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Los Arcanos por MadeInJapan

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Notas del capitulo:

Yu Gi Oh! no me pertenece. Escribo sin fines de lucro.

Los Arcanos

By MadeInJapan

 

Capítulo 3: La Sacerdotisa

 

— ¿Tú…?— musitó extrañado Joey.

Los cerúleos ojos de Kaiba lo miraban intensamente. A pesar de su dura mirada, la agitación del castaño era evidente. El rubio notó que el muchacho pasó una muy mala noche al percatarse de unas ojeras que invadieron el perfecto rostro del empresario.

—… — No obteniendo respuesta alguna el “invitado” no deseaba hablar de forma inmediata.

El castaño estaba desesperado y sólo quería ver al tipo sin tener una idea qué hacer o qué decir. El rubio se cruzó de brazos enarcando una ceja y esperando qué quería el de ojos azules. Definitivamente no le agradaba o ese término asociaba.

¿Volvió para burlarse en su cara? Joey no era tan tonto, un tipo como ese no perdería su tiempo en regresar sólo para insultarlo. Había un trasfondo necesario.

El empresario apretó sus puños de impotencia. Se sintió estúpido para llegar hasta donde ese rubio bocón ¿estaba rebajándose? Él era Seto Kaiba un exitoso empresario de los más jóvenes en el mundo, que si bien la empresa estaba pasando por malos momentos, estaba haciendo todo a su alcance para volverla a la vida. A lo dicho, ahora intentaba incluso matando su orgullo en pedir alguna señal o ayuda a cualquier idiota. Sin embargo, necesitaba escuchar algo, alguna pista y muy en el fondo, algo le decía, que ése muchacho tonto. Ese perro. Podría darle una pista después de revelarle ayer esa predicción. Todo por su hermano hacía el sacrificio incluso dejando pasar su presunción.

Sin más un silencio sepulcral invadió el ambiente. Sólo se escuchaba el sonido de los gorriones del parque, algunos ladridos de perro y risas de niños a lo lejos jugando en los juegos de entretenciones del sitio.

“Ayer Mokuba estuvo en esos juegos” pensó el empresario con tristeza. Apretó sus puños con rabia y se decidió.

Haría el ridículo más grande de su vida.

Esto salía de su razonamiento, pero las palabras del rubio azotaban su cabeza una y otra vez y por muy tonto o extraño que pareciera algo le decía que debía acudir a él, inconscientemente añadiendo la predicción que se cumplió en parte. Recordó una vez más las palabras de Yami

“Kaiba a veces hay que creer en las cosas inexplicables. Por eso creo en la suerte y en el destino. Sé que tú eres más de ciencia y hechos concretos lógicos, pero estoy seguro que algún día te verás en aprietos y el destino hará de su parte”

Y claro como si el destino y lo sobrenatural se confabularan contra su razonamiento.

Ahí estaba frente a ese exasperante muchacho que adivinó su suerte ¿o su mala suerte?

Quería respuestas.

¿Ayuda?

Jamás se rebajaría a eso, sobre todo por ese perro bobo que no hallaba una explicación lógica por qué tanto disgusto le había causado con son sólo mirarlo.

¿Su cara? ¿Su blanca piel de porcelana? ¿Su nariz respingada? ¿Sus cabellos rubios y ojos color mieles, dulces y agresivos a la vez? ¿O su actitud rebosante de desafíos continuos? Podía percibir determinación y trasparencia en él y le molestaba, porque pocas personas poseían ese encanto ese desafío que incluso lograba opacarlo a él, a Seto Kaiba.

Pero no indagaría ni perdería su tiempo en gastar sus pensamientos para encontrar una respuesta tonta.

Bah.

Sin embargo, de algo estaba seguro, lo que dijo ese muchacho de ojos melados fueron palabras certeras. Quería probarlo una vez más. Todo por su hermano.

