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GOTAS DE SANGRE EN LA NIEVE ~ {Shijima x Cardinale} por chibi fujoshi 374

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Cardinale despertó tarde, al igual que Shijima, ambos juntos y abrazados en la cama se saludaron sin palabras, simplemente les bastó una sonrisa  ambos parecían contentos, Cardinale no decia mucho, sólo besaba en cada oportunidad al pelirrojo, era una extraña mañana perfecta, como si nada más que ese pequeño departamento existiera.
 
Shijima ya había perdido su primera clase así que se despidio con calma y sin mucha preocupación de su rubio y hablador compañero.
 
Con la musica a todo volumen Cardinale se podía permitir   soñar por un momento, imaginar que se quedaría ahí por siempre, tras darle de comer a Pulgoso comenzó a cocinar para el almuerzo, terminó muy rápido, sirvió la comida de Shijima y la envolvió cuidadosamente para que no se enfriara, limpio con cuidado cada habitación, cuando había llegado ahí no habían muchas cosas en realidad, pero ahora todo estaba bastantr lleno, mucho mas colorido, era un ambiente que le gustaba, muchas de esas cosas habian sido hechas por el y Shijima, en medio de los cajones vio la chompa de lana negra de Shijima, ya se veia algo desgastada, aunque le quedaba un poco grande no era demasiado, parecia una ropa holgada y larga asi que se la puso rápidamente, busco ropa un poco más cómoda para prepararse a salir, con todo listo salió de la habitación de Shijima.
 
-auch, oye no hagas eso - se quejó al ver al pequeño cachorro morder su pierna en un intento de detenerlo, el pequeño de pelaje dorado casi gruñia al ver sus intenciones de salir, como si comprendiera el peligro en el que se encontraba - sólo iré a dar un paseo... volveré pronto - dijo levantando a su Pulgoso en el aire para intentar calmarlo - anda... ve a comer - dejó al cachorro en frente de su plato y esto captó mucho más la atención de Pulgoso que comenzó a comer gustosamente.
 
Cardinale tomó un abrigo, y entre las cajas de leche, cocoa y café sacó una en especial, de la cual quitó los sobres de café y escondía los ahorros que aun le quedaban, ni siquiera había contado cuanto era, simplemente tomo todo el dinero y lo dejó sobre la mesa, dejó las llaves y no se llevó nada más, salio de forma rápida en cuanto el reloj marco las 12:00
 
Entre el ajetreo de la gente los niños volviendo a casa de sus escuelas y muchos otros que iban o venían de sus trabajos la hora pico le facilitó el poder perderse entre la multitud, nadie lo noto, tampoco nadie debía hacerlo.
 
 
 
 
1:00pm Shijima regresaba de sus clases caminando con una sonrisa en el rostro, entró al complejo de departamentos, aunque apenas al abrir la puerta sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo, el sonido de los ladridos de Pulgoso le puso alerta, corrió al interior de su departamento, estaba asustado, quizás habían entrado ladrones o asesinos o quien sabe que!
No había señales de forcejeo, no había nada, todo estaba perfectamente impecable, pero el cachorro no dejaba de ladrar.
 
-"Cardinale..." - no fue difícil revisar todo el departamento, no había señal alguna del rubio, su mente trabajo a mil en un sólo segundo, no entendía nada, era como si la tierra se hubiera tragado a Cardinale, sus llaves y una considerable cantidad de dinero sobre la mesa le hicieron saber que se había ido por su cuenta, pero la pregunta era... ¿a donde?.
 
Intento gritar y llamarlo de forma inútil, corrió afuera, y sintió su garganta desgarrarse en cada intento de poder articular al menos una sílaba para encontrarlo, tan sólo gruñidos salían de su garganta, nadie le entendía, Cardinale era el único que podía entender las señas de sus manos.
 
Corrió de forma desesperada hacia la calle, había mucha gente aun, no había forma de saber donde se había ido, y todos lo miraban como si estuviera loco, regreso al interior del departamento, tomó un lapicero y una hoja de papel y comenzó a golpear las puertas de sus vecinos para intentar saber si alguno había visto al rubio, en que momento había salido, a donde había ido, cualquier  cosa le serviría ahora.
 
La mala suerte lo perseguía, algunos estaban demasiado ocupados y otros recién parecían despertar, muchos no tuvieron la paciencia para querer entender al pelirrojo, y Shijima se quedo sin respuestas en medio del pasillo, el cielo lentamente se estaba nublando... pronto lloveria.
 
Pulgoso llegó a su lado lamiendo su mano para intentar animarlo, Shijima se dejo caer hasta el suelo quedando sentado en el frío concreto, totalmente sólo, sin Cardinale sentía que estaba totalmente sólo en el mundo, ¿por que se había ido? ¿por que lo habia dejado?...
 
Una lágrima cayó con la primera gota de lluvia, se había ido... realmente se había ido, y el no podía soportar aquella idea... sus manos se dirigieron a su cuello posandose en aquella bufanda roja que no le gustaba, aquella bufanda que jamás se quitaba, la presionó con fuerza en sus manos y se permitió llorar

 

 

[.................]

 
 
 
 
Izo estaba bastante cómodo y tranquilo en su lujoso auto, el cual estaciono frente a su casa, bajo de este con su paraguas para poder entrar, su amorosa esposa ya estaba terminando de cocinar, lo recibió como cada día con un beso.
 
