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El regalo por zandaleesol

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Título: El regalo

Personajes: Remus/James/Sirius Remus/Harry/Sirius

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de propiedad de J.K. Rowling. Solo los tomo prestados para divertirme con ellos. No percibo ningún beneficio económico.

Advertencia: Universo Alterno. Tríos. Otras.




Capítulo 3.


La relación de Harry con su padre y los amigos de éste, no volvió a ser la misma. Deseaba lo contrario, pero era inevitable no sentirse decepcionado. Durante los siguientes días evitó acercárseles y ya no le importaba lo que pensaran al respecto.


Sirius había hecho lo posible por sonsacarle algo. Pero Harry no dijo ni media palabra. Aunque aún estaba enojado y dolido con Sirius, el hecho de que el hombre insistiera en buscarlo para hablar le provocaba una sensación maravillosa en el estómago. El que se sintiera decepcionado, no disminuía ni un poco el amor que sentía por su padrino.


Había pasado una semana desde que le planteara a Hermione el tema de la poción Multijugos. Y cuando ya comenzaba a pensar con frustración en que su amiga no cedería, su suerte cambió. Se dirigía al entrenamiento de Quiddich, cuando escuchó a la chica llamarlo. Se volvió a ella con rostro serio.


-¿Qué sucede Hermione?

-Bueno… creo que tienes razón Harry.

-¿Sobre qué?

-Desde nuestro primer curso juramos estar unidos y ayudarnos siempre.


El corazón de Harry dio un brinco.


-Sí, así fue.

-Soy tu amiga, y los amigos se ayudan sin importar los riesgos -luego de un breve pausa la chica agregó -. Lo haré.

-¿Qué? -exclamó Harry con deseos de saltar de felicidad.

-Eso. Si es tan importante para ti, preparé esa poción.

-¿De veras lo harás? -preguntó el chico exultante.

-Sí. Pero antes debo conseguir los ingredientes, y no será fácil.


Harry no pudo reprimir su impulso y abrazó a la chica sin importarle que estuvieran en medio del vestíbulo.


-Yo te ayudaré.

-Algunas cosas se pueden conseguir en el callejón Diagon.

-Por el costo no te preocupes, tengo mis ahorros.

-Bueno, hay ciertos ingredientes que son de uso restringidos y por lo mismo no se le venden a cualquiera que los pida.

-¿Cuáles?

-Son esenciales para la poción.

-¿Tienes alguna idea de cómo podemos conseguirlos?

-En el armario del profesor Baker, obviamente.

-Eso sí será difícil. No podemos ir y pedírselos así nada más.

-Tenemos que conseguirlos de algún modo.

-Supongo que deberé robarlos.

-Harry, esto será serio, lo comprendes ¿cierto? Si nos descubrieran…


El muchacho sonrió.


-No temas, sé cómo entrar en el despacho del profesor Baker, sin que él se dé cuenta.

-Por Merlín, me he vuelto loca -murmuró la chica.

-Hermione, asumiré toda la culpa si algo sale mal.

-Eso no cambia el hecho de que estoy siendo tu cómplice. Pero ya dije que lo haría.

-¿Qué te parece si nos reunimos después de la cena?

-Pero debe ser en un lugar privado, nadie puede enterarse de lo que estamos planeando.

-Pensaré en un sitio seguro.

-Bien, luego nos vemos.


Harry sintió un ramalazo de miedo mezclado con emoción. Con la ayuda de Hermione lograría cumplir su sueño.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Cuando Hermione habló de los ingredientes que necesitaría e insistió en lo difícil que sería conseguirlos, Harry recién recordó que la capa de invisibilidad de su padre quizá no fuera tan fácil de conseguir esta vez. Era probable que James hiciera demasiadas preguntas, pues no había un motivo de peso para desear ser invisible. Además en esos días evitó un poco al hombre de ojos castaños, y de pronto ir así nada más y pedírsela quizá despertaría alguna sospecha.


Pero tampoco pretendía echarse atrás ahora que había conseguido la ayuda de Hermione. Esa misma noche visitaría a su padre y pediría la capa alegando que tenía una cita amorosa.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Después de la cena James se reunió con Sirius en la sala de profesores. Intercambiaron impresiones con respecto a Harry y lo extraño que estaba en esos días. No había querido darle mucha importancia a la conversación un poco extraña que sostuvo Sirius con Harry, y la evidente hostilidad de éste último según palabras de su amigo. Aunque Harry había asegurado no tener novio, James estaba convencido de que su hijo salía con alguien, pero como era muy reservado al respecto prefería ocultarlo. Era seguro que alguna contrariedad de orden amoroso era lo que tenía a su hijo con el carácter un tanto agrio. No le dio más vueltas a la idea y decidió olvidarlo.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Esa noche se presentó Harry en el despacho de James. Los sentimientos hacia su padre no eran muy diferentes a los de días anteriores, pero estaba dispuesto a ignorar la pesadez que oprimía su corazón al recordar aquella escena de su progenitor dormido en medio de sus dos amantes. Era necesario, si deseaba conseguir la dichosa capa de invisibilidad.


