Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Daitoua Mahoujin por metallikita666

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Esta tercera parte es la que en específico contiene un poco de travestismo y fetiches/parafilias. Cumplo con anunciar, si bien sé que para la gente que me lee esto es más un coqueteo seductor que una advertencia XD

“A través de la madera contraparchada miro hacia un Edén lejano

en un sueño donde te mantuve, hermosa

Dentro de tu atractivo sexual has ocultado tu soledad

Lo he anhelado ya tantas veces

Lo he infringido ya tantas veces

Ha sido ya tantas veces concebido.” Ryuusei

 

Las anchas mesadas que engalanaban la cocina del departamento del cantante de Merry –así como la isla situada en medio de esta- de seguro habían sido ideadas también para cumplir una función muy distinta a la preparación de los selectos y restringidos alimentos del artista, según lo comprobaba Rei en esos instantes. Pues era el rubio tokiota quien lucía el collar para entonces, tendido boca arriba sobre el frío granito de la isla: totalmente desnudo y encadenado a las tiraderas de las gavetas.

-Puta… madre…- Masculló, volviendo lentamente de la breve inconsciencia en que lo sumiera la llave del sueño[1] empleada para trasladarle de lugar sin tener que hacerle daño o suministrarle compuesto alguno.

Sabía dónde estaba y recordaba bien lo último que había sucedido, pero al ver el sitio exacto donde se hallaba en ese momento no pudo menos que extrañarse. Posteriormente, cuando sintió por fin sus cuatro miembros encadenados además del grueso collar alrededor de su garganta, se estremeció con violencia.

Angustiado, volteó hacia los lados, y pronto descubrió que su senpai estaba sentado a su vera, en lo que parecía ser una butaca alta de desayunador. Gara iba descalzo y con el torso desnudo, pero el resto de sus aditamentos pintaba un cuadro bastante confuso: en su cabello lucía un moño amarillo con puntitos rojos, a juego con el vestido que, al llevar con el peto bajo, quedaba más bien a modo de falda. Era la ropa de su cosplay de Midori-chan[2]. Como complementos portaba un moño negro en su cuello y su infaltable corsé; mientras que en la cara se había puesto labial y colorete. El castaño miró a su kouhai con un dejo filoso y una pequeña sonrisa.

-¿Por qué… sigo atado?- Inquirió Igarashi con impaciencia y demanda, aunque tratando de no elevar la voz para no responder con tal actitud a su propia pregunta. Se percató de que se había sonrojado tras examinar cuidadosamente la apariencia de Asada, debido a la novedad y a tenerle tan cerca otra vez (las referencias al único momento en que el de Gunma se vistió de chica eran muy obvias), y le apenaba que el otro lo notara. De la misma manera, continuar completamente desnudo y expuesto no contribuía mucho a atenuar el bochorno.

-Oh, eso pregúntaselo al nuevo amo. Mira, ahí viene…-

En realidad, era bastante fácil imaginar de quién se trataría. No así los planes de ese reciente superior, el cual arribó a la cocina ataviado con una bata blanca y corta, luciendo zapatos de plataforma del mismo color: muy parecidos a los de las chicas del maid café. Era una especie de look de enfermera, aunque poco convencional. Adicionalmente, el recién ingresado sujetaba en su mano un pequeño maletín rígido de color negro.

El conjunto, en su totalidad, no le dio muy buena espina a Rei.

-Jojo-sensei.-

El castaño se levantó y saludó, manteniendo la cabeza gacha mientras el de Hokkaido hacía su ingreso: sugiriendo con tal tratamiento que el gallo ostentaba en ese momento un rango de médico, científico o especialista. Cualquiera de las tres cosas iría bien… a juzgar por los guantes de auscultación que, instantes después, el de melena bicolor extrajo de su pequeño estuche y se colocó con cuidadosa parsimonia, luego de ubicar la cajita sobre la mesada, a un lado del cuerpo del cautivo.

