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Misery Island (Cap. 7 RESUBIDO) por Selphie Tilmitt

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Notas del capitulo:

¡Capítulo 3 de Misery Island!

 

-          Ella siempre es así… - Una voz muy lejana llegó a mis oídos, retumbando en lo más profundo de mi cabeza. – Tiene ese instinto de… proteger a todos. – Mis ojos pesaban tantísimo que se me hizo imposible abrirlos ni si quiera un poco. Mis manos estaban sobre una superficie cómoda y suave, pero no podía moverlas.

-          ¿Hace cuánto os conocéis? – Otra voz se unió, entablando una conversación con la primera.

-          Hace 12 años, cuando teníamos sólo 8. – Noté un quemazón muy desagradable sobre la parte de mi costado, pero me encontraba tan débil que mis quejidos se ahogaban en mi garganta antes de llegar a poder emitirlos. – Desde entonces… somos uña y carne. – Distinguí la voz melancólica de Taylor. – De hecho… - Su suspiro inundó aquella habitación. – De no ser por ella, yo no estaría aquí. Me hubiese rendido hace mucho tiempo. – Sentí un escalofrío recorrer mi columna cuando escuché la voz triste de Taylor. Quería gritar, quería decirle que estaba bien y que no tenía que preocuparse por mí. Pero la verdad es que seguía sin poder moverme y ni si quiera sabía si estaba bien.

-          ¿A qué te refieres? – La segunda voz preguntó con intriga, y sentí cómo su mirada se clavaba en mí. Aunque yo tuviese los ojos cerrados.

-          Es una historia un poco larga. Además… - Realizó un pequeño parón. – Creo que debe ser ella quien te lo cuente. – Pude distinguir una pequeña sonrisa en el tono de su voz. - ¿Qué pasa entre vosotras?

-          Nada. – Respondió la segunda voz. – Nos conocimos anoche en el pasillo porque tuve un descuido con la tarjeta que abría mi habitación. – Sentí cómo se removía en su asiento y siguió hablando. – Esta mañana en la playa quería agradecérselo y… pasó lo del tiburón. – Su voz se tornó algo insegura y Taylor rio levemente.

-          Debo ir a mi habitación, tengo que hacer algunas cosas. – Noté cómo Taylor se levantaba de su asiento y se dirigía hacia la puerta. – Cuida de ella, por favor.

-          Descuida. – Cerró la puerta tras de sí y sentí que se sentaban a mi lado.

Intenté moverme, pero sentía mi cuerpo muy pesado. Me dolía al respirar y mi boca sabía a sangre. Notaba mi garganta y pecho arder. De repente, sentí unos dedos posarse sobre el dorso de mi mano, pero no realizaron ningún movimiento. Sus dedos temblaron levemente y escuché un suspiro amargo, como si arrancase de lo más profundo de su pecho una angustia desbocada.

-          ¿Por qué… me apartaste? – Su voz era ronca y frustrada. – Mírate ahora. Eres una idiota… - Sus dedos se clavaron sobre mi mano y se deslizaron sobre los míos, perdiendo el contacto. Mi mano comenzó a recibir las órdenes de mi cerebro y como si fuese un movimiento reflejo, volví a atrapar sus dedos entre los míos. - ¿Lara?

-          La única… idiota… eres… tú. – Mantuve los ojos entrecerrados e intentando enfocar la figura que tenía justo al lado, pero mi vista todavía no me respondía demasiado bien. - ¡Agh! – Emití un quejido entre dientes que no pasó desapercibido.

-          ¡No te muevas! – Colocó sus manos sobre mis hombros empujándome contra el colchón. - ¡Te han cosido la herida! – Entonces entendí el inmenso dolor que emanaba del costado. Me quedé estática sobre el colchón, no podía luchar contra la presión que ejercía Kate sobre mí. – Quédate quieta. – La desafié con la mirada y su gesto cambió, pasando de enfado a preocupación. – Por favor, Lara… - Tragué con dificultad y relajé mi gesto, tranquilizando a Kate.

-          ¿Por qué… n-no… p-puedo… - Me rendí al sentir cómo mis palabras se enredaban formando un nudo en mi garganta.

-          Te han sedado para poder coser y curar la herida. – Me explicó con calma y volvió a colocar su mano sobre la mía. – Por eso no puedes moverte ni prácticamente hablar. – Colocó una mano sobre mi frente y otra sobre la suya. – Hay que controlar que no te entre fiebre… La herida puede infectarse en cualquier momento. – Se mantuvo en silencio durante unos segundos. – Estás algo caliente… - Suspiró con un pequeño tono de preocupación. – Espero que no vaya a más. – No perdí de vista ninguno de los movimientos de Kate. Parecía muy concentrada en todo lo que hacía. Paseé la vista por la habitación, comprobando que era la mía. Sobre la mesita de noche habían varios medicamentos y antibióticos; en la mesa del escritorio vi una bandeja que estaba totalmente cubierta. Alcé el ceño y Kate se giró para comprobar qué había llamado mi atención. Dirigí mi vista hacia la ventana y vi que la luz de la luna iluminaba el mar, lo que me sorprendió todavía más.

