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GOTAS DE SANGRE EN LA NIEVE ~ {Shijima x Cardinale} por chibi fujoshi 374

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Aquel beso era cálido, se sentía extraño, bastante extraño pero bien, con cada segundo parecía sentirse mejor, sus labios se movían de forma lenta y constante, entreabriendo su boca para profundizarlo aún más.

Sus ojos se cerraron por instinto, como si quisiera privarse de aquel sentido para poder disfrutar mejor aquel beso.

Shijima no comprendió en que momento fue que sus manos se aferraron a la delgada cintura del contrario atrayéndolo más a su cuerpo.

-Shijima... - fue el leve susurro del rubio que intento respirar por un momento, apenas unos segundos cuando el pelirrojo volvió a devorar sus labios con más seguridad y desesperación.

La tenue luz del foco barato pareció elegir el mejor momento para descomponerse dejando aquella habitación a oscuras.

Shijima era diferente si lo comparaba con Izo, no es que quisiera compararlos para saber quien era mejor, simplemente no podía evitarlo, eran las unicas personas con quienes habia estado de esa forma.

Cardinale podía sentir y disfrutar las caricias que con tanta devoción recorrían su cuerpo haciéndolo temblar de placer, Shijima se tomaba su tiempo, intentando buscar el punto en el que el cuerpo del Rubio se sintiera mejor, parecía querer que disfrutará aquella experiencia al máximo. Sus manos se dirigieron de forma lenta hacia su entrepierna, acariciando y arañando suavemente su ingle, las caderas de Cardinale se levantaron de forma instintiva buscando profundizar aquel contacto.

-...se...se siente bien - susurro de forma entrecortada, sus ojos se mantenían cerrados, no sabía si por la vergüenza o por el miedo.

Shijima acariciaba con la yema de los dedos el rostro nervioso del rubio, el pequeño y engreído charlatán, se veía realmente bien en ese estado nervioso e indefenso, era la primera vez que se sentía realmente excitado, y dejarse dominar por aquella sensación se sentía verdaderamente placentero, cual bestia hambrienta que desea más, y cada vez más besaba la piel que estaba a su disposición.

No podía hablar, eso era cierto, pero si no podía expresar su sentir en palabras lo haría con las manos, mostrando cuánto lo deseaba y lo quería al mismo tiempo, por ello buscaba hacerlo sentir bien.

Si tan sólo pudiera decirle…

Si tan sólo esas dos palabras pudieran salir de su boca…

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-Shijima… ya despierta - fueron las palabras que lo sacaron de su ensoñación, abrió los ojos y los cerró inmediatamente debido a la molesta luz que casi lo cegaba, un leve gruñido extraño que denotaba molestia brotó de su boca - hey tranquilo hermano, ya es tarde, el desayuno esta listo - informó Ecarlate - te esperaremos abajo, date prisa.

Shijima suspiro y asintió con la cabeza, habia olvidado que ahora vivia con su padre y su hermano, y... que había pasado mucho tiempo desde que supo algo de Cardinale, realmente lo extrañaba y quería encontrarlo.

Ecarlate salió con calma y tranquilidad, mantenía aquel perfil siempre, como decirle a su hermano que el novio que estaba buscando era propiedad de Izo?, como tan siquiera explicarle de donde lo conocía?, como decirle que Cardinale fue su guardaespaldas?, no sabía como era que todo se había complicado tanto ni mucho menos como habian terminado juntos, lo más sensato era mantener la boca cerrada, por que hasta ese momento, ni su padre ni su hermano sabían, ni debían saber, de los negocios ilegales que tenía desde hace años.

Quería ayudar… pero no quería ponerse en riesgo a si mismo, probablemente Shijima se olvidaría de ese muchacho pronto, si Cardinale había traicionado a Izo no encontrarían rastro alguno de el, así que sólo esperaba eso, que Shijima se diera por vencido…

Al llegar al comedor ahí estaba Andreas, con una taza de café y escribiendo quien sabe que en su laptop, pareció percatarse de la presencia de Ecarlate, pero ni siquiera lo miró.

