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Misery Island (Cap. 7 RESUBIDO) por Selphie Tilmitt

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Notas del capitulo:

Capítulo algo cortito pero muuuy intenso, encauzando la historia para que comience la verdadera acción!

 El sonido del calmado oleaje se colaba a través de mis oídos, arrancándome un leve suspiro soñoliento. Emití un pequeño gemido y enterré mi rostro entre la almohada y el colchón, chocando levemente con algo que resté importancia. Estiré mis piernas hacia delante y noté cómo las enterraba en algo suave y cálido. Me sentía segura y cómoda, así que simplemente me dejé llevar.

Al cabo de unos segundos, noté unos dedos deslizarse por mi abdomen y abrí mis ojos lentamente. Kate estaba profundamente dormida, su mano derecha descansaba bajo la almohada y la izquierda sobre mí. Noté cómo movía levemente sus piernas y bajé la mirada, encontrándome con que estaban enredadas entre las mías. Mi pulso se aceleró levemente y tragué saliva, volviendo a mirar su rostro plácidamente dormido.

Deslicé mi brazo desde el colchón hacia el pómulo de Kate, atrapando un par de mechones rebeldes que se deslizaban por su rostro, para colocarlos tras su oreja. Emitió un pequeño suspiro y dejé caer las yemas de mis dedos sobre la línea de su mandíbula brindando una leve caricia. Mordí mi labio y fijé mi vista en los suyos. Parecían increíblemente suaves. Eran carnosos y rosados. Invitaban a probarlos.

Suspiré, eliminando cada uno de esos pensamientos sobre Kate. Teníamos una relación algo… complicada. Anoche me amenazaba con que no me cruzara en su camino y ahora… se mete en mi cama. Para cuidarme, claro.

Se removió en su sitio, concentrando su respiración en un largo y profundo suspiro que indicaba que se estaba despertando. Movió la mano que tenía sobre mi costado y  la colocó sobre sus ojos, intentando despejarse. Bostezó a la par que se estiraba y notó sus piernas presas por las mías. Las miró durante unos segundos y volvió a colocarse sobre su costado, enredando su mirada soñolienta en la mía.

-        Buenos días… - Susurré en un tímido hilo de voz que se perdió por la amplitud de la habitación. Colocó su mano sobre mi frente y la deslizó por mi mejilla hasta mi cuello, bajándola hasta mi costado y manteniéndola ahí.

-        Parece que no tienes fiebre. – Suspiró aliviada y mordió su labio levemente, volviendo a conectar su mirada con la mía. Estábamos tan cera que pude distinguir algunas hebras más claritas entremezclándose con el azul más oscuro de sus ojos.

-        Gracias a alguien que se quedó cuidándome. – Sonreí levemente, pero ella mantuvo su gesto serio, lo que me preocupó.

-        Me asusté mucho anoche, Lara. – Su mirada tembló y acabó desviándola hacia algún punto de la habitación. – Por mi culpa, tú…

-        No es tu culpa. – La corté inmediatamente. – Yo quise interponerme entre tú y aquella bestia. – Bajó la mirada y me acerqué levemente. – Mírame, tonta. – Volvió a levantar la cabeza y atrapé su mirada esbozando una pequeña sonrisa. – Estoy bien. ¡Y gracias a ti! – Una pequeña sonrisa se plasmó en sus labios, pero la tristeza que gobernaba en sus ojos permanecía allí.

-        Lo de ayer no fue un accidente, ¿Lo sabes verdad? – Asentí y volví a colocar mi cabeza sobre la almohada.

-        Vi algo raro cuando el tiburón intentó morderme. – Alzó el ceño y me miró expectante. – Una especie de… instrumento metálico o algo así. – Carraspeé levemente y continué. - Cuando me fijé en él, emitió un pequeño resplandor, algo así como un flash. – Kate se incorporó, sentándose sobre la cama.

-        ¿Una cámara? – Dudé por unos segundos y finalmente asentí.

-        ¿Crees que nos estarían grabando? – Se levantó de la cama y se acercó hacia el ventanal que conducía hacia el balcón. Cerró las cortinas, impidiendo que entrara cualquier rayo de sol.

-        Es lo más probable. – Se cruzó de brazos y apoyó la parte trasera de su cabeza sobre el cristal, tapado por la cortina. – Tenemos que ir con mucho cuidado. – Traté de girarme al sentir que mi costado izquierdo estaba medio dormido pero una gran punzada al otro lado me lo impidió. - ¡Especialmente tú tienes que ir con cuidado! – Se acercó con prisa y subió mi camiseta, apartando mis manos. – Tiene mejor aspecto que ayer, pero aun así… - Eché un rápido vistazo y una mueca de asco se plasmó en mi rostro.  Kate me miró con culpa y rápidamente mi gesto cambió.