-¡Ey, Jojo!- Empezó el rubio con altanería, pues a pesar de que Asada le había anunciado el consabido cambio de roles, se le hacía difícil asimilarlo de forma inconsciente. De igual modo, a causa de la manera sumisa en que el más joven se había comportado con él un rato antes. -¿Me quieres decir qué cuerno pasa aquí ahor…?-

Pero un brusco tirón en su cuello le robó las palabras y el aliento, al tiempo que una larga, gruesa y amenazante aguja que mínimamente tendría que ser para extraer médula espinal (a juzgar por la agarradera que poseía, apta para precisión y fuerza) apareció casi que de la nada y estaba a centímetros de sus ojos.

-Shhh. No hables sin permiso… esclavo.-

No. No era buena idea intentar pasarse de listo con el nuevo amo, tal como pudo ver. Pero lo más alarmante de todo fue percibir que su senpai también había recrudecido su ya de por sí severo trato (casi como a propósito, para darle vida a la ironía de ir entonces de niña), pues fue este quien por poco lo ahorca con ese tirón, y por cuya acción resollaba sonora y agitadamente. Así las cosas, el pelicorto decidió obedecer de momento y mantenerse en absoluto silencio.

Una vez que Joshua retrajo la aguja y volvió a sus labores como si nada hubiese sucedido –es decir, con el mismo talante alegre y casual-, el cantante de Merry soltó la correa y el rubio pudo respirar un poco mejor. Empero, no tenía ni idea de lo que sucedería a continuación.

-Midori-chan… Castígale.- Dijo el ex The Skull Fuck Revolvers, al tiempo que sacaba unos envoltorios de la valijita y los ponía sobre la encimera de granito.

Posteriormente, abrió los paquetitos y extrajo de cada uno de ellos agujas para jeringas; es decir, agujas estériles con cono plástico, que colocó sobre un platillo de aluminio. El solo reconocimiento de aquellos instrumentos hizo que al cautivo se le helara la sangre.

Como si esa no hubiese sido suficiente impresión, el ex Jive fue sacado de su desconcierto por el sobresalto que le provocó el travestido castaño, pues este se subió en la isla y se colocó a horcajadas sobre el abdomen del menor de sus kouhai. El de Gunma no solamente había ubicado su trasero muy cerca de la entrepierna ajena; sino que, de nuevo, la totalidad de su anatomía estaba muy próxima y eso ponía demasiado nervioso a Igarashi. Sin embargo, lo que le preocupaba más al cordero en ese preciso instante era el tipo de reprimenda que de seguro recibiría.

Cuando el pelicorto alzó la mirada para hacer contacto visual con el dueño de casa y así tratar de leer sus intenciones, este le cruzó la cara con una cachetada. Rei contrajo el cuerpo, pero se contuvo para no quejarse. Sin embargo, el castigo se repitió una y otra vez, ininterrumpidamente.

-A-amo… por favor… ¡perdóneme!- Exclamó el cantante de Marco, cuando el hervor en sus mejillas ya fue insoportable. Se odió por tener que ceder ante el cruel juego, pero sabía que era la única manera de frenar los golpes, así como el brutal contraste de que alguien que emulaba a aquella pobre pequeña fuese entonces su verdugo. –¡Jojo-sensei!-

-De acuerdo.- Asintió Joestar y Gara se detuvo, a lo que el cordero solo permaneció con los ojos cerrados.

Después, el nuevo señor se acercó a su prisionero para echarle un vistazo. Y en eso se hallaba cuando el observado develó su vista.

–Bueno, parece que ya no necesitarás que te pinten las mejillas…- Acotó el gallo con ligera sorna. No obstante, cambió su tono de inmediato al notar que el flagelado dirigía a él su rencorosa mirada. -Pero eso sacas de no colaborar. Deberías resignarte, cariño. Déjate llevar y disfruta.- La diestra del más joven acunó una de aquellas mejillas que aún permanecían calientes y, contra todo pronóstico, el guante no fue impedimento para que el roce se sintiera verdaderamente reconfortante. -Lo que hemos hecho los tres hasta ahora no ha sido tan desagradable… ¿o sí? Algo de esto tuvo que haber cruzado tu mente alguna vez.-

El de Hokkaido sonaba genuinamente comprensivo, y eso provocó que Rei comenzase a tranquilizarse. Haciendo un rápido recuento, resultaba verdad que lo protagonizado hasta el momento no estaba del todo mal.

