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Daitoua Mahoujin por metallikita666

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Notas del capitulo:

Ha llegado el momento de saber cómo terminará la violenta y sorpresiva escena en casa de Gara. 

“La razón por la que te mataré es que si te pierdo

entenderé lo ‘importante’ que eres para mí y cuánto te ‘necesito’

Cantaré el final de este amor

que fugazmente desaparecerá”. Musou

 

-Tres, dos, …-

El sádico conteo, que provocó que el rubio apretara los párpados y los labios en espera del seco golpe, terminó… pero con un sonido extraño e imprevisto. Era como si la puerta hubiese sido cerrada, el pestillo vuelto a encajar en el cerradero y, finalmente, puesta la llave.

Rei, todavía de rodillas, abrió los ojos y avistó la salida. La persona que echó el cerrojo no fue otro que Jojo, quien en ese momento se volteaba hacia él con un semblante totalmente distinto del que le viera segundos antes.

Relajado y parsimonioso, el menor de los cantantes fue hacia el armario que estaba sobre la sección de los zapatos y abrió las puertas para extraer algo de ahí. Gara, por su parte, seguía en pie al lado del pelicorto: no obstante, este se rehusaba a voltearse hacia él y mirarlo directamente. El cantante de Marco continuaba enormemente nervioso, pero no tenía ni idea de cómo debía interpretar ese cambio en la situación, por lo que esperó para ver qué haría el de melena mitad fucsia y mitad negra.

Una vez que sacó del mueble lo deseado, Joshua se encaminó hacia donde estaban los demás. Entre sus manos portaba un grueso collar de perro, hecho de cuero negro y con enormes púas cónicas, el cual estaba unido a una correa de cadena.

Igarashi se estremeció al ver el objeto, si bien no podía terminar de descifrar el asunto. ¿Qué demonios pretendía Joestar con ese artefacto, y por qué el dueño de casa no le decía nada? Pero más sospechoso aún: ¿cómo era que sabía sobre su ubicación? Al ex Jackal sólo le quedaba mirar y resollar: las palabras parecían incapaces de escapar de su garganta.

El cantante de las numerosas perforaciones se arrodilló frente a Asada sin dirigir sus ojos hacia él o hacia el pelicorto. Con el dispositivo sobre las palmas, subió los brazos para ofrecérselo al mayor de los tres.

-Aquí tiene, mi señor, mi amo…-

Makoto dejó caer la palanca que aún conservaba en su poder para recibir el collar, y la estridencia producto de ello hizo que el rubio rehuyera todavía más la cercanía de ambos, si bien no atinó a levantarse y no podía despegar su mirada de lo que ocurría. Asada tomó el aditamento y –tras abrirlo- comenzó a colocárselo al chico mientras este  mantenía la cabeza gacha y separaba sus labios, emitiendo una leve pero notoria respiración.

Rei estaba estupefacto.

-Jojo-chan hizo un buen trabajo, ¿verdad?- Inquirió el de Hokkaido apenas el collar fue abrochado, levantando por fin la mirada. -¡Jojo-chan merece un premio!-

-Así es. Merece un lindo premio…- Asintió el de Gunma, y colocó su siniestra debajo de la mandíbula ajena, cerrándola un poco en torno para acariciarle. Luego dejó caer la correa, que al chocar con el piso hizo un sonido de veloz enrollamiento. –Y se lo voy a dar.-

Posteriormente, ejerció fuerza hacia arriba con su mano: la necesaria para darle a entender al contrario que deseaba que se incorporara. Joshua hizo tal cual, y pronto estuvo frente a frente con el cantante de Merry. Este allegó su boca a los gruesos labios del más joven y rozó con ellos los suyos. En determinado momento dejó salir la punta de su lengua para lamerle el inferior, e incluso jugar un poco con la bolita de su perforación.

-Ahhh…-

Pero cuando, al parecer, un embobado Jojo se solazaba más con el contacto, Makoto asió sorpresivamente la cadena con la mano contraria y tiró de ella,  al tiempo que se separaba de Joestar para propinarle una fuerte y sonora cachetada con la diestra.

