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Los Arcanos por MadeInJapan

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Notas del capitulo:

Yu Gi Oh! no me pertenece, escribo sin ánimos de lucro.

Los Arcanos

By MadeInJapan

Capítulo 2: El Loco

Estaba realmente enojado el joven de rubios cabellos bajo el nombre de Joey, quien en acción reflejo sólo atinó a sacar su rabia golpeando el tronco del árbol donde estuvo instalado, en consecuencia lastimándose los nudillos, aunque eso no le importó. Sus nudillos sangrando y mordiéndose la lengua del dolor graciosamente para no gritar y agregando una serie de movimientos extraños para mitigar el dolor.  A los lejos los transeúntes que paseaban por el parque, lo miraban curiosos por parecer un loco. Algunas madres asustadas se llevaron a sus hijos lejos de aquel escandaloso muchacho de cabellos dorados, mientras el dolor iba desapareciendo, aunque el ardor de la herida aumentó Joey se percató del resto de las cartas aún en círculo, cuando su reciente “cliente” presumido se fue a mitad de la lectura, al rubio aún le faltó por interpretar más cartas que estaban en la tirada.

Sobándose sus nudillos se agachó a observar el resto de la tirada de las cartas, sin pensarlo continuó interpretando las cartas de ese “desagradable hombre de penetrantes ojos azules”. No se explicó porque siguió perdiendo su tiempo en interpretar las cartas de aquel sujeto idiota; sin embargo “algo” le hizo click y una enorme curiosidad natural que sólo Joey Wheeler poseía desinteresadamente…

 

 

xxxx

Después de aquella tarde de paseo junto con su hermano Mokuba y que fue arruinado por un charlatán, no podía olvidar las palabras de aquel muchacho rubio.

“Has, es decir, ustedes han tenido una vida difícil. Ausencia de padres, tal vez murieron jóvenes y ustedes de niños han estado solos acompañándose. Aunque hoy abundas en riqueza enemigos ocultos te quieren quitar tus logros y tal vez no estoy seguro, posiblemente una perdida, aunque no sabría calificarla como de dinero o de personas” las palabras se repetían con la imagen ese muchacho en su mente una y otra vez

Golpeó su escritorio causando que su lapicero caiga junto con lápices rodando que rápidamente fueron recogidos por Mokuba preocupado por su hermano. Después de lo sucedido en el parque su hermano salió colérico. Jamás lo había visto de esa manera.

“Vas a pasar por muchas situaciones difíciles, tal vez necesites la ayuda de alguien que llegará pronto cuando empieces a estar atado de pies a cabeza. Todo depende de… ti...”

— ¡Estupideces! Gritó el mayor en su despacho personal de la mansión. Mokuba nunca creas palabras de sujetos como esos de la calle— puntualizó el castaño bastante enfadado.

— Pero hermano… no es para que te comportes de esa manera. Además —. Se atrevió a decir el niño con toda seguridad y “ese algo” en su corazón — Creo que no es un charlatán dijo la verdad y muchas coincidencias — esta vez el niño cambió su expresión a seriedad enfrentando a su hermano.

Sin embargo Kaiba no prestó atención a las palabras de su hermano, en su cabeza sólo estaban las imágenes y palabras que ese “perro” le dijo.

“Tal vez necesites la ayuda de alguien que llegará pronto cuando empieces a estar atado de pies a cabeza”

Las palabras de ese “perro” el sonido de voz de ese “perro” y avisándole que necesitará “Ayuda” hablándole con tanta seguridad. Para Seto Kaiba era una aberración pedir ayuda, siempre se las arregló. Siempre sólo…

“¿Qué estaré atado de pies a cabeza? ¿En apuros? ¿En problemas? ¿Me quitarán todo lo que he logrado? ¿QUE NECESITARÉ AYUDA?” pensaba para sí el empresario.

Grandes risotadas con un dejo de burla y superioridad presenció Mokuba sorprendido de ver a su hermano tan ¿animado? ¿Diferente? Ese tal Joey su forma de ser retándolo sin saber con quién se enfrentaba: Seto Kaiba un empresario poderoso y exitoso y temido por muchos.

—Patrañas…—. Dijo el castaño acomodándose en su escritorio —Mokuba continuaré en mi trabajo — indirectamente diciéndole a su hermano que quería estar sólo.

