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Just the Beginning por DraculaN666

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Notas del capitulo:

Al fin me digné a aparecer con la última parte. La verdad era pura flojera el no subirla, ya tenía todo escrito pero, como dije, intentar corregir mis errores y mi vida es una tarea complicada. Al menos la ortografía si puedo hacerlo.


Mááááás o menos...


Como sea, My Lady


Debo decir que fue difícil escribirla, no sólo porque tenía un año sin escribir nada de nada, sino porque mis dos computadoras -DOS shingadamadre- han decidido hacerme mierda la vida porque a una la pantalla se le murió y a la otra la batería. Carga cuando está apagada, se descarga súper en shinga cuando está prendida, y si le quito la pila para usarla sólo con el cargador conectado le da por apagarse por sus santísimos cojones.


Así que sí, esto ha sido difícil porque la hora y media que le dura la pila me alcanza para más o menos un carajo.


Ayñ, debía sacar todo eso de mi kokoro.


Advertencia: LEMOOOOOOOON y hecho por una malahablada so... ajá...

23

 

Es el último año y Merlín piensa que su única preocupación será elegir con sabiduría a qué se dedicará el resto de su vida. Y lo piensa de esa forma por aquello de no meterse demasiada presión, claro. Antes de que pasara todo lo de Hogwarts y las cosas mágicas, tenía claro que se graduaría de la escuela como mera formalidad, porque el plan después de eso era seguir trabajando y sobreviviendo en un mundo duro y cruel con la sonrisa de su madre como único aliento. Pero ahora las cosas eran muy diferentes y no estaba seguro de nada.

 

Pero Merlín siempre es demasiado ingenuo con sus pronósticos de años escolares. Porque no han puesto ni un pie en el castillo, de hecho van todos apretujados en uno de los vagones del tren, Arthur, Leon, Lancelot, Merlín y los acaramelados de Percival y Gwaine los cuales están más cerca de lo éticamente permitido cuando hay otras cuatro personas alrededor, y hay un murmullo constante fuera de la puerta que Merlín reconoce como el no tan pequeño club de fans de Arthur.

 

Las chicas son demasiado conscientes de que es su último año para ser seleccionadas como la ilustre señora Pendragon, y como Arthur no ha dicho nada de la chica de la que supuestamente está enamorado, todas creen que es un amor no correspondido y aún tienen oportunidad.

 

Y quizás la tengan porque durante todo el verano Arthur no hizo ningún comentario al respecto y Merlín pasó casi todas las vacaciones en su casa. Su madre comenzaba a recibirlo en casa con una maleta ya preparada por si un día decidía no volver, lo cual era ridículo. Merlín no se ve con fuerzas de abandonarla en unos veinte años más o hasta que ella misma decida correrlo de casa.

 

 

 

—¡Hola Arthur! —chillan unas voces fuera del vagón y Merlín rueda tan fuerte los ojos que le duelen un poco.

 

—¡Hoooooola Arthuuuuur! —chilla Gwaine tres tonos más agudos de lo normal y Lancelot no puede evitar la risotada. Arthur sólo bufa indignado.

 

—Todo terminaría si dijeras el nombre de la, oh tan afortunada, chica que te trae loquito, princesa —Gwaine parece estarse dando sus cinco minutos de descanso de Percy, lo cual a veces se reduce sólo a dos minutos porque esos dos en cualquier momento terminaran por hacer simbiosis. Las personas, en su mayoría chicas despechadas por el moreno, poco a poco dejaron de especular de lo poco que durarían esos dos al ver que es posible que primero vuelva a producirse otra guerra mágica antes de que esos dos decidan soltarse más de diez minutos. Gwaine agradece por primera vez en siete años estar en la casa de Gryffindor, la misma de su novio.

 

—Oh Gwaine, para mitad de año todos se llevaran una sorpresa, te lo aseguro —comenta Arthur con una sonrisita confiada en los labios que generalmente hace suspirar a Merlín pero que en este momento sólo le causa agruras.

 

No está listo para ver a Arthur con alguna chica linda colgando de su brazo. Pero supone que al ser el último año es el momento ideal para hacer algo al respecto.

 

No que eso le haga sentir mejor.

 

24

 

No es medio año, piensa Merlín una tarde. De hecho es la primera semana de clases y ya está ridículamente sorprendido.

 

Arthur le espera todas las mañanas fuera de su sala común para hacer juntos el camino hasta el gran comedor, donde todos han decretado invadir la mesa Hufflepuff por ser la más tranquila y donde nadie pelea por la jalea o los panecillos, simplemente piden o consiguen más. Después le encamina hasta su primera clase que generalmente no comparten, lo cual le sabe un poco mal a Merlín ya que la clase de Arthur es hasta el otro extremo del castillo.

 

—Pero quiero pasar un rato más contigo —insiste siempre el rubio, con su encantadora sonrisa.

 

Y , Merlín suspira como el colegial que es, pero eso no evita que se le haga demasiado extraño su comportamiento. Casi cada cambio de clase, cada periodo libre o hasta los ratos que se toma para ir a la biblioteca, ahí está Arthur. Y Merlín adora eso, por favor, que no se detenga nunca de los jamases. Pero que alguien le explique, también, por qué el club de fans de Arthur ha comenzado a lanzarle miraditas muy venenosas y no necesita una repetición de lo del año pasado muchas gracias.

 

25

 

—No puedo, es demasiado denso —Arthur se derrumba en la mesa de la biblioteca, causando un terrible estruendo del cual Lancelot se tiene que disculpar.