–Oh, y de todas formas… te sorprenderá saber que vamos a traer a Maruko-chan[3].-

La última acotación no fue del todo clara para el ex Jackal, hasta que vio a Jojo extraer de la pequeña maleta su peluca negra. No podía explicarse cómo aquella había caído en posesión ajena; pero si no era realmente su peluca, en todo caso se trataba de una muy parecida.

El tokiota fue soltado de las amarras de sus muñecas para que pudiera incorporarse hasta quedar sentado. Una vez así, y a pesar de la absoluta intriga, se dejó hacer por parte del dueño de casa, quien entonces fue el encargado de colocarle el falso cabello con mucha delicadeza, luego de que le sujetara el suyo con unas pequeñas horquillas.

Era harto sabido para el amo así como para el esclavo más antiguo que las ataduras estarían de más, pues el rubio –y para entonces, pelinegro- no se movió un centímetro. Las experiencias compartidas con el castaño hasta ese momento habían superado con creces todo lo imaginado, pero aun así era imposible para el cordero no perder el aliento con cada nueva aproximación, con cada deferencia, o con la manera en que Gara era capaz de mutar su talante o no hacerlo del todo: cualquiera de las dos opciones, siempre y cuando fuera la indicada para producirle más pasmo de acuerdo con la situación específica. Lo mismo le sucedía con Joshua, a quien de a ratos sentía como un aliado, un sirviente, un rival o un amante.

Terminada la faena del cabello, Joestar le alargó un lápiz labial al mayor para que lo aplicara sobre los labios de Igarashi. El del tatuaje de la hannya continuaba inmóvil y a total merced ajena mientras escudriñaba en los ojos de Asada: buscando respuestas que a lo mejor eran innecesarias una vez que las preguntas perdían su importancia. En ese instante en que, tras satisfacerse con la minuciosidad de la labor, Makoto le miraba de vuelta con atisbo deseoso, profundo e inexpugnable.

-Y bien, Maruko-chan…- El de melena bicolor, complacido, observaba a ambos mayores desde el costado. -¿Quieres besar a Midori?-

Rei anhelaba ahorrarse las palabras y hacer solamente tal cual le dictaba su deseo, pero poco a poco iba comprendiendo que debía actuar con prudencia si no quería recibir castigos inesperados.

-Sí. Lo deseo intensamente.- Su corazón latía a mil, pues tanto él como Gara continuaban sosteniéndose la mirada. -¿Me lo permites, amo?-

-Claro que sí. Adelante.-

El cantante de Marco, todavía con sus palmas sobre la mesada, se acercó a Asada y cerró los ojos para besarlo de forma tierna y dulce, siendo correspondido por el castaño con una suavidad inimaginable para el pelicorto hasta ese momento. Poco le importaban los suplicios que sin duda estaría maquinando Jojo, siempre y cuando pudiera tener para él aquella boca; o aun si era forzoso padecer a manos de quien en ese mismo instante se dejaba explorar y enredaba la lengua con la suya. Gara, su querido sensei, era más complejo de lo que alguna vez le pasó por la mente, pero cada nueva acción de su parte no hacía más que aumentar su atractivo.

-Muy bien, Midori-chan. Ahora, comienza a descender…- Ordenó Joshua con tono gentil tras poner su mano sobre la cabeza del cantante de Merry.

Conforme el mayor de los esclavos se desviaba hacia el cuello de Igarashi, este desplazaba sus manos hacia atrás para recargarse sobre codos y antebrazos, y así dejar espacio a fin de que su ídolo lentamente pudiese regarle el torso de besos, lamidas y succiones. El miembro de Rei reaccionó pronto a los estímulos, y para cuando el ex After Effect se ocupaba de sus pezones, su erección se alzaba orgullosa entre sus muslos.

Jojo rio al notar el hecho y volvió a poner su mano sobre la cabeza de Gara, pero asiéndolo del cabello con rudeza esa vez, para así obligarlo a ir totalmente hacia abajo.

