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la cerveza de mantequilla ya no sabe igual por alex solano

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La rutina de Hermione comenzaba desde las 5:35 de la mañana. Como todo día entre semana, se levantaba de su tibia cama, directo al baño de los dormitorios de las chicas. Le gustaba tener el baño vacío y para ella sola. El cabello comenzó de dejar de ser problemas, cuando Ginny le mostro las maravillas del hechizo alisador de cabello con las pociones a juego. Nunca pelaría de nuevo con un cepillo otra vez. Tenia uno, de ceda suaves de crin de unicornio, ella misma lo hizo al recortar la melena larga de Filamina. Su vestir son el uniforme habitual, con la falda a la altura de sus rodillas negra, las medias veladas, los zapatos de charol pulidos, la camisa blanca de envidia, con el suéter de chaleco gris ratón encima, la corbata roja bien anudada. Le dio el toque con los gemelos rubíes, regalo de Ron de navidad pasada.

Y claro…hablando de pasado…

Su relación con Ron, no sabía ahora cómo definirla…

Se ajusto los encantamientos encima, por el frio de la llagada de invierno próxima. Se puso a modo de cortesía, el botón de calabaza encantado por parte de luna, habiendo una nueva costumbre en Hogwarts.

Con cuidado, cerro la puerta del cuarto, para no despertar a las demás. La sala común se mantenía caliente por la chimenea aun llameante. Liss Hale, como siempre aquella alumna estaba levantada a esa hora, leyendo cerca de la chimenea. Un breve saludo, y salió por detrás del retrato de la dama gorda, directo al comedor.

No sabia como calificarla ahora, su relación con Ron no podía ser mas perfecta, pero esa perfección es lo que la hacía sentir rara.

Apenas se sentó en el comedor casi vacío, un elfo apareció delante de ella. Amable, le pidió sus alimentos del día, con contenerse de regalarle alguna prenda, no quería escándalos tan pronto.

El pan de leche, con la mantequilla se veían deliciosos, el café con leche era atractivo, los omelets con queso eran exquicitos, buenos para el cerebro.

No tiene quejas por así decirlo de su noviazgo, pero había algo, que si lo ponía en una palabra seria…

Aburrido

Se sentía monótona, raro en ella, cuando hace parte del famoso trio dorado. Las cosas se han puesto tan habituales, que parece rutina y estricto los besos. No peleaban ya, no discutían, siempre estaba de acuerdo con ella; le molestaba eso muy en el fondo.

Había un no se que además de eso, lo tenia en la punta de la lengua.

-Malfoy, me pasas la sal-

-párate tú misma, no soy tu puto sirviente-

Claro que es también de rutina recibir algún insulto del rubio, podrían ser desde la entrada del desayuno, las 2:37, que puntuales se encontraban en la entrada de aritmancia avanzada, y desde luego, pociones los miércoles a las 4:27.

Si, Malfoy estaba de costumbre, con el uniforme pulcramente limpio, casi sin ninguna arruga. Desde su asiento sentía el olor suave de una fragancia, posiblemente mas costosa que todos sus útiles juntos. El cabello era mas libre de cualquier producto.

No será exagerada como los dos hombres que tiene de amigos. En su abstracción de pensamientos, se había percatado de una cabellera rubia en la mesa Slytherin. Y no se exaltaría, no claro que no, camino directa a la mesa de las serpientes, sentándose en su frente, pidiendo sus alimentos diarios.

Todo estaba en su itinerario, solo que, en vez de sentarse en su mesa tranquila, se ha sentado en frente del príncipe. Parecía como pan de cada mañana, pedir la maldita sal, y ser respondida de manera grosera.

Solo pidió la sal para iniciar la conversación mas incomoda de su vida.

Sin problema alcanzo la sal, esparciendo poca encima de su omelet.

-¿tarta de naranja?- señalo el postre completo en la mesa.

-toma un pedazo…-susurro distraído, ojeando un libro, que parecía muy viejo, decorado infantil mente. Otra anotación en su agenda de pendientes, parecía que Malfoy le gustaba los libros infantiles, asi como es usual sus berrinches.

Mastico con etiqueta el pedazo, ante la ceja arqueada del Slytherin. Si, ella tiene modales a la altura de las engreídas serpientes.

- ¿Dónde estabas? - pregunto, casual esparciendo la mantequilla en el pan.

- de aquí a sur, de este a oeste, donde no les importa-

-interesante, ¿Dónde estaba la cantina? ¿el sur? ¿el este? - mordió el pan, sin apuro.

-pero si los rumores vuelan, has hecho tu tarea, bien hecho libro con patas- exclamo fastidiado, tomando un sorbo de su té negro.