-tenemos a 3 detectives privados, sea quien sea ese chico se merece una ovación, llegaba incluso a pensar que Shijima era axesual - dijo en tono bromista - en que clase de problemas estará metido ahora - un suspiro pesado brotó de sus labios y bebió un sorbo de café, esperaban poder encontrar a ese chico cuanto antes, aunque la información que conseguirían no sería demasiado agradable.

el tiempo de búsqueda tampoco sería breve... pues tras poco mas de 5 meses de búsqueda no encontraron nada.

Ecarlate esperaba que tras uno o dos meses Shijima se diera por vencido, sobretodo con el cuantioso historial de delitos de casi cualquier cosa que pudiese imaginar…

Y aun así…

Shijima quería encontrarlo, parecía no creer ni una palabra aunque le pusieran todos los documentos, fotos y vídeos en la cara, el lado que el había conocido de Cardinale era diferente, no podía ser aquel muchacho de mirada vacía y actitud altiva y agresiva, no era el… no podía ser el.

La única persona que podían contactar, era un tal Afrodita, al que no fue nada difícil encontrar, aunque ahora estaba metido en problemas también, pero era mejor hablar con el cuanto antes, apenas consiguieron su dirección Shijima fue acompañado de Ercarlate a hacerle unas preguntas.

Al llegar a casa golpearon la puerta un par de veces esperando una respuesta que no tardó en llegar cuando la puerta se entreabrio.

-... usted es Afrodita? - preguntó Ecarlate en cuanto vio la silueta del peliceleste.

-...si… que es lo que quieren? - decía su voz algo molesta y sería, tenía ojeras y se hallaba despeinado, además de aquel olor extraño a humo de cigarrillo y humedad.

-queríamos saber si tiene  alguna información de Cardinale Ross - los ojos de Afrodita se abrieron a tope y luego de un segundo de silencio los miró con incomodidad.

-nunca he escuchado ese nombre - cerró la puerta rápidamente negándose a cualquier contacto con ellos.

-bien lo intentamos - dijo Ecarlate buscando irse cuanto antes, pero Shijima no se veía dispuesto a moverse - Shijima, no nos va a decir nada, se acabó, ya pasaron 5 meses ni siquiera sabes si esta vivo, la gente como el se meten en varios problemas y muchas veces no salen vivos de ellos.

Shijima negó con la cabeza, Cardinale estaba vivo, tenía que estarlo, y hasta no ver su cuerpo frío e inerte no dejaria de afirmarlo, aunque debía admitir que era frustrante, cada día parecían estar estancados, las pistas que conseguían no los llevaba a ningún lado, había momentos en los que creía que nunca lo encontraría, pero con sólo 5 meses aun podía esperar, aun tenía esperanza.

Golpeó la puerta una vez más esperando respuesta, pero el dueño de aquella casa no dio señal alguna, volvió a intentarlo, una, dos, tres, cuatro veces más, hasta que la puerta por fin se abrió lentamente haciendo un chirrido molesto.

-les dije que no se nada, váyanse - ordenó la voz del peliceleste, Ecarlate suspiro pesadamente, al parecer su hermano no tiraría la toalla tan fácilmente.

-... No buscamos hacerte daño, estamos buscando a tu amigo, el y mi hermano eran muy cercanos - explicó señalando a Shijima - el es Shijima, no se si Cardinale te habló de el - Afrodita se veía dudoso, sin saber si confiar o no en ese par, pero la mirada preocupada y esperanzada de Shijima terminaron por convencerlo, abrió más la puerta e hizo una señal para que pudieran pasar- gracias.

-sólo entren de una vez - se oía cansado y sin ánimo alguno, el ambiente era oscuro, la ropa estaba tirada en todas partes y envases de comida de podian ver en el suelo, la mesa, e incluso sobre el televisor, Afrodita recogió y tiró las cosas que estaban en uno de los sofás para que el par de pelirrojos pudiera sentarse - lamentó el desorden… no me encuentro bien últimamente…

-no te preocupes, ahora sobre…

-Cardinale, si… no lo he visto desde hace ya 6 meses quizá más, no estoy seguro, y si quieres saber dónde esta, no soy el adecuado, no lo se, no me dijo nada, sólo sabía que estaba en problemas pero nunca supe de que clase.

-no tienes idea de a donde pudo haber ido? - Ecarlate se oía tranquilo a diferencia de Shijima que se sentía inquieto.

