó a las puertas de entrada, jugueteando con el dije de pentagrama de su gargantilla, señal de inquietud. Era una manía que él tenía, pues, aunque no lo quisiera admitir, se encontraba bastante preocupado. Sería el nuevo en esa escuela, pues por lo que sabía, todos en ese pueblito se conocían y todos los adolescentes iban a la misma escuela toda su vida. Sabía que su estilo no era el más común, y diablos, hasta Brünhild se veía pretenciosa caminando con esos tacones ruidosos. Negó con la cabeza, su hermana comenzó a hablarle en alemán sobre que todos allí le parecían tener unos treinta años y no los quince que realmente tenían. La gente cercana a ellos los miró "disimuladamente" confundidos, al no entender que decían. Otra cosa que le inquietaba, por más que le gustara el inglés, le iba ser difícil no hablar en alemán. Mierda, ahora entendía una poco más a su hermana.

Escucharon la campana y una horda de adolescentes cual estampida se metió en los salones. Con cuidado de que no los pisaran, sostuvieron sus bolsos con fuerza y se acercaron a un hombre de mediana edad regordete y de aspecto bonachón.

- Disculpe, señor. - El hombre pareció descolocarse por el obvio acento alemán de la voz del pelinegro, pero velozmente le sonrió con las mejillas llenas de dona. - ¿Sabe donde está el salón A de Noveno Grado?

- Oh, discúlpenme muchachas, ustedes deben ser nuevas. Sí, yo soy el consejero y ya mismo les indico su salón. - El hombre se limpió las migajas de las manos con su traje gris y en sus mejillas se formaron hoyuelos al sonreír. Con un poco de chocolate en el bigote, no notó la cara molesta de Bartholomäus.

- De hecho, yo soy un chico. - Sentenció en un gruñido moderado, intentando no parecer molesto. La chica castaña sólo hacía intento de ocultar su risa con su mano. - Entiendo que puede dar lugar a confusión.

- ¿En serio? ¡Oh, mil disculpas, muchacho! - El hombre se mostró tan avergonzado, que a el de ojos celestes le dio algo de pena. - No fue mi intención.

- No se preocupe... - El chico miró la chapa dorada en el bolsillo delantero de la chaqueta del hombre. - Sr. Blackson.

- Oh, bueno. Dejen les muestro su salón. - Sentenció el hombre algo sonrojado, dando la media vuelta y subiendo por las escaleras comunes, en donde estaban dos muchachos tomando una lata de cerveza. -Sr. Mayer, Sr. Graves, detención en la tarde. - Sentenció arrebatándoles la lata. Uno de los chicos, el pelirrojo, empezó a protestar y el Sr. Blackson le aumentó el castigo.

Los chicos miraron a los hermanos, calculando a cuál de "ellas" se llevarían luego a la cama. - ¿Viste a la gótica? - Escuchó Bartholomäus decir bajito el pelirrojo mientras se estaban yendo. - Era plana del frente, pero tenía buen culo. Además, cara tierna. - El chico Adlersflügel sintió un escalofrío en su espalda, no le gustaba cuando la gente lo miraba así.


Subieron la escalera, caminaron por un ancho pasillo hasta llegar a un aula que decía noveno grado A. El Sr. Blackson tocó la puerta, pero no esperó a que le dijeran que podía pasar cuando ya había abierto la puerta. Todos los distintivos alumnos se quedaron en silencio al verlos entrar. La profesora, una mujer rubia muy guapa que de seguro traía locos a los chicos en el salón, se recostó en su escritorio, apoyando su cadera y cruzando sus brazos.

- Buen día, Nick. - Saludó ella coqueta. El pobre hombre se sonrojó más y sudó. - ¿Quiénes son estas jóvenes?

- Buen día para ti también, Priscilla. - Balbuceó. Ajustó sus lentes de lectura y se giró hacia los alumnos, extendiendo un brazo hacia los hermanos. -Ellos son sus nuevos compañeros. Preséntense chicos.

Brünhild fue la primera, rascando su brazo por encima del sweater beige abierto. - Uh, me llamo Brünhild Adlersflügel y soy de Alemania. Espero nos llevemos bien.

Finalizó ella con una sonrisa amable y se sentó junto a una chica asiática, llamada Sun Hee Choi. El chico de larga cabellera negra dio un paso al frente y se presentó con un tono seco. - Soy de Alemania, mi nombre es Bartholomäus Adlersflügel y como ven soy hermano de Brünhild.

Sentenció y se sentó junto a un chico pelirrojo, muyparecido al que vio en la escalera, mas diferente, llamado Terance Mayer.

- Bueno, chicos. - Empezó lamujer una vez Nick se fue. - Yo soy la Prof. Soto y espero que se sientan agusto en esta clase. - Dijo ella y se volteó a escribir en el pizarrón.

Notas finales:

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