La muchacha rubia sirvió la comida, conversaron y comieron con tranquilidad, su esposo pese a su muy apretada agenda siempre llegaba a comer, ella sabía que Izo era un hombre muy ocupado, así que apreciaba cada momento que tenía con el.
 
-lo he decidido - dijo Izo de forma repentina - he su nombre, su nombre será Shura... 
 
-Shura? - pregunto mostrándose pensativa - me parece... me parece perfecto - una hermosa sonrisa surco su rostro y asintio con la cabeza, una de sus manos se dirigió a su vientre para acariciarlo suavemente - lo oiste? Te llamarás Shura mi pequeño.
 
-bueno, estuvo delicioso, ya debo irme - Izo se puso de pie y le dio un beso en su mejilla - volveré en la noche. - dijo al mismo tiempo que  acariciaba el vientre de su esposa con una calida sonrisa, tomo sus cosas y salió de ahi, con total calma y tranquilidad.
 
La lluvia ya había cesado un poco, aunque el aire aun era frío y húmedo, el cielo sombrío oscurecia el panorama, Izo entró a su auto y tiro un pequeño dulce a la parte trasera.
 
-toma, pensé que tendrías hambre, Cardinale - sonrió mirando por el retrovisor al rubio que se hallaba esperando ahí, su mirada denotaba odio y frustración, Cardinale no respondió y simplemente desvió su mirada, sus manos estaban atrapadas por las esposas de metal que le ajustaban y lastimaban demasiado, el auto comenzó a moverse, como sus últimos momentos afuera, podía darse por vencido, había perdido, y ahora debía regresar a su prisión.
 
Lo vio desde aquella distancia por la ventana, ahí se alzaba aquella lujosa mansión en las afueras de la ciudad, le había costado tanto huir que seguro sería una hazaña imposible de volver a conseguir.
 
Bajo del auto casi siento arrastrado por Izo, los guardias y sirvientes ahí, no decían nada, para ellos era muy común ver cosas como esa, cada detalle era como lo recordaba, el piso de cerámica limpio de tal forma que casi podías ver tu reflejo, cuadros bastante caros en las paredes, muebles antiguos y ventanales grandes, las luces de candelabros grandes y caros iluminaban el vestíbulo, camino hacia donde Izo le indicaba, llegando a su antigua habitación, era realmente grande, tal y como Izo lo dijo el departamento de Shijima apenas podía compararse con el tamaño de su armario, la cama era enorme y suave, estaba rodeado de peluches de todas formas y colores, que a Cardinale le gustaban mucho, y usaba de almohadas aveces.
 
-todo esta tal y como lo dejaste, si quieres algo mas...puedes pedirlo - Izo se acercó por la espalda al rubio quien aun parecía algo perdido en sus pensamientos, con un movimiento rápido le puso un collar aunque debido a la fuerza casi lo asfixia.
 
-Cof ahhh, imbécil! - gritó tosiendo e intentando recuperar el aire, escucho como algo parecía asegurarse en su cuello, era un collar, similar a uno de perro, pero este parecía de un material más duro y tras explotarlo con su mano no encontró inguna hebilla que pudiera soltarlo.
 
-te mandé a hacer este lindo regalo, solamente yo puedo abrirlo, tiene gps que me avisara el momento en que tan siquiera des un paso fuera de esta casa, similar a las tobilleras electrónicas para prisioneros - dijo sonriendo con cierto orgullo y malicia, claro que podía ponerle una de esas tobilleras, pero el collar era mucho más humillante y divertido - incluso tiene tu nombre - dijo señalando la parte delantera donde efectivamente estaba el nombre del rubio.
 
-eres despreciable! - Cardinale casi grito y recibió un golpe en el estómago que le quitó el aire.
 
-silencio, ya me diste demasiados problemas, y ahora que ya saliste a pasear y te ves mucho más sano es mejor que seas un buen chico... no quiero mandarte al sótano de nuevo... no te gustaría ¿verdad? - pronunció sonriendo de forma maliciosa, Cardinale negó con la cabeza - muy bien, así me gusta... quítate esa horrible ropa - ordenó mirando aquella prenda de lana negra desgastada y vieja.
 
La delgada y pequeña figura de Cardinale podía observarse mejor sin aquella prenda, Izo se aflojo la corbata a medida que se acercaba a el.
 
Las manos del Moreno se adentraron en las ropas de Cardinale con maestría, rememorando y disfrutando cada estremecimiento por parte del rubio, que mantenía los ojos fuertemente cerrados, dejó que las caricias de Izo se deshicieran de su ropa de forma rápida y ansiosa, las manos de Cardinale ahora tenían marcas por las esposas estrechas que le habían puesto, rojizas y adoloridas fue incapaz de hacer algo para detenerlo, sólo podía resignarse y no poner mucha resistencia para no salir herido, apego igualmente soltó un grito de dolor e incomodidad en cuanto Izo abrió sus piernas con brusquedad, parecía disfrutar hacerlo sufrir un poco.
 
-me alegra que volvieras Cardinale - susurro cerca de su oído en el momento en que comenzó a penetrarlo lentamente, sonriendo al ver las muecas de dolor que hacia el rubio debajo de el, incapaz de hacer nada más, totalmente indefenso y sin salida
 
Izo había ganado.
 
 
Continuará.....
 


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