Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Confianza por NirahGasai

[Reviews - 19]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Halo!! :3

Me extrañaron?... *sonido de grillos*... Bueno. Ya lo sé, a nadie le importo. 

Dayari, cariño. Aquí tienes!!!

Lamento la tardanza, me agarró un bloqueo existencial. 

Sin más, a leer!!

VII. Pasos lentos pero seguros.

 

 

Todo se volvió oscuro... Y sintió... ¿Humedad? Abrió los ojos y distinguió al príncipe con la cabeza gacha.

— Ve... Geta — susurró con dificultad.

El calor en su pecho desapareció.

— No puedo... ¡¿Por qué?! — gritó enfurecido consigo mismo, golpeando débilmente el pecho del menor. — ¡¿Por qué no puedo matarte?! — gritaba mientras lágrimas traicioneras corrían por sus mejillas obligándolo a cerrar sus ojos y ocultar su rostro.

Con dificultad, el Saiyajin menor acarició la mejilla del más bajo limpiando el surco de agua salada. De un manotazo le pegó al menor quien se quejó frunciendo su entrecejo.

— No... Llores... Por...--Fa--vor... — articuló para alzar con su mano buena, la cabeza del mayor y mirarlo a los ojos.

Sus ojos se conectaron.Y él le respondió con una sonrisa a lo que el príncipe suspiró.

— No puedo matarte... Prefiero que sufras en vida tus consecuencias. — despertó su orgullo que estaba dormido. — No puedo creer que no quiera matarte... Después de lo que me hiciste... — razonó mirando el cielo oscuro de nubes grises.

— Per---Do-- — intentó vocalizar tosiendo sangre en el proceso.

— No te disculpes. No tiene caso, no voy a perdonarte así como así. — dijo serio sin mirarlo. — Pero al menos... Me desquite un poco — rió entre dientes.

El silencio reinó en aquel árido paisaje, ambos estaban quietos, tratando de recuperar las fuerzas perdidas en la batalla. El príncipe seguía en la misma posición, con la cabeza baja y los ojos cerrados. Y el guerrero criado en la Tierra luchaba por respirar con regularidad e ignorar el intenso dolor que sentía en todo su cuerpo. El menor no pudo con el dolor en su rodilla, costillas y brazo, cayendo en un sueño profundo desapareciendo por arte de magia el dolor.

Vegeta sintió el débil ki del menor descender al mínimo. Abrió los ojos y comprobó si el guerrero estaba vivo, se alivió un poco al sentir el pulso de la sangre fluyendo por sus venas. Sintió algo frío caer en su brazo descubierto, era una gota de lluvia. Era tan baja la temperatura que el agua que caía estaba helada. Se levantó y observó como lentamente la lluvia caía en una llovizna.

 

#*#*#*#

 

Un frío viento le dio escalofríos obligándolo a despertar. Goku se despertó abruptamente mirando a su alrededor con desespero, estaba en una cueva al resguardo de la lluvia torrencial que caía afuera, junto a él había una fogata calentando el ambiente. Se observó el cuerpo, estaba vendado con telas azules, su cinturón ya no lo tenía, supuso que lo habían vendado con eso. Se recostó como pudo contra la pared que tenía a sus espaldas, exhalando un suspiro aliviado. Cerró los ojos unos segundos, escuchando como la lluvia caía con fuerza. Su tranquilidad desapareció cuando escuchó unos pasos al costado suyo, abrió los ojos lentamente para divisar un par de botas blancas sucias de tierra.Alzó más la mirada y distinguió el cuerpo del príncipe de perfil. Estaba mirando la lluvia con seriedad, su respiración era acompasada, estaba de brazos cruzados.

— Vegeta... — susurró apenas perceptible, extendiendo su brazo bueno.

— Yo te vende con tu cinturón y retazos de tu remera. — se anticipó a la pregunta sin dirigirle la mirada al menor.

Una sonrisa fue la silenciosa respuesta del de cabellos alborotados.