 

Es uno de los raros momentos donde Arthur no anda tras las faldas de Merlín porque tiene un periodo libre y Merlín está en clase de cuidado de criaturas mágicas con los Hufflepuff de séptimo año. Lancelot, aún atrapado en sexto año, también tiene un periodo libre que usa para despejarse en la biblioteca.

 

—En serio, no sé cómo Merlín no se ha matado a sí mismo con su propia mágica… o con su propio tintero. No sé qué debo hacer para que se dé cuenta…

 

Oh… ¡Oooohhh! Piensa Lancelot cuando el entendimiento ilumina su mente. Oh Leon, me debes mucho dinero. Intenta por todos los medios que su sonrisa triunfante no se note en sus labios.

 

—¿Merlín? —Pregunta Leon con incredulidad—. ¿Arthur enamorado de Merlín? —continua porque es demasiado inverosímil pensarlo y ahora que lo ha dicho en voz alta le parece más ridículo.

 

—Te apuesto seis galeones compañero —se limitó a decir Lancelot, muy seguro de sí mismo.

 

—Que sean veinte amigo…

 

—Ajá, Merlín. Claro. ¿Me explicas? —Porque una cosa es hacerse el entendido con Leon y otra muy diferente decirle a Arthur que todos en el colegio, menos Leon y Merlín, saben de su pequeño enamoramiento.

 

Arthur levanta su cabeza, la que previamente se dedicaba a golpear contra la madera para ver si así entraba el entendimiento en ella y por el placer de ver la cara de sapo de la bibliotecaria arrugada en un rictus furioso. Posó sus ojos imposiblemente grandes y azules en los castaños de su compañero y los entrecerró con suspicacia.

 

—Por favor —escupe indignado—. No soy tan denso como Merlín. que lo sabes, que todos lo saben. Lo que no sé es por qué Merlín…

 

—Y Leon —interrumpe Lancelot por puro placer, sonriendo inocente al ceño fruncido que es el rostro de Arthur.

 

—Lo que no sé —repite Arthur lentamente—, es por qué Merlín, y Leon, no lo saben. ¿Qué  estoy haciendo mal?

 

—Pues todo —las respuesta es rápida y sin tapujos. Lancelot se encoge de hombros de forma despreocupada ante la interrogativa pintada en el rostro del rubio—. Es Merlín, un chico increíblemente inteligente y poco brillante al cual el sarcasmo y las indirectas le son lenguas extranjeras.

 

—Ajá… —responde Arthur sin entender a dónde quiere llegar.

 

—Ay… ¿Has intentado… ya sabes, decírselo directamente? Sin indirectas y cortejo de la era medieval esperando que Merlín deje caer su pañuelo para que tú como un buen caballero lo levantes y comiencen un amor de ensueño. ¿Por qué mejor no le besas hasta casi ahogarlo y se van al cuarto de escobas? Si Percy y Gwaine no están otra vez ahí, por supuesto.

 

Arthur arruga la nariz, indignado y algo asqueado.

 

—Soy mucho mejor que eso —aclara como si fuera necesario.

 

—Sí, lo que sea, al menos bésalo y dile que te gusta. Es la única forma que veo en la que Merlín entenderá. O puedes esperar tranquilamente a estar en la academia de aurores y tener que hablar con él sólo por cartas, inventando poemas cursis a la luz de las velas porque será la única forma en la que podrás continuar con tu cortejo por al menos tres años más. Es más, mis nietos podrían…

 

—Ya entendí Lancelot. Ataque directo, intentar no matarlo del susto, asegurarme que Gwaine y Percy no estén en el armario de escobas o la sala de los menesteres. Lo tengo.

 

Y así como llegó, se fue.

 

—Yo no dije…. Olvídalo —Y Lance continuó con lo suyo.

 

26

 

El problema para Arthur es que es mucho más fácil decir las cosas que hacerlas. No es como si no lo hubiera pensado antes, claro, pero le hubiera gustado más que fuera el mismo Merlín quien, abrumado y enamorado por todas sus muestras de afecto llegara directamente a sus brazos. Pero al parecer los chocolates y el pasar tiempo juntos cada instante eran métodos demasiado femeninos como para funcionar con él. Así que se decide, no importa que deba soltar un discurso cursi, el cual ya tiene preparado. Él hará esto, es un Pendragon y debe tomar al toro por los cuernos. O al mago por la varita.

 

Ok, bien, mala imagen mental.

 

Van caminando después de una clase que no recuerda cuál fue, ha estado demasiado distraído pensando en cómo hacer esto sin fallar o salir huyendo. Pero no se le ocurre nada así que dice a la mierda y se detiene abruptamente, logrando que Merlín choque contra su espalda ya que, como siempre, va demasiado metido en su mundo y casi terminan de boca en el suelo. Un muy buen comienzo, si alguien se lo pregunta.

 

—Merlín —dice Arthur antes de que el chico pueda disculparse y arruinar todo. Él necesita hacer esto, es un hombre con una misión y nadie podrá detenerlo— Yo…

 

Se detiene porque a lo lejos, unos pasos más allá puede ver cómo Lancelot alza los pulgares en señal de apoyo. Pero no sólo es él, son Leon, Gwaine y Percival. Estos dos últimos haciendo un bailecito en señal de apoyo al que poco tarda en unirse Lancelot y un desconcertado Leon. Y pronto es más gente rodeando al ridículo grupito y Arthur no puede hacer eso con tanto público.

 

—Yo… tengo algo que hacer —dice antes de salir pitando de allí.

 

Bien, muy bien.

