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El regalo por zandaleesol

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Título: El regalo

Personajes: Remus/Sirius Harry/Sirius

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de propiedad de J.K. Rowling. Solo los tomo prestados para divertirme con ellos. No percibo ningún beneficio económico.

Advertencia: Universo Alterno. Tríos, otras.



Capítulo 4.


Finalmente había obtenido lo que tanto deseó. Mientras caminaba de regreso a la sala común pensaba en lo sucedido. Acababa de salir de la habitación privada de su padre. Devolvió la túnica a su lugar y también la capa de invisibilidad. Por la mañana, James no recordaría nada. Si le preguntaba, simplemente diría que había bebido más de la cuenta y que le llevó a su cama y le dejó ahí profundamente dormido. El plan resultó de maravilla. No tenía nada de qué preocuparse.


Solo anhelaba estar en su cama, cerrar los doseles y poner un hechizo silenciador para dar rienda suelta a los recuerdos de todo lo que su padrino le hizo sentir. Ahora comprendía mejor que nunca a su progenitor. Sirius era el hombre más fogoso y apasionado que podía existir, había vibrado más allá de lo posible con la sesión de sexo de aquella noche.


Se sentía feliz, pero también triste porque el maravilloso momento vivido jamás volvería a repetirse. Sabía que no tendría valor para hacer aquello una vez más. No sería sensato, daba gracias de que ni Sirius ni Remus se dieran cuenta. Se había jugado el todo por el todo y salió victorioso, con eso debía conformarse y guardar lo que sentía por su padrino en un lugar muy secreto de su corazón.


Cuando cruzó el retrato de la Dama Gorda, la sala común ya estaba desierta. Subió las escaleras hacia el cuarto y se alegró de que todos estuviesen dormidos. Con sigilo se fue al cuarto de baño y después de quedar completamente desnudo se dio una hojeada de pies a cabeza en el espejo de cuerpo entero, sin querer cerró los ojos y rememoró los lugares donde habían estado las manos de su amado padrino esa noche, aquello bastó para excitarlo. Con prisa se puso el pijama y se fue a la cama. Cerró los doseles con un hechizo y murmuró un «Silencius».


A tientas en la oscuridad, se quitó el pantalón y apretó su miembro con fuerza, este dio un tirón que le provocó un escalofrío y, mientras se mordía los labios, rosó la hendidura de la punta con suavidad, imaginando que era la rosada y caliente lengua de Sirius la que jugueteaba en aquella zona tan sensible. Deslizó su puño cerrado alrededor de su carne con cierta brusquedad, recordando a su vez, el sonido de las caderas de su padrino golpeando contra su trasero mientras se hundía hasta lo más profundo, asestando con cada embestida un golpe a su próstata, haciéndole vivir el paroxismo del placer físico. Se vino larga e intensamente. Lamentó que no ocurriese del mismo modo cuando fue penetrado por Sirius de aquel modo sublime. Pero el nerviosismo y la ansiedad le pasaron la cuenta. Sin embargo, no se quejaría de que no fuese más extenso el orgasmo. Nada podía quitarle la felicidad vivida y las sensaciones quedarían ensambladas en su mente por el resto de su vida.


Esa noche, por primera vez en mucho tiempo, durmió sin aquel peso doloroso en el corazón, aunque su amor seguiría siendo no correspondido, por lo menos su más anhelado sueño lo había convertido en realidad.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Remus se removió un poco. Sirius tenía una mano puesta en su cadera. Sonrió al recordar el modo en que su esposo le había poseído, no una vez, sino varias durante la noche. Sentía satisfacción al saber que era capaz de despertar el lado más salvaje y apasionado de Sirius. Él era todo lo que el animago necesitaba. La pasada noche, al ver la conexión que se produjo entre James y Sirius sintió algo de celos, incomodidad, pero luego de la marcha de su amigo, al quedarse a solas con Sirius entendió que el lazo que les unía era tan fuerte, tan intenso que nada podría hacerlo tambalear, ni siquiera la apasionada entrega de James.


Se acomodó suavemente de la cama. Eran casi las siete, y a pesar de la noche agitada igual despertó temprano. El domingo no era obligatorio para los profesores desayunar en el Gran Comedor. Le alegraba porque después de aquella larga noche de sexo, estaba agotado. Necesitaba una ducha, en su cuerpo estaban las huellas de los orgasmos de Sirius y los propios. Y aunque era agradable en el momento más intenso sentirse bañado por la esencia de Sirius, pasada la lujuria y todo lo demás era bastante incomodó. Se fue hacia la ducha sigiloso. No pasaron muchos minutos hasta que sintió llegar a Sirius.


-Puedo ayudarte… creo que necesitas alguien te jabone la espalda -susurró el animago con tono sensual.