-es Cardinale… puede adaptarse a cualquier lugar, conoce bien el terreno que tiene para escapar, si se escondió sólo Dios sabe en donde - terminó cruzándose de brazos - es bastante listo...

-...bien… eh, muchas gracias, Shijima, podrías adelantarte? - preguntó mirando a su hermano que parecía algo decepcionado, y un poco perdido, sólo asintió y salió de ahí. - gracias por ayudarnos Afrodita…- la sonrisa cálida de su rostro de desvaneció dejando una expresión seria y severa - pero… debiste dejar la puerta cerrada… sabes que no te van a perdonar cierto? - fue un leve susurro que apenas podía oírse.

-... No se de que hablas - fruncio el ceño y miró fijamente al pelirrojo con desconfianza, ahora se sentía amenazado.

-tu lo sabes, las fotos que tienes en tu habitación, y esos listones negros… el álbum de fotografías en el rincón, los pañuelos usados, y sólo el ver tu estado de ánimo, me dicen que perdiste a alguien especial, además… antes de entrar aquí, vi a un un auto que conozco muy bien… te están vigilando, y en cuanto me vaya lo más seguro es que te arrastren hacia algún sótano y te harán cosas que no quisiera mencionar, pareces un buen chico… solo tuviste mala suerte… -

-...¿...quien… quien eres tu? - pregunto sintiendo su corazón latir con una fuerza tal que le hacia doler el pecho, el sudor frío y sus manos temblorosa delataban lo asustado que estaba.

-soy Ecarlate, o el Escorpión si has oído de mi… pero no quiero hacerte nada malo - saco una pistola que traía escondida y Afrodita intento retroceder en el mismo sofá - si te vigilan es que quieren algo de ti, y si quieren eso, tu estadía no será nada agradable, ¿quiénes son los difuntos? - pregunto mientras quitaba las balas dejando sólo una para volverla a calibrar.

-mi novio… y… y mi padre… - Afrodita miraba con detenimiento cada acción y se llevó un susto cuando el arma apuntó en su dirección, pero Ecarlate dejó que esta quedará con el mango libre para que Afrodita la tomará.

-seguramente, los extrañas… quizás… sería mejor reunirte con ellos, de esta forma será más rápido, y menos doloroso, podrás verlos una vez más - los ojos de Afrodita lo observaron con total confusión - es sólo una sugerencia… es tu decisión… yo ya tengo que irme - hizo una seña de despedida y se levantó caminando rápidamente hacia la salida, dejando a Afrodita mirando aquella arma, era más pesada de lo que creía, el suicidio nunca había sido una opción para él, pero tras unos minutos de duda escucho los pasos de varias personas corriendo hacia el, y la puerta fue golpeada bruscamente muchas veces, llegando a asustarlo, por lo que corrió al baño a encerrarse ahí.

El sonido de la puerta que cayó lo lleno de pánico, Ecarlate no le estaba mintiendo, al menos no del todo, y no quería pensar si la pasaría mejor o peor con aquellos tipos, los golpes hacia su puerta no se hicieron esperar.

-Abre Afrodita! - decían del otro lado casi gritando y al mismo tiempo intentando tirar la puerta.

-Angelo... papá… - miró hacia el techo con desesperación, sus ojos se llenaron de lágrimas de miedo y con sus manos temblando llevo el cañón a su boca -... lo siento… lo siento - repitió mirando como la puerta poco a poco parecía ceder ante la fuerza de los otros.

El sonido del disparo y el de la puerta cayendo al suelo se sincronizaron alertando a sus vecinos.

-maldición… a Izo no le va a gustar esto - el cuerpo de Afrodita estaba en el suelo, y la sangre comenzaba a expandirse poco a poco manchando los azulejos de aquel color carmín.

[.............]


El tiempo en las calles no fue facil, tenía amigos en casi cada lugar, pero no confiaba en ellos del todo, entre buses y más buses he incluso en una especie de carreta terminó llegando a un pueblo bastante apartado y alejado, con muy pocas personas que se veían amigables, y decidió esconderse ahí.

