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JUST ONE MORE NIGHT por Raziel Soul

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24 de noviembre de 2000, departamento de policía de Los Ángeles (L.A.P.D.)…

 

– ¡Hey Leon! – la voz de Steve Harrington interrumpió a su compañero que acababa de llegar a las instalaciones – el jefe quiere verte – dice con rostro serio; demasiado serio para ser Steve lo cual preocupa a Leon quien simplemente agradece con una mueca semi alegre dirigiéndose de inmediato a la oficina de su superior

 

Hacia dos años que el infierno en Raccon City había terminado, con ayuda de Chris, Claire, Jill, y él, Umbrella Corp desapareció del mapa; el gobierno mandó a destruir todo tipo de evidencia que diese pie a investigaciones periodísticas. La ciudad fue reconstruida y todo indicio de laboratorios subterráneos fue borrado del mapa, incluso investigadores del FBI y científicos del Pentágono prestaron sus conocimientos para erradicar totalmente hasta la más mínima gota de T o G-Virus y los demás sueros que pudiesen haber segregado en su camino por todos lados los portadores. Las cloacas fueron  selladas, en resumen, todo fue sepultado en la más profunda oscuridad.

El joven Scott Kennedy no imaginaba siquiera que, contrario a sus ruegos, la pesadilla volvería clamando su nombre nuevamente.

 

– Llegas tarde – la puerta de la oficina principal se abre, el comandante Ramírez está sentado, su redondo rostro demuestra enojo, el tupido bigote canoso que deja sólo entre ver los labios, denota más esa molestia.

 

Leon mira a su alrededor, en el cuarto se encuentran varias personas desconocidas, no entiende nada y al tratar de preguntar a su superior el por qué ha sido llamado, la voz de un hombre le interrumpe

 

– Escucha esto – el tipo enciende una grabación. En la cinta se perciben algunos gritos, y frases de auxilio logran distinguirse a lo lejos; hay demasiada interferencia en la señal, pero lo que lo dejó estupefacto fue escuchar las palabras: Raccon City. De pronto su cuerpo se tensó y un escalofrió lo recorrió – la señal fue captada ayer por uno de nuestros radios – el sujeto empieza a hablar – desde ese momento hasta hoy no se ha vuelto a tener señal, así que puede tan sólo ser una broma – esas palabras calmaron un poco al chico de ojos azules – pero. Dadas las circunstancias anteriores, no podemos suponer nada. Usted me entiende – una mueca, que más pareció burla, llenó los finos labios de ese hombre mientras Leon asiente

– Muchacho, has sido comisionado para ser parte de un grupo de investigación o rescate – esa frase por parte de su jefe no le agradó nada – que partirá en unas horas hacía Raccon City. Debido a tu experiencia en este tipo de “eventos” creemos necesaria tu presencia.

– De… de acuerdo – Leon no estaba nada de acuerdo, pero siempre había seguido órdenes, el ser policía fue su sueño de infancia y no lo perdería por cosas como esa. Además, sobrevivió la última vez a pesar de ser un novato – ¿Quiénes serán mis compañeros? Y ¿Cuáles son las órdenes que debo seguir? – más valdría no haber hecho esa pregunta

– Tu única orden es seguir las mías… – una voz al fondo de la oficina lo hizo voltear con gesto de extrañeza – novato – Leon da un paso al frente, a punto esta de contestarle a aquel sujeto tan arrogante, pero se contuvo a tiempo

– Él es Carlos Oliviera, un ex miembro brasileño del U.B.C.S. (Umbrella Biohazard Countermeasure Service), ahora parte activa del FBI. Estará a cargo de la misión – la única mujer presente consoló al joven policía poniendo su mano en uno de los hombros del chico

– ¡Pero yo he tenido contacto directo con los problemas de Umbrella, soy el más capacitado para…! –la fuerte y alterada voz del muchacho desconcertó a todos, menos a Carlos quien lo miraba divertido

 

– En primer lugar – una voz irrumpió en el ambiente – no tienes la autoridad para cuestionar las decisiones de un superior. Y en segundo, él también ha estado en contacto con los experimentos de los laboratorios Umbrella, pues fue uno de los pocos sobrevivientes después de la explosión de hace dos años, ¡si no hubiese sido por su ayuda!... – la voz del sujeto se alteró, más una mano en su hombro le hizo contenerse y retroceder unos pasos

 

– Leon – el comandante cortó el silencio – eres uno de los mejores elementos de este lugar, no me hagas arrepentirme de haberte llamado – aquellas palabras golpearon su pecho rudamente. Pero incorporó sus ánimos, una decidida mirada envolvió sus ojos celestes y asintió con un gesto de su cabeza – ambos podrán llevar personal de confianza para esta misión.