Remus sonrió. Hacer el amor en la ducha le gustaba tanto o más que hacerlo en la cama y, Sirius lo sabía.


-Te advierto que no me bastará con que me enjabones la espalda.

-Cuento con eso.


Sirius se introdujo en la ducha. No podía existir un mejor modo de comenzar el día. Estaba loco por Remus. Siempre fue así, desde que eran estudiantes, nunca tuvo ojos para otro y jamás los tendría.


-Te amo -susurró el animago mientras buscaba con ansiedad la boca de su esposo.


Remus vibró con solo percibir la crecida erección de Sirius. No le importó saltarse los preliminares de los que tanto disfrutaba. El espacio de la ducha no daba mucho para ellos. Prefería que Sirius fuese al punto de inmediato. La mañana le resultaba especialmente apropiada para que el animago le poseyera una vez más. Era la mejor forma de comenzar un nuevo día.


Sirius recorrió con la mano la húmeda espalda de Remus y sin detenerse llegó a la zona que más interés le despertaba. Besando la boca del hombre de ojos dorados, deslizó un dedo hasta la entrada y sin encontrar mayor resistencia comenzó la preparación. No se tomó demasiado tiempo en aquella tarea, Remus ya gemía de un modo que le volvía loco. Medio minuto después ya le tenía de cara a la pared, rogando por ser poseído de una vez. Se introdujo de una sola estocada. Escuchó a Remus gemir audiblemente. Sonrió, de vez en cuando a su amado le gustaba el juego rudo. Le sujetó las caderas y comenzó a embestir despacio, sabía lo que eso provocaría en el hombre de ojos dorados.


-¡Por Merlín! Sirius… aaaahhh… sí… Hmm… síííí… aaahhh.

-¿Te gusta así…amor? Sé que sí… ahhh…. Amor… eres único para mí. Eres tan cálido… tan dulce… mi vida quisiera estar dentro de ti para siempre…

-Hmm… Si… Sirius… sí yo también quiero tenerte dentro de mí siempre… no te detengas nunca… sigue así para siempre.


Aun con los sentidos embotados por el placer que experimentaba, Sirius no dejaba de repetir cuanto amaba al hombre de ojos dorados, en tanto éste, con gemidos y balbuceos incoherentes le juraba su amor eterno. Estaban por llegar al clímax.


-Sirius… ya no puedo más -gimió el de ojos dorados.


El animago sin dejar de embestir, apartó la mano de la cadera y buscó la ardiente erección de su pareja y masajeó con fuerza por un minuto. Sintió la convulsión del cuerpo de Remus como propia, se dejó ir también, su propio volcán explotó y no pudo hacer nada más que gritar mientras se vaciaba por completo.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


El nuevo día finalmente había llegado. Al abrir los ojos recordó lo sucedido en la noche. No fue un sueño, pensó el chico de ojos esmeraldas. En realidad fue poseído por su padrino. Se quedó un rato recordando lo vivido. Naturalmente que su erección creció de golpe. Comenzó a preocuparle un poco el que su instinto se despertara cada vez que lo recordara. Tenía que controlarse, no fuera a ser que sufriera un percance por causa de su mente calenturienta y Sirius se diese cuenta, o peor, que lo hiciera Remus. Se fue al baño para tener un momento a solas, pues necesitaba un poco de autosatisfacción, ese sería el único modo de controlarse un poco más.


Al regresar al cuarto, Ron que era el compañero cuya cama estaba pegada a la suya, le preguntó que por qué se había levantado tan temprano, era domingo y habían celebrado hasta tarde, el triunfo de Gryffindor en el Quidditch. Y luego preguntó dónde estuvo, pues no participó en la fiesta. El moreno solo se limitó a responder que había estado con su padre y sus amigos hasta muy tarde. Le pareció que no era necesario elaborarle una gran mentira a su pelirrojo amigo.


Al bajar hacia la sala común, Harry se encontró con Hermione y Ginny, la hermana pequeña de su amigo Ron. Las chicas, pese a celebrar hasta tarde como todos los demás igual se levantaron, pues no querían perderse el desayuno. Harry se fue con ellas al Gran Comedor. Al llegar, lo primero que hizo fue darle una rápida mirada a la mesa de profesores. Como ya esperaba no estaba ni su padrino ni Remus. Por lo general los fines de semana se quedaban en sus habitaciones privadas, no se les veía por el Gran Comedor en toda la jornada. Por eso se sorprendió en grande cuando les vio llegar. Sirius se veía especialmente feliz. Se preguntó el chico si esa felicidad se debería a lo que ocurrió en la noche. Su padre aún no llegaba, tal parecía que el efecto de la poción que le dio a beber aún le duraba. Hizo un esfuerzo por apartar su mirada del objeto de su deseo y por fin comenzó a desayunar.


