V. Hacer un trato.
El príncipe acariciaba lentamente su miembro dormido. Su cola se ató a su muñeca, haciendo presión.
— (¡NO! Debo de ser fuerte y no dejarme llevar por mis instintos) — se dijo a si mismo soltando sumiembro y volviéndose a acomodar la ropa. —"Bulma de dijo que ibas a entrenar conmigo"... ¿En que demonios estaba pensando? El muy hijo de puta se aprovechó de mi. ¿Y yo voy y le suplico que entrene? — dijo con el ceño fruncido.
Su cola se mecía sobre el abdomen bien formado del guerrero. Como una suave caricia.
— Lo voy a matar... ¡Mañana voy a ir y lo mataré con mis propias manos! ¡Te odio por hacerme sentir así Kakarotto! — gritó sentando en la cama.
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A la mañana siguiente. Vegeta volaba velozmente por el cielo teñido de naranjas y rojos por los destellos del recién Sol naciente. Estaba decidido a ir con todo esta vez y si lo mataba en el proceso le daba igual. Sintió el ki de su rival cerca, cuando lo encontró se quedó parado a unos pocos metros.
El Saiyajin de clase baja estaba talando unos arboles, con el pecho descubierto. Su remera estaba tendida en cerca de un bolso desgastado y su chaqueta Beige estaba atada a su cintura.
— ¡Syn serdtsa perestat' plakat', ryadom s vami ya budu! — cantaba feliz al compás de las taladas que daba con su hacha.*
— (¿Cómo?) — quedó estático escuchando como cantaba el ser que tanto odiaba.
Esa canción era la que una vez le enseñó a Trunks, era la canción que su madre le cantó antes de despedirse para siempre... Una canción de despedida...
— ¿Huh? ¿Vegeta? — preguntó asombrado cuando sintió el ki del príncipe tan cerca. — ¿Qué haces aquí? — dejó el hacha clavada en el la base de un árbol ya caído y se sentó al lado. — Hoy no puedo entrenar... Tengo que juntar leña, no quiero morir de frio este invierno — sonrió mientras agarraba una botella del bolso y tomaba su contenido.
— Estúpido. No crees que te enfermarías ya. Estás todo transpirado y hay viento frío corriendo... — dijo con seriedad acercándose al hombre de cabellos azabache.
— Soy un Saiyajin ¿O no? No voy a enfermarme por algo tan simple como una ventisca... — rió con arrogancia. — ¿Te preocupas por mi? — preguntó con malicia.
— ¡No me interesa si te enfermas inutl! ¡Por mi que te pudras! — gritó defendiéndose.
Un manto rojo invadió sus mejillas, apenas sintió el calor en ellas apartó la vista a lo que el otro rió ante el gesto. Vegeta volvió a enfocar sus ojos en el otro hombre. Con determinación, preguntó.
— ¿Por qué actúas como si nada hubiera pasado? — dijo serio.
— ¿De que hablas? — respondió levantándose agarrando la remera y dándole la espalda al de menor estatura.
— ¡No te hagas el idiota! ¡Sabes muy bien de lo que hablo! ¡Pedazo de mierda! — gritó descruzándose de brazos.
Con un suspiro, girando sobre sus talones.
— De tu me-- — fue interrumpido.
— ¡Ya sé de que hablas! — gritó enojado colocándose la remera. — Estuve tratando de no pensar en ello — dijo acomodándose la remera. — Pero no puedo... Cuando pienso en ti... Me llega ese recuerdo horrible y quiero matarme por haberte hecho eso... — se sentó en el tronco con las manos sobre su cabeza. — Yo no quería... Pero algo dentro mio me obligó a hacerlo... Demostrarte que yo era más fuerte... Que tu eras mio... — susurró.
— ¿Violandome? — preguntó incrédulo.
— ¡Si! Si Eso querías. Sí y no sabes cuanto me odio por eso... — dijo alterado. — Odio haberte hecho daño... Que te duela... — su rostro estaba confuso, culpa y enojo juntos. — Pero tienes que confiar en mi. — fue interrumpido por el príncipe.
— ¡¿Crees que me dolió?! Al principio si. Es obvio que me iba a doler, entraste sin... — su voz sonó dura. — ¡Pero lo que más me dolió es que hayas pensado en que eso resolvería todo!... ¡Sé que eres más fuerte que yo!... Se que me aceptas como soy y me soportas mejor que nadie.. Pero no puedo confiar en ti... — dijo suave.
— Perdón... — se disculpó acercándose al mayor. — Sabes... Te propongo un trato. — comentó con una sonrisa mirando a los ojos al guerrero.
— ¿Un trato? ¿Qué clase de trato? — preguntó curioso.
— Bueno... Como yo quiero remediar mi error. Y tu me quieres mínimamente matarme — el príncipe golpeo con la lengua sus dientes — Te propongo que luego de dejar esto en mi casa — refiriéndose a los troncos cortados — iremos a un lugar desértico y podrás hacerme lo que quieras... — propuso.
— ¿Lo que quiera? — preguntó con una sonrisa maliciosa.
— Tampoco voy a dejar que me... Ehm... Eso... — dijo un poco sonrojado.
— Con romperte dos costillas estoy bien — dijo para la el alivio del guerrero de clase baja.
— ¡Jaja! ¡Claro! — rió sobandose detrás de la cabeza. — Pero tienes que cumplir tu parte del trato —
— ¿Y cuál es? —
— Que me permitas darte confianza en mi — dijo con una cálida sonrisa.
—... (No estúpido ¿Quién te crees?) Esta bien... — respondió contrario a sus pensamientos.
— ¡Hecho! — extendió su mano derecha.
Pero el siguiente acto lo descolocó por completo. Fue tirado y atraído al cuerpo del príncipe quien pegó sus labios contra los suyos. Un roce, nada más. Pero significó mucho para ambos quienes no creían lo que estaba pasando. Tan rápido como llegó los cálidos labios de Vegeta se alejaron de los suyos, ambos combatían por quién estaba más sonrojado siendo el ganador el Saiyajin criado en la Tierra. El príncipe alejó su rostro y le propinó un golpe en el estómago dejando sin aire al hombre de cabellos azabaches. Giró sobre sus talones para estar a espaldas al otro hombre.
— Cuando termines con todo esto. Quiero que me busques. Busca mi ki... — dijo serio. — Idiota — con esto se fue volando dejando a un patidifuso Saiyajin.
— Que raro que eres Vegeta — reflexionó con una sonrisa mostrando sus dientes tomándose el estómago. Un frío viento pasó aventurero por donde el se hallaba. Aspiró el aire puro.
— Lloverá... — dijo al sentir el olor del viento.
Algo que un simple humano no podría detectar, pero con sus cualidades Saiyajin lo hizo sin problema. Admiró el raso cielo teñido de celeste con algunas nubes posándose en el. Suspiró, hoy sería un día muy largo.
To be continued...