Ambos siguieron mirando como la lluvia se calmaba pero seguía continua. En el proceso, el guerrero de clase baja miró al de elite, él también había recibido varias heridas y lastimaduras pero no tan graves como él mismo. Lo que le llamó la atención fue una cicatriz que estaba surcando su cuello bajando hasta desaparecer en su rota vestimenta, el hecho de que era una cicatriz no fue lo que le intrigó, él tenía muchas, fue más bien el hecho de que ésta estaba muy cerca de su nuca y pasaba por parte de la espina dorsal. Esa cicatriz no había sido intencional, nadie podría sobrevivir a eso intencionalmente.

— ¿Qué te sucedió? — logró articular tosiendo un poco tomándose del abdomen.

Pero no tuvo respuesta. Con las pocas fuerzas que consiguió se levantó ayudándose con la pared. Camino rengo hacia el mayor y con su mano buena tocó el cuello del mismo, lo que alteró al mayor y golpeó el brazo asustado mirándolo atento. Un quejido de dolor salió de la boca del más joven tosiendo y agarrándose el estómago. Sus piernas no soportaron y calló de rodillas al húmedo suelo, desgracia para él porque tenía una de sus rodillas lastimada y esta caída le provocó más dolor en ella. Gritó de dolor cayendo hacia atrás para sentarse y sujetarse con fuerza la rodilla lastimada.

— ¡¿Qué haces?! ¡No ves que no puedes ni caminar Inútil! — gritó mirando al suelo donde yacía el otro.

El de mayor estatura intentó hacerle señas de que se acercase. Por inercia el príncipe retrocedió un paso, mirando con ojos confusos y con una pizca de miedo.

— Por favor — pidió en voz baja.

Con inseguridad el Saiyajin de clase alta se agachó lo suficiente para estar a la altura del menor.

— ¿Cómo? — preguntó con una sonrisa forzosa, las costillas presionaban sus pulmones dificultándole hablar con claridad. — No te entiendo... — sin darse cuenta se fue acercando hasta quedar arrodillado frente a él.

— La cicatriz. ¿Cómo te la hiciste? — preguntó con fuerza.

— ¿Cuál de todas? — por una vez dejó la inseguridad atrás y le siguió la conversación.

— La del cuello, nuca — señaló su nuca trazando una línea imaginaria.

Al principio la pregunta lo dejó descolocado ¿Por qué en un momento como este le preguntaría de algo tan banal como una "simple" cicatriz? Los recuerdo florecieron con intensidad en su cabeza. Pensando, se quedó con la mirada perdida mirando a la nada lo que asustó al menor que se acercó como pudo sigilosamente, lo tomó del brazo derecho para zarandearlo con cuidado. El príncipe parpadeó repetidas veces sacudiendo su cabeza. Cuando volvió al mundo terrenal observó a los ojos por primera vez en el día al hombre de cabellos azabaches quien lo miraba con confusión.

— Es el recordatorio de mi primer error en mi vida — dijo con un deje de angustia. Bajó la mirada suavizando su faz. — Es mi recordatorio de la muerte de mi madre... — Se notaba que le costaba hablar del tema. Una mano sobre su hombro y una sonrisa alentadora lo ayudó a que pudiera abrirse. — Esta cicatriz fue cuando en una misión... Mi madre me defendió de un ataque que una directo hacia mi cuello... Si tan solo no hubiera sido tan lento tal vez ella... — no pudo seguir, sabía que se quebraría en cualquier momento. — Era un niño cuando pasó... — agregó levantando la cabeza y mirar a quien lo escuchaba con atención.

Pudo ver el dolor reflejado en los ojos oscuros del mayor quienes le trasmitían todo tipo de pensamiento que surcaba en esos momentos en su mente. Se quedaron en silencio, pues no hacían falta palabras y si uno de ellos hablaba la situación se volvería incómoda. Se quedaron así, tranquilos. Príncipe y lacayo, juntos dentro de una cueva, esperando el final de la tormenta que parecía nunca acabar.

Pasaron así una hora, uno arrodillado y el otro sentado sin dirigirse la mirada ni hablar. Hasta que una pregunta le surgió al Saiyajin más joven.

— Vegeta... ¿Alguna vez confiaste en alguien? — preguntó ya con menos dolor. Una carcajada escapó de los labios del príncipe, quien lo miraba incrédulo.