Pasados unos minutos llegó James y tomó asiento al lado de Sirius tal como hacía en los días de semana. Desde ese lugar buscó a Harry con la mirada y le sonrió. Una punzada de culpa oprimió el corazón del muchacho. Sentía un poco haber usado a su padre para cumplir su fantasía, pero tampoco se sentía tan culpable como para arrepentirse. Lo que le hizo sentir Sirius fue tan maravilloso que no podría lamentarlo jamás, aunque lo deseara.


-No pensé que vería a Harry levantado tan temprano, seguro que la celebración de anoche fue en grande -comentó James, mientras daba un sorbo a su café.


Sirius esbozó una sonrisa maliciosa.


-Sin duda que Gryffindor ganara la copa por séptimo año consecutivo es razón suficiente para celebrar de modo especial, tal como lo hicimos nosotros anoche -respondió Sirius..


James asintió con toda la inocencia del mundo, dándole la razón, pues no podía imaginar que al hablar de «celebración en grande» Sirius se refería al hecho de que le había tenido en su cama, recibiendo sus certeras estocadas, o por lo menos era lo que Sirius creía que había ocurrido.


Antes de que acabara el desayuno Harry se marchó del Gran Comedor, diciendo a las chicas que iba por su escoba y que volaría un poco en el campo de Quidditch. Ellas se miraron y sonrieron, pensando que Harry deseaba aprovechar al máximo aquel campo que tantas satisfacciones deportivas le había brindado a la casa de los leones. Pero la verdad era que el moreno no soportaba ver a su padre y sus dos amigos riendo y hablándose con aquella complicidad de la que él nunca sería parte.


-¿Qué harás hoy? -preguntó Remus a James, una vez que acabaron de desayunar y salían del Gran Comedor.

-Hmm… no lo sé -respondió el de ojos castaños con sinceridad -. Supongo que terminaré de revisar algunas redacciones y luego almorzaré con Harry como todos los domingos. Y ustedes qué planes tienen.

-Iremos a Hogsmeade y almorzaremos allá -respondió Remus -. Podrían Harry y tú unírsenos más tarde.

-No sé, le preguntaré. En todo caso ustedes saben muy bien como divertirse sin mí -dijo James.


Sirius dejó escapar su risa estridente.


-Es cierto -coincidió el animago -, pero contigo, la diversión adquiere un significado muy especial, James.


El hombre de ojos castaños sonrió sin entender a Sirius. Luego se alejó por un pasillo, prometiendo que se verían más tarde.


Remus vio alejarse a su amigo, sintiéndose un poco incómodo. A su parecer James actuaba como si lo ocurrido durante la noche no hubiese tenido importancia para él. Era como si James hubiese utilizado a su esposo para satisfacer una necesidad. No quería sentirse molesto, pero lo estaba.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Llegó la hora del almuerzo y Harry no se presentó. Sin embargo James no se preocupó por ello, atribuía a ese cambio de rutina a la celebración de la pasada noche. Pensó por un momento ir a Hogsmeade, pero luego lo desechó. Sus amigos también tenían derecho a pasar tiempo a solas, eran una pareja. Él no podía estar en medio de ellos todo el tiempo. Se enfrascó tanto en su trabajo que las horas volaron y solo apartó los ojos de las redacciones cuando su estómago dio un gruñido. Era casi la hora de la cena. Harry no había ido a verle en todo el día.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Cuando a la hora de la cena Harry entró al Gran Comedor y no vio a su padre ahí, tampoco a sus amigos, sintió una punzada en el estómago. No había ido a verle en todo el día. Aunque no sentía arrepentimiento por usar a James como medio para lograr su objetivo, no podía lamentarse porque lo que le había hecho sentir su padrino fue grandioso, aunque igualmente algo muy parecido a la culpa se retorcía en su estómago y a medida que las horas avanzaban ese sentimiento se iba haciendo más intenso.


Debió esforzarse para que la comida entrase a su boca. Sabía que estaba muy silencioso y Hermione ya le dirigía miradas interrogativas.


Tenía que ver a su padre. Lo había evitado toda la jornada y si continuaba así, despertaría sospechas. Por otra parte, presentía que su amiga deseaba someterle a uno de esos interrogatorios tan habituales en ella. Era mejor escaparse. Se despidió rápido de sus amigos y salió del Gran Comedor en dirección hacia las habitaciones privadas de su padre. Al llegar, James le recibió con una amplia sonrisa.


-Pensé que ya no vendrías, parece que la celebración fue hasta altas horas de la noche -reconvino el hombre con tono cariñoso, mientras se apartaba de la puerta para dejarle entrar.


Harry pensó: «Ni te lo puedes imaginar».


-Sí, bueno era de esperarse, este fue el último partido de Quidditch que jugué para Gryffindor.

-¡Y fue genial! -exclamó feliz James -. De seguro que los perdedores no olvidaran jamás esta derrota, realmente te luciste.