—Está bien, Seto…pero no te enfades tanto. Ese chico no lo dijo con mala intención. Además ni siquiera nos conoce — finalizó el niño alejándose y cerrando la habitación dejando a un castaño ofendido.

—Espero no toparme nunca más en mi vida con ese perro “charlatán” — se descruzó de brazos y procedió abrir su notebook.

Recordó la mirada retadora del rubio. Instintivamente apretó sus puños. Nadie se había atrevido a desafiarlo y tratarlo de esa manera. Por lo general la gente le temía, con su gélida mirada se ganaba el respeto ¿o temor? Y ese tipo lo desafío. Se llevó la mano a su entrecejo cerrando los ojos con la clara intención de retomar su trabajo, arreglar esos problemas financieros de la empresa y olvidarse de ese “perro”

Fue interrumpido de sus cavilaciones por el sonido de su teléfono. Atendió como autómata.

—Kaiba al habla —.habló cortante.

– Siempre tan “agradable” para contestar – dijo en forma irónica. Kaiba gruñó por lo bajo, tal vez era al único quien le dejaba pasar esos “atrevimientos” hacía él.

— ¿Qué quieres Yami? —. Se inclinó en su mullido asiento mirando ausentemente la pantalla de su notebook.

Una risa forzada oyó por el otro lado de la línea telefónica.

– Dime Kaiba… ¿cómo vas con el proyecto? Las acciones han caído hoy un 2,5% más que el día de ayer. Estoy realmente preocupado por KC – dejando ver un tono de preocupación.

Yami Atemu era el único asistente de confianza de Seto Kaiba. Cinco años a su servicio. Lo conoció en el tiempo que su padrastro Gozaburo Kaiba murió, o mejor dicho, se suicidó de la nada, sin motivo alguno. El cuerpo  fue encontrado en pedazos. Según la policía de investigaciones se concluyó que el impacto de caer desde el piso 50 de la corporación KC provocó que se desintegrara instantáneamente el cuerpo del mayor. El castaño fue el único testigo de los hechos. Ante aquello Yami se dio a conocer oportunamente cuando la situación en KC estaba de cabeza por la muerte de Gozaburo, aunque al principio el de ojos azules le costó confiar en él, su eficiencia y habilidades en la administración estratégica lo sorprendió, y hasta hoy en día ha sido su mano derecha. No obstante el orgullo de Kaiba jamás admitiría tal talento y destreza.

—Yami los proyectos los discuto en persona, no por teléfono ¿Qué quieres realmente? — escrutinio el empresario. No andaba con rodeos. El tiempo que ha trabajado con Yami lo investigó y analizó debidamente, como lo hacía con todos que trabajaban a su alrededor. Por algo era un Kaiba, las brutales enseñanzas de su padrastro por mucho que lo odió, algunas situaciones para cuidar su espalda le rendía frutos, como en este caso. Sabía que su “asistente” tenía planes ya que sus ocasionales llamadas eran con una intención disfrazada.

–Tan elocuente, Kaiba–. Replicó más sarcásticamente. – sólo quiero saber si me darás la oportunidad de una cita.

Kaiba enarcó una ceja, sabía para donde iría la conversación. No estaba para perder el tiempo. Si bien le era útil en la empresa, separaba muy bien su vida laboral con su vida personal. En cierta ocasión, tuvo una discusión acalorada con su “asistente” en donde el aludido egipcio, porque sus orígenes son de aquel bello país, intentó robarle un beso, Kaiba lo rechazó por obvias razones, una de ellas NO era gay y si lo fuera su empresa se iría abajo debido a la condición social que impone el mundo, NO era GAY y ese era el chip que le implantaron desde pequeño, incluyendo la homofobia inculcada por su padrastro, y desde esa ocasión, Yami ha estado diferente llamándolo con dobles intenciones de vez en cuando a su despacho privado en su mansión. Sus miradas extrañas en la empresa cada vez que se encontraban o trabajan juntos o discutían algún asunto de la empresa, etc. Su relación con Yami Atemu era “especial” y por mucha repugnancia que sintiera al “asistente” era bueno en su trabajo y por ello no lo iba a despedir. El de ojos azules era muy justo con el trabajo y sería muy complejo buscar otro tan competente como Yami, y no tenía tiempo que perder; sin embargo el de ojos violetas en cuanto a sus gustos para con él, era sin duda muy persistente. Si fuera mujer podría acusarlo de acoso, pero en un mundo machista, Seto Kaiba estaría como “en ridículo” acusándolo o denunciándolo, no obstante, lo aguantaba por ser un excelente profesional y claramente el de ojos azules le cortó sus intenciones, muy a su estilo Kaiba.

