Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

GOTAS DE SANGRE EN LA NIEVE ~ {Shijima x Cardinale} por chibi fujoshi 374

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 
-Afrodita, quiero presentarte a mi novio - decía un animado Cardinale que arrastró a su amigo hasta llevarlo frente aquel hombre de aspecto serio sentado en el café. -el es Izo, lo conocí hace un par de meses, Izo el es Afrodita mi mejor amigo - dijo presentandolos con entusiasmo.
 
-pero mira nada más que buenos gustos tienes Cardi - Afrodita sonrió extendiendo su mano hacia aquel hombre 
 
-mucho gusto Afrodita... Cardinale me ha hablado mucho de ti... espero que tengas suerte con tu carrera de... ¿modelaje?..
 
-gracias, y que curioso, Cardinale no me ha hablado de ti - miró de forma acusatoria y pícara a su mejor amigo quien se sonrojo levemente.
 
-es... es que... bueno, yo... yo... quería...
 
-no te preocupes pececito, lo entiendo, aun no éramos nada oficial... ahora vamos a mudarnos juntos - dijo dedicando una insípida y leve sonrisa al amigo de su pareja.
 
-¿que?! - Afrodita se veía muy sorprendido y miró incrédulo a Cardinale quien se veía contento y simplemente asintio con la cabeza para darle a entender que el pelinegro decía la verdad.
 
-Izo es un gran hombre, es policía, me va a ayudar a empezar una marca de ropa, y me haré famoso! - dijo con una gran sonrisa - cuando tenga mi empresa Afrodita de contratare como mi modelo oficial! - Afrodita sonrió de forma divertida ante la gran imaginación que ya tenía Cardinale en su cabeza, eso le parecía muy bien, se veía feliz, y hace mucho que Cardinale no se veía feliz, incluso el ya se había rendido pensando que no podía ayudarlo, pero ahora, las cosas parecían diferentes, Izo parecía que seria de gran ayuda.
 
-eso sería estupendo Cardinale, entonces te estaré esperando, gracias por hacer feliz a mi amigo señor Izo, espero que lo cuide bien - dijo apresurado su salida, al fin tendría otra entrevista esperando a que lo contratarán - ya debo irme, nos veremos después Cardi! - dijo mientras corría rápidamente de ahí en busca del primer taxi que se le cruzará para poder llegar a tiempo...
 
Esa habia sido la última vez que había visto a Cardinale, luego no supo nada de el, intentó buscarlo pero Izo le dijo que todo andaba bien y que estaba muy ocupado para hablar con el, que volviera en una semana, en un mes, y luego simplemente ya no pudo ni pasar de su recepcionista, ¿a quien pedirle ayuda si toda la policía trabajaba para Izo? Perdió el rastro y las esperanzas de ver de nuevo a Cardinale incluso pensando que lo habían matado hace tiempo.
 
Ahora que veía a Cardinale, se veía algo extraño, Cardinale era un chico casi normal cuando lo conoció, Dita se veía bastante afeminado desde pequeño, pero en cambio Cardinale tenía el cabello corto y la complexión bastante ordinaria, le había costado un poco reconocerlo de no ser por los ojos verdes que tenía además de un pequeño y casi imperceptible lunar justo a lado de su retina, un pequeño detalle que el sólo había notado tras años de ser amigos.
 
Cardinale se veía diferente algo más delgado y con una figura con más curvas, además de su pelo largo y sedoso, su piel bastante Blanca debido únicamente a que no había salido de la casa de Izo más que un par de veces que podía contar con los dedos de una sola mano durante los últimos tres años que había permanecido ahí.
 
-me alegra verte de nuevo Cardinale - dijo Dita sonriendo de forma cálida, ambos estaban sentados en un amplio y cómodo sofá, Angelo estaba cocinando para la cena, era un chef a quien le gustaba consentir a su querido Afrodita quien era ahora un famoso modelo de perfumes y marcas de diferente índole en catálogos de revistas.
 