-¡Perra maleducada!- Le gritó, con furia. –¡No me llames así, si sabes que tu nuevo amo es Rei-sama!-

Ante semejante anuncio, el pelicorto fue incapaz de quedarse quieto. Se incorporó prácticamente que de un salto y, temeroso, comenzó a dar pasos hacia atrás.

-Pe-pero… ¿¡pero qué demonios pasa aquí!? ¿Qué es esto? ¿¡Quiénes son ustedes!?- El pobre estaba tan confundido que no sabía ni por dónde empezar a exigir respuestas. No obstante, y si bien su mirada fluctuaba nerviosamente entre ambos contrarios, por alguna razón se centró en Asada. -¿A qué están jugando? ¡Explíqueme, porque no entiendo un puto coño!-

La sonrisa de Gara se ensanchó conforme caminaba hacia adelante, ocasionando con su acción que Igarashi siguiera retrocediendo. Efecto que, por supuesto, le hacía mucha gracia al ex eroguro.

-A un juego que a ti también te va a gustar mucho… Ya verás.- Y antes de que el rubio pudiese contestar algo, el músico del negro corsé se detuvo con aire casi marcial. –¡Esclavo, tú a lo tuyo!-

No había ni terminado de dar aquella orden cuando Jojo –quien permanecía a la zaga- se irguió y fue hacia Rei, acorralándolo hasta estamparlo contra la pared, y tomó sus manos para subirle los brazos. Una vez así, entrelazó sus dedos con los ajenos en aras de mantenerlo inmóvil. Sus rostros estaban muy juntos.

-Siento mucho… que te hayas impresionado más de lo planeado.- Le dijo al mayor en un susurro, con una sonrisita no del todo ladina. –Eres un lindo pastelito… Gracias por haberte ofrecido en mi lugar.-

Y sin esperar respuesta, Joshua se acercó para besarlo: primero con un contacto suave, el cual, empero, profundizó pronto para evitar que Igarashi tuviera tiempo de rechazarlo. Presa todavía de un tremendo desconcierto, todo lo que el vocalista de Marco podía deducir de aquella situación era que la supuesta idea de Jojo había sido un asunto planeado con antelación por él y por Gara, aunque todavía no entendía muy bien las razones. Especialmente, se le hacía difícil figurarse el objetivo de todo ese despliegue de violencia y amenazas… el cual acabó produciéndole una tan pesada e intolerable decepción que sintió como si lo carcomiese por dentro.

Le costaba demasiado ordenar sus pensamientos, pues entre los fuertes latidos que aún retumbaban en su pecho y los roces de la lengua del de cabellera bicolor contra la suya, la mente volvió a nublársele. Joder…qué bien que se sentían esos húmedos contoneos, y la manera en que el largo y recto piercing ajeno tocaba su músculo del habla de cuando en cuando, deslizándose con facilidad para provocar una placentera intromisión. De repente, aquellos instintos que parecieron asomar durante su pelea con el menor a causa del embarrijo de chocolate volvían a cobrar vida, por más que se dijera a sí mismo que lo había detestado desde el momento en que se enteró de su existencia, así como cuando supo sobre la atención que logró captar de parte de su ídolo.

Tan atribulado y distraído lo tenían aquellos pensamientos, que Rei no notó en qué momento Asada se acercó a ambos y –luego de descorrer parcialmente el tapiz contra el cual Joestar lo había cercado- liberó un par de esposas ocultas, atornilladas a la pared, y le aprisionó las muñecas con ellas. Entonces, Jojo se apartó de él y volvió a su postura a cuatro patas.

El pelicorto, si bien e irónicamente se sentía un poco más estable gracias al feroz beso, se alteró al verse inmovilizado de aquella manera.