James se mostró alegre al ver que su hijo regresaba al despacho tras unas cuantas noches de ausencia.


-Me alegra que vinieras Harry, debo confesar que me has hecho falta -dijo James con una sonrisa cálida y sincera.


Harry sintió un ramalazo de culpa. James ignoraba los sentimientos que él tenía por Sirius, no era enteramente culpable de su sufrimiento. Pero el muchacho de ojos esmeraldas solo era un adolescente después de todo, difícilmente podía pensar y sentir con sensatez. En ese momento el hombre sentado frente a él más que ser su padre era un rival. Y era extraño este sentimiento de Harry, pues no tenía la misma visión con respecto a Remus que era el esposo de Sirius, al hombre de ojos dorados Harry le reconocía todos los derechos sobre su padrino, no así a su padre. Por mucho que Remus estuviese de acuerdo en esa relación de tres.


-Siento no haber venido antes, pero ya sabes cómo es esto, apenas restan unos meses para el final del curso y los profesores nos dejan mucho trabajo.

-Claro que lo sé. El último curso es difícil sobre todo por los exámenes finales. Pero yo confió en tus capacidades, Harry.

-En general me ha ido bien.

-Estoy seguro que al salir de aquí tendrás muchas ofertas de trabajo debido a tus buenas calificaciones. Pero supongo que no has desechado la idea de jugar Quidditch profesionalmente.

-Me gusta mucho, pero también me gusta Defensa.

-Ser auror es una buena posibilidad.

-Sí, pero hay que estudiar tres años más.

-Es cierto, pero es una profesión muy respetada.


Harry se quedó en silencio.


-Estoy seguro que cualquiera sea la profesión que elijas seguir, te destacarás.

-Pero aún tengo tiempo para decidir.

-Por supuesto.


Harry decidió ir de lleno al asunto que lo había llevado al despacho de James.


-Papá, necesito pedirte un favor.

-¿Cuál? -preguntó James, despegando apenas los ojos de su labor.

-¿Podrías dejarme la capa esta noche?

-¿Para qué la necesitas? -preguntó el hombre mayor.

-Tengo una cita -mintió el muchacho.

-¿De veras? -preguntó James con visible regocijo -¿Quién es? ¿Es de Gryffindor?

-No, de Ravenclaw.

-Chica o chico.

-¡Papá!

-Está bien, no preguntó más. Solo recuerda las reglas.

-Sí, nadie debe enterarse de la existencia de la capa, lo sé. No te preocupes seré cuidadoso.


Harry esperó un tiempo que consideró prudente luego de que James le entregara la capa, no deseaba demostrarse ansioso en exceso, aunque lo estaba. Su padre no podía sospechar siquiera el fin para el cual sería utilizada aquella valiosa posesión. Con paso decidido se encaminó hacia las mazmorras que era donde estaba el aula de pociones, en el mismo lugar el profesor Baker tenía el almacén de pociones. Esperaba encontrar los que su amiga le había indicado que eran necesarios para la poción Multijugos. No eran comunes, pues a los alumnos no se les enseñaba a prepararla, así como otras tantas pociones consideradas peligrosas, que según había escuchado decir una vez a Remus que eran materia especifica en el curso de auror.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Tal como lo esperó el despacho del profesor estaba sellado con un hechizo. Se acomodó en el piso, cubierto por la capa de invisibilidad. Sabía que el profesor Baker esa noche tenía ronda en los pasillos. En días anteriores había estudiado la rutina del hombre, así que sabía que volvía a eso de las once. Solo era cuestión de saber esperar, cuando eso sucediera se colaría sigiloso hacia el interior del despacho, no era tan difícil.


Sería mucho más complicado obtener los ingredientes que le había pedido Hermione. Pero no se echaría atrás por nada del mundo. El objetivo final valía todos los peligros del mundo, inclusive castigo si es que la suerte le era esquiva y era descubierto.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Tras un largo rato, en que inclusive echó una cabezadita, escuchó los pasos resonando en el suelo de piedra. El profesor ya estaba de regreso en el despacho. Se levantó con cuidado para que la capa no se resbalara.


El profesor Baker era un hombre rechoncho con cara amable. Y realmente era amable, pero el muchacho de ojos esmeraldas estaba seguro de que cuando se enojaba podía asustar tanto o más que el director Dumbledore. Por nada del mundo debía ser descubierto.


Había hechizado sus zapatos para que no emitieran ruido en el suelo de piedra. El profesor Baker era un hombre confiado, por lo tanto al entrar a su despacho no tomaba mayores precauciones, razón por la cual no le resultó para nada difícil a Harry colarse al interior.