-Apresúrate, puta…- De nuevo, el incontenible aumento en la salivación del más joven se hizo presente ante el prodigio de la dureza ajena, el cual únicamente le era dado contener mordiendo sus labios. Porque él era el amo en ese momento, y por ende le estaban reservados los mejores placeres. –Chúpasela de una vez por todas.-

Cuando Gara engulló aquella longitud de un solo bocado y hasta la base, forzó al ex Jive a inhalar ahogadamente con los ojos casi en blanco. El cordero hacía su mejor esfuerzo por no mirar hacia el frente, pues la imagen del mayor a cuatro patas, con el torso inclinado y empleando una de sus manos para asirle la virilidad era demasiado. Con el de Gunma babeando profusamente sobre aquella longitud, Igarashi se hallaba perdido en las sensaciones y no se dio cuenta del instante en que Jojo coló su mano enguantada para colocarle un anillo peneano de metal que deslizó hasta la base.

-Hmmm…- Se quejó el cautivo, notando la presión en la zona, que aunque evidente no era incómoda.

Entonces, agachó la cabeza y miró el aro, lo que instintivamente le hizo llevar su semblante confundido hacia el del vocalista de The Gallo.

-¿Qué? ¿Nunca usaste uno?- Inquirió el menor con una sonrisa, si bien anticipaba la respuesta. –No sabes de lo que te has estado perdiendo. Pero como la de hoy es una sesión muy especial porque estás con nosotros… te voy a poner otro más…-

Dicho eso, sacó de la valijita otro de aquellos artilugios, pero con un diseño un tanto diferente: además del anillo propiamente dicho, un gancho perpendicular salía de su circunferencia, rematado con una bolita. La mirada de Rei debió decirlo todo, pues Jojo no contuvo sus risas.

-No te preocupes; no te va a doler. Esto que ves aquí sirve para retardar la eyaculación…- Explicó, poniendo su índice sobre el gancho al tiempo que acercaba el accesorio a los labios de Makoto, con el objetivo de que este lo lamiera.

Pero de inmediato tuvo una mejor idea.

–Quieta, niña.-

Acto seguido, tomó al senpai por la mandíbula con la mano contraria en aras de forzar la apertura de su boca: se acercó e inclinándose levemente, aprovechó los centímetros extra que le daban los zapatos para derramar su saliva en la boca ajena. Después, introdujo todo el dispositivo en aquella resbalosa cavidad.

–Eso es…-

Rei pudo atestiguar de primerísima mano el distintivo y marcado efecto del aro que le ceñía el miembro, pues con solo haber mirado semejante escena sentía una asfixiante presión.

Joshua sacó el anillo con retardador uretral de la boca de Gara y, empapado a como estaba, coronó el glande del cordero. Conforme la bolita se deslizó por la pequeña entrada de su órgano, Igarashi sintió un electrizante escalofrío que le arrancó además un gemido.

-Maruko-chan, recuéstate.- Mandó el implacable amo, y su esclavo obedeció de inmediato. Una vez así, volvió a tensarle los grilletes de las muñecas. –Y tú, Midori: a cuatro sobre ella.-  

Acomodado en la postura indicada, Gara volvió a apoderarse de la boca de su kouhai mayor con afán, lamiéndole las comisuras y mejillas ansiosamente de cuando en cuando. El rubio disfrutaba cada uno de los roces, perdiéndose en el momento hasta que experimentó, más que dolor, una pequeña presión en uno de sus pezones. La sensación había sido precedida por un pinchazo, y cuando develó la vista y miró hacia abajo para dar con la razón, advirtió cómo una de las agujas estériles se sostenía de su carne al estar traspasándole la pequeña protuberancia.

El hecho lo confundió un poco, pero sabía que era lo mínimo que podía esperar después de haber atestiguado cómo Joshua preparaba los utensilios. Las probabilidades de que aquello fuese uno de los fetiches preferidos del más joven eran muy altas, pues no por nada tendría perforado casi que cada centímetro de su cara y algunas otras partes del cuerpo. Por otro lado, el entonces pelinegro tenía que admitir que la sensación no había sido desagradable; incluso, podría decir que ligeramente placentera, pues tal práctica obligaba a las terminaciones nerviosas de esa zona a avivarse, las cuales usualmente permanecían adormecidas o con poco uso.