-ayer en Zonko, una persona dijo haber visto a un Malfoy en plena pelea de borrachos. Has caído bajo- menciono, soplando el café.

-al parecer, incluso personas como tú, tienen algo de Slytherin, muy dentro de tu estúpida perfección, ¿he de mencionar tu besuqueo con McMillian estando vulgarmente ebria?- mantuvo el temple, dándole otro sorbo a su taza.

- si Malfoy, todos tenemos algo de las cuatro casas, al igual que de serpiente rastrera como tú. Pero parece que eres puro, puro de oportunismo y maldad. ¿A dónde ha llevado la pureza de la sangre?  Parece que la moda es ser chandosos- no mostro cambio alguno en su rostro, mordiendo un pedazo de tarta de naranja.

El rubio apretó el álbum en sus manos, con la frustración que es cierto, y no tiene nada que debatir.

-no todos son así…- susurro, mirando a Aedus, que se revolvía el cabello desesperado en la mesa del profesora, con la pluma en la mano, haciendo una prueba escrita, bajo la supervisión de McGonagall.

-claro que no. Muy dentro de toda esa alma negra, debe estar al menos una mísera vela. Pero tu comportamiento no ha probado mucho lo contrario. Ahora, vas a tomar todos estos deberes, que muy amablemente hice junto a Harry, luego te pondrás al día sin renegar- saco de su bolso manos libres, una carpeta de manila muggle, con los pergaminos llenos de deberes, temas adelantar y fechas de exámenes.

El rubio recordo las palabras de lupino, y por primera vez ante los ojos de Hermione, los aceptos con gentileza, con el gracias en susurro de por medio. No dijo nada, siguió terminante su desayuno.

-¿Potter me ha estado buscando?- la pregunta sonó casual.

Hermione rodo los ojos, como la creyera estúpida.

-si, se estuvo por todo Hosmeague preguntando. Y claro, nos arrastró con el- vio de reojo las reacciones del slytherin.

Draco uso todo su autocontrol para disimular la emoción en su interior, viendo de reojo a las personas que iban llenando el comedor.

-Pásame la sal-

-no soy tu maldita sirvienta- respondió.

Draco se permitió que se le escapara una carcajada, y si, su orgullo da tanto, que no alcanzara la sal, y se comerá sus huevos revueltos así.

El pensar que Harry Potter estaba buscándolo le hizo sentir demasiado, que no tenia por donde coger primero. Aunque también debía considerar que podría ser el complejo de héroe ante los desamparados que tenía.

Tenía que tener algo en claro, no debía darse alas el mismo.

 

 

Harry al igual que Hermione, inicio su rutina, como siempre apurado al ver que no tendría mucho tiempo para estar listo para las clases de las 7. De un zapatazo antes de entrar al baño, levanto a Ron, que se quejaba.

Su rutina consistía en bañarse al azare, con unas enjabonas aquí, y agua en su cabello. No perdía tiempo en elegir sus zapatos, pero era día con Sprout, así que eligió unas convers. Su espejo era inexistente, así como el orden de su baúl, sacando lo que parecía por encima, los libros de hoy. Se adelanto, saliendo a la sala común, caminando deprisa, saludando a Neville, que repasaba para el examen de pociones de hoy. A medio camino al comedor, el acordarse de esa prueba fue como valde de agua fría, con la frustración comenzando de una vez.

Llego al comedor lleno, directo a su mesa, sentándose al lado de Seamus. Tomo los panes de mantequilla, masticándolos con rapidez. El jugo de naranja era perfecto para pasarlos enteros. Se permitió el lujo de tomarse el tiempo de comer aquella tarta de melaza intacta. Rebano sin forma la tarta con el tenedor, metiéndosela de una a la boca, disfrutando del sabor de manera audible, recordando lo que podía, los ingredientes del antídoto de Filtros muertos en vida.

Inexplicablemente Seamus estaba callado, hoy tocaba entrenamiento de Quidditch, normal que hable de las estrategias que propone para hoy, aunque el no estaba en el equipo actualmente.

Mientras masticaba, observo a Seamus, que señalaba murmurando con Dean, al otro lado del comedor.

Harry miro desconcertado a un Gryffindor sentado en la mesa de las serpientes. Eso era raro estos días, pero felicito mental mente aquel valiente estudiante por dar el primer paso, para la reconciliación, aunque no decía lo mismo los demás, que murmuraban traidora.

Quiso preguntarle a Hermione que opinaba, pero al su lado izquierdo no estaba ella. Volvió a mirar aquella estudiante que estaba dándole la espalda. ¿podría ser ella?