Sin embargo, los cambios en su cuerpo eran preocupantes,, con cada mes parecía sentirse más enfermo, el dolor en su cabeza era insoportable, y ni hablar de su cuerpo,sus pechos, sus piernas, su estómago, e incluso la fuerza en sus brazos parecía haberse perdido, todo era realmente molesto y tenía ganas de vomitar todo el tiempo.

Ahora se encontraba viviendo en una estrecha habitación que le rento una mujer algo anciana, tenía un televisor muy antiguo de esos con la pantalla pequeña y una gran caja detrás, pero no le importaba mucho, pasaba su tiempo ayudando a la señora a lavar su ropa entre otras cosas era así como se ganaba su plato de comida.

Le costaba mantenerse quieto, en verdad necesitaba hacer algo para distraerse, asi que trabajaba medio tiempo ayudando en un puesto de comida rápida y devorando lo que sobraba, como ese día en que uno de los clientes no quiso las malditas papas fritas por que le puso mostaza…

-estúpido, “ni mi gisti li mistizi” vete al diablo - hablar sólo se había vuelto una costumbre, se sentó en la pequeña cama con la orden de papas en un plato para poder comerlas a gusto, su estómago gruñía exigiendo comida, por supuesto que eso era lo único que pasaba por su mente; el hecho de que tenía hambre quizás por depresión y por eso estaba gordo, se negaba y se hacía de vista gorda ante el hecho de que su vientre estuviera “hinchado” la idea de un embarazo estaba totalmente bloqueada de su cabeza.

Cambio los canales de la vieja tv buscando algo interesante que ver, al ser un lugar tan alejado sólo habían 3 canales y con suerte a veces uno que pasaba películas viejas.

-desde cuando la televisión es aburrida? - lo dejó en el canal de noticias, después de todo no estaría tan mal si pudiera escuchar lo que pasaba en otros lugares, ese pueblo era tan pequeño que todos se conocían entre sí, incluso el ya conocía conocía todos ahí, vivir en un espacio tan reducido y con una comunidad tan pequeña le hacía sentirse vigilado pero a salvo al mismo tiempo.

-...se consiguió aprender a los culpables de este atraco… - la voz de la reportera bien arreglada fue lo único que lo tranquilizó mientras comía sus deliciosas papas, realmente no quería oír las noticias, siempre solían ser cosas malas y además Izo salía en las entrevistas, eso aun le causaba escalofrío pero esperaba que al menos esta vez no ocurriera  - en otras noticias el joven Afrodita ex modelo acusado del asesinato de su padre y su novio, fue encontrado muerto hoy a mediodía con un disparo en la cabeza, la policía determinó que fue un suicidio debido a que se acercaba la fecha de su juicio.

-lastimosamente este hombre no podrá pagar los crímenes que cometió… si, encontramos el cuerpo en el baño con un disparo que atravesó su cráneo…  - Izo salió en pantalla para responder las preguntas de los periodistas, Cardinale simplemente sintió como se le hizo un nudo en la garganta, su estómago se retorcio y corrió hacia el bote de basura a vaciar el poco contenido de su estómago, se quedó ahí unos segundos, viendo la pared, su cerebro aún no quería procesar aquella información.

-...a...Afrodita… no,....Afrodita… lo siento, es.. es mi culpa, perdóname… por favor… lo siento, lo siento - sintió las lágrimas caer lentamente por sus mejillas mientras decía esas palabras en un leve susurro como si Afrodita pudiera oírlo, sabía que no era su culpa, Afrodita no era capaz ni de regañar a su mascota por que le hacía sentir culpable, mucho menos sería capaz de matar a alguien pensó que si desaparecía Izo no podría usarlos para extorcionarlo de ninguna manera, eso podría ser una advertencia… quizás ahora - Shijima… - su corazón dio un vuelco de sólo pensarlo, pero si era realista, Shijima podría estar en peligro, definitivamente no, no podría soportar si un día de estos se enterara que Shijima había sido encontrado en medio de la calle, o en su propia casa, o quién sabe donde, con Izo cualquier escenario era posible.

-Cardinale… ¿todo bien? Hice comida para las dos - la voz dulce de la mujer lo sacó de sus pensamientos trágicos, limpio rápidamente sus lágrimas y con la voz temblorosa intento responder.