— ¿Tu crees qué podía confiar en alguien? ¡No me hagas reír! — su risa se acabó para dar a paso a la seriedad. — No puedes confiar en nadie Kakarotto. Ellos solo te utilizan y luego te tiran a la basura. — dijo con desprecio.

— Nunca confiaste en nadie... — dijo en voz baja el menor, ignorando los comentarios del guerrero frente suyo. — Vegeta... — llamó con timidez.

— ¿Qué? — preguntó efusivo frunciendo su ceño.

— ¿Tu... Confías en mi? — cuestionó temiendo oír la respuesta.

El ceño fruncido del príncipe se desvaneció por completo dejando emerger una expresión de total sorpresa. Esperaba cualquier otra pregunta pero esa justamente no. Podía simplemente decirle que no y que nunca lo haría pero algo dentro de su cerebro le negó la respuesta, que esa no era, que había otra pero que el Saiyajin de cabellos alborotados tenía que averiguar. Podía seguir formando cientos de posibles respuesta que podría darle al hombre quien esperaba, sin embargo solo atino a hacer algo que ni él se lo imaginó.

— Hey... Ve-- — quedó en estado de shock al sentir los suaves labios del guerrero de elite juntarse con los suyos.

Con timidez, el mayor movió sus labios contra los del contrario, a lo que le respondió de igual manera. Ese movimiento no fue suficiente para el salvador del Universo que sujetó con su mano buena la nuca del de menor estatura para intensificar el contacto de sus labios. En respuesta el príncipe rodeó con sus manos el cuello del menor. Este contacto de labios contra labios solo duró unos pocos segundos más cuando el menor se atrevió a abrir la boca y dejar pasar su lengua, creyó que el Saiyajin mayor lo mordería o alejaría pero éste permitió el acceso a su cavidad bucal a la húmeda lengua del otro. Sus lenguas se enredaban en la boca del de menor estatura, luchando por quien sería el que dominaría el tímido beso que se estaba convirtiendo en uno ardiente. Vegeta se llevo la victoria. Victorioso el príncipe se apegó al cuerpo del menor para compartir el calor que emanaba su cuerpo, podía sentir el frío del otro, la fogata no era suficiente para el ocultar el frío que habitaba en la cueva.

Siguieron así unos minutos más, moviendo sus bocas al compás de una danza coordinada. De pronto un trueno cayó muy cerca de donde los Saiyajines se resguardaban, desconcentrándolos de su acto haciendo que se separasen. El rostro del príncipe estaba teñido de un intenso rojo que cubría sus mejillas y orejas, con vergüenza se levantó y caminó hacia la salida de la cueva quedándose allí de brazos cruzados sin emitir un solo sonido en su trayecto. El guerrero criado en la Tierra se sorprendió por la actitud del príncipe, pero sonrió para luego pensar mientras lo miraba.

— (Creo que eso es un sí) — dijo sonriendo para sus adentros.

Sin avisar el guerrero orgulloso salió de la cueva entrando en una lluvia que si bien no era torrencial, no parecía detenerse por nada.

 

#*#*#*#

 

 

Ya habían pasado varias horas después de aquello, y el príncipe se había ido sin razón aparente. Las horas pasaron y la gravedad de las heridas del guerrero criado en la Tierra mejoraron, ya no sentía el mismo dolor que antes, era leve pero a ratos se volvía intenso y lo tiraba al suelo sin remedio.

La noche había caído junto y la lluvia que parecía nunca acabar. Los árboles que llegaba a alcanzar a ver se mecían con el compás del viento frío que volaba con fervor. El sonido que el viento creaba eran como si decenas de flautas tocaran al mismo tiempo una sonata de tragedia. Suerte tenía de estar dentro de esa cueva que gracias a la fogata hecha por el príncipe el lugar se mantenía cálido al menos donde él se encontraba sentado, la tranquilidad de la lluvia lo ayudó a dormir y poder recuperar energías.