 

– ¡PRESENTES! – de pronto, por la puerta del despacho, que se abrió sorpresivamente, entraron cuatro agentes, quienes se presentaron como el equipo que acompañaría al oficial Kennedy

 

–  Xander Merson (Fireman) a sus órdenes – saludo – experto en el manejo de todo tipo de armas de fuego – el primero era un hombre de color, de aproximadamente un metro noventa, ojos claros y sonrisa amable

 

– Alyson Third (Destroyer), especialista en armar y desactivar cualquier clase de bombas – la única mujer del “Leon Team”, cabello negro corto, pequeña, delgada, ágil e inteligente

–Rick Tylor (Blacknife) manejo total de armas blancas – un sujeto rubio de ojos verdes, piel blanca. Era el mayor del grupo, contaba ya con doce años de servicio en el departamento

– Ignacio García (el niño) experto en técnicas de ataque cuerpo a cuerpo – hombre mexicano, contaba con un metro setenta y ocho, y una musculatura enorme

 

Los ahí presentes se quedaron helados, menos Leon y el jefe Steve, este último conocía muy bien a Scott, por tanto había llamado a los elementos que sabía que su agente pediría; pues no sólo eran los mejores en su ramo, sino que demás eran sus amigos. Detrás de ellos aparecieron otros cuatro, pero estos estarían bajo las órdenes directas de Carlos Oliviera, el cual los presentó uno a uno

 

– Susan Jewel, uno de los mejores elementos en el departamento de criminología – esta mujer era la contraparte de Alyson, a cualquier situación anteponía la razón, de cabello rubio y ojos color miel, muy calculadora y seria. – Balística: Richard Bernstein – el clásico estereotipo del Norteamericano, alto, rubio, de ojos azules y rostro duro, el cual tenía la costumbre de mirar por el hombro a todo el que se le acercara – Joe Hishida y Alphonse Spencer miembros honorarios del equipo S.W.A.T. – las miradas se posaron en ese singular equipo, los rostros serios de todo ellos provocaban un ambiente de tensión en la oficina – los mejores en su ramo, por mucho, más capacitados que alguien del LA.P.D. – la altanería de Carlos enfado a los miembros del otro grupo sin embargo, pese a que Alyson estuvo a punto de írsele encima la prudencia de la que era presa Ignacio detuvo a su compañera en pleno salto.

– Bien señores – el comandante Ramírez toma la palabra – vayan a sus casas – aquello dejó  a los chicos un tanto confundidos

– Disculpe, pero no era una misión urgente – el rostro de Leon dejaba entrever un poco de molestia

– Mira... novato; el hecho de que en una grabación se escuchen gritos de auxilio no te garantiza que en verdad haya problemas. Además no podemos actuar viceralmente, debemos hacer esto de forma prudente y organizada, el departamento fue notificado de esto hace apenas unas horas y no estamos preparados aún; si no quieres que se repita lo sucedido en la mansión será mejor que calles y obedezcas – el agente Oliviera dejó a frío al otro joven

– Ya lo oíste Leon, vayan a casa a descansar por hoy, duerman bien, mañana madrugaran como nunca en sus vidas – todos salieron de la oficina

– Oliviera – el comandante se acercó al hombre – te quedarás con Scott en su departamento

¡¿Qué?! – al unísono resonaron las voces de los dos agentes

– No acepto negativas, tu casa queda lejos de este lugar y no deseamos ningún tipo de atraso

– Pe-pero

– Ni una palabra más; y Leon, espero que no tengas inconveniente – ese “espero” en realidad era un “más te vale”, por tanto no pudieron oponerse a tal situación

 

Así pues  Carlos fue conducido por su ahora compañero al departamento de este último, Kennedy vivía en un pequeño lugar a tan solo un par de cuadras de su trabajo, de hecho en el departamento de policía lo tenían como un trabajador compulsivo. Cuando Oliviera entró al departamento no podía creer que aquel sitio fuese el hogar de un sujeto soltero, todo estaba limpio y ordenado, nada fuera de su lugar, más había algo en el ambiente que hacia del sitio algo tétrico. Tal pareciera que toda la pulcritud era obligatoria, pero, ¿Quién no temería a los gérmenes o a los animales rastreros después de tan cruel experiencia?