Le dio un trago enorme a su jugo de naranja, llenando sus mejillas como ardilla. Se paro de la mesa, caminando hacia la mesa de las serpientes. Si, era Hermione, leyendo tranquila como si pasara nada. Aun lado estaba Zabini, que parecía ignorar todo lo que podía del raro acontecimiento. A su frente alguien leía un libro grande, tapando su identidad.

-Hey, Hermione- saludo.

-Buenos días Harry- saludo, ojeando los pergaminos.

-¿esos son los deberes de él?- pregunto con cautela.

-si- murmuro distraída.

-nos levantamos con el pie izquierdo esta mañana, estas sentada en Slytherin - exclamo divertido.

-¿que se supone que significa eso?- el rubio quito el libro de su cara, mirando interrogante al moreno.

El moreno parpadeo sin creérselo, abriendo la boca con sorpresa. Viendo sin creerse que Draco Malfoy está sentado a su frente, mirándolo expectante, con los ojos grises tormenta esperando una respuesta.

Decir que fue un pez en vez del osado león frente de Malfoy, era como la peor pesadilla para cualquier Gryffindor. Zabini seguro que se relamía al ver su nueva característica animaga. Los de su casa, aunque muy disimulados que fueran, pegaban el ojo a quemar su espalda, esperando que algo estalle.

-¿volviste?- pregunto sin creerlo.

-no Potter, aun no, es mi proyección astral- rodo los ojos ante la pregunta.

-ok, admito fue una pregunta estúpida- se rasco la nuca.

Hermione de verdad que no imaginaba esa pasividad del león, pero todo era posible en este mundo de la magia.

-¿estás bien?—se arriesgo a una pregunta amable.

Draco se mordió la lengua ante de lanzar una respuesta sarcástica. Se había prometido cambiar un poco su comportamiento, aunque el habito era difícil de romper. Además… el león mayor había estado buscándolo, a una serpiente rastrera como el, sin recibir nada a cambio.

-se podría decir que si…- le hecho una mirada al álbum familiar en sus manos. Ahora mismo su respuesta no sonó tan convincente, teniendo en cuenta todo lo que esta pasando. La resolución poco a poco llegaba a su mente, aunque era muy confuso y temeroso.

Harry noto la inseguridad del Slytherin.

-¡muy bien! ¡todos a sus clases! ¡el desayuno ha terminado! - le anuncio de la directora le hizo brincar.

Draco suspiro, no comprendiendo nada, con el revoltijo en cabeza. Recogió sus cosas, tomando dirección a posiciones del viernes a las 7, con Gryffindor por supuesto.

Harry se contuvo en ir detrás de el, sabia que no era el momento de una confrontación, pero tenía tantas preguntas, y siendo sinceros, le importaba poco si debía tener un motivo. Pero como toda serpiente, si se siente arrinconada, puede morderte, mejorar esperar el momento.

El pánico que sintió cuando entro al aula de pociones le hizo recordar al examen de hoy. No había estudiado nada, y la verdad no hizo mucho esfuerzo en aprenderse todo lo que entraba en la prueba práctica.

Se sentó en su mesa pesado, con la resignación de que hoy no sería su día.

 

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Narcissa Black, era una mujer de clase, con la elegancia respirándose a su pasar. Aunque la vida aristócrata, de verdad podía ser demasiado exasperante. No podía ni siquiera rascarse la nariz, y menos correr, una dama siempre camina con tiempo.

Esas lecciones podían irse a la basura, nunca creyó que podía correr con tacones altos, pero lo hacía, huyendo de lo que podía ser la más estúpida decisión de su vida.

El matrimonio…

No era una chiquilla, ilusionada con la casita, los hijos y esposo que le trae flores. Esas mierdas eran más falsas que su virginidad. Compadecía las jóvenes de alta clase, que tenían tantas ilusiones con casarse con el joven elegido de su familia. Ella antes de comprometerse con Lucius, sabia en que se metía, ella lo veía en su tía Waburga black, su madre y matrimonio Malfoy de ese entonces. Ser la mujer de un hombre, era casarse con sus demonios.

El paso libre de su familia por toda Canadá, era o parir de nuevo en el país (cosa que no quiere pasar) o casarse con alguien nativo. Salió de aquella oficina de inmigración corriendo, con las cadenas de la argolla siguiéndola.

No conocía a nadie, y su apellido en Inglaterra estaba en el suelo. Era una mujer bien conservada, así que tener novio le costaría unos 5 meses, cosa que era mucho tiempo. Remus muy amablemente le ha dado informe de todo lo que pasa al otro lado del mundo. Casarse por convenio social y político, era cosa del pasado aquí en América, además que aún no conocía a alguien interesado en tener paso libre en Inglaterra, estando saliendo hace poco de una guerra.

