IV. No te necesito.
El salvador del universo se escabulló por la cocina para buscar algo que comer. Venía de caminar por la montaña toda la mañana por lo que su hambre estaba llamando a la puerta .
— ¡Goku! — el gritó de su esposa lo asustó y del susto se le cayó el tenedor que sostenía con su mano.
— ¡Milk! Perdona, me fui sin avisar — se disculpó.
El guerrero estaba vestido de civil, algo raro en él lo que sorprendió a la mujer que había creído que su esposo se había ido a entrenar como siempre. Milk se acercó y levantó el tenedor del suelo, lo lavó y se lo tendió al hombre.
— Gracias. — agradeció recibiendo el utensilio disponiéndose a comer los espaguetis del plato.
— ¿Qué haces así vestido? Pensé que habías ido a entrenar. — preguntó mientras comenzaba a acomodar la cocina.
— No tenía muchas ganas de entrenar... — comió otro bocado y lo tragó — Asi que salí a pasear, respirar un poco de aire — comentó sonriente.
— Es raro en ti... — se dijo para si misma su esposa.
Miró por el rabillo del ojo las manos aún vendadas de su marido.
— ¿Estás mejor? — señaló con un plato de porcelana las manos de Saiyajin.
— Huh?... Sí, todavía me duelen un poco pero estoy mejor — informó dejando el plato ya vacío en el lavaplatos.
— Sabes Goku. Hoy tenía pensado ir a comprar mercadería a la ciudad... — comenzó sin mirar al hombre.
— Te acompaño. — colaboró el Saiyajin criado en la Tierra.
Ese acto dejó sorprendida a la mujer de ojos negros, pensó que tendría que obligarlo a que la acompañase pero resultó lo contrario.
— Estoy bien Milk... — dijo para tranquilizarla, supo que estaba pensando por los gestos en su rostro. — Te prometo que te voy a ayudar con lo que necesites. — dijo tomándola del hombro, mostrándole una cálida sonrisa. — Quiero ser un buen ejemplo para nuestros hijos — terminó mirando hacia las escaleras donde están los cuartos de sus hijos y el de ellos.
— Goku... No me niego a que me ayudes pero... — ella juntó sus manos y miró hacia ellas. — Has estado actuando extraño desde que te creció la cola. — señaló el péndulo que se movía lentamente detrás de él. — Y me preocupa tu cambio de actitud. — estaba un poco preocupada por el drástico cambio de actitud que llevaba su esposo hace varios días.
— Estoy bien Milk. Solo quiero ayudarte — le sonrió tomándola de los hombros. — Ahora que no hay enemigos no tengo que entrenar todos los días. —
— Tienes razón. — contestó sonriente.
— Entonces... ¿Qué esperamos? ¿Vamos o no? —
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Goku junto con su mujer e hijo menor caminaban por la ciudad haciendo las compras.
— ¡Mira Goku! Ahora cuando terminemos de comprar la mercadería iremos por ropa. — informó feliz la peli negra sosteniendo unas pocas bolsas en sus manos.
— Si... (¿Por qué me dan ganas de estar con Vegeta cuando estoy con ella? Además. Desde que me creció la cola pude notar que Milk huele diferente a Goten o Gohan, aunque eso ya lo sabía, pero...) — fue interrumpido por el zarandeo de su hijo.
— ¡Papá mira allá! Hay juguetes. ¿Podemos? — preguntó con energía el menor de la familia.
— Claro hijo... ¿Eh? — al mirar donde su hijo señalaba vio a Trunks junto con — (¡¿Vegeta?!) — gritó mentalmente del susto. — Goten. Vamos luego si. Tenemos que acompañar s tu madre primero — trató de convencer.
Del otro lado de la calle, Trunks junto con su padre habían salido a pasear.
— Papá hay muchos juguetes. ¿Me compras uno? — preguntó el pelilila apoyando sus manos en el cristal de la tienda.
— ¿Ya no te son suficientes los que tienes en casa? — su tono era acusador, sumando de que lo estaba mirando desde arriba con los brazos cruzados. No inspiraba mucha amabilidad.