No tenía a quién más concurrir,  ya el psicópata que secuestró a su hermano hábilmente pidió expresamente nada de policías, ni televisión, ni ayuda extra. Sólo Seto Kaiba. Yen cuando aJoey el tarotista, sólo era una pieza más que desconocida para el secuestrador. No influiría en nada y tampoco levantaría sospechas según Seto Kaiba, que entre tanto dudar y divagar, a pesar de su falsa mirada intensa. Su máscara contra el mundo enfrentó al de ojos melados. Se decidió a platicar…

— Sé que te extraña mi visita — en un tono de voz bajo, pero grave. Ante esas señales Joey frunció su entrecejo preguntándose qué tramaba ese desagradable sujeto. Tenía todo su derecho a desconfiar, Kaiba prosiguió su discurso mal efectuado, —: pero tus estúpidas palabras se hicieron realidad

Y se fue al carajo su intento de ser amable. Al rubio unas venitas de enfado resaltaron en su frente y apretando sus puños preparándose. Esta vez iba golpear a ese sujeto. Si volvió para burlarse de él, ¡no lo permitiría!

Joey Wheeler tenía su orgullo y dignidad ENORME. Quizá un orgullo del porte de Kaiba o peor. No obstante, se detuvo a golpearlo rebobinando los dichos de ese engreído.

“Pero tus estúpidas palabras se hicieron realidad”

— ¿Qué? — Cruzándose de brazos, — No me digas que volviste sólo para disculparte y reconocer lo talentoso que soy leyendo el tarot — dijo con arrogancia fingida aunque se veía divertido asintiéndose a sí mismo y con sus melados ojos entrecerrados.

Ante esas palabras Kaiba gruñó bajito. Sin embargo, quería probar ese “talento” de ese rubio bocón una vez más.

Estaba desesperado y sólo. Su hermano Mokuba se encontraba en peligro, así que sin más fue al grano. No podía seguir perdiendo más de su tiempo. Los dos días de plazo pasarían en un abrir y cerrar de ojos si no hacía algo deprisa. Era una de sus cartas. Tenía otra, pero era muy riesgoso utilizarlo porque Seto Kaiba se dio cuenta que su enemigo sabía mucho de él y podría advertir que utilizaría la base de datos de la empresa. Sabía que su enemigo tenía relación con la empresa, quizás la competencia o algún exempleado resentido. Cabía la posibilidad, pero Seto Kaiba no retenía nombres. Sí rostros, pero jamás nombres, sobre todo si eran sujetos insignificantes. Por lo mismo para no arriesgar a su hermano debería llegar al enemigo lo más cavernícola posible. Ni policías, ni FBI ni recurrir a su base de datos en KC.

¿Cómo mierda logró hipnotizar a Mokuba? Había gato encerrado. Aún seguía ignorando o no creyendo en lo de hipnosis.

Dejó de pensar en miles de teorías para concentrarse en aquel rubio bocón. Necesitaba confirmar sus predicciones por mucho que se sintiera idiota o patético en caer tan bajo. Porque en términos simples no creía en esas cosas, pero quería creer debido a las coincidencias y comparando con los hechos que lamentablemente sucedieron y que no estuvieron bajo su control. Con ello, llegó a esa conclusión más razonable.

— Quiero que vuelvas hacer lo mismo de ayer — se sentó en el pasto y sacó de su bolsillo interno de su abrigo azul un fajo de billetes posándolo encima de la tela donde descansaban las cartas.

— ¿Qué? — incrédulo miraba a Kaiba y después su vista se posaba en el fajo de billetes. Joey concluyó que era mucho más de lo que él pedía humildemente en cada lectura de cartas. Tentador. Sin embargo el sujeto no le agradaba y caería bajo por dinero y eso jamás llegaría. Joey Wheeler el hombre más honesto  y justo del mundo.

— ¿Eres tonto? Quiero que hagas lo mismo de ayer. Te daré más dinero si eso quieres. Nada es gratis en la vida. El tiempo es dinero y vidas… — pronunció la última frase vacilando

— Imbécil… — murmuró el rubio empuñando sus manos, pero al notar cierto retraimiento del tipo, no era el mismo que discutió ayer. Esta vez se veía diferente.

¿Acaso será que en parte lo que él le predijo en el tarot se cumplió verdaderamente?

— Has lo mismo de ayer — repitió molesto de brazos cruzados Ya se estaba exasperando, — ¿Es que tengo que explicarte, perro, con manzanitas? —

Su curiosidad sobresalió por sobre su razonamiento. Una esperanza ridícula, pero a fin de cuentas una esperanza.