 

27

 

La siguiente vez que lo intenta están en clase de adivinación, la cual comparte con los Ravenclaw. Él y Merlín se sientan juntos en todas las clases que comparten desde que comenzaron a ser amigos. Merlín está muy concentrado viendo pozos de té en una taza blanca y Arthur está cien por ciento seguro que si le pregunta sobre lo que ve, le dirá que es sobre su rotundo éxito en esta misión.

 

—Mira Percy, ¡Hay un pene en mi té! ¿Será una señal? —escucha la voz de Gwaine unas mesas más al fondo y no, él no puede hacer de eso un recuerdo del día en que se le declaró a Merlín, por favor.

 

—En la mía sólo hay té —murmura Merlín, con algo parecido a la decepción en la voz.

 

Y en la mía sólo fracaso, piensa Arthur de forma desalentadora.

 

28

 

Hoy sin duda es el día, se vuelve a decir el rubio. Está nublado y tormentoso pero es su día. Si Slytherin y Hufflepuff pueden jugar su partido de quidditch con este clima, él puede cumplir su misión.

 

Mala idea hacerlo en medio del partido.

 

—¿Qué? —grita Merlín por sobre el coro de voces, intentando acercarse un poco más entre el gentío que hay en las gradas.

 

—¡Que me gustas! —repite lo más fuerte que puede, siendo para su mala suerte el momento justo en el que Slytherin atrapa la snitch dorada y todos comienzan a enloquecer.

 

Esa es sólo la suerte de Arthur.

 

29

 

Pero él está decidido a hacer esto. Así que poco le importa la marea de gente que va rumbo al castillo para celebrar aunque a pocos les guste la victoria de la casa de Slytherin. Arthur toma a Merlín por el brazo y está a punto de gritar de nuevo su declaración pero hay miles de voces en el ambiente y ¿saben qué? A la mierda. El besa a Merlín, con fuerza, con furia y muy cachondo.

 

Si después de eso el chico sigue sin entender, tendrán un verdadero problema.

 

—¿Ya  me escuchaste? —es lo primero que pregunta Arthur cuando se separan. Ha sido un roce de labios pero ha sentido estallar miles de fuegos artificiales por todo su cuerpo y sino está repitiéndolo de forma más profunda es porque debe saber que el mensaje fue claro. Pocos o nadie se ha dado cuenta, lo cual hace que nadie les preste atención.

 

—Es que sí te escuché las primeras cinco veces Arthur, sólo que no me lo creía —admite Merlín, sonrojado como una manzana madura. El sonrojo le baja por el cuello hasta lugares donde a Arthur le gustaría mucho investigar.

 

—Ay Merlín, sólo tú —masculla antes de volverle a besar, hundiendo su lengua en esa boca que sabe a ranas de chocolate, como las que le ha estado regalando las últimas semanas. Los labios de Merlín son tímidos pero activos y eso logra prender de forma insospechada las hormonas de Arthur.

 

—¡Por fin! —exclama Gwaine, tacleando la espalda de Arthur sin delicadeza, logrando que sus dientes y los de Merlín choquen de forma dolorosa.

 

—Te lo dije Leon, paga —es la voz de Lance al fondo, extendiendo la mano hasta un muy choqueado rubio.

 

—¿En serio? ¿Merlín? —dice Leon de forma incrédula, aun sin salir de su trance y Merlín teme por dos segundos que vaya a reaccionar mal—. Bueno, si lo piensan tiene lógica —acepta finalmente, extendiendo una pequeña bolsa hasta la mano de Lance—. No veo quién más pueda soportar al otro.

 

—¡Ey! —Exclaman los aludidos, bastante indignados.

 

Leon sólo se encoge de hombros sin prestarles más atención y todos siguen su camino de regreso al castillo.

 

Merlín y Arthur tomados de la mano.

 

30

 

Las reacciones en el castillo son mixtas. Muchos sólo levantan las manos, ruedan los ojos y exclaman un ¡por fin, joder! Al viento como si fuera un evento atrasado por demasiado tiempo. Hay un coro de chicas histéricas que se niegan a que eso sea cierto y se atreven a decir que si Merlín es tan poderoso, quizás está usando su magia para influenciar a Arthur. Una mala mirada por parte de todo el grupo es suficiente para hacerles cerrar la boca pero no por ello dejan de lanzarle miradas venenosas al moreno.

 

A parte de eso las cosas van relativamente bien, considerando que no cambia mucho el comportamiento de ambos ya que siempre han parecido un viejo matrimonio. Se ayudan mutuamente en lo que pueden, pasan sus ratos libres juntos, desayunan, comen y cenan juntos. Arthur siempre está ahí para escoltar a Merlín a donde sea y Merlín siempre le recuerda, y ayuda, a Arthur con sus deberes atrasados. Es un poco frustrante para todos sus amigos que, sin contar los besos cariñosos y las miradas de enamorados perdidos –esas que siempre han estado ahí- nada cambia demasiado.

 

—¿Al menos ya se han metido mano en alguno de los rincones del colegio? Puedo mostrarles todos mis escondrijos especiales para sus necesidades, para eso están los amigos querido Merlín —propone Gwaine una tarde e ignorando la mirada de disgusto por parte de Lancelot.

 

—Yo que tú no aceptaría Merlín, no sabes qué cosas han hecho en esos lugares y cómo seguramente han dejado todo perdido.

 

—¡No es cierto!

 

—La verdad es que sólo nos hemos besado. Arthur no ha intentado nada ni lo ha propuesto —responde Merlín antes de que sus amigos comiencen una discusión.

 

—A lo mejor será impotente —propone Gwaine con una mirada pensativa.

 

—O a lo mejor es demasiado pronto, tonto, llevan menos de dos semanas juntos —agrega Lancelot.