Ciertamente ambos se llevaban muy bien, y se complementaban perfectamente, ya casi cumplirán dos años juntos y a la simple vista de Cardinale podía ver que habían pasado buenos momentos juntos por la cantidad de fotos que encontraba por doquier.
 
-lamentó, haberme perdido tanto tiempo - susurro en voz baja mientras tomaba la foto más cercana, donde la feliz pareja estaba en una playa tomando un par de bebidas.
 
-no te preocupes, pensé que estabas enojado conmigo por algo... - dijo Afrodita con algo de tristeza.
 
-¿que? No, tu dejaste de hablarme... pensé que tu estabas molesto por algo...
 
-te llame miles de veces y te envié cientos de cartas, desapareciste durante 3 años, Cardinale - dijo mirandolo con seriedad.
 
-... pero... pero nunca me llegó nada de eso - dijo bastante confundido.
 
-fue Izo... estoy seguro, nunca debi dejar que te fueras con el - fruncio el ceño y cerró ambos puños con enojo - ¿qué paso?... ¿que te hizo? - pregunto mirándolo fijamente a los ojos.
 
-nada en realidad... - susurro desviando la mirada.
 
-Cardinale... 
 
-no puedo decirlo....¿esta bien?... no quiero meterte en problemas... es mejor así - intento convencer con una sonrisa algo forzada.
 
-¿dónde te estas quedando ahora?... no creo que el te haya dejado ir simplemente así...
 
-estoy con un... amigo... intenté buscar alguien totalmente extraño para que no me encontrará, aunque quizás ya me encontró, de todas formas... pase unos par de meses bastante buenos...
 
-no piensas volver con el ¿verdad? - Afrodita se veía serio y casi molesto, había perdido a su amigo por tres años enteros y ahora parecía que desaparecería de la faz de la tierra rápidamente de la misma forma que la última vez.
 
-... si no tengo opción... lo haré... el... el no me hará daño - dijo mientras cerraba los ojos y respiraba profundamente, tenía que calmarse pero sólo podía ver a Izo empuñando el cuchillo con la intención de terminar con su vida, no podía mentir... tenía miedo, pero no tenía salida aparente, no podía recurrir a nadie, lo había intentado una vez y en sólo un día los habían capturado y asesinado a la única persona que quiso ayudarlo... desde entonces se dio cuenta que no tenía sentido intentar nada, y ahora tenía miedo por lo que pudiera pasarle a Shijima.
 
-podríamos llamar a otros... no creo que tenga a todos los policías bajo su... - Cardinale lo miró con seriedad casi diciendo "si lo tiene".
 
-aunque no todos saben... eh... las cosas que hace... tiene demasiados amigos, sólo... sólo no quiero meter en problemas a nadie más - dijo con una sonrisa algo triste.
 
-no quiero interrumpir su momento de depresión... pero... la cena ya está lista - anunció el novio de Dita casi sin importarle demasiado lo que hablaban habia oído todo, pero si era mínimamente peligroso no quería que Afrodita tuviera nada que ver.
 
-gracias Angelo - Cardinale se levantó junto con su amigo para poder ir a cenar, esa noche paso de forma tranquila, Cardinale intento evadir cualquier tema relacionado con Izo, no quería hablar de cosas malas, así que prefirió hablar de su nuevo compañero Shijima, y ellos le contaron varias de la cosas que habían pasado juntos, incluso ambos planeaban adoptar un niño, realmente había sido bastante lindo pasar el tiempo con ellos, se sentía tranquilo y sin preocupación alguna.
 
Esa noche se quedo a dormir en la habitación para huespedes por el momento había olvidado que debía regresar con Shijima, mientras la pareja se fue a su propia habitación entre risas y besos.
 
Tenia un mal presentimiento que lo incomodaba, sin saber exactamente a que hora cerró los ojos y se quedo dormido lentamente.....
 
 
 
 
[.................]
 