— No quiero tu dinero y tampoco te leeré las cartas. ¡No me caes bien! eres asquerosamente desagradable — Con un semblante muy serio y retador. Joey directo como siempre, sin rodeos.

— Entonces hazlo por mí… hermano... El niño que conociste ayer — en un tono no tan frio al mencionarlo.

— ¿Qué?

—Quizás en algo acertaste ayer—. No quería hablarlo, pero si era necesario para una última esperanza debía revelarlo. Miró para ambos lados, tal vez algo perseguido por el secuestrador que le advirtió que si pedía ayuda su hermano sería niño muerto, así que procuró acercarse más al rubio.

— ¿Qué… qué haces? — algo desconcertado al ver como el otro se le acercaba a su rostro. Se sonrojó instantáneamente.

— No seas idiota, esto que te diré es sumamente confidencial—, acercándose más.

Joey tieso procuró mantenerse de ese modo. El acercamiento de aquel idiota de ojos azules lo estaba dejando sin aire. De un momento a otro comenzó a dolerle la cabeza y una sensación de que algo que se salía de su pecho.

— ¡No te me acerques tanto!— apartándolo con su mano al pecho del más alto empujándolo levemente. Kaiba sorprendido no comentó nada; sin embargo, una punzada en el pecho sintió como rechazo, y se limitó a ver como el rubio simplón comenzó a tener un ataque de pánico, que el castaño en un acto desesperado hizo lo posible por calmarlo empleando conocimientos de primeros auxilios. No obstante, fue en vano. Joey de alguna manera no lo permitió intentando calmarse para sí mismo mientras que el empresario observaba el panorama de un rubio tirado en el pasto boca arriba inhalando y exhalando aire.

— Tú… ¿estás bien? — haciendo de alguna manera un acercamiento prudente. Algo le decía que no podía tocarlo. Podría reaccionar peor. Nunca en su existencia, hasta ahora, había presenciado algo por el estilo y por primera vez en su vida quiso de alguna manera socorrerlo. Podría ser un desgraciado con la gente, pero no dejaría una persona enferma. Principios que le enseñó a Mokuba de igual manera.

— Estoy bien — volviendo más a la normalidad y saliendo de su estado lentamente. — Dime ¿qué es lo que querías contarme? — tocando su pecho, como si le ayudara a tranquilizarse, tomó distancia con el más alto. Ya había tenido esas sensaciones en sus sueños, pero aquel hombre gatilló ese malestar en plena luz del día y despierto. Estaba asustado. No quería demostrarlo frente a ese petulante, pero desde que lo conoció se ha hecho más pesado esas sensaciones o como le denominaba Joey, esas tres horas que nunca ha recordado o quizás más tiempo.

Ambos se miraron intensamente, aunque con un joven de cabellos rubios algo agitado pero recuperándose de a poco. Joey hizo un gesto a su invitado para que volviera echarse al pasto.

— ¿Qué le pasó a… tu hermano? — preguntó en un hilito de voz aun recomponiéndose.

Kaiba con el embrollo del ataque que le dio al rubio y la extraña sensación de rechazo que le produjo con su acercamiento lo tenía divagando, dolido y extrañado. Al escuchar en la frase su hermano despertó.

— Mi hermano… — bajando el tono de voz con la intención que sólo Joey lo oyera, —fue secuestrado  — con la voz más ronca.

Joey ya recuperado abrió más sus melados ojos en sorpresa. Sólo atinó a quedarse inmóvil observando intensamente a su “cliente” cabizbajo. Notó que realmente estaba angustiado y desesperado. De pronto la imagen del niño que conoció ayer que se acercó a él curiosamente con esos ojos brillantes de emoción y curiosidad por indagar más en el tarot se tornó nublada.

Lamentó mucho la situación y cayó en cuenta que realmente su predicción en el tarot se hizo realidad. Joey por lo general nunca recordaba lo que le leía a las personas que le pagaban por una lectura de suerte, tan sólo interpretaba en el momento, sin embargo este caso recordaba más de lo debido.

Un click en su cabeza rememorando la fatídica salida de su cliente casi llegando a los golpes retirándose antes de la interpretación final. Leves cartas se asomaron a su memoria, nos obstante, optó por hacer lo correcto. Nuevamente incorporó la imagen mental de aquel niño.