-¿¡Pero, por qué!?- Ya no sabía ni a quién de los dos dirigirse, ni cómo hacerlo. –Si tú… ¡acabas de decir que yo soy el amo! ¿¡Por qué tengo que estar atado!?-

Y tal vez solo por probar suerte intentó separar sus muñecas de la pared, pero el frío hierro no cedió y únicamente logró hacerse daño.

-Yo te recomendaría… que no insistieras. Chiquito.- Agregó el castaño, con un gesto burlón que a pesar de todo no borró el dejo dulce de la última palabra, cosa que hizo que el del tatuaje de la hannya sintiera una punzadita en su pecho. Después, el vocalista del negro corsé se fue allegando despacio, como dándole tiempo a Igarashi para que se calmara. –Sí, vas a ser el amo de esta primera parte. Pero dado que parece que nunca antes jugaste a esto, vamos a tener que guiarte un poco… Y hacerte entrar en calor.-

La voz de Makoto era suave, casi como su bello y armonioso tono al cantar, y a pesar de que sus palabras sugerían solo dios sabe qué y cuántas cosas, esos dos factores combinados con su rostro tranquilo y agradado ayudaron para que el imprevisto cordero accediera a tranquilizarse.

Gara se colocó al lado de su kouhai mayor, apoyándose en la pared con el antebrazo. Posteriormente, miró a Rei a los ojos.

-Quería conocerte… Y verte de cerca.- Los almendrados orbes del ídolo recorrieron el rostro del más joven, apreciando de cerca sus rasgos de niño ensimismado, y esa desafiante mirada que, si bien aún estaba llena de rencor, no podía esconder la exaltación que sentía por tenerle a su vera. Notó también las tres perforaciones sub labiales del ex Jisedai Excite, colocadas intencionalmente en los mismos sitios en que el cantante de Merry llevó antes las suyas. –Por eso le pedí a Jojo que te convenciera y te trajera.-

Pero antes de que Igarashi pudiese decir algo a esas palabras, Asada le tomó de la quijada para inmovilizársela, y se arrimó a su oído.

-Eres el amo, pero permanecerás atado, y tu mando consistirá en ordenarnos lo que sea que quieras que te hagamos.- Mientras el mayor le decía eso al rubio, Joshua se aproximó a la entrepierna del cautivo y, cual si fuera un dócil animalito, rozó sobre ella las mejillas casi que con ternura: y después, la totalidad de su cara. Rei dio un respingo al sentir cómo su miembro reaccionaba al contacto, y un súbito sonrojo lo poseyó. –Eso sí: no olvides siempre llamarnos “esclavos”, y en el momento en que no te contestemos con un “sí, amo” es tu deber, más que tu derecho, insultarnos e imponernos de inmediato un castigo.-

Seguidamente, Gara se apartó del chico y sacó de su bolsillo una navaja plegable, la cual extendió al tiempo que la ocultaba de la vista del pelicorto para evitar que volviera a exaltarse. Utilizó el arma para cortar la camiseta ajena con una velocidad asombrosa; por lo cual, de lo único que pudo percatarse el inmovilizado músico fue de que, de pronto, su torso se hallaba expuesto.

-¡No! ¿¡Qué haces!?- El sonrojo que le produjeran los roces del menor de todos se redobló, y de nuevo Igarashi intentó mover las manos y zafarse. –¡Si yo no di ninguna orden!-

Makoto sonrió con amplitud, y luego lanzó la navaja hacia atrás despreocupadamente.

-Te dije que por esta vez te íbamos a guiar… Pues no pienso permitir que des el aburrido mandato de que te soltemos y nos alejemos… ¿No, Jojo-chan?- Dijo, y luego volteó a ver al más joven, quien desde abajo y todavía entre las piernas de Rei asintió con la cabeza, a lo que el senpai se la acarició tal cual se hace con una mascota. –Buen chico.-

-N-no… no haré eso. Lo prometo.-

El rubio pausó para escucharse. ¿Realmente había pronunciado tal cosa? Sabía que seguía conscientemente enfadado y resentido con los otros dos y con la situación, pero por alguna razón su desagrado y desazón habían disminuido de forma considerable. Era posible que la expectante y tan añorada mirada del mayor ablandase su ira y aun todos sus escrúpulos, pues… ¿no era tenerle cerca lo que al fin y al cabo había ido a buscar? ¿Qué clase de contradicción era esa? Pero su mente le decía que debía resistirse por amor a su lealtad vilipendiada.