-          Has estado dormida desde esta mañana. – Volvió a atrapar mi mirada en la suya. – Son cerca de las 12 de la noche. – Se rio levemente y deduje que mi expresión en ese momento era bastante graciosa. – Tu amiga Taylor ha subido comida del buffet para que cenaras cuando tuvieras algo de apetito.

-          T-Taylor…

-          Ha dicho que tenía cosas que hacer… - Mi mente comenzó a sopesar muchas posibilidades. Entre ellas la de querer que Kate y yo nos quedáramos a solas o que la medicación que tenía que tomar la había dejado exhausta. Cosa que pasaba muy a menudo cuando la tomaba. Mis dedos se movieron de manera involuntaria debido a que el sedante estaba desapareciendo poco a poco de mi cuerpo. Lo que nos hizo a ambas bajar la mirada hacia abajo, encontrándonos con nuestras manos juntas. La retiró rápidamente y se levantó, dirigiéndose hacia los medicamentos y agarrando dos o tres de ellos.

-          Debes tomarte un calmante, el sedante está desapareciendo. – Comencé a mover mis brazos levemente, notando gustosamente cómo iban respondiendo.  – Toma. – Me ayudó a incorporarme levemente e introdujo la pequeña pastilla en mi boca, acompañándolo de un poco de agua.

-          Gracias. – Dije con un hilo de voz.

-          Parece que vas recuperándote. – Asentí y apoyé la parte trasera de mi cabeza sobre la pared. - ¿Tienes hambre? – Negué con la cabeza y una enorme punzada se abrió paso por mi costado, arrancándome un quejido desde lo más profundo de mi garganta.

-          ¡Joder! – Dirigí mis manos hacia la herida instintivamente y las manos de Kate agarraron mis muñecas.

-          ¡No! ¡Está recién cosida! ¡No la toques! – Me ordenó, retirando mis manos. – Tengo que curarte.

-          ¿¡Tú!? – Pregunté con pánico. - ¿¡Pero tienes idea de cómo hacerlo!?

-          Seguiré las instrucciones del equipo médico que te ha atendido. – Dijo con simpleza y agarró gasas, desinfectante y pomada. – Quítate la camiseta. – Abrí los ojos ante su orden tan repentina y tragué saliva con dificultad.

-          T-todavía no puedo mover bien los brazos… - Intenté hacerlo, pero sólo movimientos torpes surgieron de mi intento. – Kate suspiró, mirando con determinación mi camiseta.

-          Entonces lo haré yo. – Colocó sus manos en el borde de mi camiseta y la levantó con cuidado. Al mismo tiempo que subía la prenda, subía mis brazos, ayudando a que la camiseta pasara a través de mi cuello y finalmente por mi cabeza. La herida era horrible. Estaba prácticamente recién cosida, la piel estaba totalmente morada y amarilla, con algunas zonas rojas que preocupaban a cualquiera. Mi costado estaba atravesado por doce puntos cosidos con hilo quirúrgico, cerrando así mi piel.

-          Joder. – En mi cara se reflejó una mueca de asco y preocupación, que no fue calmada por el gesto de Kate, el cual compartía preocupación. Vertió unas gotas de desinfectante que cubrió rápidamente con las gasas. Me retorcí de dolor y apreté mis mandíbulas con la mayor fuerza posible. Me quería morir.

-          ¡Para! – Atrapé la muñeca de Kate entre mis manos y prácticamente le supliqué. – Por favor, para. Me duele demasiado.

-          Tengo que hacerlo… O se infectará. – Tragó saliva y me miró con miedo. – Y te pondrás peor… Aguanta, por favor. – Deshice el agarre de su muñeca y decidí atrapar las sábanas entre mis manos para desahogarme. Sentía un escozor enorme a través de cada punto que cosía mi costado y las lágrimas no tardaron en hacerse presentes. Las encías casi me sangraban y mis ojos ardían con furor.

-          Ya solo falta la pomada… - La aplicó con suma delicadeza. – Es desinfectante y anestésica. Deberás de encontrarte mejor en un rato. – Agradecí eternamente que la pomada estuviese muy fría, porque contrastaba perfectamente con todo el ardor que emanaba mi cuerpo. Cerré los ojos con alivio al notar poco a poco cómo el dolor disminuía y la soñolencia me invadía. Me coloqué de lado por orden de Kate, dejando el costado herido hacia arriba y apoyando todo el peso de mi cuerpo sobre mi parte izquierda.