— Está bien, lo haré. No sé por qué acudes a mi si ayer claramente  me dijiste que era un charlatán, pero te diste cuenta que no lo soy. Yo lo valgo. Tengo talento y ya lo comprobaste — dijo con orgullo, — herencia de familia

— Como quieras, sólo haz lo mismo que ayer — Kaiba inexperto en esos terrenos no sabía cómo plantear lo que quería saber. Cualquier indicio sobre su hermano lo tomaría en cuenta ya que, de cierta manera, ese tipo acertó prácticamente en todo.

— Oye ni siquiera nos hemos presentado — mientras barajaba las cartas, — Recuerdo que te llamas Seto, ¿pero no crees que sería mejor que nos presentemos como hombres formales? Has acudido a mí y me has contado algo que de alguna manera me siento involucrado, — encogiéndose de hombros. Kaiba apreció la sencillez del muchacho, siempre rodeado de hipocresía y pleitesía en su mundo empresarial. Por primera vez le agradó un poco, sólo un “poco”

 

El rubio iba tomarle la mano, pero algo le hizo arrepentirse. Kaiba percibió tal acción y nuevamente un leve pinchazo en su pecho por rechazo. A él nadie lo rechazaba

¿Por qué ese tipo no quería ni siquiera estrechar su mano?

— Yo…— virando hacia otro lado, — el ataque que me dio recién primera vez que me da a plena luz del día. Antes siempre me atacaba de noche despertando así, no te lo tomes personal, — excusándose aunque en el fondo algo le decía que si lo tocaba volvería a darle alguna convulsión. No es que sea alérgico a tipos desagradables, o le cayó tan mal que no puede ni estar centímetros cerca. Sonrió internamente ante ese pensamiento gracioso. Sin embargo, algo en aquel tipo gatilló recuerdos y voces lo más ocultas en los recovecos de su inconsciente.

¿Podría ser? Se preguntó Joey internamente. Sacudió su cabeza negativamente.

Kaiba no comentó nada al respecto sólo se sintió algo rechazado nuevamente viendo como el muchacho de cabellos rubios de cabeza gacha y evitando su mirada.

— Mi nombre es Joey Wheeler y tengo veinte años. Tengo otro trabajo en la biblioteca nacional de Japón y éste a medio tiempo.

— Seto Kaiba, veintidós años. Trabajo en una empresa — cortante sin querer dar más información que lo necesario.

— Pues para que trabajes en una empresa debes tener mucho dinero. Supongo que por eso secuestraron a tu hermano — concluyó el rubio, — ¿la policía está al tanto, cierto?

Kaiba apretó sus puños. Sí, recién lo estaba conociendo, pero no lo revelaría todo. No le rebelaría que es dueño de una empresa y que posee una enorme fortuna. Su maldita desconfianza.

— Eso no te incumbe — escupió ya enrabiado. — léeme las malditas cartas ¡ahora! — ya respirando agitadamente. El tiempo transcurría rápidamente. Vio su reloj calculando que quedaban cuarenta horas para encontrar a su hermano.

— Idiota, sólo porque lo estás pasando mal y por ese niño lo haré — refunfuñando procedió a barajar las cartas intentando concentrarse porque o sino la tirada de cartas resultaría incoherente, — quiero que te concentres en la situación que estás viviendo — dijo tajante aún con las venitas de molestia  prominentes al costado de la frente.

Le indicó que cortara en tres el montón de cartas a su lado y eligiera un montón. Kaiba lo hizo como si fuera un trámite recordando que ayer hizo lo mismo. Aunque su actitud era un “un poco más creyente” al contrario de ayer que estuvo escéptico.

El rubio prosiguió a realizar el círculo de cartas, su tirada especial, para interpretar y ver más concreto una determinada situación. Se quedó pegado mirando las cartas, meditando hasta que decidió a hablar su interpretación.

— No te preocupes él está bien.

— ¿Qué a quién te refieres? — preguntó exaltado pensando en su hermano. Sabía que se refería a él, peor necesitaba esa confirmación.

