/Yuna/
El ambiente es demasiado tenso sin embargo parece que soy la única que lo nota. Kyu Jong está mirando su café con gran atención, Young Saeng en cambio lo mira a él y mi marido me sonríe de vez en cuando mientras disfruta de su magnífico desayuno.
-Hijos hoy tendrán una cita – lo dice de improvisto y con emoción – Y Kyu Jong, espero que esa chica no haya sido nada serio – lo dice sin pudor ni vergüenza, tengo tantas ganas de golpearlo pero hago a un lado todo esos pensamientos cuando el ambiente se vuelve aún más tenso que antes. Mis hijos se dan una mirada tan fugaz que ni siquiera ellos notas pero yo sí y solo hace que mis nervios-que desde hace una semana están a flor de piel-aumenten.
-¿De qué habla? – Kyu Jong ha estado utilizando ese tono desde hace exactamente una semana y a mi esposo lo molesta tanto como hace unos días.
-Las hermanas Choi. Su padre me hablo y quedamos en que hoy saldrían.
-Bueno, pude hablarle yo – Young Saeng está claramente molesto.
-No sabía que seguían en contacto hijo pero espero que ustedes concerten sus salidas más adelante.
-Nunca sabe nada – Fue un tono tan tranquilo que es imposible sentirse ofendido, Kyu Jong se levanta de la mesa con una sonrisa demasiado falsa y se aleja con una reverencia. No ha bebido ni una gota de su café.
/Kyu Jong/
Se siente como aquella vez pero también tan diferente.
Young Saeng esta vez ha elegido la mejor ropa que tenía, se ve tan perfecto envuelto en esos pantalones de cuero y esa camisa blanca que además esta entreabierta. Mi cuerpo está caliente de solo verlo pero baja de temperatura al ver a su compañía. Es un amigo que acaba de encontrar que además es hermano mayor de las gemelas. Sonrió vagamente al recordar la reacción de este al vernos con sus hermanas en un club. Todo protector hasta que vio a Young Saeng y entonces los cuatro fueron hasta la pista de baile. Han pasado varios minutos desde aquello y no me han dado una sola mirada, aunque al único que he prestado atención es Young Saeng.
-Cariño ¿quieres bailar? – me pregunto cómo es que la he escuchado tan cercana y cuando giro lo entiendo, está tan cerca que me besa el cuello sin dificultad y sonrió porque no me importa. He bebido tanto que dejo que la rubia meta sus manos dentro de mi camisa sin preocupación alguna – Parece que prefieres hacer algo mejor – su voz es horrenda y no tan dulce como la de Young Saeng. ¿Ella gemirá igual?
-Vámonos – cojo su mano que tienta mi entrepierna, me levanto con todas las ganas del mundo de follarla cuando su mirada al fin se cruza con la mía. Ya no está con su amiguito y las gemelas tampoco, viene hacia mi con una sonrisa que se pierde al ver quien está a mi lado pero la mia no, la mia ha ido creciendo tanto que siento que entumecere mis mejillas.
-Vamos ya cariño – ella se ha pegado nuevamente, con sus manos alrededor de mi cuello y sus labios a punto de tocar los míos.
-Kyu Jong – él está cerca pero ha necesitado gritar para que pueda escucharlo. Alejo a la rubia y la sonrisa de Young Saeng vuelve, me acerco a su oído y grito al igual que él.
-Vuelve a casa solo – me alejo sin mirarlo y recordando sus palabras de hace días.
-¿Era tu novio o algo así? – su voz suena tan sensual pero me asquea, salimos por la puerta principal pero la llevo al callejón donde la penetro con facilidad y sin placer alguno. Sé que solo son unos minutos pero parecen horas así que me sorprendo cuando al separarnos veo a Young Saeng frente al auto. El alcohol aún está presente y mi sonrisa no quiere borrarse.
-Bebé, deberías estar en casa – se sorprende por mi voz, lo sé porque da un salto en su lugar y luego forma un puchero que quiero besar – Oh no, espera. Hermano mío – su rostro tiembla. Quiere llorar y es entonces que me detengo, todo me abandona y me acerco a abrazarlo con fuerza. Él se retuerce con fuerza y hasta llega a morderme pero no me aparto, no quiero hacerlo. Soy una basura pero lo amo tanto.
-Kyu basta – su voz se ha roto al decir mi nombre y solo ha conseguido hacerme sentir peor – Basta, basta… Kyu por favor – esta vez ya no pelea, me abraza de la misma manera que yo y todo lo que hacemos es pegarnos más entre sus lamentos.
-¿Ella quien era… - trata de decir pero no puede, es tan tierno. Lo suelto y me niego a verlo a los ojos.
-Nadie, entra al auto – hago caso de la orden que le doy y segundos después él también. Sigo sin atreverme a verlo con el miedo a desmoronarme.
-¿Ustedes…
-Vamos a casa – No sé si entiende pero se calla de inmediato, se encoge en su asiento y no hablamos más, ni en ese momento, ni cuando llegamos a casa, ni cuando nos vemos al día siguiente.