No huía solo de la noticia de casarse, si no también de quien le ofreció de inmediato el anillo.

El tierno Lovegood…

Ese hombre era tan risueño como impredecible.

No tenia ni idea que fuera canadiense, nacido aquí, y criado en Londres mágico. En todos esos años nunca lo supo.

Lo peor, que estaba considerándolo mucho. Aquella propuesta era tentadora, su estadía en Canadá le quedaba poco, y no volvería con las manos vacías.

Draco le daría de seguro un ataque…

 

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Harry salió del aula con el aura negra por encima.

Fue un desastre, casi literal cuando casi hace explotar el caldero. Esa cosa negra burbujeante se llevaba el premio de lo que no debe hacerse, de seguro le daría envidia a la de Neville. Horacio le pregunto por su bajo desempeño, comparándolo en el pasado con el presente. Se obligo a cerrar la boca antes de responderle, con la culpa carcomiéndolo. No podía decirle que era porque no tenia el libro del príncipe mestizo, con el que casi mata a Draco en los baños.

Nunca había recibió un Sectumsempra, pero debía doler demasiado como para dejar cicatriz, el día que se las vio, escondido detrás del heno.

Hablando del rey de roma…

Se le veía caminar muy apurado por el pasillo, hasta perderse al girar en la esquina.

Claro que no guardaba su capa para este momento, no claro que no….

Ni tampoco el mapa, que ahora mismo veía la trayectoria del Slytherin, con el siguiéndole los pasos.

Menos el hechizo de silenciar sus pasos al darle alcance, casi trotando a su lado.

La torre de astronomía, algo típico…

El rubio se sentó contra la baranda en el suelo, sintiendo la brisa fresca en su espalda. Tiro el bolso a su lado, sacando el álbum de su interior.

-sé que estás ahí Potter- exclamo, mientras pasaba las páginas.

Harry abrió los ojos con algo de sorpresa, pero no esperaba menos del que tanto lleva acosándolo debajo de la capa. Sintió que ya era ridículo tenerla puesta, así que se la quito.

-como…

-tantos años en esto, que prácticamente puede sentirte dormido- se humedece el índice con la lengua, pasando las paginas amarillentas.

-quiero preguntarte- dijo sin rodeos.

-¿es sobre mi ausencia? no se porque no te alegras, debió ser una semana tranquila…-murmuro.

-no claro que no, ¿Quién se alegraría de eso? -

-Potter, no se si lo notaste, pero basta con leer en mi identificación mi apellido para odiarme- rodo los ojos.

Harry tuvo que aceptar que era realidad eso.

-¿Por qué me buscabas Potter?- pregunto, esta vez apartando la mirada de las fotografías, mirándolo.

¿Por qué lo buscaba? Ni idea. Desde su charla con Ron, se ha hecho la pregunta. Obvio que tenía un dirección específica, no el porqué lo buscaba, si no el porque ÉL lo buscaba.

-cuando lo sepa te lo digo- gruño.

-¿Qué clase de respuesta es esa?- arrugo la nariz.

-que no lo se Malfoy. Confórmate de una vez por ahora-

-idiota-

-estúpido-

-pelo palmera-

-Huron engreído-

-ok, no tengo ganas de jugar a las muñecas contigo ahora, te permití seguirme porque tenia algo que preguntarte, pero viendo que estas así…- suspiro fingidamente, haciendo amago de levantarse.

-¿Qué pregunta?- Harry pregunto curioso, ignorando la voz de su cabeza que había caído redondito.

-¿tus padres eran lo que se hacían llamar Merodeadores?-

La pregunta le extraño mucho para venir del rubio, muy pocos sabían de su existencia hoy en día.

-¿Quién te dijo de ellos?-

-eso no importa Potter, solo responde la maldita pregunta-gruño.

-no, mi padre lo era, mi madre no-

-¿el tal Peter era uno?-

-¿ese traidor? Si lo era, pero ya no…- arrugo el gesto al recordar el cambiante a rata.

-¿y Weasley era uno de ellos?-

-¿pero que mierdas quiere saber Malfoy?-

-de esos bromistas sin oficio por su puesto-

Harry tenía que invocar sus números mágicos de la calma en su mente, para no ahocar al rubio.

-¿Por qué mierdas quieres saber de ellos?- sieso sin entender.

Sabiendo que el moreno no diría nada más, a no ser que le diera una buena razón, le obligo a ceder su orgullo. Le tendió el libro viejo, ante la extrañes de los lentes. Unas cuentas ojeadas en las primeras páginas, y la cabeza le era todo un revueltico.