 

—Oh, por favor Lance, no seas tan mojigato. Estamos en esa edad en la que…

 

—¿Piensas más con la polla que con la cabeza? —interrumpe Lance antes de que Gwaine pueda terminar esa frase.

 

—Claro que no, Lance… Bueno, quizás sí, pero también en la que todo hombre necesita un poco de cariño de otro ser humano e intentar abandonar a la amiga manuela, ¿lo has intentado tú?

 

—¿Y has intentado tomar la iniciativa tú, Merlín? —Lance se dirige a su otro amigo, evadiendo totalmente la pregunta de Gwaine.

 

—¿Yo? Pero…

 

—¡Lancelot! No ignores mi pregunta.

 

—Arthur ya tomó la iniciativa en comenzar su relación, si tanto te interesa dar un paso más creo que es justo que pongas algo de tu parte.

 

—¡Ey! Te estoy hablando Lance, no creas que…

 

—Bueno, sí, quizás, pero yo no sé cómo…

 

—Está bien, no contestes Lancelot. Muere virgen y canonizado, como todo Hufflepuff que se respete. Y tú —dice esta vez dirigiendo su mirada a Merlín—, vas a adentrarte a un mágico y maravilloso mundo llamado… hechizos de lubricación.

 

Y sí, tener esa conversación en medio del gran comedor fue muy prudente.

 

31

 

—¡¿Qué Merlín qué?! —grita Arthur en medio del pasillo, deteniendo sus pasos ante lo dicho por Leon y Percival.

 

—Pues eso —responde el grandote—. Que alguien escuchó cómo hablaba con Gwaine y Lancelot sobre cómo llevarte a la sala de los menesteres para…

 

—Por favor, no lo repitas —suplica Leon, rojo como tomate—. Es sólo un chisme que se ha estado propagando. Ya sabes cómo es Gwaine, todo debe ser su culpa.

 

—¡Oye! Gwaine no… —intenta defender Percy, pero se detiene a la mitad—. Bueno, sí, definitivamente debe ser culpa de Gwaine, él sabe perfectamente cómo…

 

—¡No queremos saber! —dicen Leon y Arthur al mismo tiempo. Ambos comparten casa con Gwaine y Percy y saben perfectamente las cosas que esos dos pueden hacer, aún con gente alrededor.

 

—El caso, no creo que Merlín tenga intención de…

 

—Por favor, Arthur —interrumpe Leon, bufando exasperado—. Por mucho que Merlín sea distraído y patoso, sin ofender, sigue siendo un hombre en plena flor de su juventud, por supuesto que quiere. La cosa es, ¿por qué tú no?

 

—Claro que quiero —masculla indignado el rubio—. Es sólo que Merlín es tan… tan él, que me da algo de miedo hacer algo que no quiera.

 

—Compañero —esta vez es Percy quien detiene su andar para poner los brazos sobre los hombros de Arthur y verle directamente a los ojos—. Merlín definitivamente quiere. Háganos un favor a todos y follen de una vez. El mundo será un lugar mejor…

 

—O no —agrega Leon.

 

—O no —acepta Percy—. Pero verán que las cosas marchan de maravilla. Le quieres, te quiere y se nos acaba el año escolar, así que como favor a la comunidad, te contaré un par de secretos.

 

—Yo la verdad tengo algo que hacer lejos…

 

—No, león, tú también te quedas. Por si llegas a necesitarlo…

 

—O no —interviene Arthur, no muy seguro sobre si escuchar a Percy sea buena idea.

 

—O no, lo que sea chicos.

 

32

 

Muchos profesores se preguntaron por qué Lancelot y Leon parecían un poco verdosos y con nauseas durante sus clases, pero pocos pusieron atención. Merlín y Arthur, por su parte, parecían medio idos, meditando sobre los misterios del universo.

 

O sobre el sexo seguro y juvenil en aulas en desuso, que es casi lo mismo.

 

Gwaine y Percy, como siempre, haciéndose manitas bajo las mesas. O pajas, porque son muy de esos.

 

Así que todo estaba más o menos en orden con el universo como siempre con ese grupito de amigos, que por un año habían aprendido a estar fuera de los problemas y no habían conseguido muchos castigos. La mayoría era sólo por andar de noche por el castillo cuando el toque de queda ya había pasado, o por actividades poco decorosas en aulas que, definitivamente, no estaban en desuso. Gaius y los chicos de Ravenclaw y Hufflepuff de cuarto año habían tenido que ver cosas para las que sus ojos no estaban preparados sólo porque esos dos no sabían a veces cómo contenerse.

 

—Merlín —llamó Arthur una semana después de sus respectivas charlas con sus amigos. Había tomado una decisión. Quedaba menos de medio año para terminar el colegio, se venían los días más pesados con exámenes finales y decisiones sobre el futuro. Estarían tan ajetreados que pasar el tiempo como la hacen en este momento sería complicado. No imposible, pero sí más complicado. Así que era el momento ideal, según pensaba.

 

No es que quisiera precipitar las cosas, hubiera querido tener más tiempo para ser un poco más romántico. Pero Arthur a veces olvidaba que Merlín era un chico y que no esperaba esas cursiladas de su parte, así que , era el momento.

 

—El sábado hay paseo a Hogsmeade —continuó el rubio, tomando coraje para llevar adelante su plan—. ¿Quieres quedarte conmigo en el castillo ese día?

 

Porque no, él no lo llevaría a la casa de los sustos, haría al menos las cosas como se deben.

 

Merlín boqueó un par de veces, se sonrojó hasta la punta de las orejas y pensó que se desmayaría.