-Gracias papá.

-Estaba recién pensando que tú y yo deberíamos tener una celebración -dijo James mientras conducía a su hijo hacia el sofá.

-¿De veras?

-Sí.

-¿Ahora mismo?

-No, no ahora. Ya has celebrado mucho hoy. Estaba pensando que el próximo sábado deberíamos salir juntos. El mes que viene estarás muy ocupado estudiando para los finales y posiblemente yo esté cargado de trabajo también.

-Sí, me parece una gran idea -aceptó el chico de ojos esmeraldas mientras se sentaba.

-Pensaré en algún sitio donde podamos ir, hace mucho que no tenemos un tiempo a solas.

-Sí, es cierto, nos hará bien.

-Debo aprovechar estos últimos dos meses… después harás tu vida y todo será diferente.

-Papá, siempre estaré contigo.

-No será así Harry. Es lógico que busques tu propio camino -dijo el hombre de ojos castaños con cierta tristeza.

-Sí, buscaré mi camino, pero no te abandonaré.

-Harry, no te preocupes por mí, estaré bien -dijo James palmeando la espalda de su hijo -. Además, aquí estarán Sirius y Remus para hacerme compañía.


Harry asintió, desviando la mirada hacia las crepitantes llamas de la chimenea. Pese a que había cumplido su fantasía con Sirius, no dejaba de sentirse celoso, al imaginar el tipo de compañía que su padre obtendría de parte de sus dos amigos.


-¿Qué sucede? -preguntó James.

-Nada.

-Estás seguro? Te noto algo desanimado.


Harry hizo un esfuerzo y sonrió.


-Estoy bien, solo cansado.

-Duerme aquí esta noche.

-¿En tu cama?

-Sí, qué tiene de malo. Hasta poco antes de entrar a Hogwarts dormías conmigo, lo recuerdas.

-Claro que me acuerdo, pero tenía once años… dentro de dos meses cumpliré dieciocho.

-Y eso qué. No por eso has dejado de ser mi hijo. Para mí siempre serás mi pequeñito -concluyó James con tono meloso.

-¡Papá!


James se echó a reír.


Harry también rio, la oferta de su padre era tentadora, si dormía ahí, no tendría que soportar las miradas y preguntas de Hermione.


-Me quedo.

-Genial. Puedes usar uno de mis pijamas.

-Sí, gracias… tomaré un baño antes, necesito relajarme -dijo Harry y enseguida se levantó y caminó hacia la habitación.


James sonrió con ternura paternal. Después que Harry cerró la puerta del cuarto, se levantó del sofá para servirse un whisky de fuego. Estaba en eso cuando escuchó golpes en su puerta. Dejó el vaso en el aparador y fue a abrir.


Sirius le sonrió ampliamente y sin esperar invitación entró a la habitación seguido de Remus.


-¿Y cómo estuvo el paseo? -preguntó el de ojos castaños.

-Muy bien -dijo Sirius -, pero igual te extrañamos, no es así Remus.

-Sí, por supuesto -respondió el licántropo con una sonrisa medio forzada que pasó inadvertida para los otros dos.

-Yo estuve casi todo el día revisando redacciones -dijo James mientras regresaba al aparador y servía dos vasos más.


Remus, poseedor de sentidos muy agudos en su calidad de licántropo, percibió la mirada que James recibió de parte de Sirius. Este último le repasó de pies a cabeza con algo en la mirada, algo que el hombre de ojos dorados identificó como deseo. Sirius estaba recordando lo sucedió la pasada noche. Los labios de su esposo se abrieron sin querer al observar a James de espaldas, aquello no era otra cosa que anhelo. Una violenta punzada golpeó su estómago. Se dijo que no debía sentir celos, pero era imposible.


James regresó junto a sus amigos sin percatarse de las miradas de Sirius y menos de los celos de Remus. Bebieron en silencio.


Sirius terminó antes que los demás su whisky de fuego y dejó el vaso en la mesa lateral. James se había sentado a su derecha, mientras Remus estaba a la izquierda. El licor lo envalentonó un poco así que se dejó llevar y se permitió acariciar la pierna de James de un modo muy sugestivo.


James lo miró un poco sorprendido y también incómodo.


-¿Qué haces? -preguntó el de ojos castaños dando una mirada hacia la puerta de la habitación.

-No tiene nada de malo -respondió Sirius con una sonrisa.

-Harry está aquí, en el cuarto… se quedó a dormir conmigo.

-¿En serio? -preguntó un tanto sorprendido Sirius -. No está un poco crecido para dormir contigo.

-No tiene nada de malo, es mi hijo y dentro de poco dejará la escuela para siempre -respondió James.