— Pero tu nunca me compraste uno... — dijo despacio mirando hacia otro lado — ¿Eh? ¿Goten? — el pelilila vio a su mejor amigo del otro lado de la calle, junto a si familia y parecía que estaban viniendo hacia acá.
Goku nervioso aceptó la súplica de su hijo y su mujer también, no podían negarle nada. Cuando se acercaron más pudo ver con detalles al príncipe.
—(¿Por qué te vistes así?) —
Para el Saiyajin menor le daba un poco de ¿Celos? Que su príncipe vistiera con ropa ajustada al cuerpo, no le gustaba las miradas que recibía por le público. Él era suyo y de nadie más. El hombre orgulloso vestía con una musculosa negra pegada al cuerpo, chaqueta de jeans azul oscuro, unos jeans negros también pegados al cuerpo con unos borcegos marrón roble gastado y con unos guantes sin dedos del mismo color. Guapo para cualquiera, sexy para las mujeres y celos para el Saiyajin.
— (A él también le creció la cola... ¿Por qué será? ¿Acaso él también se siente como yo?) — se preguntó el Saiyajin de elite sin apartar su mirada del cuerpo del otro.
Carraspeo un poco su garganta para que él hombre más alto lo mirase.
— Bulma me dijo que ibas a ir a entrenar conmigo hace unos días... ¿O no? — Dijo con serio.
— Es que el otro día no me sentía muy bien. Además mis nudillos se están curando... jeje — rió nervioso con una mano sobandose el cuello.
— (¿Qué le pasó?) Bien, no me cuentes tu vida. —
— ¿Pueden acompañarnos? Di que si — preguntó Goten a su madre, mirándola con ojos suplicantes.
— (¿Qué le pasa a este?) — pensó la mujer viendo como el príncipe desviaba la vista y ocultaba su mirada. — Esta bien. Pueden acompañarnos. — aceptó sonriendoles.
Unas horas después todos estaban en un restaurante, comiendo luego de un arduo día de compras con la familia Son. Los Saiyajines puros estaban enfrentados en la mesa, ninguno decía algo, solo se concentraban en comer sus platillos. Mientras que los niños hablaban entre si.
— Goku querido, luego de esto tienes que ir a ver el campo. No tienes que descuidarlas solo porque es invierno. Hay algunas verduras que llevan más tiempo. — pidió amablemente Milk.
— ¡Sí, claro! — con la respuesta terminó de comer el último platillo de la mesa y sin querer estirándose toco con sus pies las piernas del otro.
Un sonrojo se apoderó del rostro de Goku, apenado bajó su rostro para que nadie lo notase. El sonido de mensaje de un celular sonó.
— Es mamá. Descubrió que no había terminado toda mi tarea. — dijo apenado guardando el celular de nuevo.
Abruptamente, el príncipe se levantó dejo dinero en la mesa y su fue sin decir una palabra arrastrando a su hijo en el camino.
— ¿Y qué le pasa a Vegeta? Ha estado actuando muy extraño — se preguntaba extrañada por la actitud del guerrero. — Pero bueno, al menos tenemos almuerzo gratis — dijo feliz tomando los billetes que había dejado el hombre de menor estatura.
— (¿Por qué se sonrojó? ¡¿Por qué mierdas te sonrojaste Kakarotto?!) — pensaba el Saiyajin volando a la corporación con su hijo.
Al llegar a casa Trunks recibió una pequeña lección, no debía escaparse sin antes terminar sus deberes. El Saiyajin corrió apresuradamente a su habitación (desde lo ocurrido duerme en una habitación distinta) se encerró y se tiró en la cama.
—(¡Mierda! ¡¿Por qué?! ¡¿De todos los lugares tuviste que estar ahí?! ¡¿Y por qué no puedo controlarme cuando siento tu olor?!) — estaba enojado consigo mismo por actuar de esa manera. — (Cuando siento su olor no me puedo controlar) — se sacó los calzados y la se desabrochó el cinturón. — (Tal vez...) — sonrojado metió una mano su ropa interior con intenciones de darse placer.
To be continued...