Se despertó por un rayo que cayó muy cerca y estando en una cueva el sonido retumbó. Levantado de su sueño se puso a observar el lugar. No era una cueva muy grande, a unos veinte metros estaba la salida que era lo suficientemente grande para que él pasara sin problemas, el suelo era liso y un poco resbaladizo por el moho que se juntaba durante las temporadas de lluvia y la humedad se resguardaba en las rocas que dormían dentro de la cueva, a su derecha había una especie de abertura que seguía unos cinco metros hacia adentro, podía sentir el olor a la humedad. Las partículas de agua junto a las del oxígeno entraban en sus fosas nasales y dificultaba la inhalación.

Aún seguía pensando en aquel beso que recibió sorpresivamente en respuesta a su pregunta, se había esperado cualquier cosa menos eso, con la creencia de que el príncipe quería verlo muerto por sus propias manos, era difícil pensar que haría tal acto. Tal vez fue porque anteriormente ellos tenían relaciones y generó una atracción hacia el contrario que no podían -por causas que no sabían- detener.

Ya un poco mejor, Goku se levantó con lentitud de no hacer un mal movimiento y herirse de más. Al pararse trató de estabilizarse ayudándose con la pared como apoyo, caminó sin apuro a la salida de la cueva -que estaba lejos- mientras se dirigía a su destino distinguió marcas de golpes en las paredes y sangre ya seca en ellas y en el piso. Esto era obra del príncipe, no había duda, pero porqué, muchas dudas empezaron a surgir en la mente del hombre de cabellos alborotados.

Se detuvo en una grieta que daba a una pequeño habitáculo donde había más sangre pero por todo el piso y marcas de manos hechas con el mismo líquido.

— Quédate quieto, tengo que vendarte — dijo el Saiyajin mayor sujetando con fuerza el brazo quebrado del menor, quien yacía en el piso cubierto de su sangre agonizando en soportar seguir en el mundo terrenal y no caer en el intento.

Recordó esa palabras como si recién las hubiera escuchado, aquí lo había dejado el príncipe para poder higienizarlo y vendarlo para detener el caudal del líquido carmesí que fluía sin control por sus heridas. Se alejó del lugar, no le agradaba la vista. Al darse la vuelta escuchó y vio al príncipe entrar con un oso, estaba empapado de pies a cabeza.

Si no fuera por todos los acontecimientos que pasaron apenas hoy, no estaría pensando en como se veía el Saiyajin mayor. Su cabello caído ya no asemejaba a una flama, algunos mechones caían sobre sus ojos obligándolo a levantárselos con su mano. Sus ojos entre cerrados tomándose los flecos que caían, las gotas de agua cayendo por sus cabellos, con la poca ropa que traía se podía ver todo su cuerpo delineado y remarcando cada músculo por las finas gotas de la helada lluvia mezcladas con la sangre del príncipe que surcaban por su cuerpo en una carrera sin un final concreto.

Tuvo que apartar su vista del mojado hombre porque su rostro estaba cubierto por un manto de calor, pintado con un cálido rojo. Con el sonrojo en su rostro miraba la fogata tomándose del brazo izquierdo para que este mismo no se mueva.

— ¿Qué haces levantado? — preguntó serio el príncipe ignorando el hecho de que el menor se encontraba en una situación vergonzosa.

Goku no podía articular palabra, la imagen del príncipe todo mojado haciendo que la poca ropa que tenía se le apegaba al cuerpo era demasiado sexy para su gusto y le estaba ocupando un gran lugar en su memoria. Atinó a negar con la cabeza y caminar al fuego para poder sentarse apoyándose en la pared de la cueva. El príncipe bufando por la actitud del hombre de cabellos alborotados dejó al animal a un lado y tomó la ropa que era sostenida por su cola.

 

El hombre de cabellos alborotados pudo distinguir que era una campera de lana gruesa con unos pantalones de caza y una remera verde oscura de manga larga, aunque esta estaba un poco rasgada abajo no era un problema muy grave. Dentro de la campera había una caja azul mediana, el Saiyajin mayor dejó todo a un costado suyo y se acercó al hombre que yacía en el suelo para dejarle la misteriosa caja. Al destaparse corroboró que era un botiquín de primeros auxilios, con gasas, alcohol, un pequeño cuchillo y otros suministros para el cuidado de heridas.