Una vez dentro el profesor se acomodó en el sillón tras su escritorio y ordenó meticulosamente los pergaminos que tenía encima. Después echó una rápida mirada en derredor para cerciorarse de que todo estaba en su sitio. Cuando se sintió conforme sonrió y se dirigió a la puerta del fondo donde tenía sus habitaciones privadas.


Harry soltó el aire de los pulmones. Ahora era cuando debía tener más cuidado que nunca. El menor ruido despertaría las sospechas del profesor. Lo primero que hizo fue poner un hechizo insonorizador a todo el despacho. Luego se despojó de la capa de invisibilidad. Con la lista en la mano se acercó a los estantes y comenzó a buscar lo que necesitaba.


No sabía si el profesor mantenía esos ingredientes con algún orden específico. Así que comenzó a leer las etiquetas de los que estaban en la parte superior. No tuvo suerte. Pero imaginó que si eran ingredientes de uso restringido era posible que el profesor no los mantuviera a simple vista. Dio una mirada a conciencia al lugar otra vez y entonces se fijó en un estante que se apartaba de los demás. La esperanza renació otra vez.


Intentó abrirlo pero no pudo. Pensó con frustración que era posible que tuviera algún hechizo de protección. Intentó el Alohomora, pero no tuvo éxito. La sensación de fracaso ya comenzaba a ser presa de su ánimo. Entonces decidió pensar en alguna contraseña que le pudiera servir para abrir el armario. Era difícil, en realidad casi imposible, podía intentar miles de palabras y no dar con la correcta. Tal parecía que su plan no era tan brillante después de todo. Pero ya estaba ahí y no se conformaba con la idea de renunciar justo cuando había conseguido que su amiga preparase aquella poción tan difícil.


El ruido de una puerta abriéndose le obligó a cubrirse con la capa de invisibilidad. El profesor Baker vestía un camisón de dormir y venía en busca de un frasco que estaba guardado justamente en aquel armario. Harry casi dejó de respirar para poder oír la contraseña que abría el dichoso armario. Por más que aguzó el oído no sirvió de nada. Sin embargo el corazón le latió feliz al darse cuenta de que el profesor no volvió a poner el hechizo sobre la puerta del armario. Solo debía esperar a que el hombre se retirara a dormir y buscar lo que necesitaba.


Y así lo hizo. El corazón le martilleaba en el pecho a mil por hora mientras leía las etiquetas de los ingredientes guardados en el armario. Eran dos los ingredientes específicos que debía tomar y los encontró. Esperaba que el profesor no notara demasiado pronto la merma en los frascos. Hizo aparecer dos frascos extras y ahí puso un poco de cada ingrediente. Estaba empapado en sudor cuando caminó hacia la puerta. Aún no podía cantar victoria. Solo cuando estuviese de regreso en la seguridad de la sala común de Gryffindor volvería a respirar otra vez.


El camino de regreso a la torre nunca le pareció más largo que esa noche. Pero cuando cruzó el retrato de la dama gorda, el corazón se le apretó, pero de felicidad. En la sala común habían pocos alumnos la mayoría se había ido a dormir y los que aún estaban levantados eran casi todos de cursos mayores. Hizo un esfuerzo por no mostrarse en exceso feliz aunque lo estaba. Silencioso se acercó a la mesa donde sus amigos Ron y Neville jugaban una partida de ajedrez mágico.


Antes de irse a dormir le comunicó a Hermione que ya tenía los ingredientes más embarazosos de la poción. La chica se quedó boquiabierta, tal parecía que dudaba del éxito de Harry en la búsqueda de esos ingredientes tan dificultosos. Asombrada reiteró su promesa de preparar la poción. Tardaría un mes en estar lista así que Harry debía avisarle para cuando la necesitaría, pues debía ser utilizada en plazo corto de tiempo.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Los meses pasaron lentamente para Harry. Finalmente la fecha elegida para llevar a cabo su plan recayó en el día 9 de mayo. En esa fecha tendría lugar la final del Quidditch. Al chico le pareció el día más propicio, pues contaba con que ganaría esa final tal como sucediera los últimos seis años. En medio de la euforia de la celebración sería más que oportuno cumplir su sueño. Podría buscarle con mayor facilidad una distracción a su padre para esa noche y luego tomar su lugar entre Sirius y Remus. Lo que aconteciera después no le importaba mucho, pues dejaría Hogwarts para siempre tras la graduación.


Llegó el gran día en que la chica le entregó una botella de poción, con la advertencia de que no debían pasar muchos días sin que la utilizara. A partir de ese momento el chico se puso a idear fría y detalladamente el modo en que llevaría a cabo su plan. Debía elegir el momento más adecuado para tomar la poción, no sin antes asegurarse de que su padre no saliera de sus habitaciones privadas. Era primordial que nadie le viese rondar por Hogwarts esa noche, pues no sería fácil explicar la presencia de dos James Potter.