— Tu hermano. Pero está como en trance, quizá dormido. Él no es él. No sé cómo explicarlo — acariciándose la mejilla con su pulgar cada vez que intentaba explicar y no encontraba las palabras adecuadas.

Kaiba asintió. Realmente el tipo era bueno. Seto ya no miraba las cartas de ese círculo sino a Joey intensamente. Esperando qué más podría decirle.

— Quien secuestró a tu hermano está más cerca de lo que crees. Es un tipo que te odia, aunque no te odia a ti directamente.

— ¿Qué? Lo sabía, debería arriesgarme a ver la base de datos quizá sea un exempleado resentido. Malditos mal nacidos. — habló para sí mismo olvidándose del rubio. Estaba tan desesperado que sus actitudes, el poco dormir, la preocupación y el miedo lo tenía en un estado de irrealidad. Necesitaba descansar. Si estuviera en sus cinco cabales estaría mudo analizando todo. Pero se trataba de su hermano así que todo de él se desvanecía para una nueva aparición: un Seto Kaiba más humano ante un Joey perplejo, sin embargo decidió ignorarlo y proseguir con su lectura de cartas.

— Pero te costará rescatar a tu hermano, me sale que buscas ayuda o tal vez ya lo estás haciendo. Te veo sólo… muy solo — repitió como en trance el rubio.

El Ceo expectante arrancaba de los nervios por la situación el pasto y las hierbas del parque inconscientemente cerrando y abriendo sus manos.

Sólo un gruñido oyó el tarotista en respuesta.

— ¿Sabes? No es por alarmarte pero veo mucho peligro. El tipo que lo secuestró tiene mejores habilidades que yo. Puede que lea la mente o manipule mentalmente a las personas. Yo creo que así lo hizo con tu hermano — finalizó sorprendido de su propia conclusión.

— ¿Qué estupideces estás diciendo? No quería admitirlo, pero el rubio estaba por decirlo así, cerca de lo cierto. Kaiba no quería creer en magia y ridiculeces similares pero todo estaba sucediendo y coincidiendo. Agregando que llegó a pedirle ayuda a un tipo que acertó en todo y lo sigue haciendo en acto desesperado al verse atado de pies y cabeza.

— No son estupideces si quieres creer o no allá tú. Pero veo mucho peligro — admitió Joey ya enfadado.

Kaiba intentaba digerir la información. Su hermano estaba en peligro. Si lo que dijo el perro era cierto ¿qué ataque podía hacer él? Si la policía no ayudaría en nada, tampoco podía pedir ayuda al gobierno porque el tipo era astuto y lo sabría. Sus pensamientos fueron interrumpidos con la suave voz del de ojos melados…

— Saca una carta preguntando por tu hermano en dónde está y ten la imagen de tu hermano en tu mente, piensa en él.

— ¿Qué puedes saber dónde está? — enarcando una ceja suspicaz.

— No exactamente, pero una vez lo hice con un abuelo de un cliente. Sufría de Alzheimer y se perdió. Un cliente ya conocido que tengo acudió a mí e hice lo mismo que intento hacer ahora y logré acertar. Encontraron a su abuelo perdido. No perdemos en nada en volver a probar — respondió serio. Ahora Joey estaba completamente concentrado. Kaiba estaba sorprendido más que de la posibilidad de encontrar a su hermano, era la actitud del muchacho, la agresividad y su frontal forma desaparecieron, ahora era otro tipo.

— ¡Entonces hazlo! — ordenó.

— ¡No me ordenes! — volvió aparecer momentáneamente Joey Wheeler. No se dejaría mandar por alguien como ese pedante. Sin embargo por ayudar a rescatar a ese niño intentó mantener en control, su explosivo carácter.

— Sólo saca una carta preguntándote dónde está tu hermano. Piensa en él detenidamente y dónde está — agilizando el rito y aguantando las ganas de golpear al de ojos azules.

El empresario hizo lo que indicó Joey, tomó una carta muy concentrado y se la pasó al rubio. En el pasar de la carta, el Ceo sin querer rozó su mano con el dedo índice del rubio, ya que éste por recibir la carta que le estaba pasando Kaiba se estremeció al leve toque y el castaño de igual manera un pequeño escalofrío.