El hombre de cabellos en forma de flama salió rápidamente de la cueva dejando la ropa cerca del fuego para que se secase -o al menos esa era la idea-, al regresar llegó con una enorme hoja de árbol que tomaba la forma de un cuenco. Justo en la puerta de la cueva el guerrero orgulloso se sacudió, tal perro cuando se moja de una lluvia, generando que los mechones marrones oscuros queden despeinados y haciendo que su apariencia pasara de ser intimidante a una por completo atractiva.

El Saiyajin criado en la Tierra siempre creyó que lo que él hacia era raro e inusual, como sacudirse para que las gotas de agua volaran de su cuerpo y secarse más rápido. Pero luego de haber visto como lo hacia el mismísimo príncipe de todos los Saiyajins, su creencia cambió. Era normal entre ellos más no para los humanos.

Vegeta se le acercó y se sentó a un lado suyo para luego hacerle señas de que extendiera su brazo lastimado, con cuidado así hizo, el mayor agarró el cuchillo y comenzó a cortar las vendas improvisadas que tenía el hombre de cabellos alborotados en su hombro y brazo izquierdo. Con paciencia extraña en el guerrero orgulloso, quitaba lentamente los retazos azules y los metía en el cuenco con agua para limpiarlos, una vez hecho le entregó al menor los retazos de tela limpia quien entendió el mensaje y comenzó a limpiarse los restos de sangre que posaban en su brazo y rodilla criando bacterias.

Mientras que Goku se limpiaba las heridas más graves, observaba con detenimiento los movimientos del Saiyajin mayor, este se había levantado y había comenzado a cortar pedazos de carne del mamífero para luego clavarlos en ramas y colocarlas por encima de la fogata para que sean cocinadas con el calor que esta emanaba, su rostro se mostraba serio con el ceño fruncido haciendo una que otra mueca cuando tenía que hacer fuerza para cortar, notó que él tampoco tenía parte superior. Bueno, en realidad si pero estaba tan destrozada que solo cubría una parte de su abdomen y hombro derecho. Vio una cicatriz bastante grande en el pecho del príncipe, “(Freezer)” pensó al recordar ese fatídico día en que el guerrero orgulloso moría en manos del malvado emperador, esa cicatriz era la herida mortal en su pulmón y cerca del corazón, logrando que agonizara y pudiera decirle esas palabras que lo cautivaron a vengar su muerte.

Ahora era eso, un recuerdo amargo para los Saiyajines, un logro para él y un tormento para el príncipe. El hombre de menor estatura ignoraba olímpicamente la presencia de Goku, concentrado en cortar la carne y cocinarla. Sus ojos no iban más que al cuchillo rebanando la carne y luego al fuego donde eran depositadas. Su concentración era tal que no escuchaba nada a su alrededor, solo la lluvia y el viento que se mezclaban en una danza coordinada.

— (¿Por qué te ayudo? Simplemente puedo dejarte aquí a tu suerte. ¡Pero no! Porque luego me voy a sentí culpable de cualquier cosa que te pase… Maldito vlastnyy.) — pensó el príncipe frunciendo más el ceño haciendo una mueca con su labio superior.

—Vegeta… — llamó el menor con cuidado.

Ya había terminado de asear y desinfectar las heridas que podía.

— (¿Por qué tengo que confiar en él? La rata inmunda se aprovechó de mi… “Tenías la fuerza para detenerlo y no lo hiciste”… Hice lo que pude.) — su conciencia le estaba remando en contra, pero su orgullo trataba de opacar la realidad haciéndolo creer que no tuvo escapatoria.

— Hey… Vegeta — volvió a llamarlo ya un poco impaciente.

La paciencia no era un don que le fue dado y el príncipe lo están poniendo en su límite.

— (No debí besarlo. ¿¡En que estaba pensando!? “Tu también le has arrebatado su mas preciado poder, inocencia”. Sólo yo disfrutaba…) — Poco a poco el hombre orgulloso reconocía sus errores.