Joestar lo miró complacido, sonriendo con amplitud tras no escuchar ningún reclamo de su parte.

-Muy bien, linda Maruko; veo que vas aprendiendo.- Lo felicitó, dando la vuelta por la isla de manera que sus manos pudiesen llegar mejor al pezón contrario. –Ahora, vamos con el otro…-

Esa vez, Rei decidió dejar la vista puesta en su propio pecho para observar cuidadosamente el seguro proceder del menor de los tres. Con sus dedos envueltos en los blancos guantes, Jojo separó y sostuvo el duro pezón a atravesar, mientras que con la mano contraria empujó la aguja mediante un solo movimiento.

-Aghhh...-

El gallo se inclinó para depositar, a modo de premio, un pequeño beso en los labios de su esclavo.

-Es el turno de Midori, así que sujétala bien.- Anunció, para luego aflojar los grilletes de nueva cuenta. Había decidido permitir que permanecieran así por el resto del tiempo, dado el buen comportamiento del cordero.

Gara volvió a agachar el torso hasta casi pegarse al del rubio y separó más las rodillas, hecho que intrigó a Igarashi. Empero, este se limitó a obedecer: pasó los brazos por los costados ajenos y después los levantó hasta rodear los hombros del senpai. Jojo se acercó a ambos y empezó a atravesar la piel de la espalda del castaño con una serie de agujas que poco a poco fue entrelazando con una cinta. Así, no mucho tiempo después formó con ellas el entramado de un corsé corto: como una especie de continuación, hasta la mitad de la espalda, del que en ese momento llevaba Asada. La delgadez del ex eroguro, más el pronunciado canal en que se convertía su columna (amén de su lesión, claro está), imposibilitaban reemplazar el dispositivo por el cruento y llamativo adorno.  

Debido a la postura, Rei pudo sentir cada uno de los pequeños estremecimientos que poseyeron la exigua anatomía de Makoto cada vez que alguna de las agujas le traspasaba la dermis, así como la manera en que esta se le ponía de gallina (muy a tono con su entonces amo). Pero lo que el de Tokio desconocía era cuanto estaba aconteciendo bajo el vestido de Asada, y que muy pronto sería revelado por Joestar. 

-¡Quedó precioso!- Declaró el de Hokkaido, orgulloso de su obra. –En un instante se lo mostraré a Maruko-chan. Pero primero…- Entonces, el de melena bicolor volvió a rodear la isla hasta instalarse a la retaguardia de los cuerpos de ambos hombres y le subió la falda al mayor, descubriéndole las posaderas. Posteriormente, liberó la pelvis y genitales ajenos de la aniñada y cubridora braga, tirando de ella hasta dejársela por los muslos.

El tieso miembro de Gara rozó el pubis e ingles de Igarashi, sorprendiéndolo por su estado y haciéndolo reaccionar de inmediato. La masculinidad del cantante de Marco se había mantenido erguida todo ese tiempo a causa de los anillos, pero tal cosa no evitó que al sentir el roce diera un salto.

-¡Ahhh!...- Gimió el senpai al sentirse libre. –Jojo…sama…-

-Vaya, vaya, vaya… Creo que a alguien le encantó mi trabajo… ¿no?- Comentó sarcásticamente el amo de las agujas. –¡Maruko, no le sueltes! ¡Que esta chica mala necesita escarmiento, y ya mismo se lo voy a dar!-

Dicho aquello, y tras ser obedecido instintivamente por el falso pelinegro, el estilizado chico sacó de la gaveta de la cubertería un cuchillo de carnicero de hoja rectangular, con el cual golpeó las nalgas y muslos de Asada. Posteriormente, combinó el rigor del acero con el de la palma de su mano libre, y fue aumentando la intensidad de los vapuleos sostenidamente. En determinado punto, a Gara le fue imposible solo recibir y aguantar, pues apenas el escozor y enrojecimiento fueron lo suficientemente abrumadores, se vio obligado a jadear y gemir tal y como si estuviese siendo penetrado. Rei, al verlo y oírlo, no podía retirar de él su mirada: el excitante embeleso lo había petrificado.