 
 
 
Era un niño de apenas 7 años cuando se dio cuenta que la vida era un asco, no había conocido a su padre, pero su madre cuidaba de el... lo mejor que podía, era una muchacha joven, quiza demasiado, apenas tenía 22 años, y no había día en que no le hechara la culpa por haber arruinado su vida, a sus 15 años se había metido con el chico equivocado, que la dejó en la primera oportunidad.
 
En realidad quien cuidaba de Cardinale era su abuela, una mujer bastante anciana que no consiguió que su hija terminará los estudios, pero parecía quererlo mucho, aunque cada día se veía más decaida y cansada, era lo único bueno en la vida de Cardinale.
 
Cardinale había aprendido una lección importante respecto a su madre, era mejor dormir antes de que ella llegará, siempre lo hacía en compañía de algún hombre que le prometía varias cosas que nunca cumplía, y maltrataban a su abuela, no era algo que quería ver en las noches, así que en cuanto anochecia servia una taza de te a su abuelita y se metía a su cama para poder dormir.
 
Lo peor fue cuando su abuela murió, el dinero que había dejado fue desapareciendo con rapidez, y pérdida entre fiestas y chicos su madre apenas recordaba alimentarlo.
 
-Mami... tengo hambre - murmuró abriendo la puerta del baño con lentitud su madre sujetaba una jeringa con una sustancia extraña, y al verlo lo empujó hacia afuera.
 
-sal de aquí! Te he dicho que no me molestes - no le presto más atención en cuanto cerró la puerta en su cara, entonces fue cuando decidió que no moriría de hambre, primero busco un trabajo como lustrabotas, el cual apenas si le alcanzaba para un sándwich cada cierto tiempo, pero era mejor que nada, así que se dedicó a eso por varios meses.
 
La llegada de un circo fue lo que lo volvió un verdadero as para engañar, el juego de cartas había sido una cosa fácil de aprender engañar a los clientes era simple y fácil tras algunos intentos, siempre ganaba, con eso reunía lo suficiente para comer y comprarse algunas cosas que a su madre no le importaba conseguir, como zapatos y ropa, quizás ahí nació su amor hacia la ropa linda y cara, siempre que iba a pasear por las tiendas veia ropa de hermoso colores y formas, de tantas marcas que no podía recordar, zapatos, bolsos, camisas, y todo lo que podía imaginar, todo era tan colorido y lleno de vida, las muchachas y personas ahí se veían contentos al comprarse ropa nueva, sin embargo, el sólo utilizaba la ropa de segunda mano, a medio uso e incluso buscaba algún defecto en estas para que le reduzcan aun más el precio.
 
Con 10 años era totalmente independiente, aunque apenas sabía leer, no fue a la escuela por que simplemente a su madre no le daba ganas de enviarlo, y la comunicación entre ambos era casi nula.
 
-¿a donde crees que vas mocoso? - pregunto la voz algo extraña de su madre quien tenía un rostro de extrema relajación y se hallaba tirada en el sofá.
 
-a la calle... - respondió de forma seca y sin siquiera mirarla, no tenía mucho apego a ella, sabía que no lo quería y sabía que no lo había dejado por que no tenía en donde hacerlo.
 
-traeme unas cervezas... - pidió lanzandole una moneda - tengo sed.
 
-pero esto no alc...
 
-dije que traigas cervezas! Eres idiota o que?! - alzó la voz lanzandole esta vez la lata de cerveza que se había terminado.
 
-perdona... volveré rápido - dijo tomando la moneda, tendría que renunciar a su emparedado y Soda de tres días para poder completar el dinero total de la maldita cerveza, así que fue a un parque para hacer un juego de cartas y ganar un poco más de dinero.
 
Ahí fue cuando conoció a Afrodita, un niño de su edad que se acercó con curiosidad a ver que es lo que hacia, tenía un colorido uniforme y una mochila con libros de su escuela, Cardinale lo envidio en cuanto lo vio pero al menos podría sacarle algunas monedas.
 