Le quitó al hombre su inocencia por algo tan banal como el sexo, era un hecho que él ya no estaba con su mujer, no porque él no quería -que luego no quiso era otra cosa- sino por el hecho de que la dañaba, ella no podía soportar su manera brusca y salvaje que tenia en el acto sexual. Por lo que le prohibió tener relaciones hasta que se “tranquilice”. Él buscó otra salida y la encontró en el Saiyajin menor, su primera vez fue él el único que acabó siendo él quien dominó toda la situación. Sin embargo, algo en el interior del príncipe lo incitó a que el menor lo tomara. Y eso fue el comienzo de esa extraña relación que tenían.

— ¡ENANO DE PORQUERÍA!! ¡¿Eres sordo ahora?! — gritó Goku tirándole el trapo sucio de su sangre en el rostro.

Se arrepintió en el momento en que lo tiró y vio caer. Ahora si que estaba muerto. Con tranquilidad impropia del Saiyajin mayor retiró con sutileza el trozo de tela de su rostro, tirándolo a un costado. Miró con seriedad al hombre que le había tirado el pedazo de tela. Él tragó duro, viendo con miedo las reacciones paranormales del príncipe.

— ¿Qué? — preguntó monótono dejando el cuchillo clavado en el hueso que sobresalía del pecho del oso.

— Ehm…( Síguele la corriente) ¿Dónde conseguiste todo esto? — interrogó con una sonrisa falsa en su aterrado rostro.

— De un humano… — respondió con simpleza.

— ¿Cómo? ¿Te la dio sin más? ¡…! No me digas que lo amenazaste y ahora el hombre está ahí fuera muriéndose de frío. — exclamó preocupado el joven.

— Ya estaba muerto. Una bestia lo mató y se lo comió. — dijo acercándose al menor.

Por instinto intentó retroceder, pero no podía hacerlo con un brazo y rodilla quebrados. Por lo que solo atinó a alejar su torso del otro hombre. Vegeta se sentó a un costado, tomando las gasas del botiquín.

— Dame el brazo. Hay que vendarte… ¿O prefieres estar así y que se te infecte luego? — preguntó sarcástico mirándolo de reojo.

Apresurado, el joven hombre le extendió como pudo el brazo, acomodándose para que también alcance su rodilla derecha. Con un suspiro y una mirada de reojo el príncipe comenzó el trabajo de vendarlo. Lentamente la respiración de ambos se sincronizó generando un ambiente de paz. Solo se escuchaba el quemar de las brasas y el característico sonido del corte de telar. Sus colas inconscientes, se acercaban y conocían, tocándose tímidamente sin que sus portadores se den cuenta. Ya a punto de terminar su labor, el príncipe tomó un retazo de tela de su propio ropaje y lo usó como sostén del brazo herido, para que así el menor por su forma despistada de ser, no se lastimase más de lo que ya estaba.

Goku miraba la carne que estaba siendo cocinada en la fogata, con la mirada tranquila. Su mente se echó a volar, recapitulando todo lo que había pasado en tan solo un día -el cual no había terminado- fue besado, golpeado hasta casi la muerte, rescatado y vuelto a besar. Y ahora estaba siendo curado por el dueño de todos esos acontecimientos.

Hubiera surcado más por sus pensamientos si no fuera porque sus refinados oídos pudieron escuchar un sutil murmullo. El hombre más orgulloso que había conocido estaba tarareando con la boca cerrada una canción que reconoció al instante. Era la misma canción que había escuchado hace unas semanas ser cantada por el guerrero para su hijo Trunks en una noche de insomnio. La misma noche antes del Torneo del Poder. No quería interrumpirlo, temía a que fuera insultado y lastimado -ya estaba cansado para soportar más-, giró un poco su cabeza para ver el rostro del príncipe.

Estaba muy concentrado, su ceño lucia fruncido lo suficiente para crear esa pequeña facción de seriedad. Movía su cabeza lentamente al compás del canto. Su cola despertó y comenzó a mecerse detrás suyo tranquila sin apuro alguno. Una sonrisa pintó los labios del hombre de cabellos azabache.