-        ¡Está mucho mejor! – Pasé mis yemas por los puntos que se encontraban cicatrizando la herida y volví a mirar a Kate. - ¿Me echas una mano? – Asintió y se dirigió hacia la mesa donde había dejado la noche anterior los antibióticos y la crema que debía de impregnarme. Me incorporé levemente y me quité la camiseta, dando libre acceso a las manos de Kate.

Con suma delicadeza, aplicó la crema antibiótica sobre la herida, arrancándome varios quejidos de dolor desde lo más profundo de mi garganta. Cerré los ojos y apoyé la parte trasera de mi cabeza sobre la pared.  Al acabar, agarró varias vendas y cubrió la totalidad de mi costado para evitar cualquier tipo de infección al estar en una isla tropical, expuesta a cualquier enfermedad.

-        ¿Quieres bajar a desayunar? – Asentí inmediatamente y mi estómago me acompañó rugiendo levemente. De repente, escuchamos unos leves golpecitos tímidos en la puerta de la habitación. Ambas nos miramos, entre preocupadas y confusas. Kate se acercó y abrió la puerta tras ver de quién se trataba a través de la pequeña mirilla.

-        ¿Cómo está Lara? – La voz de Taylor me arrancó una sonrisa sincera.

-        ¡Estoy bien! – Kate le dejó pasar, pero ella se mantuvo en la puerta. - ¿Cómo estás tú?

-        ¡Pues mal! ¡Te he echado de menos! – Se acercó a la cama y me abrazó con mucho cuidado. Observé a Kate por encima del hombro de Taylor y torció una sonrisa para después hablar.

-        Iré a mi habitación a darme una ducha y cambiarme.

-        ¿Nos vemos abajo? – Ella dudó por unos instantes y asintió, después cerró la puerta tras salir por ella.

-        Veo que tienes una buena enfermera, eh… - Me dio unos leves golpecitos en el brazo y esbozó una sonrisa traviesa que se convirtió rápidamente en un tierno gesto. - ¿Estás bien? – Asentí y acarició levemente mi costado y examinó con detenimiento la herida. – Uff…

-        Es horrible, lo sé. – Suspiré pesadamente y atrapé su mano entre las mías. - ¿Se puede saber por qué desapareciste ayer? – Entrecerré la mirada y esbozó una pequeña sonrisa triste.

-        La nueva medicación… - Suspiró y rompió el contacto entre nuestras miradas. - Me deja exhausta, lo siento.

-        ¡Con todo lo que ha pasado ni si quiera te he preguntado cómo estás! – Escondí mi rostro entre mis manos y la miré avergonzada. - ¡Soy una imbécil!

-        ¿¡Pero has visto cómo estás!? – Levantó la voz. - ¡Deja que sea yo la que me preocupe por ti esta vez! – El gruñido de mi estómago rompió la tensión que se acababa de crear y Taylor estalló en una gran carcajada.      - Te ayudaré a vestirte.

-        Unos shorts y una blusa no muy ajustada…

-        ¿Te parece bien? – Me enseñó unos vaqueros cortos con algunos rotos y una blusa de tirantes de color blanco. Sonreí a modo de afirmación y me ayudó a vestirme con cuidado. La herida era mucho más molesta de lo que pensaba.

-        ¿Podrías respirar de vez en cuando? Pareces un león. – Taylor me miró con sorpresa.

-        Estoy sin comer desde ayer por la mañana. ¡Tengo hambre! – Comí tan rápido que sentí cómo un trocito de pan se atascaba en mi garganta y me arrancaba un ataque de tos.

-        Te lo mereces por idiota. – La fulminé con la mirada y ella paseó su vista por el salón del restaurante. Estaba prácticamente lleno: grupos de amigos, familias, alguna que otra persona solitaria… Paré de comer y miré la entrada durante unos segundos. Kate no aparecía y comenzaba a preocuparme.

-        ¿Crees que bajará? – Taylor captó mi atención y la miré con una expresión de duda.

-        Me preocupa que no lo haga. – Desvié la mirada de la puerta a mi zumo de naranja y Taylor colocó su mano sobre mi antebrazo.

-        Lara… - Ejerció algo de presión y la miré con miedo, como cada vez que me miraba así. - ¿Qué… está pasando aquí? – Susurró en un hilo de voz, pasando desapercibida para que nadie nos escuchase.

-        Este no es un buen lugar para contarlo…

-        Tranquila. – Nos entendimos simplemente con la mirada y comencé a atar hilos. Todo mi cuerpo se alertó, un mal presentimiento se apoderó de mi pecho y Taylor lo notó.  – Ve. – La miré y disimuló mirando a otro lado. – Si las dos nos levantamos, sospecharán. – Asentí sin esperar ni un segundo más y me dirigí hacia la habitación de Kate. La adrenalina comenzó a apoderarse de mí conforme me acercaba a su habitación. Tenía una sensación horrible anclada en el pecho que se acrecentó cuando vi que la puerta de Kate estaba entreabierta. Aceleré el paso bruscamente y abrí la puerta abruptamente.