 

– ¿Gustas algo de tomar? – la voz del otro lo volvió a la realidad

– ¿Tienes cerveza? – preguntó sin más

– La verdad es que no acostumbro comprar nada enlatado… los conservadores, tu sabes… – el gesto de su invitado lo incomodó un poco. Temía que lo viese como un sujeto traumado, y aunque eso era verdad aún no podía asimilarlo bien – ah… yo… iré a la tienda a comprar un par de cervezas

– No… no es necesario no quiero molestar

– No hay problema – la puerta se cierra

 

Al verse solo Carlos queda un tanto nervioso, no se siente con libertad de andar a sus anchas por el departamento, comienza dando unos pasos para “verificar el terreno”; asoma un poco la cabeza hacia la mini cocina, al igual que la estancia ese lugar esta impecable. Abre el frigorífico y se encuentra que, a diferencia del suyo, no hay nada envasado o congelado mas que un cartón de leche, fuera de ello todo es fresco, verduras, carnes, quesos y otras cosas que tan solo las veía en casa de su madre, o en la televisión en algún  programa de cocina. Sale de ahí y su mirada se posa en una puerta entreabierta que está al final del pasillo, está apunto de asomar la nariz pero el sonido de unos pasos por fuera del departamento lo hacen regresar deprisa al lugar donde estaba antes de que su anfitrión fuese a comprar las provisiones

 

– Espero te guste esta cerveza, era ya la única marca que tenían – Leon le lanza un pase – por favor toma asiento

– Si, está bien. Gracias – el sonido de la cerveza cuando es destapada es lo único que se escucha en el lugar.  Todo queda en silencio, sus miradas se cruzan de vez en cuando.

– Y… ¿vives solo o tienes novia? – Carlos desea comenzar una conversación, pero por el gesto del otro hombre tal parece que el tema no fue muy apropiado

– Sabes… me iré a dar una ducha – Leon pasa de largo

 

Tal actitud no fue muy cortés de su parte, pero el sólo recuerdo de la pérdida de Ada lo hundía en una depresión; si bien no la había tratado ni siquiera dos días se sintió bastante atraído hacia ella. Con la punta de los dedos rozó sus labios, cerró los ojos como tratando de recordar la dulce sensación y el sabor de su boca. Un seco manotazo en su hombro lo regresó a la terrible soledad en que vivía, era Oliviera que le preguntó si él también podría tomar una ducha después, Leon asiente y cogiendo una toalla se mete al baño.

A los pocos segundos y dos cervezas  después Carlos siente una fuerte necesidad de usar el retrete, a su mente llega la idea de que talvez su compañero aún no se ha comenzado a duchar, se asoma por el ojo de la chapa. Su rostro enrojece de repente, mas dominado por la naturaleza voyerista del ser humano, no quita la vista de ese lugar. En el cual el joven policía, completamente desnudo, disfruta de un baño con agua casi hirviendo, ello se nota en todo el vapor que invade el cuarto de aseo. Oliviera se da cuenta de lo que está haciendo y trata de entretenerse en otra cosa, en ese instante recuerda el cuarto entreabierto que momentos antes le pareció bastante atrayente; camina tratando de hacer el menor ruido posible, con sumo cuidado abre la puerta, en la penumbra de la habitación se despliega ante él lo que parece ser un simple cuarto de estudio, al encender la luz queda paralizado, todo el lugar se encuentra tapizado por recortes de periódico, revistas, documentos extraños, fotografías distorsionadas. Se acerca a una de esas paredes, todos los encabezados de los diarios están relacionados a ataques bacteriológicos, Raccon City y Umbrella

 

“Raccon city, la ciudad de los muertos”, “Virus desconocido devasta una ciudad. El gobierno encubre toda evidencia”, “Leon S. Kennedy, sobreviviente de la pesadilla es internado en un sanatorio mental”, “Sherry Birkin ¿Conejillo de indias para el gobierno?”…

 

Locos encabezados de periódicos amarillistas, pero que al parecer lograron perturbar al policía, no obstante eso era nada comparado con todo lo que estaba en el escritorio; el ex mercenario encontró documentos oficiales de Umbrella Corp: T-Virus, G-virus, T-Verónica, e incluso el NE T-Virus eran mencionados ahí, estuvo pronto a leer cada detalle cuando una mano cerró de golpe el fólder de archivos. Alza el rostro encontrándose a un recién bañado Leon con una toalla tras el cuello y otra cubriendo sus partes nobles. Las gotas de agua escurrían por su piel, bajaban por cada centímetro de su cuerpo mientras la seria, y casi asesina, mirada le hacia lucir más atractivo.