 

No es que no quisiera porque ¿quién no querría estar con alguien como Arthur? Y por mucho que ya estuvieran saliendo y que sus amigos le dieran ánimos, Merlín era tan… pues tan él que no podía evitar compararse, con el mismo Arthur, con las chicas o chicos con las que podría estar en vez de él, con todo lo que siente que no puede ofrecer.

 

—Sí… —respondió sin titubear pero sin estar del todo convencido.

 

—¡Genial! —exclamó Arthur sin darse cuenta del predicamento de su novio.

 

33

 

Por supuesto, Arthur no iba a dejar que las cosas fueran directamente al punto, ese no era su objetivo. Hacer ver como si toda esa cita fuera solamente con el propósito de terminar enrollados en una cama. Que sí, puede que lo fuera, pero la idea de simplemente hacerlo así, porque sí, no iba mucho con él. Tenía muy en cuenta el nerviosismo de Merlín, no toda sus dudas, pero el chico exudaba nervios por cada poro del cuerpo y a él le gustaría que las cosas fueran más fluidas y menos forzadas.

 

Así que pasaron gran parte de la mañana vagando por el castillo, charlando de todo y nada, lo típico en ellos pero con más confidencias ahora que sus amigos no pululaban por el lugar. Arthur se esmeró, como todo el tiempo, en ser un buen caballero, no porque pensara en Merlín como una damisela a cortejar sino porque era simplemente su naturaleza. Había logrado que algunos elfos domésticos, encantados con la idea del amor juvenil, prepararan un almuerzo en uno de los jardines de la escuela, con una bonita vista al lago del cual, de vez en cuando, se apreciaban los tentáculos del calamar gigante, lo que complació bastante a Merlín y su extraña fijación por los animales enormes, extravagantes y mortales.

 

Al fin le tomó menos trabajo y nervios llevar a Merlín hasta la sala de los menesteres de lo que había pensado. Usar esa sala después de la guerra que hubo muchos años atrás era complicado. Había quedado muy mal parada por un hechizo con fuego y a veces no respondía de la forma correcta, pero Arthur se había esforzado bastante para lograr un ambiente cálido y agradable que no le recordara totalmente a Merlín qué iban a hacer exactamente. No abusó del color rojo como todo buen Gryffindor. Había una chimenea con fuego bajo, un enorme sofá justo al frente y ambos intentaron no pensar demasiado en la enorme cama al fondo, bien arreglada y en la que Arthur se esmeró en no pensar en ella con pétalos de rosas encima porque no, no, hasta su cursilería tenía un límite.

 

Así que, ahí estaban, los dos sentados como estatuas en el sofá, rígidos y muy serios porque ahora llegaba el momento en el que ninguno de los dos sabía muy bien cómo proceder. Merlín intentaba no pensar en todas las tonterías que Gwaine había metido en su cabeza, la de hechizos que le había indicado cómo y para qué funcionaban. Él solito se había metido en esa situación insistiendo que quería saber un poco sobre las cosas que Percival y él hacían durante sus ratos libres. Lo cual, y en palabras de Lancelot, era la idea más estúpida que Merlín había tenido en su vida, y Merlín es Merlín, así que él no tiene ideas estúpidas, las colecciona.

 

—De acuerdo —dijo Merlín levantándose de su lugar y caminando hasta la enorme cama—. Si sigo pensándolo más saldré corriendo y no quiero salir corriendo. Quiero esto y no sé por qué tú quieres esto conmigo, pero aquí estamos…

 

Arthur no estaba muy seguro si le hablaba a él o intentaba sólo darse valor. Cuando iba a decirle que mejor olvidaran todo eso por el día de hoy y lo dejaran para un momento más tranquilo y oportuno, se vio incapaz de hablar ante la escena.

 

Merlín comenzó a despojarse de las capas de ropa que cubrían su cuerpo. Una por una fue cayendo al suelo sin demasiada ceremonia. No es que estuviera haciendo un baile erótico, ni que intentara provocar a Arthur, pero lo estaba consiguiendo, sólo con ver piel y más piel siendo expuesta la polla de Arthur daba un tirón en su entrepierna, bastante interesada por todo lo que estaba contemplando. Y tuvo que admitir que le gustaba mucho lo que veía. Merlín parecía flaco y larguirucho porque sus hombros eran especialmente huesudos, aunque Arthur encontraba muy sexy el hueco de su clavícula, el cual le gustaría morder y marcar, pero Merlín tenía proporción en los lugares justos, piernas torneadas, un pequeño y apetecible trasero que seguramente Gwaine había manoseado más veces de las que a Arthur le gustaría pensar, pero no importaba porque ahora era su turno y no podía creer que siguiera sentado sólo viendo y no tocando.

 

Iba a levantarse de su lugar y literalmente brincar sobre su novio cuando la escena se volvió aún más inverosímil. Merlín se tendió en la cama boca arriba, recargándose con los codos para quedar incorporado y con las piernas bien abiertas, su semi erección bastante visible y levantando una ceja, expectante, hacia Arthur.

 

—¿Sigues vestido? —pregunta el maldito, como si Arthur no estuviera haciendo un soberano esfuerzo por no atacarlo y matarlo del susto por su ímpetu.

 

Arthur no tarda ni dos segundos en levantarse de su lugar, quitarse la ropa con tal fuerza que escucha algo rasgarse sin que le importe y dirigirse hasta la cama, donde Merlín no deja de asombrarle.