Pero si hablando de temas sentimentales, hace mucho que Seto Kaiba estaba vacío por dentro, el único que lo doblegaba era su hermano Mokuba, sin embargo, más era un cariño paternal que de hermandad, pero en cuanto a Yami…

—No pierdas tu tiempo y tampoco quiero perder el mío. ¡Sabes que no! —. Y cortó abruptamente la comunicación telefónica con el egipcio.

No pensó más en la conversación y en los intentos de su “asistente” en querer acercársele, tenía una compañía que salvar…

 

Xxxx

 

 

—Increíble—. Musitó asombrado después de interpretar el resto de cartas del reciente desagradable cliente que atendió en el tarot.

— El loco — continuó…murmuró bajo.

“El loco, avanzar descuidadamente, avanzar y dejar todo atrás para comenzar de cero ¿A caso ese petulante comenzará de cero? Sí que está en problemas… y no me importa, es su problema, pero el loco también significa que a pesar de empezar de cero y cometer estupideces inconscientemente daña a los demás, pero está protegido ¿Por quién? Que estupideces no me caliento más la cabeza”

 

Se quedó detenido observando sus cartas hasta que el viento hizo volar la última carta que completaba el círculo de la tirada como loco rápidamente colocó una piedra de su tirada impidiendo que el viento hiciera volar al resto y ansiosamente persiguió la última carta que revoloteaba por el viendo travieso las personas le hacían un lado mientras un rubio seguía como niño la carta que se la llevaba e viento hasta que graciosamente, aunque doloroso para cierto ojos mieles, chocó con un hombre. Se levantó para ver “con qué se había topado”

— ¿Se te perdió esto? —. Indicando la carta en sus manos.

Joey miró hacia arriba para ver la figura que se le cruzó por delante.

Un sujeto de cabellos negros y prominentes ojos verdes lo miraba divertido mientras sostenía la carta tarot del rubio.

— ¡Duke! —. Sorprendido de verlo por esos lados.

— ¿Quién más? —. Dijo sarcástico.

— Eso es mío — arrancándole mal humorado su carta. Ya tuvo suficiente con el desagradable de hace rato, para enfrentar a otro más, aunque a este tipo le dejaba pasar sus comentarios irónicos — idiota —. Musitó

— Joey, Joey, Joey —. Pronunció su nombre sensualmente en un canto improvisado. ¿Sabes porque vine? — sonriéndole pícaramente.

El rubio lo sabía. Sonrió de igual forma que su “amigo”

Se inclinó al de ojos verdes para darle un beso suave a sus labios. Duke lo abrazó cariñosamente.

— ¿Cuándo dejarás de leer el tarot, Joey?

— Tu sabes que no me dedico por gusto, es agotador mientras encuentre un trabajo estable lo dejaré y para siempre —. Tranquilizando a su “amigo” con una sonrisa.

— Con tu sonrisa de cachorro me quedo tranquilo —. Bromeando el de cabellos negros

 

“Pareces un cachorro, pero eres más bonito que nuestra mascota”

“Toma, perro”

 

Nuevamente azotaron a su cabeza esas palabras mezclándose con el desagradable tipo de hace un rato. Ladeó su cabeza en negativa maldiciendo por lo bajo al de ojos azules y su arrogancia; no entendió por qué su mente mezcló esas palabras que poseían un trasfondo con las frías palabras de aquel tipo engreído.

Joey nunca había sido capaz de recordar de quién provenía; sin embargo por una extraña razón lo ligaba a Duke las veces que le decía dulcemente cachorro. Las circunstancias en que  se conocieron quedó por cachorro por parte de su “amigo especial” por una apuesta que perdió y no tuvo más remedio que vestir un traje de perro y desde ese instante quedó por ese apelativo. Duke con el paso del tiempo pasó a ser de enemigo – amigo y ahora “amigos especiales con derecho a roce”

Sí, el tarotista de ojos melados y cabellos rubios era Gay asumido. No era un muchacho afeminado como son bien conocidos o detectados por el común de las personas. Era muy peleón y rebelde, siempre se metía en problemas, pero un alma bondadosa y de gran amor que dar. Ése era Joey Wheeler, a pesar de recibir insultos homofóbicos y de discriminación muchas veces.