 

– Lo siento yo… – Scott no presta atención a lo que parece una disculpa por parte de su invitado, se limita a guardar todos sus documentos en silencio

 

Con un serio ademán le indica la salida, cierra con llave. Con tono seco le avisa que el baño está listo, entra a su recámara donde comienza a vestirse, no sin antes aventarle una toalla al rostro a Carlos que a pocos segundos estaba de pedírsela.

 

******

 

Unos leves golpes en la puerta de su recámara, Leon abre, ante el esta el agente Oliviera un tanto tembloroso, si, disfrutó el baño pero se le olvidó un pequeño detalle: no tenía más ropa que la que llevaba puesta; por tal motivo a Scott no le queda más remedio que prestarle unas cuantas prendas.

 

– Gracias – dice al salir del baño ya vestido y sin frío – ¿qué haces? – pregunta al notar que su compañero está preparando el sofá con unos cuantos cobertores

– La cama, esta noche dormirás en mi habitación y…

– No, eso no – con su mano impide que su anfitrión siga con sus labores – tu dormirás en tu cama y yo aquí – el muchacho se safa de él al tiempo que camina a su cuarto recalcándole que por ser su invitado dormirá en la recamara, al entrar a dicho sitio Carlos se percata de un importante detalle – porque no dormimos juntos – Leon se para en seco y lo mira con cierta desconfianza – no pongas esa cara – una incómoda sensación lo ruborizó – me refiero a que… mira, la cama es demasiado grande. Tú te quedarás en un lado y yo al otro extremo y así santa paz.

 

Leon meditó la situación, aceptó aunque con cierta reserva. Ambos se internan a las cobijas pero cada uno se queda quitecito en su extremo de la cama, no voltean siquiera a verse – buenas noches – dicen ambos al unísono y apagan las luces de las lámparas sobre las mini cómodas de cada lado.

Las nueve y cuarto p.m. Carlos no puede pegar el ojo, no solo porque es demasiado temprano como para dormir, sino por las circunstancias en las que se encuentra: un raro departamento, vistiendo ropa que no es suya, durmiendo en cama ajena y por si lo anterior fuera poco, al lado de un hombre; ah pero no cualquier hombre, sino uno trastornado con delirio de persecución fanático de la limpieza y con un tierno gesto al dormir… cambia de posición fijando su mirada en el muchacho del otro lado, tal pareciera que no sabe de los peligros que en pocas horas podrían estar a punto de enfrentarse. Sus ojos clavados en las largas pestañas de aquellos ojos azules que se encontraban descansando cobijados por unos suaves párpados.

Pero aquella tranquilidad se quiebra cuando Scott comienza a fruncir el ceño y hacer extraños ruidos acompañados de pequeñas contracciones en sus extremidades, tal como… si escapase de algo. Eso preocupa al otro chico, más aún cuando el sudor cubre el cuerpo de Leon, su corazón se acelera cada vez más al igual que su respiración se torna más frenética

 

¡Haaaaaaaaaaaa! – se endereza en la cama al tiempo que un grito escapa de sus labios, su compañero se acerca rápidamente a él, estaba a punto de preguntarle que le pasaba cuando da cuenta de que el muchacho aun está dormido, pues pese a que su respiración es sumamente agitada y profunda sus ojos siguen cerrados.

– Tranquilo – para sorpresa de Carlos cuando Leon siente una mano que lo trata de consolar se acurruca junto a él – ah… ¿Leon? – dice nervioso pues Scott se le ha pegado demasiado al cuerpo. Pero desiste al percatarse que tanto la respiración como el ritmo cardiaco de Kennedy se están normalizando, e incluso su rostro ya no muestra ese gesto de miedo y desesperación, todo lo contrario al parecer se siente seguro.

 

A Oliviera no le queda más que hacer de tripas corazón y resignarse a pasar la noche  como osito de felpa en brazos de un recién nacido.


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