 

Hay un brillo dorado en los ojos de Merlín antes de que dos de sus dedos desaparezcan dentro de su trasero con una facilidad que hace pensar a Arthur sobre cuántas veces se ha hecho Merlín esto y su polla está tan increíblemente dura que se correrá patéticamente rápido si sigue contemplando de lejos. Pero también teme acercarse, tocar y correrse patéticamente en menos de cinco segundos porque toda esa blanca piel es simplemente hermosa y brillante, y los dedos de Merlín se mueven dentro y fuera de su cuerpo, húmedos con alguna clase de lubricante que de nuevo trae a Gwaine a sus pensamientos y joder, no, Arthur no puede pensar en él en ese momento.

 

Merlín está tan concentrado en su tarea, centrándose en dejarse listo y no correrse antes de tiempo que no sabe bien cuándo llega Arthur hasta estar sobre su cuerpo, sacando con furia sus dedos de su cuerpo y reemplazándolos con los suyos.

 

—¿Haces esto a menudo? —susurra el rubio en su oído, mordisqueando el lóbulo de su oreja. La piel de Arthur quema sobre la suya y siente como comienza a frotar su miembro contra el suyo mientras mueve sus dedos sin reparos dentro de su cuerpo.

 

—A veces —logra articular Merlín a duras penas, sintiendo tres dedos dentro de su trasero, entrando y saliendo con fuerza, abriéndose camino en su cuerpo y tocando ese punto que él a duras penas puede alcanzar por sí mismo.

 

—Joder, dime que piensas en mi —gruñe Arthur mordiendo su cuello, sus hombros, bajando por su cuerpo.

 

Alcanza uno de los erectos pezones de Merlín que se alzan orgullosos y sensibles, mordisquea un poco y lame la punta con su lengua, disfrutando de los escalofríos que provoca en el cuerpo del otro hasta tomarlo completamente en su boca y succionar con fuerza.

 

—¡Sí! —chilla Merlín, porque no hay otra forma de describir el sonido que dejan escapar sus labios. Se retuerce bajo el peso del rubio, abrumado por todas las sensaciones en su cuerpo.

 

La mano que no está trabajando en su culo recorre su cuerpo, masajea el pene húmedo de Merlín, resbalando con facilidad por el líquido seminal que deja escapar. Le pellizca el otro pezón sólo porque no desea abandonar el que tiene entre sus labios hasta dejarlo bien rojo y adolorido. Quiere pensar en Merlín sufriendo con la ropa puesta, sensible por sus besos, deseando que Arthur vuelva a recorrerle con la boca todo el cuerpo.

 

Abandona con algo de fastidio el botón rosado y dolorido y dirige su boca más al sur, saboreando toda la piel a su alcance. Su lengua danza alrededor del ombligo y disfruta de las contracciones, mitad placer, mitad cosquillas hasta que siente la punta del miembro de Merlín chocar contra su barbilla.

 

Para martirio de Merlín, Arthur se incorpora hasta quedar hincado entre sus piernas, sin tomar en cuenta su dolorosa erección. Sin embargo, y nuevamente para sorpresa de Arthur, Merlín toma su propia polla, empalándose en los dedos de Arthur con un movimiento ondulante de caderas y comienza a masturbarse con fuerza.

 

—Siempre pienso en ti, Arthur —dice con un susurro roto y ronco que sale desde el fondo de su garganta y termina justo en la base del pene de Arthur, que no sabe cómo reaccionar, sus dedos quietos en el interior de Merlín pero este continua con sus movimientos, follándose a sí mismo—. Pienso en tus dedos tocándome, tu lengua hasta lo profundo de mí, dejándome saborearte. Pienso en ti follándome duro y pienso por qué yo y no alguien más.

 

Arthur está a punto de contestar, pero Merlín se adelanta, sin detener sus movimientos.

 

—Pero sé la respuesta —dice, apretando la base de su polla para no correrse, no aún—. Yo no lo permitiría, ¿sabes? No dejaría a nadie más tenerte. Eres mío.

 

Y como si quisiera dejar ese punto claro, entierra más los dedos de Arthur dentro de su cuerpo, estremeciéndose y sintiendo el clímax muy cerca.

 

Arthur, en shock por sus palabras, regresa a la realidad al sentir ese movimiento. Una sonrisa curva sus labios y sus dedos abandonan el cuerpo de Merlín, para frustración de éste.

 

—Bueno —dice al fin el rubio, haciendo que Merlín suelte su erección de un manotazo, tomando sus caderas con fuerza y obligándole a darse la vuelta en la cama, dejándole sobre sus manos y sus rodillas. Toma el trasero de Merlín hasta dejar expuesta su entrada, rosada y húmeda por toda la faena anterior. Parece tan listo que Arthur podría simplemente enterrarse hasta el fondo y follarle duro, pero aún falta, todavía falta disfrutar—. Es bueno saber que pensamos de la misma manera, Merlín —pasa su pulgar entre los pliegues de sus nalgas, disfrutando de las contracciones—. Me molesta que cualquiera te toque —continua, esta vez hablando directamente sobre el anillo rosado, dejando que su aliento estremezca a Merlín hasta los escalofríos—. Todo tú —y como si se refiriera a ese lugar en específico, da un largo lametón que termina hasta casi llegar a la espalda del moreno—, me pertenece. Desde el cuarto año pensé “sí, es mío”.

 

Merlín ni siquiera tiene tiempo para reaccionar a sus palabras porque Arthur se concentra en lamer, chupar e invadir con su lengua todo lo que tiene a su alcance. Su lengua se adentra lo poco que puede en el anillo de carne y a pesar de todo Merlín se estremece de placer, arrugando las mantas bajo sus manos y haciendo lo humanamente posible por no correrse con fuerza.

 

—Por favor —suplica en algún momento. Es un por favor roto, vencido que rápidamente se vuelve un mantra—. Porfavorporfavorporfavorporfavor…. Arthur —gimotea su nombre cuando no le da lo que quiere rápidamente.