Había algo entre ellos que impedían tocarse, un simple roce podría pasar algo que ninguno deseaba. Sobre todo para el joven empresario, era ridículo para él pensar en “cosas raras” él era hombre, muy hombre. No gay para sentirse extrañado ante un leve toque de ese rubio dolor de cabeza.

Mientras tanto, Joey volvió a concentrarse olvidándose de ese roce involuntario.

Observando la carta le pidió que volviera hacer lo mismo el Ceo pidiéndole otras dos cartas más para esclarecer más la interpretación.

El brillo de los ojos de Joey relució y no pasaron desapercibidos por Kaiba.

— Mokuba está dormido en un lugar muy iluminado y grande. Él podría no estar en la ciudad…— dijo sorprendiéndose de su interpretación, — Veo agua, mucha agua. Podría estar en la playa más cercana de aquí.

Kaiba parpadeo varias veces cayendo en cuenta que si era cierto lo que Joey reveló intentó segmentar en su mente los posibles enemigos que podrían ser los principales sospechosos.  Sacó su teléfono móvil y rápidamente tecleando extrajo una información que anotó de forma arcaica en una libreta que tenía guardada. Escribió unas líneas para luego guardarlo velozmente.

— Ya sé quién es el maldito — dijo seguro y en tono arrogante, — te pagaré diez mil dólares si me acompañas y con mi hermano a salvó otros diez mil dólares más. En total veinte mil dólares. Te conviene. Debes vivir a penas— mirándolo de arriba y debajo de forma escrutinio.

— ¿Qué? — Joey tenía los ojos como plato no sabía si sentirse ofendido o no. — ¿De qué hablas? ¿Ya sabes quién es? ¿Y por qué debo acompañarte? Y no quiero tu dinero — se puso en posición de discutirle con una pregunta tras otra.

— No ladres tanto, Wheeler — sonriéndole arrogantemente. — Debo reconocer que tienes habilidades, ahora ven — tomó la mochila del rubio sin su permiso echó las cartas al bolso y tomó la mano de Joey atrayéndolo a su cuerpo. Éste casi se desmayó no pudo oponerse ya que nuevamente comenzó a sentirse débil haciéndosele dificultoso respirar debido al contacto con el castaño.

Kaiba había olvidado por completo esa sensación e instinto de no tocar a ese perro emocionado de tener una pista dónde podría estar su hermano y con quién, pensando en cómo destruiría a ese sujeto quien osó en traicionarlo y hacer daño a lo más preciado que tiene en su vida, Mokuba.

Entre tanto, Joey se mareó recostando su cabeza en el hombro del más alto. Kaiba se percató de su error, pero mantuvo su contacto con Joey para que éste no se derrumbara. Quería saber por qué no podía tocarlo. No es que deseaba tocarlo, pero de alguna manera esa molestia de rechazo no le gustaba. Él era Seto Kaiba ¿quién podría rechazarlo? Nadie, por muy gay fuera la situación o “sensación”. Él sabía que gran parte de sus grandes habilidades empresariales tenía belleza, buen físico. Un joven atractivo ¿porque aquel tipo no quería acercársele ni un pelo?

Sí, sí. Estaba clarísimo que le desagradaba. Sentimiento mutuo de aborrecimiento; a pesar de, ahora no tanto. Quizás lo encontraba bocón, simplón pero de que tenía habilidades místicas, mágicas o similares las tenía y no podía negar que podía creer un poco en esas tonterías aunque para su mente lógica y racional seguían siendo necedades que no aceptaría públicamente. Jamás. Como un buen Kaiba tenía que “utilizar” eso a su favor para encontrar a su hermano y con dinero todos eran sus súbditos. El cochino dinero podía comprar hasta almas. Ante esos pensamientos se aventuró a tocar más su ahora “empleado místico” porque ya le estaba pagando un una gran suma de dinero…

— Dime ¿Te aborrezco tanto que te desmayas con tocarme? ¿O te enamoraste de mí? — la última frase lo dijo de forma burlona acción que hizo despertar al rubio casi mareado.

— ¿Qué? — intentando zafarse del agarre de Kaiba.

Esta vez fue el castaño que agarró firme con sus manos los hombros del muchacho más bajo para mirarlo intensamente…

— Escúchame, cachorro

Joey abrió sus ojos en sorpresa y como si una energía externa lo invadiera con cierta frase.