Empero, y tras oírle, Asada se volvió a acercar a su cautivo y llevó su hermoso rostro al cuello ajeno. Una vez ahí inspiró para captar la natural fragancia del cuerpo del otro hombre, la cual había sido avivada por el sudor y las feromonas que le produjera el impensado asalto. Una de las manos del ex eroguro viajó a aquel definido pecho, mientras que la otra tocó su espalda.

La intención era más que obvia. Gara sabía cuánto y con qué fervor le veneraba el otro vocalista, por lo que su empecinamiento tendría que acabar sucumbiendo. Por más justificada y entendible que fuera su motivación original.

-De-deten…te…-

-Creo que no has entendido, Rei-kun…- Susurró gentil, al tiempo que pellizcaba el pezón derecho del contrario, aprisionando la pequeña protuberancia entre sus dedos pulgar e índice. Su diestra, por otra parte, arañaba la piel del más joven a nivel de la columna. –No obedeceremos hasta que nos llames “esclavos” y nos trates con dureza y prepotencia…-

Y cuando Rei estaba intentando pensar en alguna orden y reuniendo la convicción y voluntad suficientes para pronunciarla, combinado con el hecho de que seguía batallando con asumir que su senpai era bastante sádico o por lo menos acostumbraba tales prácticas en la realidad, advirtió las manos de Joshua en su cinturón. Aquellos hábiles dedos desabrocharon el aditamento con presteza y, sin ninguna clase de duda, hicieron lo mismo con la bragueta de su jeans.

-Basta… ¡esclavo!... Ugh…-

Asada continuó pasando sus ávidas manos por el torso del cantante de Marco, e incluso por sus hombros y sus brazos ligeramente tatuados, mientras observaba gustoso cómo Joestar sacaba el miembro ajeno de entre la ropa interior que lo protegía y comenzaba a masajearlo. En ese momento, los escalofríos de Igarashi se hicieron más que evidentes.

-Si no fuera porque estoy viendo de cerca lo atribulado que estás… diría que lo haces a propósito.- Se mofó el castaño. –Allá tú. Para nosotros igual es terriblemente placentero…-

Dicho aquello, posó sus labios en la piel del cuello ajeno y la besó, lamiéndola a continuación. Semejante trato, vivido hasta entonces únicamente en sus más privadas fantasías hizo que la masculinidad de Rei no solo acabase de endurecerse completamente, sino que diera un pequeño salto entre los dedos del menor de los tres.

-Ahh… sí…- Masculló Joestar cuando advirtió el efecto, al tiempo que usaba su mano contraria para rasguñar el muslo del rubio, a quien le había bajado los pantalones casi por completo. Al sentir el consiguiente aumento en su salivación, el de Hokkaido se mordió el labio inferior. –Oh, dios. Qué ganas de comerte ahora mismo…-

-Ni se te ocurra.- Lo detuvo Gara, saliendo momentáneamente de la definida curvatura que torturaba con su lengua. –Sabes bien qué es lo que te toca.-

-Qué… ¿¡qué…aghh… harán!?- Rei apenas y si podía hablar.

Por alguna extraña razón (probablemente, seguía creyendo en su interior que todo se trataba de un sueño) el rubio de negras raíces continuaba esperando que los otros dos se detuvieran. Su determinación disminuía peligrosamente a cada segundo, pues faltaba una cosa, solamente una, para hacerlo abandonar su negativa.

Y esa condición se cumplió.

-Vamos a hacer que te corras… Y que seas feliz.- Contestó Asada, volteando nuevamente hacia el tokiota con una mirada rebosante de lujuria. Después, alzó sus manos para tomarle ambos antebrazos. –Espérate y verás.- Añadió y, acto seguido, se acercó para besarlo.