 

Y Arthur se siente inesperadamente eufórico, teniendo a Merlín todo poderoso suplicándole. Sabe que es un mal pensamiento pero no puede evitarlo. Merlín, quien se menosprecia todo el tiempo y no entiende que es él quien podría tener a quien quisiera a sus pies, con sólo desearlo, Arthur está completamente seguro que el mundo se rendiría a sus pies. Pero es tan buena persona, tan santurrón y bien intencionado que quizás nunca ha contemplado la idea seriamente. Y ese Merlín, ese todo poderoso Merlín ha decidido que alguien como Arthur, alguien más del montón en un mundo de magos muy parecidos entre sí, alguien tan infantil, malhumorado, no tan brillante como cabe esperar, es el indicado para rogarle que le folle. No sabe si le gustan o le asustan sus pensamientos y antes de que pueda profundizar mucho más en ellos su polla se alinea con el culo de Merlín, frotando entre sus pliegues sin darle lo que quiere.

 

—¿Por favor qué Merlín? —pregunta cerca de su oído, restregando todo su cuerpo contra el de Merlín como si fuera un perro en celo—. Dime qué quieres y te lo daré. Lo que tú quieras.

 

—Fóllame —dice simplemente Merlín, lejos del romanticismo y de las ideas idílicas de romances adolecentes. Es un hombre al borde del colapso mental de lo cachondo que está y por su mente no pasan cursilerías como “hazme el amor”. El sólo piensa en “fóllame” y “fóllame bien duro”.

 

Así que como promete, Arthur le complace, enterrando de golpe su polla hasta el fondo, logrando que Merlín suelte algo parecido a un grito y un gemido que hace juego con el de Arthur. Es caliente y arde y si ninguno de los dos se ha corrido es simplemente puro milagro. Pero no tienen tiempo para pensar en milagros porque Arthur comienza con los movimientos implacables de caderas, entrando y saliendo sin tregua de ese cuerpo que parece querer estrujarle el alma directamente por la polla, y él la entregaría encantado con tal de no dejar ir esa sensación tan placentera. El cuerpo de Merlín oscila con el suyo, encontrándose en el camino de cada embestida para darle más potencia a los embistes. Dentro y fuera con tanta fuerza que Merlín siente le partirán en dos. Él encantado con la sensación, disfrutando de los dedos de Arthur enterrados en su cadera, con su miembro restregándose entre las sabanas, llevándolo al borde de un clímax que aún no quiere pero que realmente necesita o se volverá loco de tanto placer.

 

Claro que duele, no puede mentirse, hay un ardor constante cada que Arthur empuja con fuerza y sus testículos chocan contra su cuerpo pero es más el placer de sentir ese miembro perforar su cuerpo, las grandes manos dejar marcas en su piel, la boca húmeda que muerde, chupa y lame toda la piel que tiene a su alcance que por un segundo siente que su magia se saldrá de control. Puede sentirla vibrar en el aire, estremeciendo el fuego casi extinto en la chimenea, haciendo crujir los adornos de cristal y haciendo retumbar un poco las paredes. Pero intenta no pensar en ello, no pensar en nada y al mismo tiempo estar en control. No quiere pensar en nada que no sea todo Arthur sobre él, toda su piel en contacto con la suya, en su polla hundiéndose tanto en su cuerpo que piensa le romperá algo hasta dejar marcas imborrables.

 

Con un último empuje más salvaje que los demás, con los dedos tan enterrados en la piel de la cadera de Merlín que Arthur sabrá dejará moretones, se corre en su interior, en los más profundo hasta vaciarse por completo con un gemido que parece casi un lamento al haber llegado al final. Es todo el conjunto de sensaciones, combinadas con la fricción de las mantas que Merlín siente su propia liberación como el estallido de miles de fuegos artificiales detrás de sus ojos.

 

Ambos están sudorosos y jadeantes, intentando recuperar un poco de aire. Merlín aún aferrado a las mantas, totalmente vencido bajo su peso sobre la cama mientras Arthur todavía sujeta sus caderas y, podría jurarlo, continúa corriéndose dentro de su cuerpo.

 

No dicen nada hasta que ambos están recostados sobre la cama, con la respiración tranquila y los cuerpos un poco más limpios después de un par de hechizos.

 

—Eso fue… —comienza Arthur, aún un poco abrumado por todo lo anterior.

 

—Jodidamente genial —concede Merlín, restregando su rostro somnoliento en el cuello de Arthur, donde ha tenido la nariz enterrada desde que se recostaron muy juntos en la cama.

 

—Nunca mejor dicho —acepta Arthur antes de aferrarse al cuerpo de Merlín y terminar ambos profundamente dormidos.

 

34

 

—Tienes que contármelo todo, absolutamente todo, detalles sucios incluidos —es lo primero que dice Gwaine cuando le ve al día siguiente. Merlín está especialmente animado aunque camina un poco raro, pero eso no basta para que quiera compartir algo tan íntimo como su tarde-noche con su novio.

 

—No te voy a decir na… —comienza a decir pero se ve interrumpido.

 

—¡Ha dicho que nos cuentes todo, Merlín! —Es Lancelot quien exclama, para sorpresa y horror de sus amigos.

 

—¡Bien dicho, hermano! —exclama Gwaine chocando cinco con Lancelot y Merlín no puede creer lo que está viendo.

 

—Lance, deja de juntarte con nosotros, te está haciendo daño.