Las veces que el trio Joey – Duke – Tristán se juntaban su amigo moreno no soportaba a Duke. Asumió que el castaño tenía celos de amigo, ya que desde siempre fueron como uña y mugre metiéndose en peleas callejeras; aprendiendo a pelear, aventuras entre otras situaciones y recuerdos de infancia y adolescencia donde el rubio  siempre se caracterizó en ser ingenuo en varias situaciones, y en ésta en particular su ingenuidad o distraimiento lo superaban, quizá realmente  tuvo problemas cuando era estudiante de secundaria debido a su excesiva falta de atención en las clases; no obstante, jamás Joey Wheeler se enteraría de la verdad por parte de su amigo de infancia.

—Planeta tierra llamando a Joey, bobo — despertándolo con un suave coscorrón en la nuca del rubio.

— Duke… lo siento creo que me distraje — se disculpó torpemente

— Ok, pero acompáñame. Recuerda que esta noche viajo a Estados Unidos, así que sólo tenemos un rato juntos — le guiñó pícaramente. De inmediato tomó la mano del rubio como si fueran novios.

A pesar de estar contra la sociedad, Duke se arriesgaba a demostrar afectos con otro hombre, contrariamente que en el fondo, el de ojos verdes era un bisexual empedernido a experimentar.

— ¿Duke?

— ¿Si?

Joey no podía evitar preguntarle nuevamente dentro de las quinientas veces desde que se conocieron.

— ¿Estás seguro que no nos hemos visto antes?

Duke bufó resignado, siempre Joey con la misma pregunta.

— ¿Por qué siempre insistes?

— No lo sé, pero a veces te confundo con alguien o posiblemente no recuerdo nada

— No te entiendo…

Duke le sujetó más fuerte su mano mientras cruzaban la calle, el departamento del de ojos verdes estaba a dos cuadras.

— A veces siento que tres horas de mi vida borré de mi mente cuando fui un niño. Algo me falta — finalizó el rubio pensativo.

— No te estreses ya recordarás, tonto —. Dándole una palmadita al hombro del rubio en un gesto tranquilizador — Nos queda poco tiempo será mejor preparar el “ring” — con un toque de doble sentido a sus palabras.

El rubio lo entendió y olvidándose un poco de esa sensación de vacío su rostro cambió a un gesto pervertido arqueando las cejas en forma graciosa y cómplice.

Se apresuraron corriendo al departamento del de cabellos negros tomados de la mano y riendo todo el camino a una sesión de “peleas” antes que viajara “su amigo con ventaja” por asuntos de trabajo.

 

Xxxx

 

 

— ¿Mokuba, ya estás dormido? , — susurrando suave desde la puerta de la habitación del niño

— ¿Mokuba? —. Un viento helado erizó los bellos del cuerpo de Kaiba. Algo malo presintió. Se introdujo sin más al cuarto de su hermano menor al notar que los ventanales estaban abiertos. Comenzó levemente a desesperarse viendo a todos lados notando que había una hoja encima de la cama del niño.

Asustado y sorprendido se acercó a la cama y tomó la carta.

“Si quieres saber de tu hermano, más vale que sueltes una gran suma de dinero, especificando: tu capital de KC. Si eres tan inteligente encuéntranos en 2 días. En el caso que no cumplas en el plazo estipulado el niño morirá”

Las letras de la carta eran pedazos de revistas y diarios. Todo fue cuidadosamente incluso  burlando la seguridad de la mansión. Kaiba con las manos temblorosas arrugó la carta entrando casi en un estado de pánico. Su hermano era su punto débil. Podrían hacer lo que quieran con él, pero Mokuba era su talón de Aquiles y dieron con él.

Se desplomó en la cama del niño intentando tranquilizarse. Inhaló y exhaló aire para calmar su miedo y odio al mundo. En segundos recuperó su “máscara de frialdad” con paso seguro abandonó la habitación de Mokuba. Ya sabía que pasos hacer para “salvarlo”, o eso pretendió.

Sin embargo Kaiba por dentro estaba aterrado. Su corazón latía a mil, pensando cómo estaría su hermano. Si los muy malditos lo habrán golpeado. Recordó miles de situaciones y vivencias con su hermano. Instintivamente tomó su relicario con forma de dragón de su cuello abriéndolo para mirar la foto de su hermano cuando era más pequeño. Su única familia.

Podría haber llamado a la policía.