Los minutos pasaron y el olor a la carne cocinada se hizo presente en el ambiente. El hombre de cabellos en flama dejó su labor y se dirigió al fuego para quitar las primeras carnes y dárselas al hombre vendado.

— ¿Tu no comes? — preguntó apunto de clavar sus colmillos en la carne.

— Ya comí. — dijo sin mirarlo.

El hombre de cabellos alborotados inclinó su cabeza como lo hace un perro cuando no entiende una petición.

— ¿Dónde? —

Una sonrisa malvada, reírse entre dientes y mirarlo a los ojos fueron indicaciones perfectas para que el guerrero salvador del universo se diera cuenta. Su faz palideció, dejando la rama sin carne estática en el aire.

— Te comiste al… — No quería terminar la frase, pero la mirada del príncipe le confirmó su temor. — ¿Por qué lo hiciste? — preguntó preocupado.

— ¿No me digas que nunca has comido un humano? Su sabor en algo dulce. Pero solo sirven su hígado, riñones, corazón y cerebro. Todo lo demás no sirve, con lo que comen… — comentó como si fuera algo normal para él.

El joven agachó la cabeza suspirando.

— Si pero… No lo volví a hacer. Además, tenía que comerlo en el momento. Tenía que matarlo… No podría hacerlo — dijo en voz baja.

Vegeta bufó, mientras que el menor estaba alimentándose, él limpiaba el cuero del animal para después usarlo a la hora de dormir.

— Esa canción… Que murmurabas y la que yo cantaba hoy a la mañana… La escuché de ti, cantándosela a Trunks antes de irnos al Torneo... ¿Qué dice la letra? Porque sonaba triste… — se atrevió a preguntar notando al príncipe un poco perceptible.

El hombre de cabellos en flama dejó su tarea para quedarse quieto, mirando como las brasas se quemaban y soltaban chispas.

— Mi madre me la cantó el día en que ella se fue de misión. Sabiendo que no volvería… Ella sabía que moriría en esa misión… — su voz con melancolía penetraba los oídos del menor, quien sintió el dolor en carne viva. — Quería despedirse de mi sin que yo supiera que ella no volvería… — un suspiro y una sacudida de cabeza dieron por finiquitado la corta conversación.

— Perdona, yo no… — trató de disculparse tomando otro trozo de carne.

Una mueca de labios bastó para dar a entender que no siguiera, y no siguió.

Y así se mantuvieron, uno comiendo y el otro limpiando su futura cama. El sonido de las chispas era reconfortante, el silencio que se generó no era incómodo, todo lo contrario, si alguno emitía un sonido estropearía la armonía. Sus colas se mecían detrás suyas, demostrando la tranquilidad que poseían en ese momento sus dueños y portadores.

Goku terminó su comida y se recostó un poco contra la pared, observando como el Saiyajin mayor terminaba de limpiar el pelaje del enorme animal. En cierto modo le causaba gracia ver como el hombre de menor estatura quedaba casi por completo cubierto por la piel del animal al levantarla, hasta para él era grande.

Distinguió que el príncipe seguía con sus ropas húmedas, su cola debes en cuando pasaba por sus piernas estrujándolas para que las gotas que se acumulaban y reposaban en ellas cayeran, el procedimiento era inconsciente su cuerpo trataba de secarse por si solo. Pero para el menor esa vista no era más que provocadora, la cola marrón se enrollaba desde el inicio de los muslos hasta llegar al principio de la articulación de la rodilla, y esta misma se paseaba por la pierna subiendo y bajando, haciendo esto en las dos piernas dándole un aire provocador que no pasó desapercibido para el Saiyajin de clase baja.

Un pensamiento atrevido se le cruzó por la mente, si funcionaba tal vez esa noche podría dormir en la cama improvisada hecha de la piel del oso.

 

To be continued…

Notas finales:

Espero que les haya gustado!!

Ando un poco bajón, por temas de exámenes y personales. Pero no se preocupen, tendrán este fic.

No importa que solo tenga una review. Me será suficiente para seguir subiendo! *golpe en el pecho*

LA ENCUESTA SIGUE EN PIE...

Secreto. Este es el ante último capítulo del fic...

Sin más que decir.

Auf Wierdehersen!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).