Porque estaba seguro que su plan debía realizarlo al amparo de la noche. Mientras todos durmieran dentro del castillo él se colaría a la habitación privada de su padrino e iría directo al asunto. Tenía a su favor el hecho de que tanto James como Sirius ignoraban que él había descubierto el secreto que le ocultaban. Para el mundo fingían ser los mejores amigos, pero en la intimidad eran amantes.


La única duda que le asaltaba al chico era no saber cómo debía comportarse con respecto a Remus. No sentía nada por él, era solo el amigo de su padre y no creía que pudiera despertarle algún sentimiento especial. Era Sirius quien hacía latir su corazón a mil por hora y poblaba de sueños húmedos sus noches. Pero suponía que si Remus había aceptado compartir a su esposo, también recibiría los favores de James. En todo caso los detalles desconocidos de la situación solo los aclararía durante la noche en que ejecutase su plan.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Harry estaba nervioso desde hacía muchos días. Debía confiar en que su plan tendría el final que deseaba. Estaba consciente de que todo podía fracasar a pesar de las providencias tomadas. Pese a ello debía hacer lo posible por cumplir su mayor sueño. Esa idea le daba fuerza y valor cuando una molesta vocecita le decía que su actuar no era bueno en ningún sentido. Enterraba esta voz bajo capas de inconsciente egoísmo. Nunca tendría sosiego en su alma sino tenía a Sirius aunque fuese solo una vez.


Muchas veces pensó en confesarle a su padrino los verdaderos sentimientos que tenía por él, pero esa intención quedaba trunca en cuanto lo tenía en frente, pues Sirius le miraba con el orgullo y afecto siempre. Muchas veces su padrino había dicho que veía en él al hijo que nunca tendría.


El deseaba ser para Sirius todo menos un hijo.


Había llegado el momento de tomar lo que deseaba, esa oportunidad no se presentaría dos veces.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Aquel sábado en que se jugaba la final del Quidditch, toda la escuela estuvo revolucionada desde las primeras horas de la mañana. Ese juego era más importante que la de los años anteriores, pues para los dos capitanes de los equipos de Gryffindor y Ravenclaw, era el último partido en la escuela que los acogiera por siete años.


James se sentía especialmente nervioso por su hijo. Sin decirle nada a Harry, había organizado una celebración, para en caso de que el chico ganara la final como todos esperaban. La fiesta sería una pequeña reunión de cuatro. Sirius y Remus estaban invitados naturalmente. Sabía que la sala común de Gryffindor también haría lo suyo, teniendo en cuenta que para Harry y los demás chicos del equipo, aquella sería la última oportunidad para celebrar juntos.


Esperaba que Sirius compartiera su opinión, para Harry era muy importante lo que su padrino pensara. A veces le daba por creer que su hijo quería tanto a Sirius que hasta le daba más importancia a su opinión que a la de él que era su padre.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Harry supo que su padre había preparado una celebración privada. Esto le facilitaría las cosas, la oportunidad era perfecta. Tomaría el lugar de James esa noche y concurriría a la habitación privada de Sirius. Al llegar diría que Harry no asistiría, pues estaba celebrando con sus amigos. Como sabía de antemano su padrino se sentiría decepcionado ante su ausencia y James, de modo muy oportuno, buscaría el modo de levantarle el ánimo.


Estaba seguro que Sirius y Remus no dejarían pasara al oportunidad y propondrían una celebración especial, estaba seguro de que Sirius no se negaría a una petición suya.


El único punto que le hacía temer un poco era la inevitable presencia de Remus. Su padre llevaba un asunto de tres, y era imposible excluir al hombre de ojos dorados. No le quedaría más remedio que asumir la situación. En todo caso Remus era muy atractivo así que estaba convencido de que no sería un sacrificio de su parte.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


En la sala común de Gryffindor, muchos quedaron algo decepcionados al ver a su héroe del Quidditch, abandonar la fiesta, aunque esto no les impidió seguir celebrando, especialmente a los de séptimo año. Harry caminó algo nervioso por los pasillos de la escuela en dirección a la habitación de su padre. Rogaba porque todo saliera como lo había planeado. Se suponía que James y él esperarían la llegada de Sirius y Remus para celebrar los cuatro. Sin embargo habría un inesperado cambio de planes del que los tres hombres mayores no se enterarían jamás.


Al llegar a la habitación de su padre, respiró hondo. Estaba más nervioso de lo que hubiese creído. Tenía que tranquilizarse pues un pequeño error podía echar todo a perder. Tocó la puerta con suavidad. A los pocos segundos el rostro de un James sonriente se presentó ante él.