Una visión borrosa apareció en su mente no logrando distinguir la realidad con los recuerdos borrados. El castaño empezó a ver difuso a Joey contagiándose de la sensación de mareo de éste. Como si ambos estuvieran conectados. Aunque Joey sintió más esa sensación de mareo que su compañero.

Había algo en su contacto, en ese agarre familiar. El soporte que el Ceo le entregaba le era tan familiar que terror le causó. Débil. Asustado. Un cúmulo de emociones que sin recordarlos los mantenía reprimidos.

Por otro lado su contraparte estaba en las mismas condiciones.

— ¿Por qué me odias?  — La voz débil del más pequeño hizo tumulto en el otro niño.

— Esto es asqueroso. No es correcto tu y yo somos…— no terminó la frase al ver como el niño más bajo de lindos ojos melados se largaba llorando corriendo y dejando sólo al niño de ojos azules apretando sus puños de impotencia.

 

Ambos muchachos abrieron sus ojos pesadamente. Como si aquel flashback los hubiese aturdido y extraído bastante de su energía. Kaiba sin querer había recostado su frente con la frente de Joey ambos tan cerca que podían sentir la respiración del otro. Ojos melados y azules se enfrentaron tan cerca, a solo centímetros de distancia pudiendo percibir una familiaridad tan natural como si esa mirada retadora, que conoció ayer junto con Mokuba, fuese de la misma procedencia que él por ello esa inquietud del empresario y esa explicación de que algo tenía el rubio que lo instaba a molestarlo socarronamente.

Sin más los dos jóvenes se apartaron nerviosamente e incomodos no logrando ocultar el sonrojo en sus mejillas.

Seto intentó hacerse el desentendido logrando poner el asunto de suma importancia: su hermano.

— Cachor… Wheeler — optó por omitir ese sobrenombre

— Vamos a rescatar a tu hermano. — Dijo en un hilo de voz el rubio, — El niño está en problemas aunque creas o no, el tarot me advierte muchos problemas ocultos y no sólo en el secuestro hay más…— concluyó por las sensaciones que le causaba el castaño. Ahora con él, ese vacío como le llamaba el rubio, las tres horas que no podía recordar eran más recurrentes o estaba muy pronto a recordarlas…

Se acercó al empresario arrebatándole su bolso y sacando una carta concentrado reafirmó sus presentimientos.

La sacerdotisa… debo dejarme guiar por mi intuición. Este engreído puede ser la clave. — pensó el rubio.

— ¿Eres mago o qué, Wheeler? — dijo enarcado una ceja el castaño e interrumpiendo los pensamientos de un Joey en trance.

— No te burles, ricachón — mirándolo seriamente, — es habilidad transmitida. Herencia — habló con orgullo.

— Hn — murmuró inteligiblemente el Ceo. Creía, pero no creía en su totalidad. Sólo sabía que había una esperanza, y ese algo que no podía explicarse.

— ¿Y cómo lo rescataremos?

— Simple. Estoy un noventa por ciento seguro quién puede ser. Son muchas coincidencias y corroborando mi base de datos él es el único que no encaja en mi lista negra.

— Tienes una lista negra como para ser tu enemigo — dijo burlonamente el muchacho de ojos melados.

— Sujetos como yo tenemos enemigos. No existen los amigos, sólo los hipócritas.

— Que pensamiento más ridículo. Yo tengo amigos y yo no soy para nada hipócritas con ellos, y tampoco ellos conmigo. Deberías probar con amistades no tan empresariales, señor niño rico — ironizó el rubio.

— Idiota — ignorando el comentario del muchacho bocón.

— Y dime quién es el principal sospechoso, señor detective, — en tono irónico, ¿Acaso eres escorpión?

Kaiba arrugó su frente entre suspicaz y curioso. No creía en el horóscopo pero una vez su hermano le dijo que por fecha de nacimiento, le correspondía el signo escorpión aunque no le dio importancia. Pensó que eran tonterías de niños.

— Vaya sí que acerté. Tienes cara de ser un escorpión. —  dijo ya tomando su mochila en pose de empezar ya con la búsqueda del niño.