Podría haber hecho un escándalo mediático llamando a la televisión para rescatar a su hermano. Pero supo de inmediato que los tipos eran muy astutos. Si hacía un paso en falso o algo precipitado dando a conocer a los medios el secuestro de un familiar de un reconocido empresario, Mokuba moriría sin dudar.

Se dirigió a su laboratorio para maquinar un plan y encontrar de alguna forma a su hermano y darles su merecido a los bastardos que osaron tomar algo suyo tan preciado como su pequeño Mokuba.

Una habitación especial en el cual sólo él, Seto Kaiba, podía ingresar con una maquinita especial de reconocimiento visual y huella dactilar. Ni siquiera su hermano tenía acceso, debido a un tema delicado de experimentos y avances. Fue una época en la que fue su segundo hogar dentro de la mansión, y su centro de operaciones o locuras pasaba la mayoría del tiempo analizando y creando nuevos inventos para KC. Era una copia del mismo laboratorio instalado en las dependencias de Kaiba Corporation.

 A su paso, la habitación se iluminó completamente y a su lado computadoras, luces artificiales y artefactos tecnológicos esparcidos estratégicamente, junto con robots abandonados entre otros elementos que sólo KC los inventaba.

Una gran pantalla enfrente donde el castaño la encendió, se sentó y procedió a teclear rápidamente conectándose con las cámaras de seguridad de la mansión  revisando una y otra vez los vídeos de los alrededores y los pasillos dando con el video contiguo a la habitación de su hermano. Revisó las grabaciones desde el momento en que su hermano se despidió de él en la habitación hasta su desaparición, o mejor dicho, secuestro.

En la grabación pudo ver a un Mokuba somnoliento abriendo perezosamente las sabanas de la cama en donde se introdujo en ella y apagando la luz de la lámpara de la mesita de noche.  Mientras conforme avanzaba la grabación del video de la cámara de seguridad, Seto movía pensativo sus dedos por el borde del teclado golpeando ligeramente la mesa de forma impaciente esperando cómo fue el secuestro. Estaba aterrado desesperado por dentro, pero intentaba mantener raciocinio, porque si perdía el control, no lograría rescatar a su hermano. Gracias a que las cámaras de seguridad eran de visión nocturna pudo distinguir su propio hermano cómo se levantaba y prosiguió a vestirse. Kaiba frunció su entrecejo sorprendido al ver en la grabación que su propio hermano se vestía con la misma ropa y una mirada perdida dejando una nota, la misma que el empresario leyó. Como si estuviera ido. Rápidamente con sus agiles dedos cambió la grabación a los pasillos de la mansión y vio cómo su hermano caminó a la salida de la mansión. El mayordomo le hizo un gesto asintiendo, algo le dijo. Tomó en cuenta para hablar con su mayordomo. Después cambió la imagen a la salida de la mansión viendo como el portero se inclinaba levemente abriéndole las puertas. Se percató en las cámaras de la portería que un auto color negro esperaba a su hermano, quien éste arrastrando sus pies, caminando de forma torpe esperó que el auto le abriera las puertas donde introdujo lentamente. Sólo en cuestión de segundos notó que una mano en el asiento trasero ayudó a subir al pequeño. Se cerraron las puertas y el auto se alejó rápidamente desapareciendo de la vista de las cámaras.

Al finalizar las grabaciones los cerúleos ojos de Kaiba estaban desorbitados. No podía creer lo que vio. Se mordió su labio inferior hiriéndose levemente. Probó inconsciente el metálico sabor de su sangre y apretando los puños de impotencia abandonó su laboratorio personal para dirigirse a su oficina de la mansión. Rápidamente llamó por el cito fono al portero y al mayordomo, los últimos testigos de su hermano. Los aludidos, sabiendo cómo es su jefe y por el tono de voz de enfado, llegaron rápidamente a las dependencias de su oficina dentro de la enorme mansión.

Kaiba trató mantener su control, volviendo su máscara de frialdad como antaño. Los esperó sentado con sus codos apoyados en la mesa, manos entrelazadas y mentón descansado en ellas y así fue como ingresaron los empleados temerosos por la actitud de su jefe al ver como Seto Kaiba los fulminaba con la mirada.

— ¿Señor Kaiba? — se atrevió hablar el portero debido al silencio incomodo que inundó el lugar. El mayordomo conociendo más al jefe, optó por el silencio.

El castaño se dispuso abandonar  su silla y con paso firme caminó hacia los dos hombres asustados, no sabiendo a qué se debía la citación altas horas de la noche.