-          Me muevo mucho al dormir. – Dije algo preocupada de espaldas a ella. – Espero no girarme y… - Entonces noté cómo Kate se posicionaba detrás de mí.

-          Así… no te girarás. – Su voz tembló y se acercó, apoyando mi espalda sobre su pecho, sintiendo su respiración chocar en mi nuca. Tragué saliva fuertemente y Kate lo notó. – Intenta dormir, no me moveré de aquí.

-          ¿Por qué…?

-          No lo sé. – Me interrumpió. – Sólo… recupérate, por favor. – Sin ni si quiera darme cuenta, una sonrisa se formó en mis labios.

-          No te librarás de mí tan fácil.

 

Me dolía el pecho con cada inhalación. Sentía que mi cuerpo estaba a cien grados pero sin embargo, no paraba de temblar porque sentía muchísimo frío. Me costaba mantener los ojos abiertos y sentía cómo cada músculo dolía a rabiar. Busqué con mi mano el cuerpo de Kate, sentía que me estaba desmayando.

-          K-K-Kate… - Comencé a hiperventilar y desperté a Kate de una sacudida. Se incorporó con prisa y colocó una mano sobre mi frente.

-          Dios mío, Lara. ¡Estás hirviendo! – Me costaba mucho respirar, me dolía cada movimiento que realizaba por pequeño que fuese. – Mantén los ojos abiertos, Lara. – Atrapó mi rostro en sus manos  me obligó a mirarla, pero mis ojos volvieron a cerrarse. - ¡Lara! – Me sacudió con cuidado, pero mi cuerpo parecía inherte. – Joder… - Noté cómo sus brazos odeaban mi cintura y me cargaban sobre su pecho. Me levantó y me guió hacia el baño mientras me sostenía. Al abrir levemente los ojos pude oservar que me encontraba acostada encima de ella dentro de la bañera, y con un rápido movimiento abrió la llave del agua, mojándonos a ambas. El agua fría golpeaba nuestros cuerpos con fuerza. Juraría que el contraste entre la temperatura del agua y mi cuerpo hacia que ésta se evaporase al contacto con mi piel. Kate se mantuvo abrazándome y susurrándome que me iba a poner mejor, que ella estaba allí. Me sorprendía ver tanta dulzura de ella, ay qu se había mostrado con una rudeza infranqueable desde el momento que la conocí. Kate se incorporó y con su ayuda ambas salimos de la bañera. Me cubrió con la toalla y volvió a tomar mi temperatura.

-          ¿Cómo te encuentras? – Colocó una mano sobre mi frente y suspiró tranquila. – Te ha bajado la fiebre. – Asentí.

-          T-t-tengo frío… - Temblé levemente y me rodeó fuertemente con la toalla.

-          Te traeré algo de ropa… - Me apoyé sobre la pared del baño y cerré los ojos, me sentía muy cansada.

-          ¿Puedes cambiarte? – Me tendió una muda de ropa interior y un pantalón con su camiseta a juego. Asentí con debilidad y deslicé la toalla. Atrapé la camiseta empapada entre mis dedos y me deshice de ella, al igual que los pantalones. Kate se dio la vuelta cuando comencé a deshacerme del sujetador. Cuando estaba totalmente seca, me acerqué hasta la cama, sin fuerzas. Metiéndome en ella y tapándome hasta la cabeza. Todavía temblaba de frío. Vi cómo Kate se cambiaba y la luz de la luna iluminaba su piel. Tragué saliva y suspiré cuando se colocó una camiseta, impidiéndome ver más. Se giró sobre sus pies y se metió en la cama, frente a mí.

-          Estás temblando… - Cerré los ojos y escondí mi cabeza entre la almohada y el colchón, buscando cualquier calidez que me ayudase a calmar el frío. Las manos de Kate se enredaron en mi cintura, con cuidado de no rozar la herida de mi costado. Se acercó a mí hasta el punto que podía notar su respiración sobre mi rostro. Todo su cuerpo desprendía calor, lo que agradecí enormemente. Pero ver a Kate tan cerca hacía que todos mis instintos se despertasen. Dejé de esconder mi cabeza bajo la almohada y la puse sobre ella. Sus ojos azules se iluminaban por sí solos a pesar de la oscuridad de la habitación. Su mirada me mostraba preocupación, pero a la vez tranquilidad y seguridad. Sonreí levemente y ella hizo lo mismo. Deslicé mi cabeza desde la almohada hasta el hueco entre su cuello y el hombro. Y me quedé allí. Tratando de concentrarme en el compás de su respiración y no en el frío que todavía sentía.