El ceo no quiso hacer más comentarios se sentiría estúpido preguntando ni siquiera estaba al tanto de los temas esotéricos, como si le importara realmente. Sin embargo, la curiosidad quedó flotando en su cabeza. Ya averiguaría sobre tener cara de escorpión. El rubio zopenco estaba convirtiendo su vida en un torbellino.

Joey  ya con su bolso en su espalda algo ansioso miró la punta de sus desgastadas zapatillas y con sus manos en los bolsillos.

— ¿Sabes? Por mucho que me desagrades creo que te conozco desde antes ¿no te pasa lo mismo? — mirando el suelo sin atreverse a ver al empresario. Esta vez sí que el rubio no estaba equivocado. Antes confundía a Duke con esos presentimientos, pero ahora con aquel engreído ricachón podía decir con certeza que ya se conocían. Sin embargo, los recuerdos estaban esparcidos en algún lugar de sus mentes. Esperaba no equivocarse.

Joey Wheeler necesitaba dormir tranquilamente porque ha sido una lucha constante por culpa de aquellos recuerdos olvidados y no lograba conciliar el sueño hace muchos años.

Sin embargo no hubo respuesta más que el silencio del más alto.

El Ceo sabía la respuesta. Había algo familiar entre ellos, sólo atinó a cambiar el tema drásticamente…

— Wheeler… — tomó la mano del más bajo sin su permiso y cero titubeos de su parte.

Aún con el cosquilleo que le producía el contacto con el empresario, Joey se dejó guiar por un hombre que recién estaba conociendo y que secuestraron a un niño inocente. El implicado se encontró atado de pies y manos y recurrió a él, a Joey Wheeler el tarotista. Cayó en cuenta que  era él quien debía tomar la decisión de ayudar a su cliente. El tarot nuevamente tuvo razón. A veces el de ojos melados temía a sus aciertos, y al parecer, esta vez su intuición desarrollada le decía que pronto todo cambiaría drásticamente desde que su cliente o algo parecido acudieron a él, pero nada indicaba qué pasaría en un futuro a trasmano.

Sólo ambos sabían que estando juntos podían sortear las dificultades. Pero había algo más de fondo…

Recuerdos borrosos que por casualidades del destino, los ligaba en un lazo tan fuerte, que al mismo tiempo, peligraba para volver a romperse…

Sólo nació algo especial en esos momentos.

El contacto de estar tomados de la mano, aún con pensamientos diferentes sumidos en sus mundos. Parecía tan normal, tan familiar, como cuando Kaiba tomaba la mano de Mokuba. Y por su parte, Joey los mareos y cosquilleos desaparecieron para tener un sentimiento reconfortante estar entrelazando sus dedos con la mano del castaño.

Notas finales:

Continuará…

Hola Capítulo 3.

Bueno, se están revelando misterios, ya deben inferir que si se conocieron, pero por varias razones “se olvidaron”

Seto Kaiba según el manga y ficha de personaje es Escorpión. Fecha de nacimiento Octubre 25. Joey está de cumple un Enero 25 (que ambos sean de un 25 es coincidencia supongo) Joey es Acuario, dicen que no son compatibles, pero todo signo por muy incompatible que sea con entendimiento y poner ambos de su parte, todo se puede. Jajaj

Aquí una descripción de unión Escorpión con Acuario y vaya que me suena familia con Seto y Joey ajajja

Ambos están predispuestos al flechazo. Escorpio ve en el signo del Aguador a una persona increíble, llena de matices, excitante y sugerente e incluso extravagante, algo que le seducirá y maravillará a la par.

 Pero para que esta unión no se convierta en una atracción fatal que les dé más disgustos que alegrías, deberán esforzarse por apreciar cada uno las virtudes del otro, y ver en las diferencias de carácter un valor en alza. Y Escorpio no dar ni una muestra de celos a Acuario. De lo contrario, este saldrá corriendo.

Lo mejor. Admiración mutua y un gran potencial humano por descubrir. Fuerte atracción.

 Lo peor. Querer atarse en corto. La sospecha y el recelo. Herir con las palabras.

Nos vemos en otro capítulo! Rewius please, aunque no lo crean es el alimento para un autor. :3 se agradece mucho!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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