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Er rennt durch den wald por canneloni

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Notas del capitulo:

Uy, la cagué. No sabía que al eliminar una respuesta se eliminaba el review :c

Mil disculpas a quien fue tan amable de escribirme algo, de verdad. Le agredezco de corazón que haya sido tan amable <3

De nuevo, perdón y gracias.

…·

La campana del receso sonó, todos los chicos salieron cual animales por la puerta, directo al comedor. Brünhild caminó junto a Sun Hee Choi por el pasillo, dejando a su hermano solo en el salón leyendo un libro.

Sun Hee, amablemente, le dijo que la llevaría a conocer a sus amigos y que podría sentarse con ellos en el comedor. La castaña siguió a la chica cuya larga cabellera negra le resultaba familiar, muy alegre.

El comedor era una sala grande y espaciosa, en donde se encontraban alineadas varias mesas largas. Al fondo, una mujer con el cabello corto estaba sirviendo frijoles en bandejas detrás de una vitrina para comida preparada. La chica Adlersflügel notó que había muchas variedades de pasta, carnes y ensaladas.

La gente parecía haberse separado en las mesas por estereotipo. En unas estaban unos chicos con cara de delincuentes, en otra góticos, en otra nerds, en otra los que parecían ser los populares y así consecutivamente. Sun Hee se detuvo en una mesa llena de chicos de apariencia agradable, los saludó y le hizo un espacio entre un chico moreno y una pelirroja.

— Hola chicos, ella es la nueva. Se sentará con nosotros. — Dijo la de ascendencia coreana respondiendo a las miradas confundidas.

— Hola, Brünhild Adlersflügel. — Se presentó por segunda vez, agitando su mano. Los presentes sonrieron y le devolvieron el saludo.

— Travis Jobs. — Dijo el muchacho de piel oscura y ojos claros. — La pelirroja a tu lado es Bernadette Vaccaroni, la castaña es Mariah Reyes. — Señaló con su dedo a una chica de apariencia latina, quien saludó efusivamente. — El pelirrojo es Terance Mayer y ya conoces a Sun Hee. — Declaró él. Terance se sonrojó levemente y le dijo algo tímido.

— Y-Yo me senté con t-tu hermano hoy en la clase. — Tartamudeó y a Brünhild le pareció tierno. El chico carraspeó e intentó hacer sonar su voz más grave. — ¿Su nombre es Bartolomeo, no?

La chica alemana soltó una risita y negó divertida. — No, no. Mi hermano se llama Bartholomäus. — Dijo ella y Terance, avergonzado, se disculpó. Travis y Mariah se rieron exageradamente, mientras Bernadette sólo negaba sonriendo.

Sun Hee carraspeó y dijo. — Buen intento, Romeo. — Le dio palmaditas en la espalda y el pobre chico pecoso topó su cara con sus manos. — A todo esto, ¿dónde está tu hermano? — Cuestiona ella, tomando a la alemana desprevenida.

— ¿Oh? Ah, él, sí. — Balbuceó, pero se repuso al instante. — Creo que se quedó en la clase leyendo. Él siempre fue reservado y no muy sociable. — Se encogió de hombros, restándole importancia.

Esto a Sun Hee le pareció raro, pero no agregó nada más. — Bueno, ¿alguien tiene hambre? — Observó que los chicos no estaban comiendo, seguramente por esperarla a ella. Se levantó de su asiento e invitó a Brünhild a acompañarla a buscar una bandeja.

Ellas pasaron frente a la mesa de los populares, donde una chica rubia de cabello muy rizado hasta la mitad del cuello hablaba con otras dos chicas rubias, abrazando el fornido brazo de un muchacho castaño de atrapantes orbes azules, quien le guiñó un ojo a Brünhild. Ella, sonrojada, le devolvió el guiño y siguió su camino. La chica de cabello rizado, cuyo nombre era Trinity, notó este intercambio y apretó los labios, frunciendo el ceño mirando a la chica castaña pesadamente.