Eran fotos de un niño cualquiera, hasta que se le helo la sangre al reconocer a un Lucius al lado del Licántropo, sosteniendo aquel bebe de piel cremosa, con la pelusa rubia en su cabeza.

Miro alternadamente al rubio y luego a la fotografía en movimiento. Siguió pasando las paginas rápidamente, mostrando al niño rubio creciendo a tras vez de los años, con ropas finas, haciendo diversas actividades. De caminando sus primeros pasos, al comer con cubiertos, de caérsele su primer diente, a tocar el chelo.

-que mierda….- murmuro a la nada.

-ya lo sé….-

-¿Por qué me muestras tu álbum familiar? ¿Qué tu padrino no era Snape en vez de Remus? -

-de verdad si eres lento Potter…-se pegó la frente desesperado.

-oye, no comprendo nada…-

-¡el álbum es del Profesor estúpido, mira la última página!-

El Potter ofendido, paso a la ultima pagina del libro, murmuro por encima la descripción, pero volvió a leer una y otra vez, cambiando la expresión de su rostro, de una cansada de no entender nada, ha una de sorpresa pálida para su piel.

-¿Por qué Remus tendría fotos tuyas?- fue lo único que pregunto.

-eso yo mismo me lo pregunto, pero he llegado a una respuesta igual de escalofriante como tu peinado-

-¿y es…?- ignoro el insulto.

-podría ser mi padre- encogió de hombros.

-ya, no es una buena broma- se burló.

-hablo enserio Potter…-

-yo también, ¿Qué haces con su Álbum de todos modos? -

-el me lo dio. ¿el que tenga fotos de mi no te dice nada? -

-no sé, ¿es tu padrino? ¿familiar ultra lejano? -

-a no ser que sea un pedófilo, no lo veo otra explicación. -

Eso era un buen punto.

-que yo sepa eres casi igualito a tu padre, y mamá se llama Narcissa. ¿Cómo fue que tu naciste? -

-se nota la asquerosa educación de esos muggles en ti. Es obvio que es posible el embarazo masculino con magia. Los licántropos si no estoy mal, hay una clase que puede concebir, sin importar su género-

Harry iba a debatir esas ideas, pero recordó que era sobreviviente de una maldición asesina, así que, ver un hombre embarazado, seria lo menos raro en su lista. No podía contra esa lógica. Además de su beso con el.

-Remus no se enamoraría nunca de tu padre…-

-cuidado con lo que dices Potter. En todo caso, ¿Quién dijo que se necesita amor de por medio para follar?, ¿has visto todos esos casos de embarazo sorpresa y no deseado? Supongo que se olvidaron poderse condón y allí Sali.-

-pero Remus no lo haría…- se quería autoconvencer que no era cierto, el Slytherin había dicho muchas mentiras, ¿Por qué no seria este una de ellas? -¿Qué ganas tu con esto Malfoy?-

- ¿yo? Nada, ¿de qué me serviría esto?, absolutamente nada. Estoy en la mierda, si, pero aun así tengo mi fortuna, mi madre aun viva, mi padre muerto, con una propuesta de un viejo amigo de Snape de trabajo fuera del país. ¿crees que miento?, bájale un poco a esa paranoia, no todos somos una serpiente calva fea tras de ti. Lo que, si ofende, es que me consideres tan bajo para mentir en algo como esto. Repito Potter, ¿de qué me sirve mentir en esto? Si, de todos modos, en poco tiempo me iré de este basurero, y nunca volver-

Era buen argumento. no se le ocurría un buen motivo.

-espera ¿Cómo que te vas? ¿A dónde? - no hizo caso al latido rápido de su corazón al caer en cuenta de esa noticia.

-mis secretos Potter, ya te he dicho demasiado, confórmate con esto. Enfócate en mi maldita pregunta, ¿el Profesor Remus ha tenido más hijos o no? - pregunto hastiado.

-no, solo Teddy ¿contento? -

La situación era bizarra para pensarla. Aunque no seria la primera vez que le ocultaran algo.

El rubio se recogió el cabello de su frente, en modo pensativo, mirando el horizonte del cielo.

-mira, no creas que tampoco me tiene algo enfadado, después de todo, estamos hablando que, desde mi nacimiento, todo era mentira. -

Punto a favor, debió reconocer el Potter, sabia la sensación.

-mierda…-se tiro al suelo, riendo de lo loco de esta situación.

-sí, mierda…-concordó Draco, deslizando contra la baranda al suelo.

Notas finales:

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