-Harry, adelante, pensé que tardaría más -dijo el hombre de ojos castaños.


El muchacho correspondió a la sonrisa de su padre y se adentró en la habitación.


-Cómo quedaron los chicos en la sala común, me imagino que algo decepcionados.

-Mucho. Pero comprendieron, eres mi padre y no puedo dejar de venir.


James notó algo extraño en el tono de Harry, parecía nervioso.


-Espero no haber arruinado nada importante.

-Hmm… o no nada de eso -respondió Harry dando una mirada a la mesa que su padre tenía dispuesta ya con copas y varios licores, incluyendo whisky de fuego.

-Harry… si tenías algún plan para esta noche…

-No te preocupes papá, nada que no pueda hacer en otra ocasión -dijo Harry con un tono calculadamente decepcionado.


Las alarmas de James despertaron.


-Harry, qué pasa, ¿habías quedado con alguien?


El muchacho no contestó enseguida. El estómago le dio una vuelta al notar el tono preocupado de su padre.


-No te preocupes, nada importante.

-Harry, tal vez debamos dejar esta reunión para otro día. Ahora me doy cuenta de que no debí imponerte esta celebración con Sirius y Remus. Eres joven y tienes derecho a estar con gente de tu edad.

-Me gusta estar con ustedes.

-Lo sé, pero creo que ahora mismo preferirías estar divirtiéndote con tus amigos de Gryffindor.


Harry sintió algo de culpa.


-Igual quiero celebrar contigo -dijo el muchacho.

-Está bien, brindaremos por tu triunfo de hoy, pero después volverás con tus amigos -dijo el hombre y se volvió hacia la mesa -. Me imagino que celebraremos con algo fuerte. Ya eres mayor de edad.

-Claro.


James sonrió y vertió whisky de fuego en dos vasos y le tendió uno a su hijo.


-Gracias -murmuró el chico apenas. Bebió con lentitud. No era la primera vez que bebía Whisky de Fuego.


James lo observó con una sonrisa y bebió del suyo.


-Bueno ahora puedo decir con propiedad que mi hijo es un adulto.

-Sí, realmente lo soy -dijo el muchacho -. Y espero que no lo olvides papá.

-¿Por qué iba a olvidar que eres un adulto? -preguntó James algo desconcertado.

-Porque los padres tienden a olvidar eso.

-No es mi caso -respondió James caminando hacia el sofá -, tengo demasiado claro que ya eres mayor y libre de decidir tu vida.

-Me tranquiliza saber eso.


James miró al muchacho extrañado.


-Harry, ¿sucede algo? Estas un poco extraño esta noche.

-Nada de eso, soy el mismo de siempre -respondió el chico con tono calmo.


James se había acabado su trago y Harry vio en ello la oportunidad que necesitaba.


-¿Otro trago?

-Por qué no -dijo James.


Harry aprovechó que le daba la espalda a su padre y deslizó su mano hasta el interior de su túnica. Aquella poción dejaría al hombre durmiendo por largas horas. Puso dos gotas, con eso bastaría, luego le tendió el vaso.


James bebió con toda confianza y mientras Harry le hablaba sobre el partido de Quidditch de aquel día, comenzó a sentirse somnoliento. Sin darse cuenta siquiera tras unos cuantos minutos estaba dormido como un tronco.


Sin pensarlo más Harry levitó el cuerpo de James hasta la habitación y lo puso en la cama. Sin permitirse sentir culpa procedió a cortar un cabello de su padre y rápidamente lo puso dentro del frasco de poción que le entregó su amiga. Lo bebió, dejando un poco en la botella. Tenía claro que tal vez necesitaría por lo menos unas tres horas con la apariencia de James. Se miró al espejo y se impresionó por el resultado. Su amiga era un genio.


Se dirigió al armario y sacó una túnica de James. Se quitó su ropa y luego de reducirla de tamaño la guardó en un bolsillo. Se vistió con premura. A su padre procuró dejarlo lo más cómodo posible. Cerró la puerta con un hechizo que por la mañana dejaría de funcionar así su padre no se encontraría encerrado cuando despertara.


Salió al pasillo y luego de echar un vistazo se encaminó hacia la habitación de su padrino. Los nervios se acrecentaron al encontrarse frente a la puerta. No podía permitirse fallar, así que se armó de valor.


Fue Sirius quien abrió la puerta y se sorprendió un poco al verle ahí. De inmediato le dejó pasar y le preguntó por Harry. Dio la explicación que ya había ideado y se sentó en el sillón sin esperar invitación. Imaginó que si su padre era amante de sus dos amigos desde hacía años se comportaba con ellos sin formalismo alguno.


-Harry canceló la celebración -aventuró Sirius.

-Sí. Quería estar con sus amigos… es lógico.