 

…Flashback…

Cerré la puerta tras de mí. Observando cómo Kate se acercaba hacia el enorme ventanal que conducía al balcón. En vez de abrirlo, se giró sobre sus pies y apoyó su espalda en él, quedando frente a mí y mirándome fijamente.

-          Hace 15 años… un avión desapareció por la misma zona en la que nuestro avión comenzó a tener problemas. – Cruzó sus brazos y apoyó la totalidad de la parte trasera de su cabeza sobre el cristal. – Yo tenía 7 años. – Entonces calculé que Kate tenía 22, dos años más que yo. – Y mis padres iban en ese avión. Ninguno de los dos volvieron. – Tragué saliva con dificultad y Kate rompió el contacto entre nuestras miradas. – Cerraron la investigación sin darnos ninguna explicación. Nos quedamos sin saber qué pasó con nuestros familiares. Con mis padres. – Me acerqué a ella, pero mantuvo su gesto cabizbajo. – Hace 10 años pasó lo mismo con otro avión. – Levantó la vista y sus ojos azules se entremezclaron con los míos. – Hace 5 años, volvió a ocurrir.

-          Sigue un patrón de desaparición cada 5 años… - Llegué a la conclusión y ella asintió.

-          Exactamente la misma compañía, el mismo número de vuelo, el mismo día de salida… - Sus puños se cerraron y su gesto se endureció. – Todas las investigaciones que se llevaron a cabo, se cerraron en apenas días. Nunca se encontró el avión, ni ningún pasajero. Ni si quiera ningún aviso del capitán encargado del pilotaje. – Alcé el ceño.

-          Nuestro piloto contactó con la torre de control de la capital… - En sus labios se plasmó una sonrisa ladeada.

-          ¿Eso crees? – Una sonora carcajada rompió el pequeño silencio que se formó. – Entonces déjame decirte que nuestro piloto es el mismo que condujo ese avión hace 15 años. – Un escalofrió recorrió mi columna y una angustia se agarró a mi estómago.

-          ¿Cómo sabes…?

-          He investigado mucho en todo esto, Lara. – Se acercó a mí e inconscientemente di un par de pasos hacia atrás. – Descubrir qué coño está pasando es lo que me mueve. Quiero… saber qué les pasó a mis padres. – Su voz se rompió y noté un nudo instalándose en mi garganta. – No sé qué es lo que está ocurriendo. Pero sé que algo les hacen a los pasajeros, al igual que a la persona que estaba en aquella habitación. -  Tragué saliva sonoramente y mi pulso se aceleró.

-          ¿Qué es lo que piensas hacer, Kate?

-          Me embarqué en este viaje asumiendo todas las consecuencias, Lara. – Su voz se dotó de fiereza. – Llegaré hasta el final de esto aunque me cueste la vida. Necesito… que paguen por todo lo que han hecho sufrir a las familias de esos pasajeros desaparecidos. – Atrapé su brazo entre mi mano, realizando una suave caricia.

-          Tranquila, Kate…

-          ¡Ningún niño merece pasar por lo que yo! – Su voz se quebró y sus ojos se empañaron en lágrimas. – Me robaron la infancia y mi adolescencia. Me robaron a mi familia. – Pero en sus ojos no habían lágrimas de tristeza sino de rabia e impotencia. – Llegaré al fondo de esto aunque no salga nunca de esta puta isla. Pero me cobraré la venganza.

-          No lo harás sola.

-          Esto no es ninguna broma, Lara. – Se alejó hacia el ventanal que separaba el dormitorio de la terraza y se mantuvo allí. – Esto es muy peligroso.

-          No voy a dejar que hagan lo que llevan haciendo durante años. Aquí hay familias, niños, personas de negocios… está mi mejor amiga y estás tú. No se saldrán con la suya. – Sonrió de lado y me miró con ego.

-          No quiero ningún lastre a mi lado. Voy muy en serio con todo esto. – Me acerqué a ella y la desafié con la mirada. – No confío en nadie.

-          No tienes por qué confiar en mí. – Tragó saliva  y rompí el contacto entre nuestras miradas. – ¿Qué quieres que hagamos?

-          Lo mejor es actuar con naturalidad. – Se cruzó de brazos y paseó por la habitación lentamente. – Ir a la playa, participar en las actividades que el hotel organice… pasar desapercibida. – Asentí con seguridad y me acerqué a ella, posicionándome en su espalda.

-          Te ayudaré en todo lo que…

-          No te cruces en mi camino. – Su mirada felina erizó cada vello de mi cuerpo. – O acabaré contigo antes de que lo haga esta organización.

Notas finales:

Muchas gracias en especial a Wolfie que es fiel comentarista y seguidor de la historia <3

Se agradece cualquier opinión y/o crítica constructiva ^^


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