— ¿Por qué dejaron salir a Mokuba? — preguntó fríamente.

El mayordomo abrió sus ojos sorprendido. Se dispuso a responderle a su jefe de la forma más respetada posible. Era el más antiguo de la mansión y conocía a su jefe, y éste a él. En el fondo Kaiba lo apreciaba.

— Amo Kaiba, el mismo Mokuba nos dijo que usted le dio permiso. Aunque…

— ¿Aunque? — interrumpió el castaño enarcando una ceja no muy convencido de las palabras de su mayordomo. No era que desconfiaba de él, sino de la situación extraña que estaba viviendo.

¿O Mokuba fue secuestrado o un intento de llamar la atención de su hermano?

Pero Mokuba jamás se comportaría de esa manera. Nunca le jugaría tal broma a su hermano. El niño sabía lo mucho que se preocupaba su hermano por él.

El mayordomo carraspeo para proseguir…

— La actitud del amo Mokuba era diferente, como si caminara dormido, pero tenía los ojos muy abiertos e hinchados. Me dijo que usted estaba al tanto de su salida— terminó de explicar el hombre quedando tranquilo de su honestidad.

Kaiba conforme, supo de inmediato que no estaba mintiendo se dirigió a su portero haciéndole la misma pregunta, pero agregando otra más:

— ¿Sobre ese auto? ¿Quién lo fue a buscar?

El otro hombre más bajo que el mayordomo de aspecto extranjero, rasgos latinos se dispuso a explicar de la misma forma respetuosa a su “jefe”

— Señor Kaiba el joven Mokuba me dijo exactamente lo mismo, que usted le dio permiso de salir, pero me extrañó la rapidez con la explicación. No logré ver su rostro bien y sobre el auto apareció de repente. No pude percatarme de nada mas el joven Mokuba ya había partido…

Kaiba procesó la información de sus dos empleados. No dijo nada más los despachó a sus labores.

Ellos no tenían la culpa. Si el niño estaba despierto y vestido avisándoles a sus empleados, porque Mokuba también era el dueño de la mansión y vicepresidente de KC, por muy niño que sea, no había un motivo “sospechoso”; sin embargo, si los dos hombres percibieron actitudes fuera de la normalidad de Mokuba, eso sí que era sospechoso…

No sabía qué hacer si creer en aquella nota y lo desconcertante de la salida de Mokuba por propia voluntad.

Caminando como león enjaulado preocupado y pensando en miles de teorías con la contradicción si llamar a la policía o no, si pedir ayudar o esperar que su hermana regresara. Tal vez estaba exagerando, tal vez no. Era su hermano menor. Su única familia. El empresario ya había comprobado que Mokuba no llevaba consigo su teléfono móvil, así que no tenía cómo localizarlo.

No obstante, de un zarpazo la imagen de una persona ojos color melados y cabellera rubia junto con unas palabras acudió a su mente de la nada. Como si una fuerza externa le recordara lo vivido hoy temprano con su hermano.

 “Has, es decir, ustedes han tenido una vida difícil. Ausencia de padres, tal vez murieron jóvenes y ustedes de niños han estado solos acompañándose. Aunque hoy abundas en riqueza enemigos ocultos te quieren quitar tus logros y tal vez no estoy seguro posiblemente una perdida, aunque no sabría calificarla como de dinero o de personas

“Vas a pasar por muchas situaciones difíciles, tal vez necesites la ayuda de alguien que llegará pronto cuando empieces a estar atado de pies a cabeza. Todo depende de… ti”

 

Le dolió la cabeza. Odió nuevamente a ese muchacho de ojos melados. A pesar de que  las palabras le hacían eco en su cabeza, una llamada telefónica lo sacó de sus cavilaciones. Pensó en su hermano, tal vez sólo fueron exageraciones suyas y estaba llamándolo para pedirle perdón por no avisarle de su salida repentina en la noche.

— ¿Diga? — esperanzado que fuera su hermano desde el otro lado de la llamada.

— ¿Y aún crees que tu hermano salió por propia voluntad de la mansión, Seto Kaiba? — se río burlonamente. Kaiba apretó el teléfono en pánico.

— ¿Quién eres? Dímelo. Dónde está Mokuba, maldito— maquinando y pensando miles de situaciones para atacar el de ojos azules al que se atrevió a secuestrar a su hermano. Su incertidumbre se disipó instantáneamente con la llamada. A Mokuba lo secuestraron.