-Vete acostumbrando James, ahora que termine sus estudios tomará su propio camino -advirtió Sirius.

-Tengo la impresión de que estás deprimido igual que en San Valentín -dijo Remus sentándose al lado de su amigo.


Harry miró al hombre algo desconcertado.


-No tengo motivo para estar deprimido -contestó Harry.

-James, James… no puedes engañarnos, te conocemos muy bien -dijo Sirius sentándose al otro lado de Harry -. Quizá estés necesitando que te levantemos el ánimo.


Harry no contestó. Sin embargo quiso creer que Sirius tenía un modo especial de levantarle el ánimo a su padre.


-No sé…


Sirius sonrió ladino. Luego comenzó a acariciar el muslo de quien creía era su mejor amigo.


Harry se tensó pese al placer que le produjo aquella caricia.


-Remus, creo que nuestro amigo necesita un tratamiento especial esta noche -dijo Sirius sin dejar de mirar a James.


Se hizo un silencio. Harry estaba tan nervioso que no sabía que contestar y desvió la mirada porque el modo en que le miraba Sirius le hacía estremecer.


-Sí, creo que sí -dijo Remus posando su mano en el hombro de quien creía era su amigo de toda la vida.


Harry por instinto quiso huir, no deseaba a Remus precisamente, aunque era atractivo a más no poder. El hombre le sonrió gentil y luego depositó un suave beso en sus labios. Sin siquiera darse cuenta el muchacho entreabrió los suyos y esto bastó para que el hombre de ojos color miel deslizase con confianza absoluta su lengua al interior de la boca del chico.


El muchacho estaba impactado. Jamás imaginó que Remus fuese así de intenso y que besara de modo tan exquisito. Y aunque sus fantasías no estaban dirigidas al hombre en especial, no por eso dejó de excitarse en grande y gimió de un modo que a Remus le resultó delicioso.


Harry ni se dio cuenta de que el beso le bastó para correrse. Fue Sirius quien se lo hizo notar.


-¡Por Merlín! ¡James! Estás hecho todo un adolescente.


El muchacho miró su entrepierna y enrojeció.


-No te preocupes, es casi lógico que te suceda -murmuró Remus con una sonrisa -.Ya sabemos que ha pasado tiempo desde la última vez que has recibido la atención que precisas.


Harry lo miró sin saber que decir.


-Vamos al cuarto de una vez -propuso Sirius -. James necesita que le demos un tratamiento con urgencia.


Harry no dijo nada, se dejó conducir silencioso, sin oponerse.


La habitación era amplia y acogedora. Harry intentó mostrarse confiado, pues se suponía que James había estado ahí muchas veces. Caminó hacia el espejo de cuerpo entero que estaba en un rincón. Se encontró con los ojos castaños de James y por un segundo se cuestionó si valía la pena hacer aquello. Después de todo él no era su padre como creían Sirius y Remus. Todo lo que obtuviera esa noche no sería para él en realidad, quizá se había equivocado al pensar que no le importaría no ser la persona a la que su padrino realmente deseaba. No sería su nombre el que se escaparía de los labios de Sirius esa noche.


Durante una fracción de segundo pensó en dar pie atrás. Pero fue en ese instante cuando Sirius le rodeó por la cintura y se estremeció al sentir el aliento del hombre rozando su oído.


-Ya decía yo que era esto lo que te hacía falta -murmuró su padrino.


Harry perdió la capacidad de pensar. Se dio la vuelta y echó los brazos al cuello de su padrino y le besó con ansiedad.


-Sí, me hacías falta… no te imaginas cuánto -murmuró el chico.


Si algo a Sirius le pareció curioso en el besó de «James» fue la ansiedad del mismo, sin embargo, no por eso dejó de ser agradable.


-De saber que estabas tan bien predispuesto hubiese hecho algo al respecto desde hace rato -dijo Sirius en un resuello cuando se vio forzado a apartar su boca para tomar aire.


Remus observó con bastante asombro a su amigo, pero luego sonrió complacido. Se acercó para tomar parte en la diversión.


Harry por un instante se había olvidado de la presencia de Remus. Se estremeció al sentir el contacto. No era a quien deseaba, pero sabía que cualquier muestra de rechazo podía despertar las suspicacias de la pareja. Se dio la vuelta y besó a Remus, aunque no con tanto calor como lo hecho con Sirius. Si en el primer momento tuvo dudas de que Remus le despertara alguna sensación, enseguida comprendió que estaba equivocado. Aunque no era Remus el objeto de su pasión, de todos modos era agradable ser besado por él.