-        K-Kate… - Un nudo se instaló en mi garganta al ver a Kate medio desnuda, tirada en el suelo con una brecha de sangre atravesando la mitad de su rostro. Me lance hacia ella y la coloque entre mis brazos, colocando su cabeza sobre mi hombro. - ¡Kate! – Di unos pocos toquecitos sobre su mejilla, intentando despertarla de su desvanecimiento. Aparté su cabello y vi que tenía la ceja partida y de la cual emanaba la sangre en abundancia.

-        L-Lar… - Intentó abrir los ojos, pero falló.

-        Kate… estoy contigo, tranquila. – La apreté levemente y noté cómo atrapaba mi brazo con la palma de su mano. La ayudé a tumbarse sobre la cama y me dirigí al baño a por el botiquín. Observé que el espejo del baño estaba destrozado y había sangre esparcida por el suelo. Tras encontrar el botiquín, me dirigí a la cama, donde Kate me miraba con el gesto dolorido.

-        ¿Qué… ha pasado? – Me senté a su lado y la miré con preocupación.

-        Me atacaron. – Intento incorporarse pero se lo impedí. – Intentó… llevarme con él como lo hizo la otra noche en la habitación 203.

-        ¿Lo viste?

-        Iba totalmente tapado. - Tomó la cabeza entre sus manos y se aquejó. – Me lo tendría que haber imaginado, joder. – Dio un puñetazo sobre la cama y ahogó un grito de rabia.

-        ¿Por qué dices eso?

-        Tienen la lista de los pasajeros. – Me explicó. – Saben quiénes viajan solos, por lo tanto, saben quiénes son un blanco fácil. – Me miró directamente a los ojos. – SI alguien viaja totalmente solo, nadie lo echará de menos al desaparecer. ¡Estaba clarísimo y no pensé en ello! – Las sábanas se tornaron rojas y atrapé la mano de Kate entre las mías.

-        ¡Kate! – Observé que tenía un profundo corte atravesando su mano y la miré. - ¿Y esto?

-        Tuve que defenderme con un trozo del cristal del espejo del baño. – Apreté la herida, evitando que saliese así más sangre. – Pude apuñalarle en el brazo para que me soltase.

-        Necesitamos que te vea un médico, Kate. Esto necesita puntos. – Se negó rotundamente.

-        No sabemos si los médicos también están metidos en esto, Lara. – Tragué saliva y la miré con preocupación. – Tú recibiste el ataque en medio de la playa, se vieron obligaros a atenderte. Pero yo… he sido atacada por unos de ellos. ¡A saber qué me harán si me presento ahí! – Entendí perfectamente a lo que se refería y me levanté, decidida.

-        Entonces lo haré yo. Yo te coseré. – Abrí el botiquín y observé con gusto que sí había algo de hilo quirúrgico y unas agujas esterilizadas.

-        ¿Qué tú qué?

-        Que yo te coseré esa herida. – Atrapé su mano entre las mías y la desinfecté con un chorrito de alcohol que arrancó un gemido de dolor. – Y tú vas a dejar que lo haga. – Tragó saliva profundamente y no dijo nada más, se dedicó a aguantar el dolor y a observar cómo la aguja entraba y salía, cosiendo la herida totalmente a través de la palma de la mano. - ¿Ves? No ha sido tan malo. – Las marcas de sus dientes se quedaron plasmadas en su labio inferior, debido a la fuerte que había realizado para aguantar el dolor, sus ojos se cristalizaron y sus labios se  torcieron.

-        ¿Qué no ha sido qué? – Gimoteó de dolor y arrancó una carcajada de mi garganta.

-        Ya pasó. – Rodeé firmemente la palma de su mano con unas vendas y la obligué a que se tomara un calmante para el dolor.

-        ¿Dónde aprendiste a hacer eso? – Alcé el gesto y sonreí melancólicamente.

-        Mi padre me enseñó. – Suspiré y jugueteé con mis dedos.

-        ¿Es médico? – Tragué saliva y la miré directamente a los ojos.

-        Era médico. – El gesto de Kate se entristeció.

-        Lo siento… - Sonreí para que se tranquilizase y aparté un par de mechones rebeldes que caían por su rostro para colocarlos tras su oreja, dejándome ver la herida de su ceja con claridad. Limpié con cuidado la sangre y cogí unos pequeños puntos de papel que había en el botiquín, colocándolos perfectamente sobre la longitud de la herida. Tardaría apenas unos días en cicatrizar. – Deslicé la mano por su rostro y la coloqué sobre su mejilla acariciando con el dedo pulgar su piel.

-        Prométeme que si me llevan con ellos… llegarás al fondo de esto. – Un hilo de voz impregnado de dolor se escapó de entre sus labios. Negué con la cabeza y me miró con réplica.

-        Si te llevan con ellos, exploraré cada rincón de esta puta isla para volver a tenerte conmigo, Kate.

Notas finales:

Nos leemos prontito chicxs <3


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