La voz del otro lado estaba editada. El empresario supo que no era un tipo fácil. Muy astuto cambió su voz por medio de un programa pero aún no hallaba la forma de cómo Mokuba salió por su propia voluntad de la mansión para ser secuestrado.

¿Cómo fue posible?

— ¿Te estás preguntando cómo lo hice? — nuevamente la risa burlona. Kaiba gruñó por lo bajo ¿Acaso el tipo leía su mente? Por primera vez en su vida se sintió en jaque, sobre todo porque estaba involucrado su hermano Mokuba, el tipo prosiguió, —: simple… mi querido Seto  te suena ¿Hipnosis? Claro que tú no crees en estas cosas. Para ti todo es ciencia. Ver para creer.

— Si quieres dinero, te daré todo, pero mi hermano no lo toques —, haciendo caso omiso a la hipnosis. Ya averiguaría cómo, ahora sólo pensaba en el bienestar de su hermano y rescatarlo.

— ya te dije que no quiero dinero. ¡Quiero tu empresa! — Dijo obstinado el psicópata, —si no me encuentras dentro de dos días tu hermano estará seis metros bajo tierra. En esos dos días nada de policías. Si percibo algo extraño lo mataré antes del plazo sin dudar— cortó la comunicación dejando al castaño en un ataque de desesperación.

Se echó en su escritorio respirando agitadamente, sudaba frio. Se sintió entre la espada y la pared. Por vagos momentos pensó en Yami, su asistente lo más cercano que tenía para acudir. No es que Seto Kaiba fuera un sujeto que pidiera ayuda, pero estaba la vida de su hermano en juego. Tampoco podía acudir a la policía. Muy arriesgado. Sabiendo lo incompetentes el grupo que conformaba la policía de la ciudad y la inteligencia del secuestrador, éste mataría a su hermano sin dudar…

Nuevamente las palabras de ese rubio, que se hace llamar tarotista, las recordó una y otra vez.

¿Y si fuera verdad lo que dijo?

¿Acaso no fue charlatán? ¿Realmente predijo esta desgracia?

Él no creía en esas tonterías, pero el psicópata le mencionó “hipnosis”

¿Existía la hipnosis? Siempre creyó como en esos programas de tv, que estaba pauteado cuando les decía el “hipnotizador” a los participantes que saltaran y los demás en, trance, saltaban.

Entre la desesperación y miles de planes para atacar no llegando a ninguna solución viable la noche pasó tan rápida que ya eran las 10 am, entre tazas de café y la consternación del castaño avisando que “se tomaría el día libre” para KC a su asistente Yami, como excusa para pensar en algo y rescatar a su hermano.

Pero no tenía cómo ni por dónde.

El rubio del tarot seguía invadiendo su mente.

No quería, pero algo le decía una pequeña voz que ese muchacho “insoportable” ese perro insolente, era la clave para llegar a su hermano.

Dispuesto abandonar la mansión, dejando a sus empleados curiosos, no atreviéndose a preguntarle a su “amo” las condiciones en las que estaba Kaiba con la misma ropa de ayer y totalmente desaliñado. La preocupación lo hizo desvelarse. Estar atado de pies y cabeza no tuvo opción.

Caminando con paso firme, aunque flaqueaba levemente, Seto Kaiba agarrando fuerzas de donde podía se dirigió aquella plaza de ayer, donde pasó un rato con Mokuba disfrutando como personas normales y donde conocieron a un rubio de ojos melados, que para Kaiba es ese momento fueron patrañas, hoy en día “casi” creía en las palabras de ese rubio tonto, pero se sentía más tonto él volviendo y un daño a sus creencias y realidades por sobre tonterías de astrología o tarot, pero ahí estaba “desesperado” su hermano lo era todo para el empresario, por ello sobrepasando su propia estoicidad estaba buscando una “luz de esperanza”…

Esperaba volver a encontrarlo. Inhaló y exhaló aire para mirar el sol, la luz lo cegó y cerró sus ojos para evitar la ceguera momentánea y de pronto una voz retumbó en su mente.

“¿Me parezco a un perro?” la voz era dulce, pero triste…

“No, te pareces a un cachorro. Eres lindo como un cachorro”

“ahhh” esta vez la dulce voz sonó  más feliz.