-tramposo... eres un tramposo - acusó el menor de cabellera celeste apuntandole con un dedo, había perdido el dinero de su mesada con ese niño, y había descubierto como era tan bueno en eso.
 
-¿que? No... no... - negó rápidamente escondiendo sus cosas para intentar escapar en caso de tener problemas.
 
- no... espera .. No te vayas... - el niño de aparentemente su edad lo sujeto de la mochila - enseñame - pidió con una sonrisa cálida - no le diré a nadie lo prometo - dijo llevando una mano a su pecho.
 
-bueno... ¿que me darás acambio? - pregunto de forma algo insegura, el rubio aun sentia que lo iba a acusar con alguien.
 
-um... ¿que quieres? - pregunto con algo de confusión, Cardinale miró todo lo que el menor traía y vio algo que le llamo la atención.
 
-quiero el conejo - pidió señalando el muñeco que colgaba de la mochila escolar del peliceleste.
 
-esta bien... - nunca habia tenido juguetes en su vida, así que ese lindo peluche era algo que le llamo muchísimo la atención y lo adoro en cuanto lo tuvo en brazos, Cardinale le explicó algunas cosas decomo hacia algunos de sus trucos, y Afrodita lo escucho de forma atenta y fascinada.
 
Ambos se quedaron jugando durante varios minutos, tras eso se despidieron y Cardinale mucho mas contento regresó a su casa para entregar las cervezas de su madre las cuales le había costado mucho conseguir, con ayuda de algunos conocidos que tenían conocidos que lo ayudaron, no fue nada sencillo pero las tenía y así al menos ella no estaría enojada.
 
-mamá... traje tu... - se quedo helado al ver a un hombre fumando un cigarrillo en el sofá, era habitual de su madre traer hombres cada determinado tiempo, y el tenía que ser amable pero aun no se acostumbraba a ver extraños en su casa - buenos días señor - saludo dejando las cervezas sobre la mesa.
 
-tu eres Cardinale? - pregunto dejando su cigarillo a un lado, eso ya era demasiada más conversación de la que estaba acostumbrado - un placer, soy un amigo de tu madre, ella salió por unos minutos - explicó al ver al rubio buscar a su madre al rededor - ven siéntate aquí - invito haciéndole un espacio en el sofá - por que no charlamos un poco... ¿cuántos años tienes pequeño? - Cardinale se sentó a su lado con algo de confusión ninguno de los novios de su madre tan siquiera le prestaba atención, podía recordar las muchas veces que lo veían confundidos ya que ni siquiera les decía que Cardinale existía.
 
-tengo 10 años - respondió al sentarse a su lado, el ambiente se sentia extraño, su instinto le decía que debía correr en ese momento, escapar tan lejos como le fuera posible.
 
-perfecto... - saco un par de dulces de su bolsillo y se las entregó, Cardinale sonrió al verlos, era raro comer dulces asi que se sentia emocionado - eres un buen niño - le dijo acariciando su cabello, aunque después comenzó a descender por su espalda, poniendolo nervioso, pero al mismo tiempo tenía miedo, demasiado miedo que lo habia dejado totalmente paralizado, el tamaño y fuerza del adulto era seguramente mayor a la de el, así que sólo intentó apartarlo de forma lenta y temerosa.
 
Cuando su madre regresó, el menor se hallaba sujetando una camisa como si fuera una manta y con el cuerpo temblando los ojos rojos de tanto llorar, en ese momento vio el intercambio que su madre había hecho, al parecer el sólo valía un poco de droga y dinero.
 
La odiaba, realmente la odiaba, y esa no fue la primera vez que vio a aquel hombre, cuando su madre ya no tenía dinero el regresaba, así ella mantenía su vicio.
 
Ninguno se dirigía la palabra, su único apoyo era Afrodita con quien solía ir a jugar en el parque frente a su escuela, en esos días había adquirido un gusto extraño hacia las cosas bastante infantiles, juguetes y muñecos de caricaturas, le encantaban, de alguna forma le hacía sentir feliz.
 