Harry supo en poco tiempo que aquella sería la noche que por excelencia recordaría toda su vida. Estar en medio de dos hombres atractivos y con experiencia como lo eran su padrino y Remus no tenía precio. Aquel noviecito que se había echado antes de las vacaciones Navideñas no tenía comparación con ellos. Perder su virginidad con el muchacho de Revenclaw, no fue la experiencia más placentera de su vida, pero imaginaba que por ser la primera la recordaría toda su vida, ahora tenía la certeza de que sería esa noche la que se quedaría grabada para siempre, lo anterior simplemente no existía.


Sirius y Remus intercambiaron una mirada. No era necesario hablar para decir que los dos estaban un poco extrañados con la actitud de «James». Pese a que se manejaba con más audacia que la primera vez, igualmente percibía cierta torpeza en sus gestos. Algo que no vieron antes. Cada uno quiso creer que se debía a la ansiedad. Sin más preámbulos comenzaron a quitarle la ropa.


Harry en el momento de sentir que la mano de Sirius recorría su cadera de forma insinuante, solo pudo dar gracias a todo lo que existía, había soñado tanto con eso. Fue empujado hacia la cama con lentitud y apenas un instante después estaba en medio de dos hombres desnudos que, con el calor de sus sensuales cuerpos, le hicieron olvidarse de que él no era James, sino Harry.


Sólo en una cosa podía pensar el muchacho. Por encima de cualquier cosa deseaba ser tomado por Sirius. Nada de eso valdría la pena sino llegaba a sentir al hombre que tanto amaba dentro de él.


-Sirius… por favor… tómame ahora, quiero sentirte dentro de mí -pidió entonces con tono ansioso.


Los hombres en el primer momento se sorprendieron y se miraron medio confusos.


-¿James, estás seguro? -preguntó Sirius.


Harry, por un segundo se preguntó porque le llamaban James, pero enseguida recobró el sentido de la realidad.


-Sí, estoy seguro -respondió con aplomo.


Sirius estaba decidido a tomarse su tiempo. Sabía que para James sería la primera vez en realidad.


-Por favor ponme un hechizo -murmuró Harry -. Me temo que me correré en los próximos cinco segundos, ya no aguanto.

-Por Merlín James, tantos años sin acción realmente te han afectado, la vez anterior te controlaste más -observó sonriente Remus.


Harry estaba tan concentrado en no correrse antes de que la verdadera acción comenzara que ni siquiera le prestó atención a la observación de Remus.


Fue Remus quien puso un hechizo que tenía por objeto detenerse el orgasmo. Sirius por su parte deseaba tomarse más tiempo en la preparación, pero le excitó en grande ese trasero perfecto que se le ofrecía sin ningún pudor. Pese a todo comprendía que debía ser un momento especial para su amigo, después de todo era la «primera vez» para «James». La estrechez se adaptó rápidamente a su tamaño, no hubo mayor resistencia y esto le desconcertó un poco. No era lo que esperaba. En la primera vez de cualquiera había cierta resistencia natural. Pero la sensación quemante alrededor de su miembro le hizo no pensar más.


En los siguientes minutos estaba perdido en las sensaciones maravillosas que le procuraba ese cuerpo ardiente y delicioso. Un sentimiento de infinita gratitud le embargó de pies a cabeza. Su amigo del alma le entregaba junto con su cuerpo lo más sagrado de su vida, además de su confianza y amor. Porque James solo amándole podía hacerle sentir de ese modo. Lo sabía porque era lo que sentía cuando tomaba el cuerpo de su adorado Remus.


Harry estaba tan perdido en las sensaciones de las poderosas embestidas de su padrino que se olvidó de todo, inclusive de Remus. Se obligó a recordar su presencia cuando el hombre comenzó a acariciarlo y besarlo completamente excitado, mientras le sujetaba con fuerza.


Sirius después de un par de embestidas más sintió que llegaba al final. Con voz entrecortada le dijo a Remus que le quitara el hechizo a «James». Cuando sintió el cuerpo que invadía convulsionarse con fuerza, se dejó ir también.


Harry experimentó por primera vez un orgasmo completo y maravilloso. Las sensaciones eran tan arrebatadoras que dejó salir de sus labios frases que nunca hubiese querido decir de un modo consiente.


-Te amo… te amo Sirius… te amo.


Sirius, perdido en su propio orgasmo no prestó atención realmente. Escuchaba gemidos balbuceante y lejanos. Sin embargo no dejó de sentir completo agradecimiento hacia el hombre que le había hecho vivir un momento sublime. El afecto que sentía por su amigo del alma, había crecido al doble.


Cuando el muchacho recuperó la conciencia plenamente, recordó que no era su padre. Intentando mostrarse calmado, recogió su ropa y se dirigió al baño. Estaba abrumado por lo ocurrido, se miró al espejo, pero el objeto no lo reflejó a él, su apariencia era la de otro. Sirius jamás sabría que no era James quien le había procurado todo ese placer. Se resignó, nada en la vida era perfecto. Viviría con la alegría de haber tenido aunque fuese por un momento fugaz el amor de su padrino.