— ¿Esa perra nueva acaba de guiñarle un ojo a Morgan? — Una de las chicas rubias, Kourtney Griffin, le susurró a la chica a su lado, Christine Jackson. Ella, asintió sorprendida. Iba a agregar algo hasta que Trinity golpeó la mesa con sus manos, haciendo que las chicas pegaran un saltito.

— ¡Sí, sí la vi! — Gruñó, soltando el brazo de Morgan, quien ignoró el desplante de su novia para hablar con un chico sentado junto a él. — ¿Quién se cree esa perra que es?

Christine y Kourtney se miraron entre sí, mientras la de rulos giraba su cabeza "disimuladamente" para observar con recelo a Brünhild. La alemana le lanzaba miraditas coquetas a un socarrón Morgan, quien se mofaba de esto con sus amigos en voz baja. Christine intentó calmar a Trinity diciéndole que quizás Brünhild estaba mirando a otra persona, pero sólo logró molestar a la chica.

— No soy estúpida, Chris. — Escupió cruelmente, Christine bajó la mirada arrepentida. — Tampoco estoy ciega, hasta Kourtney lo notó.

Bufó, pasando una de sus manos por su frente, apoyando el codo en la mesa de madera. Odiaba cuando le pasaba esto, siempre había una estúpida que intentaba robarse a su novio. Todos los putos años, y ya estaba hartándose. El año pasado fue la idiota de Aria Collins, el anterior fue Anna Bell, y ella hasta le robó un beso a Morgan. Sólo le faltaba que apareciera la ex de su novio a joderla, la maldita zorra de Mariah Reyes.

Como odiaba Trinity a esa chica, Morgan le dijo como ella le rompió el corazón siéndole infiel conese tal Terance. Pero su Morgan era algo tonto y enamoradizo, ella quería proteger su corazoncito.

…·

…·


Bartholomäus observó por la ventana de su salón a unos chicos fumando sentados detrás de un árbol. Se sorprendió de verlos allí, pues lucían mucho mayores, casi como universitarios. ¿Estaban fumando porro? ¿Eso era alcohol? Parecía que alguien quería morirse joven.

Pero lo que ellos hicieran con sus vidas le importaba un bledo, así que siguió leyendo su libro tranquilamente. Era una vieja novela de ocultismo y terror, bastante gráfica. Hubo veces en la que tuvo que detenerse y detraerse un poco porque era demasiado brutal para su gusto y llegaba a sentirse asqueado.

Era uno de sus libros favoritos porque cumplía perfectamente su función, pero eso no quitaba que se sintiera nervioso y asechado cada que lo releía.

Él usualmente, cuando leía, usaba su celular para escuchar videos con el sonido de la lluvia o tormentas, para darle un ambiente adecuado. No colocaba música pues con sus letras lo distraía del libro.

Tan concentrado en eso estaba que se asustó al escuchar la puerta abrirse abruptamente. Dos de los chicos que vio abajo, los que parecían más jóvenes, entraron allí. Ellos no estaban en su clase, entonces... ¿qué hacían allí? ¿Cómo subieron tan rápido?

— Parece que no estamos solos, Devan. — Dijo el más alto, cruzando sus brazos tatuados, al chico con la dilatación en la oreja.

— ¿Qué estás esperando para irte, muñeca? — Dijo en un tono entre seductor y amenazante, el tal Devan. — ¿O acaso quieres un poco de diversión de a dos, uhm?

Los ojos profundos de Bartholomäus se abrieron, aterrorizados. Cerró su libro y apagó su celular, levantándose con apuro para llegar a la puerta en total silencio. Los recién llegados vieron esa reacción algo extraña, mas no dijeron nada y lo dejaron retirarse.

Pero cuando el pequeño chico estaba cruzando la puerta, el más alto, le dio una palmada en una nalga. Si bien se sobresaltó, no dijo nada y siguió su camino.

— Uy, Alex. — Suspiró Devan, pasando una mano por su cabello. — ¿No crees que te pasaste un poco? Digo, se ve bastante pequeña.

— Nah, esto es noveno grado.

Declaró y sacó algo de su bolsillo, dejándolo debajo del pupitre de alguien, fijado con cinta.

— Está hecho, vámonos antesque esa muñeca le diga a alguien que estuvimos aquí.

…·


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