No sintió nada cuando encontró a su madre en la tina muerta por sobredosis, cuando la policía llegó se llevaron a su madre y el término en un orfanato, que increíblemente era lo mejor que le había pasado, aunque iba continuamente al doctor ya que le habían dicho que el era un poco extraño, cosa que no entendió hasta algunos años después.
 
Tenía comida, le enseñaban cosas básicas de escuela y tenía donde dormir, era todo lo que quería, aunque muchos se veían tristes el se sentía contento con estar ahí, aunque nadie lo fuera a adoptar, quería aprovechar la oportunidad para poder estar cómodo durante un par de años, en cuanto cumplió 18 años lo dejaron fuera del sistema... nuevamente se quedo sin nadie, Afrodita lo invitaba a comer de vez en cuando, su padre Albafica era muy bueno con el, pero no podia vivir con ellos, Albafica apenas ganaba para mantenerse a si mismo y a Afrodita.
 
Tuvo que regresar a las calles, esta vez de forma algo diferente, necesitaba una casa, comida, y pagar una escuela de corte y confección que había decidido tomar, sin contar con los materiales que necesitaba para ir, su sueño era diseñar y tener su propia línea de ropa.
 
Así que tenía que llegar un poco más lejos para conseguir dinero, la imagen de su madre siempre llegaba a su mente, por lo que procuro no llegar a caer en el vicio de la droga, pero si la distribuía, ayudaba a algunos de sus conocidos a hacerla pasar la frontera, además que usaba su habilidad en el juego de azar para estafar en un Casino, ayudaba a pasar productos tales como cigarillos y licor de la más baja calidad por la frontera para poder venderlo a precios altos, un poco de esto y un poco de aquello le proporcionaba suficiente dinero, sin embargo nunca se sumergió demasiado, por suerte muchos eran sus amigos y no le exigían demasiado, sólo una leve ayuda de vez en cuando, se había acostumbrado a esa vida, y no parecía que nada le saldría mal... hasta que...
 
-estas bajo arresto por posesión y distribución de drogas - fue lo primero que dijo Izo el día en que lo conoció.
 
-n...no, no, esperen... eso... eso no es mio lo juro! - dijo alzando la voz pero ya estaban metiendolo en la patrulla.
 
-tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga será usado en su contra...
 
-maldita sea! Yo no he hecho nada! Déjenme ir! - gritó intentando escaparse, no lo consiguió, lo subieron a la patrulla y lo llevaron a la estación, en donde espero a que lo interrogaran
 
-... Cardinale... ese es tu nombre ¿cierto? - pregunto aquel sujeto mirándolo fijamente, Cardinale simplemente asintio.
 
-sabes... eres un muchacho escurridizo... o simplemente tienes buena suerte, hasta ahora no te han arrestado, pero... tienes muchas denuncias en contra tuya - 
 
-sea lo que sea que digan, es mentira, mentira! - gritó ya en pánico y sintiéndose sin salida, no quería ir a prisión, se sentía asustado.
 
-hey, tranquilo, sabes... quiero llegar a un acuerdo contigo... - Izo dejo a un lado los documentos que tenía - yo lo se todo de ti, y por todo lo que se te acusa... terminarias varios años en prisión... pero podemos ayudarnos... ¿no crees?...
 
-no pienso ser un soplon - Cardinale se sintió tentado, no parecia ser mala idea, pero se ganaría el odio de gente peligrosa y eso ya era jugar con su propia vida.
 
-hey, tranquilo... Sabes... - hizo una seña al espejo que había ahí - por que no salimos un momento juntos por un cafe?... sólo quiero ser tu amigo - sonrió de forma cálida y le quitó las esposas - ¿qué dices? - extendió su mano ofreciendola al rubio quien dudaba de di hacerlo o no, pero al final decidió que no estaría mal, hablar con el policía unos minutos.
 
-esta bien... 
 
 
Continuará.....

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).