En ese preciso momento Harry, con solo con una toalla anudada a la cintura salió del cuarto y se quedó de piedra al ver a Sirius y Remus sentados en el sofá junto a su padre. Los recuerdos de la pasada noche lo invadieron de golpe. Y su rostro de tiñó de un rojo intenso.


-Hola Harry -saludó Sirius con una sonrisa -, así que dormirás en la cama de tu padre.


El muchacho sintió una punzada en el estómago. El comentario de Sirius lo descolocó un poco. Era como si su padrino estuviese reclamándole porque iba a ocupar una cama que seguramente había hecho suya muchas veces.


-No hagas caso de las tonterías de Sirius -dijo James a su hijo -. Eso no tiene nada de extraordinario.

-Estoy de acuerdo -dijo Remus -. James es libre de meter a su cama a quien desee.


Sirius miró con sorpresa a Remus.


-Eso me ha sonado bastante mal -dijo James.

-Sirius y yo nos marchamos -anunció Remus -, es tarde y mañana damos clases a primera hora.


Sirius asintió y dejó el vaso en la mesa lateral, luego se levantó.


-Que duermas bien James, nos vemos mañana. Adiós Harry -se despidió Sirius.


Harry vio marchar a su padrino con cierta melancolía. Era difícil no pensar en lo sucedido la pasada noche y mucho menos desear que se repitiera.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Mientras caminaban hacia su habitación, Remus y Sirius iban en completo silencio, pensando en diferentes cosas. Sirius experimentó algo extraño en el estómago al recordar el joven y bien formado cuerpo de su ahijado, cubierto por aquella minúscula toalla. No se había percatado de lo grande que estaba Harry. Su cuerpo dejaba entrever que ya era todo un hombre. Y un hombre atractivo además, no pudo evitar pensar el animago. Sin embargo, se golpeó mentalmente, no podía tener esa idea sobre el chico, que además era el hijo de su mejor amigo.


Su mente pasó de golpe del hijo al padre. James estuvo increíble la noche anterior, totalmente lujurioso. No resultaría fácil olvidar las sensaciones que le había provocado, fue como si lo único que deseara James en su vida fuese ser poseído por él. Y no podía mentirse, le dejó con ganas de más, de repetir aquel momento. Tal parecía que su mente calenturienta le estaba pasando la cuenta, porque en ese momento una idea loca golpeó su cerebro. Él, en una amplia cama de sábanas de seda con James y Harry, completamente desnudos uno a cada lado.


Pero de pronto recuperó la lucidez y se recriminó por tener tales ideas. Con esos pensamientos no hacía otra cosa que traicionar a Remus, a quien se suponía amaba locamente. No volvería a pensar en James de tal manera, por mucho que lo ocurrido le hubiese fascinado. Y por supuesto mucho menos volvería a dejar que se colaran a su mente ideas sobre su ahijado. Por mucho que Harry se hubiese convertido en un chico atractivo no tenía derecho a pensar en él de ese modo.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


James no sabía cómo se le había pasado el día. Parecía que a medida que se acercaba el final de curso, las jornadas transcurrían más rápidamente y no alcanzaba a hacer todo lo que precisaba. El viernes siempre era un gran día, porque le permitía pensar que tendría un fin de semana para relajarse, pero ahora, los rollos de pergaminos apilados sobre su escritorio le recordaban que tenía muchos trabajos que calificar aún. Estaba realmente cansado, lo único que deseaba era que llegara pronto la hora de la cena y después poder marchar a su habitación a disfrutar un poco de tranquilidad.


Salió del aula para ir al Gran Comedor. Después de la cena regresó otra vez al aula y luego de pasar casi dos horas revisando redacciones, decidió ponerle fin a ese día. Se fue a su habitación. Después de tomar un baño vistió su pijama y se deslizó entre las sabanas, entregándose con deleite a un reparador descanso.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Un mes después


Al despertar, pese a saber que le esperaban sobre su escritorio un montón de trabajos que aún no calificaba, se sintió animado. Sirius y Remus le habían invitado a almorzar en Hogsmeade ese día. Se levantó con presteza y fue a tomar una ducha. Media hora después regresó a la habitación para vestirse. Abrió el armario y observó las túnicas colgadas. Por lo general el día de semana usaba clásicas túnicas negras para dar clase, pero el fin de semana le gustaba lucir más alegre. Recorrió con la vista y finalmente se decidió por una túnica de color azul. Una vez listo y antes de salir de la habitación, tomó su varita que estaba en la mesa de noche y la introdujo en el bolsillo interior de la túnica.