Sintió un dolor en el pecho. Segunda vez en su vida que volvía a escuchar esa voz. Una vez entre sueños sufrió ese dolor en su pecho, y a causa de ello, un desvelo el resto de la noche. Despertó asustado aquella vez, episodio que optó por borrar de su memoria consciente, pero inconscientemente siempre permaneció ahí en sus recuerdos. Ahora por segunda vez le sucedió, pero despierto. Seto Kaiba siempre tuvo una sensación que algo le faltaba por recordar, aunque no sabía qué. Como si algo en su vida borró por completo. Presintió que muy pronto viviría sucesos que no le gustarían…o no estaba preparado para vivirlo prontamente.

Trató de olvidar lo sucedido. Tenía que rescatar a su hermano. Por primera vez quiso que ese muchacho desagradable estuviera en la plaza. Quería escuchar cualquier cosa, estaba desesperado. Alguna afirmación, una señal. Su mente ya no maquinaba. No podía hacer ningún movimiento en falso. Todo por Mokuba.

xxxx

 

— siete de copas — sacó la carta. Su costumbre de todas las mañanas. Ese día el rubio tenía libre para trabajar en la biblioteca, así que aprovechó para estar un rato en la plaza a ver si ese día ganaba algún dinero extra, — situaciones desesperantes. No saber qué hacer para dónde ir y elegir un camino — murmuró para sí mismo.

No le tomó importancia. Ya que era su costumbre de siempre sacar una carta al azar para adivinar lo que se le venía en el día aunque siendo él mismo el tarotista, no se tomaba a pecho los mensajes.

Sonrió pícaramente cuando recordó a Duke, la noche anterior entre pizzas, sexo y una película resultó de lo mejor. Tal vez no lo volvería a ver hasta dentro de un semestre.

Mientras que el rubio recordaba su noche entretenida con su amigo especial, unos fuertes pasos lo sacaron de sus cavilaciones. Se dispuso a mirar arriba ya que Joey estaba sentado a lo indio en el pasto. Sólo tenía su mochila y una tela de género extendido en el pasto con su mazo de cartas del tarot al medio de éste y la carta del Arcano El loco en su mano.

— ¿Tú…?— musitó extrañado Joey.

Los cerúleos ojos de Kaiba lo miraban intensamente. A pesar de su mirada dura, la agitación del castaño era evidente. El rubio notó que el muchacho pasó una muy mala noche al percatarse de unas ojeras que invadieron el perfecto rostro del empresario.

¿Qué hacía nuevamente ese desagradable tipo ahí?

¿Es que acaso lo estaba buscando?

Pensó que su día comenzaría con el pie izquierdo, sobre todo si cierto hombre engreído estaba enfrente de él.

Continuará…

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Notas de autor: Esta fics borré en la cuenta hace unos 2 años. Modifiqué la historia original con el tema de la homofobia por razones sociales por leer otro fics donde la autora también acotó que encontraba extraño leyendo fics donde las relaciones homosexuales eran tan normales como las heterosexuales y para qué estamos con cosas? La realidad, por muy dolorosa que sea, aún ven los homosexuales como algo malo, algo indebido socialmente. Actualmente en muchos países la lucha por el matrimonio igualitario. Un Seto Kaiba homofóbico? No sé si tan homofóbico, pero se declara no ser gay por razones de crianza simplemente, ustedes saquen conclusiones. Y el Seto x Joey por supuesto que lo hay aunque sea vea difícil ahora. Quiero abordar ese contexto junto con la trama tarot y misterios. Seto Kaiba es mi personaje favorito sabían que el personaje de Kazuki Takahashi, el creador de Yu Gi Oh, también confesó que Seto Kaiba era su personaje favorito. Y lo entiendo, lo encuentro más complejo que el resto de los personajes de Yu Gi Oh, es muy interesante y aunque no hubiese sido millonario, su personalidad siempre me ha fascinado. Leí el manga por completo y vaya que su historia es terrible, me compadezco más que con el resto de los personajes… siempre unir a Seto y Joey ha sido un placer por ser tan opuestos y de cierta manera similar. La historia original se mantiene con ciertas modificaciones para hacerla más seria y al mismo tiempo se entretengan leyendo :3 ahh de leer cartas de tarot, sí, es agotador por eso lo incluí, agota en serio. Yo leo cuando alguien quiere leérselas y agota bastante sobre todo si la otra persona está muy cargada con problemas =_=U un cuarzo ayuda mucho filtro.

 

 

 

 

 

 

 

 


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