Fue el fin de toda tensión. Las extremidades del ex Jackal se relajaron por completo, a excepción de sus piernas, que debían seguir sosteniéndolo. Pero sus brazos quedaron colgados de los grilletes y sus puños se abrieron; sus ojos, al igual que los del senpai, fueron velados por los párpados. Ese contacto tenía que ser real; no había manera de que no lo fuera. En realidad, todos los anteriores; pero si después de aquel beso no despertaba, significaría que ya no tendría por qué abrigar ninguna duda respecto de lo que sus sentidos le reportaban. Aún quedaba, no obstante, conocer la razón de todo aquello, insinuada apenas por el vocalista oriundo de Gunma.

Dada su postura y su condición en aquel instante, el rubio se dejó llevar y permitió que Gara se impusiera. A diferencia de la manera en que lo besara Joshua minutos antes, el castaño fue contundente desde un principio. Todo inició con una suave y firme mordida en su labio superior, para luego abrirse paso entre aquellos finos bordes: le recorrió la boca como si del reconocimiento de su nueva guarida se tratara, pero semejante despotismo fue precisamente lo que consiguió extasiar a Rei. Naturalmente, al pelicorto poco le importó cuánto más se henchía su virilidad en la mano ajena, o si incluso comenzaba a escaparse algún fluido de su punta.

Cuando Makoto se separó de él y le premió con una satisfecha sonrisa, su corazón por poco da un vuelco.

-Ahora… lo prometido.- Dijo, y miró hacia abajo.  

La mano de Jojo fue sustituida por la del dueño de casa, para que así el más joven pudiese desplazarse entre las piernas del cautivo hasta hacer que su propia espalda estuviera contra la pared: postura que le permitía alcanzar la retaguardia de Igarashi. El cambio descolocó al turbado cordero, pero apenas vio a su ídolo descender de rodillas frente a él, con claras intenciones y a modo de explicación más que suficiente de sus palabras anteriores, un placentero temblor lo recorrió.

-Vamos, da la orden… amo.-

¿Cómo demonios hablarle con superioridad a ese hombre que tanto y por tanto tiempo había admirado? A decir verdad, se le hacía difícil darle órdenes incluso a Joshua, cuyo aliento en ese momento le golpeaba las nalgas. Cerró los ojos con el objetivo de concentrarse, pero se llevó una grata sorpresa al advertir cómo Gara mismo separaba sus carnosidades para que el menor lamiera su abertura; y, finalmente, la manera en que el castaño le engullía de una sola vez, capturándolo en su cálida boca.

-Aghhh, sí… ¡Devórenme, malditos!-

El ataque doble resultaría fulminante. Rei tiraba de los grillos instintivamente al tiempo que intentaba ahogar los gemidos en su garganta. Había perdido la cuenta de cuántas veces se imaginó degustando el duro órgano de su senpai, pero era posible que nunca antes hubiese pensado en lo contrario. A causa de ello, el efecto de saberse penetrándole la boca era sencillamente enloquecedor.

Por otra parte, podía sentir la suave lengua del cantante de The Gallo rozándose contra su sensible esfínter: hurgando en él apenas estuvo lo suficientemente húmedo. En determinado momento, el desgraciado presionó la bolita de su perforación contra la abertura ajena hasta que la hizo entrar.

-¡Ughhh!... Ahh…-

Gara desocupó su boca por unos instantes y se irguió. En su poder, empero, conservó el miembro ajeno sin dejar de sacudirlo.

-A ver, amo… Dime.- Musitó de nueva cuenta, cerca del oído del menor. -¿Qué cosa es la que has deseado más? ¿Hacerme tuyo o que yo te haga mío?...-

Rei no podía pensar: mucho menos, responder a una interrogante como aquella. Hablar la verdad sería tentar demasiado a la suerte, como si para ese entonces lo que sucedía no fuese desproporcionadamente inverosímil.