-A-amo… ¡Ahhh, ahh! ¡Po-por… favor!...-

El implacable gallo cambió de estrategia y de postura: tras escupir sobre la entrada ajena, coló en medio uno de sus largos dedos, mientras que con la mano contraria tomó el enhiesto órgano del mayor y lo sacudió vigorosamente.

Dos o tres minutos después, Gara se venía sobre el vientre del cantante de Marco al tiempo que el cuero de su espalda se tensaba, potenciando así la sensación de las agujas. Si bien trató de refrenar un poco los sobresaltos producto de tan fuerte conmoción, lo cierto fue que resultaba difícil disimular lo arduo y placentero de dos estímulos que competían y a la vez se acrecentaban uno al otro sin compasión alguna.

Tanto Joshua como Asada sabían que Igarashi no podía esperar demasiado: aparte de que la media hora de gracia que le daban los anillos había empezado a correr hacía minutos, fue realmente un martirio para él presenciar desde tan cerca el sádico atavío y posterior orgasmo de su ídolo. Por lo cual, apenas Makoto se repuso, se irguió, miró a su kouhai mayor y le sonrió, susurrando unas palabras sobre sus labios a continuación.

-Ahora es tu turno.-

Sin esperar respuesta, el vocalista de Merry se bajó de la mesada de la isla y fue hasta su amo, ocupándose esa vez de ser él quien le subiera la bata y le descubriera el miembro. Apenas lo hizo, se afanó en preparar el generoso órgano para el accesorio que ya Joshua sostenía entre sus dedos: otro aro, también para la parte superior, pero con forma de herradura rematada con bolitas (del mismo tipo que el brazalete asiduamente portado por el gallo en una de sus muñecas). Mientras Gara llevaba a cabo su trabajo, Rei era incapaz de despegar la mirada de aquella espalda cruenta pero bellamente adornada, que hacía resaltar la suave y natural curva de su cintura y caderas. 

Ceñida la curiosa tiara, Joshua se subió a la isla y tomó su lugar a los pies de Rei. El falso pelinegro no supo por qué, pero apenas vio al más joven delante de sí, de rodillas y con más que claras intenciones de hacerlo suyo, su corazón dio un segundo vuelco.

Era extraño. Un rato antes, había sido él quien le poseyera, todavía reacio y por ende encadenado; en teoría, forzado. Además, la pose había ayudado a restarle la consiguiente sensación de involucramiento que un acto frontal por lo general tenía, permitiéndole al del tatuaje de la hannya pensar que lo hacía solamente para saciar sus instintos, espoleados sobre todo por acción de su ídolo. Pero no podía negar lo mucho que se le antojaba el cuerpo del vocalista más joven, especialmente tras todos los acercamientos compartidos. Todavía recordaba bien la manera extrañamente cariñosa en que le besó la primera vez, si bien lo hizo para confundirlo e inmovilizarlo. Había algo en Jojo que le atraía, y no estaba seguro de si esa era en realidad la verdadera razón por la cual siempre había asegurado despreciarlo.

Joestar se acercó más a Rei, sugiriéndole con su movimiento que flexionara las piernas. Una vez así, lo tomó por las rodillas y se las apartó hasta poder acomodarse en medio. No había dejado de mirarlo desde que se colocara el anillo, y el falso pelinegro percibía el peso de aquellas pupilas sin que le molestara en absoluto. Es más, notando cómo se concentraba el menor en su labial y en su faz enrojecida, el cantante de Marco adoptó un semblante sumiso y deseoso, volviendo a juntar sus piernas con una ligera presión, en una postura fingidamente casta.

-Maruko-chan, querida…- Dijo el gallo, resbalando su lujuriosa mirada desde el rostro de su esclavo hasta su pecho, fijándola en aquellos pezones atravesados para luego dejarla caer sobre el marcado abdomen ajeno, en el cual todavía lucía el espeso semen del senpai de ambos. -¿Estás lista?-

Y como el otro respondiese con un suave gemido, el de Hokkaido llevó su duro y lubricado miembro hasta la abertura que permanecía parcialmente velada por la postura del cordero. Su palpitante carne resbaló lenta pero firmemente, y no hizo falta demasiado para que el mayor reventara en lo que se convirtió en el clímax más intenso de su vida: cuando los expertos dedos del menor de los tres retiraron ambos artilugios de su sexo, en el momento perfecto y preciso.