En un acto maquinal revisó el otro bolsillo y su mano dio con un frasco. Arrugó el ceño. No recordaba haber guardado ninguno en ese sitio. Lo sacó y luego de mirarlo un tanto desconcertado, decidió abrirlo con cuidado. Era extraño, no solía llevar encima pociones y menos dejarla olvidadas en los bolsillos de sus túnicas. Su asombro fue de proporciones cuando se dio cuenta de que ese frasco contenía restos de poción Multijugos, aunque en evidente estado de descomposición. Aquello le preocupó sobremanera. Se trataba de una poción de uso restringido. Entonces vino la pregunta de rigor. ¿Cómo había llegado eso al bolsillo de su túnica?


Estaba seguro de no haber puesto ese frasco ahí. No quería dar rienda suelta a su imaginación, pero el asunto era preocupante. Volvió a guardarlo y se fue a desayunar al Gran Comedor. En cuanto tomó asiento en su lugar, y dirigió sus ojos hacia Sirius y Remus, estos supieron qué algo sucedía. No por nada conocían a James desde los once años Remus, y mucho antes en el caso de Sirius. Intercambiaron una mirada entre ellos. Por supuesto que trataron de simular delante de sus colegas y el desayuno transcurrió de un modo normal.


Antes de dejar el comedor para ir a sus respectivas aulas, James les susurró a sus dos amigos.


-Podrían venir a mi habitación privada a la hora del almuerzo, necesito hablar con ustedes.


Remus arrugó el ceño y miró Sirius.


-¿Sucede algo James? -el primero en preguntar fue Remus.

-Me temo que sí, y además es complicado, por eso debemos hablar en privado.


Sirius trató de imaginar de qué podía tratarse. Qué podía haber ocurrido cómo para que su amigo se viese tan preocupado ¿Se trataría de Harry? Pero no había oído nada, esa semana había sido muy tranquila en general, sin problemas entre alumnos, los chicos estaban tan llenos de trabajo con eso del final de curso que no tenían más tiempo que para estudiar. Era raro. Pese a la preocupación se fueron a sus respectivas aulas, prometiéndole a James que justo a la hora del almuerzo estarían en la habitación de éste.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


James se paseaba nervioso delante de la chimenea de la sala que precedía a su dormitorio. Apretaba en su mano el frasco que había descubierto en su túnica esa mañana. De pronto las llamas de la chimenea se pusieron de color verde y crepitaron fuertemente, al segundo siguiente el primero en salir de entre ellas fue Sirius con el rostro visiblemente preocupado, le siguió Remus un segundo después.


-Ya estamos aquí ¿Qué sucede James? Nos dejaste realmente preocupados -dijo Sirius.


Remus solo asintió con la cabeza, pero sus ojos reflejaban lo mismo que los del animago.


James sin querer dar rodeos, pues sabía que tratándose de sus dos amigos era innecesario, abrió la palma de su mano y mostró la botella que ocultaba.


-Denle un vistazo a esto -fue todo lo que dijo.


Remus arrugó el ceño sin comprender, pero tomó la iniciativa y quitó de la palma de James el pequeño frasco.


-¿Qué es esto? -preguntó mirando con atención el frasco.

-Ábrelo -respondió James -, y verás.


Remus obedeció. Lo llevó hasta su nariz y lo olfateo, se apartó con un gesto de desagrado y miró a James.


-Esta descompuesto, pero sin duda diría que se trata de restos de poción Multijugos.

-Exacto -concordó James.


Sirius alzó la ceja y arrebató el frasco de la mano de Remus para dar su opinión también.


-Es cierto -aportó el animago -, una poción de uso restringido en Hogwarts. Parece que tenemos a un alumno bastante astuto ¿A quién se lo requisaste? -acabó preguntando Sirius.

-No se lo quité a ningún alumno. Lo encontré dentro de mi túnica esta mañana cuando me la puse.


Los dos hombres le miraron bastante desconcertados.


-¿Lo dices en serio? -preguntó Remus sin comprender.

-Por supuesto. Estaba en este bolsillo -indició el ojos castaños señalando el bolsillo interior.

-Eso no tiene sentido -dijo Remus -¿Cómo llegó ahí?

-Es lo que intento explicarme. Jamás en mi vida he preparado una Multijugos. Además, ¿a quién querría suplantar?


Remus guardó silencio e intentó concentrarse para encontrar una explicación a ese misterio.


Sirius también se quedó mirando a James, preguntándose qué pasaba, le dio una mirada a la túnica y entonces recordó. La noche de aquel sábado en que Gryffindor ganó la copa de Quidditch por séptima vez consecutiva, James vestía una túnica de ese mismo color. No era el tipo de hombre que solía poner atención a esos detalles, pero esa noche sucedieron cosas algo extrañas, aunque después simplemente no les dio más importancia. Sí. Era la misma túnica. James esa noche se presentó sorpresivamente en la habitación de ellos y repitieron lo sucedido aquel día de febrero, aunque la actitud mostrada por James esa noche fue totalmente diferente a la anterior. No se mostró tímido, por el contrario se veía ansioso. Y entonces vino a la memoria del animago otro detalle de esa noche, que al calor de la pasión simplemente no analizó demasiado. A diferencia de lo sucedido en febrero, esa noche James ofreció su cuerpo para que él lo tomara, y cuando lo hizo no pudo evitar pensar que no sentía a su amigo como se suponía que debía ser alguien que nunca pasó por eso antes. James no le pareció todo lo estrecho que se suponía debía ser un virgen y además se acopló con facilidad a él, sin dar muestras de incomodidad ni dolor.