El rubio soltó un fuerte gemido cuando el de melena bicolor coló un dedo en su ano sin previo aviso.

-Muy bien; entendido.- Rio Asada, viendo al otro apretar los dientes. Sus brazos seguían tensos, y de reojo el mayor notó que Igarashi en realidad se contenía para no sucumbir al jueguito de Joestar. El de Hokkaido intercambiaba miradas cómplices con su senpai al tiempo que le mordía los muslos al pelicorto. –Pero ahora, tendrás a Jojo.-

Gara accionó un mecanismo que permitió que los grilletes se extendieran desde la pared mediante cadenas: hecho que el prisionero no supo hasta que Joshua lo empujó hacia adelante y se vio obligado a caer de rodillas al suelo. Sus muñecas, no obstante, apenas bajaban a la altura de sus hombros. Una vez así, el de Hokkaido terminó de sacarle la ropa.

-¿¡Pero qué demonios!?- El inadvertido cordero volvía a sorprenderse por la excéntrica parafernalia que ocultaba aquella vivienda, cuya existencia habría sido imposible de suponer a simple vista. Lo único a que atinó el cantante de Marco fue a mirar hacia arriba, pues Gara seguía de pie a su lado. -¿Qué carajo es esta casa?-

No obstante, el de melena bicolor se interpuso rápidamente entre ambos, con su pelvis frente a la cara de Rei. Los ojos de este acabaron posándose irremediablemente en aquel sugerente tatuaje que surcaba el delgado y bien formado abdomen del chico[1], así como en el aro de su ombligo.

Jojo se desabrochó la gran hebilla del cinturón negro que portaba, y después la bragueta. Separó los bordes de la tela del pantalón hasta que fue posible ver –entonces por completo- su delicada braga, así como el evidente bulto que esta escondía. Las mejillas de Igarashi se tiñeron de un carmesí intenso, y a pesar de que le era forzoso mirar en dirección de la parte baja del cuerpo del menor, se negaba a levantar el semblante.

-Amo…- Llamó Joshua suavemente, sonriéndose por el proceder ajeno. –No creas que no me di cuenta de la manera en que me has estado mirando desde que nos encontramos.- Dicho aquello, Joestar adelantó aún más sus caderas e inició un tenue vaivén, hasta que prácticamente rozaba su sexo cautivo contra la cara del mayor. La aterciopelada tela de la prenda hacía que el contacto se sintiera condenadamente agradable, y aunado al voluptuoso aroma de la región, estaba consiguiendo hipnotizar al rubio. –Sé muy bien que tú también quieres probarme…-

Y tras decir aquello, los dedos del chico viajaron a la íntima zona para apartar la braga, permitiendo que su miembro entrara en contacto directo con el rostro del encadenado cordero. Rei, con los ojos entrecerrados, comenzó a mover su cabeza lentamente, frotando nariz y labios contra aquella delicadísima piel, y muy pronto le fue imposible contener el deseo de hacerlo con la lengua. El miembro de Jojo se volvió rígido frente a su cara, y una vez totalmente listo, fue colocado con delicadeza en la boca del mayor por parte de su dueño.

Makoto, quien observaba todo desde muy cerca, se acercó al más joven de sus amantes por detrás y lo abrazó posesivamente, colando una de las manos bajo la miniseta ajena hasta alcanzar su pezón izquierdo. Al mismo tiempo, tiraba con la diestra de la cadena que hacía las veces de correa, la cual permanecía unida al humillante collar que lucía el bélico letrista. Finalmente, sus labios se apoderaron de la nuca y cuello del ex The Skull Fuck Revolvers, obligándolo junto con Rei a jadear sonoramente y estremecerse entre sus brazos.