-...ss..si… claro señora Lía… ya voy - la mujer anciana era viuda, y muy buena con el debido a que ahora se hacían mutua compañía, aunque creía que Cardinale era una chica y bueno, el rubio tampoco quería dar largas explicaciones y perder a la única persona que lo aceptó, así que bien, para Lía el sería una chica si era necesario.

-ya voy… - intento calmarse y respiro profundo, salió salió ayudarla y servir la comida que consistía en un jugoso pollo con arroz y verduras - muchas gracias por la comida - dijo al momento de sentarse a comer.

-querida, estuviste llorando? - pregunto al ver los ojos algo rojizos del Rubio.

-...sólo un poco -

-no tienes por que estar triste, sea lo que sea seguro tiene solución linda - le dijo con cariño, Cardinale sólo asintio con la cabeza, y comenzó a comer sin muchos ánimos, el ambiente silencioso sólo era acompañado por el trinar de las aves o los grillos afuera, pero cada sonido tenía a Cardinale con los nervios de punta.

-... ya no tengo hambre… iré a dormir señora Lía - pidió dejando el plato a un lado.

-necesitas comer bien, te enfermaras si no te alimentas correctamente - advirtió la anciana con severidad.

-... estaré bien… ya estoy muy gord..a… que no me ve?... tengo grasas de reserva para pasar una semana sin comer - se puso de pie intentando escapar por esa noche, no se sentía muy bien realmente.

-hija, no tienes que esconderse conmigo - le dijo de forma calmada - quizás escapaste cuando te enteraste que estabas embarazada, pero si decidiste tener a un bebé tienes que cuidarte bien - Cardinale intento pensar bien en lo que la mujer decía, y por poco pensó en gritar y decir que era un chico y que eso no era posible, hasta que ese pensamiento le dio su propia contra, si, para el si era posible.

-señora… no… yo no se… no estoy embarazada - se sentía preocupado, asustado cuando aquella idea cruzó su cabeza.

-no puedes mentirle a esta vieja, son cosas que una aprende con los años, además tu deberías saberlo mejor, ahora come tu pollo - ordenó casi obligando a Cardinale a sentarse de nuevo, el rubio tenía la mirada perdida y tomó los cubiertos para comenzar a comer, ¿estaba embarazado? No… eso no debía, no podía ocurrir otra vez, ¿por que?... ¿por que de nuevo? ¿por que de Izo? No, no lo quería, no estaba embarazado, para nada, no lo estaba, pero por más que lo negará en el fondo sabía que si, sabía que había vida en su vientre al cual simplemente intentaba ignorar, tantos recuerdos malos llegaron a su cabeza, el miedo se apoderó de el.

Lía se movió hacia el para abrazarlo al ver que se había quedado estático, y Cardinale rompió en llanto por segunda vez ese día.

-tranquila… todo saldrá bien - fue la cálida voz de la anciana que le hicieron sentir por primera vez un afecto maternal que no conocía en absoluto, y no podía hacer más que llorar, y aferrarse a la ropa de lana con aquel olor a medicina y hierbas.

-no quiero… no lo quiero - dijo de forma entrecortada mientras la abrazaba con fuerza, cual niño que teme a lo desconocido de la oscuridad y se aferra a su madre, ojalá su madre lo hubiese abrazado de aquella forma protectora alguna vez.

-no digas eso... todo saldrá bien Cardinale... - fueron las palabras de aliento que intentaba animarle.

-... lo siento... tengo... tengo que irme - dijo en cuanto logró calmarse un poco.

-a donde?... - pregunto Lía algo confundida ante la repentina decisión del Rubio.

-... hay alguien que me necesita... y... no tengo tiempo... el... no puede... tengo que ayudarlo - limpio las lágrimas con el dorso de su mano y esbozó una sonrisa tenue.

-estas segura? Si escapaste a un lugar tan apartado se que tuviste que tener una razón muy fuerte.

-... no puedo escapar siempre...si todo sale bien, volveré - dijo abrazando nuevamente a la mujer.

-esta bien Cardi... estaré esperándote...

Cardinale se puso de pie y se dirigió a su habitación para buscar todo lo que fuera a necesitar para regresar a la ciudad.

-esperame Shijima... prometo que no dejaré que nada te pase.

 

 

 

 

Continuará......


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