De pronto Sirius se sintió mal, el aire escapó de sus pulmones. La siguiente vez que vio a James después de esa noche, no vio en los ojos castaños nada especial. No como la primera vez, en que James se veía sinceramente abochornado por lo sucedido y hasta debieron tranquilizarlo, asegurándole que lo ocurrido no cambiaría ni un ápice la amistad que los unía. James no estaba ni incomodo ni avergonzado después, simplemente porque no fue él quien pasó la noche con ellos. Ese frasco con restos de poción Multijugos era la prueba más concluyente. Para James no existió aquel segundo encuentro, porque simplemente no fue él quien los visitó esa noche. Tenía un horrible presentimiento al que no quería darle forma concreta, pero aun así, debía preguntar.


-James… qué hiciste la noche en que celebramos la final del Quidditch -preguntó sin más.


Remus arrugó el ceño, sin comprender porque su esposo preguntaba aquello.


James, le miró desconcertado, sin entender porque Sirius le hacía esa pregunta, a su parecer no venía a cuento.


-¿Qué hice? Bueno… cené con Harry… y después supongo que me fui a la cama… la verdad bebí más de la cuenta esa noche, no me acuerdo de mucho.


Remus al oír esa respuesta miró sin comprender a James.


-Merlín santo -murmuró Sirius, pero no lo suficientemente bajo como para que los otros dos no alcanzaran a escucharlo.

-¿Qué sucede Sirius? -preguntó Remus sin comprender, para él las cosas no tenían la claridad que había llegado hasta el animago.


Sirius no pudo responder. Ni siquiera podía mirar a Remus a los ojos, menos a James. Esa noche el que estuvo en sus brazos no fue su amigo del alma, sino Harry, su ahijado. La certeza de la verdad lo golpeó con brutalidad. Una sensación horrible lo invadió. Ya no pudo continuar ni un segundo más en la habitación, salió a toda carrera, dejando a un James asombrado y a Remus completamente nervioso, que intentó detenerlo sin éxito.


Los pasillos desiertos le permitieron caminar con más prisa. Llegó a las rejas de Hogwarts y en cuanto las cruzó tomó su forma animaga del gran perro negro y corrió por el sendero hasta perderse de vista.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Cuando recuperó su forma humana, estaba agotado. Había corrido una gran distancia. No se levantó del suelo, se quedó acurrucado junto a un árbol sin moverse. No quería pensar, pero era imposible dejar de hacerlo. Un horrible sentimiento de culpa le carcomía hasta el alma. Un dolor le atenazaba la garganta y se preguntaba por qué Harry había hecho aquello, no entendía cómo había podido llegar tan lejos. No quería imaginar lo qué diría Remus cuando supiera la verdad y, James. A su amigo le daría un ataque. Porque ellos iban a enterarse, no era capaz de ocultarles algo así. Además, después de cómo se puso luego de que James les contara lo que había encontrado en el bolsillo de su túnica, era imposible esconder nada. Aquello sería un desastre total y absoluto, no tenía dudas de ello.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Ningún alumno había visto salir a Sirius de la escuela, por lo tanto no fue difícil que Remus inventase que estaba indispuesto y que debido a eso, por la tarde no daría sus clases. Harry experimentó un pinchazo de preocupación, pero no más que eso al oír la noticia de boca de sus compañeros. Aprovecharía esas horas libres para ponerse al día en otras materias que tenía retrasadas.


A la hora de la cena, no vio en el comedor a su padre ni a Remus, dedujo que estarían junto a Sirius. Más tarde iría a la habitación de él para preguntar cómo se encontraba, esperaba que no fuese algo serio.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Efectivamente Sirius estaba en su habitación, había regresado a la escuela apenas media hora antes. Se encontraba sentado en el sofá, frente a la chimenea apagada en completo silencio.


Remus le observaba también silencioso, con los brazos cruzados y apoyado de costado en la chimenea. Esperaba que Sirius le explicase que estaba ocurriendo, porque eso ya lo tenía claro, sucedía algo y era muy serio, y además tenía que ver con James y Harry.


-Me dirás por fin qué sucede, ¿por qué saliste de esa manera? Pasaste horas fuera y luego regresas y te sientas ahí y aún no dices una palabra, ¿acaso quieres volverme loco?

-No -dijo Sirius sin despegar la vista de la alfombra.