Antes de vestir la túnica, sacó del bolsillo el frasco con poción Multijugos y bebió un trago. Era mejor asegurarse. Le hubiese gustado quedarse toda la noche en ese cuarto y amanecer junto a Sirius, tal como hacía su padre. Pero el efecto de la poción solo duraba una hora y acababa de tomar un poco más para asegurarse de que el efecto le duraría hasta que regresara a la habitación de su padre y pudiese vestir su ropa y regresar al dormitorio de Gryffindor.


Salió del cuarto de baño y se armó de valor para seguir con su papel.


Sirius y Remus ahora vestían batas. El primero estaba recostado en la cama con actitud relajada, no era el caso de Remus. Estaba sentado en un sillón.


Sirius no dejó de sorprenderse cuando vio al hombre de ojos castaños salir del baño vistiendo su ropa como si fuese a marcharse de inmediato.


-¿Piensas marcharte? Pensé que te quedaría toda la noche -dijo Sirius, sin percatarse de la mirada extraña que le dirigió Remus.

-Sí, me voy. No creo que deba quedarme más tiempo… ustedes seguramente quieren estar solos -respondió Harry con tono neutro.


La mirada de Sirius reflejó un destello decepcionado.


-Ni Remus ni yo tenemos problemas en que te quedes toda la noche -dijo Sirius con tono risueño.


Harry miró a Remus apenas un segundo y le vio asentir silencioso.


-Lo sé pero mejor me voy -respondió el chico, pero realmente no sabía cómo hacer para salir del cuarto, le parecía un poco violento marcharse así sin más.


Sirius se levantó de la cama y se acercó a «James». Posó la mano en la mejilla del hombre y le acarició con ternura.


-Ve a descansar entonces. Nos veremos mañana en el desayuno.


Harry asintió. Le miró algo inseguro por un momento, pero luego se atrevió a besar los labios de su padrino con un suave roce, más tierno que pasional. En cuanto a Remus sólo se animó a sonreírle de forma cómplice.


Sirius se quedó mirando la puerta por la que acababa de salir su amigo. Sentía algo extraño, aunque no podía precisar qué era. Luego volvió el rostro hacia Remus, éste tenía la mirada perdida en algún punto invisible.


-Creo que necesito un whisky de fuego, ¿te apetece uno Remus? -dijo Sirius.

-Sí, me vendrá bien -dijo el hombre de ojos dorados sin mirar a su esposo.


El tiempo que tardó Sirius en regresar a la habitación con los dos vasos preparados, encontró a Remus ya metido en la cama, acurrucado a un lado de modo que solo dejaba ver su espalda desnuda. Sirius a pesar de no ser el hombre más perceptivo del mundo, de inmediato notó algo extraño. Depositó ambos vasos en la mesa de noche, se quitó la bata y se deslizó desnudo como estaba hasta pegar su cuerpo al de Remus.


-¿Amor, qué pasa? -preguntó el hombre con ese tono que en muy contadas ocasiones se permitía -. Por favor, háblame, sabes que puedes decirme lo que sea.


Remus cerró los ojos con fuerza. Sirius era el hombre más fogoso e intenso del mundo, pero también tenía sus momentos de ternura, y estos se daban especialmente después del sexo, y era eso lo que le hacía amarlo con locura.


-Estoy preocupado por James -dijo Remus finalmente.

-¿Por qué?

-Lo noté diferente a la vez anterior. Parecía otro.

-A decir verdad yo también lo noté -reconoció Sirius.


Remus decidió darse la vuelta y mirar a su esposo a los ojos.


-Me di cuenta de que lo disfrutaste en grande.

-Fue muy especial, no lo niego -respondió Sirius -. Pero me parece que no resultó igual para ti.

-Tuve la sensación de que James quería estar solo contigo. La verdad me sentí incomodo, fue como si yo estuviese demás.

-No digas eso, no estabas demás, eres parte de mí… tú y yo somos uno. Jamás aceptaría estar con James sin ti presente. Nunca.


Remus se relajó finalmente.


-Lo sé -murmuró Remus mientras le acariciaba los labios con el dedo pulgar, Sirius separó los labios y atrapó el dedo y succionó de un modo que dejaba bien claro lo que vendría a continuación -¿Eso es lo que creo que es?

-Por supuesto, o es qué mi amado esposo cree que sería capaz de dejarle dormirse sin recibir todo lo que merece y a lo que tiene derecho.

-Sé que no.


Sirius se dedicó la noche entera a mimar a Remus. A demostrarle que su amor era incondicional y completo. Ya de su mente se habían borrado las sensaciones tan gratas que le había provocado James. Amaba a su amigo no tenía dudas de ello, pero Remus era su vida, su alma, su todo. Nadie cambiaría eso jamás.



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