 

Por toda respuesta, Lance se encoge de hombros, pero no dice que sea broma ni nada parecido, parece igual de expectante que Gwaine y eso no puede ser posible. Merlín no está listo para decirles que después de follar como conejos en la cama se pasaron al sofá, con la ilusa idea de pasar un rato frente a la chimenea. Pero a Merlín le gustó más la idea de montar a Arthur a pesar de sentirse un poco dolorido. Tampoco puede contarles la parte en la que le gusto sentir la polla de su novio follando su boca con fuerza a pesar de las arcadas y que sintió por un momento morir asfixiado porque en realidad fue alucinante. Ni el último polvo contra la pared del cuarto porque la idea de irse y separarse durante unas cuantas horas les era simplemente insoportable. Con Arthur sosteniendo a Merlín nuevamente por las caderas, las piernas del moreno bien sujetas a las caderas de su novio sintiendo que le quería hacer uno con la pared y susurrando cosas tan sucias y a la vez tan románticas como “No te quiero dejar ir, no te quiero dejar ir nunca, quiero follarte por siempre” que de sólo recordar le sube un rubor desde el cuello hasta las orejas y su polla da un saltito interesado.

 

—Fue increíble, es todo lo que diré.

 

Al parecer Merlín no conocía tan bien a sus amigos como pensaba.

 

35

 

Al final les tuvo que contar más cosas de las que eran realmente necesarias, no se sentía muy cómodo con la plática ya que consideraba algo muy personal lo que sucedió. Cosa que poco le importaba a Lance y Gwaine, quienes no pudieron evitar asombrarse por el aguante que tenían los dos chicos.

 

—Bueno, son años de estar reprimidos, me sorprende que no se corrieran a los diez segundos.

 

Lance rueda los ojos, nada impresionado por el comentario de Gwaine.

 

Al final las cosas siguieron su curso, Arthur y Merlín se escapaban cada que tenían tiempo, que no fueron muchas ocasiones porque los exámenes estaban a la vuelta de la esquina, todos, menos Lance que evitaba pensar que le quedaba un año más sin sus amigos, intentaban dar lo mejor para poder tomar la carrera que más les llamaba la atención.

 

—¿Inefable? —fue Gwaine quien tuvo que preguntar en voz alta, por sino había escuchado bien—. ¿Quieres ser inefable?

 

Merlín asintió con la cabeza, no entiendo por qué todos lo veían con esa expresión de sorpresa en el rostro.

 

—Es el departamento de misterios, no pueden hablar de lo que hacen, nadie sabe nada y yo necesito saber. Es como un tipo Club de la pelea pero… —se calló al ver más confusión en el rostro de sus amigos—. En serio, chicos, tienen que ver películas, ¿cómo sobreviviré con ustedes sino puedo hacer referencia a nada?

 

—¡Ey, yo sí la he visto! —Masculla Gwaine, indignado—. Pero no pareces del chico que le gusta ese tipo de películas.

 

—Te sorprenderías —Merlín se encoge de hombros sin darle mucha importancia.

 

—No sabes bien qué hacen en ese departamento —es esta vez Arthur quien toma la palabra, ignorando el tema de las películas—. ¿Qué harás si no te gusta?

 

—Pues buscar otra cosa que me guste —responde Merlín sin entender el alboroto—. No tengo por qué encadenarme a algo que no quiero, pero me gustaría probar, ver si ahí, con todos sus misterios, me ayuda a conocer mucho mejor este mundo.

 

Arthur duda que sea una buena estrategia, pero Merlín se ve especialmente emocionado y no tiene ningún argumento válido contra su lógica. A fin de cuentas es Merlín. Es seguro que cualquier cosa que quiera hacer, le saldrá de maravilla. Ahora los tiene a todos ellos, lo tiene a él, para hacerle entender lo increíble que es, así que tienen tiempo, mucho tiempo por delante.

 

—Tienes razón —acepta el rubio, todos de acuerdo con él.

 

Por supuesto, suena fácil decirlo, todos lo saben, pero también saben a la perfección que podrán manejar el futuro sin problemas. Se tienen los unos a los otros, como amigos, como parejas. Gwaine y Percy se toman de la mano, sonriendo como tontos enamorados. Arthur toma la mano de Merlín y deja un beso en el dorso de la misma, sonriendo satisfecho cuando Merlín no puede evitar el color escarlata en sus mejillas. Lancelot y Leon comparten una mirada, un alzamiento de cejas y después giran el rostro a otro lado porque gracias, no gracias.

 

Y aún no se han graduado, aún faltan muchas cosas por hacer, travesuras que planificar, exámenes que aprobar, profesores a los que hacer rabiar, de verdad aún faltan cosas. Pero así son las cosas, suponen, paso a paso, sin precipitarse, caer y levantarse.

 

Comparten una sonrisa entre todos, expectantes, porque todo eso, a penas, aunque la escuela esté terminando, es sólo el comienzo.

Notas finales:

Pues eso, mil gracias a todas las personas han leído la historia, han dado follow/fav aunque me siga reventando que sólo hagan eso o dejen kudos, así que sobre todo a las personas que me han dejado un comentario, mil gracias, mil, mil gracias porque pensé que este fandom estaba más muerto que nada. Me han alegrado mucho la vida y espero que disfrutaran de la historia, que al final es lo importante.

 

Si quieren dejar ideas para fics, se agradece, que ando escasa de musas últimamente y una lluvia de ideas me vendría genial. Si quieren, sino, pos no :v

 

Iba a meter un momento Leon/Lance sólo por no dejarlos solos pero me dije "Ay, ya Maribel, no quieras hacer a todos gays" y pues contuve mi impulso de estupidez.

 

No volverá a pasar, lo prometo.

 

Byebye!


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