Remus cambió de postura y se acercó un poco al hombre de negros cabellos.


-Entonces dime qué sucede ¿Es qué no confías en mí? Soy tu esposo.


Sirius sabía que dar más rodeos no serviría de nada. Era mejor asestar el golpe de una vez.


-Me acosté con Harry -declaró sin más, con un tono sin matices.


Remus le miró sin comprender.


-¿Qué has dicho? -preguntó con tono suave.

-Me acosté con Harry -repitió Sirius -, tuve sexo con Harry… con mi ahijado, el hijo de mi mejor amigo.


A pesar de lo clarificadora que era la respuesta del animago, aún Remus no entendía. Pero esa incapacidad para comprender solo se prolongó por un segundo más, después vino la claridad total. Sintió como si acabasen de darle un golpe en el estómago que le dejó sin aire por un instante. Buscó apoyó en un sillón de brazos altos y a tientas se sentó. Estaba aturdido, no sabía que sentía, ni siquiera podía pensar. Pasó casi un minuto o tal vez fue más tiempo, no podía precisarlo. Y entonces una pregunta se formó en su cerebro, aunque en realidad no tuvo certeza de si podría verbalizarla. Pero lo hizo.


-¿Cuándo? ¿Cuándo te acostaste con Harry?


Sirius tardó un segundo en responder.


-Tú sabes cuándo, estabas ahí.


Aquella respuesta sumió al hombre de ojos dorados en la perplejidad e incomprensión totales.


-¡Qué yo estaba ahí! ¿Qué demonios te sucede Sirius? ¿Te has vuelto loco?

-Sí, creo que me volveré loco. Loco de culpa, de vergüenza…

-¿De qué hablas? Por favor, explícate, no entiendo nada.

-Remus, eres inteligente, pensé que te darías cuenta por sí solo.

-Sirius, te lo suplico, dime qué pasa.

-Esa noche en que James vino aquí, la noche de la final del Quidditch, no era él. Era Harry que había bebido poción Multijugos. No recuerdas la túnica que llevaba esa noche. Era azul, la misma que vestía hoy James.


Remus se quedó perplejo. Ahora que lo Sirius lo explicaba lo comprendía por fin.


-Lo sentí diferente, ahora lo comprendo. Harry suplantó a su padre, ¿cómo es posible? ¿Cómo se atrevió a llegar tan lejos? ¿Por qué? “dijo el licántropo.

-Es lo que quisiera saber.

-Por Merlín, cuando James lo sepa.

-No lo sabrá -dijo categórico Sirius.

-¿Qué?

-No podemos decirle lo que hemos descubierto.

-Eso es imposible, encontró la botella en su túnica, no se quedará tranquilo.

-No lo sabrá, no puede saberlo. Es que no lo entiendes Remus, si llega a comprender lo que ha pasado será el fin para él. No soportará saber que sus amigos se acostaron con su hijo.

-No lo sabíamos. Además tú fuiste quien se acostó con él, recuerda que a mí me excluyó.

Sirius miró al hombre herido de culpa.

-Ahora comprendo tantas cosas, Merlín, como fui tan estúpido, cómo no me di cuenta, Remus.
-¿Cómo íbamos a imaginar algo semejante? Harry hizo algo horrible.
- No puedo creerlo, no puedo… tendrá que darnos una explicación.

”¿Y eso cambia algo? Nada puede cambiar, ya está hecho, sucedió y… Merlín, ¿por qué Harry nos hizo esto?


Remus se levantó y dio vueltas por la pequeña sala. Poco a poco comenzaba a crecer la furia dentro de él. Harry había irrumpido en la intimidad de ellos de un modo brutal, sin permiso, sin ser invitado, como un ladrón que toma algo que no le pertenece. Los recuerdos de esa noche comenzaron a hacerse más precisos. Ahora entendía mucho de lo sucedido, cosas extrañas que no pudo explicarse en el momento. Recordó la sensación de sentirse excluido esa noche, nada fue como en febrero, no se sintió participe de la experiencia en esa ocasión, percibió que esa noche James solo deseaba a Sirius, no a él. Ahora comprendía.


-¡Pues yo quiero tenerlo en frente y que me diga por qué lo hizo! -gritó Remus con tono furioso -. ¡Qué me diga cómo se atrevió a tener sexo contigo frente a mis narices el muy bastardo!


Sirius se tomó la cabeza con aire acongojado. Estaba tan impactado con lo que había comprendido que ni la furia de Remus le podía sacar de ese estado de perplejidad. La culpa se hacía más intensa a medida que recordaba lo sucedido esa noche. Había disfrutado del cuerpo de un James que no era James, y aunque sabía que no se había aprovechado de su ahijado y que además no fue él la primera vez de Harry, no encontraba nada en que atenuase su culpa.


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