El castaño, bastante excitado a causa de lo que presenciaba, decidió arrancarle la ropa al de las numerosas perforaciones, con excepción de la prenda que ceñía su pelvis. Joestar solo se dejaba hacer, alzando los brazos o levantando las piernas para colaborar con su senpai, mientras continuaba observando detalladamente cómo lo felaba el rubio. De cuando en cuando, Igarashi le sostenía la mirada también, acribillándolo con ojos de ansia contenida: como si por dentro se maldijera por el efecto que el menor le producía y que era incapaz de disimular. De no ser porque estaba maniatado, le habría encantado tirar también de aquella cadena.

Una vez que acabó de despojarlo de la mayor parte de los estorbos visuales, Asada se separó de Jojo y clavó su vista en aquella atractiva y pronunciada anatomía. No obstante, como no deseaba ser el único que se solazara con tal perspectiva, asió al menor por la cadena y lo obligó a voltearse e inclinarse ligeramente, para que quedara de espaldas al rubio de negras raíces. Estando en aquella posición se adelantó para propinarle unos cuantos manotazos en la retaguardia, los cuales el vocalista más joven disfrutó muy visiblemente, y que continuaron hasta que le hubo enrojecido el trasero; luego de eso, estrujó sus carnosidades con deseo. El cantante de Marco, por otra parte, luchaba por retener su pesada respiración, mordiéndose el labio inferior y sintiendo cómo su masculinidad respondía con un pequeño salto.

-Jojo-chan… Mira lo que tengo aquí.- Dijo Makoto, y sacó de su bolsillo una tableta de chocolate.

Al instante, se fue acuclillando al tiempo que seguía tirando de la implacable correa, hasta lograr que el cantante adepto al manga se posicionara a cuatro patas. Una vez así, el músico del negro corsé se enrolló parte de la cadena en el brazo para que quedara más corta, le sacó la envoltura a la golosina y se la metió en la boca al de Hokkaido. Rei, muy intrigado, intentaba atisbar algo de lo que sucedía entre los dos restantes, pero solo alcanzó a ver cómo su senpai –aun forzando el lazo- le introducía la barra al chico en medio de los labios hasta atarugarlo. Así, cuando la saliva mezclada con el dulce derretido le produjo al de melena bicolor primero una arcada y luego algo de leve tos, Gara lo tomó de las mejillas y lo besó con profundidad, con el fin de recolectar dicho néctar.

Con las comisuras y los labios embarrados, el cantante de Merry se dirigió hasta posicionarse por encima de la retaguardia de Joestar: acto seguido, apartó de en medio de sus nalgas el filamento de la prenda interior de pana, descubriendo la entrada ajena delante de Igarashi.

-Mmm… Fíjate bien, Rei-chan…- Tras observar a un atónito pelicorto que no separaba de él su mirada, el mayor de los tres dejó caer la oscura mezcla que contenía su boca, vertiéndola sobre el apretado ano del más joven y distribuyéndola de inmediato con los dedos índice y corazón. –Observa lo que he preparado para ti…-

Ya no fueron necesarias órdenes o imposiciones: el palpitante miembro del ex Jive requería atención inmediata. Así que, dócilmente aunque todavía sin pronunciar palabra, Rei se irguió de nueva cuenta para que el castaño tomara su longitud y la introdujera en aquel apetitoso agujero, no bien el ex eroguro hubo derramado más del lujurioso e improvisado lubricante sobre su glande.

Una vez dentro, la calidez, los movimientos y los gemidos del menor lo llevaron rápidamente al clímax. A su primer orgasmo de amo encadenado.

 


[1] Este tatuaje, uno de los pocos que luce Jojo, reza “VICIOUS”. Contrario a lo que algunos piensan, no es una alusión a Sid, pues su miembro preferido de Sex Pistols es Johnny Rotten.

Notas finales:

Si bien el asunto parece encaminarse a esta altura, no todo está dicho. He descubierto que para mí no es factible desarrollar escenas sexuales sin argumento o sin evolución interna al menos, así que un relato con una trama simple como este posiblemente se clasifique dentro del segundo grupo. Hay cuestiones que han comenzado a advertirse, pero sin duda restan más sorpresas por descubrir en los dos capítulos siguientes.

¡Gracias por leer!


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