 


[1] Técnica de artes marciales que tiene el objetivo de neutralizar al oponente. A pesar de tener un nombre singular, no parece ser una sola táctica, y tampoco es fácil de identificar porque las fuentes no son muy precisas a la hora de describir su aplicación. Es probable que dicha inexactitud esté motivada por razones de seguridad y sentido común. En el ámbito médico, un procedimiento parecido es el masaje de seno carotídeo.

[2] Midori es la protagonista de Midori: La niña de las camelias, una popular historia oral que se originó entre las eras Meiji y Showa. Es conocida modernamente por el manga de Suehiro Maruo Shojo tsubaki: chika gento gekiga (1984) y fue animada en 1992. Resultó censurada y hostilmente recibida a causa de la crudeza de su argumento. El cosplay que Gara hizo de ella es canónico.

[3] Maruko-chan, por su parte, es la protagonista de Chibi Maruko-chan, un manga shojo cuya autoría pertenece a Momoko Sakura. Esta obra, en total oposición a Shojo Tsubaki, está catalogada como slice of life y es semi autobiográfica, dirigida a un público mucho menos restringido. De la misma manera, el cosplay que de ella hiciera no solo Rei sino todo Marco también es canónico, pero la coincidencia del nombre de ella y el de la banda parece ser solamente eso.

Notas finales:

Naturalmente, en las notas iniciales no puede uno explayarse tanto pues no conviene dar detalles que espoileen; pero sí, las alusiones al crossdressing lo eran también en onda cosplay. Como siempre, me gusta tomar esos detalles reales que pueden tornarse significativos dentro del planteamiento de las historias, en especial porque aquí parece no haber sido cualquier personaje. No quiero decir con esto que los chinos planifican puntillosamente todo lo que hacen para que resulte así súper simbólico; sino que para la manera en que se ha venido hilando la propia trama, estos hechos son muy atinentes, se transforman en bonitos adornos o incluso pueden llegar a ser germen de líneas a explotar en un futuro.

La parafilia que recreo brevemente se designa con el neologismo de “belonefilia” (“belenofilia” también parece estar extendido, pero sería menos correcto), compuesto por las palabras griegas para “aguja” y “afinidad”; y como casi todas estas categorías, tiene su antónimo en la belonefobia. Se define como la inclinación a pincharse o pinchar a otros en aras de excitarse sexualmente, y además de agujas incluye otros objetos afilados o punzantes. Manuales de diagnóstico psiquiátrico aparte –que para mí las ciencias mentales y orgánicas en todo caso tienen todavía mucho que aprender- la verdad es que todos los humanos fluctuamos en los diferentes espectros de prácticas que podrían generarnos desde placer hasta repulsión; y, como siempre digo, mientras no se dañe a otros y el daño hacia uno mismo no sea incapacitante, me parece totalmente normal y aceptable. Personalmente, también disfruto de uno que otro pinchacito de vez en cuando…

-toma aire y pone voz de enciclopedia-

Los anillos peneanos son dispositivos que cuentan dentro de la amplia gama de juguetes o accesorios para el sexo, pero que solamente se recomiendan por espacio de aproximadamente media hora, ya que la presión localizada en los genitales podría tener consecuencias graves e irreversibles.

Nah, ya; fuera de joda xD Eso es así :3 Opté por la inclusión de su uso porque, además de que me gusta innovar en mis relatos de cama (y ahora, en la frecuente producción de, ejem, tríos), se me hizo bastante complementario de la personalidad de Jojo, el dominator de este capi. Está en sintonía con su caracterización como el componente más joven, y sienta precedentes para futuras habilidades o equipamiento.

Muchas gracias a quienes han llegado hasta acá. Nos vemos en unos días para la cuarta y última parte.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).