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ABUSO
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CAPITULO 1: Comienzo
Nuevamente aquel moreno de ojos miel le guiaba hasta los vestidores de la Facultad.
Asustado y resignado el joven de preparatoria aceptaba lo que estaba por suceder, aquello comenzaba a hacerse costumbre…
Una o dos veces a la semana aquel deportista iba a buscarle, lo llevaba a los vestidores, le desnudaba y satisfacía sus deseos carnales. Comenzaba a cansarse de ello, de la manera tan brusca en que le penetraba, la violencia con la que lo besaba y la desconsideración, siempre era lo mismo, el gritaba, lloraba, le pateaba para que al menos bajara el ritmo, pero esto nunca sucedía, siempre terminaba con un insoportable dolor en su retaguardia y marcas en su cadera.
Era su muñeca personal
Otra vez se encontraba recostado sobre las frías baldosas del lugar, temblaba de frio y miedo, sentía a aquel chico posicionarse arriba de él, listo para entrar sin preparación previa.
El menor, tomaba su camisa del suelo y se disponía a morderla a callar sus gritos una vez el vaivén diera comienzo…
¿Desde cuándo? ¿Cómo es que había caído tan bajo?
Todo comenzó poco después de haber sido transferido a ese colegio en Japón, no hizo amistad con nadie, tampoco es como si se esforzara en ello, no le importaba, las personas le parecían estorbosas, estúpidas, siempre estaba solo. Y ese fue el motivo, el nunca estar acompañado, el quedarse hasta tarde en la biblioteca, el ser diferente y atractivo al resto.
Una noche, cuando se disponía a ir a su casa, aquel moreno lo interceptó, le violó, abusó de él. El albino estaba destrozado, desecho, quería hacerle pagar, vengarse, pero, aquel deportista de ojos miel no eran tan idiota ni benévolo como aparentaba.
Esa noche lo grabó, todo, sus gritos, su llanto, la manera en que le pedía que se detuviera. Le amenazó con mostrar aquel video, con subirlo a la red si él decía algo.
¿Qué pensaría su padre? ese gran empresario italiano, ese hombre multimillonario que se ganaba el respeto y devoción de todo, que diría al ver aquel video de su único hijo varón gritando, llorando como una niñita mientras era violado por no haber podido defenderse.
De por sí, sentía como su padre lo odiaba, lo culpaba de la muerte de su madre cuando lo tubo ¿Qué sería capaz de hacerle si veía tal cosa?
Le tenía más miedo a su progenitor, que al moreno de ojos miel sobre de él.
Si… así fue como comenzó todo.
Sentía aquel par de manos sostenerle con fuerza la cadera, tratando de evitar que el menor callera por la violencia de sus movimientos, obligándole a continuar con el pecho sobre el piso y el trasero levantado.
El chico sometido solo mordía su camisa con más fuerza, esperando que su agresor se corriera en su interior de una vez, que le llenara lo antes posible y así terminar con la sesión de aquella tarde, poder darse una ducha, cambiarse y volver a su casa.
De esta manera, una vez solo entre aquellas cuatro paredes… derrumbarse, llorar en el piso de su apartamento mientras se lamentaba por ser tan débil
-Hayato…-
Escuchó al chico gemir, decir su nombre roncamente para después sentir como le llenaba.
Como si nada hubiese ocurrido, su violador se levantaba, acomodaba sus pantalones y se marchaba, dejándolo ahí en el piso, después de todo, ya había terminado con él.